Si lo dicta el corazón, de María Menéndez-Ponte es una novela extraordinaria. Partiendo de una documentación rigurosa y exhaustiva, la escritora gallega, centra su relato en época de Jesús, en los tiempos previos a su muerte, justo cuando empieza a ser conocido y perseguido. No obstante, pese a hablar mucho de Jesús, no lo escoge como protagonista. Y éste es un gran acierto, puesto que evita escribir una novela de índole religioso, sin dejar de lado los valores morales, perennes, que transmitió Jesús.
Samuel es un joven judío que veranea en Cafarnaún y que está enamorado de una antigua compañera de juegos, Judit, aunque ambos son de procedencias distintas y su amor está condenado al silencio. María Menéndez-Ponte, gracias a Samuel, contextualiza mejor los hechos históricos que vivió Jesús, ya que este joven es hijo del gran sacerdote del templo, en Jerusalén, emparentado con Anás y Caifás, los sacerdotes del Sanedrín que tanto tuvieron que ver con la crucifixión de Jesucristo. En el alma de Samuel va a instalarse la duda que, poco a poco, hará que se tambalee su sistema de valores. Él es testigo de muchos milagros de Jesús (explicados en el Nuevo Testamento) y conoce a muchas de las personas que han sido curadas por Él. Así, lo sigue en algunos episodios, como la multiplicación de los panes y los peces, el domingo de ramos o el prendimiento en Getsemaní. Es también testigo de la traición de Judas.
Los personajes del Nuevo Testamento, gracias al relato, cobran vida y se humanizan, así Jairo o el centurión romano adquieren una fuerza enorme, gracias a la pluma de la autora. El propio Samuel convence a su madre, enferma desde hace tiempo, de que lo acompañe a ver al Maestro. La madre acaba curándose de su extraño mal y podemos también identificarla con otro de los personajes bíblicos, la mujer que tocó el manto del Señor y que se curó por su fe. Samuel, incluso, le pregunta qué debe hacer para seguirlo y Jesús le conteste que lo deje todo.
Si lo dicta el corazón está admirablemente escrita y se muestra respetuosa con el Nuevo Testamento, porque lo que nos ofrece es la conversión de un joven, que se da cuenta de las injusticias que se cometen en su familia y decide romper con todo para ser feliz.
Samuel vive una especie de viaje iniciático que le lleva a pasar por pruebas difíciles, que hace que descubra los trapos sucios de su familia, siempre pura de cara a la galería, que duda acerca de sus propios pensamientos y que, al final, decide que no quiere vivir más de la forma hipócrita en que lo hace su padre, aunque eso suponga que lo desherede. Samuel cambia su pensamiento, madura como persona, tras distintos avatares, decide que en Judit está su futuro y su felicidad.
Por lo tanto, es una novela de sentimientos, aunque, como estamos comentando, aderezada por la vida, la pasión y resurrección de Cristo.
Si lo dicta el corazón es una novela apasionante, que se introduce en una época muy importante para Occidente y que, sin renunciar a la buena literatura, nos da todos los ingredientes que un lector exigente pueda demandar.
Insistimos en la gran labor de investigación que ha debido realizar la autora y en cómo ha sabido relacionar sus personajes de ficción con los de la Biblia que, repetimos, adquieren una categoría humana nunca antes alcanzada. El propio Jesús se acerca de tal manera al lector que entendemos un poco mejor cuál fue la revolución del cristianismo: “Si algo me enseñó Jesús -dice Samuel-, es que el lugar del Señor está en el corazón de las personas. Nuestro Dios no puede ser un juez severo, vigilante y castigador, sino ese Padre del que hablaba él, ese Padre que hace salir el sol sobre buenos y malos y manda la lluvia sobre justos e injustos”.
El amor, la amistad, las relaciones filiales, el poder, la hipocresía, la injusticia… son temas importantes en el libro; aunque lo más atractivo es la evolución psicológica de Samuel, un auténtico personaje redondo.