Soledad Sevilla, nació en Valencia en 1944, estudió en la Escuela Superior de Bellas Artes de San Jorge en Barcelona y amplió estudios en Madrid. Si nos referimos a sus creaciones, podemos distinguir diversas etapas: comenzó su carrera en un grupo de investigación pictórica, tal vez por eso, sus primeras obras son más figurativas, posteriormente derivan hacia el informalismo, y más tarde a la abstracción geométrica. Si bien es cierto que los inicios de su trayectoria se sitúan a finales de los años sesenta en el ámbito de la abstracción geométrica, cuando centra su interés en la investigación sobre el módulo y sus infinitas variaciones sobre el plano pictórico, aunque sus construcciones geométricas no abandonan nunca el territorio de lo poético. Este juego de polaridades permanecerá como una constante en su obra, que gira muy a menudo en torno a dualidades expresivas como materialidad-inmaterialidad, día-noche, razón-experiencia, plano-profundo u orden-caos.
A principios de los años ochenta la instalación se incorpora en su producción artística como un recurso expresivo más.
En 1993 obtuvo el Premio Nacional de Artes Plásticas y en la actualidad es profesora de la Facultad de Bellas Artes de Granada.
En los últimos años y debido a una enfermedad que ha sufrido, en su técnica ha habido un cambio. La propia autora en ocasiones lo ha comentado: <<Llegó el momento en que era incapaz de abarcar los grandes formatos debido a mis condiciones físicas. Fue entonces cuando decidí abordar la tela de forma distinta, por etapas, con pinceladas pequeñas que se repiten hasta que esa unidad desaparece. Sigo utilizando este sistema porque me resulta cómodo. Todos los cambios en mi obra coinciden, curiosamente con cambios en mi estado físico. Nunca, de todas formas, melo planteo de una forma racional. La naturaleza me impone su ritmo y yo, simplemente, me adapto. Abandoné la geometría porque no podía abarcarla físicamente>>.
Encontramos obras suyas expuestas en el Centro de Arte Reina Sofía, en Patrimonio Nacional, o en la Fundación Juan March, entre otras. Todas las obras realizadas por Soledad Sevilla tienden, por su tamaño, por su color, por su luz, a imponerse en el espacio donde se exhiben. Sus lienzos o sus instalaciones nunca pasan desapercibidos.
Su concepto de belleza es una perfecta simbiosis entre lo clásico y lo contemporáneo.
Según afirma ella misma, admira a artistas tan distintos como Velázquez, Goya, Polke o Kieffer.
La obra
Pintura titulada: “La Alhambra”.
Este cuadro que actualmente se exhibe en el Museo de Arte español Contemporáneo de Palma (Fundación Juan March), tiene una dimensión bastante considerable. Los colores utilizados en el cuadro, son todos colores cálidos (rosa, rojo, colores tierra, etc.), consiguiendo así mantener en toda la obra un equilibrio que contribuye a que el espectador contemple la Alhambra (que es lo que en ella se representa), como parte integrada del paisaje que se nos está mostrando.
La técnica elegida en este caso tiene principalmente dos objetivos:
Que el espectador no se quede impasible ante la obra.
A través de la misma, intentar captar todos los destellos y reflejos que proyecta la fachada de la Alhambra (por pequeños que sean) y que se deben a su característica construcción, claro reflejo del estilo cultural y arquitectónico árabe.
Para ello la técnica que se ha elegido es la siguiente:
Sobre el lienzo, la pintura se ha distribuido estratégicamente con la intención de conseguir que ésta tenga forma de entramado de hilos. Y de hecho se consigue, puesto que si se observa el cuadro desde una cierta distancia, se tiene la impresión de encontrarse ante un telar, y no ante una pintura; las finísimas líneas horizontales y verticales, colocadas una al lado de la otra pero sin llegar en ningún momento a tocarse, son percibidas como hilos, y no como líneas de pintura.