Agronomía, Recursos Forestales y Montes


Silvicultura


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Libros:

DICCIONARIO ENCICLOPÉDICO LAROUSSE

RECURSOS NATURALES EN ANDALUCÍA

Índice

-PÁGINA 1 ................................................................ Antecedentes de la silvicultura y el empleo.

-PÁGINA 2 ................................................................ Empleo, organización y tripartismo y problemas pendientes.

-PÁGINA 3 ................................................................ Problemas pendientes y actividades de la OIT.

-PÁGINA 4 ................................................................ Actividades de la OIT (continuación).

-PÁGINA 5 ................................................................ La silvicultura. ¿Qué es?, La semilla, Vivero

-PÁGINA 6 ................................................................ Plantación, manejo forestal y cosecha forestal.

-PÁGINA 7 ................................................................ Cosecha forestal (continuación) y usos de la madera.

-PÁGINA 8 ................................................................ Generalidades sobre la silvicultura: repoblación o regeneración, características de una plantación y las especies.

-PÁGINA 9 ................................................................ Las especies (continuación), características y resumen histórico.

-PÁGINA 10 .............................................................. Relaciones de la silvicultura con diversas ciencias o técnicas.

-PÁGINA 11 .............................................................. Relaciones de la silvicultura con diversas ciencias o técnicas (continuación), variantes de la silvicultura.

-PÁGINA 12 .............................................................. La silvicultura en diferentes países, tendencias en silvicultura.

-PÁGINA 13 .............................................................. Algunos progresos en silvicultura.

-PÁGINAS 14, 15 y 16 .............................................. Valores ambientales y valores económicos en el espacio forestal.

LA SILVICULTURA

¿Qué es?

Silvicultura es la ciencia destinada a la formación y cultivo de bosques. Es una ciencia hermana de la agricultura. Ambas ciencias se diferencian en varios aspectos, uno de los más notables es el tiempo de espera para la cosecha. En el caso de la agricultura, ésta obtiene sus frutos o cosechas en meses, mientras que en el caso de la silvicultura, las cosechas se obtienen después de esperar decenas de años, dependiendo de la especie que se trate.

La semilla:

La semilla es el órgano (femenino) de los árboles fecundados por un grano de polen (masculino), el cual se convertirá en un nuevo individuo.

Una de las principales etapas de la silvicultura lo constituye la formación del bosque. Esta se realiza en CMPC a través de un proceso de selección de semillas y mejoramiento genético, buscando los árboles de las mejores características de: forma, altura, estructura y otras propiedades de la madera de interés forestal.

En la actualidad, la tecnología ha avanzado a la línea de la clonación de individuos a través de la técnica de micropropagación vegetativa.

La semilla de árboles seleccionados es llevada a los viveros forestales para la producción de plantas.

Vivero:

El vivero es un lugar físico apropiado para obtener plantas a partir de semillas. Las plantas posteriormente serán trasladadas a los lugares definitivos donde se establecerán los bosques, mediante el uso de la técnica de plantación.

El vivero es un lugar que debe reunir una serie de requisitos técnicos: su topografía debe ser plana, debe poseer abundante agua, sobre todo en el período estival, entre otros.

La producción de plantas de óptima calidad tiene un efecto decisivo en la posterior formación del recurso forestal. Ella asegura una mayor resistencia a factores adversos (suelo, clima, plagas) y posibilita la obtención de productos del bosque en rotaciones más cortas, en mayores volúmenes y con mejores características de densidad, apariencia y resistencia físico-mecánica.

Empresas CMPC posee un vivero altamente mecanizado, único en Sudamérica con fertiriego (fertilizante en el riego de forma automática), ubicado en la comuna de Cabrero, VIII Región. Allí se producen aproximadamente 30 millones de plantas para los procesos de forestación y reforestación. La tasa promedio de plantación CMPC en Chile ha sido del orden de 22 mil hectáreas anuales, lo que se traduce en más de 250 millones de árboles plantados en la última década.

Los viveros realizan sus siembras en primavera y una vez que las plantas han sido desarrolladas, se llevan a plantación en el invierno siguiente. Además, en el vivero se preparan las plantas que se producen mediante técnicas de reproducción vegetativa, es decir, se toma un trozo de tejido de un árbol y se obtiene otra planta, que es genéticamente idéntica a la planta original.

Plantación:

Plantación es el establecimiento de las plantas producidas en vivero en el lugar definitivo donde se formará el bosque. Esta actividad se lleva a cabo de preferencia durante el período invernal, aprovechando que la planta se encuentra en dormancia y el suelo presenta un alto contenido de humedad. Las especies seleccionadas para formar el patrimonio forestal son el pino radiata y diversas especies del género eucalipto.

El establecimiento de plantaciones va acompañado de actividades de preparación de suelos (mejora la captación de nutrientes y humedad), como también avanzadas técnicas de control de malezas y fertilización de los suelos, lo que facilita el crecimiento de los árboles.

Las plantaciones forestales se realizan mediante la participación de gran número de trabajadores capacitados y competentes.

Manejo forestal:

Se denomina manejo forestal a ciertas intervenciones silviculturales. Entre las más habituales están los raleos y podas. Los raleos consisten en la extracción de los ejemplares defectuosos o suprimidos, a fin de mejorar la provisión de nutrientes del suelo y radiación solar a los árboles de mejores características. Esto permite la obtención de trozos (troncos) de mayor diámetro y de mejor forma. Con las podas, las que consisten en la eliminación parcial de las ramas inferiores de los árboles, se asegura la obtención de madera libre de nudos, la cual es altamente cotizada en los mercados internacionales.

Empresas CMPC posee bosques con y sin manejo forestal, los que cumpliendo su edad de rotación entran en la cosecha final.

Una vez que los árboles poseen aproximadamente 5 años (para el caso del pino radiata) comienza el manejo forestal, siendo ésta una de las etapas decisivas dentro del ciclo forestal, ya que con estas intervenciones se puede obtener ciertos productos, necesarios para satisfacer las demandas de las personas.

Cosecha forestal:

La cosecha forestal es una de las actividades de la silvicultura y consiste en la corta de los árboles adultos mediante técnicas adecuadas y personal capacitado, para hacer llegar la madera en las condiciones requeridas por los centros industriales, y de esta manera satisfacer las necesidades de las personas.

En sectores de topografía fuerte se utilizan se utilizan para la cosecha de bosques normalmente torres de madereo; en sectores con menores pendientes se usa maquinaria especializada como harvester, apoyados por motosierras previamente capacitados y certificados para acreditar su competencia.

Dependiendo del uso final que se le dará a la madera, los bosques de pino son cosechados entre los 18 y 20 años, cuando su destino es celulosa (pulpa); se cosechan entre 20 y 25 años cuando el uso de la madera es aserrable y entre 25 y 30 años cuando la madera se destina a la producción de trozos de exportación.

Una vez que los árboles son cosechados (volteados), los trozos son trasladados a canchas de acopio, donde posteriormente y vía camión, son enviados a los distintos centros de consumo de madera, para ser transformados en miles de productos diariamente utilizados en la vida diaria. No podríamos imaginar nuestra vida sin la madera. Después de que los árboles son cosechados, inmediatamente en el próximo invierno se reforesta el mismo terreno.

Usos de la madera:

Una vez que los árboles han alcanzado su madurez, están en condiciones de ser cosechados. Al árbol cosechado se le cortan las ramas, las que deben quedar en el sitio donde éste creció, para alimentar a los otros árboles que vendrán en la reforestación. Una vez que se le cortan las ramas, queda el fuste o tronco. Dependiendo del diámetro del fuste, es el destino que tendrá el trozo de madera.

ANTECEDENTES

Estos tres subsectores presentan unas características sociales y laborales muy diferentes. Su estructura varía mucho de un país a otro. En algunos sectores forestales predomina la presencia de grandes empresas integradas verticalmente, y en otros la presencia de pequeños propietarios forestales privados. El Estado es a menudo un gran propietario de bosques. Existe una escala de tecnologías muy variada, que abarca desde la mecanización total de las operaciones hasta el trabajo exlusivamente manual.

La silvicultura comprende todas las operaciones necesarias para regenerar, expotar y proteger los bosques, así como para recolectar sus productos. Su producción (comercial) representa el 0,4% del PIB mundial. La madera es con mucho el producto forestal más importante. Diversos productos no madereros forestales, como el roten son importantes en algunas regiones. Se prevé que la producción aumenta en un 2,7% al año, y mucho más en los países en desarrollo que en los industrializados. Con frecuencia, la silvicultura es también un elemento muy importante de las economías rurales, que proporciona empleos complementarios de los de la agricultura y ofrece puestos de trabajo en regiones en que no abundan otras oportunidades de empleo.

La industria de la madera comprende la conversión de este material en productos elaborados (tableros, muebles, etc.). La aportación de la industria de la madera al PNB oscila entre menos de 1% y más del 20%. El sector maderero puede ser pequeño en muchos países en desarrollo, pero la conversión de la madera en productos elaborados es uno de los sectores más importantes del sector no estructurado en la mayoría de estos países, y muy a menudo está íntimamente ligado a la agricultura, tanto en términos de mano de obra como de inversiones.

Las industrias de la celulosa y el papel se dedican a la conversión de fibras, en general procedentes de la madera, en celulosa y, a partir de ella, en una amplia gama de productos como el papel, los materiales de envase y embalaje, etc. En un número creciente de países, la industria de la celulosa y el papel es uno de los mayores sectores de fabricación y exportación, al representar hasta el 2 y 3,5% del PIB. La producción crece un 3% anual. La fabricación de productos de papel se caracteriza a menudo por la existencia de unidades pequeñas y la utilización de una tecnología tradicional, mientras que la elaboración de la celulosa y el papel está dominada por empresas muy grandes y de alto nivel tecnológico. Desde hace unos años, se tiende muy claramente a la fusión de empresas, con lo cual en el sector se llega a un alto grado de concentración en algunos países y a la constitución de grandes multinacionales.

EMPLEO

En muchos casos, las estadísticas sobre el empleo asalariado en la silvicultura no existen, o no son fidedignas. En ellas no se incluye a muchos silvicultores y trabajadores por cuenta propia, y la inmensa mayoría de las actividades contabilizadas son más de subsistencia que de empleo asalariado. En el sector silvícola, el empleo asalariado mundial asciende a unos 3 millones de trabajadores; aproximadamente 1 millón de ellos se hallan en países industrializados. Los trabajos de subsistencia no remunerados, que consisten principalmente en la recolección de leña, representan probablemente el equivalente del trabajo a tiempo completo de unos 14 millones de personas, el 90% de las cuales viven en países en desarrollo. En la mayoría de los países industrializados, la población activa en la silvicultura se ha reducido a raíz de la rápida mecanización, mientras que aumentará probablemente en varios países en desarrollo gracias a una explotación forestal más intensiva y a la plantación de árboles. Por otra parte, es probable que los empleos de subsistencia disminuyan progresivamente conforme se vaya sustituyendo la leña por otras fuentes de energía.

El empleo mundial en el sector estructurado de las industrias de la madera asciende a unos 7,5 millones de personas: 4,3 millones en el subsector primario y 3,2 millones en el de la fabricación de muebles. El crecimiento es más rápido en los países en desarrollo, en particular en los países de Asia. En la mayoría de ellos, el empleo en el sector no estructurado supera el que corresponde al sector estructurado en una proporción de al menos 10:1. Es, pues, probable que el sector no estructurado ocupe a una mano de obra adicional de 30 a 50 millones de personas, muchas de ellas con carácter estacional o a tiempo parcial.

En cuanto a la celulosa y el papel , el empleo mundial se cifra en unos 4,3 millones de trabajadores, o sea, aproximadamente, en el 2,1% del empleo industrial. El empleo ha crecido mucho más despacio que la producción; aunmenta principalmente en países en desarrollo, mientras que disminuye al incrementarse la productividad en la mayoría de los países industrializados.

ORGANIZACIÓN Y TRIPARTISMO

Los sindicatos y los trabajadores sindicados son pocos en el sector silvícola en razón de la dispersión de la mano de obra, de su movilidad geográfica y del carácter a veces estacional de su actividad. El número de trabajadores de plantilla sindicados, ocupados habitualmente en grandes empresas, disminuye constantemente. Para los inspectores del trabajo, los problemas de acceso a los lugares de trabajo son tales que su actividad se ve muy reducida. Por la misma razón, los trabajadores forestales están poco protegidos en el ejercicio de sus derechos. A pesar de la debilidad de las organizaciones sindicales, la cooperación tripartita en los planos nacional y local ha resultado eficaz en algunos países y empresas.

En el sector estructurado de la madera, el grado de sindicación es muy variable, pero siempre mayor que en la silvicultura, y suele corresponder al de otros sectores industriales. El subsector de la celulosa y de sus grandes unidades de producción está muy organizado, tanto en el caso de los trabajadores como en el de los empleadores. No se puede decir lo mismo de la industria del papel.

PROBLEMAS PENDIENTES

La mano de obra subcontratada representa en la mayoría de los países una proporción importante y cada vez mayor de los trabajadores forestales. Aunque jurídicamente se consideren como empresarios, los contratistas tienen en algunos países una autonomía limitada y pueden ser en realidad trabajadores encubiertos. En muchos países los contratistas no están amparados por la legislación laboral y gozan de menos protección que los trabajadores que tienen un empleo. Los propios contratistas y su personal ejercen un empleo muy inestable; dada la necesidad de reducir los costos en un mercado muy competitivo, tienden a propasarse en los ritmos de trabajo y a trabajar horas excesivas. Incurren, a veces, en prácticas ilícitas como el trabajo clandestino y la contratación de inmigrados no declarados.

En muchos países tropicales, las condiciones de trabajo no reúnen los requisitos básicos en materia de alojamiento y nutrición, por no hablar de la protección social. En muchos casos, los trabajadores viven en campamentos, en lugares muy aislados. La rotación de personal suele ser muy rápida aún en muchos de los países industrializados. La silvicultura es una de las tres ocupaciones más peligrosas en casi todos los países.

En los últimos decenios, la formación de los trabajadores forestales ha progresado mucho en Europa, pero es todavía rudimentaria o inexistente en la mayoría de los países tropicales. Una buena formación es un elemento esencial para salir del círculo vicioso que constituyen los bajos niveles de productividad y de remuneración, la tasa elevada de accidentes y la rápida rotación de la mano de obra.

La industria de la madera vive profundos cambios estructurales como consecuencia de la mundialización. Muchas industrias se trasladan a lugares más próximos a donde se halla la materia prima o en donde se pagan salarios inferiores. Para aumentar el valor añadido de su actividad industrial, las industrias nacionales de conversión de la madera se han multiplicado en muchos países en desarrollo, por lo cual las empresas y los trabajadores de países tradicionalmente productores de madera se han visto obligados a reducir los costos y a adaptarse a la situación sin conculcar las normas laborales. En los nuevos lugares de explotación, las condiciones de trabajo, la protección de los trabajadores y su grado de organización son a menudo insatisfactorios.

En la industria de la celulosa y el papel, los problemas principales se derivan de la rápida evolución tecnológica y estructural, y se refieren a las cuestiones siguientes: seguridad en el empleo, planificación de los despidos, formas flexibles de trabajo y perfeccionamiento de los recursos humanos.

ACTIVIDADES DE LA OIT

Los especialistas del sector de la silvicultura del equipo de Industria II (antiguamente parte del Servicio de Actividades Industriales - INDUSTR) del Departamento de Actividades Sectoriales (SECTOR) han adquirido un gran acervo de experiencia en la formación de supervisores y de trabajadores forestales, gracias a los estudios y proyectos realizados. En varios países se han aplicado con éxito métodos de examen de aptitudes y de certificación. Para mejorar las condiciones de trabajo, la seguridad y la salud, y las bases de la formación, los especialistas del sector de silvicultura de la OIT fomentan la elaboración de repertorios nacionales de recomendaciones prácticas. Por razones ecológicas, la industria y los gobiernos de muchos países han prestado interés a los servicios de asesoramiento de la OIT en la preparación de tales repertorios. También se han conseguido resultados muy positivos al adoptarse en la silvicultura una inspección del trabajo basada en el uso de listas de comprobación.

El estudio del trabajo y la ergonomía aplicada han constituido las principales actividades editoriales de cooperación técnica relativas a silvicultura. En muchos casos, unos métodos mal concebidos o una tecnología inadecuada aumentan considerablemente la carga de trabajo, sin por ello elevar los bajos niveles de productividad. La experiencia indica que unas condiciones mejores podrían ser rentables, al redundar el beneficio de trabajadores y empleadores.

Para promover el intercambio de información y la cooperación entre las personas preocupadas por los problemas de los trabajadores forestales, los especialistas del sector de la silvicultura de la OIT han creado FORWORKNET (La Red de la Fuerza Laboral y Forestal), que cuenta con unos 280 miembros en 65 países. La red mantiene un registro de miembros, con índices de búsqueda, y asegura la publicación periódica de hojas de actualización técnica.

En 1991, en una reunión tripartita sectorial se consideró la cuestión de los adelantos técnicos y la formación en el sector de la silvicultura, y se adoptaron unas conclusiones que continúan siendo directrices internacionales útiles para el sector. En 1992, en otra reunión tripartita sectorial se examinó una amplia gama de temas sociales y laborales relativos a la industria de la celulosa y el papel y se adoptaron unas conclusiones que son todavía válidas. La última reunión tripartita se centró en el desarrollo de un repertorio de recomendaciones prácticas sobre seguridad y salud en el trabajo forestal.

Otras actividades se han centrado en la pequeña empresa y en el sector no estructurado. Los "distritos industriales" pueden constituir un modelo fecundo de cooperación entre pequeñas empresas. Algunos de los más conocidos se desarrollaron en torno a industrias madereras de Italia y Dinamarca. Este modelo podría resultar igualmente útil en los países en desarrollo.

VALORES AMBIENTALES Y VALORES ECONÓMICOS EN EL ESPACIO FORESTAL

La actual superficie forestal, algo más de cuatro millones de hectáreas, es el resultado de un largo y difícil proceso de colonización agrícola que ha ido ocupando inexorablemente los suelos antes forestales. Un proceso que ha ido delimitando la frontera entre lo agrícola y lo forestal.

Pero no sólo ha sido una cuestión de límites físicos entre un ámbito y otro. Debe recordarse que en los sistemas agrarios tradicionales, existía un nexo de unión entre cultivos, ganadería y bosques, aún dentro de una misma explotación. La radical segregación de uno y otro ámbito es un hecho relativamente reciente. La intensificación y tecnificación de la agricultura ha tenido como consecuencia una simplificación del uso y del paisaje, de los que se excluye cualquier otra dedicación. El espacio forestal va reduciéndose, así, a unos límites precisos, a unas manchas homogéneas donde por razones topográficas o edafológicas el laboreo no es posible ni rentable.

La extensión, forma y cualidades del espacio forestal es, pues, tanto consecuencia del medio como de la historia. La imagen del mundo forestal como paradigma de naturaleza puede ser equívoca, siempre que tal imagen no se evoque en términos comparativos con otros estados aún más transformados (las zonas agrícolas, los ambientes urbanos).

La diversidad de especies, estados y tipos de vegetación que hoy puede observarse en el medio forestal es consecuencia de profundas manipulaciones de la actividad humana; algunas muy lentas y apoyadas en el sustrato natural (las dehesas, los bosques de encinas y alcornoques), otras muy rápidas y recientes, muchas veces sustituyendo los ecosistemas preexistentes (las repoblaciones monoespecíficas de pinos o eucaliptos).

Aproximadamente el 50 por ciento de la superficie de Andalucía puede considerarse forestal, dando a este término una definición amplia que abarca todos aquellos terrenos que, ya sea por sus características físicas, agronómicas o ecológicas, no son susceptibles de laboreo agrícola. De aquella superficie, algo más de la mitad está constituida por masas arboladas ,es decir, que presentan densidades superiores a los 15 pies por hectárea. La restante superficie forestal, más de un millón y medio de hectáreas, la forman terrenos no arbolados (matorrales, herbazales, roquedales).

Este 50 por ciento de la superficie andaluza apenas aporta, sin embargo, un 2 por ciento a la producción final agraria. Caza, madera, frutos y corcho son los principales sectores de la producción forestal, a ellos habría que añadir el valor de los aprovechamientos de los pastos. Y, junto a estos recursos básicos, una gran variedad de aprovechamientos menores: leña, pesca fluvial, hongos, plantas aromáticas.

La gran variedad de recursos forestales contrasta, sin duda, con su limitada aportación a la riqueza regional. Las causas de la baja rentabilidad de los espacios forestales hay que buscarla tanto en razón del propio medio natural como de la deficiente estructura económica del sector.

El primer motivo aducido debe ser, en todo caso, matizado. Los principales bienes económicos, con reflejo en el mercado, que producen los montes andaluces alcanzan una productividad inferior a la de otras áreas nacionales y europeas, por evidentes limitaciones, sobre todo climáticas, como el intenso y prolongado período seco interanual. Este hecho condiciona una inevitable desventaja respecto a la Europa del Norte y todo el dominio atlántico (incluso respecto a otros enclaves mediterráneos) en la producción de algunos recursos: madera, frutos, pastos... Es éste, pues, un hecho dado y, en consecuencia, forzar un medio limitado en productividad más allá de sus reales potencialidades puede ser extremadamente peligroso para la preservación de los ámbitos forestales; esto es lo que, de alguna manera, se intentó a partir de los años sesenta persiguiendo convertir a la región en productora neta de madera, con la introducción de especies foráneas de crecimiento rápido. Además, esta desventaja tan sólo es cierta si se circunscribe, como ya se ha apuntado, a aquellos bienes valorados en el mercado. El bosque, el matorral, el monte, producen sin interrupción otros bienes económicos y sociales insustituibles y que no se contabilizan en términos monetarios (incremento de recursos hídricos, suavización del clima, protección de suelos).

Pero, sin duda, la baja productividad es sólo achacable a las condiciones del medio. Importantes deficiencias internas del sector contribuyen a ello: la existencia de grandes superficies de matorral degradado, donde lógicamente la producción es muy reducida; una inadecuada explotación en los espacios arbolados, debido a la ausencia de ordenaciones de los aprovechamientos, de trabajos selvícolas, de inversiones de mejora; una desvalorización y abandono de ciertos aprovechamientos, como pastos y frutos, tan entrelazados en el sistema ganadero-forestal de las dehesas y el monte mediterráneo, por la crisis de rentabilidad de la ganadería extensiva; deficiencias en la infraestructura de los montes: redes de caminos rurales, cortafuegos, presas, obras de corrección hidrológica; finalmente, deficiencias en la propia estructura económica: los productos forestales generan un escaso valor añadido dentro de la propia región, y generalmente son exportados sin apenas transformaciones industriales y mediante inadecuados sistemas de comercialización, repercutiendo de manera acusada en el bajo precio percibido por el productor primario.

Todo lo anterior no puede dejar de tener su reflejo como desigualdad en el territorio. En efecto, el espacio forestal es el eslabón más débil de la trama productiva regional. En las últimas décadas, las comarcas forestales se han mostrado incapaces de generar suficientes rentas y empleos como para mantener una población estable; se calcula que las comarcas forestales han perdido en las cuatro últimas décadas casi la mitad de su población, dando como resultado una baja densidad (por lo general inferior a 30 habitantes por kilómetro cuadrado), la pérdida de peso urbano de sus pueblos y ciudades y un drástico envejecimiento de la población. Debilidad económica y marginalidad territorial. Una situación que contrasta inevitablemente con la variedad y diversidad de recursos y la riqueza natural de las áreas forestales. Una situación que revela, sin duda, deficiencias sectoriales internas y, también, unos desfavorables términos de intercambio con el resto de la economía regional.

La auténtica valoración de la riqueza forestal quedaría enmascarada si se analiza estrictamente en su aspecto estadístico convencional. Las utilidades y beneficios de un monte, de un espacio forestal, van más allá de aquellos recursos que admiten un intercambio en el mercado. El medio forestal produce una serie de beneficios, normalmente denominados indirectos, que no tienen reflejo alguno en la contabilidad económica, porque socialmente no se encuentran valorados y por tanto no son incorporados como bienes al mercado.

La práctica totalidad de los recursos hídricos útiles superficiales se generan y almacenan sobre los espacios forestales. La permanencia de una cubierta vegetal adecuada es un requisito imprescindible para optimizar el ciclo del agua, facilitando la infiltración y retención; de esta manera es posible paliar la característica torrencialidad mediterránea; las áreas forestales son, así, elementos claves dentro del ciclo de producción de recursos hídricos.

No menos importante es su papel en la mejora de la fertilidad de los suelos y, como consecuencia, en el mantenimiento de condiciones de estabilidad de los mismos. Cumplen, pues, una función vital para la protección de poblaciones, cultivos e infraestructuras, generalmente situadas a cotas inferiores de los terrenos forestales.

Beneficios directos y beneficios indirectos. A menudo estos dos conceptos han sido contrapuestos en la política y la práctica forestal. La consecuencia es un esquema de atribución de funciones que delega en ciertos montes la producción de recursos y en otros distintos el mantenimiento de determinados valores ambientales. Esta es la característica dicotomía entre montes productores y montes protectores que dominó durante mucho tiempo el panorama forestal y que, en el caso andaluz, se plasmó en las extensas repoblaciones monoespecíficas de eucaliptos y pinos para la producción de madera que hoy dominan el paisaje de muchas comarcas de montaña.

Por más que las consecuencias físicas de esos planteamientos aún estén vigentes, sin duda no lo están los principios ambientales y técnicos en que se basaron. Frente a ellos va tomando cuerpo la opción que cree posible compatibilizar la generación de utilidades económicas y beneficios sociales y ambientales en un mismo monte, en un mismo espacio forestal, no segregado en funciones simples, sino aceptando y tomando como punto de partida la riqueza y diversidad que se deriva de la base natural en que se sustenta. Es más, sólo así sería posible lograr un auténtico desarrollo duradero, capaz de mantener la riqueza y los valores naturales y, a la vez, extraer a las zonas forestales de la región de su actual estado de marginalidad socioeconómica y territorial.

GENERALIDADES SOBRE LA SILVICULTURA

Se distinguen diferentes tipos de monte: 1º, el monte alto, donde los árboles proceden generalmente del semillero, y que puede ser regular o irregular; 2º, el monte bajo, cuyos árboles proceden de retoños o brotes de la raíces (el monte bajo puede ser simple (aspecto uniforme), o diverso, con pies de diferentes edades; en el monte bajo adehesado se combina la plantación con un cultivo agrícola); 3º, el monte medio, en el cual, entre las extensiones de monte bajo, se conservan árboles de mayor edad (resalvos nuevos, modernos, antiguos); 4º, el prado-bosque, donde los árboles aislados o agrupaciones de monte alto alternan con los pastos.

El silvicultor vigila la producción del monte actuando sobre ciertos factores, como por ejemplo, la rectitud de los troncos, su forma más o menos cilíndrica, la presencia o ausencia de ramas, el diámetro de éstas, etc.; mediante la tala de árboles, el silvicultor influye sobre la penetración de luz, calor, lluvia o viento dentro de la plantación, siempre respetando ciertos límites impuestos por la naturaleza; el silvicultor debe calcular estos límites, para incrementarlos o reducirlos mediante la acción sobre el sotobosque y las especies secundarias o de acompañamiento.

Repoblación o regeneración:

Excepto en el caso del monte bajo, la repoblación suele efectuarse por vía natural, con semillas procedentes de los árboles destinados a su producción, situados en la parcela o en sus cercanías. Se realiza, o bien mediante una tala completa de los árboles existentes, reservando únicamente los seleccionados para producir semilla, o bien por talas sucesivas. También se realiza por vía artificial: siembra directa en tierra removida o, con más frecuencia, plantación de jóvenes brotes obtenidos en semillero forestal.

Las operaciones mediante las cuales se concretiza la silvicultura son: 1º, ante todo, la tala de los árboles grandes, lo cual asegura la producción del bosque (productos principales); 2º, la tala de los productos intermedios o secundarios (aclareo en zonas demasiado espesas, tala con fines sanitarios, etc.); 3º, aclareo de siembras excesivamente pobladas y eliminación de especies improductivas que puedan perjudicar el desarrollo de las especies explotadas.

Características de una plantación:

Son la densidad, la altura (la altura máxima total caracteriza bastante bien una estación, en especial en lo referente a la fertilidad global de su suelo) y las condiciones sanitarias.

Las especies:

Si bien en la mayor parte de países son numerosas las especies interesantes en silvicultura, para un lugar determinado sólo unas pocas de ellas pueden ser objeto de explotación.

Cada especie influye sobre las demás. Si la haya sucede a la encina, existe el riesgo de que la elimine definitivamente (a menos que el silvicultor intervenga de forma eficaz), ya que las hayas jóvenes soportan la espesura poco densa de la encina, pero las encinas jóvenes no prosperan bajo la espesura de las hayas. Sin embargo, se dan fenómenos de alternancia: abeto-picea, después picea-abeto, debido al cambio de humus. Algunas especies degradan el suelo, mientras que otras lo mejoran. Las mezclas de especies pueden ser permanentes o temporales, íntimas o en bandas, formando pequeños grupos o grandes grupos.

El aclareo es una de las operaciones más importantes de la silvicultura. En primer lugar, puede ser selectivo, procurando espacio y calidad. En este caso, el objeto del aclareo es repartir de la mejor manera posible los árboles que se deben conservar, mejorar las condiciones ambientales de los árboles jóvenes seleccionando los de tronco recto, sección regular, copa regular y bien proporcionada, crecimiento terminal dominante y dotados de salud y vitalidad (distinguibles por el color, el brillo...). Otro objetivo del aclareo es el proporcionar una mayor iluminación, consiguiendo así un mayor crecimiento en diámetro; debe realizarse esta operación antes de finalizar el crecimiento en altura; generalmente sucede al aclareo selectivo.

Características

La silvicultura debe adaptarse a los fines que se persiguen. Si el objetivo principal es la función de producción, deben considerarse por lo menos dos aspectos. Si lo que interesa es la cantidad, hay que hacer todo lo posible para conseguir el máximo crecimiento anual. Si se busca la calidad (carpintería, contrachapado, etc.), se aumentará o reducirá el crecimiento, según sean las características del monte; generalmente, en un monte espeso, se intentará favorecer la poda natural (lo cual disminuirá el número y el diámetro de los futuros nudos del árbol). En caso de que se pretenda mantener el suelo en buen estado, o regularizar el curso de manantiales y arroyos, o regenerar un bosque degradado, se deberá evitar en lo posible poda o corte de árboles, siendo más prudente aplicar una silvicultura ecológica más conservadora.

El medio de acción más importante para el silvicultor es la tala. Hay varios tipos de talas: en el monte alto regular, se realiza la tala de sementero, la de repoblación y las talas de mejora; en el monte alto irregular, la distinción no es tan clara, y las talas tienen generalmente un carácter mixto; en el monte bajo, la tala suprime todos o casi todos los tallos existentes, aislados o en macollas.

Una de las nociones básicas de la silvicultura es la de explotación. Un árbol puede ser clasificado como "explotable" según criterios bastante diferentes.

La silvicultura, y en esto se distingue de la agricultura, se basa no en el estudio de producciones anuales, sino en el de producciones escalonadas a lo largo de 30, 50, 100 o 200 años; es necesario esperar y prever, trabajar para las generaciones siguientes; todo esto implica gran cantidad de consecuencias. Otra particularidad es la incorporación de las ganancias al capital: resulta difícil sacar exactamente lo que ha crecido desde la última tala, ya que este crecimiento viene expresado en anillos leñosos apretados y unidos; así, se pueden cometer abusos (capital sacrificado) o tomar medidas excesivamente prudentes y conservadoras (acumulación de material con el árbol).

La silvicultura depende en gran manera del origen de los bosques: la mayoría de éstos son residuos (muy transformados) de la vegetación forestal primitiva que sólo se han conservado en los suelos demasiado inclinados, en los excesivamente pedregosos, en suelos muy húmedos o infértiles: ciertamente, el bosque extrae el mejor partido posible de estas tierras, pero no llega a alcanzar el desarrollo que adquiriría en los mejores suelos vecinos.

Resumen histórico:

La silvicultura primitiva consistía sobre todo en tomar los productos útiles y deseados; había relativa abundancia de bosques, y la selección era principalmente negativa. Poco a poco se fue viendo que esta "economía de cosecha" ya no era conveniente, y que era necesario pensar en la perpetuación del bosque y en la mejora de sus facultades productoras. En el siglo XVIII, simultáneamente, franceses y alemanes hicieron avanzar la ciencia forestal. Más tarde, los profesores de la escuela nacional de aguas y bosques de Nancy (creada en 1825), en Francia, establecieron una doctrina, actualmente un poco criticada, pero que sirvió para restaurar algunos bosques europeos muy degradados y reconocer su importancia ecológica.

Relaciones de la silvicultura con diversas ciencias o técnicas:

  • Con la climatología. La presencia y el buen crecimiento de las especies depende estrechamente del clima regional, que actúa a través de factores de acción permanente (iluminación solar) y de factores de eliminación (rebasamiento de umbrales críticos: hielo). Pero, sobre todo, hay que considerar el clima estacional (mesoclima [el de una media hectárea, por ejemplo]) y el microclima (bajo la espesura). La fotología influye particularmente en la silvicultura, puesto que el primer resultado de toda corta es un aumento de luz y la modificación de la composición de las radiaciones que llegan al suelo y a las jóvenes plantas, o, lateralmente, a las hojas de los árboles adultos.

  • Con la botánica sistemática. En este ámbito, las relaciones son evidentes.

  • Con la genética. El silvicultor intenta eliminar las razas inadaptadas o mal formadas. Busca las líneas más robustas, las más resistentes a los diversos enemigos o las más prolíficas. Selecciona árboles de élite para recoger sus semillas, o árboles resistentes para efectuar injertos sobre ellos.

  • Con la ecología vegetal o animal. El bosque es un medio vivo complejo; cualquier acción del silvicultor (como también la acción del pastor y su rebaño, o la del ingeniero que abre un camino, o incluso la del caminante) repercute sobre el medio, mejorándolo o deteriorándolo. El bosque es un conjunto de equilibrios, algunos estables o reversibles, otros precarios; algunos incluso no son reversibles. Los especialistas forestales han sido precursores en ecología, han sido ecólogos sin saberlo.

  • Con la fitogeografía y la fitosociología. Todo bosque es un ser múltiple, complejo.

  • Con la fisiología y fenología vegetal. Estas ciencias estudian los mecanismos de circulación de la savia, del desarrollo de las yemas, del crecimiento de las ramas, de la caída de las hojas.

  • Con la zoología (aves, insectos, etc.).

  • Con la patología. Hay que saber luchar contra los hongos que atacan los árboles; raramente se hace por tratamientos químicos debido a su elevado costo, sino generalmente por medio de la selección rápida (a ser posible, a partir de los primeros signos detectados).

  • Con las ciencias del suelo (geología, geomorfología, litología, mineralogía, edafología...). El suelo actúa sobre el bosque, y el bosque actúa sobre el suelo.

  • Con la hidrología.

  • Con la edafozoología, edafomicrobiología y micología. Estas ciencias tienen importantes aplicaciones en silvicultura.

  • Con la dedrometría (que estudia las leyes del crecimiento de los árboles, independientemente de las condiciones). Los árboles son objeto de ciertas medidas (longitud, diámetro y circunferencia del tronco, espesor de los anillos anuales, espesor y volumen, proporción de corteza, etc.). El dendrólogo también se sirve del cálculo estadístico para juzgar el valor de sus medidas. Para esto, estudia muestras de la población para luego confeccionar tablas de producción.

  • Con la tecnología (propiedades mecánicas, físicas y químicas de la madera de las diversas especies; su resistencia a los insectos y a los hongos). El silvicultor establece la elección de las especies que debe favorecer, la edad de explotación, la periodicidad de las talas (a menos que no sea el tecnólogo el que se vea obligado a sacar el mejor partido posible de los árboles que le ha procurado el silvicultor).

  • Con la fotografía aérea.

  • Con la estética del paisaje. Muy a menudo, el silvicultor ha tenido la preocupación de mantener o recrear una cierta belleza. La necesidad de estética en el paisaje se ha convertido en un accesorio importante de la producción maderera, incluso a veces sustituyendo este objetivo tradicional. Los ciudadanos, paseantes y turistas esperan encontrar troncos rectos y esbeltos o, a veces, por el contrario, un paisaje salvaje.

  • Con la historia y la geografía. En un punto dado del espacio y en una época concreta, un bosque es el resultado (previsorio) de una larga serie de acciones, algunas naturales (cambio climático, glaciaciones...), otras artificiales, humanas (incendios, explotaciones y sobreexplotaciones, pastoreo): no se puede comprender nada con respecto al estado de un bosque y su dinámica si se olvida esta historia.

Variantes de la silvicultura:

Anteriormente existió una silvicultura del bosque con pastoreo: hasta los siglos XVII y XVIII, el recurso principal no era la madera, sino la hierba, la bellota, el hayuco; se solía buscar un monte alto clareado; los grabados del siglo XVIII ofrecen numerosas imágenes.

En los países cálidos todavía existe una silvicultura de árboles forrajeros: argán (en Marruecos), algarrobo, algarrobo blanco, acacia. Se producía una silvicultura mixta que unía la producción de madera al cultivo agrícola sobre chamicera.

Hasta el siglo XIX se practicó una silvicultura de madera para barcos; su objetivo principal o único era aumentar la producción de los bosques de encinas de madera dura; esta maderaa debía ser curva (con diversos grados de curvaturas); también se requerían largas maderas para la cubiera y los mástiles.

Existió asimismo una silvicultura de árboles con corteza: la extracción de la corteza, cuando se realizaba directamente, era muy perjudicial para la evolución de las plantaciones, y el estado actual de éstas todavía se resiente de ello.

Se practica una silvicultura de repoblación forestal por enriquecimiento, sustitución y repoblación de terrenos desnudos o landas.

La lignicultura es una silvicultura intensiva (cultivo del suelo, riego, abono, selección severa, podas). Se puede aplicar a los álamos, pero también a los sauces y plátanos (Estados Unidos).

La silvicultura de incendio intenta evitar la nueva propagación de incendios por medio de la eliminación de especies resinosas en las zonas marginales, mediante la creación de cordones poco combustibles, por limpiezas periódicas de la maleza y del sotobosque, etc.

La silvicultura de sangradura se lleva a cabo en el pino negral y pino carrasco (en la provincia de Soria, en España) [sangradura en vivo y sangradura con muerte del árbol].

En la silvicultura del alcornoque, la extracción de corcho sigue un cierto ritmo, coordinado con las talas.

En la montaña, se practica una silvicultura de los prados-bosques.

Existe una silvicultura de las "reservas naturales dirigidas", muy sencilla (con explotación física).

La silvicultura especial de restauración de las poblaciones degradadas consiste principalmente en aumentar la espesura.

Existe también una silvicultura protectora de los terrenos sujetos a erosión o afectados por arroyos; debe ser también de carácter precavido y conservador.

La silvicultura ornamental (poblaciones no demasiado espesas y de composición muy variada) crea claros e instala árboles ornamentales.

La silvicultura de los bosques urbanos se emparenta con la de los parques arbolados: pretende crear un mejor ambiente natural y asegurar la perpetuación -si es necesario, por vía artificial- de las diferentes especies de árboles que existían inicialmente.

La silvicultura en diferentes países:

La silvicultura ecuatorial (A. Aubreville) cuenta con la presencia de especies de gran valor entre una masa de especies sin interés económico: debe hacerse, por lo tanto, una selección racional con vistas al futuro. Generalmente, estas especies preciosas se replantan en hileras. La silvicultura norteamericana fue durante largo tiempo extractiva; se cometieron muchos abusos, pero actualmente se ha creado una organización científica muy importante (J. W. Toumey). La silvicultura de la ex URSS (G. F. Mosossov) abarca, según parece, 600 millones de hectáreas. Existen enormes superficies en el norte que aún no están en explotación: grandes extensiones de terreno con un material maduro y excedentario, que justifican la explotación intensiva. La debilidad del relieve y la socialización han permitido la creación de combinats que agrupan la explotación y la utilización. La silvicultura nórdica, actuando sobre poblaciones que parecen uniformes a los ojos del profano, crea distinciones en función de las plantas indicadoras; la producción es baja (de 1,5 a 2,5 metros cúbicos/Hectárea por año), pero las superficias arboladas son muy extensas. La silvicultura alemana es muy metódica; su aplicación se ve facilitada por la mentalización de la población, favorable al bosque. Antiguamente sistemática y orientada hacia la producción resinosa, actualmente su objetivo principal es el mantenimiento del equilibrio ecológico. La silvicultura belga es similar a la silvicultura francesa. La silvicultura danesa es extremadamente precisa. Su producción unitaria está en cabeza de las producciones europeas (6,6 metros cúbicos/Hectárea por año). La silvicultura suiza intenta seguir de cerca las evoluciones naturales; es también una silvicultura intensiva, que concede gran importancia a los "bosques de protección" (que, por otra parte, conforman las tres cuartas partes de los bosques públicos). Los mismo ocurre con la silvicultura austriaca. La silvicultura italiana se interesa mucho por la producción de especies exóticas; Piccarolo ha contribuido en gran manera al desarrolo de la populicultura en Italia y en toda Europa.

España, que en tiempos pasados estuvo cubierta de grandes bosques, vio reducida su riqueza forestal a niveles increíbles. Las talas excesivas, unidas a los incendios fortuitos y provocados, cambiaron millones de hectáreas de manto verde en áreas de matorral y suelo desnudo donde la erosión actuó implacablemente, con todas sus desastrosas consecuencias.

Tendencias en silvicultura:

Están en función del estado de las poblaciones, del objetivo que se persigue y del temperamento del silvicultor. La silvicultura realista tiende a sacar el mejor partido posible de las actuales condiciones de la población y pretende solamente calcular sus beneficios inmediatos; la silvicultura idealista se fija forzosamente un objetivo lejano (justificado por las necesidades futuras) y fuerza por todos los medios a la población actual a realizar este objetivo, aunque sea sustituyéndolo por otro si el primero parece imposible de llevarse a término. Existe una silvicultura prudente, que teme las calamidades naturales, actúa poco a poco, se muestra paciente, precavida, preventiva, y una silvicultura brutal, que "corre peligros", que considera que ciertos trastornos de situación son también naturales, saludables y eficaces. Existe una silvicultura extensiva, que considera que el bosque debe proporcionar sus productos gratuitamente, y una silvicultura intensiva, que estima que las grandes inversiones (mano de obra, productos) son rentables.

Algunos progresos en silvicultura:

Se pueden esperar ciertos avances: nuevos progresos en las ciencias de base (edafología especializada, fisiología de las auxinas, genética...); una elección, a veces nueva, de las especies (utilización de variedades exóticas de crecimiento rápido); una selección cada vez más severa y más frecuente (tests precoces); la predesignación de ciertas especies; una mejor adaptación de la producción a las modernas técnicas de explotación; una adaptación de la producción a las nuevas necesidades. Este último problema es particularmente delicado, ya que, cuando se planta un joven árbol, se ignora el uso que de él se hará cincuenta años después. Es lo que ocurre con los bosques de árboles pequeños: gracias al laminado-encolado, se utilizan maderas más cortas que en otros tiempos.

Probablemente, se llegará a una mayor especialización de los bosques o, dicho de otra manera, a subordinar mejor las diversas funciones de cada bosque o incluso de cada región forestal, conservando muchos bosques, no obstante, sus funciones múltiples.

Los profesores de silvicultura del siglo XIX tuvieron el gran mérito de descubrir ciertas exigencias y de inculcar a muchas generaciones de silvicultores un rigor y un espíritu de seguir adelante que conviene a una especulación cuya duración global se extiende más allá de una generación de hombres. Enseñaron una tendencia conservadora que es la esencia misma de la ecología vegetal. Así, se incrementó el volumen de numerosas poblaciones, que era muy bajo a principios del siglo XIX en toda Europa.

Se ha reaccionado y se reaccionará aún, a veces con razón, contra ciertos métodos demasiado matemáticos. Se tiende a reducir la duración de las previsiones; si no se perjudica la previsión a grandes rasgos, ello puede ser beneficioso.

La tendencia general es la de seguir la evolución de la naturaleza, concretamente la reacción de la población vegetal después de la tala. Por otra parte, desde 1910, algunos silvicultores han preconizado el método de control, pero solamente en pequeñas superficies: frecuentes recuentos periódicos permiten ver cómo evoluciona la población y actuar, por medio de las talas, en el sentido más oportuno.

Otra novedad es que cuando la regeneración natural se hace esperar demasiado, se realizan plantaciones artificiales de complemento para no dejar el suelo inutilizado y para evitar que se degrade al estar descubierto.




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Enviado por:Blackmetalcádiz
Idioma: castellano
País: España

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