Literatura
Siddharta; Herman Hesse
Autor: Hermann Hesse
Editorial: Plaza & Janés
Colección: Ave Fénix
Edición: decimocuarta, octubre 1997
El libro trata de un joven llamado Siddharta, hijo de un brahmán, que decidió abandonar su casa, sus amigos y todos sus bienes para ir en busca de su propio yo. Para ello tuvo que enfrentarse con su padre el cuál no quería que su hijo se fuera, pero comprendió que su hijo buscaba la felicidad que las doctrinas de los brahmanes no podían darle.
Siddharta emprendió el camino con su amigo Govinda. Los dos se adentraron en el bosque, donde se unieron a un grupo de samanas con los cuales vivieron durante varios años, hasta que un día Siddharta se da cuenta que su doctrina no le llena del todo y decide marcharse acompañado de Govinda en busca de Gotama, el Sublime. Con los samanas aprende a pensar, esperar y ayunar.
Gotama es una buda. Es la única persona que ha conseguido la paz interior. Siddharta pasa un tiempo con Gotama, pero decide no hacerse discípulo ya que encuentra un fallo en su doctrina, Govinda en cambio se queda como discípulo de Gotama para aprender de él.
Siddharta se va por un bosque y llega a un río y un barquero le ayuda a cruzar, se despiden y el b arquero le dice que volverá a pasar. Llega hasta una ciudad en la cual conoce a Kamala, una mujer que le enseña los placeres del amor y del sexo a cambio de bienes materiales. Por esta razón Siddharta se une a un comerciante, al lado del cual se vuelve avaricioso, exigente, insensible... como la gente a la que siempre había criticado antes.
Al cabo de un tiempo y tras un sueño Siddharta se da cuenta de que la vida que lleva no le llena y se odia a sí mismo por lo que ha hecho. Se marcha de la ciudad sin decir nada a nadie, pero Kamala se lo imaginaba. Llega hasta el río que había cruzado cuando iba camino de la ciudad, y allí se duerme, tras despertar de un profundo sueño se encuentra con Govinda, el cual le había guardado el sueño, pero tras hablar durante un rato, vuelven a separse.
Siddhartha se quiere quedar junto al río y va a buscar al barquero y le cuenta lo que le ha pasado, el barquero lo escucha atentamente y le ofrece su choza para vivir con él, Siddharta acepta encantado y se queda vivir allí. Con él aprende a escuchar y a hablar con el río ya que el río le da respuesta.
Va pasando el tiempo y muere Gotama, el Sublime, Kamala va a rendirle homenaje pero se queda durmiendo y le muerde una serpiente. Llega hasta la choza de Siddhartha y Vasudeva, el barquero, y allí muere dejando a su hijo, Siddharta, junto a su padre. Siddharta se queda junto a su padre, pero a él no le gusta esa vida y decide marcharse. Siddharta aunque dolido se da cuenta de que su hijo también tiene que hacer su vida, al igual que hizo él cuando se fue del hogar paterno.
Un día cuando Vasudeva y Siddharta están escuchando al río, Siddharta alcanza la plenitud Vasudeva se marcha, entonces Siddharta se da cuenta de que hace tiempo que Vasudeva la había encontrado ya que lo mira con otros ojos. En la ciudad se habla mucho de un barquero, se decía de él que era un sabio. Govinda lo va a ver y aunque le cuesta reconocerle se da cuenta que el barquero es Siddharta, éste le explica a Govinda todo lo que sabe pero Govinda no acaba de entenderlo y se va. Siddharta se queda junto al río y con la paz que siempre había buscado.
El propio yo
Siddhartha va en busca de su propio yo, pero por más que busca no lo encuentra.
Cuando conoce al barquero, éste dice que no lo ha encontrado porque de tanto buscarlo se obsesiona con es objetivo y aunque lo tenga delante no puede verlo. ¡Nada hay en el mundo que conozca menos que a mi mismo, a Siddhartha!. Esta frase es cierta ya que nosotros no nos conocemos. Podemos saber como son todas las cosas que nos rodean, pero no sabemos cómo vamos a reaccionar ante diversas situaciones, no cómo controlar los sentimientos, no conocemos nuestro yo y tal vez sea porque no buscamos o porque lo creemos muy lejano a nosotros. Tal vez, como dice Siddhartha cada uno seamos un enigma, por eso tenemos que conocernos y si lo logramos podremos conocer cómo son las personas de nuestro entorno y tal vez conseguir la felicidad.
Padres e hijos
Siddhartha se marchó de casa a buscar su felicidad y dejó a su familia para siempre. Su padre le dio permiso, pero eso no quita que viviese siempre preocupado por no saber que habría sido de su hijo, por su felicidad.
Más tarde, Siddhartha encuentra a su hijo y no le da la libertad que éste quiere, la que él recibió de su padre cuando abandonó su hogar para convertirse en un samana. Él intenta que su hijo viva a su lado siempre y que le quiera en contra de la voluntad del pequeño. Parece que contradice la expresión: ”Haz lo que quisieras que te hicieran”. Esta expresión se convierte en: “No hagas lo que quisieras que te hiciesen”. Y yo añadiría “... puede que a la otra persona no le guste”. Creo firmemente en esta frase ya que no debes dar por hecho que lo que a ti te gusta, a los demás también les gusta.
Siddhartha trataba a su hijo con amabilidad y cariño aunque el niño le correspondiera ya que Siddhartha creía que lo blando es más fuerte que lo duro, sin embargo el niño no soportaba que fuera así, todo esto le parecía la artimaña más odiosa de aquel viejo rastrero.
Esta postura la adoptan muchos padres para evitar que los hijos sufran, pero a veces es bueno darles dicha libertad para que aprendan de sus errores por sí solos.
“Veía que los seres humanos se entregaban a la vida con apego infantil o animal”
Es cierto, los humanos padecemos y nos esforzamos por placeres materiales como el dinero, todo el mundo trabaja para conseguir dinero y si no tiene dinero, en la sociedad de ahora no puede hacer mucho. Cuando Siddhartha descubrió el dinero se reía de él, lo despreciaba y no le daba importancia, jugaba con él. Tras llevar un tiempo en la ciudad empezó a darle importancia y cuando se sentía mal jugaba a juegos de azar para olvidarse de sus problemas.
Durante el tiempo que estuvo en la ciudad se esforzó por ser como los hombres de la ciudad a los que él llamaba hombres niños, se dio cuenta de que ninguno llevaba en su interior doctrina ni ley propia, ellos eran como las hojas que caen. Es cierto que la mayoría de los hombres y mujeres hacemos lo mismo: estudiamos para luego trabajar, casi ninguno se sale de lo escrito.
En la ciudad Siddharta cambió mucho, el placer, la codicia y la indolencia y al final incluso el vicio, se apoderaron de su alma. Las tres artes que había aprendido con los samanas las había perdido. Las había perdido por lo más efímero y mezquino: el placer de los sentidos, la vida holgada y las riquezas.
El río y Vasudeva
Cuando llegó al río se dio cuenta de todo lo que había hecho y a punto estuvo de quitarse la vida. Después de dormir y encontrar a Vasudeva, aprendió cosas que el no creía muy importantes: aprendió a escuchar, a prestar oído con el corazón en calma, con el ánimo abierto y expectante, sin apasionamiento, sin deseos, juicios ni opiniones. Creo que saber escuchar es algo muy importante y que pocas personas saben hacerlo, normalmente las personas solo oyen. Creo que si la gente supiera escuchar, no cometerían tantos fallos como comete.
De Vasudeva también aprendió a saber que las personas pasamos por esta vida casi sin darnos cuenta, no tenemos tiempo para escuchar, para hablar, reflexionar, como lo hacía él, “nada ha sido ni será; todo es, todo tiene una esencia y un presente.
En Siddhartha se dice: “... el tiempo no existe”. A mí me encantaría pensar así, podríamos ser más felices porque tendríamos más tiempo para hacer las cosas y no nos equivocaríamos tanto. Admiro la vida de Siddhartha, pudo probarlo casi todo y se quedó con lo que más le gustó. Con la paz y la tranquilidad interior.
El tiempo es la sustancia de todo sufrimiento, la causa misma de todo temor y de toda tortura. Se suprimiría todo el mal, toda la hostilidad del mundo sí el tiempo fuera superado y se aboliera la idea de tiempo. El tiempo no es real, le dice a Govinda.
También Siddhartha aprende que el amor es lo más importante que existe. Y que a él le gustaría aprender a contemplar el mundo con amor, admiración y respeto. Esta última oración me parece importante ya que no nos damos cuenta de lo que tenemos y solo lo criticamos, pocos le dan valor a cosas como una piedra, un río, una montaña o simplemente a él mismo. En la sociedad actual vale más el tener que el ser. Hay personas que solo se guían por la voz del dinero y no por la voz de la naturaleza y de lo que de verdad quiere.
En general este libro me ha gustado. Me ha gustado la vida de Siddhartha, su historia.
Entre otras cosas he aprendido que hay que saber esperar a que lleguen las cosas y escuchar a las personas para encontrar la verdadera felicidad. También que pensar y no hacer las cosas a tontas y a locas. Hay que darle vueltas a las cosas ya que podemos meter la pata por no haberlo reflexionado bien y saber esperar.
Siddhartha buscaba la perfección, pero yo creo que la perfección no existe, ya que siempre podemos aspirar a mejorar. Ni las máquinas pueden ser perfectas, ¿por qué el ser humano que es más complejo que cualquier máquina va a ser perfecto? Siddhartha con el barquero se da cuenta de que la naturaleza es una vida muy simple, pero es la más próxima a la perfección.
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