Agronomía, Recursos Forestales y Montes


Tabaco

INTRODUCCION

Importancia económica del cultivo del tabaco 3

Exigencias hídricas del cultivo del tabaco 4

ORIGEN. 14

CARACTERÍSTICAS BOTÁNICAS. 15

IMPORTANCIA ECONÓMICA Y DISTRIBUCIÓN GEOGRÁFICA. 15

REQUERIMIENTOS EDAFOCLIMÁTICOS. 16

PARTICULARIDADES DEL CULTIVO. 17

Siembra en semillero. 17

Preparación del terreno. 17

Trasplante. 18

Abonado. 18

Malas hierbas 19

Supresión de las hojas. 20

Despunte y desbrote. 20

RECOLECCIÓN. 20

PLAGAS. 21

ENFERMEDADES. 22

CURADO. 23

SECADEROS. 24

Importancia económica del cultivo del tabaco


- Es una de las poquísimas cosechas que llegan al mercado mundial totalmente en forma de hojas.

- En muchos países es un importante instrumento en la política financiera y económica.

- Como narcótico formador de hábitos, es objeto de constantes ataques encaminados a moderar o interrumpir su uso, pese a lo cual, su consumo se ha mantenido, incluso incrementado.

Por otra parte, apuntó que el tabaco es un producto de gran intercambio comercial y que la cuarta parte del que se produce en el mundo, está sujeto a transacciones entre diferentes países.

La producción mundial de tabaco, de acuerdo a las estadísticas de la F.A.O. (1997) indica que los países de mayor producción fueron China (3 210 000 T), Estados Unidos (688 000 T), India (563 000 T), Zimbabwe (215 000 T) e Italia (104 000 T). Sitúa este anuario como los países de mayor rendimiento a Francia (2 984 kg/ha), Canadá (2 706 kg/ha), Japón (2 605 kg/ha), Oceanía (2 358 kg/ha), Estados Unidos (2 321 kg. /Ha), Zimbabwe (2 188 kg/ha), Italia (2 000 kg. /Ha), Brasil (1 867 kg. /Ha) y China (1 729 kg. /Ha).

La fuente citada plantea que Cuba produjo 33 000 toneladas y alcanzó un rendimiento de 871 kg/ha, indicador que la sitúa dentro de los más bajos rendimientos del mundo.

En los Lineamientos Económicos del Tercer Congreso del Partido Comunista de Cuba (Cuba, 1986) se refirió a la necesidad de aumentar los volúmenes y la calidad del tabaco entregado a la industria, de modo que se satisfagan las necesidades de esta, crear reservas para asegurar la estabilidad del mercado externo y garantizar los programas científicos en la producción tabacalera.

La calidad de nuestro tabaco en rama permite alcanzar en el mercado internacional un precio promedio de 2 500 dólares por tonelada, lo que representa un ingreso de 21.5 millones de dólares anuales por este concepto. Sin embargo, la mayor entrada de divisas recae sobre la comercialización de los tabacos torcidos. A partir de 1996 se diseñaron tres nuevas marcas de tabaco torcido, respaldadas con un sólido criterio de calidad, ellas son "Cuaba", "Vegas Robaina" y "Trinidad", las que unidas a las tradicionales y a la insigne "Cohiba" brindan al cliente una gama de productos en diferentes formatos, envases y precios. En 1998 se comercializaron más de 140 millones de unidades, lo que ofreció un beneficio aproximado de 240 millones de dólares. (Cuba, 1999).

Exigencias hídricas del cultivo del tabaco

El tabaco pertenece a la familia Solanácea, género Nicotiana el cual comprende tres subgrupos y catorce secciones de mas de 65 especies entre los cuales se destacan: Nicotiana Rústica y la Nicotiana Tabacum, siendo esta a la que pertenecen todas las variedades de tabaco cultivadas en Cuba y la gran mayoría de las cultivadas en otras partes del mundo (Espino, 1982).

Las condiciones climáticas y de suelo tienen un marcado efecto en el rendimiento y calidad del tabaco tal como lo señalan Shafer et al, (1961) y Matsujama et al, (1983). Estos autores coinciden en señalar que los rendimientos y la calidad de la hoja de tabaco se encuentran íntimamente relacionados con la variedad, las condiciones climáticas y de suelo, labores y atenciones culturales y técnicas empleadas para el curado y fermentación de la hoja. En algunos países las condiciones de clima y suelo son consideradas como factores limitantes del rendimiento del tabaco, así tenemos que Shesgairi, (1967) plantea que dichas condiciones limitan el cultivo del tabaco en la India, mientras que Román, (1978), las señala para las condiciones de Polonia.

Llanos, (1969) demostró que las hojas se producen más finas y con menos nerviaciones cuanto mayor es la humedad relativa, en cuanto a la temperatura encontró que la óptima para el crecimiento del tabaco es entre 20 y 27 °C y por debajo de 15 °C el desarrollo es lento.

El agua constituye uno de los factores imprescindibles para el desarrollo de una agricultura con un alto nivel técnico. En aquellas regiones donde el humedecimiento natural del suelo resulta irregular en el año, la aplicación artificial del agua a los cultivos contribuye a asegurar las cosechas e incrementar los rendimientos.

El agua constituye un factor limitante en la obtención de altos rendimientos, por lo que su aplicación controlada puede determinar el nivel de producción a alcanzar. Se puede afirmar que entre los factores agrotécnicos, el riego contribuye de forma decisiva al logro de altos rendimientos siempre que la agrotecnia utilizada esté en correspondencia con éste. Al cultivo del tabaco no se le aplican grandes volúmenes de agua, siendo muy sensible a la falta de ésta, y su exceso le es perjudicial en cuanto a los rendimientos y a la calidad.

Muchos autores de diversos países productores de tabaco han realizado estudios del régimen de riego en semilleros y en plantación. Generalmente plantean que en los semilleros la etapa más crítica es la que corresponde a los primeros 15 días posteriores a la siembra, en esta etapa deben efectuarse riegos diarios con dosis pequeñas, pues la superficie del suelo debe estar lo suficientemente húmeda para lograr una buena germinación de las semillas (Guzmán, 1983).

El manejo del agua en semilleros es un elemento determinado en la obtención de posturas de calidad, por lo que en áreas dedicadas a éstas, debe existir una adecuada armonía entre una correcta utilización del riego y una relación adecuada entre los diferentes factores ambientales y fitotécnicos.

Akehurst, (1973) plantea que los semilleros lleva mayor frecuencia de riegos en las fases iniciales de éste, siendo los mismos más espaciados en la medida en que las posturas de tabaco se acercan al periodo de cosecha, y que un buen manejo del agua evitará un exceso de humedad y la proliferación de enfermedades fungosas, por lo que es necesario tener presente factores tales como: fase del semillero, tipo de suelo, topografía, ubicación del semillero y condiciones climáticas.

Juan, (1981) plantea que durante la fase de semillero deben darse dos riegos ligeros por día, uno a media mañana y el otro a media tarde. Sin embargo Donev y Fetvadgiev, (1983) plantean que regar una sola vez al día es suficiente porque los resultados obtenidos son superiores que al hacerlo dos veces con la misma norma y además se reduce la fuerza de trabajo utilizada.

Durante la segunda y tercera fase del semillero, regar a intervalos es preferible a los riegos diarios, pues se estimula el desarrollo de las raíces (Histier y Gisquet, 1961).

Los semilleros según Akehurst, (1973) deben regarse ligeramente una horas antes del arranque de las plántulas a fin de lograr que el sistema radical de las plantas se afecte lo menos posible.

En la fase de plantación el tabaco no requiere mucha agua y cuando se le suministre se hará como una verdadera necesidad, pues la experiencia ha demostrado que es preferible que las plantas estén un poco faltas de agua a que crezcan con extremada lozanía por haber sido regadas excesivamente. En esto se requiere una adecuada programación del riego, pues muy frecuentemente dañan el cultivo; también cuando ocurre un déficit de agua durante la mitad del ciclo vegetativo, se reduce el desarrollo vegetativo, las hojas son más pequeñas y disminuyen los requerimientos de agua del cultivo en su fase final (Todoroski, 1975).

Tradicionalmente el hombre ha luchado y lucha aún, por obtener de cada campo de cultivo el máximo de rendimiento posible y en este sentido ha encaminado todos sus esfuerzos y recursos materiales.

Experimentos agrícolas han demostrado que la humedad que posee el suelo durante las primeras fases de su desarrollo tiene una influencia importante en la calidad y rendimiento de la cosecha (Pacheco, 1984).

Por ejemplo muchos investigadores informan sobre los efectos beneficiosos de la irrigación o lluvia sobre el rendimiento y características físicas y químicas del tabaco.

Trabajos realizados por Vodoloroski, Bikov y Sautich, (1957); Zlatev, (1970); Todoroski, (1975) y Kelly, (1977); Doorembos, (1978) y Kassan, (1979), plantean que con un buen manejo del agua de riego se obtienen altas y estables cosechas.

El número de riegos que se aplican depende de muchos factores tales como: año climático, variedad, tipo de suelo, forma de cosecha, época de trasplante, técnica de riego utilizada, etc. y oscila normalmente en las diferentes zonas tabacaleras de Cuba entre 5 y 8 riegos.

En trabajos realizados por Zlatev, (1978) indica que el riego es una importante medida fitotécnica en el tabaco, por lo que no regar en el momento oportuno es una causa de los bajos rendimientos.

Por otra parte Gerveb, (1972) expresa que mantener una humedad óptima en el suelo en estaciones en que hay sequía, incrementa los rendimientos del tabaco en un 50 - 60 % en comparación con plantas no irrigadas y que en estaciones húmedas el efecto del riego sobre las cosechas baja considerablemente.

Las experiencias de Shaumarski, (1973) indican que en el tabaco oriental el riego incrementa las cosechas en un 13 - 45 %. Ayers y Spencer, (1970) indican que manteniendo un nivel óptimo de humedad en el suelo para la cosecha en todas sus fases no solo aumentará el rendimiento, sino también el porcentaje de productos agrícolas de alta calidad, se mantiene el vigor y la salud de las plantas y con mayor resistencia a plagas y enfermedades.

Los resultados de Leonov et al, (1968) indican que para obtener tabaco de alta calidad, el régimen de riego debe ser determinado teniendo en cuenta la capacidad de absorción del suelo, el crecimiento y desarrollo de las plantas ya que una humedad mayor aumenta el tiempo de crecimiento de las hojas, se atrasa la maduración, se acumulan menor contenido de cuerpos de valor, se degrada la calidad y produce menor contenido de hojas oscuras.

Pérez, (1946) señala que en el cultivo del tabaco bajo tela es necesario aumentar el número de riegos con el objetivo de que las capas que se cosechen sean claras, finas, ligeras y puedan satisfacer las exigencias del mercado. Para los suelos sueltos resulta perjudicial demorar el primer riego, pues afecta el crecimiento del tabaco, y en las zonas donde los suelos son muy permeables y secantes, se aplicarán riegos frecuentes, generalmente cada 8 ó diez días.

Se plantea por Chouteau, (1984) que los riegos que se practican en los veranos secos permiten obtener un aumento en los rendimientos de un 30 - 40 %, esta tendencia se acentúa en las hojas altas (aumento de un 50 %), los riegos influyen en las características físicas del tabaco fermentado, con hojas más grandes, menos densas y de color mas claro y menos verdosas. El efecto de la composición química fue relativamente débil y en la mayoría de los casos el riego por aspersión bajó los contenidos de alcaloides y nitrógeno total.

En años muy secos la irrigación aumenta su valor unitario y total, los rendimientos motivados por el riego fueron del 175 % al ser comparados con las áreas no regadas. La respuesta de la irrigación depende del estado de la sequía ya que el agotamiento de los niveles de humedad del suelo pudiera afectar el desarrollo potencial total de la cosecha.

Miles, (1957) encontró que el tabaco irrigado dio un aumento significativo en producto, precio por quintal y valor sobre el tabaco no irrigado.

Cuando el nivel de humedad en el suelo es óptimo (100 - 50 % de la capacidad de campo) cerca del sistema radical, el crecimiento y desarrollo de la planta es óptimo. Pistarius, (1969) plantea que el regadío no es aconsejable en el periodo en que las plantas se están restableciendo y que siempre es necesario para el crecimiento y para lograr altos rendimientos y decide en la calidad. Concluye afirmando que la irrigación debe comenzarse cuando se haya consumido alrededor del 50 % de la humedad disponible.

El riego excesivo provoca una disminución en el rendimiento y acelera la maduración así como aumenta el contenido de azúcar, potasio, eleva la alcalinidad de la ceniza, disminuye el contenido de nitrógeno, de nicotina y de cloro (Miles, 1965 y Krishnamurthy et al, 1991).

Según investigaciones realizadas por Mora, (1965) encontró que con excesivas aplicaciones de agua (13 riegos con un total de 585 mm) se obtiene un aumento de la materia verde pero no en el peso de tabaco seco, y con 6 riegos se han obtenido muy buenos resultados.

Según Baulev, (1966) citado por Iordanov, (1969) recomiendan de 2 - 3 riegos para el tabaco negro y aplicarlos desde la formación de los botones hasta el principio de la floración.

Juan,(1976) elaboró recomendaciones para el riego del tabaco Virginia, señalando que la norma de riego para este tipo de tabaco oscilaba entre 110 hasta 254 metros cúbicos por hectárea y que el número de riegos oscilaba normalmente de 6 a 8. Miles,(1965) señala que el tabaco tipo Virginia, respondió al riego con un aumento significativo del rendimiento y valor de la producción, en comparación con el tabaco no irrigado.

Por ejemplo, experimentos concluidos por Zlatev, (1978) en las condiciones de Bulgaria señalan que el número de riegos a aplicar en el tabaco depende del régimen de las lluvias, recomendando un nivel de la humedad del suelo para el tabaco tipo Virginia del 80 - 60 % de la capacidad de campo.

Se acepta que cuando a un cultivo determinado se le aplica durante el ciclo vegetativo una cantidad de agua que coincida con las necesidades biológicas de la especie y variedad, debe obtenerse un rendimiento máximo si los demás factores que inciden en la obtención del mismo no resultan limitantes. Cuando el regadío cumpla con esta condición se dice que se ha aplicado un régimen de riego biológicamente adecuado (Pacheco, 1984).

Se plantea por Carorenuto, (1981) que las exigencias hídricas del tabaco representa una problemática bastante amplia y siempre actual, por lo que el tabaco mantiene su potencialidad productiva por efecto del agua, si la humedad es mantenida constantemente en un nivel superior al 50 % del agua útil, y que una humedad inferior, causa en la planta problemas en su desarrollo a consecuencia de los síntomas del estrés hídrico, a su vez, el periodo de máximo requerimiento de agua del tabaco se encuentra entre los 50 - 70 días después del trasplante.

Un déficit agudo durante el periodo de crecimiento afecta el peso de las hojas y su composición química y un déficit de agua ligero en la maduración es deseable.

Según Agens et al, (1970) manteniendo un nivel satisfactorio de humedad en el suelo para la cosecha en todas sus fases, no solamente aumentará el rendimiento sino también el porcentaje de productos agrícolas de alta calidad; además, la planta es más resistente a plagas y enfermedades.

Mora et al, (1977) reportaron que un buen manejo del riego además de influir sobre los rendimientos, evitará un exceso de humedad y la proliferación de enfermedades fungosas.

Zlatev, (1979) afirma que los tabacos orientales son cultivados sin irrigación, esta se practica solamente durante los años de sequía, siendo el régimen de riego óptimo aquel en el que el porcentaje de humedad durante el periodo de activo crecimiento (30 días después del trasplante - primera cosecha) no desciende por debajo del 60 - 75 % de la capacidad de campo.

Se plantea por Juan, (1985) que en el tabaco Negro tapado en las condiciones de Cuba cuando se realiza un manejo adecuado del riego, no solo aumenta los rendimientos, sino también se mejora la calidad del tabaco.

En la actualidad, en la problemática del riego del tabaco, uno de los objetivos fundamentales lo constituye la reducción de la norma total, el logro de cosechas de alta calidad y rendimientos más estables, así como aumentar la efectividad económica del riego. En tal sentido se plantea por diferentes autores que el régimen de riego alterado en el tabaco se caracteriza por la supresión del riego durante las diferentes fases del cultivo, reduce el número de riegos a aplicar, estudia los periodos de mayores exigencias hídricas, aplica normas de riego reducidas y busca un mayor efecto económico del agua. También señalan que suspender el riego en la etapa de crecimiento reduce el rendimiento y afecta la calidad de la hoja, así como alterar el régimen de riego tiene como objetivo fundamental lograr un ahorro del agua sin provocar variaciones significativas en el rendimiento y calidad del tabaco.

Juan,(1985) encontró diferencias significativas para la cosecha total y los diferentes grupos de clases de tabaco en miles de hojas / ha y de pesos / ha para el riego alterado en el tabaco tapado, siendo la variante más económica la que se regó por surcos alternos al final del segundo periodo vegetativo y durante el tercer periodo vegetativo, pues produjo en comparación con el régimen que se utiliza actualmente, una disminución de la norma total de riego en un 15 % y del costo de producción en 43 pesos / ha con una mejor calidad del tabaco.

En el riego del tabaco, cualquiera que sea la solución que se utilice, debe permitir su aplicación oportuna, aplicar la norma de riego en cantidad y uniformidad, así como evitar el encharcamiento y la erosión.

En la actualidad para la determinación del momento de riego así como la cantidad de agua a aplicar se utiliza el pronóstico de riego, esto puede realizarse por dos métodos: el gravimétrico, Juan y García, (1982) y el bioclimático (Rey et al, 1982).

El pronóstico de riego por el método gravimétrico se fundamenta en la determinación del momento de riego por la vía directa, con el empleo de la barrena. En el método bioclimático, el momento de riego se realiza sobre la base de un balance de humedad del suelo, los coeficientes bioclimáticos del cultivo, las lluvias y la evaporación.

Refiriéndose a estos aspectos, el Grupo de Pronóstico del Instituto de Investigaciones de Riego y Drenaje expresa que la determinación del momento de riego según la humedad presente es un método muy común en todo el mundo, con muchas variantes que van desde el uso de la sonda de neutrones, tensiómetros, resistencia eléctrica, etc. hasta la determinación gravimétrica de la humedad del suelo; es el más exacto en dependencia de la calidad que tenga la determinación de la humedad y su representatividad, con el inconveniente que implica la inversión de valiosos recursos. También plantea que los métodos biológicos se basan en el estado de las plantas, y en ellas se observa la respuesta de determinados órganos para determinar el momento de riego; es poco seguro y de uso limitado. Al referirse al método bioclimático se plantea que este tiene en consideración las necesidades de agua de la planta a lo largo de su ciclo vegetativo y que el mismo se basa en las relaciones entre el consumo de agua por la planta y algún elemento climático y concluye expresando que los avances crecientes en las investigaciones de riego han permitido que en el mundo estos métodos sean cada vez mas usados.

Juan et al, (1985) plantean que el pronóstico de riego en ocho Empresas de Pinar del Río permitió incrementos de la cosecha desde 100 hasta 240 Kg / ha, lo que posibilitó un aumento de los rendimientos de 11.2 y 20 % para las variedades de tabaco negro Criollo, Corojo y C-30 y de 9 a 27 % para el tabaco de tipo Virginia y Burley con utilidades y rentabilidad suplementarias de 529 pesos / ha - 156 % y 109 pesos / ha - 35 % para las variedades Corojo-Criollo respectivamente. En el cultivo del tabaco existen dos métodos de riego: Gravedad y Aspersión. El método por gravedad tiene dos técnicas: el riego por surcos, utilizando la guataca y el riego por mangueras.

El método por aspersión tiene como técnica fundamental la media presión en la que utilizan aspersores con medio alcance (InstructivoTécnico, 1979). La mayoría de las superficies dedicadas a la producción en las variedades de tabaco negro utilizan el método de riego por gravedad. No obstante Juan, (1977) al estudiar el método de riego por aspersión en el tabaco negro tapado por encima y por debajo de la tela plantea, que si se utiliza una adecuada fitotecnia se obtiene una buena cosecha tanto en rendimiento

como en calidad. Este autor en 1982 llega a la conclusión, de que no existen diferencias en los valores de producción y los valores de categorías al comparar el riego por aspersión con el riego tradicional con mangueras, pero sí en el rendimiento agrícola en favor del riego por aspersión.

En el segundo encuentro Provincial Tabacalero, (1981) se recomienda utilizar en zonas donde la topografía es accidentada, el riego por aspersión en plantaciones hasta los 35-45 días y en el resto del ciclo utilizar la gravedad para evitar la erosión.

En los últimos años ha despertado mucho interés el nuevo sistema de riego localizado o riego por goteo, que más que un método de riego es una nueva concepción entre la hidroponía y los riegos tradicionales (Cabrera et al, 1979).

Trabajos realizados por Juan, (1979) encontró que haciendo un buen uso de la aspersión en el tabaco negro rapado se obtienen buenos rendimientos y buena calidad.

Las investigaciones hoy día tratan de esclarecer para los distintos cultivos la relación existente entre el agua que consumen y el rendimiento que ofrecen para distintos niveles de abastecimiento hídrico. Una vez conocida dicha relación, la misma puede usarse para programar los rendimientos en consonancia con el abastecimiento de agua que se planifique, sin embargo esta relación agua - rendimiento, no es una relación sencilla y tiene gran complejidad su determinación.

Los cultivos agrícolas consumen el agua durante un periodo de tiempo que conocemos como periodo o ciclo vegetativo, a través del cual se suceden varias fases de su desarrollo, esto presupone que el agua de riego debe suministrarse paulatinamente durante un periodo más o menos largo donde se satisfacen (según se planifiquen) las necesidades hídricas de cada fase de su desarrollo.

La sensibilidad de los cultivos a la deficiencia de agua no resulta igual diferentes grados de respuesta de la planta en rendimiento a determinados déficits de agua en etapas distintas de su desarrollo (Paheco, 1984).

El periodo de máxima demanda de agua es generalmente el momento de máximo crecimiento del cultivo, ya que un déficit hídrico durante este periodo afecta notablemente los rendimientos (Rey et al, 1982).

La práctica actual del regadío en muchas regiones y países del mundo (incluido el nuestro) aplica un régimen de riego que dista mucho del biológicamente adecuado, pero el déficit hídrico que se produce no descansa generalmente sobre bases científicas que justifican su aplicación, más bien es el resultado de problemas organizativos, en indagaciones y criterios subjetivos.

Conocer la relación agua rendimiento para cada cultivo resulta doblemente importante porque su característica es que el rendimiento de los cultivos no se reduce en la misma proporción en que reducimos el agua aplicada, y esto, además, tiene un apreciable valor económico.

Cuando se conocen los momentos en que el agua de riego no incide significativamente en el rendimiento de las plantas pueden eliminarse riegos, aplicarse aquellos con un menor volumen, lo que ocasionará un notable ahorro de agua (Pacheco, 1984).

El estudio de diferentes regímenes de riego reviste gran importancia, ya que un riego adecuado aumenta las cosechas, iguala o mejora la calidad del producto y es buen estabilidad de los rendimientos (Juan, 1984; Cordero, Juan y González, 1987; Contreras, Cruz y León, 1988).

Un adecuado manejo del riego garantiza una adecuada regulación de la temperatura del suelo, estimula y favorece considerablemente el desarrollo del sistema radical, lo cual trae como consecuencia que la planta absorba una mayor cantidad de elementos nutritivos. Además, el uso del riego en proporciones adecuadas, evita la propagación de plagas y enfermedades, determina el número de hojas en la planta, el tamaño de éstas, así como las demás propiedades físico - químicas de la hoja, de las cuales va a depender el rendimiento y la calidad del cultivo en cuestión.

Existen por tanto métodos y técnicas de riego que tienen la misión de convertir el agua destinada al riego desde el estado de corriente de agua al estado de humedad del suelo. Mediante ello se deberá mantener en el suelo el régimen hídrico necesario y los relacionados con los regímenes de aireación, nutrición, salinización y térmico; garantizar, conjuntamente con la agrotecnia, una alta fertilidad del suelo y obtener los rendimientos más altos de las cosechas; crear en la capa activa del suelo la humedad necesaria de modo que esté distribuida uniformemente en toda su superficie; garantizar una alta productividad del trabajo durante el riego; no destruir la estructura del suelo y realizar el régimen de riego necesario con un alto coeficiente de aprovechamiento del agua (C.A.A.) en el campo. C.A.A.= 0.95-1.00 (Aidarov,et al, 1985).

Cuando se riega utilizando el método de riego por gravedad por acción de la gravedad, el agua se distribuye directamente sobre la superficie del campo por escurrimiento natural. El riego por la acción de la gravedad tiene una ventaja fundamental e indiscutible y consiste en que para su práctica no requiere de gastos adicionales de energía y no se necesitan máquinas especiales ni materiales deficitarios. Utilizando la técnica de riego por surcos no se interrumpen las demás labores al permanecer seca la tierra entre los surcos, de ahí que se cumpla que este sistema en cultivos intensivos requiere de frecuentes cuidados; el asentamiento de la superficie del suelo es menos acusada, la tierra no forma costra y solo se agrieta parcialmente, por lo que es muy interesante este sistema en las tierras arcillosas (reducción de las pérdidas por evaporación); el uso de los caudales reducidos disminuye el peligro de erosión, cosa que permite la utilización de pendientes acusadas; prescindiendo del riego por aspersión, el riego por infiltración lateral es obligado en aquellos cultivos en línea que precisan ser aporcados (Deloye y Rebour, 1974).

Este sistema de riego superficial es técnicamente imperfecto, de ahí sus desventajas que radican en la necesidad de trabajo manual; la dependencia de las condiciones del relieve, la destrucción de la estructura del suelo, la dificultad de la regulación del grado de humedad y su uniformidad en el suelo y la restricción en la mecanización de los procesos de la agricultura (Aidarov, 1982).

Cuando se riega utilizando el método de riego por goteo, el agua se suministra en pequeñas dosis (gota a gota) a la zona donde se encuentra la masa principal del sistema radical de la planta.

Resultados de un experimento de riego por goteo llevado a cabo en la Estación Experimental del tabaco Negro (inédito) demostraron que se pueden obtener buenos rendimientos cuando se usa un lateral con goteros por dos hileras de plantas con un considerable ahorro de agua.

En Francia, Rolland, (1974) en ensayos de riego por goteo señala que en un caso los rendimientos y calidad fueron equivalentes a los obtenidos con las técnicas de riego tradicionales, en otros, los rendimientos resultaron un 20 % superiores a los obtenidos con la técnica tradicional y la calidad mejoró considerablemente.

Oliver, (1977) recomienda utilizar el riego por goteo en lugares donde hay escasez de agua.

ELEMENTOS DEL RÉGIMEN DE RIEGO EN EL CULTIVO DEL TABACO.

Uno de los elementos de suma importancia para la determinación de la cantidad de agua a aplicar a la planta lo constituye la evapotranspiración del cultivo, ésta no es más que la transpiración por parte de la planta y la evaporación desde la superficie del suelo que incluye el agua de constitución. La misma se encuentra influenciada por el clima, el suelo, la planta, la filotecnia y técnica de riego empleada.

Según Doorembos et al, (1976) para el cálculo de la evapotranspiración existen diferentes métodos y fórmulas, se puede determinar de forma indirecta mediante el uso de fórmulas empíricas en las que intervienen elementos del clima tales como: temperatura del aire, horas luz, humedad relativa, déficit de saturación, evaporación, radiación solar, velocidad del viento y otros. Las investigaciones de Juan et al, (1985) demuestran que el uso consuntivo en el Tabaco Negro Tapado en las condiciones de la Habana alcanzó un promedio de 223 mm y para el tabaco Criollo de Sol de 202 mm, otros trabajos como los de Cordero et al, (1985) establecieron para el tabaco una evapotranspiración de 227 mm para el ciclo de 82 días con un promedio de 3 mm / día.

Para el tabaco Oriental, Zlatev, (1978) plantea que la evapotranspiración de éste es baja para el primer periodo vegetativo, máxima en el periodo de crecimiento y tiene un descenso durante la recolección.

El periodo de máximo requerimiento de agua para el tabaco se encuentra entre los 50 y 70 días después del trasplante. Un déficit agudo durante el periodo de crecimiento activo afecta el peso de las hojas y su composición química y un déficit ligero durante la maduración es deseable porque se restringe el crecimiento de las hojas jóvenes (Doorembos et al, 1979; Juan et al, 1990 y Rajvajah et al 1992).

Las investigaciones realizadas en Cuba por Juan, (1985) establecen que para el Tabaco Negro Tapado en las condiciones de la Habana, la máxima demanda de agua ocurre entre los 30 y 60 días con un promedio diario de 3.1 mm, y que durante las etapas de 0 - 30 y de 60 - 84 días la planta tiene la menor exigencia hídrica.

Por otra parte Cordero et al, (1985) establecieron que para el Tabaco Criollo las mayores exigencias hídricas se registraron en la etapa de activo crecimiento del cultivo con una demanda hídrica de 3.1 mm / día (41%) entre los 40 -70 días después del trasplante.

Otros elementos que conforman el régimen de riego lo constituyen las normas totales y parciales, además de los intervalos de riego para el cultivo. En el periodo de activo crecimiento (30 - 70 días) se deben utilizar láminas de 15 - 25 y 30 - 35 mm a intervalos de 6 - 8 días; de 9 - 11 y 12 - 15 días para los suelos ligeros, medios y pesados respectivamente y en la mayoría de los casos la cantidad de agua a aplicar es de 20 - 50 cm (Chouteau, 1970).

El tabaco Burley en Bulgaria se cultiva en condiciones de riego y en años normales se realizan 4 riegos con una norma de 400 m³/ha. Cuando el tabaco se cultiva en suelos ligeros, se realizan de 8 - 9 riegos con normas de 250 a 300 m³/ha. Este tabaco se desarrolla bien cuando durante su ciclo vegetativo se le aplica una norma total de 3500 - 3600 m³/ha. Por su parte, Cruz y Juan, (1992) recomiendan para este tipo de tabaco y en las condiciones de Pinar del Río, aplicar 7 riegos con una norma total de 1386 m³/ha.

Juan, (1976) plantea que para el Tabaco Tapado regado por aspersión se utilizan de 7 - 8 riegos con una norma total de 1651 m³/ha con normas parciales desde 100 - 375 m³/ha; las normas más pequeñas se aplican en la fase de enraizamiento y recolección y las mayores en la fase de crecimiento activo.

Para las condiciones de Pinar del Río, la norma total promedio para las variedades de tabaco negro Criollo y Corojo es de 1430 m³/ha y normalmente las siembras que se efectúan a finales de Diciembre reciben de 7 a 8 riegos con normas que oscilan desde 110 - 320 m³/ha, cuando se utiliza el riego por aspersión e intervalos de 8 y 10 días.

Juan, (1985) indica que las normas parciales de las variedades Hicks 187, Virginia 315 y Speight G-28 oscilan desde 100 - 150 m³/ha; el número de riegos es normalmente de 6 a 8 y que para el Pelo de Oro de acuerdo a las exigencias de la industria y a las características de esta variedad, las normas totales y parciales son de 1460 y 140 – 320 m³/ha y el número de riegos de 5 -6.

Juan y Cordero, (1985) plantean que en las condiciones de Pinar del Río para un 75 % de probabilidad de la lluvia el número de riegos para el tabaco Criollo oscila entre 7 y 9,con una distribución de 3-4; 1-3 y 1-2 para las diferentes etapas del cultivo al considerar un nivel de humedad en el suelo de 80 -75 -65 % de la capacidad de campo y una norma parcial y total de 140 a 200 m³/ha y de 1536 m³/ha.

También recomiendan para las plantaciones tardías en la variedad Criollo de 7 - 8 riegos con una norma total de 1363 m³/ha y una distribución de los riegos de 2-4; 1-3 y 0-1 para las diferentes etapas del cultivo.

CONCLUSIONES.

-. De forma general, el cultivo del tabaco no requiere de aplicación de grandes volúmenes de agua, pero es muy sensible a la escasez o exceso de la misma, por lo que esta afecta el rendimiento y el valor de la cosecha.

-. Aplicar un régimen de riego adecuado, incrementa los rendimientos y mejora la calidad de la producción.

-. En el cultivo del tabaco se pueden aplicar los métodos de riego superficial, por aspersión y localizado, no debiendo subestimar el uso perspectivo del riego por gravedad en virtud de su larga tradición y menor consumo de energía, siendo necesario introducirle modificaciones que permitan elevar la productividad del regador, una mayor eficiencia del uso del agua y no provocar la erosión de los suelos.

-. Por la respuesta positiva del riego por goteo en cuanto al ahorro del agua, fuerza de trabajo y energía, es recomendable su aplicación inmediata en el cultivo del tabaco para la obtención de capas.

ORIGEN.

El tabaco pertenece a la especie botánica Nicotiana tabacum, perteneciente a la familia de las Solanáceas, siendo su dotación cromosómica de 24 pares de cromosomas. Se cree que esta especie es un anfidiploide, es decir, un híbrido natural, originado entre otras dos especies del mismo género: Nicotiana tometosiformis y N. sylvestris.

El híbrido entre ambas especies sería estéril y para reproducirse habría sido necesaria la duplicación de sus cromosomas. Esto pudo ocurrir de modo espontáneo en la naturaleza.

La planta de tabaco llegó a Europa desde América, al igual que la patata o el maíz. Tras ser condenada por la Inquisición, se puso de moda en el siglo XVI, primero como planta ornamental y después por el uso medicinal y lúdico de sus hojas secas.

CARACTERÍSTICAS BOTÁNICAS.

El tabaco es una planta dicotiledónea y vivaz, que rebrota al cortarse. Suele cultivarse como planta anual, aunque en los climas de origen puede durar varios años, pudiendo alcanzar el tallo hasta dos metros de altura.

-Hojas: son lanceoladas, alternas, sentadas o pecioladas.


-Flores: hermafroditas, frecuentemente regulares.


-Corola: en forma de tubo más o menos hinchado, terminado por un limbo con 5 lóbulos.


-Raíces: el sistema radicular es penetrante, aunque la mayoría de las raíces finas se encuentran en el horizonte más fértil.


-Fruto: cápsula recubierta por un cáliz persistente, que se abre en su vértice por dos valvas bíficas.


-Semillas: son numerosas, pequeñas y con tegumentos de relieves sinuosos más o menos acentuados.

IMPORTANCIA ECONÓMICA Y DISTRIBUCIÓN GEOGRÁFICA.

La producción y el comercio del tabaco a nivel mundial se basa fundamentalmente en que las labores comerciales son una mezcla de hojas de tabaco de diverso origen cuyas calidades vienen determinadas por numerosos factores naturales o tecnológicos, como:

  • Calidad de la variedad.
  • Clima, suelo y agua de riego.
  • Técnicas de cultivo, abonado, etc.
  • Tecnología de la transformación: curado, fermentación, almacenamiento, etc.).

El tabaco es un cultivo intensivo en mano de obra, ya que requiere por término medio unas 2.200 horas de trabajo por hectárea, más que cualquier otro tipo de cultivo.

En la siguiente tabla se muestra la producción a nivel mundial en el año 2001:

PAÍSES

PRODUCCIÓN DE TABACO
BRUTO AÑO 2001
(millones de toneladas)

China

2.661.000

India

610.000

Brasil

565.317

Estados Unidos

470.630

Indonesia

147.000

Grecia

130.000

Italia

126.235

Argentina

101.000

Japón

62.000

Filipinas

61.827

República de Corea

60.000

México

44.000

España

43.000

REQUERIMIENTOS EDAFOCLIMÁTICOS.

-Clima: influye en la duración del ciclo vegetativo de las plantas, en la calidad del producto y en el rendimiento de la cosecha.
Debido a que el tabaco es originario de regiones tropicales, la planta vegeta mejor y la cosecha es más temprana. Pero la principal área geográfica del cultivo se extiende desde los 45º de latitud Norte hasta los 30º de latitud Sur.

-Temperatura: el periodo libre de heladas en combinación con las temperaturas medias, máximas y mínimas son los principales datos a tener en cuenta. La temperatura óptima del cultivo varía entre 18-28ºC. Durante su fase de crecimiento en semillero, requieren temperaturas superiores a los 16ºC, y desde el trasplante hasta la recolección se precisa un periodo libre de heladas de 90-100 días.

-Humedad: el tabaco es muy sensible a la falta o exceso de humedad. Una humedad elevada en el terreno produce un desarrollo pobre y, en general, es preferible un déficit a una exceso de agua. 
En regiones secas la planta produce hojas poco elásticas y más ricas en nicotina que en las regiones húmedas. La humedad ambiental tiene una influencia importante sobre la finura de la hoja, aunque se facilita la propagación de enfermedades criptogámicas.

-Suelo: en general el tabaco prefiere las tierras francas tirando a sueltas, profundas, que no se encharquen y que sean fértiles. El pH más apropiado es de neutro a ligeramente ácido, para los tabacos de hoja clara, y neutro o ligeramente alcalino para tabacos de tipo oscuro. Además la textura de las tierras influye sobre la calidad de la cosecha y el contenido nicotínico de las hojas.

PARTICULARIDADES DEL CULTIVO.
Siembra en semillero.

El proceso de producción de tabaco comienza en el semillero bajo dos sistemas: el 95% de las plantas con cepellón y el 5% restante con el sistema tradicional a raíz desnuda. En ambos casos la siembra comienza la segunda semana de septiembre y termina en la tercera semana de noviembre. A las seis semanas la planta alcanza 15 cm. de altura y 5 mm. de espesor estando lista para ser trasplantada.

Preparación del terreno.

En otoño es conveniente dar una labor profunda con la que se airea y ablanda la tierra en la que se va a trasplantar el tabaco en la primavera siguiente, cuyos objetivos son los siguientes: aportar el abono, evitar la acumulación de humedad en la capa arable durante el invierno y la eliminación de malas hierbas y larvas de insectos.

En primavera se recomienda dar una labor de grada poco profunda, seguida de 2 o 3 pases cruzados superficiales con rotovator, aprovechando para mezclar los abonos con la capa superficial de la tierra.


En general las labores de cultivo tienen tres objetivos: control de malas hierbas, hacer caballones (para disminuir encharcamientos, lixiviación y disminuir daños en raíces) y por último para lograr un mullimiento que favorezca la penetración del agua y aire. En muchos casos es necesario formar un caballón alto y ancho, sobre el cual se realizará el trasplante, favoreciendo asimismo la recolección mecánica.

Trasplante.

El trasplante se realiza con máquinas trasplantadoras de dos o más hileras. Las pinzas de las trasplantadoras van recubiertas de un material blando. El operario va colocando desde una bandeja las respectivas plantas en las pinzas en posición invertida, con las raíces al exterior y la parte aérea hacia el centro del disco. Al girar el disco, son colocadas correctamente e inclinadas ligeramente hacia atrás en un surco que va abriendo la máquina al frente, encargándose las ruedas compresoras de que queden derechas. 

Estas ruedas compresoras van inclinadas a ambos lados del surco detrás de la rueda trasplantadora realizando dos funciones, por un lado comprimen la tierra sobre el surco que recibe la planta, enderezándola y afirmando las raíces en el terreno, ayudando también a la ascensión capilar del agua, y en segundo lugar echan tierra suelta en la proximidad de la planta, lo que facilita la entrada de aire. Una salida de agua vierte un chorrito en el lugar y momento donde se coloca la planta. 

La separación entre las bandas de fertilizante debe ser de unos 12 cm. a cada lado de la línea de plantas y su profundidad a algunos centímetros por debajo de las raíces de las plantas al transplantarlas.

Abonado.

-Nitrógeno: la base fundamental para obtener una buena cosecha es una buena aportación de nitrógeno, pues este repercute directamente sobre el metabolismo del tabaco, manifestándose por un incremento en nicotina, nitratos y amoníaco en las hojas. Indirectamente su acción influye en la asimilación de otros elementos, como el potasio y el fósforo que disminuyen.
Los abonos nitrogenados más empleados son la urea y el sulfato amónico, que deben aportarse entre 20 y 30 días antes del trasplante.

-Fósforo: es el encargado de acelerar el proceso de maduración de las hojas. Su exceso produce hojas quebradizas y acartonadas y su deficiencia hace que las hojas se vuelvan verde azuladas, pues aumenta la proporción de clorofila. La mejor fuente de fósforo para el tabaco son los superfosfatos, pues aumentan la acidez del suelo sólo en el periodo inmediato que sigue a su aportación.

-Potasio: es un elemento muy importante para la calidad de los tabacos. Las sales potásicas que se encuentran en las hojas confieren al producto industrial una magnífica capacidad de combustión. La deficiencia en potasio se manifiesta en las hojas, pues estas presentan clorosis con los bordes encorvados hacia dentro, tienen menos consistencia, son más cortas y menos elásticas.

Calcio: cuando se encuentra en exceso, da lugar a una ceniza compacta que dificulta el paso del aire al interior de los cigarros, dando lugar a una combustión incompleta. En suelos con escasez de calcio se suministrarán de 50-100 Kg de CaO por hectárea.

Magnesio: un exceso de magnesio da lugar a una ceniza porosa, suelta y de color claro que mejora la combustión. En suelos con escasez de magnesio se suministrarán de 50-100 kg de MgO por hectárea. Por tanto la relación Ca/Mg en las hojas secas y fermentadas es de gran importancia.

Riego. El tabaco como planta de gran desarrollo vegetativo y corto ciclo de crecimiento es exigente tanto en agua como en elementos nutritivos.

La planta de tabaco en estado vegetativo viene a contener un 90% de su peso en agua.
Una deficiencia en el suministro del agua necesaria para la plantación ocasiona una baja en el rendimiento y un producto poco combustible y basto, y por tanto de escaso valor para la industria.
Un exceso de agua perturba igualmente el crecimiento normal de las plantas, cuyas hojas presentan un desarrollo excesivo de sus nerviaciones y su fino tejido no resiste bien la fermentación.
Se ha demostrado que un aporte de agua abundante disminuye el contenido de nitrógeno proteico en las hojas y produce un aumento en el contenido de potasio y disminuye los de calcio y magnesio.

De forma general, después del riego de arraigue, suelen aplicarse de 4 a 6 riegos. Desde el riego de arraigue hasta el siguiente, deben dejarse pasar unos 15 a 20 días.
El riego por aspersión mejora el aprovechamiento del agua y forma unas hojas de tejido más fino y con menos proporción de venas que las regadas por surcos.

Malas hierbas.

Las malas hierbas compiten con las plantas de tabaco, perjudicando el desarrollo del mismo, ya que por una parte sustraen parte de los elementos nutritivos del suelo y por otra parte albergan parásitos y enfermedades, facilitando su propagación a las plantas de tabaco.

Los herbicidas pueden aplicarse después del trasplante, pero lo más frecuente es que, según la clase de herbicida empleado, deba darse el tratamiento después de trasplantar, para evitar daños a las plantas de tabaco.

Contra gramíneas anuales se recomienda el uso de Quizalofop etil 10%, presentado como concentrado emulsionable a una dosis de 1.25-1.75 l/ha.

Un programa recomendado en el cultivo del tabaco contra malas hierbas sería el siguiente:

-Primera aplicación: aplicar Clomazona y/o Napropamida inmediatamente después del trasplante en una banda de 40 cm. de anchura sobre las plantas de tabaco.

-Segunda aplicación: aplicar Piridato y/o Cletodim, cuando las hierbas de hoja ancha y/o estrecha comienzan a verse después del trasplante, en una banda de 40 cm. de anchura sobre las plantas de tabaco.

-Tercera aplicación: aplicar Aclonifen 34.4% + Oxadiargyl 10.3% después de realizar la última labor de cultivo, aproximadamente 4-5 semanas después del trasplante, en una banda de 70 cm. de ancho entre los surcos de tabaco.

Supresión de las hojas.

Las dos o tres hojas que se desarrollan en la parte más baja del tallo suelen quedar vacías y deterioradas por el contacto con las aguas de riego y con el suelo. Y a la hora de cosechar no van a dar ningún rendimiento apreciable, pero si contribuyen para albergar y alimentar parásitos y enfermedades. Por tanto resulta conveniente suprimirlas y destruirlas en la primera parte del ciclo vegetativo que sigue al trasplante.

Despunte y desbrote.

Cuando las plantas están próximas a alcanzar su máximo desarrollo en altura se inicia la formación de la inflorescencia en el extremo superior del tallo, esta función reproductora tiene lugar a expensas de la calidad y del rendimiento de sus hojas. Por tanto se debe eliminar la inflorescencia mucho antes de la recolección.

Con el despunte se suprimen varias hojas que salen justo debajo de la inflorescencia. De la altura a que se despunta depende el rendimiento en peso y la calidad de la cosecha. Después del despuntado la planta reacciona produciendo yemas o brotes laterales.

Para evitar que el desarrollo de los brotes florales laterales perjudique el rendimiento de la cosecha, después de despuntar, se procederá a la eliminación cuando se inicia su crecimiento o inhibir su desarrollo.

Para despuntar mediante aplicación de productos químicos (como la hidracida maleica u otros más complejos), se utilizan pulverizadores con tres boquillas, una central y dos laterales inclinadas 45º a unos 20-25 cm. de la parte superior de la planta y a presiones relativamente bajas (1-1.7 bar), para que haya un tamaño de gotas grande que escurran desde las hojas superiores al tallo de la planta.

Al emplearse una máquina despuntadora mecánica con equipo de tratamiento simultáneo con desbrotadores químicos para cuatro hileras de plantas, el rendimiento es 3.5-4 ha por hora y un solo operario, comparado con 150 horas necesarias para un despunte manual seguido de tres o cuatro desbrotes.

RECOLECCIÓN.

Cuando las hojas alcanzan su madurez, su color cambia del verde al amarillo pálido con cierto brillo, la hoja se vuelve quebradiza y comienza una madurez progresiva que va de las hojas más bajas a las más altas. Los hidratos de carbono y las sustancias nitrogenadas de las hojas emigran hacia el tallo con distinta velocidad. Los compuestos nitrogenados lo hacen con más rapidez que los hidratos de carbono. Esto es importante desde el punto de vista de las condiciones diferenciales para la obtención de distintos tipos de tabaco, según la composición química requerida por la calidad industrial. Una vez maduras las hojas la recolección se puede realizar a mano o con máquinas especializadas, que además de despojarlas de la tierra las colocan automáticamente en los remolques para posteriormente pasarlas al secadero.

Cuando se realiza la recolección y el curado manualmente, se dedica más trabajo que en cualquier otra fase de producción. En la recolección manual se han diseñado carretillas que circulan entre las hileras y también cintas trasportadoras desplazables que funcionan con un motor hidráulico. Existen máquinas auxiliares de la recolección que son autopropulsadas, donde el recolectador va sentado mientras trabaja, recolectando las dos hileras en las que recorre y mediante cintas transportadoras se van cargando los contenedores.

Para la recolección mecanizada suele emplearse una cosechadora autopropulsada de dos hileras. Esta realiza el repelado mediante unas paletas de goma, que trabajan en sentido vertical de abajo a arriba, consiguiendo una buena separación del producto. Las hojas separadas se transportan mediante una banda al contenedor elevado situado en la parte trasera de la máquina.

PLAGAS.

-Gasterópodos: (babosas: Agriolimax agrestis, caracoles: Helix hortensis).

Suelen producir daños en los semilleros y en el tabaco recién trasplantado, los bordes de las hojas de las plántulas aparecen comidos y algunas mueren totalmente devoradas. Se recomienda el uso de cebos envenenados a base de Metaldehido al 5% (adicionado de colorante) a una dosis de 15-25 kg/ha, o Metaldehido 5%, presentado como cebo en gránulos a una dosis de 15-30 kg/ha.

-Alacrán cebollero: (Gryllotalpa gryllotalpa).

Es un Ortóptero que provoca bastantes daños en las plantas de tabaco. Posee unas patas delanteras muy desarrolladas y adaptadas para cavar galerías en las que vive bajo tierra durante el invierno. En primavera suben a la superficie donde se alimentan de las raíces de las plantas y desarraigan gran número de ellas con las galerías que hacen bajo tierra.

Se suelen combatir a base de cebos envenenados con fosfuro de cinc o fluosilicato de bario.

-Rosquilla o gusano gris: (Agrotis segetum).

El tabaco es atacado por el gusano gris en estado de larva, royendo el cuello de la planta recién trasplantada. Como medidas preventivas se recomienda dar una labor con arado de vertedera para enterrar las orugas o crisálidas invernantes. Las larvas son prácticamente cilíndricas, blandas y flexibles, salvo la cápsula cefálica o cabeza y algunas capas que están fuertemente quitinizadas. Se combate con la aplicación de Lindano 2%, presentado como gránulo a una dosis de 25-30 kg/ha o la aplicación de Etoprofos 10%, presentado como gránulo a una dosis de 60-80 kg/ha.

-Trips: (Thrips tabaci).

Se trata de insectos de reducido tamaño, de cuerpo delgado con antenas cortas que viven en el envés de las hojas chupando la savia, siendo además vectores de virus. Su ataque consiste en la destrucción de las células de la epidermis, que al perder su contenido se decoloran y posteriormente adquieren una coloración blanca.

En la siguiente tabla se muestran los tratamientos químicos más empleados:

MATERIA ACTIVA DOSIS PRESENTACIÓN DEL PRODUCTO

Carbaril 40% + Dimetoato 7% + Lindano 10% 0.20% Polvo mojable

Dimetoato 3% + Lindano 1%+ Malatión 4% 20-30 kg/ha Polvo para espolvoreo

Napropamida 45% 0.20-0.30% Polvo soluble en agua

Napropamida 50% 0.20-0.30% Polvo mojable

Lindano 10% 0.20-0.40% Concentrado emulsionable

-Nematodos: (Meloidogyne incógnita).

Se alimentan chupando la savia que circula por las raíces de las plantas, presentando en éstas tuberosidades y deformaciones, dando lugar a un marchitamiento general. Como medida preventiva se recomienda en los semilleros desinfectar las camas por esterilización química o por calor. Uno de los tratamientos químicos recomendados es la aplicación de Dicloropropeno 107%, presentado como concentrado emulsionable a una dosis de 100-150 l/ha.

ENFERMEDADES.

-Mildiu o moho azul (Peronospora tabacina).

Se manifiesta por la presencia de manchas amarillas en el haz de las hojas que se corresponden con otras de color gris azulado en el envés, aparentando una especie de pelusa.

Se recomienda la aplicación de Metalaxil 25%, presentado como polvo mojable a una dosis de 0.80-0.12%.

-Podredumbre de la raíz (Thielavia basicola).

Los síntomas se manifiestan con un retraso en el crecimiento de las plantas que además presentan un aspecto de envejecidas y secas, las raíces se ennegrecen y al arrancar la planta se parten. Para combatir esta enfermedad se aplica Metam sodio 50% como concentrado emulsionable o Polioxina 2%, presentado como concentrado soluble a una dosis de 0.5-0.30%.

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-Oidio (Erysiphe cichoreacearum).

El ataque comienza por las hojas inferiores, extendiéndose a las superiores. Los síntomas se manifiestan sobre las hojas como un polvillo que las recubre. Se combate con la aplicación de Dinocap 0.73%, presentado como polvo para espolvoreo a una dosis de 30 kg/ha.

-TMV (Tobacco Mosaic Virus).

El virus del mosaico del tabaco fue el primero que se aisló para su estudio. Una vez que penetran en el interior de las células, se reproducen e invaden los cloroplastos y los tejidos parenquimáticos; provocando síntomas como deformaciones, reducción del crecimiento, decoloraciones, necrosis, etc. Si el ataque es muy severo puede llegar a producir la muerte de la planta.

CURADO.

El curado es un proceso de secado o pérdida de agua en condiciones controladas, para que las plantas o las hojas de las plantas, mantengan el mayor tiempo posible su actividad biológica, para que los cambios químicos y bioquímicos se produzcan del modo más adecuado para conseguir un producto de alta calidad.

Según el mecanismo de extracción del agua de la hoja, se pueden distinguir las siguientes modalidades de curado:

Curado al aire.

Curado al sol.

Curado al suelo.

Curado por calor artificial.

Cada una de las formas de curado requiere un tipo de tabaco sobre el que actuar y da un producto adecuado con una calidad industrial propia del proceso seguido. El grado de humedad óptimo en la hoja varía con la variedad y tipo de tabaco, pero suele oscilar entre 18-26%. Una vez curado el tabaco, debe contener un grado de humedad mínimo para que la hoja pueda manejarse sin romperse y máximo para que una vez empaquetado no se fermente rápidamente.

SECADEROS.

El diseño y construcción de los secaderos se realiza pensando en las peculiaridades de su posterior utilización, en especial a poderlo aislar de las condiciones exteriores (humedad y temperatura) cuando sea preciso.

Los secaderos en masa o "Bulk-Curing", son sistemas de curado que ahorran hasta un 50% de jornadas en recolección y preparación de cajas, fundamentalmente por ahorro en personal de secaderos. Las hojas se disponen apiladas unas sobre otras en un contenedor que podría ser el mismo de la máquina cosechadora. Se le aplica una ventilación forzada de aire vertical, que se puede controlar automáticamente, además de un control de temperatura y humedad, según la etapa de curado en que se encuentre.




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Enviado por:Nemesis
Idioma: castellano
País: México

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