LOS SOFISTAS: Escepticismo epistemológico, relativismo moral y convencionalismo de las leyes.
En la época de Pericles (siglo V a.C.), el sistema político de Atenas era la democracia que reconocía a los ciudadanos el derecho a expresarse libremente en las asambleas políticas. Así, el deber de los ciudadanos consistía en discutir, escuchar y tomar decisiones. La persuasión se volvió indispensable, saber argumentar solidamente era fundamental.
Los sofistas eran extranjeros, por lo que no podían participar en la asamblea. Eran personas de gran cultura y prestigio, y para ganarse la vida cobraban ciertas tasas a los jóvenes ricos a los que enseñaban retóricas y técnicas de discusión.
Según los sofistas, la naturaleza o physis es ajena a la voluntad humana, es decir, siempre acaba sucediendo lo que debe suceder y el ser humano no puede interferir en ese proceso, de modo que tampoco cabe investigación ninguna acerca de la naturaleza. Se inicio, así, un nuevo tipo de conocimiento basado en aspectos antropológicos, lingüísticos, jurídicos, políticos y morales. Pues, lo realmente importante es el ser humano y en general, los asuntos humanos. Como Protágoras afirmaba: “el hombre es la medida de todas las cosas”.
Por otro lado, rechazaban los sentidos por ser insuficientes para el conocimiento de la realidad objetiva, ya que la información que obtenemos a través de ellos varía según cada persona individual.
Puesto que no existe verdad alguna acerca de las cosas o el ser humano, tampoco puede alcanzarse su conocimiento, llegando así a una especie de escepticismo epistemológico.
Este argumento también puede aplicarse para asuntos de tipo político o moral. Las leyes y tradiciones han perdido el carácter divino de antaño, gracias al cual eran justas. Como consecuencia de ese agnosticismo, los sofistas critican las tradiciones las instituciones y la religión atenienses y proclaman que los valores y contenidos culturales serian correctos o incorrectos, verdaderos o falsos, según la perspectiva que adopte cada uno. No hay un criterio que fundamente la maldad o bondad de las cosas, puesto que la maldad o bondad, no pueden conocerse objetivamente. Adoptan un relativismo moral.
Así, las leyes de Atenas y las de Esparta eran distintas. Pues bien porque las leyes no poseen valor intrínseco, somos nosotros por consenso quienes juzgamos convenientes o buenas tales leyes, adquiriendo aquellas pleno valor. De ahí precisamente la convencionalidad de las leyes.
SÓCRATES: Antirrelativismo moral: las definiciones universales, la mayéutica y el intelectualismo moral.
Según Aristóteles, Sócrates hizo dos grandes aportaciones: el razonamiento inductivo y las definiciones universales. Además no deben olvidarse que Sócrates aplicó sus enseñanzas a su propia vida, de modo que siempre mantuvo una postura ejemplar.
Sócrates sostuvo que había una serie de definiciones universales que expresaban lo que todas las cosas tienen en común.
Creía que los atenienses se habían mal acostumbrado y que el lenguaje que se utilizaba en los juzgados era excesivamente impreciso y que se caía por tanto, en arriesgados relativismos.
Se enfrentó a esto, y subrayó la importancia de dar definiciones rigurosas, mas allá de ejemplos concretos.
Al averiguar en que consiste la virtud humana, la razón obliga a actuar según convenga, y la voluntad no tendrá más que cumplir con su cometido.
Para decirlo de otro modo, nadie actúa mal por su propia voluntad, pues nadie hace el mal voluntariamente, sino por el hecho de desconocer el modo de actuar adecuado, o por desconocer las circunstancias que rodean a una situación concreta. A esto se le llama intelectualismo ético, o moral.
El método socrático se basa en un tipo de reflexión que a través del dialogo reflexionaría sobre las cuestiones que son importantes para la vida diaria. El método socrático basado en esta reflexión consta de estos dos procedicimientos.
La ironía, en la cual adoptando la posición de quien no sabe nada, Sócrates emprende la crítica de los supuestos conocimientos de sus interlocutores, hasta llegar a un punto en el que las dudas y la ignorancia queden al descubierto. Así, pretendía rechazar respuestas inadecuadas, para conseguir encontrar las correctas.
La mayéutica. El filósofo debe ayudarnos a parir los conocimientos que disponemos. En realidad al alcanzar el conocimiento no inventamos nada nuevo, sino que simplemente extraemos los contenidos que ya tenemos en nuestro interior.