Religión y Creencias


Significado y sentido de la vida de Jesús


CAPÍTULO I

JESUCRISTO

Definición: El unigénito Hijo de Dios, el único Hijo traído a la existencia directamente por Dios. Este Hijo es el primogénito de toda la creación. Por medio de él fueron creadas todas las cosas del cielo y de la Tierra. Es el segundo personaje en cuanto a importancia en el universo. Es el Hijo a quien Dios envió a la tierra para que diera su vida como rescate por la humanidad, y así abrió, a los hombres que ejercieran fe, la oportunidad de obtener vida eterna. Este mismo Hijo, restaurado a la gloria celestial, gobierna ahora como rey, y tiene autoridad para destruir a todos los inicuos y efectuar el propósito original de su Padre para con la tierra. La forma hebrea del nombre de Jesús significa “Dios es salvación”; Cristo es el equivalente de la palabra hebrea Ma-shi'ach (Mesías), que significa “Ungido”.

EXISTENCIA PREHUMANA

El evangelio de Juan hace referencia a la existencia prehumana de Jesús y llama a este “la Palabra”, o Vocero, de Dios. Juan dice: “En el principio la Palabra era, y la Palabra estaba con Dios, y la Palabra era Dios. Este estaba en el principio con Dios” (1). Ya que Dios no tuvo principio, el que la Palabra estuviera con él desde “el principio” debe referirse al comienzo de todas las obras creadas por Dios, como dice la Biblia (2).

Según los cálculos de los científicos, el universo tiene como mínimo una edad de 12.000 millones de años. Si estos cálculos se acercan a la realidad, el Hijo primogénito de Dios disfrutó de una íntima relación con su Padre por muchísimo tiempo antes de la creación de Adán (3). No cabe duda de que todo el tiempo que pasó Jesús en la compañía íntima de la Fuente del amor tuvo un profundo efecto en él a tal punto de que llegó a conocer y reflejar los pensamientos, sentimientos y caminos de su Padre como nadie más podía hacerlo.

VIDA E INFLUENCIAS EN LA TIERRA

Jesús, ya como hombre de carne y hueso, podía experimentar personalmente los sentimientos y las emociones humanas, incluso en ciertas oportunidades sintió cansancio, sed y hambre (4). Es más, Jesús tuvo que aguantar toda clase de dificultades y sufrimientos.

¿Pero que puede decirse de las experiencias de Jesús durante sus primeros años de vida en la Tierra?. Lo que dice la Biblia acerca de su niñez es muy poco. De hecho, solo Mateo y Lucas narraron lo que sucedió al tiempo de su nacimiento.

Todo comenzó cuando un ángel llamado Gabriel se encargó de llevar el importantísimo mensaje de la llegada del Hijo de Dios a una joven soltera oriunda del pueblo de Nazaret llamada María, este mensaje decía: “Has hallado favor con Dios”, dice Gabriel a María. “¡Mira!, concebirás en tu matriz y darás a luz un hijo, y has de ponerle por nombre Jesús”. El ángel añade: “Este será grande y será llamado Hijo del altísimo; […] y reinará sobre la casa de Jacob para siempre y de su reino no habrá fin” (5).

  • Juan 1:1-2.

  • Véase Colosenses 1:15.

  • Véase Miqueas 5:2.

  • Véase Mateo 4:2, Juan 4:6-7.

  • (5) Lucas 1:30-33.

    Sin embargo, es de destacar que desde pequeño Jesús fue perseguido para darle muerte. El rey Herodes al enterarse que había nacido el rey de los Judíos da órdenes de que se dé muerte a todos los niños de dos años de edad o menos que vivan en Belén y sus alrededores, cumpliéndose así una profecía de Jeremías, profeta de Dios (6).

    Aunque Jesús era perfecto, tuvo que crecer y pasar por las etapas de la niñez y la adolescencia hasta llegar a la edad adulta, aprendiendo en cada una de ellas.

    Jesús nació en el seno de una familia pobre, a juzgar por la ofrenda que aportaron al templo José y María unos cuarenta días después de su nacimiento en Belén. En vez de llevar un carnero joven como ofrenda quemada y una paloma o tórtola joven como ofrenda por el pecado, presentaron “un par de tórtolas o dos pichones” (7). Según la Ley mosaica, dicha ofrenda era una provisión para los pobres (8).

    Jesús tuvo unos padre generosos que lo criaron y cuidaron. Su madre, María, fue una mujer sobresaliente. José también era un hombre devoto. Todos los años viajaba 150 Km para asistir a la Pascua en Jerusalén. En una de esas ocasiones, tras una búsqueda afanosa, José y María encontraron a Jesús en el templo entre los maestros. Este, que entonces contaba con 12 años de edad, dijo a sus preocupados padres: “¿No sabían que tengo que estar en la casa de mi Padre? (9).

    Durante los años que pasó en Nazaret, Jesús aprendió el oficio de la carpintería, probablemente trabajando con su padre adoptivo, José. El trabajo no era fácil, pues probablemente los carpinteros de tiempos antiguos no podían comprar la madera, sino que tenían que seleccionar un árbol, cortarlo y llevar la madera a casa. De modo que Jesús posiblemente conoció por experiencia propia la dificultad de ganarse la vida, tratar con clientes y administrar económicamente la casa.

    Como hijo mayor, Jesús probablemente ayudó a mantener a la familia, pues, al parecer, José murió antes que él (10). Esta idea se apoya en parte en el testimonio de las Escrituras, que dicen que a Jesús se le llamó carpintero (11). Es muy posible, pues, que el largo período de dieciocho años de la vida de nuestro Señor, desde el incidente (12) hasta el tiempo de bautismo, lo dedicara a los quehaceres cotidianos de la vida.

    Está claro que Jesús no nació para disfrutar de una vida cómoda. Por el contrario experimentó personalmente los problemas de la gente común. Luego en el año 29, llegó el tiempo para que Jesús llevara a cabo la comisión divina que le esperaba. En el otoño de aquel año se bautizó en agua y fue engendrado como Hijo espiritual de Dios.

    “Los cielos se le abrieron”, lo que probablemente indica que a partir de aquel momento pudo recordar su vida prehumana en el cielo, con los pensamientos y sentimientos que esta comportaba (13). De modo que empezó su ministerio con un conocimiento, una perspicacia y una intensidad de sentimientos que ningún otro hombre podía tener. Con razón los evangelistas dedicaron la mayor parte de sus escritos a los acontecimientos del ministerio de Jesús.

    (6) Véase Jeremías 31:15.

    (7) Lucas 2:24.

    (8) Véase Levítico 12:6-8.

    (9) Lucas 2:49.

    (10) Véase Juan 2:1-3 y Juan 19:26-27 (En ambas citas no se alude a la presencia de

    José).

    (11) Véase Marcos 6:3.

    (12) Véase Lucas 2:41-49.

    (13) Véase Lucas 3:21-22.

    ¿QUÉ CLASE DE PERSONA FUE JESÚS?

    La personalidad de Jesús que se trasluce en los Evangelios es la de un hombre tierno, afectuoso y de buenos sentimientos. Exteriorizó una gran variedad de emociones: ternura por un leproso (14), lástima por la gente que no respondía (15) y justa indignación ante los cambistas codiciosos (16). Como se ponía en el lugar de los demás, en ocasiones derramó lágrimas, pero nunca escondió sus emociones. Cuando su querido amigo Lázaro murió, a Jesús le conmovió ver llorar a María, la hermana de aquel, y él mismo cedió a las lágrimas en presencia de otras personas (17). Los tiernos sentimientos de Jesús se hicieron notorios, en especial por su manera de ver y tratar a otras personas. Se acercó a los pobres y oprimidos, y los ayudó a “hallar refrigerio para sus almas” (18). Nunca estaba demasiado ocupado como para no atender las necesidades de las personas, ya fuera la mujer que sufría una hemorragia y que tocó su prenda de vestir sin atraer la atención, o el mendigo ciego al que no se le pudo hacer callar (19). Jesús buscaba lo bueno en las personas y las encomiaba, aunque también las censuró cuando fue necesario (20). En una época en que las mujeres tenían pocos derechos, Jesús la trató con dignidad y respeto (21). Es comprensible, por tanto, que un grupo de mujeres le donaran voluntariamente todos sus bienes (22).

    Jesús tenía un punto de vista equilibrado sobre la vida. Los bienes materiales no eran prioritarios para él. Parece ser que poseía muy poco en sentido material, pues dijo que no tenía “dónde recostar la cabeza” (23). Aún así, contribuyó al goza de los demás. Cuando fue a un banquete de bodas, celebración alegre en la que solía haber música y canto, realizó allí su primer milagro. Cuando se terminó el vino, convirtió agua en vino de gran calidad, bebida que “regocija el corazón del hombre mortal” (24). Así la fiesta pudo continuar, y los novios se libraron de una situación embarazosa.

    Jesús fue un gran maestro. Gran parte de su enseñanza reflejaba la realidad de las actividades cotidianas, con las que estaba bien familiarizado (25). Su modo de enseñar no tenía igual por su claridad, sencillez y utilidad. Más importante aún era el contenido de su enseñanza, que evidenciaba su sincero deseo de familiarizar a sus oyentes con los sentimientos, pensamientos y caminos de Dios (26).

    Jesús dio a conocer a su Padre mediante muchas ilustraciones gráficas que no se olvidaban fácilmente. Una cosa es hablar en términos generales sobre la misericordia de Dios, y otra muy distinta comparar a Dios con un padre perdonador que se conmueve tanto al ver regresar a su hijo que “corre y se le hecha sobre el cuello y lo besa tiernamente”, como lo reflejó en la ilustración del Hijo Pródigo (27).

    (14) Véase Marcos 1:40-41.

    (15) Véase Lucas 19:41-42.

    (16) Véase Juan 2:13-17.

    (17) Véase Juan 11:32-36.

    (18) Mateo 11:4-5, 28-30.

    (19) Véase Mateo 9:20-22 y Marcos 10:46-52.

    (20) Véase Mateo 16:23 y Juan 1:47, 8:44.

    (21) Véase Juan 4:9-27.

    (22) Véase Lucas 8:3.

    (23) Mateo 8:20.

    (24) Salmo 104:15 y Juan 2:1-11.

    (25) Véase Mateo 13:33 y Lucas 15:8.

    (26) Véase Juan 17:6.8.

    (27) Véase Lucas 15:11-24.

    Jesús rechazó la rígida cultura de los líderes religiosos que menospreciaban a la gente común y explicó que su Padre era un Dios accesible que prefería las suplicas de un humilde recaudador de impuestos a la ostentosa oración de un presumido fariseo (28). Jesús representó a su Padre como un Dios sensible que sabe cuándo cae a tierra un pequeño gorrión. “No tengan temor -aseguró a sus discípulos-: ustedes valen más que muchos gorriones” (29). Se comprende que la gente quedara atónita por su “modo de enseñar” y se sintiera atraída a él (30). En una ocasión, incluso “una muchedumbre grande” permaneció con él tres días hasta quedarse sin comida (31).

    ¡Que afortunados los que conocieron a Jesús en persona!, como el mismo Jesús dijo a sus discípulos: “Felices son los ojos que contemplan las cosa que ustedes contemplan. Porque les digo: muchos profetas y reyes desearon ver las cosas que ustedes contemplan, pero no las vieron; y oír las cosas que ustedes oyen, pero no las oyeron” (32).

    FUE ACCESIBLE

    Jesús atraía a la gente. En varias ocasiones se le acercaron con libertad personas de diferentes edades y antecedentes. Por ejemplo, aquella vez, ya al final de su ministerio, en que la gente llevaba a sus hijos, entre ellos bebés, a Jesús para que los bendijera. Los discípulos, sin embargo, intentaban que los niños no se acercaran a él. Cuando Jesús se da cuente de lo que hacen los discípulos, no le agrada en absoluto. Llama a los niños y dice: “Dejen que los niños vengan a mí; no traten de detenerlos” (33). Luego, “Tomó a los niños en los brazos y empezó a bendecirlos” (34).

    Este breve relato nos dice mucho sobre la clase de persona que fue Jesús. Se ve que era accesible. Aunque había ocupado una elevada posición en los cielos, no intimidaba ni menospreciaba a los seres humanos imperfectos (35). A Jesús se acercaban personas de todas las edades, porque percibían que era afectuoso y bondadoso, y sabían que no serían rechazados.

    FUE CONSIDERADO

    Jesús era considerado con los demás. Era sensible a los sentimientos ajenos. Le conmovía tanto ver a los afligidos que deseaba aliviar su sufrimiento (36). También era considerado con las limitaciones y necesidades ajenas (37).

    En una ocasión después de la pascua del año 32, Jesús y sus discípulos habían entrado en la región de la Decápolis, al este del mar de Galilea. Allí lo encontraron grandes muchedumbres de personas, que le llevaron muchos enfermos y discapacitados, y él los curó a todos (38).

    (28) Véase Lucas 18:9-14.

    (29) Mateo 10:29-31.

    (30) Véase Mateo 7:28-29.

    (31) Véase Marcos 8:1-2.

    (32) Lucas 10:23-24.

    (33) Marcos 10:14.

    (34) Marcos 10:16.

    (35) Véase Juan 17:5.

    (36) Véase Mateo 14:14.

    (37) Véase Juan 16:12.

    (38) Véase Mateo 15:29-30

    Pero Jesús se fijó en un hombre en particular y le demostró una consideración especial. El hombre era sordo y casi no podía hablar. Es posible que Jesús se fijara en el nerviosismo o la vergüenza particulares de ese hombre, he hizo algo poco usual. Se lo llevó a un lugar privado, lejos de la muchedumbre. Allí le comunicó por gesto lo que iba a hacer. “Puso sus dedos en lo oídos del hombre y, después de escupir le tocó la lengua” (39). Luego, Jesús miró al cielo y suspiró profundamente. Estas acciones dieron a entender al hombre que lo que se iba a hacer por él se debía al poder de Dios. Finalmente, Jesús dijo: “Sé abierto” (40). En ese momento el hombre recuperó el oído y pudo hablar con normalidad.

    SE SINTIÓ IMPULSADO A SATISFACER LAS NECESIDADES ESPIRITUALES

    Jesús se compadeció de sus contemporáneos, especialmente por causa de sus necesidades espirituales. Aquellas necesidades son de fundamental importancia, más que las de naturaleza física.

    En una ocasión, “Él vio una muchedumbre grande, y se enterneció por ellos, porque eran como ovejas sin pastor. Y comenzó a enseñarles muchas cosas” (41). Jesús no sólo guió una muchedumbre de personas. Vio a individuos con necesidades espirituales. Eran como ovejas descarriadas y desamparadas, que no tenían ningún pastor que las guiaran a verdes pastos ni las protegiera. Sabía que los insensibles guías religiosos, que debían ser pastores amorosos, en realidad menospreciaban a la gente común y descuidaban sus necesidades espirituales (42). Él iba a tratarlas de manera diferente, haciéndole el mayor bien posible. Así que empezó a enseñarles acerca del Reino de Dios.

    CREYÓ EN SUS DISCÍPULOS

    Jesús demostró de manera importante su opinión positiva sobre sus discípulos. Les dijo directamente que confiaba en ellos, como se ve en las palabras que dirigió a sus apóstoles la última noche de su vida terrestre.

    Aquella fue una noche muy ocupada para Jesús. Había dado a sus apóstoles una emotiva lección de humildad lavándoles los pies después, instituyó la cena que serviría de conmemoración de su muerte. Luego, los apóstoles discutieron acaloradamente sobre quién parecía ser el mayor. Jesús demostró una vez más su paciencia y no los reprendió, sino que razonó con ellos. Les informó sobre lo que debían esperar: “A todos ustedes se les hará tropezar respecto a mí esta noche, porque está escrito: `Heriré al pastor, u las ovejas del rebaño serán esparcidas'” (43). Sabía que sus compañeros más íntimos lo abandonarían en ese momento de necesidad. Aún así, n los condenó. Al contrario, les dijo: “Pero después que yo haya sido levantado iré delante de ustedes a Galilea” (44). Les aseguró que aunque ellos lo abandonaran, él no los abandonaría a ellos.

    (39) Marcos 7:33.

    (40) Marcos 7:34.

    (41) Marcos 6:34.

    (42) Véase Ezequiel 34:2-4 y Juan 7:47-49.

    (43) Mateo 26:31 y Zacarías 13:7.

    (44) Mateo 26:32.

    Jesús cumplió su palabra, más tarde ya resucitado, se apareció en Galilea a los apóstoles fieles que al parecer se habían reunido con muchas otras personas (45). Allí les confió una importante misión: “Vayan, por lo tanto, y hagan discípulos de gente de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, enseñándoles a observar todas las cosas que yo les he mandado” (46).

    Jesús había visto lo peor de sus apóstoles; no obstante, “los amó hasta el fin” (47). A pesar de sus debilidades, les hizo saber que creía en ellos, y no se equivocó. La confianza y la fe que había expresado en aquellos hombres, sin duda, los fortaleció para determinarse en su corazón a cumplir con la obra que Jesús les mandó realizar.

    (45) Véase Mateo 28:16-17 y 1 Corintios 15:6.

    (46) Mateo 28:19-20.

    (47) Juan 13:1.

    Capítulo 2:

    CAPITULO 2

    Jesús fue una persona extremadamente especial como hemos visto, entonces ¿por qué se le dio muerte?

    El Mesías prometido:

    La llegada de Jesús como Redentor y libertador de miles, ya estaba predicha por las escrituras. El Mesías o “Ungido” cumpliría el propósito de Dios de acabar con el pecado (Daniel 9:24-26 Salmo 72:1,20).

    Por qué había de morir el Mesías:

    Según la profecía de Daniel, el Mesías vendría a la tierra a “acabar con el pecado, y para hacer expiación por el error, y para introducir la justicia” para siempre (Daniel 9:24-26). La profecía explica que para eliminar la condición de muerte de la humanidad fiel, se le daría muerte.

    Para los israelitas de aquel entonces la idea de la expiación les era familiar. La ley que entregó Dios a Moisés estipulaba el sacrificio de animales como parte de su adoración. Éstos sacrificios recordaban a los israelitas que necesitaban algo que expiara (o cubriera) sus pecados. Como dijo Pablo “A menos que se derrame sangre no se efectúa ningún perdón” (Hebreos 9:22).

    La vida de Jesús orientada al fin:

    Jesús sabía que su venida a la Tierra como hombre era parte directa del arreglo de Dios para soltar a la humanidad de estar bajo el pecado y la muerte. Por lo tanto, dijo: “El hijo del hombre...vino...para dar su alma en rescate en cambio por muchos.” (Mateo 20:28) ¿Qué significa esto? Un rescate es un precio que se paga para obtener liberación de cautiverio. En este caso, la vida humana perfecta de Jesús ofrecida en sacrificio fue el precio que se pagó para soltar a la humanidad de la esclavitud al pecado y a la muerte. (1 Pedro 1:18-19) ¿Por qué se necesitaba tal liberación?.

    Esto se debía a que Adán, el antepasado de todos nosotros, había pecado contra Dios. Así, Adán se hizo imperfecto y perdió el derecho a la vida. Como violador voluntarioso de la ley de Dios, llegó a estar bajo la pena de muerte de ésta. Dios también había establecido leyes de herencia, que aseguran que todos recibamos característica físicas y otros rasgos de nuestros padres. Según estas leyes, Adán solo podía pasar a su prole lo que él mismo tenía, de modo que recibimos de él una herencia de pecado y muerte (Romanos 5:12). Por lo tanto toda la humanidad ha estado muriendo en pago de la pena del pecado. ¿Cómo sería posible levantar esta pena de muerte y todavía satisfacer los requisitos de la justicia?.

    Dios no se debilitó ni transigió en cuanto a sus propias leyes. Sin embargo, él no le volvió la espalda a la humanidad ni los dejó sin esperanza. Aunque se apegó a sus leyes, Dios amorosamente proveyó alivio, no para el pecador voluntarioso Adán, sino para la prole de Adán, quienes, sin que pudieran elegir otra cosa en el asunto, sufrieron los efectos del mal que él cometió.

    El “alma viviente” Adán, quien hizo que la humanidad perdiera la vida, era un humano perfecto. En cambio por lo que él perdió, se necesitaba otra alma humana, igual a Adán, una que ofreciera su propia vida perfecta como sacrificio a favor de la humanidad (1 Corintios 15:45). Ningún descendiente de Adán llenaba los requisitos para esto, porque todos nacían imperfectos. Como resultado de esto, todos mueren porque son pecadores, y no tienen ningún derecho a la vida humana que puedan sacrificar a favor de otros (Salmo 49:7). Por eso, Dios envió a su propio Hijo a la Tierra. Jesús nació como humano, porque era una vida humana lo que se exigía. Pero nació sin la ayuda de un padre humano, para ser perfecto como Adán lo fue. Solo Dios fue el Padre del humano Jesús, como había sido también el Padre de Adán (Lucas 3:38). Así, Jesús llenaba todos los requisitos necesarios para ofrecer su vida como “rescate correspondiente” (1 Timoteo 2:6 Efesios 1:7).

    Como se pagó el rescate:

    En el otoño del año 29, Jesús es bautizado por Juan, en señal de que se presentaba para hacer la voluntad de Dios. Una vez bautizado, Dios lo unge con espíritu santo. Así Jesús se convierte en le Mesías o Cristo, el ungido de Dios (Mateo 3:16-17). Desde ese momento se dedicó a viajar por su tierra natal, predicando acerca del Reino de Dios, y reuniendo a quienes serían sus discípulos. Pero tal como se predijo (leer Salmo 118:22 y Hechos 4:8-11) debió enfrentar una fuerte oposición. Bien dice Isaías en el capitulo 53, versículos 3 a 5: “ Fue despreciado y fue evitado por los hombres, un hombre que era para dolores y para estar familiarizado con la enfermedad. Y hubo como si fuera el ocultar uno su rostro de nosotros. Fue despreciado, y lo consideramos como de ninguna importancia. Verdaderamente nuestras enfermedades fueron las que él mismo llevó, y en cuanto a nuestros dolores, él los cargó. Pero nosotros mismos lo consideramos como plagado, golpeado por Dios y afligido. Pero a él se le estuvo traspasando por nuestra trasgresión; se le estuvo aplastando por nuestros errores. El castigo que era para nuestra paz estuvo sobre él, y a causa de sus heridas ha habido una curación para nosotros.”

    Jesús fue valiente al denunciar la hipocresía de los líderes religiosos, por lo que ellos se afanaron en darle muerte, tramaron una conspiración que hizo a Jesús objeto de traición , detención indebida, juicio ilegal y falsos cargos de sedición. Lo golpearon, escupieron, lo flagelaron y se burlaron de él. Después el gobernador romano Poncio Pilato lo condenó a morir clavado a una cruz de madera. Durante todo aquel suplicio Jesús mantuvo integridad perfecta a Dios.

    Así pues, el 14 de Nisán del año 33, Jesús dio su vida “como rescate correspondiente por todos” (Marcos 10:45; 1 Timoteo 2:5-6). ¿Por qué permitió Dios que su querido Hijo, sufriera y muriera de ésta forma?. Por su amor a la humanidad. El mismo Jesús dijo: “Tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo unigénito, para que todo el que ejerce fe en él no sea destruido, sino que tenga vida eterna” (Juan 3:16). La muerte de Jesús nos enseña que Dios es perfectamente justo, perfectamente podría haberse abstenido de aplicar su principio de justicia que requiere alma por alma, en el caso de pagar el pecado de Adán. Pero no lo hizo, Dios siempre obra de acuerdo a sus leyes, y las defiende, aunque eso suponga un gran sacrificio.

    Su justicia también exigía un desenlace feliz. No habría sido justo que un hombre fiel como Jesús permaneciera muerto para siempre. En el antiguo testamento se había profetizado que Dios no dejaría en la sepultura a sus servidores leales (leer Salmo 16:10 y Hechos 13:35). Así Jesús sólo estuvo muerto por tres días y luego Dios lo resucitó como un poderoso ser espiritual (1 Pedro 3:18).

    Durante un período de cuarenta días después de su resurrección él se apareció visiblemente a sus discípulos varias veces, en cuerpos materializados, para probar que él verdaderamente había sido levantado de entre los muertos. Entonces, mientras los discípulos miraban, ascendió hacia el cielo y fue ocultado de la vista en una nube. Regresó al cielo, para allí “comparecer ...delante de la persona de Dios a favor nuestro” llevando el valor de su sacrificio de rescate como el gran sumo sacerdote (Hebreos 9:12,24). Se habían satisfecho los requisitos de la justicia divina; ahora había alivio disponible para la humanidad.

    CONCLUSIÓN

    Este trabajo de investigación nos ha permitido comprender el verdadero significado y sentido de la vida de Jesús.

    Primeramente conocimos su gran calidad humana y alto grado de perfección espiritual, que como hombre perfecto manifestó mediante los innumerables actos de sanación a los enfermos y que con esperanzantes enseñanzas acerca del amor procedente de Dios curó a los enfermos espirituales.

    Jesús estaba destinado a morir en sacrificio por la salvación de la humanidad y estaba consciente de ello. Él sabía que su vida estaba encaminada hacia un fin trágico, pero a la vez alentador para todas aquella personas que creyeran en Él. Nosotros, somos responsables de conducir nuestras vidas hacia Él y por lo mismo tenemos que conocer muy bien el motivo de su proceder.

    INTRODUCCIÓN

    El historiador H. G. Wells dijo que la grandeza del hombre se puede medir por “lo que deja plantado para que se desarrolle, y si puso a otros a pensar en nuevas direcciones con un vigor que persistiera después de él”. Aunque Wells no era cristiano, reconoció: “si se aplica esta prueba Jesús está en primer lugar”.

    Pero, aunque parezca extraño algunas personas creen que Jesús es un ser ficticio, creado por algunos hombres del siglo primero. Al respecto, el historiador Will Durant respondió: “El que unos cuantos hombres sencillos hubieran inventado en una sola generación una personalidad tan vigorosa y atractiva, una ética tan sublime y una visión tan inspiradora de la hermandad humana sería un milagro mucho más increíble que cualquiera de los que se han anotado en los evangelios”. Por eso es imposible que una persona tan especial como Jesús no haya existido, ninguna otra persona a podido afectar tanto la historia de la humanidad.

    Pero, ¿quién era Jesús?, ¿Por qué es tan importante lo que hizo?, ¿Para qué vivió y para qué murió?, ¿Por qué su vida está orientada la fin?. Estas son interrogantes que el siguiente trabajo de investigación responderá.

    Para ello en el capítulo I se abordará principalmente la vida de Jesús como persona, aspectos de su personalidad y principales afectaciones.

    El segundo capítulo explicará el motivo por el cual Dios mandó a su primogénito a nuestro planeta y porque su vida estaba destinada a una vida tormentosa.

    El presente trabajo, además, tiene como idea principal el poder ampliar los conocimientos referentes a la vida y obra de Jesús.




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    Enviado por:Tkirk
    Idioma: castellano
    País: Chile

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