Turismo, Hostelería, Gastronomía y Restauración


Teotihuacán


ESCUELA INTERNACIONAL DE TURISMO.

TEOTIHUACAN

Fecha de entrega: 2 de octubre del 2000.

INTRODUCCIÓN.

El área geográfica donde se desarrollo la civilización teotihuacana entre los años 200 y 650d.c 43 es un valle con una extensión aproximada de 600 km2, situado al noroeste del lago de Texcoco y en consecuencia también al noroeste del valle de México. Con una altura entre dos mil 250 y dos mil 850 metros sobre el nivel del mar, su clima de altiplanicie es templado(15°C promedio)con lluvias en verano. Esta rodeado por cerros de origen volcánico, siendo los mas elevados aquellos ubicados en la zona norte, sur y oeste del territorio

En el aspecto hidrológico son tres los ríos principales en el valle de Teotihuacan, cuyo caudal debió ser de consideración en el pasado y son: el San Juan, el Huixulco y el San Lorenzo, que se unen en un sitio ahora ocupado por el poblado de San Juan Teotihuacan, para desembocar en el lago de Texcoco. Además de los ríos también fueron importantes los manantiales que todavía hoy brotan en algunas partes de la región.

La localización del área fue favorable para establecer importantes vías de comunicación: hacia el noroeste con Puebla y Tlaxcala y las vías fluviales que conducen al Golfo de México, y con rumbo al suroeste, donde el gran lago central permitía a los teotihuacanos comunicarse con todo el valle de México.

Estos elementos debieron de ser de gran importancia en el desarrollo de la antigua ciudad metrópoli que domino la región del centro de México durante varios siglos y cimentó las bases de la cultura mexica

CRONOLOGÍA DE TEOTIHUACAN.

FASES

EXTENSIÓN DE LA CIUDAD.

NUMERO DE HABITANTES.

Teotihuacan IV Metepec

20 km2

70 000

Teotihuacan IIIA tardío

Xolalpan

Teotihuacan III Temprano

20.5 km2

85 000

Teotihuacan II A Tardío

Tlamimilolpa

Teotihuacan IIA Temprano

22 km2

65 000

Teotihuacan II Miccaotli.

22.5 km2

45 000

Teotihuacan IA Tardío

Tzacualli

Teotihuacan I Temprano

17 km2

30 000

Patlachique

4 km2

5 000

Pro Teotihuacan I Tezoyuca

Cuicuilco

Ubicación exacta

Al noroeste de la cuenca de México se abre ante nosotros el valle de Teotihuacan delimitado al norte por el Cerro Gordo, al sur por Patlachique, al este por los llanos de Apam y se extiende hacia el oeste sobre la misma cuenca.

Aunque hoy el valle se encuentra deforestado en su totalidad, existe información sobre un ambiente de bosques que además eran ricos en fauna. El clima, se estima, era cálido húmedo.

Teotihuacan influye y participa de manera muy importante en todas las regiones de Mesoamérica e incorpora al mismo tiempo rasgos importantes de su arquitectura; es por esto que el estilo teotihuacano trascenderá, como se observa después en Tula, Xochicalco, El Tajín, Cholula, Cacaxtla y México-Tenochtitlan.

RELIGIÓN.

La religión que imperó en Teotihuacan era de tipo politeísta, y sus principales dioses fueron Tlaloc y Quetzalcóatl. Tlaloc era el dios de la lluvia, según la cultura mexica, pero en Teotihuacan, existe la posibilidad de que hubiese tenido mayores atributos. En algunos estudios, se especula que Tlaloc pudo haber sido no sólo una deidad relacionada con la lluvia, sino también con la tierra, pues ambos elementos tienen que ver con la agricultura, que era la base de todo pueblo sedentario; estas hipótesis se basan en lo siguiente: Tlaloc es un vocablo nahuatl que probablemente se deriva de la palabra tlatoa, que significa "correr" y por eso su relación con los torrentes de agua, pero la experta Thalma Sullivan explica que Tlaloc tiene más afinidad con el término tlalli, que significa "tierra". La representación que se hace de Tlaloc es la de ser con características antropomorfas y animales, de ojos grandes y saltones, ataviado con un tocado de plumas, con la parte superior de su cara en forma de pájaro y colmillos en la boca, un rasgo distintivo de los dioses. La figura de Tlaloc se puede observar constantemente en las pinturas murales, las cuales han servido para poder entender un poco más del culto religioso.

Quetzalcóatl era la deidad creadora y su nombre tiene dos acepciones: La más común de éllas es la de "serpiente emplumada", pero también se le puede llamar "el gemelo divino", haciendo referencia al astro que representa, Venus, y el cual se le consideraba gemelo por ser estrella de la mañana y estrella de la tarde.

ARTESANIA.

La caracterización del ser humano se realizó con base en varios estereotipos que simbolizan el ideal de belleza que la población debería alcanzar. La evolución en el diseño siempre guarda estos modelos. Se trata de la representación genérica del ser humano. La vestimenta, la ornamentación, la posición corporal y la actitud expresadas denotan en ocasiones no sólo el rango social, sino también el tipo de actividad a la que se dedicó la población.

Dentro de Teotihuacan I esta la etapa de Cuicuilco, Tezoyuca, Patlachique, Temprano, Tzacualli, Tardío.

Entonces empezaremos a hablar del desarrollo que hubo en Teotihuacan I.

TEOTIHUACAN I.

La fase siguiente, que llamamos tradicionalmente Teotihuacán I, aunque ya se menciono lo incorrecto de esa numeración ocupa aproximadamente los dos siglos anteriores a la era cristiana. Durante ella, la ciudad - ya podemos empezar a llamarla así - aumento enormemente tanto en extensión como en población. Tal vez llego a los 50000 habitantes, ubicados en su mayor parte de la región norte y oeste, pero con densidades muy variables. Durante ese tiempo otros pueblos el valle parece que disminuyen de población, por que se mudan a Teotihuacán, que ya ofrece mayores atractivos.

Todo esto es motivo de una gran actividad constructiva, gracias a la cual la calzada de los Muertos queda trazada en su parte norte. Posiblemente se inician también las avenidas Este y Oeste. Es decir, que ya la ciudad esta adquiriendo su forma definitiva en cuanto a sus grandes ejes, con un plan cruciforme y la división en cuadrantes. Queda establecida también la orientación definitiva norte - sur, con una desviación de 15 grados con 30 segundos al este de norte. Aun con 23 grados de diferencia, esta orientación norte - sur no deja de reconocer la de la ciudad planificado más antigua de Mesoamérica, La Venta (8 grados al noroeste), y de sugerir, no una imitación directa Teotihuacána, pero si esa idea general de orientación formaba ya parte de la cultura indígena.

Lo más sorprendente es que durante esa época los Teotihuacános - ya podemos llamarlos así - construyeron en gran parte los dos edificios más colosales de su ciudad: la pirámide del Sol, que fue ampliada dos veces y llegó entonces a su altura actual, y el edificio interior de la pirámide de la Luna. Los nombres son más bien tradicionales y no sabemos a ciencia cierta qué divinidad estuvieron dedicadas. Sin embargo, es posible que sea verdadera cuando menos la atribución al Sol de la pirámide mayor, pues está orientada hacia el poniente y señala con bastante aproximación la dirección del ocaso del día del paso del Sol por el cenit.

En el mundo mesoamericano numerosos edificios religiosos están orientados hacia el este o el oeste, direcciones claramente relacionadas con el curso del Sol. Era forma no sólo de venerarlo, sino también de alentarlo en su carrera, impidiendo que durante la noche lo devoraran los tigres de las tinieblas.

La inmensa pirámide, de base casi cuadrada (222 por 225 m), está formada por cuatro cuerpos inclinados con una altura total un poco superior a 63 m. Esto es como la vemos hoy, cuando ha perdido el templo que la coronaba y después de sufrir dos mil años de embates del hombre y de la naturaleza. Resulta importante notar que ésta formada exclusivamente por enormes taludes superpuestos que no tenían en un tablero, ida arquitectónica que nació en época posterior. Los taludes están separados por un pasillo generalmente estrecho. Hay otra construcción más antigua, casi del mismo tamaño, encerrada en su interior. Ambas pertenecen a está época I. Parece increíble que en aquella época los dirigentes de la ciudad pudieran movilizar la enorme fuerza de trabajo que estas construcciones representan, pero no cabe duda que pertenecen a esa época.

La pirámide está constituida casi por completo de barro; el exterior revestido de piedra simplemente cortada pero no pulida. Es, por lo tanto bien diferente del espléndido trabajo lítitico de los edificios posteriores. El edificio interior de la pirámide de la Luna, hoy no visible, es de un tipo similar, aunque en escala menor.

Como dijimos, ha desaparecido el templo superior de la pirámide del Sol. Sólo sabemos que todavía en el siglo XVI mostraba en lo alto un enorme ídolo de piedra "de tres brazas de largo" que fue hecho pedazos por orden del obispo Zumárraga. No se han encontrado los fragmentos. Sí aparecen las alfardas - bien anchas - que limitan las escaleras del lado poniente, lo que evidencia que está era la parte delantera del monumento. A diferencia de lo que ocurre en general, y probablemente por la gran altura, estas escaleras no forman un solo tramo, sino que se interrumpen a ciertos niveles en el pequeño pasillo que divide a los cuerpos escalonados.

La parte delantera de la pirámide no da directamente a la calzada de los Muertos, sino a una gran plaza rodeada de otros edificios que, como pueden verse a épocas posteriores. Con todo es evidente que la planificación general corresponde a esta primera época.

Por una vieja costumbre inadecuada llamamos pirámides a este tipo de edificios. En realidad, y a diferencia de las pirámides egipcias, no son verdaderas piramidales, sino conos truncados, ya que no terminan en punta. Hay en lo alto una área plana donde se estaba colocando el templo del dios correspondiente. Así su objetivo principal es el de elevar el santuario, colocándolo por encima del hormiguero humano. La idea de que sirvan para recubrir alguna tumba importante suele ocurrir en ocasiones, pero no es la principal.

 

Conocemos también unos 23 complejos de templos que corresponden a esta época. Cada uno de estos complejos esta formado por tres templos que cierran otros tantos lados de un patio. Una plataforma baja limita a veces el cuarto lado. Tal distribución y asociación parecen originarse ya desde antes de esa época, pero ahora es frecuente. Será característica de Mesoamérica y la encontraremos en muchas áreas y durante muchos siglos. Por supuesto que estos complejos de Teotihuacán son de tamaño muy inferior al de las pirámides principales, pero como mucho de ellos están ubicados a lo largo de la calzada de los Muertos demuestran que esta ya ha sido planeada y en parte construida - cuando menos en su parte norte - en aquellas épocas.

Tal hecho va unido a ciertos avances en la economía y a cambios considerables en la organización social, que expondremos al tratar la siguiente época. La producción antigua debe haber resultado raquítica para el número creciente de habitantes, crecimiento que, a su vez, no se hubiera logrado sin poseer mayores recursos. Es posible que desde Teotihuacán I se iniciaran ciertos proyectos de irrigación y se cultivaran nuevas tierras. Pero el aspecto que parece desarrollarse más aprisa es el de la producción de manufacturas y el comercio como consecuencia de ello. Aparentemente no bastaban las minas de obsidiana locales, o tal vez se deseaba variar de material; así, Teotihuacán empezó a importar la obsidiana verde - en contrastare con la gris local -, que se encuentra en la región del cerro de las Navajas, en Hidalgo. Ello no solo habría de permitir a Teotihuacán el monopolio casi absoluto de este producto, sino que más tarde tendría importantes consecuencias políticas. Ciertas evidencias, aunque tenues, de importaciones de otros productos implican un comercio local, centro y foco, junto con el templo de, de las ciudades de Mesoamérica.

Todo indica una atracción que, a partir de ese tiempo, ofrece Teotihuacán tanto a los pueblos cercanos como los más lejanos, basada tanto en el comercio como en la religión. La grandiosidad de sus principales pirámides y los numerosos templos evidencian un gran aumento del prestigio religioso de la ciudad, que se está convirtiendo en ciudad santa y centro predilecto de peregrinaciones. Creemos que la gran actividad y la expansión, cada vez mayores en varios campos del desarrollo humano, no pueden compaginarse tan fácilmente con una organización tribal en la que todos los hombres son más o menos iguales. Opinamos que cuando menos ya está presente el inicio de un estado - que habrá de dominar a la tribu -, con clases sociales diferenciadas y actividades profesionales, de tal manera que todos los hombres se ocupen en todos sus menesteres.

'Teotihuacán'
'Teotihuacán'
'Teotihuacán'

TEOTIHUACAN II.

Esta etapa abarca Miccaotli, Temprano, Tlamimilolpa, Tardío.

El cambio social y político es mas claro en el periodo siguiente -Teotihuacan II-, que perdura hasta el año 350 d.c.. Entonces no solo podemos pensar en un estado teotihuacano, si no en una francamente imperialista que sé esta lanzando a una serie de conquistas o de incursiones comerciales, que habrían de llevarlo a lugares lejanos. En Belice se han encontrado objetos de obsidiana y figurillas teotihuacanas. Evidentes influencias son patentes en el valle de Oaxaca, en Veracruz y hasta en Kaminaljuyu, en el Altiplano de Guatemala. Pero también llegan ideas y estilos de fuera. De aquí que podamos hablar de un imperio, ya que se extiende sobre pueblos diferentes subyugados por conquista o atraídos por el comercio y el prestigio cada vez mayores de la gran ciudad.

Se supone que durante la fase Teotihuacan II se formó el área metropolitana que abarca el valle de México además del de Puebla. Desde entonces es evidente que quien quiera dominar a Mesoamérica tendrá que tener pleno dominio sobre os dos valles, lecciones que olvidaron, o no pudieron llevar a cabo, los toltecas, y que los mexicas empezaban a lograr en el momento de la conquista española. Además Teotihuacan, probablemente por el comercio de obsidiana, también controlaba una parte del actual estado de Hidalgo, con lo que completaba esa zona, en la cual durante las dos épocas de grandeza (esta y la que seguirá) no se advierten rasgos que no pertenezcan a la cultura teotihuacana o no sean un claro producto local de la misma.

 

Teotihuacan es una gran ciudad con una superficie que llego a ser de 20 km2; pero no es tanto por la expansión territorial, cuanto por la mayor concentración de construcciones. La ciudad queda totalmente planificada en sus grandes líneas. En esa época construye lo que aparentemente fue su centro político y comercial, el Gran Conjunto, difícilmente visible hoy día al visitante, y que esta constituido por el templo de Quetzalcoatl, lo que parece fue el palacio y el enorme cuadrángulo frente a el, al otro lado de la calle de los Muertos, que seria tal vez el mercado de la ciudad y seguramente un poderoso motivo de atracción. Quedan bien establecidas las avenidas Este y Oeste y se prolonga en 3 Km mas hacia el sur la calle de los Muertos. Con ello no solo adquirió la ciudad un carácter más monumental, sino que la extensión total de la avenida cortó por completo el paso entre los valles de Puebla y México por el camino más fácil. Al dominar el paso, Teotihuacan controlaba el comercio y cualquier movimiento que hubiese entre una región y otra. Como ambas formaban parte de su zona metropolitana, Teotihuacan pudo establecer un mayor dominio sobre los dos valles.

El templo de Quetzalcoatl y el Gran Conjunto quedan al sur del río San Juan, que cruza la calle de los muertos. El templo del que solo queda la fachada de poniente, es uno de los monumentos mas ricamente decorados y suntuosos del antiguo México. Tiene seis cuerpos escalonados, cada uno con un pequeño talud y un gran tablero. En el centro de la fachada poniente, una enorme escalinata tiene las alfardas decoradas con cabeza de serpiente en alto relieve. Los taludes también están decorados con serpientes, pero aquí en bajorrelieve y con el animal completo. Las colas con los cascabeles están hacia los extremos, mientras las cabezas se dirigen hacia la escalera central. Los ofidios se muestran como si estuvieran en el agua y aparecen rodeados de conchas y caracoles.

En el fondo los tableros también hay enormes serpientes acuáticas, cuyas cabezas en alto relieve forman uno de los dos motivos principales de la decoración. Emergen de una especie de gola de plumas, y su boca abierta muestra los feroces dientes. El otro motivo, también en alto relieve, es más difícil de identificar. Se ha dicho insistentemente que representa a Tlaloc, el dios del agua, con unos grandes anteojos que enmarcan sus ojos, aunque puede tratarse de otra divinidad, mas conocida en las urnas de Oaxaca como el "dios del moño en el tocado", ya que ignoramos su verdadero nombre. En conjunto, parece haber contado con 366 esculturas, numero acaso relacionado con el calendario solar.

Toda esta espléndida piedra admirablemente cortada, ajustada y tallada estaba pintada en vivos colores, de los que aun se conservan restos. Lo mismo ocurrió en otros lugares. En el edificio adosado a la pirámide del Sol construyeron también los teotihuacanos una gran fachada íntegramente esculpida -de la que solo quedan fragmentos- que representa motivos distintos, pero de estilo similar a los del templo de Quetzalcoatl.

Esta ubicado al fondo de un enorme cuadrángulo de 400 metros de lado, limitado por plataformas con pequeños templos encima. Atrás quedan restos de lo que acaso fue el palacio de la ciudad. Al otro lado de la calle de los Muertos probablemente estuvo, como ya dijimos, el mercado principal de la ciudad. Todas estas construcciones forman el Gran Conjunto, cuya importancia y tamaño sugiere que allí estaría el centro administrativo, comercial y político de la ciudad. Es el primer ejemplo y él más grandioso de estas combinaciones de templo, palacio y mercado, que fueron características y que aun se encuentran en muchas ciudades de México.

Con ello se desplaza hacia el sur el centro de las actividades, dejando a la parte norte de la calle una función mas bien religiosa y de mas solemnidad.

El eje principal es seguramente el Norte - Sur, ósea la calle de los Muertos -Micaotli-, nombre desafortunado, ya que no se ha encontrado sepultura alguna a lo largo de tal vía. Es un error posterior, tal vez de la época mexica, cuando sé creyó que eran tumbas los destruidos monumentos que a ambos lados constituyen la calle. Además, si queremos ser estrictos en nuestra terminología, mal puede llamarse calle una sucesión de alargadas plazas colocadas en fila y separadas unas de otras por escaleras que regulan la inclinación natural del terreno.

Durante esa época queda terminada la pirámide de la Luna y su sensacional plaza -una de las más bellas del mundo y sin duda el triunfo más notable de la arquitectura ritual mesoamericana-. No hay que olvidar tampoco a Monte Albán. Queda plenamente desarrollado el tipo de tablero que completa el talud y que será la marca permanente de la arquitectura en las ciudades futuras. Todos los monumentos están recubiertos de una capa de cal, con lo que la piedra desaparece totalmente. ES difícil imaginarnos que la ciudad de piedra ocre que hoy vemos fuera una ciudad llena de color para los habitantes de entonces.

El encalado de los muros permitió cubrirlos de pintura mural mediante numerosos frescos. Los de esta época son como miniaturas, ya que los motivos son generalmente pequeños, aunque el muro pintado sea grande. Ejemplo de ello son los "animales mitológicos".

La pintura principal ocupa todo el muro de una habitación encontrada en una plataforma del lado oeste de la calle de los Muertos. La escena, que incluye numerosos animales, ocurre dentro del agua. Los animales están pintados a escala bastante reducida; hay jaguares feroces devorando una curiosa combinación de peces-aves, o adosando a la pirámide del Sol o el templo de Quetzalcoatl, a esa época corresponden los monolitos como la diosa del Agua y el llamado Tlaloc, en el Museo de Antropología. Pero a diferencia de la pintura mural, que puso un sello indeleble y es un arte mayor en Teotihuacan y fue imitada en otros lugares, la escultura teotihuacana, a pesar de algunos éxitos notables, no llego nunca a superar a su antepasada olmeca, a su contemporánea maya o a su descendiente mexica.

Los enormes cambios habidos en la ciudad no se limitaron solo a los edificios públicos. En este momento la mayoría de las antiguas casas modestas fueron remplazadas en muchos lugares por vastos conjuntos residenciales, con muros de piedra y techo de vigas de madera formando azoteas, en los que son muy frecuentes las pinturas murales.

La naturaleza de estos conjuntos, obviamente residencial, es, sin embargo, algo confusa. A veces son llamados palacios, nombre correcto cuando se trata de la mansión de algún personaje. Pero muchos de ellos poseen gran número de piezas agrupadas, lo que sugiere casas de apartamentos. Es muy posible que allí vivieran familias relacionas entre sí por nexos realmente de sangre o tribales, y seguramente formaban un grupo con templo o templos comunes situados en el propio conjunto. Sea como fuere, ello provoco gran densidad de población, sobre todo en ciertos barrios de la ciudad, que alcanzo unos 20 km2 de extensión y contó con unos 100,000 habitantes.

Ciertos barrios pueden delimitarse claramente, tanto por la profesión de los que en ellos vivían como por su procedencia. Así, existe un barrio de operarios dedicados a la alfarería o a construir figurillas, o bien a la producción de objetos de obsidiana. Mas de cuatrocientos talleres han sido descubiertos, con unos cien especialistas en tallar implementos cortantes y otros tantos en puntas de proyectil. Conocemos talleres de ceramistas, de lapidarios, de quienes labraban productos de concha, pizarra, piedra sin pulir, albañiles, estucadores... Muchos no dejaron la menor traza, como los carpinteros, hiladores, cesteros, etc. En la zona más antigua, las artesanías no parecen agrupadas por barrios.

Tan interesantes como estos barrios son los de extranjeros. El de Oaxaca es evidente y hasta contiene una tumba al estilo de Monte Albán. Recordemos que los teotihuacanos no construían tumbas a sus muertos, sino que los enterraban en fosas o los incineraban -practica desastrosa para nosotros-. Hay otros barrios menos definidos, con cierta proporción de cerámica procedente de Veracruz o de la zona maya, que sugieren la posibilidad de conjuntos asociados con el gran comercio, o sea con aquellos mercaderes antepasados de los pochtecas mexicas.

Se encontró en una estructura de adobe, que no se utilizaba como habitación, buen número de tepalcates -mas de 1,100- provenientes de la costa del golfo de México o de la zona central maya. Todo indica que Teotihuacan era ya una ciudad internacional donde vivían, o cuando menos pasaban temporadas, gentes llegadas de otros lugares, a veces muy distantes. Del sur de Puebla importaban abundante cerámica del tipo anaranjado delgado. Indudablemente, este ir y venir de gentes, y por tanto de ideas, promovió en parte el gran desarrollo, y las ínter influencias culturales impulsaron nuevos adelantos. Es una de las consecuencias de toda civilización.

Pero esta gente de fuera, ya cercana o de lejos, no venia solo por intereses comerciales. La ciudad debió de haber sido impresionante por la monumentalidad de sus conjuntos y los imponentes edificios. Seguramente seria la base de la atracción estética y emocional que durante tanto tiempo ejerció la religión teotihuacana. Todos sus habitantes debieron quedar fuertemente impresionados por aquellos dioses tan poderosos que permitían esa grandeza. Creemos que llegaban numerosos peregrinos a pedir favores a los dioses y, como los turistas de hoy, contribuirían al auge de la ciudad.

TEOTIHUACAN III.

Esta etapa abarca Temprano, Xolalpan, Tardío.

En la gran época final que siguen llamando tercamente Teotihuacan III (350-650), todo lo realizado anteriormente se consolida y expande, y la ciudad llega a su máximo esplendor y prestigio. Sin embargo, su área no aumenta y más bien se reduce poco a poco, a 19 km2, aunque los habitantes alcanzaran los 200,000.

Acostumbrados a ciudades de millones esta cifra nos parece insignificante. Pero recordemos la demografía en todo el mundo hacia el año 700 d.c., cuando solo había una mínima parte de los habitantes que hoy pueblan el planeta, y comparémosla con las ciudades contemporáneas. Ya Roma había perdido su antiguo esplendor y sabemos que en el año 1,000 no alcanzaba ni 10,000 habitantes. En toda Europa, salvo Constantinopla, la poderosa capital del imperio bizantino, ninguna ciudad pasaba entonces de 20,000 habitantes. La celebre capital del imperio Tang, que llevo a China a grandes empresas, tenia un plano mayor que el teotihuacano, pero ignoramos si jamás se llevo a termino. En África o el resto de América no había nada parecido. Para su tiempo podemos afirmar que Teotihuacan era realmente enorme.

La época III es la mas conocida de la historia de la ciudad porque es él ultimo gran momento constructivo; a ella pertenecen muchísimos de los monumentos que ahora vemos. En efecto, al ser los últimos no quedaron, como los anteriores, cubiertos por construcciones superpuestas. Pertenecen a este periodo gran proporción de los templos excavados y parcialmente reconstruidos en las exploraciones realizadas entre 1962 y 1964.

Especial mención merece el palacio de Quetzalpapalotl, en la plaza de la Luna. Él magnifico edificio, completamente explorado y restaurado en cuanto ha sido posible, muestra una gran casa sacerdotal construida alrededor de un patio central rodeado de columnas de piedra. En cada una aparece la combinación de pájaro y mariposa que ha dado nombre al edificio que seguramente se refiere al dios especial venerado por los sacerdotes de ese lugar. Las columnas de piedra permitieron conocer la altura exacta de los techos, lo que, unido a datos obtenidos en la excavación, ha hecho posible la restauración del único edificio techado del centro de México.

A esta época corresponde también buena parte de mas de los doscientos frescos murales recobrados. Por aquel entonces los teotihuacanos pintaron gran numero de palacios, templos y casas. La capital del Altiplano mexicano se convierte en un destacado centro de pintores que, como en la Florencia de los Médicis, recubren con maravillas buena proporción de las superficies disponibles.

A pesar de la gran variedad de motivos y formas, toda la pintura Teotihuacan es simbólica y esencialmente religiosa. Se inclina por las representaciones de dioses o de escenas relacionadas con el culto. Pero como la religión en Mesoamérica esta relacionada con todos los aspectos de la cultura, los frescos son muy importantes para conocer el pensamiento, la escritura y muchos aspectos de la vida cotidiana, del vestido, de los objetos usuales o ceremoniales, de los edificios y de las armas o adornos de aquellas gentes.

Tal vez con una idea de magia imitativa, vemos que frecuentemente los dioses se dedican al beneficio de la humanidad. De sus manos brotan los dones que el hombre desea, representados en forma casi glifica. Los animales son también simbólicos y están conectados con asuntos religiosos. Todo tiene un sentido ritual y esotérico: simbolizan oraciones, pues no existe el "arte por el arte". Como los pintores eran artistas, han dejado composiciones admirablemente coloreadas y equilibradas, con un gran sentido de líneas y movimiento. Tal como ocurre en los vitrales de las catedrales medievales, el arte es solo un accidente; lo fundamental es el símbolo religioso.

Hay un esfuerzo consciente por la simetría en las composiciones. Son sobrias, dignas y, aunque generalmente policromas, presentan un extraordinario refinamiento del color. Por ejemplo, en Atetelco se escogió como motivo básico una sencilla red extendida y se colocaron figuras del dios de la Lluvia en los espacios dejados entre las mallas. Todo aparece pintado con un solo color, el rojo, pero en tres tonos: puro, mezclado con cal blanca o rebajados con agua para lograr el rosa. El resultado es un verdadero alarde de equilibrio de masa casi monocromas en exquisita armonía.

Un tema muy frecuente es el que podríamos denominar de las grandes representaciones oficiales. Suelen ser dioses o bien sacerdotes, generalmente varios de ellos en fila, vestidos como los dioses. Traen complicadísimas vestiduras, inmensos tocados y numerosas joyas de jade, mientras celebran algún acto ritual. Así, por ejemplo, de las manos de Tlaloc salen muchos objetos de jade, que simbolizan la lluvia; es el resultado de las oraciones que los fieles han elevado al dios de las Aguas.

Los gestos, las actitudes, el uso de ciertos signos convencionales para indicar que la palabra o el canto son enteramente estereotipados; no ha individualismo alguno y solo se reconoce un dios de otro, o los sacerdotes de un de un dios o de los otros, por el tipo de vestiduras o de adornos con que se cubren, o por la mascara que llevan en la cara.

En otro grupo de pinturas no aparecen figuras humanas, sino exclusivamente animales, los cuales, por supuesto, tampoco pretenden ser realistas, sino tal vez nahuales de los hombres o de los dioses: jaguares, peces, aves, serpientes, que aparecen a veces en escena violentas, en lucha unos con otros. En ocasiones, al contrario, son jaguares muy pacíficos.

Algunas veces la pintura aparece casi abstracta; ya no hay hombres, ni animales, ni objetos reconocibles, sino, simplemente, figuras creadas por la imaginación del artista; tal vez fueran comprensibles en su tiempo, pero hoy es difícil entenderlas. Algunas eran simples motivos decorativos, frisos u ornamentos que se colocaban como un marco alrededor de la pintura principal o, en ciertos casos, como en el templo de Quetzalpapalotl, solos, es decir, formando el motivo principal. Solo el mural de la ofrenda a los dioses o el Tlalocan de Tepantitlan indican una escuela más descriptiva.

El primero, descubierto hace muchos años y hoy desgraciadamente desaparecido, muestra un templo a cada lado. Entre ellos hay, por lo menos, doce figuras de pie, sentadas o en cuclillas, que aparentemente están dedicadas a ofrecer dones a los respectivos templos. Así, una figura lleva en las manos una ploma y una vasija, otras una bola de copal decorada con una pluma verde o platos con pequeños manjares como tortillas. Los vestidos son a veces muy sencillos: el simple taparrabo, un colar de jade y sandalias, pero otras más elegantes lucen amplias enaguas que les llegan hasta el suelo, con bordes crenelados, y una de ellas, particularmente, tiene algo extraordinario, ya que el vestido parece cortado, es decir con mangas y pantalones. Abundantes datos culturales se reproducen allí.

Aun más interesante es el fresco del tlalocan: en general, representa el paraíso del dios de la Lluvia, al cual solo llegaban, de acuerdo con las ideas indígenas, aquellos que habían muerto ahogados o a consecuencia de enfermedades relativas al agua. No se tratara, pues, de un premio y, por tanto, nuestra voz "paraíso" es incorrecta aquí. Es un lugar de deleites adonde van para algunas personas, no por sus méritos, sino por la forma en que murieron.

La puerta de entrada al aposento divide la composición en dos partes. Por ambos lados, arriba, hay una gran figura del dios de la Lluvia muy adornada y arrojando gotas de agua; pertenece a las grandes figuras divinas que ya hemos mencionado. Pero abajo es donde se evidencia mas el estilo que ahora nos ocupa. En el centro, a la derecha del espectador, aparece una montaña de la brota un gran río que corre hacia ambos lados. Tanto en el agua del río como en la montaña, que es toda de agua, hay nadando varios hombres y se pueden ver peces, plantas y animales acuáticos. Esta montaña de agua y su río simbolizan el lujo más extraordinario en que podía pensar un teotihuacano. La falta de agua, el eterno problema del Altiplano mexicano, sé hacia sentir ya entonces en una sociedad fundamentalmente agrícola; un año sin lluvias era un desastre. A esto se debe la inmensa popularidad del dios de la Lluvia, que vemos representado en todas partes y aquí, en su paraíso, ¿qué podía ser más idóneo que esta abundancia de agua? Alrededor hay numerosas figurillas, todas masculinas, jugando, deleitándose, conversando o cantando, y otras cazando mariposas entre árboles y frutas y flores.

Mas aun que su interés estético, la importancia de esta pintura radica en su filosofía, la filosofía de un pueblo muerto que no dejo nada escrito y que, por tanto, es tan difícil de recobrar. Al representar el sitio paradisíaco, el artista teotihuacano patentiza lo que él considera la vida perfecta, el lugar de todos los deleites, donde se dan en abundancia las cosas que en la vida real son valiosas: aquí hasta las piedras son de jade. ¡Que violento contraste con el paraíso de Mahoma, con las huríes, las comodidades, los cojines y las fuentes! En Teotihuacan es un mundo sencillo, de placeres casi infantiles, de juegos de niños. En realidad, el tema central es la exuberancia de la naturaleza, la riqueza que produce el agua, cuya falta es la eterna pesadilla de México, la tierra reseca que hace sufrir al agricultor.

Es curioso que no aparezca ninguna mujer ni se demuestre interés por ella. No se insinúa que siquiera el placer sexual y, como toda antigua pintura mexicana, se hace caso omiso a la belleza del cuerpo humano.

No es fácil ahora confeccionar una cronología de las pinturas teotihuacanas que conocemos, aunque, en algunos casos, por haberse hallado en distintas posiciones estratégicas, o bien por encontrarse en edificios más antiguos o más recientes, podemos situarlas en diferentes periodos.

Teotihuacan inventa o utiliza un acopio de técnicas y decoraciones nuevas, y para embellecer sus vasijas emplea la pintura al fresco es decir, aplicando una muy delgada capa de cal sobre la pieza ya cocida y pintándola cuando aun estaba fresca—, el aplique, el excavado e incluso objetos no cerámicos. Entre otras piezas recordamos el vaso trípode con incrustaciones de discos de jade o el llamado "pato loco", con adornos de concha blanca o rosada y ojos de jadeita.

La abundantisima producción de figurillas promueve que la "industrialización" de un paso adelante. En vez de tener que hacerlas a mano una por una, como ocurría al principio, los teotihuacanos emplean moldes de los que se han recobrado muchos—con los que las lograban con facilidad y rapidez.

Así, las figurillas llamadas "retrato", antes tan llenas de vida y animación, pierden su individualidad al ser producidas en masa. Parecen estar siempre en movimiento, bailando, hablando, volviéndose de un lado para otro o tranquilamente sentadas sobre bancos. Casi siempre se muestran desnudas. Cabe mencionar también las figuras articuladas, con las piernas y los brazos separados del cuerpo, pero unidos a el tal vez con hilo. ¿Fueron muñecos para jugar o figuras cuyo símbolo todavía no vemos claramente?

Más escasa por su propia índole, pero característica, es la talla de piedras finas, importadas de varios lugares para ser. Labradas en la ciudad. Así ocurre con las piezas de alabastro, columnas, jaguares o máscaras, o las piedras verdes o negras. Más notables y relativamente abundantes son las máscaras mortuorias, de las que se han recobrado buen numero. Esta idea, originalmente olmeca, de las máscaras de piedra que se colocaban sobre la cara del difunto fue recogida por los teotihuacanos y perduró hasta el fin de la época indígena.

Debieron efectuarse amplias importaciones de conchas marinas de diferentes formas y provenientes de ambos océanos, las cuales fueron utilizadas tanto en adornos como en instrumentos musicales. Y esto lo podemos asegurar respecto a materiales que el tiempo ha conservado, pero las pinturas murales muestran otros objetos desaparecidos, así como la abundancia y riqueza de telas suntuosas y de plumas traídas desde lejos, como las del quetzal. Igualmente ignoramos cuanto realizaron en madera o en cestería.

El arte teotihuacano no fue tan trágico como seria el de los nahuas, pero tampoco tan alegre o dionisiaco como el de Tajín. Posee algo de inmortalidad, de serenidad inmutable, y vive tanto en la macices de sus pirámides como en las espléndidas mascaras de piedra o en las finas cerámicas. Al fin, se torna florido y en extremo barroco, pero en su apogeo es típicamente un arte clásico. Este ordenamiento, esta serenidad es también notable en la planificación de la ciudad a lo largo de un eje central.

Todo esto evidencia la riqueza extraordinaria de una ciudad como Teotihuacan no solo en construcciones, sino en pintura, escultura y artes menores. Este arte arquitectónico es de verdaderos profesionales; ya no se trata de la obra debida a un aficionado o de pintores ocasionales. Ahora bien, el mundo del profesional, que no es directamente productivo, no puede existir sino en una sociedad bastante avanzada, que ya posee una organización social y política y permite la existencia de gentes que produzcan esas obras.

Creemos que es indiscutible que estamos frente a una sociedad realmente urbana. No solo hay una enorme concentración de habitantes en un espacio reducido, sino que están divididos en clases sociales y en grupos de especialidades. Muchos de ellos ya no serian agricultores ni producirían, por tanto, su propio alimento La ciudad misma muestra zonas bastante distintas. A lo largo de la calle de los Muertos, en su parte norte, esta ubicada la parte principal y tal vez exclusivamente dedicada a la religión. Además de los cuantiosos templos se alzan palacios habitados por sacerdotes de los templos cercanos. La parte central de la calle ofrece también aspectos religiosos unidos con políticos y se cree que en ella estaba el gran mercado. Es la antecesora directa de nuestras plazas con la combinación iglesia-palacio y plaza-mercado. Alrededor de todo esto hay los conjuntos y los barrios donde vivían mercaderes, artesanos y profesionales de varias actividades. Mas afuera se encuentran las casas de los agricultores, cercanas a las tierras de cultivo, sobre todo en la parte sur, que es la única fértil.

Es indudable que hubo un plan general al que se ajustaron tanto las construcciones publicas como las privadas. Aunque no sabemos exactamente cuando empezó, es evidente que sufrió alteraciones con el tiempo. El plan cruciforme esta esbozado desde la época I, pero la orientación de los edificios principales solo quedo fijada después y tuvieron que alinearse las nuevas construcciones en la orientación definitiva, la cual se utilizo en las extensiones o nuevos barrios que se construyeron aun más tarde.

'Teotihuacán'
'Teotihuacán'
'Teotihuacán'

TEOTIHUACAN IV.

Esta etapa también se le conoce como Metepec o la gran caída de Teotihuacan.

La segunda mitad del siglo VII d.c. es la fecha más probable para el fin de Teotihuacan. Coinciden en ello tanto los datos arqueológicos como los escasos documentos históricos. Dicho así, parece como si no hubiera problema. Pero desgraciadamente hay contradicciones y dudas, no en cuanto a que Mesoamérica en el siglo VII o principios del VIII sufriera la fuerte conmoción que le produjo el fin de la gran ciudad, de su imperio y su cultura, sino en cuanto a la forma en que esta caída ocurrió y a la duración del proceso que condujo a la muerte del mundo teotihuacano. Veamos primero el problema de las fechas y su significado posible.

Durante las exploraciones de 1962 a 1964, en varios edificios a lo largo de la calle de los Muertos se encontraron restos carbonizados de vigas que habían pertenecido a techos o a jambas. En todos los casos correspondían a los últimos edificios construidos en el lugar respectivo. Como es bien sabido, la costumbre mesoamericana de construir un templo sobre las ruinas de otro o de desmantelar el más antiguo para hacer uno encima de el permite con cierta facilidad establecer la secuencia de estas construcciones y saber cual fue la ultima de ellas.

La industria de la obsidiana da la impresión de haber disminuido en importancia, pero los productos traídos por comercio o por tributo desde tierras lejanas, al contrario, parecen ser más numerosas. En cambio, hay sugerencias en el sentido de que el valle de Puebla o, por lo menos, su centro principal, Cholula, se estaban alejando del dominio de la metrópoli. Es posible que Teotihuacan estuviera en su área metropolitana. Asimismo las relaciones con el valle de Oaxaca ya eran inexistentes, posiblemente por la misma razón, pues al perder Puebla, se cortaba la comunicación.

No es posible creer demasiado en la teoría de que la decadencia pudo provenir de cambios climáticos, pero sí parece que hubo entonces un período más seco y tenemos ciertas razones para creer que para entonces ya se habrían acabado de desmontar los cerros, dejándolos deslavados y estériles como están hoy. Ello rea debido a la tala incesante de árboles para construcciones y a la enorme cantidad de cal que los teotihuacanos quemaron durante tantos siglos.

Ya hemos visto como, al fin los habitantes en las antiguas zonas residenciales dejaron de vivir en casas aisladas y la mayoría de ellos quedo congregada en casas de departamentos, lo cual forzosamente tuvo que producir cambios considerables en la vida misma del teotihuacano. Los grupos estarían mas estrechamente vinculados en lo físico, pero la aglomeración debió causar numerosas fricciones. También la aglomeración y el gran aumento de la población multiplico los problemas urbanos y económicos. ¿Pudo la jerarquía organizar con suficiente eficiencia el abastecimiento de habitantes reunidos en cantidades hasta entonces desconocidas?

Creemos que no y que, como ha ocurrido en otros caso, el problema económico creo un distanciamiento aun mayor entre gobernantes y gobernados. Es evidente que los primeros vivían cada vez con mas lujo; es probable que los segundos encontraran cada vez mas dificultades para sobrevivir. Si a esto añadimos los problemas causados por gente foránea que vivía dentro de la ciudad, no es extraño que se haya formado ese proletariado interno .

 

De lo que estamos seguros es de que la ciudad fue incendiada, saqueada y en parte destruida de propósito; las huellas del incendio final son evidentes en muchos de los templos a lo largo de la calle de los Muertos. Donde más se advierte esto es en el palacio del Quetzalpapalotl. Aquí no se conformaron con quemar los techos, sino que las maravillosas columnas esculpidas con la efigie del dios fueron desmanteladas y en parte soterradas en un enorme socavón abierto en el centro del patio.

También la escalera monumental de la pirámide de la Luna fue destruida de propósito y casi todas las grandes piedras de los escalones -hoy repuestas en su sitio primitivo- fueron quitadas de allí y esparcidas por la plaza. Tenemos también evidencia de que muchas de las ofrendas que solían colocarse frente a los templos al edificarse fueron saqueadas de tal manera que en casi todos los casos sólo encontramos vacías las cajas. Tal vez en tal ocasión acarrearon también durante varios metros la enorme estatua de la diosa del Agua -hoy en el museo-, que se supone estaba sobre la pirámide de la Luna y fue hallada hacia 1860 ya sin su corazón de jade a 142 m al oeste de la pirámide.

'Teotihuacán'
'Teotihuacán'
'Teotihuacán'

BIBLIOGRAFÍA: AMERICA PRECOLOMBINA

LAS GRANDES EPOCAS DE LA HUMANIDAD

TIME LIFE

MESOAMERICA Y EL CENTRO DE MÉXICO

JESÚS MONJARAS-RUIZ

EMMA PEREZ ROCHA

COLLECCION BIBLIOTECA DEL INAH

HISTORIA DE MÉXICO I

MESOAMERICA: CULTURA Y CIVILIZACIÓN DEL PERIODO CLASICO




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Enviado por:Denisse Lavalley
Idioma: castellano
País: España

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