Filología Hispánica
Teoría de la Literatura
TEORÍA DE LA LITERATURA II
Convocatoria oficial de junio 00/01
La recuperación del modelo poético clásico en el neoclasicismo francés. Valoración del preceptismo ilustrado.
El modelo poético clásico de Aristóteles fue recuperado en el neoclasicismo por los preceptistas. Aristóteles fue discípulo de Platón, pero se separó pronto de su maestro para crear su propio sistema filosófico. Horacio, desde Roma, fue uno de los más firmes continuadores de Aristóteles y todas sus ideas.
Desde el siglo V a.C. asistimos en Grecia a un interés por analizar y reflexionar sobre el lenguaje. Así, los griegos elaboran un trivium relativo al lenguaje: gramática, dialéctica y retórica; esta última, la más valorada por Aristóteles para crear la Poética.
La Retórica se define como el arte de embellecer la expresión de los conceptos, de dar al lenguaje, escrito o hablado, eficacia para persuadir, deleitar o conmover. Así va a ser como la retórica da origen a la primera Teoría de la literatura, que va a llegar en el siglo IV a.C. con la Poética de Aristóteles. La lengua cotidiana no servía para expresarse ante un tribunal, además de explicar debían de convencer. En su época original, la retórica no tenía que ver con la literatura, sino que tenía un fin político.
El fin del modelo clásico seguía todas las pautas aristotélicas, y se basaba siempre en el concepto de mímesis: lo más parecido posible a la realidad. Lo verosímil, lo creíble. “A veces es preferible lo imposible convincente que lo posible increíble”. La literatura, según Aristóteles (y en contraposición a Platón), no procede de la inspiración divina, sino de la técnica del poeta; es arte, técnica, trabajo sobre el lenguaje.
Horacio, por su parte, distinguía una serie de principios básicos a la hora de hablar de poética (siempre según los ideales filosóficos de Aristóteles):
-
El buen gusto
-
El estilo puro
-
El decoro
-
Enseñanza placentera, gozosa
Tras el barroco, se impone de nuevo un movimiento que busca el equilibrio clásico. Se impone una estética normatizada, aristotélica por excelencia: el Neoclasicismo.
El referente del Neoclasicismo es Aristóteles, y se impone la Poética como una norma férrea, a través de los llamados “preceptistas”, conocidos como la “policía aristotélica”. El Neoclasicismo surge en Francia en el siglo XVIII. Va a representar en las literaturas europeas una reacción contra el barroco, impulsando el pensamiento racionalista que impera en toda la Europa culta. Aparece el “Discurso de Método”, de Descartes. Estamos en el siglo de las luces, de la Ilustración, donde hay una confianza absoluta en la razón y en el método. Surge la Academia francesa, la enciclopedia por Diderot y D´Alemberd. Es el momento del absolutismo monárquico, y el rey termina con la aristocracia y se pone del lado de la burguesía, como clase promotora del arte.
El Discurso del Método de Descartes le sirvió para prologar tres obras referidas a tres disciplinas. Descartes es el primer paso hacia esa búsqueda de soluciones a la crisis del barroco. Él se basa en un espíritu de positivismo científico que surge en el siglo XVII, al amparo de los avances de la época. Pensaba que si el método científico servía para solucionar estas áreas, aplicado en las áreas humanas, también daría respuestas al hombre. Se basó en la firmeza de las matemáticas, para aplicarlas a la filosofía. Cree que la certeza de las matemáticas también será posible en la razón humana, e intentará llevarlo a cabo.
Los preceptistas crean una estética racional, lógica, con normas inviolables para evitar el caos, la fantasía desordenada. Para ello les interesaba retornar a la fuente de la teoría literaria: Aristóteles. Se procura una apropiación y transformación de las ramas dadas por Aristóteles, hasta crear un sistema teórico demasiado rígido. Los preceptistas instituyen el “principio de autoridad aristotélica”. Existe en la literatura un eje supremo, Aristóteles, cuyas leyes deben cumplirse a rajatabla, con lo cual la literatura neoclásica va perder la originalidad. Se convierte en literatura prosaica, densa, cargada de referencias intelectuales...
Dentro del neoclasicismo van a aparecer una serie de autores que reaccionan contra el sistema operante, aunque con frecuencia van a ser censurados pro el poder político, como por ejemplo Moliere, un gran comediógrafo, considerado una vergüenza por su familia por dedicarse a este oficio de escribir obras teatrales.
La Poética por excelencia del Neoclasicismo es “L´Art Poétique “de Boileau. Aquí se recogen los principales preceptos aristotélicos que van a determinar la literatura, y se incluyen otras normas que opuestamente derivan de Aristóteles, aunque surgen de su interpretación.
Los preceptistas establecen en primer lugar el precepto de verosimilitud en la literatura como algo fundamental en ella. La máxima de Boileau coincide con la máxima de Aristóteles. Partiendo de este concepto de verosimilitud, el neoclasicismo excluye de la literatura todo lo concreto, lo particular y lo irracional. Esta verosimilitud se aplica hasta los extremos; no admite la fantasía. Una literatura hecha a base de realidad que como consecuencia da lugar a una literatura racionalista, a un intelectualismo, a una confianza absoluta en la razón. Los preceptistas exigían que esa razón fuera la única máxima para hacer literatura. Esta razón neoclásica es la que impedía que el autor cayera en la imaginación y la fantasía. La literatura se concibe como una reflexión referida a la investigación científica, no hay subjetividad.
De la verosimilitud neoclásica se deriva otro precepto de raza aristotélica que es la mímesis (a través de la cual se consigue la verosimilitud): imitación de la realidad a través de modelos previos. Esta mímesis puede aparecer en el neoclasicismo en tres grados, según los preceptistas:
TEORÍA DEL CALCO: copia exacta de la realidad.
TEORÍA DEL PARECIDO: se parte de una historia real y se eliminan los elementos que resulten poco decorosos.
TEORÍA DE LA IDEALIZACIÓN: lo real, mejorado hasta la idealización.
Estos tres grados miméticos están regulados en cuanto al estilo utilizado por el autor. Al igual que en la antigüedad latina, los neoclásicos distinguían tres estilos que no se podían mezclar:
Gravis
Mediocris
Numilis
Hay otra cuestión del neoclasicismo, que deriva del decorum horaciano: es la cuestión del buen gusto. Para los neoclásicos la literatura debe tener una función moral, se trata de regular la literatura con la máxima horaciana: adoctrinar y deleitar. Es algo que está presente en todos los máximos representantes del neoclasicismo francés.
En el teatro neoclásico francés encontramos esta finalidad moral de la literatura, que parte de la catarsis aristotélica. Dentro del teatro neoclásico hay una clara preferencia por la Tragedia: Corneille y Racine son los grandes tragediógrafos.
El espectador de tragedias aprende de lo que le sucede a los personajes, que son víctimas de las pasiones. Las tragedias son obras que se centran en la rectitud del hombre, en el problema de la dominación de las pasiones. Racine dice que la enseñanza moral debe ser el fin que ha de proponerse cualquiera que trabaje con el público.
Para los preceptistas la obra literaria no es un todo en conjunto orgánico, se compone de un fondo (valores morales que se ejemplifican en los personajes) y una forma (rasgos que se unen a los valores morales). Tiene que haber una correspondencia entre el fondo y la forma.
El criterio del buen gusto sería la correspondencia entre fondo y forma; el tema de la obra teatral debe ser moral, con un contenido aleccionador; no pueden aparecer en escena tragedias; no pueden aparecer las funciones habituales: comer, dormir; y no pueden presentarse situaciones que afrenten a las clases poderosas. Con lo que la comedia de Moliere va a ser censurada ya que en su mayoría se burlaba de la burguesía.
La comedia estaba mal vista en el París del siglo XVIII, por lo que Moliere tuvo que adoptar un seudónimo; pero él no se limitó sólo a escribir los textos como hizo Racine, sino que dirigía la puesta en escena y llegó a convertirse en actor de sus personajes principales. Ni siquiera el mismo Luis XIV, ni Boileau dudaron del talento de Moliere.
Desde el último cuarto del siglo XVIII comenzó a aparecer un agotamiento de la literatura neoclásica; los nuevos escritores comienzan a pedir libertad, fantasía... para sus obras. Van a reaccionar contra el racionalismo, contra la lógica, y se va a atacar contra Aristóteles, que se convertiría en la bestia negra del Romanticismo.
Platonismo y romanticismo: el triunfo de la libertad y el genio poético.
Desde finales del siglo XVIII van a aparecer una serie de escritores alemanes primitivistas “STURM UND DRANG”: fuerza y empuje, movimiento que va a marcar el origen del Romanticismo en Europa. Su interés va a estar en lo gramático-medieval, y buscan la raíz popular. En 1777 uno de estos primitivistas que posteriormente formará parte del Sturm und drang, llamado Herder, publica la primera antología popular de poesía “Volkslieder”, que abarca desde la Biblia hasta Shakespeare.
Estos primitivistas dicen que la poesía es más valiosa estéticamente cuando se reflejan los valores primitivos de un pueblo. Para ellos, Atila tiene mucho más valor poético que Voltaire. Hay una fascinación por los caudillos bárbaros, por los héroes sanguinarios; y poco a poco se va instalando en el pensamiento de la época que el ideal de vida no está en la armonía griega, sino en la inquietud de los pueblos. Lo clásico se va quedando desfasado.
Otro primitivista, Lessing, se declaró en rebeldía abierta en contra del neoclasicismo francés. Decía que una cosa no era bella por ajustarse al ideal clásico, sino que debe medirse por el grado de sentimiento que despierte.
Con el Sturm und Drang se va a atacar a Aristóteles. El escritor del prerromanticismo (ya que el Sturm und Drang no es propiamente romántico) aspira a llegar a un fin estético según su subjetividad, sin estar obligado a seguir una serie de normas. Comienzan a fraguarse literatos como la violencia, la pasión, el impulso, la creatividad... comienza a triunfar la sensibilidad sobre la razón.
La literatura prerromántica comienza a divulgar los secretos del alma humana, comienzan a aparecer textos intimistas, de corte confeccionalista. Los prerrománticos europeos, sobre todo alemanes e ingleses, han sido definidos como la primera generación de “egotistas”: culto al yo. Escritores a los que sólo les interesa relatar sus tormentos internos. La obra más representativa de este prerromanticismo es el “WERTHER” de Goethe.
En Inglaterra va a surgir una línea de escritores contra el neoclasicismo: Macpherson, Gray y Young.
En Francia las publicaciones de Rosseau y Diderot narran la línea de lo que se convertirá en la literatura romántica.
A principios del siglo XIX ya se puede hablar de Romanticismo como tal, en una línea sentimental. Con el romanticismo se inaugura una polémica teórica que dura hasta la actualidad: los antiguos contra los modernos. La fecha del punto de partida del romanticismo es en 1798 cuando los hermanos Schlegel publican en la revista Athenaium unos fragmentos referidos a la polémica entre clásicos y modernos. En estos fragmentos los Schlegel defienden una sensibilidad literaria progresista y positiva, basada en los valores individuales y en el yo poético. Definen al neoclasicismo como algo antiguo y detestable. Además, se plantean la teoría y la crítica literaria como un oficio, en contra de lo que hacían los preceptistas del siglo XVIII. Al tener este conocimiento tienen una facultad crítica que les permite dar las causas de la oposición antiguo-moderno. Distinguieron, incluso, entre poesía clásica y poesía romántica.
En muchos textos de los románticos, los símbolos están relacionados con la rebelión contra Dios y el mundo. Satán es uno de los grandes símbolos románticos, es la personificación de la rebeldía. Caín, también, como hermano malo es otro de los elementos recurrentes del romanticismo; bandidos, piratas, caudillos, príncipes sangrientos... Otro de los grandes símbolos va a ser Prometeo; semidiós que roba el fuego a los dioses para entregárselo a los hombres y es castigado. Su muerte como victoria al no ceder va a ser otro símbolo trabajado por los románticos.
Entre el siglo XVIII y el XIX hemos dado un cambio abismal. En el Neoclásico la literatura se hacía como sumisión a unas normas, mientras que en el Romántico la literatura es cuestión de genio, de arrebato. Se hablaba de espíritus elegidos, con algo que les hacía superiores; surgen así una serie de teorías de la genialidad. Herder es el creador de la teoría del genio. Considera que el arte verbal es producto de la genialidad individual de un autor y, por tanto, esta genialidad no tiene por qué ser coartada mediante preceptos. Para él la poesía es el arte de la imaginación en libertad, es el resultado totalmente libre de la inventiva del poeta. Para Herder la tarea del crítico debe ser contraria a la de los preceptistas; tiene que ser una labor de empatía, debe empatar con el escritor, debe conectar espiritualmente con el creador de la obra. No debe haber frialdad entre ellos.
El que va a dar una categoría más científica del genio de Herder va a ser el filósofo Kant. Va a aplicar esta teoría a las artes en general, y le va a dar un valor filosófico que afecta al orden estético. Para Kant el arte es autónomo, pero la BELLEZA hasta este momento ha sido una cuestión de norma. Kant dice que no hay reglas para la belleza, sino gustos momentáneos que son impuestos por una élite cultural. Así lo que se consideraba bello en el medievo, no lo resultaba en el renacimiento. Para Kant es el gusto individual lo que debe determinar la belleza. Dice que no se deben seguir unas normas generales, impuestas por esa élite cultural que marca el imaginario de la época.
Según Kant, el artista es un genio, un ser diferente al resto de la sociedad, dotado de una capacidad innata para captar y crear la belleza. Dice que el artista no es dueño racional de su obra, no la puede explicar con leyes. Lo máximo a lo que puede llegar es a decir cuándo y cómo le surgió la inspiración, en qué se inspiró... hay una zona oscura donde la palabra llega por sí misma, y que ni siquiera el autor puede explicar.
Por su parte, Platón se interesa por el mundo de las ideas, lo abstracto, lo eterno. Platón, por tradición socrática, rechaza el texto escrito. Defiende los valores de la cultura aristocrática. Para Platón, la utilización de la retórica no era filosóficamente válida porque él solo le concede importancia a valores como la verdad, la belleza... para él no había un ideal ético, porque se les pagaba para que utilizaran el lenguaje.
En definitiva, Platón, que va en busca de la verdad, rechaza tanto a retóricos como a los poéticos. Piensa que los poetas son utilizados por los dioses para transmitir mensajes engañosos. Dice que los poetas son intérpretes de los dioses, y que esa imaginación y ese genio de los que hablaba Kant no son cosa del autor, sino que tienen un poder divino. Esa belleza en los poemas no es cosa de los humanos, ni de la técnica; es cosa de los dioses.
También Goethe desarrolló esta cuestión de la individualidad del escritor como genio. Para él el poeta es amoral, es el creador de su propia ética y moral; el poeta es un individuo libre. Goethe también inaugura una corriente teórica que aún hoy se sigue trabajando, que es la literatura “comparada”:
El método comparatista surge de una intención romántica por romper las fronteras nacionales. La lengua es un obstáculo que debemos saltar para lograr humanísticamente una ruptura de las nacionalidades. Para la pintura, escultura, arquitectura, música... no hay limitaciones idiomáticas para la interpretación. Pero la literatura si tiene este obstáculo interpretativo. La literatura comparada tiene un sentido universalista del hombre.
A lo largo de la tradición universal, el sistema literario va teniendo aparición y desaparición de temas, estilos, subgéneros, que quedan ocultos en el sistema hasta que alguien los vuelve a recuperar; no es que queden eliminados. Por ejemplo, la tradición clásica se desarrolla de manera intermitente: aparece en el renacimiento, desaparece en el barroco y vuelve a aparecer en el siglo XVIII con la Ilustración, para volver a desaparecer con el romanticismo. O, por ejemplo, la tradición medieval resurge con los primitivistas del siglo XIX. Según el método comparatista podemos establecer gradación para estudiar el carácter intermitente de la literatura. Encontraremos fenómenos referidos a la tematología, morfología y genealogía, de duración larga, media o breve.
En resumen, el romanticismo es un movimiento que en toda Europa se caracteriza por lo subjetivo, así que el género predominante será el lírico. El conflicto sentimental está presente incluso en las novelas de aventura. La ausencia de referencias histórico-literarias y la libertad absoluta son otras características románticas.
Descargar
Enviado por: | Simplon |
Idioma: | castellano |
País: | España |