Ecología y Medio Ambiente


Trasvase del Ebro


Índice

1.- Introducción

2.- PHN

3.- La Cuenca del Ebro

3.1.- Medio Físico

3.2.- Los Recursos

3.3.- Las actividades humanas y el agua

3.3.1.- Agropecuarias

3.3.2.- Industriales

3.3.3.- Abastecimiento

3.3.4.- Obtención de energía

3.3.5.- Acuicultura

3.4.- Balances; El presente y el futuro

4.- Regiones Afectadas

4.1.- Receptoras

4.1.1.- Comunidad Valenciana

4.1.2.- Murcia

4.1.3.- Andalucía (Almería)

4.1.4.- Cataluña

4.2.- Donantes

4.2.1.- La Rioja

4.2.2.- País Vasco

4.2.3.- Cantabria

4.2.4.- Castilla León

4.2.5.- Navarra

4.2.6.- Aragón

5.- Posibles soluciones

5.1.- Desalación

5.2.- Otras alternativas

6.- Bibliografía

1. Introducción

La escasez de agua en determinadas zonas de España es un hecho probado. Por su posición meridional y mediterránea, se puede considerar la Península Ibérica como la zona más árida de Europa. La precipitación anual de España es el 85 por ciento de la media europea. Por el número de horas de insolación, el país posee la tasa de evapo-transpiración más elevada del continente y por el contrario, las precipitaciones son de las más bajas.

A todos esos problemas hay que unirles la escasez de recursos hídricos y a la vez, su mal repartimiento sobre el territorio. La escasa precipitación existente se distribuye de una forma irregular. Donde hay más población, hay a veces menos oferta de agua.

Con una superficie total de 506.470 km2 y una población aproximada de 42 millones de habitantes, los españoles disponemos anualmente de 2829 m3 de agua cada uno, mientras que en el resto de la UE la media está en 3199 m3 por año y habitante.

Para paliar y solventar los problemas derivados de la escasez de agua en determinadas zonas del país, el gobierno del Partido Popular presentó el El Plan Hidrológico Nacional (PHN). En la página web que el Ministerio de Medio Ambiente dedica al PHN se puede leer el documento íntegro presentado ante el congreso, así como, la Evaluación Ambiental Estratégica del Plan Hidrológico Nacional.

Para abastecer de agua el este y sur de la Península Ibérica, donde hace falta para el regadío y el turismo, el PHN propone un trasvase de agua procedente del río Ebro. Además también se tendría que desviar agua del Ebro hasta el Área Metropolitana de Barcelona donde los recursos hídricos son casi nulos debido a la mala calidad del agua de los ríos Llobregat y Besós. Una actuación de ésta envergadura genera impactos ambientales muy importantes. El más destacado es la regresión que sufriría el Delta del Ebro.

Ante este problema, de trascendencia nacional, se presentan numerosas propuestas tanto por parte de los que están a favor del plan, como por parte de los que lo critican como un parche a la situación del agua en nuestro país y que, aceptando la necesidad de un planificación hidrográfica urgente, presentan medidas alternativas al PHN.

Con este trabajo queremos mostrar tanto las carencias como las virtudes de este Plan Hidrológico Nacional que nos afecta a todos los españoles de un modo u otro en concreto y, a los europeos en general. Presentamos el PHN en todos sus aspectos, así como las críticas que le han merecido muchos expertos internacionales en esta materia y las alternativas propuestas al Plan.

Adjuntamos también la opinión que al respecto de este PHN tiene el Parlamento Europeo, dentro de las competencias que le pertenecen para el cumplimiento de la Directiva Marco de Aguas aprobada el 22 de Diciembre del año 2000 mediante acuerdo entre el Parlamento Europeo y la Comisión Europea.

2. Plan Hidrológico Nacional

Las aguas de nuestro país están distribuidas de manera muy irregular. Las lluvias se concentran en el norte Cantábrico, el borde noroeste y los Pirineos, donde no existen periodos secos. Son la llamada España húmeda, frente al resto del territorio que forma la España seca.

En el territorio español, el agua no sólo está mal repartida, sino que además se desperdicia. Solo la agricultura consume el 80% del agua dulce del país más árido de la Unión Europea.

Constituyendo el agua un recurso natural, su disponibilidad debe ser objeto de una adecuada planificación que posibilite su uso racional en armonía con el medio ambiente. En un país como España en el que el agua es un recurso escaso, marcado por graves desequilibrios hídricos debido a su irregular distribución, la adecuada planificación de la política hidráulica se impone como una necesidad, que no puede permanecer ajena a esta realidad y como un instrumento de superación de la misma

Precisamente como el agua es símbolo y expresión de vida y de prosperidad, da lugar con frecuencia, a situaciones polémicas en extremo y por ello la decisión que el Plan Hidrológico Nacional proponga para solucionar los desequilibrios existentes, nunca podrá ser inocua siendo su trascendencia social y económica de primer orden y necesitada en todo caso de evaluación ambiental. El papel a jugar por los consumidores y usuarios del agua, también ha de resultar determinante, motivo por el que la Ley fomenta particularmente las prácticas de ahorro y uso sostenible y las campañas de concienciación y sensibilización ciudadana.

La planificación hidrológica tendrá por objetivos generales conseguir el buen estado ecológico del dominio público hidráulico y la satisfacción de las demandas de agua, el equilibrio y armonización del desarrollo regional y sectorial, incrementando las disponibilidades del recurso, protegiendo su calidad, economizando su empleo y racionalizando sus usos en armonía con el medio ambiente y los demás recursos naturales.

El polémico Plan Hidrológico Nacional (PHN) pretende trasvasar agua, construir nuevos embalses, reforestar cuencas, mejorar los regadíos y poner en marcha medidas ahorradoras que contribuyan a optimizar la gestión de tan preciado bien. Hablaremos de un trasvase para referirnos a una transferencia de recursos hidráulicos entre ámbitos territoriales de distintos Planes Hidrológicos de cuenca. Cualquier interconexión de ríos que no cumpla esta condición, no es un trasvase y no es, por tanto, materia reservada por la Ley al Plan Hidrológico Nacional.

Desde 1992 hasta la fecha, se han presentado desde el gobierno distintos borradores de PHN, el pasado 5 de septiembre de 2000, el Ministro de Medio Ambiente, Jaume Matas, presentó ante el consejo nacional del agua una nueva propuesta del PHN, habiéndose anunciado desde el gobierno que la aprobación del PHN se consideraba prioritario para la presente legislatura. El consejo nacional del agua está formado por 91 personas se diferentes colectivos y organizaciones sociales de diversa índole.

La propuesta del PHN surge con el fin de dar respuestas a los problemas de déficit hídrico detectados en el Libro Blanco del Agua en España publicado en 1998 por el Ministerio de Medio Ambiente. En este documento se hace una estimación sobre la existencia de excedentes susceptibles de ser trasvasados en determinadas cuencas para corregir los desequilibrios hídricos existentes.

Un trasvase en sí mismo no es, en principio, deseable por cuanto rompe el fundamento de unidad de cuenca que inspira toda nuestra legislación. Sólo se puede optar por su realización si existen poderosas razones de orden nacional que lo aconsejen. Estas razones deberán ser proporcionales a la importancia del trasvase (en afección ambiental, inversión, distancia de transporte, territorios afectados, etc.). La necesidad de justificar cualquier obra hidráulica- por su coste e incidencia medioambiental- se hace especialmente exigente en el caso de los trasvases.

Un trasvase sólo estaría justificado en los siguientes casos:

  • Para abastecimiento, si no existen otras alternativas y el crecimiento demográfico de la zona receptora está acreditado como constante y existen razones objetivas para pensar que continuará en el futuro.

  • Para regadío y usos agrarios, se puede justificar un trasvase si se trata de una agricultura modélica en el ahorro, con técnicas modernas, no dependiente de subvenciones y regularizaciones de carácter transitorio, y con capacidad propia para copar mercados por características específicas distintas de la disponibilidad de agua y con precios competitivos al margen del sistema actual de subvenciones (cambiante y coyuntural).

  • Para necesidades ecológicas, se puede justificar un trasvase como medio para un reequilibrio que solucione problemas de sobrexplotación, especialmente en aguas subterráneas, cuando no sea resoluble con técnicas menos agresivas.

Cuando una zona con déficit estructural de agua vea estrangulado o amenazado su futuro desarrollo económico y social por la incertidumbre de suministro de agua, el trasvase resultará más admisible. Máxime si esa zona acredita tendencias demográficas, turísticas, agrícolas, etc., de crecimiento en el pasado y de perspectivas halagüeñas de futuro.

Por tanto la decisión sobre posibles trasvases debe tener en cuenta, tanto las necesidades de la cuenca receptora, como los de la cuenca cedente, en un contexto integrador y no exclusivista. No es social ni políticamente posible, decidir un trasvase pensando sólo que en la cuenca cedente hay agua y en la receptora falta agua. Hacer un trasvase implica un proyecto común, un plan de desarrollo conjunto de las zonas cedentes y cesionarias, de forma que las cesionarias vean garantizado su futuro gracias al agua trasvasada y las cedentes no puedan objetivamente ver amenazado su futuro porque el agua que necesitan para ellas van a otras zonas.

Así pues, el Plan Hidrológico Nacional, debe autorizar los trasvases que se puedan realizar, así como las infraestructuras necesarias para ello, pero fijando, a la vez, las condiciones que deben cumplirse para la ejecución de las correspondientes obras y transferencias, condiciones que han de referirse, al menos, a los siguientes parámetros:

  • Evaluación ambiental, conforme a la legislación reguladora.

  • Régimen económico - financiero de las obras.

  • Compensación y garantías para las cuencas cedentes, en términos de inversión pública, regulación, participación en la economía del trasvase, etc. Hay que decir, al respecto que, como se comprobó al estudiar los regímenes económicos de los trasvases, el concepto de compensación no es ninguna novedad en nuestro ordenamiento, pues todos los trasvases hechos hasta ahora los han contemplado de una u otra forma.

De esta forma, el Plan Hidrológico Nacional acotará el ámbito de los posibles trasvases a realizar en España, y definirá las condiciones que deben cumplirse para la materialización de las obras.

Cualquier opción sobre un nuevo trasvase a poner en marcha supone en última instancia, como cualquier otra actuación pública, una decisión de estricto contenido político, pero ello no quita que, para ser razonable y no arbitraria, tal juicio político de oportunidad deba basarse en un riguroso análisis, lo más objetivo y contrastado posible, de los datos reales, que aconsejan o desaconsejan el trasvase en sí mismo, así como la decisión sobre las áreas de origen de las aguas, y las demandas a atender con las que sean objeto de transferencia entre territorios de Planes Hidrológicos distintos.

Los objetivos generales de la Ley y de la planificación hidrológica son:

  • Alcanzar el buen estado ecológico del dominio público hidráulico.

  • Satisfacer las demandas de agua presentes y futuras a través de un aprovechamiento racional, sostenible, equilibrado y equitativo del agua, que permita al mismo tiempo garantizar la suficiencia y calidad del recurso para cada uso y la protección a largo plazo de los recursos hídricos disponibles.

  • Lograr el equilibrio y armonización del desarrollo regional y sectorial, en aras a conseguir la vertebración del territorio nacional.

  • Reequilibrar las disponibilidades del recurso, protegiendo su calidad y economizando sus usos, en armonía con el medio ambiente y los demás recursos naturales.

Un Plan Hidrológico, aun hablando de agua y de obras hidráulicas, no es sólo un plan hídrico y no puede ser formulado al margen de los planteamientos generales de política y planificación territorial con todas las múltiples virtualidades que ésta tiene. Igualmente, no es posible formular una política hídrica autónoma de las decisiones que en otros ámbitos y por las Administraciones públicas competentes se adopten. Ello parece más que obvio en relación a las políticas agrícola, industrial, energética, de comunicaciones, etc., pues el agua está al servicio del abastecimiento a poblaciones, del regadío, de los usos industriales, energéticos, lúdicos, etc. Por no referirnos aquí todavía a los usos puramente ambientales.

El resultado de los Planes Hidrológicos, es la necesaria presencia de las Comunidades Autónomas, en la configuración de la política hidrológica nacional y, sobre todo, de su participación en la gestión de las aguas y de las obras cuando afecte a sus intereses.

Las CCAA representan los intereses generales de los ciudadanos de un territorio, intereses generales que son fuertemente afectados por la cantidad de agua a trasvasar, pues el conjunto del territorio sufre o puede ser beneficiado por estas decisiones, mucho más allá y de forma distinta de los beneficios o perjuicios específicos que puedan recibir los usuarios de las cuencas cedentes o receptoras.

Razonar de otra forma equivale a considerar el agua como solamente una especie de patrimonio particular de aquéllos que en un momento determinado han recibido una concesión, lo que, paralelamente, es desmerecer su consideración como bien de dominio público y los aspectos generales de recurso natural imprescindible para los ecosistemas de cada cuenca al agua vinculados y para los usos recreativos, lúdicos, ambientales no dependientes de una concesión concreta.

Trazado

El trazo diseñado para realizar el trasvase del Ebro tiene una longitud total de 914 kilómetros, divididos en dos ramales. Las tuberías y los canales son las herramientas que se emplearán para trasladar el agua

El proyecto de transferencias de agua que la Ley del Plan Hidrológico Nacional (PHN) autorizó ejecutar sobre el levante español es ya un hecho. Un total de 10 estaciones de bombeo y dos de aprovechamiento hidroeléctrico están programadas a lo largo de los 914 kilómetros que mide el trazado del trasvase del Ebro.

A través de tuberías y canales, esta obra permitirá derivar un volumen máximo de 1.050 hectómetros cúbicos anuales desde el Bajo Ebro hasta la provincia de Almería. La distribución de este recurso se hará de la siguiente manera: 190 hectómetros cúbicos para las cuencas internas de Cataluña; 315, para la Cuenca del Júcar; 450 hectómetros, para la Cuenca del Segura y 95, para la del Sur.

El principal objetivo del trasvase del Ebro ha sido aprovechar las infraestructuras existentes. En este sentido, entre las instalaciones que se reutilizarán destacan el minitrasvase del río, el canal Xerta-Calig y el canal de la Margen Derecha del postrasvase Tajo-Segura. Además, se aprovecharán algunos corredores de conducciones, como el que va desde El Saltador (Murcia) hasta Aguadulce (Almería), y otras vías, como carreteras y autopistas.

El trazado del trasvase consta de dos ramales, el norte y el sur. El primero va desde Barcelona a Tortosa (Tarragona). En este caso, la transferencia interna de las cuencas de Cataluña se transportará desde la toma del Ebro hasta la planta de tratamiento de La Abrera a través de una tubería enterrada. Este tramo contempla dos estaciones de bombeo.

El ramal sur se inicia en la toma del Ebro y concluye en el municipio almeriense de Aguadulce. A lo largo de este recorrido, aparecen las 10 estaciones de bombeo y dos de aprovechamiento eléctrico. Estas son las encargadas de acumular agua para, después, crear energía. El trasvase contiene un único embalse de regulación que sirve para almacenar agua durante el año

El ramal sur del trazado del trasvase es el más largo del recorrido, con un total de 742 kilómetros que se dividen en ocho partes diferentes. La primera trascurre desde el río Ebro hasta la estación de bombeo de Cuevas de Vinromá (Castellón). La mayor parte de este trayecto discurre en canal a cielo abierto.

La segunda parte se prolonga hasta la boca sur del túnel de Tous. La tipología predominante es la de canal, con 15 túneles y varios sifones y acueductos. A partir de aquí, el trazado se extiende hasta el Cabezo de la Virgen (Villena), con tres estaciones de bombeo y una longitud que llega a los 78 kilómetros (la más larga de todo el proyecto).

La quinta parte del trazado comienza en Villena y finaliza conectando con el canal de la Margen Derecha del postrasvase. En este tramo, se ha previsto la ubicación del embalse de regulación de Azorín, en Monovar (Alicante). Es en esta zona donde se ubicarán también las dos estaciones de aprovechamiento hidroeléctrico, ambas en la provincia de Murcia (la de El Lugar y la del Canal de la Margen Izquierda).

Una de las últimas partes del trazado es el tramo que va desde el embalse de Mayés hasta la estación de bombeo de Alhama de Murcia. En este caso, se emplea la margen derecha del postrasvase, conducción que se sigue usando en el ramal que se extiende desde la estación de Alhama hasta Lorca (Murcia). La última parte del trazado desemboca en Almería.

http://canales.laverdad.es/servicios/especiales/phn/#

Postura de las Comunidades receptoras

En España el consumo de agua está, en grandes líneas, estabilizado. Por lo tanto, hoy no nos enfrentamos a una necesidad de atender nuevos consumos, sino que nos encontramos ante la necesidad de revisar la compensación de las disponibilidades, solucionar carencias crónicas, introducir nuevos conceptos, etc.

El Plan Hidrológico Nacional (PHN) es la pieza esencial del diseño de la nueva política del agua en España. Es un conjunto de medidas que tiene como objetivo la reordenación de los recursos hídricos, que en el territorio español están muy desigualmente distribuidos, con una filosofía nueva de la gestión del agua desde el punto de vista ambiental, acorde con la nueva directiva marco sobre esta materia y con la Ley de Aguas de 1985.

Es importante tener en cuenta el PHN no es una reforma de la Ley de Aguas o un plan de obras hidráulicas, aunque habilitará legalmente que éstas se puedan realizar. Así, el PHN aporta los recursos y las obras que permiten eliminar los déficits estructurales, lo que equivale a una verdadera solidaridad interterritorial.

El objetivo de la Planificación Hidrológica en España tiene una doble vertiente.

Por una parte, solucionar los problemas de infraestructuras que existen dentro de cada una de las cuencas hidrográficas, mediante un Plan de actuaciones que es responsabilidad exclusiva del Gobierno y que supondrá una inversión de tres billones de pesetas. Por otra parte, solucionar los problemas en determinadas cuencas motivados por un déficit estructural de recursos o, lo que es lo mismo, la previsión y las condiciones de las transferencias de recursos hidráulicos entre ámbitos territoriales de distintos Planes Hidrológicos de Cuenca.

La Ley de Aguas no prevé que el PHN coordine los Planes Hidrológicos de Cuenca, sino que exige que adopte las medidas necesarias para que haya coordinación. Se trata de regular con rango de ley, aquellas cuestiones que en estos planes no estén tratadas lo están de forma insuficiente.

Dentro de las cuencas, se considera que es urgente y necesario atender cuestiones trascendentales como el ahorro, antes de captar nuevos recursos. Por ello, de los tres billones de pesetas con que se ha dotado al Plan inversor, 2,5 billones se dirigen a fomentar el ahorro, la reutilización y la regeneración de los hábitats hídricos españoles, y medio billón a actuaciones de regulación, especialmente notables en la zona de Aragón y en el Guadalquivir.

El PHN, en definitiva, pretende dar respuesta a una cuestión muy vieja y debatida, pero nunca definitivamente resuelta, como es la planificación de los recursos hídricos. La crisis del modelo tradicional de política hidráulica y la necesidad de una nueva orientación de esta política, están en la base de este Plan Hidrológico Nacional.

3. La Cuenca del Ebro

La cuenca hidrográfica es el territorio en que las aguas aflu­yen hasta el mar por cauces que convergen hacia un último cauce único. En la dinámica natural del agua en una cuen­ca entran en juego multitud de factores que componen un sistema complejo, tales como las condiciones climáticas (lluvia, temperaturas, viento, etc.), la infiltración y escorren­tía que se produce como consecuencia de las precipitacio­nes, la red fluvial que organiza esta escorrentía, el relieve, el sustrato litológico, las comunidades bióticas asentadas, etc. Estos elementos interactúan entre sí y se influyen mutuamente, de forma que no se puede entender uno sin considerar total o parcialmente a los demás.

3.1. Medio Físico

La cuenca del Ebro está situada en el cuadrante NE de la Península Ibérica. Tiene una forma de triángulo con el flan­co menor situado al E y separado del Mediterráneo por la Cordillera Costero-Catalana. El límite N está señalado por los Pirineos, y su prolongación occidental (Montes Vascos y sector oriental de la Cordillera Cantábrica), mientras el lo señala la Cordillera Ibérica, con un sentido NO-SE. Sobre ella se localizan total o parcialmente territorios de las comuni­dades autónomas de Aragón, Cantabria, Castilla-La Mancha, Castilla y León, Cataluña, Comunidad Valenciana, Navarra, Rioja y País Vasco. También la práctica totalidad de Andorra y algún territorio del sur de Francia pertenecen a la cuenca.

'Trasvase del Ebro'

La red fluvial tiene unos 12.000 km y está organizada en torno a un gran colector principal de 910 km de longitud que, con sentido NO-SE la atraviesa, señalando dos sectores desiguales por su extensión (pues de los 85.000 km2 de la cuenca, 50.000 corresponden a su margen izquierda o mitad N, y 35.000 a su margen derecha o mitad S) y por sus características, pues en la margen izquierda encontramos las mayores alturas, las áreas de precipitación más elevada y los recursos hídricos más abundantes.

'Trasvase del Ebro'

Los diferentes regímenes de los afluentes se suman en el Ebro, dando como resultado un régimen com­plejo, con una variabilidad interanual relativamente pequeña en comparación con otros ríos peninsulares. Como rasgos generales, podemos decir que los afluentes cantábricos y pirenaicos muestran un régi­men pluvial oceánico en el sector occidental (hasta el lrati), caracterizado por un caudal máximo en los meses invernales y mínimo en los estivales. Está algo matizado por la retención nival en el Nela e Irati, por lo que en ellos habría que hablar de régimen pluvionival. En el resto de afluentes pirenaicos, al E del Irati, predomina un régimen nivopluvial en el que la retención nival del invierno y la fusión nival de primavera determinan respectivamente los mínimos y máximos de caudal. Por la margen derecha del río, los afluentes del NO reciben influencias atlánticas, y se produce cierta retención nival en sus cabeceras, lo que define un régimen pluvionival oceánico. Al SE del Moncayo, desaparece la influencia atlántica, y domina la mediterránea continental izada, por lo que el régimen pasa a ser de

tipo pluvial mediterráneo, con máximos en la primavera y otoño y mínimo principal en verano y secun­dario en invierno.

Como consecuencia de esta variedad, el régimen del Ebro se caracteriza por tener dos periodos bien diferenciados: entre julio y octubre el estiaje de verano, cuya presencia es general en la práctica tota­lidad de la cuenca (aunque en este último mes se observa una clara recuperación de caudal), y entre noviembre y junio las aguas altas, consecuencia principalmente de las lluvias de invierno en el sector occidental de la cuenca y de la retención y posterior fusión primaveral de las nieves en los Pirineos. La sucesión de ambos hechos permite que dicho periodo se prolongue durante ocho meses. Queda claro, por lo tanto, que durante los meses de mayor demanda de agua por parte de los culti­vos, el Ebro y sus afluentes registran los menores caudales.

No podemos terminar esta breve exposición del régimen fluvial de los ríos de la cuenca sin mencionar una característica importante por las repercusiones que tiene: la irregútaridad interanual, es decir, la dife­rencia entre la aportación anual máxima y mínima de un periodo durante la serie de años considerada. Esta irregularidad interanual es relativamente pequeña en los ríos de influencia oceánica. Así, el coeficien­te de variación interanual (obtenido dividiendo la máxima aportación anual de la serie entre la mínima) es de 3'4 en el Ega en Andosilla, 4'2 en el lregua en Anguiano, 3 en el Gállego en Anzánigo, 2'1 en el Cinca en Aínsa y 4,1 en el Segre en Seo de Urgell. Esta aumenta notablemente en los mismos ríos cuando se adentran en la depresión: 8'3 en el Gállego, 9'8 en el Cinca en Fraga, 10'3 en el Segre en Balaguer, pero la irregularidad más fuerte se observa en los ríos del sector central y meridional de la Ibérica: 12'4 en el Jalón en Huérmeda, 38'4 en el Huerva en Mezalocha, 16'5 en el Guadalope en Alcañiz. Estas fuertes irregularidades interanuales dificultan los aprovechamientos de los ríos, pues les dan una gran inseguridad, lo que ha obligado a realizar importantes obras de regulación que permiten retener agua en los periodos de abundancia y aportarla cuando se necesite.

Por lo que respecta al Ebro, las variaciones interanuales son bastante modestas si las comparamos con otros ríos peninsulares (el coeficiente es de 6'5 en Zaragoza y 6'7 en Tortosa), pues el tamaño de la cuenca y la heterogeneidad del régimen de sus afluentes permite equilibrar bastante las apor­taciones anuales.

3.2. Los Recursos

No es sencilla la evaluación de los recursos hídricos de una cuenca tan amplia, variada y contrastada como la del Ebro. El Plan Hidrológico de la Cuenca la ha realizado a partir de la información de los aforos y su posterior restitución al régimen natural. El resultado ha sido la cifra de 18.216 hm3 en desembocadura.

La Aportación de Aragón a esa cifra es significaitiva, pues cuando entra en dicha comunidad la media es de 7.826'9 hm3, ascendiendo a 14.881'9 hm3 en el punto de salida. Son, por lo tanto, 7.055 hm3 de aportación neta (el 38.7% de la total), siendo con estos, Aragón la Comunidad Autónoma con mayor aportación al Ebro, seguida por Navarra: 4.027 hm3; Cataluña: 3.335 hm3; Castilla y León: 1.516 hm3; La Rioja: 1.003 hm3; País Vasco: 846.4 hm3 y Cantabria: 454.3 hm3.

3.3. Las actividades humanas y el agua

En la cuenca del Ebro viven, de acuerdo con los datos del censo de 2001, 2.827.737 personas, con cinco ciudades que superan los 100.000 habitantes (Zaragoza, Vitoria, Pamplona, Logroño y Lérida). Ello supone una densidad media de 32 hab/km', menos de la mitad de la nacional (77 hablkm2). Además de la baja densidad de población, hemos de destacar una concentración bastante fuerte de ésta y de la actividad econó­mica en torno al eje del Ebro y algunos de sus principales afluentes (Zadorra, Arga, Segre y Jalón fun­damentalmente), lo que explica que en el 5% de la superficie viva el 50% de la población.

Esta concentración de la población a lo largo de los ejes fluviales, especialmente del Ebro, se acentúa en el territorio aragonés de la cuenca. Aquí el eje del Ebro (especialmente Zaragoza) concentra la mayor parte de la población, mientras que ésta disminuye hasta cifras bajísimas en algunas comar­cas pirenaicas (3,10 hab/km2 en Sobrarbe, 4,8 en Ribagorza, 9,1 en Jacetania) y en el Sistema Ibérico (2,8 en Maestrazgo, 6,4 en Cuencas Mineras). Incluso en alguna muy próxima al Ebro, como el Campo de Belchite, ésta se queda en 5,3 hab/km2).

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A pesar de su baja densidad de población, no podemos considerar que la cuenca del Ebro sea una zona poco humanizada, pues la antiquísima ocupación del territorio y las consiguientes actividades han supuesto una fuerte incidencia sobre el mismo, reflejada entre otros aspectos, por la intensa inter­vención del sistema fluvial del Ebro, o en el fuerte retroceso de la vegetación climácica, eliminada para la instalación de cultivos o pastos, sustituida por especies de otros ámbitos biogeográficos o degra­dada hacia formaciones de menor porte.

Las tendencias actuales parecen indicar un estancamiento de la población, además de un marcado envejecimiento. Aunque no es una zona en conjunto densamente poblada, sí que se asientan en ella una serie de acti­vidades económicas cuya importancia supera el ámbito de la cuenca, pues ya se considera al eje de Ebro, que coincide aproximadamente con el curso del río, uno de los más dinámicos de España, junto con el eje Mediterráneo. Muchas de estas actividades se ven posibilitadas por la presencia de agua, y suponen por lo tanto una presión de demanda, y en algunos casos una pérdida de calidad.

3.3.1. Las actividades agropecuarias

La superficie labrada en la cuenca, según el censo agrario de 1989, era de 2.968.846 ha, lo que supone el 34,8% de la superficie total, De ellas, según el Plan Hidrológico del Ebro 783,948 son de regadío, pero un 27% de las mismas corresponden a regadíos marginales carentes de agua habitual­mente, por lo que las hectáreas efectivas de regadío son 572.000. Estos datos han podido sufrir algu­na leve modificación, pero aún no se disponen de datos más actualizados.

Esta superficie, se distribuye por comunidades autónomas de la siguiente manera:

'Trasvase del Ebro'

Estas cifras actuales de superficie regada pueden aumentar si se realizan las transformaciones recogidas en el Plan Hidrológico de la Cuenca del Ebro, que prevé crear 529.908 nuevas hectáreas de regadío repartidas de la siguiente manera:

  • Cantábria (2.700)

  • Castilla y León (23.765)

  • País Vasco (37.784)

  • La Rioja (17.900)

Superficie puesta en regadío actualmente:

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3.3.2. Las actividades industriales

La industria en la cuenca supone una actividad económica de primer orden, especialmente el eje del Ebro, donde se concentra el 40% de la misma, aunque también hay núcleos aislados importantes, como Pamplona, Vitoria, Sabiñánigo o Monzón.

El agua es un factor determinante a la hora de elegir un asentamiento para las industrias, pues es necesaria en mayor o menor medida prácticamente en todos los procesos industriales, en buena parte para refrigeración o como disolvente, bien para lavado o bien para provocar alguna reacción química al poner en contacto sustancias diferentes en disolución, Por ello, su abastecimiento garantizado es un factor importante de desarrollo industrial, y su falta, por el contrario, una dificultad para éste.

En conjunto se le calcula una demanda anual de unos 5.036 hm3, que puede parecer una cifra muy elevada y próxima a la demanda para regadío, pero en su mayor parte corres­ponde con agua utilizada pero no consumida, pues se usa para refrigeración de centrales térmicas y nucleares (3.500 hm3) y piscifactorías (1.000 hm3), que las trataremos en detalle más adelante, por lo que en su mayor parte se devuelve a la red fluvial. El resto de los usos industriales demanda por lo tanto unos 536 hm3, cifra modesta pero que pueden presentar demandas puntuales elevadas, espe­cialmente las alimentarias, papeleras o químicas, las más consuntivas en la cuenca. Hemos de tener en cuenta también que aproximadamente el 95% del consumo es devuelto a la red hidrográfica, por lo que el consumo real es muy pequeño. No obstante, no es sencillo cuantificarlo, pues en ocasiones hay conexión con la red urbana y es difícil discriminar el consumo industrial del urbano.

El principal impacto de la industria sobre el medio hídrico es la pérdida de calidad que frecuentemente provocan sus vertidos. Los residuos industriales que pueden contaminar las aguas son muy variados: metales pesados (cromo, cadmio, plomo, mercurio, etc.), aceites industriales, cianuro, hidrocarburos, detergentes, sales, multitud de residuos orgánicos, etc. Cada una tiene una dinámica de degradación y absorción concreta y, por lo tanto, inciden en el medio hídrico de una forma específica.

'Trasvase del Ebro'

También hemos de señalar la contaminación térmica que frecuentemente provocan los vertidos, espe­cialmente tras su utilización como refrigerante en procesos industriales y especialmente en la gene­ración de energía en térmicas y nucleares, que también supone una cierta alteración de las condicio­nes del río que los recibe.

3.3.3. Abastecimiento a Poblaciones

Dentro del abastecimiento a poblaciones, se incluye el consumo particular, el uso industrial conectado a la red municipal, los diferentes servicios municipales (plantas potabilizadoras, colegios, hospitales, cuarteles, piscinas municipales, etc.), las fuentes y el riego de parques, limpieza de calles, pérdidas de la red, etc. El abastecimiento de las poblaciones situadas dentro de la cuenca del Ebro suma una demanda de unos 319 hm3 anuales, a los que hay que sumar unos 70 hm3/año derivados a Tarragona, y unos 176 hm3/año para el abastecimiento a Bilbao. Estos 565 hm3 suponen aproximadamente el 7% de la demanda total de la cuenca.

Es una demanda no excesivamente elevada que se puede satisfacer sin problemas con las debidas infraestructuras, pero tiene necesidad de un nivel de calidad mínimo y de altas garantías. Hemos de señalar también que una parte de este consumo está constituido por las pérdidas de la red, que se estiman en el 23% en Zaragoza y en el 30% en Lérida y Huesca.

En general, el consumo de agua por habitante y día en las ciudades de la cuenca se mantiene por debajo de la media nacional (159 l/habitante.día), pero observamos diferencias notables entre unas ciudades y otras.

A este respecto destaca el caso de Zaragoza, muy por debajo de la media, ciudad en la que además se ha observado en los últimos años un descenso en el consumo medio por habitante.

Aproximadamente el 80% del consumo urbano se devuelve a la red fluvial, aunque en la mayoría de los casos con un grado elevado de contaminación por la presencia de materia orgánica, detergentes, aceites, productos químicos, etc., lo que obliga a depurar sus aguas si se quiere conseguir una calidad aceptable. En los últimos años en la cuenca del Ebro se ha realizado un importante esfuerzo de depuración de aguas residuales.

'Trasvase del Ebro'

3.3.4. Obtención de energía

El agua es un elemento indispensable para la obtención de energía por medios convencionales (hidroeléctrica, térmica y nuclear).

Centrales hidroeléctricas

La energía hidroeléctrica se obtiene aprovechando la energía potencial del agua. Es un uso no consuntivo si la consideramos a escala global, pero es consuntivo en algunos tramos, que pue­den quedar desecados al ser derivado el caudal para su aprovechamiento.

Son importantes en la red de energía porque actúan como reguladoras de fre­cuencia-potencia debido a su escasa inercia, pues pueden entrar en funciona­miento o dejar de hacerlo en muy poco lapso de tiempo, En la cuenca del Ebro hay censadas 351 centrales hidroeléctri­cas, con una potencia instalada de 3,900 MW, y una producción media de 7,850 GW/h, Disponen de un caudal concesio­nal de unos 10,770 m3/s, ascendiendo el uso anual a unos 38,000 hm3, En su gran mayoría retorna a los ríos de la cuenca, con excepción de los turbinados en Barazar, que afluyen a la cuenca del N para el abastecimiento de Bilbao, por lo que se considera un uso no consunti­vo, De ellas, en Aragón se sitúan 110 centrales, con una potencia instalada de 1500 MW y un caudal concesional de 3.632 m3/s , La genera­ción de energía hidroeléctrica no supone contaminación alguna, ni de tipo térmico ni por la aportación de elementos extra­ños al agua o a la atmósfera, pero las instalaciones necesarias sí que tienen impactos importantes, como desarrolla­remos en el apartado correspondiente a las infraestructuras necesarias para los distintos usos.

Centrales nucleares

Junto al cauce del Ebro se sitúan, ade­más, dos centrales nucleares: Santa María de Garoña (Burgos), la más anti­gua, que presenta una demanda de 767 hm3 anuales, y la de Ascó (Tarragona), mucho más moderna y potente, cuya demanda alcanza los 2.400 hm3 anuales. En ambos casos la mayoría del caudal se utiliza para la refrígeración, retornando en su mayor parte al río Ebro, aunque con una cierta contaminación térmica.

En la cuenca del Ebro se localizan tam­bién cuatro centrales térmicas: Teruel (en Andorra), Aliaga, Utrillas y Escatrón, cuya demanda total asciende a unos 125 hrn3 al año.

3.3.5. Acuicultura

España es un gran consumidor de pescado, elemento fundamental en nuestra dieta. En los últimos años las capturas se han encontrado con diversos problemas, lo que ha aumentado notablemente el déficit del saldo pesquero. Como conse­cuencia, se ha intentado potenciar la acuicultura para compensarlo en parte.

Las piscifactorías tienen unas ciertas exigencias que determinan su instalación: necesitan agua de calidad, y soportan mal los descensos de caudal, por lo que provocan cierta rigidez que puede condicionar otros usos de aguas arriba, como pueden ser los hidroeléctricos.

Actualmente en la cuenca hay 94 concesiones de acuicultura y existen 57 pisci­factorías en funcionamiento (datos de 1998), existiendo alguna más en tramita­ción. La principal producción es de trucha, especialmente en los ríos riojanos y navarros, los más aprovechados para este uso, aunque las de mayores dimen­siones se encuentran en Lérida, aguas abajo del embalse de Oliana, y en Huesca, en el río Cinca aguas abajo de El Grado, destinada principalmente a la produc­ción de alevines. La acuicultura utiliza unos 1.000 hm3 al año. No es un uso con­suntivo, aunque puede serlo en pequeños tramos, pero suele provocar una pér­dida de calidad de las aguas debido al aumento de la materia orgánica y a los productos de desinfección utilizados.

3.4. Balances; El presente y el futuro

Es necesario complementar lo expuesto en el capítulo sobre recursos con algunos datos más que ayuden a analizar la situa­ción actual de utilización de las aguas del Ebro y a realizar una pequeña proyección de futuro; y para ello, es conveniente mirar hacia la desembocadura del Gran Río y también echar la mirada hacia atrás en el tiempo. Los datos de apor­tación total del Ebro en Tortosa en la segunda mitad del siglo XX aparecen en el gráfico adjunto.

'Trasvase del Ebro'

De él podemos deducir varias ideas importantes:

  • Una notable irregularidad, pues el año de menor aportación (1989-90) no llega a 5.000 hm3 (exactamente 4.284), mientras en 1959-60 se alcanzan los 28.692 hm3, lo que significa un coefi­ciente de irregularidad interanual de 6'7, relativamente moderado dentro del ámbito mediterráneo pero importante si comparamos la cuantía de las aportaciones máxima y mínima.

  • Una evolución en "dientes de sierra" pero con una tendencia claramente descendente. Sería un error pensar que ese descenso es algo intrascendente al tratarse de agua a punto de llegar al mar y por lo tanto sin utilidad alguna, pues el caudal del Ebro tiene en su último tramo una importante utilización económica, en los regadíos del Delta (cuyas tomas se localizan en el azud de Xerta, aguas arri­ba de Tortosa) y sobre todo un altísimo valor ambiental, que de forma breve podemos resumir en:

  • El agua dulce del Ebro dificulta la entrada de agua marina salada por el cauce. Este hecho genera una estratificación entre la dulce (en los niveles superiores) y la salada, más pesada, que se queda en los infe­riores. La cuña de agua salada puede penetrar hasta 20 ó 30 km hacia aguas arriba de la desembocadu­ra, por lo que el tramo final del Ebro queda así desnaturalizado y convertido de hecho en un estuario. Esta penetración es mayor cuanto menor es el caudal del río, y lógicamente tiene importantes repercusiones en el ecosistema fluvial, con fuertes impactos en algunas comunidades faunísticas.

  • Menores aportaciones pueden redundar en disminución de la cuantía de riego aportada a las tie­rras del Delta. Esta agua dulce introducida en los campos de regadío, principalmente de arroz, es una defensa contra la salinización de los suelos y del sustrato, riesgo real dada la cercanía del mar y la esca­sísima cota del terreno, pues casi todo su territorio se encuentra muy ligeramente por encima de su nivel.

  • El agua vertida al mar, aunque escasa en arrastres y sólidos en suspensión por la presencia de embalses en la cuenca (y especialmente en el tramo final del río), contribu­ye al enriquecimiento en nutrientes de las aguas marinas, y está relacionada con la riqueza y calidad de la pesca en la zona de San Carlos de la Rápita y Vinaroz, por ello, ni siquie­ra estos caudales vertidos pueden considerarse perdidos desde el punto de vista ambiental ni económico.

Nunca es sencillo hacer previsiones de futuro, pero todos los trabajos consultados estiman que, atendiendo a los estudios del lPCC (el último el de Watson ed, 2001) el comportamien­to climático de la Europa meridional, y por lo tanto de la cuen­ca del Ebro, se resumirá en las siguientes características:

  • Reducción de las precipitaciones.

  • Subida de las temperaturas medias, especialmente mar­cada en el verano.

  • Aumento de la variabilidad interanual de la precipitación, Los cálculos más detallados, según el modelo del Hadley Center, realizados para España por el I.N.M. en el informe de 1995 para la Convención de Cambio Climático de la ONU indica para el horizonte 2060 lo siguiente:

  • Subida de la temperatura media del orden de 2.5º.

  • Reducción de la precipitación en diferentes porcentajes según las cuencas hidrográficas. En el caso de la cuenca del Ebro el porcentaje se sitúa en -7%.

Según este escenario futuro, lógicamente habría una dismi­nución de los recursos hídricos:

  • Según Ayala-Carcedo (1996) esta reducción será del 6% en el caso de la cuenca del Ebro para 2060 respecto a los recursos de 1995.

Posteriormente el CEDEX (1997) en un estudio para el Ministerio de Medio Ambiente, suponiendo un escenario cli­mático la mitad de severo que el anteriormente expuesto, evaluaba la reducción en un 20% para nuestra cuenca.

En el Libro Blanco del Agua (MIMAM, 1998), que parte de la previsión climática del IPCC, se estima una reducción del orden de -28%. Coinciden, por lo tanto, los estudios con­sultados en la previsión de una sustanciosa reducción de los recursos hídricos, e igualmente coinciden en un aumen­to de la variabilidad de las precipitaciones anuales, lo que significaría, entre otros efectos, una intensificación de los sucesos extremos (sequías e inundaciones).

Como otra consecuencia del escenario climático futuro des­crito, es fácil suponer un aumento del consumo de agua, especialmente en los regadíos, causado por el descenso de la precipitación y por el aumento de la temperatura (y por consiguiente de la evapotranspiración).

Para seguir con el esbozo sobre el futuro de la disponibili­dad de agua en la cuenca del Ebro, hemos de incluir otro elemento importante: la posibilidad de que se construyan infraestructuras hidráulicas para trasvasar un caudal esti­mado en unos 1.050 hm3 fuera de la cuenca, repartidos en unos 180 hm3 hacia las cuencas internas de Cataluña y el resto hacia la costa mediterránea del S de la desemboca­dura del Ebro (Castellón, Valencia, Alicante, Murcia y Almería).

Todas estas situaciones pueden crear un notable cambio en la disponibilidad de agua en la cuenca.

Hemos de tener en cuenta que ha de garantizarse siempre un caudal ecológico de 100 m3/s en la desembocadura, equivalente a una reserva de 3.154 hm3/año. Sin embargo Prat (2000) ha demostrado que el río necesita caudales de hasta 400 m3/s para remover fondos y regenerar arenas y limos, y señala que en el PHN no se menciona que la pro­ducción pesquera de la plataforma continental próxima depende de las crecidas del río.

Con los recursos actuales, una vez considerada la regula­ción adicional del Pacto del Agua de Aragón (3.400 hm3) y la detracción de 1.050 hm3 para el trasvase, la cuenca ten­dría unos excedentes de 5.200 hm3 (Fuente: P.H.N.).

Sin embargo, cuando incorporamos los escenarios previs­tos por el cambio climático, esta situación puede cambiar sustancialmente:

  • Según Ayala-Carcedo (2003) en 2060 habría un déficit en la cuenca de 177 hm3, pero esta situación se agrava si se tiene en cuenta la variabilidad observada y la existencia de periodos cortos de sequía de hasta 8 años de duración y los largos de unos 25 años. Según dicho autor "no existe ningún sistema de regulación con estos parámetros que pueda garantizar el suministro del caudal ecológico si el trasvase se lleva a cabo y evitar la muerte biológica del Delta del Ebro".

  • Según la hipótesis planteada en los documentos de apoyo al P.H.N. (2001), extrapolada al escenario 2060, el déficit sería de 217 hm3.

  • Estos cálculos de déficit aumentan según la hipótesis del Libro Blanco del Agua (MIMAM, 1998) hasta 2.244, y según el trabajo del CEDEX (1997) para el MIMAM ascienden a 4.499 hm3.

Es fácil, por lo tanto, concluir afirmando que en ese supuesto escenario de cambio climático en el que se hayan realizado las obras consideradas por el P.H.N. en la cuenca del Ebro (Pacto del Agua y trasvase del Ebro) pueden surgir importantes conflictos debido a la imposibilidad de mantener los caudales ecológicos para el mantenimiento del Delta y la dificultad para trasvasar agua en muchos de los años (uno de cada tres no habría posibilidad de hacerla según Ayala-Carcedo, 2000). Además, la falta de garantía de suministro de caudales debido a la reducción del recurso en la cuenca y a la variabilidad encarecería los costos del agua trasvasada muy por encima de lo previsto.

4. Regiones Afectadas

4.1. Receptoras

4.1.1. Comunidad Valenciana

Hidrografía

Entre los ríos que nacen en la propia Comunidad Valenciana están el Cervol, el Magre (afluente del Júcar), el Sella, el Monnegre, el Vinalopó, el Serpis y el Palancia. Presentan caudales muy escasos y de gran irregularidad, con largos estiajes y crecidas rápidas debidas a las lluvias torrenciales. Los ríos más largos y caudalosos tienen su nacimiento fuera de la comunidad. En su mayoría se encajan formando profundas gargantas antes de salir a las llanuras aluviales. El Mijares(104 km) nace en la sierra de Gúdar (Teruel) y riega la Plana de Castellón; el Turia (243 km) nace en la Muela de San Juan, en la serranía de Albarracín, y riega la Huerta de Valencia. Ambos tienen sus caudales agotados cuando alcanzan la desembocadura por el extremado aprovechamiento de sus aguas para el regadío. Su régimen es el típico de los ríos mediterráneos, con dos máximos en primavera y otoño. Más al sur está el Júcar (498 km) que nace en Ojuelos de Valdeminguete, en Cuenca, riega las huertas de la Ribera Alta y de la Ribera Baixa y desemboca en Cullera. El Segura (325 km) nace en la sierra del mismo nombre y sólo en su tramo final entra en la provincia de Alicante; desemboca en Guardamar del Segura con un caudal muy disminuido por la escasez de lluvias y su aprovechamiento en los riegos de las huertas del Camp d'Alacant y el Baix Vinalopó.

Economía

La provincia de Valencia es la primera de España en renta agraria, pero también las de Castellón y Alicante ocupan una posición privilegiada, aunque el predominio de la industria y los servicios es muy superior al de la agricultura en el producto interior bruto (PIB) de la comunidad. No obstante, la tradición agrícola es muy fuerte: desde el sistema de regadío iniciado por los romanos y perfeccionado por los árabes, sistema practicado principalmente en los valles aluviales de origen fluvial, como los del Turia y Mijares, hasta la construcción de pantanos y embalses, el agua ha sido un elemento básico para la configuración de la producción agrícola. Los ríos valencianos y sus acequias riegan miles de hectáreas. El Tribunal de las Aguas ha resuelto los conflictos entre los regantes del Turia desde la edad media. Las aguas de La Albufera son aprovechadas para la producción de arroz mediante una serie de compuertas que inundan los campos según los ciclos de su cultivo. Los pozos y ríos menores proporcionan riegos locales.

Los cítricos, el arroz y los cultivos hortofrutícolas son los principales productos agrarios. El naranjo es el producto agrícola más significativo, aunque su presencia está localizada en los llanos litorales y aledaños para evitar las heladas: la Plana, el Baix Palancia, l'Horta de València, la Ribera del Xùquer, la Costera, la Safor, la Marina y el Baix Segura, donde también abunda el limonero. En el secano se cultivan cereales, almendros y olivos. La actividad pesquera se localiza en los puertos de Santa Pola, Vinaròs, Castellón y Gandia, entre otros. Las salinas, hoy en crisis, están concentradas en Torrevieja.

La industrialización se desarrolló a partir de 1960, pero sus raíces históricas datan del siglo XVIII, gracias a una mano de obra artesanal empleada en la seda, el textil y la fabricación de papel. Las industrias actuales más importantes se dedican a la producción de muebles, tejidos, cerámica, juguetes y calzado, destinados especialmente a la exportación. Aunque hay instaladas algunas grandes empresas, como la Ford en Almussafes o la petroquímica de Castellón, predomina la pequeña y mediana empresa. La distribución de la superficie no es homogénea; Valencia, Alicante y Elda concentran el mayor número de empresas, y comarcalmente están muy diversificadas, así por ejemplo encontramos industrias de azulejos en la Plana de Castellón, calzado en el Baix Vinalopó, juguetes en la Hoya de Castalla (Ibi y Onil), textil en Ontinyent y Alcoy, alfombras en Crevillente y turrones en Jijona.

La situación y el clima han propiciado un gran crecimiento del turismo, especialmente en la costa, que ha desarrollado municipios como Oropesa, Peñíscola o Benicassim en la provincia de Castellón, Cullera y Gandia en la provincia de Valencia, y Benidorm, Dénia, Jávea, Altea, Santa Pola y Torrevieja en la provincia de Alicante. La actividad turística representa el 10% del producto interior bruto (PIB) de la comunidad y tiene dimensión nacional e internacional.

4.1.2. Murcia

Hidrografía

El río Segura y sus afluentes, el Guadalentín —también llamado Sangonera—, el Mula, el Argos o el Benamor, constituyen, junto a las ramblas, la totalidad de la red hidrográfica de la región. El Segura nace en la sierra de Alcaraz (Jaén) y desemboca en Guardamar (Alicante). Su caudal es muy irregular y puede aumentar de manera espectacular y trágica con las tormentas de otoño. Los aportes que recibe a lo largo de sus 325 km son bien aprovechados para el riego de las huertas.

Economía

La agricultura es la principal actividad económica de la región. Desde la década de 1960 se inició un proceso de tecnificación y de abandono de tierras de baja productividad, con una fuerte disminución de mano de obra agrícola. La explotación de las tierras de secano, que están en retroceso, destaca por la producción de cereales —especialmente cebada—, almendros, olivos y vid. La política de trasvase de agua del Tajo al Segura ha hecho que las tierras de regadío aumenten y representen el 30% de la superficie cultivada. Se dedican principalmente a la producción de cítricos —naranjas, limones—, hortalizas —tomates, pimientos, alcachofas— y frutales —albaricoques, melocotones, ciruelas y manzanas— que tienen una doble salida: la exportación hacia Europa y la transformación en las industrias conserveras. En la explotación de la tierra conviven una muy numerosa cantidad de pequeñísimas propiedades trabajadas por sus propios dueños y grandes superficies —a veces superiores a las 100 ha— que están en manos de importantes empresas agroalimentarias o de grupos financieros.

La pluviosidad de la Región de Murcia es una de las más bajas de España. La Región se encuentra encuadrada en una de las zonas con mayor riesgo de desertización del eje mediterráneo. La política medioambiental de la Región, regulada por la Ley Regional de Protección del Medio Ambiente, y bajo el marco normativo de la Unión Europea, tiene como principales retos la recuperación ambiental de los cauces fluviales, la conservación del suelo, la regeneración de los parajes naturales degradados, la conservación de la biodiversidad y elcontrol de las acciones industriales y de los niveles de contaminación. El saneamiento integral del Río Segura y de sus afluentes, agredido por vertidos incontrolados de origen urbano e industrial representa uno de los principales planes a abordar por la Región en los próximos años, y se enmarca en el cumplimiento de la directiva europea 91/271 sobre depuración de aguas residuales.

La fragilidad del suelo, agredido por fenómenos erosivos, y el riesgo de desertización, requiere la adopción de medidas tendentes principalmente a proteger la cubierta vegetal del territorio como factor facilitador del sostenimiento de los suelos. Estas medidas serían principalmente la prevención de incendios, la regulación de las prácticas de cultivo agresivas, y el control del sobrepastoreo. En materia de tratamiento de residuos sólidos, cada año se eliminan en la Región más de cuatro millones de toneladas de residuos de vertederos incontrolados. En defensa de la calidad de las aguas interiores y marítimas se requiere la depuración de las aguas residuales, a la vez que es necesario minimizar los vertidos industriales. En la Región de Murcia el problema adquiere especial relevancia debido al escaso caudal de los ríos y al déficit hídrico estructural.

4.1.3. Andalucía (Almería)

Hidrografía

Presenta ríos muy cortos e irregulares; sus cursos se caracterizan por un gran desnivel y estiajes muy acusados (incluso alguno de ellos se seca totalmente durante el verano). Los más destacados son el Almería y el Almanzora.

Agricultura

Los progresos de cultivos comerciales como las hortalizas y el almendro —en los secanos—, se ponen de manifiesto en la ocupación de más de cien mil hectáreas de la superficie cultivada. El valor de las hortalizas producidas por la nueva agricultura intensiva alcanza a más del 90 por ciento de la riqueza agraria total.

4.1.4. Cataluña

Cataluña es una comunidad autónoma española formada con 31990 km2 de superficie. Está situada al noroeste de España y limita al oeste con Aragón, al norte con Francia, al este con el mar Mediterráneo y sur con la Comunidad Valenciana. En total cuenta con 707 Km de frontera terrestre y 515 de frontera marítima.

Hidrografía

Los ríos catalanes se organizan en dos grandes conjuntos por su lugar de nacimiento: los ríos pirenaicos y los mediterráneos (cuyo origen se halla en el sistema litoral. Dentro de los ríos pirenaicos cabe distinguir los cursos fluviales que desembocan en el Ebro (Noguera Ribagorzana, Noguera Pallaresa y Segre) de los que desembocan directamente en el Mediterráneo (Llobregat con sus afluentes Cardener y Anoia, Ter, Fluviá y Muga. El sistema mediterráneo está compuesto por cursos de caudal escaso e irregular (Francolí, Foix, Besòs, y la Tordera). Finalmente, el Garona, externo al sistema hidrográfico catalán, recorre el valle de Aran y desemboca en el Atlántico.

En Cataluña existen muchas lagunas en el Pirineo (antiguos circos glaciares en su mayoría) de tamaño muy reducido. El mayor lago catalán es Bañolas, de naturaleza cárstica.

Los embalses de Cataluña suman un total de 28, diez de los cuales pertenecen a la cuenca del Segre. El más antiguo, que data de 1920, es el de Camarasa, sobre el Noguera Pallaresa. El más reciente, terminado en 1985, es el de Sallente sobre el Flamicell (afluente del Segre).

Desde un punto de vista climático, en Cataluña se distinguen dos grandes zonas: la zona húmeda y la seca. La zona húmeda (Pirineo, Prepirineo y ámbitos más altos de la depresión Central y del sistema litoral) se caracteriza por precipitaciones superiores a los 600 mm anuales, veranos frescos e inviernos fríos (15 °C de oscilación térmica en Olot y 955 mm de precipitación anual). La segunda zona (costa y núcleo interior de la depresión) se caracteriza por la sequedad (precipitaciones inferiores a los 600 mm).

En ella cabe distinguir la tendencia continentalizadora en el interior, con oscilación térmica acusada (en Lleida, 20 °C y sólo 351 mm de precipitación), de la propiamente mediterránea de la costa (con veranos largos y secos, inviernos muy suaves y el máximo de precipitaciones en otoño).

El valle de Arán constituye una excepción por su clima de características netamente atlánticas (precipitaciones regulares y menor oscilación térmica).

Economía

La economía catalana, en su conjunto, se caracteriza por su estructura industrial. El perfil de su población activa coincide con el de los países mas desarrollados (sectores económicos: primario, el 2,8%; secundario (industria y construcción) , el 37,2% ; y terciario, el 60%).

La participación del Sector Primario en el PIB de Cataluña no sobrepasa el 2,5%, ya que la economía Catalana bascula primordialmente entre la industria y los servicios. El porcentaje de suelo dedicado a las actividades agrarias alcanza un 33%. Se trata de una cifra claramente inferior a la media del Estado español y de la Unión Europea. Por otra parte, el sector agrícola catalán presenta todas las características de la agricultura de mercado, entre las que destaca el alto grado de mecanización y la elevada productividad en función de la creciente demanda (tanto por la atracción del consumo directo, como de la demanda de materias primas para la industria alimentaria). La ganadería ocupa menos del 3% de la población activa y contribuye sólo en un 0,5% al PIB de Cataluña.

El sector primario catalán se enfrenta, a finales del siglo XX, con los complejos retos de su pertenencia a la Unión Europea, en concreto con su política agraria de subvenciones, cuotas y prioridades que, en algunos casos ponen al campo catalán en situación de conflicto latente.

El Sector Industrial catalán se concentra en cuatro grandes grupos: los transformados metálicos, la construcción, el sector químico y el textil. Los subsectores industriales en los que cataluña se encuentra hoy relativamente especializada son los siguientes: hilados y tejidos, materias plásticas, fibras sintéticas, electrónica, artes gráficas. En los últimos tiempos está aumentando la especialización en los sectores alimentarios y de artes gráficas.

Aunque la industria ocupe un lugar preeminente, la economía catalana se encuentra en plena fase de terciarización. Barcelona es de nuevo la región que absorbe la mayor parte de la oferta laboral del sector servicios, cuya importancia se ordena en los siguientes subsectores: servicios comerciales, transportes y comunicaciones, servicios públicos y el servicio doméstico. El turismo ha adquirido un auge extraordinario.

El producto interior bruto (PIB) per cápita de la comunidad catalana es superior a la media española y en 1995 ocupa el segundo lugar con respecto al resto de las comunidades autónomas, después de Islas Baleares.

El Comercio es el que ocupa un mayor número de activos del sector terciario. Las exportaciones catalanas representan una quinta parte del total español. Se exportan principalmente automóviles, papel, pieles, hilatura de lana y sintéticas. Los países de la Unión Europea y el continente americano son los principales receptores. Las importaciones se centran en productos alimenticios, químicos y minerales, madera y resinas entre otros. A las otras comunidades españolas se compran trigo y harina, vinos, aceite…etc. A pesar del reto que suponen los nuevos centros comerciales, en el interior predomina aún el pequeño comercio.

4.2. Donantes

4.2.1. La Rioja

La Rioja, comunidad autónoma española denominada hasta 1982 provincia de Logroño. Está situada en el ángulo occidental del valle del Ebro, río que le sirve de frontera en su parte nororiental. Tiene sólo 5.045 km, por lo que constituye una de las comunidades autónomas españolas de menor extensión.

Hidrografía

La depresión del Ebro, situada en la parte septentrional de la región, está constituida por tierras aluviales que se adentran por los valles de sus afluentes: el Tirón, con su afluente el Oja, el Najerilla, el Iregua, el Leza y el Cidacos. El río Alhama transcurre entre las tierras riojanas y navarras. Todos estos afluentes son cortos y poco caudalosos, pero conforman, en su parte baja, valles fértiles.

Economía

La Rioja es una zona con una agricultura muy rica y variada en la que la dualidad llano y montaña también se deja notar. En las zonas montañosas predomina la ganadería ovina. En los valles de los ríos se desarrolla una agricultura floreciente y en expansión. Del total de la tierra labrada, un 75% lo es de secano, con cultivos herbáceos (trigo y cebada) y sobre todo, la vid, principal cultivo de la región. El vino de Rioja es uno de los más prestigiosos de Europa y produce cantidades importantes. En el regadío (38.407 ha) se obtienen productos de gran valor que son la base de una pujante industria conservera. Se producen espárragos, pimientos y otras hortalizas. Las zonas de huerta están ubicadas en el fondo de los valles fluviales y, sobre todo, en las zonas regadas por el canal de Lodosa. Dada la estructura de la propiedad, muy parcelada, la producción hortofrutícola comienza a tener dificultades para competir con la de otras regiones españolas.

La industria contribuye en más del 30% al valor global de la producción regional. La principal zona industrial está situada junto a la ciudad de Logroño, en Cenicero, en Haro y en Calahorra. Se trata de una industria fundamentalmente agroalimentaria, en la que la producción de vino y conservas ocupa el lugar más importante. Se fabrican también productos textiles y calzado (Logroño, Arnedo, Cervera del Río Alhama y Ezcaray); muebles (Ezcaray, Logroño y Nájera), cauchos, plásticos y otros productos químicos, así como maquinaria y material de transporte.

El sector servicios tiene un gran protagonismo en la economía de la región; ocupa al 41% de la población activa y aporta más de la mitad del valor de la producción. Es, no obstante, un sector poco modernizado y muy atomizado. La renta per cápita regional es ligeramente superior a la media española, y en 1995 ocupaba el sexto puesto en cuanto al producto interior bruto (PIB) por habitante dentro del conjunto de las comunidades autónomas.

Comercio

La Rioja está situada en el gran eje de comunicaciones que constituye el valle del Ebro. Las buenas comunicaciones con las principales zonas pobladas de España son un factor positivo para el tránsito de mercancías y para el comercio interregional e internacional. Los principales productos que exporta al resto de España son: vino, conservas, calzado (especialmente zapatillas), embutidos y otros productos agrícolas (harinas, forrajes y féculas). En el comercio internacional son sus principales clientes los países de la Unión Europea seguidos, a distancia, por Estados Unidos y Canadá. Todos ellos importan vinos riojanos de gran calidad.

El comercio interior de la región se concentra, fundamentalmente, en su capital, Logroño, aunque existen núcleos comarcales de gran dinamismo, como Calahorra, Arnedo, Haro y Santo Domingo de la Calzada, que actúan como polos de atracción comercial respecto a sus comarcas. Alfaro y Nájera ejercen esta misma función aunque en menor escala. Los habitantes de los pueblos más cercanos a la ribera navarra del Ebro, como Cervera y Aguilar del Río Alhama, suelen realizar sus compras en la vecina Tudela (Navarra).

4.2.2 Pais Vasco

País Vasco, comunidad autónoma española situada en el norte de la península Ibérica, en la zona costera más oriental del litoral cantábrico, e integrada por las provincias (territorios históricos) de Álava, Guipúzcoa y Vizcaya. Limita al norte con el mar Cantábrico, al oeste con las comunidades de Cantabria y de Castilla y León, al sur con la de La Rioja y al este con la Comunidad Foral de Navarra y Francia. El río Bidasoa marca la frontera entre el Estado español y el Estado francés. El origen de su nombre en castellano deriva de la denominación de vascones atribuida a sus primeros habitantes históricamente mencionados. Por su extensión (7.234 km2) ocupa el decimotercer lugar entre las diecisiete comunidades autónomas españolas.

Hidrografía

Los ríos vascos, cortos y caudalosos, fluyen a través de dos vertientes: la cantábrica y la mediterránea. Los ríos de la vertiente cantábrica son de caudal regular y de gran desnivel; cerca de su desembocadura suelen formar valles fértiles y rías profundas. Los más importantes son Bidasoa, Oiartzun, Urumea, Oria, Urola, Deba, Nervión, Ibaizábal y Cadagua. Los ríos de la vertiente mediterránea vierten sus aguas en el Ebro; son más largos, cubren un menor desnivel entre nacimiento y desembocadura y presentan un caudal más irregular debido a las condiciones climáticas de sus cuencas. Los más importantes son el Ebro (100 km de frontera con Burgos y La Rioja) y sus afluentes Bayas, Zadorra, Inglares y Ega. Debido a la estructura del relieve, los cursos fluviales vascos han permitido la creación de numerosos embalses (Puentelarrá en el Ebro, Urrunaga en el río Urkiola, Urkulu en el Deba y los de Gorostiza, Oiola, el Regato y Zollo en Vizcaya).

La costa vasca tiene 192 km desde la desembocadura del Bidasoa hasta el límite con Cantabria, cerca de la ría de Somorrostro (Muskiz); es alta y en ella abundan los acantilados, siendo los cabos Higer, Ogoño, Matxitxako, Billano y Punta Galea los accidentes más importantes. En los entrantes se han formado amplias playas (La Concha, Zarautz, Lekeitio, Deba, Plentzia-Gaminiz y Santurrarán), y numerosas rías que han sido aprovechadas como puertos naturales (Pasaia, Ondarroa, Bermeo, y Bilbao).

Economía

La economía del País Vasco se caracteriza por su madurez industrial, ampliamente desarrollada a lo largo del siglo XX. Tanto es así que, a pesar de los graves problemas derivados de las crisis y de las reconversiones industriales de la década de 1970 y 1980, el perfil de la población activa de esta comunidad (sector primario: 3%; sector secundario: 37%, y sector terciario: 60%, datos de 1994) se puede identificar con el de los países más desarrollados.

Dentro del sector primario la agricultura ocupa actualmente un lugar de segundo orden, especialmente en Guipúzcoa y Vizcaya, donde la actividad agraria se limita al maíz, la patata y los forrajes, además de la explotación forestal. En la provincia de Álava, especialmente en la zona central y del sur, se desarrolla una agricultura mediterránea en la que destacan el olivo, la vid y diversos cultivos cerealísticos. Las patatas y el trigo encabezan la producción agraria vasca (213.135 y 138.000 t, respectivamente, en 1994). La ganadería goza de una larga tradición a causa de la abundancia de pastizales; en primer lugar se debe mencionar el ganado bovino diversificado en tres razas (frisona, alpina y pirenaica) destinado fundamentalmente a la producción lechera; también la cabaña ovina tiene su importancia; finalmente va cobrando cada día mayor importancia el ganado porcino y avícola. La unidad de explotación del sector primario continúa siendo el tradicional caserío.

La industria se concentra en Vizcaya, en la comarca de Bilbao y en el Ibaizábal medio. En Guipúzcoa se dispersa más por toda la provincia, aunque recientemente el cinturón en torno a Donostia-San Sebastián ha aumentado su proporción. En Álava la industria se centra prácticamente alrededor de Vitoria-Gasteiz y en el valle de Ayala (Llodio-Amurrio). En Vizcaya —la zona de mayor tradición industrial— predomina la industria sidero-metalúrgica, naval y química. En Guipúzcoa, en cambio, prevalecen los transformados metálicos, papel, textil, metálicas básicas, alimentación y mueble. En Vitoria-Gasteiz la industria se orienta a la producción y transformación de los metales, caucho, alimentación y material auxiliar del automóvil. En la década de 1970 la crisis golpeó duramente la industria tradicional vasca, de tal manera que entre 1975 y 1988 desaparecieron más de 120.000 puestos de trabajo; desde fechas recientes empiezan a surgir nuevos focos innovadores como el Grupo Cooperativo Mondragón y la diversidad productiva emergente en el valle de Asúa, al este de la ría bilbaína (Parque Tecnológico de Zamudio). El liderazgo del valor de producción en millones de pesetas (1994) lo continúan ostentando los productos metálicos (469.774), seguidos de los productos siderúrgicos (400.629) y, a mayor distancia, la maquinaria y equipamiento (288.089) y el material eléctrico y electrónico (224.756). El material de transporte (194.584) y los productos químicos (155.275) ocupan el quinto y sexto lugar respectivamente. La energía es, en su mayoría, de origen térmico, con carbón procedente de Asturias y León.

El sector terciario está en plena expansión y se caracteriza por su diversificación. El mayor número de empleos en este sector se da en el comercio, los servicios públicos y los transportes y comunicaciones, a mucha distancia de hostelería, crédito y seguros, enseñanza y otros servicios.

El producto interior bruto (PIB) per cápita de la Comunidad Autónoma Vasca es superior a la media española y en 1995 ocupaba el quinto lugar detrás de las Islas Baleares, Cataluña, la Comunidad de Madrid y la Comunidad Foral de Navarra.

Comercio

El comercio vasco se caracteriza por la tendencia exportadora de bienes de equipo e industriales, por el poder económico de sus entidades crediticias (Banco Bilbao-Vizcaya) y por la importación de productos alimentarios y agrarios.

4.2.3. Cantabria

Su superficie es de 5.321 km2 y constituye, junto con la Comunidad de Madrid, la Región de Murcia, La Rioja, la Comunidad Foral de Navarra, el Principado de Asturias y las Islas Baleares, una de las siete comunidades uniprovinciales españolas.

Hidrografía

Los ríos cántabros son cortos y caudalosos, y en sus cabeceras presentas características propias de la erosión glaciar. Han cortado las montañas escavando laderas verticales y una vez llegados a La Marina discurren formando meandros y amplios estuarios en sus desembocaduras, como les ocurre al Besaya y al Pas.

Economía

La industria es la actividad económica fundamental, proporcionando empleo a casi el 40% de la población activa. La ganadería, la pesca y los servicios, especialmente el sector turístico, son también componentes básicos de su desarrollo.

El desarrollo industrial de la región estuvo vinculado, en un principio, a la minería, pero pronto diversificó su actividad hacia la metalurgia, la química y la alimentación. Las industrias metálicas —siderurgia, construcción naval y automoción— son las más importantes por el valor de su producción y por el número de puestos de trabajo que generan, aunque hoy sufren un proceso de reconversión. Reinosa y Torrelavega son las ciudades más importantes de este tipo de industria.

Torrelavega es, además, el centro principal de la industria química de la región, que proporciona carbonato de sosa, ácido sulfúrico, caucho y celulosa, entre otros productos; Santander y Castro Urdiales tienen también industrias químicas de fuerte impacto ambiental.

Las industrias de conservas y las lácteas se localizan respectivamente en las villas costeras —Santoña, Laredo y Castro Urdiales— y en las zonas rurales, y han transformado las tradicionales actividades pesqueras y ganaderas. Las sardinas, las anchoas y las vacas lecheras son la base de los productos elaborados que generan estas industrias.

La cabaña de reses vacunas, sobre todo de ganado frisón, ronda las 350.000 cabezas y la mitad son vacas destinadas a la producción de leche —400.000 litros al año— y a la recría de terneros que se venden por toda España.

El atractivo turístico de Cantabria hace que anualmente medio millón de personas se desplacen a ella, tanto al litoral, sobre todo el occidental, como por el interior. Los Picos de Europa atraen un cada vez más numeroso turismo de montaña. La crisis del sector industrial, pesquero y ganadero, que se adaptan con dificultad a los límites establecidos por la Unión Europea, está provocando que se fomenten, en mayor medida, las actividades terciarias relacionadas con el tiempo libre.

Comercio

El puerto de Santander mantiene un activo tráfico de pasajeros, en especial hacia Gran Bretaña, lo que ha permitido establecer una línea regular de transbordadores o ferrys y es el punto comercial más importante de la región.

4.2.4. Castilla

Castilla y León, comunidad autónoma situada en el centro y noreste de España. Tiene una superficie de 94.224 km, que representan casi una quinta parte del territorio español. Sus nueve provincias, constituyen la comunidad autónoma más extensa del país y la mayor región de la Unión Europea.

Hidrografía

El Duero, con 895 km de longitud, es el río que domina la comunidad. Nace en los picos de Urbión y desemboca en el océano Atlántico en la ciudad portuguesa de Oporto. Su cuenca tiene 79.326 km2 y recoge las abundantes aguas de lluvia y los aportes pluvio-nivales de las montañas que casi circundan la meseta, lo que le convierte en el segundo río más caudaloso de la península, con 570 m3/seg. El Esla y el Pisuerga son sus principales afluentes por la margen derecha, mientras que por su izquierda destacan el Eresma-Adaja y el Tormes. Los numerosos embalses —Saucelle, Villalcampo o Castro— resultan decisivos para la actividad económica de la región. Otros cauces fluviales son los del Cares y el Sella, que vierten sus aguas al Atlántico, el Tiétar y Alberche, que son tributarios del Tajo y, por último, algunos afluentes del Ebro

Economía

La agricultura supone tan sólo el 10% del producto interior bruto (PIB) de la comunidad, pero representa el 15% de la producción final agraria española. La cebada, las leguminosas, la remolacha azucarera (betabel) y las ovejas (borregos) son los productos agropecuarios más importantes de un campo que practica cada vez más los cultivos intensivos, causa y consecuencia del intenso éxodo rural.

Los cereales son característicos de las tierras de secano, en las que el barbecho está en retroceso. La cebada se ha convertido en el producto principal, desplazando al trigo a un segundo lugar. La producción de girasol, patatas (papas), leguminosas y viñedo ha quedado relegada a áreas muy concretas, en función de su calidad y prestigio comercial.

Las tierras de regadío ocupan una extensión muy inferior a las de secano, pero constituyen la gran alternativa del paisaje agrario. Su continua expansión está relacionada con el aprovechamiento de las aguas de los ríos al construirse una amplia red de embalses y la perforación de pozos para que afloren las aguas subterráneas; es el área de la remolacha azucarera, las plantas forrajeras, los cereales y las patatas. En las proximidades de los núcleos urbanos las tierras de regadío aumentan su productividad y se cultivan, además, hortalizas, maíz, leguminosas y lúpulo.

La cabaña ovina tiene gran valor y sigue practicándose, mayoritariamente, en régimen de trashumancia. La cría de toros de lidia destaca en Salamanca. Han hecho su aparición grandes y modernas granjas de vacuno que destinan su producción al abastecimiento de las ciudades, aunque siguen perviviendo pequeñas explotaciones agrícolas o ganaderas que tienen serias dificultades para sobrevivir.

La producción de energía hidroeléctrica y termoeléctrica es una de las actividades más destacadas de la comunidad, suministrando el 20% de la energía eléctrica española. En el cauce del bajo Duero se ha construido un gran complejo a base de embalses y centrales, como las de Almendra-Villarino, Aldeadávila, Saucelle o Villalcampo, mientras que las centrales térmicas de Compostilla, Anllares, La Robla y Velilla se localizan en las montañas de León y Palencia para aprovechar los ricos yacimientos de hulla y antracita.

La producción industrial casi alcanza el 30% del PIB regional. Tradicionalmente estaba centrada en la producción textil de Béjar, Medina del Campo y Palencia, en la industria azucarera de León, Toro o Benavente, y en la del cuero de la provincia de Salamanca. Los polos de desarrollo de Valladolid y de Burgos favorecieron la concentración industrial; en ellos destacan la fabricación de automóviles, productos químicos y agroalimentarios. También hay actividad fabril en León, Palencia, Aranda del Duero y Miranda de Ebro.

El sector servicios, sobre todo el turismo, representa, desde la década de 1960, más de la mitad de la riqueza regional.

4.2.5. Navarra

Comunidad Foral de Navarra, comunidad autónoma española uniprovincial situada en la parte central del norte de la península Ibérica. Tiene 10.391 km de extensión. Navarra es una de las regiones europeas con más posibilidades de futuro: con sectores en plena expansión, sin herencias industriales difíciles de adecuar a los nuevos tiempos; con un entorno intacto, en el que los recursos hidrológicos son una garantía de futuro; bien comunicada con los mercados y principales centros de decisión europeos; con personal laborioso y altamente cualificado; con un gobierno con mayor experiencia autonómica y de gestión para apoyar a las empresas, y con una sociedad dinámica, que se ha dotado de los mejores y mas modernos servicios, conservando a la vez lo mejor de sus raíces y de su entorno.

Hidrografía

Los ríos de la vertiente atlántica son cortos y caudalosos. La cuenca del Urumea en Navarra es de 216 km2 y la del Bidasoa de 671 km2. De los ríos de la vertiente mediterránea destacan el Ega, el Arga y el Aragón.

Economía

Navarra es una de las regiones españolas más próximas en sus ratios económicos a las medias de la Unión Europea. Las características de su economía le han permitido mantener unos ratios de crecimiento y de empleo mejores que los de la media española y próximos a la Europea. Estos factores hacen de la comunidad foral un mercado muy interesante, con un fuerte potencial de desarrollo.

La economía de Navarra se caracteriza por un hecho particularmente relevante: su tardía industrialización.

En 1950 el sector primario ocupaba el 50% de la población activa, que ha descendido hoy hasta el 6% (1994). A pesar de ello, la agricultura navarra mantiene una productividad superior a la media española y ocupa el 39% del suelo (cuenta con 580.000 hectáreas de superficie agrícola útil). Las tierras de regadío se sitúan principalmente en la Ribera, donde han ido ganando terreno desde la edad moderna gracias a la construcción de canales (Tauste, Imperial de Aragón, Lodosa y Bárdenas). Los cultivos predominantes son cerealísticos juntamente con los hortícolas, base de la industria conservera. El policultivo (cereal, viñedo, huertas) y la ganadería ovina en régimen transhumante caracterizan la Navarra media y la ganadería bovina u ovina, juntamente con el policultivo asociado (maíz, nabo, alubia), la zona pirenaica. El campo navarro está experimentando un proceso de transformación para aumentar el nivel de producción, de competitividad y de calidad.

El sector secundario, que en 1950 apenas ocupaba un 16% de la población activa, cubre hoy el 42% (1994). Las industrias navarras, localizadas principalmente en el área metropolitana de Pamplona, en el noroeste, en las cabeceras comarcales y en la Ribera, presentan un espectro altamente diversificado (industria metalúrgica, agroalimentaria, papelera, textil y producción de potasas). Encabeza la productividad industrial navarra, según datos de 1994 y en millones de pesetas de su valor de producción, el material de transporte (202.960), seguido de la industria alimentaria (169.086), los productos siderúrgicos (82.491), metálicos (81.183), eléctricos y electrónicos (72.423) y el sector papelero (68.097). A más distancia quedan maquinaria y equipamientos (42.136) y madera, corcho y mueble (31.762). En la estructura empresarial navarra predominan las pequeñas y medianas empresas. El 92,5% de las empresas industriales tienen menos de 50 trabajadores.

El sector terciario ocupa al 52% de la población activa. Es un poco más discreto que en las viejas regiones industriales, pero marca un futuro esperanzador, ya que las actividades terciarias han de seguir creciendo a partir del marcado dinamismo industrial.

El producto interior bruto (PIB) per cápita de la comunidad navarra se sitúa en 8.858 millones de euros, es superior a la media española y en 1995 ocupaba el cuarto lugar detrás de Islas Baleares, Cataluña y Comunidad de Madrid. Es una de las comunidades españolas con mayor proporción del sector industrial en el PIB (34,5% ). La renta per cápita alcanza la cantidad de 12.683 euros.

Comercio

El comercio de la comunidad Navarra, servido por una excelente red de carreteras, se articula alrededor de los mercados de Pamplona (que atrae toda la montaña ), Tudela (que canaliza la producción de la Ribera), y Estella (que recoge la producción de Tierra Estella y La Rioja). Hay que contar también con los mercados de Tafalla, Sangüesa e Irurtzun.

4.2.6. Aragón

Aragón es una de las 17 Comunidades Autónomas españolas, está formada por tres provincias (Huesca, Teruel y Zaragoza), que contienen 730 municipios y donde viven 1.204.000 habitantes sobre una superficie de 47.724 km2, que representa casi un 10 % del territorio español.

Se halla situado al nordeste de España, coincidiendo sus límites con las áreas más desarrollada del país: Cataluña (Barcelona), Valencia, Madrid y Pais Vasco y bien comunicada con el resto del país y con Francia por carretera, tren y avión. El Valle del río Ebro, que atraviesa la región, se ha manifestado estos últimos años como el eje de desarrollo más dinámico de España

Hidrografía

El río Ebro (el más caudaloso de España) es la gran arteria que atraviesa la región en dirección noroeste-sureste. Por su parte izquierda recibe las aguas de sus afluentes pirenaicos Aragón, Gállego y Segre con su afluente, el Cinca. Por su parte derecha los ríos son menos caudalosos; los más importantes son el Jalón, el Huerva, el Martín y el Guadalope. En el extremo sur de la región nacen dos ríos levantinos, el Mijares y el Turia, que en esta zona recibe el nombre de Guadalaviar. De los ríos parten largos canales de riego que atraviesan una extensa franja de valle del Ebro y comarcas como las Bárdenas y Cinco Villas.

Economía

La agricultura aragonesa se asienta especialmente en el valle del Ebro y en las zonas regadas que aprovechan los canales de Tauste (7.000 ha), de Aragón y Cataluña (40.000 ha) y el canal imperial de Aragón (30.000 ha). El canal de las Bárdenas (80.000 ha) y los del Cinca y los Monegros, aún no finalizados, regarán más de 150.000 ha. Todo ello supone una zona regada que ocupa algo más del 17% de la tierra labrada, dedicada a la producción de hortalizas, frutales, forrajes y cereales con altos rendimientos. El secano se da en los somontanos y en zonas llanas en las que la trilogía vid, olivo y cereales —estos últimos ocupan el 47% de la superficie cultivada— constituye la mayor parte de la producción. Hay zonas en las que estos cultivos se combinan con patatas (papas) y remolachas (betabel).

La ganadería ovina era tradicionalmente trashumante, pero el régimen de explotación ha cambiado hacia un tipo de ganadería intensiva, estabulada o semiestabulada, que se nutre de las producciones forrajeras de las zonas regadas. Zaragoza es la tercera provincia española en producción de lana.

La industria es un sector que se ha ido desarrollando a lo largo del corredor del Ebro, en especial en la ciudad de Zaragoza y municipios limítrofes (Figueruelas, Alagón). También encontramos núcleos industriales en Sabiñánigo y Monzón y en otros lugares dispersos. En general, predomina la industria pequeña, muchas veces de carácter artesanal, que no llega a consolidar paisajes industriales, excepto en la citada concentración de Zaragoza. La principal producción corresponde a derivados metálicos y maquinaria (General Motors e industrias del aluminio); siguen en importancia las industrias agroalimentarias (vinícolas, harineras, azucareras y oleícolas) y las químicas, estas últimas en decadencia.

El sector servicios se concentra fundamentalmente en la capital y ocupa a casi el 53% de la población activa aragonesa. Aunque existe un creciente turismo, especialmente a las zonas de montaña, la mayor parte de la actividad terciaria se dedica a la administración, el comercio, la educación y las actividades bancarias y financieras.

La renta regional ha sufrido un descenso respecto a la renta nacional desde principios del siglo XX (6% del total) a la actualidad (3,3%). Esta tendencia se ha visto frenada por el progresivo aumento de la inversión en el corredor del Ebro y por la concentración que se ha producido en la estructura de la propiedad agraria. En cualquier forma, la macrocefalia de la capital es causa de desequilibrios en la región, produciendo progresivos despoblamientos de las zonas que no alcanzan a despegar del tradicional atraso. La renta per cápita es ligeramente superior al promedio de la renta del Estado español.

5. Posibles Soluciones

5.1. Desalación

España se encuentra actualmente entre los seis países mas importantes del mundo en cuanto a la capacidad de agua desalada, que al contrario de otros lugares está muy extendida tanto para los usos urbanos, como industriales o agrícolas. En este último uso ocupa probablemente el primer lugar mundial y su expansión sigue creciendo.

A partir de la utilización a lo largo de los años de las distintas tecnologías que han ido apareciendo en el mercado, se ha ido produciendo el abandono de unas, las más eficientes energéticamente, y la aceptación y mejora de otras para adaptarlas mejor a la escasez de lluvias e incluso aisladas, como los territorios insulares, en un aspecto positivo cual es el desarrollo de tecnologías que han permitido un gran ahorro energético, significativo a nivel mundial.

Los ahorros energéticos conseguidos en los diseños de instalaciones en los últimos años han permitido reducir considerablemente los costes de producción de agua de mar salada y su extensión a sectores en los que difícilmente se podía pensar hace unos años que pudieran convertirse en usuarios de agua salada.

'Trasvase del Ebro'

El desarrollo de nuevos equipos que todavía mejoran la eficiencia energética de las instalaciones y que permiten su aplicación a plantas de menor tamaño que las que actualmente constituyen la tendencia constructiva española y mundial, puede constituír un nuevo impulso a la mayor implantación de la desalación en España.

'Trasvase del Ebro'

En este campo la aportación de España también es importante, puesto que en nuestro país se están desarrollando dos de los equipos más eficientes energéticamente que se conocen.

Aunque se manejan una serie de cifras aproximadas sobre la desalación en nuestro país y se habla de capacidades instaladas en m3/día, los datos más precisos están en este momento en fase de elaboración y ya se dispone de más del 95% de la información necesaria sobre las plantas que se han construído en nuestro país y su estado de operatividad.

Como más significativo en estos momentos podemos decir que están en funcionamiento más de 700 instalaciones de desalación, tanto de agua salobre como de mar.

La capacidad instalada en España es superior a los 800.000 m3/día, de los cuales el 47,1 % corresponden a las más de 100 desaladoras de agua de mar. 4 desaladoras superan los 20.000 m3/día y 23 más superan los 5.000, cifras que aunque nos sitúan como la 5ª o 6ª potencia a nivel mundial, apenas representan el 1 - 1,2 % de las disponibilidades de agua en nuestro país estimadas en unos 25.000 Hm3/año.

Perspectivas de la desalación como alternativa al PHN

Cuando se requiere comparar la desalación de agua marina como alternativa al trasvase del Ebro, se están comparando dos alternativas que suponen un incremento de la oferta disponible en una cuantía estipulada. Intentar comparar si es conveniente trasvasar en destino 1.000 hm3 anuales o desalar el mismo volumen del mar es asumir que todas opciones de reducir la demanda existente, es decir:

Gestionar la demanda agrícola, con programas masivos de modernización de las conducciones y los sistemas de riego en los cultivos de regadío.

Gestionar la demanda urbana, con la minimización de pérdidas en las redes y programas de sensibilización de la población que incluyan dispositivos de ahorro.

Gestionar adecuadamente las aguas subterráneas, con utilización real de los mercados de agua.

Técnicas de desalación

Existen más de una docena de procesos diferentes que pueden obtener agua desalada en condiciones aceptables para el consumo humano, pero sólo cinco de ellos pueden considerarse maduros para una producción considerable.

El bajo precio de la energía eléctrica frente al de los combustibles fósiles en nuestro país, la aparición de los sistemas de recuperación de energía de la salmuera (agua salada concentrada ), y el abaratamiento y mejora de las capacidades de las membranas, ha supuesto que la Ósmosis Inversa ( OI ) sea la única tecnología aplicada actualmente en España.

Los costes actuales de la desalación de aguas de mar dependen principalmente del tamaño de la planta, de las características y la toma del agua a desalar, y del destino final del agua desalada. Estos costes coinciden con los de las adjudicaciones de 3 grandes plantas desaladoras de nuestro país (Almería, Cartagena y Carboneras ), aunque si hablamos de desalación de aguas salobres de acuíferos salinos los costes bajan debido a que la inversión necesaria es menor y la presión a aplicar (función de salinidad a reducir ) también disminuye.

La desalación de aguas de mar tiene impacto ambiental, que no debe obviarse, pero menor que en una obra permanente y del tamaño del trasvase, al contrario que la desaladora, que es una tecnología cuyos costes medioambientales se imputan de forma gradual a lo largo de la vida de la instalación. Las plantas actuales consumen alrededor de 4 kWh/m3 si se desala agua marina, y alrededor de la tercera parte con aguas salobres, lo que significa una emisión de dióxido de carbono elevada. Otra afección significativa son las emisiones de salmuera sobre la flora y la fauna de la costa mediterránea en especial, ya que cuenta con especies protegidas por la Comunidad Europea y por lo tanto se necesitan medidas correctoras para minimizar los efectos. No hay que desperdiciar tampoco el impacto visual y acústico que la implantación de estas instalaciones lleva consigo.

La desalación de aguas salobres debe evitar la sobreexplotación del acuífero donde se extrae y tomar medidas correctoras de los efectos ambientales que acarrea, evitando el vertido directo o indirecto en acuíferos o cauces cercanos.

¿Es mejor opción la desalación que el trasvase?

Un trasvase y una desalación son dos recursos externos de diferente naturaleza. Comparándolos y ciñéndonos a este trasvase del Ebro, podemos decir que:

La desalación es una tecnología más fiable y más sencilla, ya que no depende de las incertidumbres climáticas que tiene asociado un trasvase en áreas con una pluviometría tan irregular como la mediterránea.

'Trasvase del Ebro'

Al ser una alternativa local, está en mayor medida regulada por la Directiva Marco de Aguas, ya que permite una recuperación de costes y de gestión independiente de las cuencas hidrográficas, además de evitar tensiones sociales o desquilibrios territoriales.

En cuanto a que es opción económica más viable,hay que decir que las tecnologías de desalación son muy jóvenes todavía ( algo más de 30 años para la OI ), y por tanto es una tecnología cuyos costes han decrecido desde su nacimiento, al contrario que las obras hidráulicas mucho más maduras y de costes más fácilmente desviables. Aplicando un análisis de costes del trasvase y comparándolo con las tecnologías de desalación para grandes plantas ( > 50.000m3/día, ya que a partir de esta medida los costes marginales del agua descienden enormemente ), el límite de la rentabilidad del mismo frente a la desalación está en la Comunidad Murciana, justo donde la rentabilidad agrícola es menor y no podría soportar los costes del trasvase.

El PHN no trata adecuadamente la desalación porque la evalúa por encima de los costes reales ( 60cents €/m3, ya que parte de desaladoras de tamaño medio de 10.000 m3/día ) y le incluye un coste de transporte excesivo hacia el interior de la Península, ya que plantea la desalación de forma simplista como alternativa del 100% de volúmenes trasvasados. Así, le imputa un coste medio de 81 cént €/m3 suficiente para desestimar la desalación como alternativa al trasvase ( de coste medio 31 cent €/m3 ) y además mejorar ostensiblemente el análisis coste - beneficio del trasvase, al considerar esta diferencia como coste de oportunidad.

Finalmente, otra ventaja clara de la desalación es su mejor adaptabilidad a las necesidades locales , ya que su modularidad y su rapidez de instalación frente a una obra hidráulica de esta magnitud son claramente superiores. Sin embargo esto puede suponer un arma de doble filo, en el sentido de que la instalación de plantas desaladoras está superando la previsión del PHNy de los planes de cuenca correspondientes gracias a la rentabilidad de la agricultura intensiva del sudeste y la desconfianza ante la llegada pronta del trasvase.

'Trasvase del Ebro'

En el caso de que llegue el trasvase y se mantengan las dotaciones asignadas inicialmente, se producirá un claro incremento de la oferta con las desaladoras instaladas anteriormente a la llegada del agua del trasvase. Un ejemplo claro es la provincia de Almería, con las desaladoras de Almería ( 50.000 m3/día ) y Carboneras ( 120.000 m3/día, con una ampliación proyectada del doble de su capacidad inicial ). En conjunto sumarán alrededor de 100 hm3 anuales disponibles antes que los 95 hm3 asignados a la provincia en el Trasvase.

Conclusiones

La desalación es una opción local que permite dotar de recursos de forma menos costosa en las zonas más necesitadas de nuestra geografía. En territorios insulares se asume como única alternativa combinada con la gestión de las aguas subterráneas. En la península y teniendo en cuenta el PHN, en Almería la opción es clarísima, ya que la lejanía del origen del trasvase encarece demasiado sus costes, el volumen destinado no es excesivo y las demandas se presentan muy cercanas a la costa; pero sólo debería compensar los desequilibrios actuales sin necesidad de recursos adicionales, ya que en caso contrario persistirá la situación actual de sobreexplotación y el incremento de demandas agrícola y turística.

En la Cuenca del Segura, sin embargo, la desalación no es una alternativa válida dado el tipo de problema ( sobreexplotación de acuíferos subterráneos ) y en la del Júcar sólo es matizable en situaciones puntuales para abastecimientos urbánicos y turísticos en la provincia de Alicante.

5.2. Otras alternativas

Reducción del uso urbano mediante gestión de la demanda

Hay que tener en cuenta dos horizontes temporales para obtener los cálculos del potencial de reducción del consumo urbano:

& A largo plazo: durante un período de años, reducir el consumo medio de agua anual y estacional.

& A corto plazo: reducción temporal del aprovechamiento en épocas de escasez.

La reducción del consumo de agua a largo plazo influye en la planificación y en los planes de expansión de la capacidad, aunque estos planes tienden a no considerar las opciones de gestión de la demanda como una alternativa viable para aumentar el abastecimiento, y este parece ser el caso del PHN.

Las reducciones a corto plazo, en cambio, ofrecen un margen de seguridad, un amortiguador y un sustituto más fiable de abastecimiento durante las épocas de sequía.

Se puede lograr una reducción de la demanda urbana por dos niveles de gestión:

  • Reducción del consumo de agua en los hogares mediante la introducción de tecnologías ( limitadores de caudal, lavadoras de bajo consumo, sistemas de riego más eficientes,…)

  • Reducción del agua “no contabilizada” en el sistema urbano, con dos componentes principales: (a) la pérdida física real de agua, debido a fugas, y (b) el agua que se utiliza pero no se mide, como las de bocas de incendio, parques y jardines, et…

  • Existen distintos medios para influír en la demanda urbana y doméstica:

    • Tecnología

    • Precios: diversos estudios certifican que el consumo de agua no es ni mucho menos inelástica como hasta hace poco se pensaba, sino que su demanda se reduce con el aumento de precios.

    • Educación: planes de desarrollo sostenible, áreas de servicio público ( energía y transporte…)

    • Leyes y regulaciones: restricciones y condiciones a la hora de utilizar tecnologías, precios y medios educativos. Crear incentivos y premiar el ahorro.

    El control de fugas se puede lograr mediante una mejor gestión del sistema. Existen cálculos que indican que la cuantía total del agua contabilizada en las zonas costeras se encuentra en el orden de hasta el 30%, del cual la mitad es una pérdida de fugas y la otra comprende procesos no contabilizados, que deberían ser recortados al máximo a través de una mejor ejecución y revisión.

    Las poblaciones previstas para el año 2020 en Valencia y Barcelona se calculan en 6,484 millones. Según los niveles de demanda, esta población necesitaría entre 713 y 804 hm3 /año. Una reducción en aguas “no contabilizadas” del 10% significaría un ahorro de entre 70 y 80 hm3/año.

    La reutilización de aguas residuales tratadas

    Para las aguas residuales, la única opción de eliminación fuera de la reutilización o el depurado, es la fuga, ya que las normas ambientales sobre tierra y mar se han reforzado y no se pueden verter sin control. La reutilización es, por consiguiente, la opción más atractiva.

    Aunque la reutilización puede y debería ser un componente importante del equilibrio general entre oferta y demanda, se debe prestar atención al tratamiento que requiere cada tipo de utilización. El tratamiento convencional deja la salinidad y sólo puede extraer los metales pesados a un coste muy alto. La reutilización de afluentes tratados con una alta salinidad provocará que ésta llegue al suelo, reduciendo los cultivos y provocando muchas pérdidas.

    Actualmente se utilizan procedimientos con membranas para extraer los constituyentes perjudiciales de los efluentes después de las etapas de tratamiento convencional. El aumento del coste debe ser sopesado con la reducción de las pérdidas que resultan de la reutilización de efluentes sin estas etapas de tratamiento avanzado.

    La gestión de acuíferos subterráneos

    Hay muchos casos de buena gestión local en España de los recursos subterráneos, y sin embargo el papel de las aguas subterráneas no se utiliza completamente a escala nacional. El desarrollo de las aguas subterráneas tiene muchas ventajas, entre las que destacan:

    • Se distribuye en el espacio y con frecuencia hay posibilidades de desarrollarla cerca de la zona de demanda;

    • Se puede ir desarrollando gradualmente, a medida que se eleve la demanda;

    • Su respuesta hidrológica es lenta, por lo que con escasez de agua en la superficie, bajo tierra puede haber todavía abundancia;

    • Los acuíferos tienen grandes reservas, lo que ofrece un amortiguador a las oscilaciones hidrológicas;

    Pero la gestión de aguas subterráneas exige una capacidad para supervisar las acciones de numerosas personas en diversos campos geográficos y administrativos que históricamente no se ha dado.

    6. Bibliografía

    Documentos

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    Instituciones en la Web

  • Plan Hidrológico Nacional

  • Evaluación Ambiental Estratégica del PHN

  • Libro Blanco del Agua

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    Partido Socialista Obrero Español (PSOE) ( http://www.psoe.es )

    Plan Alternativo al PHN

    Documentos y Artículos Periodísticos

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    • Romero, Víctor: “El trasvase del Ebro aumentará los beneficios de la agricultura alicantina en 642 millones”. Las Provincias de Alicante, 3/07/03

    • Martí, Octavi : “Trasvase del Ebro:una solución incompleta”. El Correo de la Unesco, Diciembre 2000.

    Otras Organizaciones

    1

    • Navarra (82.635)

    • Aragón (207.534)

    • Cataluña (157.590)




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