Historia


Segunda carta de relación; Hernán Cortes


Segunda Carta de Relación

Fue hijo único de un hidalgo extremeño llamado Martín Cortés y de Catalina Pizarro Altamirano. Por vía materna era primo segundo de Francisco Pizarro quien posteriormente conquistaría el Imperio Inca. Como otros hidalgos, su padre lo envió a Salamanca para que se instruyera. Allí estuvo dos años y, movido por su sed de aventura, pasó a América, a la isla de La Española. Allí llegó a ser escribano de la ciudad de Azúa.

Acompañó a Diego Velásquez a cuba (1511) y fue el primer alcalde de la población de Santiago de Cuba. Fue encarcelado acusado de conspirar contra el gobernador, Diego Velásquez. Liberado, se casó con la cuñada del propio Velásquez de nombre Catalina Marcaida. El gobernador lo nombró jefe de la expedición que se estaba formando para seguir con los descubrimientos en las costas del Yucatán; aunque pronto desconfió de él.

Adelantándose a que le cesase Velásquez, la armada de Cortés precipitadamente del puerto de Santiago de Cuba el 18 de noviembre de 1518. Finalmente, el 10 de febrero de 1519 la flota abandonó las costas de Cuba.

El primer contacto con los nativos lo tuvo en Cozumal en donde vio a los indios ofreciendo sacrificios a sus ídolos arrancándoles el corazón a esclavos o a prisioneros vivos. Esto horrorizó a los españoles. Cortés destrozó, pues, esos ídolos y puso en su lugar cruces e imágenes de la Virgen María.

Su piloto principal, Antón de Alaminas, condujo la flota hasta la desembocadura del río Tabasco en donde se encontraron con indios hostiles. Afortunadamente para los españoles lograron vencerlos producto del terror que las armas de fuego y los caballos generaban en los indígenas. Los caciques hicieron ofrenda de víveres, joyas, tejidos y veinte esclavas (que luego fueron bautizadas). Entre estas esclavas había una llamada Malinche a la que los españoles llamaron Marina y que sería crucial en la conquista de México.

En Tabasco, los españoles supieron de la existencia de un país hacia el poniente que los indios denominaban México. La flota fue bordeando la costa mexicana y un día se presentaron varias canoas indígenas que venían de parte del emperador llamado Moctezuma. Cortés les mostró sus armas de fuego y sus caballos para, por una parte, amedrentarlos pero, por otra, trató de ser amable y afable con ellos hablándoles de paz. Los embajadores traían pintores que dibujaron todo lo que vieron con objeto de que su gran señor fuese informado fielmente y viese como eran esos “teules” (semidioses).

El gobernador azteca volvió con grandes presentes de joyas y objetos preciosos, pero Cortés seguía insistiendo en visitar al emperador. Aquel volvió denegando el permiso para dicha visita. Pero, entonces, vinieron otros indios procedentes de Zempoala y le dijeron a Cortés que eran enemigos de los aztecas y que querían que los españoles los ayudasen a salirse de su yugo. Cortés vio que esto facilitaba sus planes, ya que el poderoso señor tenía enemigos. Pensó que cultivando las rencillas y odios que existían entre los diferentes pueblos indios y con el prestigio que habían adquirido como teules podía apoderarse del territorio y de sus riquezas.

Siguió bordeando la costa y supo de la hostilidad de ciertos grupos indígenas contra los aztecas. En una de las ciudades se produjo el encarcelamiento de los odiados recaudadores de impuestos aztecas y su posterior liberación por Cortés para hacer méritos ante Moctezuma.

La marcha hacia el interior comenzó el 16 de Agosto de 1519. La primera sorpresa fue el cambio de clima de las tierras altas, ya que era frío en comparación con el clima de la costa y de las islas, así como ver los valles fértiles en el interior. Al paso por Tlaxcala los españoles derrotaron las tribus pobladoras el 2 de Septiembre de 1519 y consiguieron aliarse con ellos para ayudarles a combatir a la opresión azteca, enemiga eterna del territorio tlaxcala ya que nunca puedo ser conquistado por ellos. Cortés se detuvo varias semanas en Tlaxcala que, según los cronistas, recordaba a Granada por la frondosidad de sus vegas. Varios millares de Tlaxcaltecas se unieron a la expedición a Tenochtitlan.

Al paso por Cholula, vasallos de Moctezuma II, después de un grandioso recibimiento a los españoles quisieron hacer una emboscada y aniquilarlos. Pero un anciano que quiso salvar a Marina cometió la indiscreción de confiarle a ella lo que tramaba su pueblo. Sin demora, ella puso en conocimiento a Cortés de la traición que se avecinaba y, adelantándose a los indios, los españoles les infligieron un durísimo castigo. Esta fue una de las más grandes masacres patrocinadas por Cortés y que han marcado con un siniestro estigma en el México moderno.

A la entrada de la ciudad de México - Tenochtitlan, realizada el 8 de noviembre de 1519, se produjo el encuentro de Moctezuma y Cortés, haciendo de interprete entre ellos Marina. Moctezuma II creía que los españoles eran los enviados de Dios que vendría del este y, además, cayo bajo el poder de seducción de Cortés. Los españoles fueron hospedados en el palacio del padre de Moctezuma pudiendo, entonces, admirar la grandiosidad de aquella ciudad, por ejemplo: la plaza de su mercado era más del doble que la Plaza Mayor de Salamanca.

Residiendo los españoles en el palacio, se les ocurrió que ya era hora de levantar una capilla propia y, puesto que Moctezuma se había negado a que la erigieran en el cú de Huichihados, resolvieron hacerlo en su alojamiento, previo permiso del emperador. Buscaban los capitanes el mejor sitio para emplazarla cuando un soldado, que era carpintero, notó en la pared la existencia de una puerta tapiada y encalada de pocos días. Recordando, entonces, que se susurraba que en aquellos aposentos tenía Moctezuma los tesoros reunidos por su padre. Allí entraron Cortés y algunos capitanes y, tras la vista de un enorme tesoro, ordenó que se volviera a tapiar. Entonces les empezó a inquietar la posibilidad de ser asesinados.

Unos jefes mexicanos asaltaron Veracruz, donde mataron a Juan de Escalante (alguacil y mayor), a seis españoles y a los aliados totonacas. Esto supuso un desprestigio para las armas españolas, ya que descubrieron que no eran teules ni dioses y que podían derrotar. Un soldado llamado Argüello fue hecho prisionero, sacrificado y su cabeza fue enviada al emperador azteca.

Cortés le exigió a Moctezuma que fuese a vivir con los españoles; es decir, tenerlo como rehén so pena de muerte inmediata. Apaciguó a sus guardias diciendo que iba de propia voluntad. Cortés exigió que los caciques responsables del ataque a Veracruz fuesen castigados y, llevados ante su presencia, confirmaron que obedecían ordenes de Moctezuma. Los capitanes aztecas fueron sentenciados a morir en la hoguera. También consiguió que Moctezuma se declarase vasallo de Carlos V. Sin embargo, la situación se estaba poniendo difícil, ya que la clase sacerdotal y los nobles se estaban conjurando para liberar a su señor y aniquilar a los españoles.

En Tenochtitlan, Alvarado había cometido una matanza de nativos cuando estos estaban celebrando la fiesta de Toxcatl en honor de Tezcatlipoca. La población, lógicamente, se rebeló y los castellanos se tuvieron que refugiar en los alojamientos del palacio. Parece ser que, en la tensión de aquellos días, Pedro de Alvarado veía conjuras por todas partes y quiso anticiparse haciendo una matanza.

El 24 de junio de 1520, el ejército de Cortés entraba nuevamente a la ciudad. Cortés consiguió que Moctezuma II tratase de apaciguar a los inconformes y que dejasen salir a los españoles de la ciudad. Pero, cuando hablaba con su pueblo, recibió una pedrada de los propios indios que lo hirió de muerte. Los sitiados veían disminuir el agua, las municiones y toda clase de víveres. La única salida era la retirada y la hicieron en la lluviosa noche del 30 de junio al 1 julio de 1520, conocida como la “noche triste”

Hernán Cortés murió el 2 de diciembre de 1547 en Castilleja de la Cuesta tratando de volver a sus posesiones americanas.

Análisis:

Cortés es el primer cronista que relata la conquista de México (en cinco cartas escritas entre 1519 y 1526 dirigidas a Carlos I). La primera de ellas relata su llegada a las costas de México, luego de fundar Veracruz (1519). Cortés dirige activamente la conquista realizada en nombre del Rey de España. Su relata muestra cómo va sorteando los diversos obstáculos que se le presentan. Engrandece su figura con el fin de simpatizarle a su majestad y, así, conseguir títulos de nobleza, tierras, etc. Sus narraciones son muy objetivas.

El mismo Cortés es el protagonista de su historia, por lo cual el narrador es primera persona del singular. Su objetivo principal es resaltar su propia figura. Él es el arquetipo de conquistador español, que siente como deber servir a Dios y al emperador y llevar la verdad y la civilización (en su trato con los indios tiene que contraponerse a Cabeza de Vaca, tema que se trata más adelante). Adentrándonos un poco más en su figura podemos utilizar un fragmento de la Historia Verdadera de la Conquista de Nueva España de Bernal Díaz del Castillo, soldado suyo. Lo describe como un hombre alto y bien proporcionado dando en todo señales de gran señor, “… de muy afable condición en el trato con todos sus capitanes y compañeros…”, algo poeta, latino y elocuente, “… buen jinete y diestro en todas las armas…”, “… muy porfiado, en especial en la época de la guerra…”, algo jugador y “… con demasía dado a las mujeres…”. Era, por otra parte, hombre muy religioso (“Rezaba por las mañanas en unas horas e oía misa con devoción…”), limosnero, sumamente sufrido, el primero en trabajos y batallas, sumamente alerta y previsor.

El lenguaje en el que se expresa es formal, ya que él había estudiado en la Universidad de Salamanca. También es importante destacar el hecho de que, en sus cartas, se dirige al rey. Comienza su carta diciendo: “Enviada a su sacra majestad del emperador nuestro señor por el Capitán general de la Nueva España, llamado don Fernando Cortés…”. Antes de comenzar con su relato se dirige a él de la siguiente forma: “Muy alto y poderoso y muy católico príncipe, invictísimo emperador y señor nuestro”.

Los conquistadores veían a los indígenas como seres inferiores a ellos. Cortés no es la excepción. Esto está demostrado en el poco interés que mostraban en cuanto a su cultura debido a que tenían una visión de ella carente de verdadero valor cultural.

Debido a que se apartaba del mandato divino, los españoles la consideraron bárbara y hereje, Cortés ni siquiera se dedicó a aprender el idioma, de lo cual podemos deducir que el mismo no lo consideraba un gran valuarte cultural. Por otro lado, con la religión ocurre algo similar. Por no coincidir los dioses indígenas con los españoles, su religión fue considerada pagana, justificándose así, quizás, de la culturización religiosa que los extranjeros dieron al pueblo nativo.

Las descripciones que no realiza lo justifica por el mismo medio (es difícil encontrar descripciones culturales). Esto se explica porque él no va a aprender sus costumbres, su religión o incluso su idioma. El va a América a buscar oro y riquezas del lugar. Va a América porque es una misión. Sus descripciones, por lo tanto, están dirigidas a las cosas materiales que llaman su atención: las grandes ciudades, el brillo del oro y, también, se observan constantes comparaciones con España.

Como se aclaró anteriormente, Cortés estudió en la Universidad de Salamanca. Es por esto que se preciaba de sus conocimientos de latín, del romance, la historia. Todos estos son elementos que le permitían expresarse en forma poética, con soltura (a pesar de a quién está dirigida la carta) y con diversas estilos de escritura en sus cartas al rey.

Trata continuamente de destacar su figura. Al escribir en simultáneo con la conquista muestra cuestiones de podes (su poder), relata sus hazañas y al hacerlo es en primera persona singular, con un YO como protagonista. Se hace quedar a sí mismo como un héroe, como sujeto de todas las acciones: el mató, él conquistó, etc.

Comparación con Historia Verdadera de la Conquista de Nueva España

Un factor clave para analizar es la relación que ambos, Cortés y Bernal, tienen con los indígenas.

Cortés presentaba una nueva visión de los indígenas que rompe con el molde del “buen salvaje” establecido por Colón. Gracias a su elocuencia, d una positiva descripción de su buena organización social, política y económica. Estos seres, dice, son dignos de ser conquistados. Bernal Díaz del Castillo, por su parte, realiza una clasificación más simple del indígena. Aunque a veces da a conocer algunas de sus virtudes, en su mayoría, los indígenas son los infieles que hay que convertir o matar en el buen nombre de la religión católica. Bernal Díaz crítica la división que existe entre los propios indígenas sobre quiénes apoyan a Moctezuma y quiénes quieren derrocarlo, a pesar de que esto contribuyo grandemente a la rápida caída de Moctezuma y su imperio. En este sentido, una de las pocas distinciones que él efectúa en la representación del indígena es la división entre los indígenas aliados y los enemigos de los conquistadores.

La representación diversa del indígena está ligada al proyecto del autor y su relación con la empresa colonial.

Hernán Cortés justifica su rebeldía de iniciar una nueva expedición dando cuenta a los reyes de la enorme cantidad de almas que se salvarían a través del proyecto de gobierno organizado por él. Esto, por supuesto, daría a la corona grandes ventajas económicas y a Cortés, con el trabajo de los indígenas. Según él mismo los indígenas también saldrían beneficiados al asimilarse a la nueva cultura y religión europea.

En cambio, Para Bernal Díaz, el conquistar y someter a estos indígenas infieles a la corona y a la fe católica es un sinónimo que lo caracteriza como buen vasallo. En su obra, se ocupa más de autodefinirse como buen soldado y de convencer a su audiencia de ello. En su proyecto presenta las adversidades en su enfrentamiento con los indígenas, las cuales fueron superadas gracias a la divina providencia a su valentía y conocimientos.

La época en la que estos autores escribieron se caracteriza por diferentes debates ideológicos. Primeramente, los dos escriben en una etapa humanista, donde la polémica se encuentra en la transición del pensamiento, y el renacentista, en el cual se mantiene una ideología medieval por la que el vasallo debe ser fiel tanto a la corona como a los dogmas cristianos. En el caso de Cortés, su empresa colonizadora y sus cartas de relación debían presentar una combinación de ambas ideologías. Por un lado él precisaba obtener la licencia de la corona para la conquista de nuevos territorios y ganar un título que le permita ser un líder encomendero. Por otro, el autosubvencionar económicamente su expedición le otorgaba la libertad de obrar según su propia ética y de acuerdo a las situaciones con las cuales debía enfrentarse.

Bernal Díaz también se encuentra en el medio de dos corrientes filosóficas (medieval y renacentista) que rigen el pensamiento y actuar de la época. Sin embargo, ya que él no fue un líder de magnitud como Cortés, sus acciones representan una conjunción práctica de ambas filosofías. En su trato respecto a los indios, justifica su lucha contra ellos por ser infieles y quiere tomar ventaja de la ingenuidad de estos al considerar a los españoles como dioses míticos para atraerlos a la sumisión ante la corona española. Aprecia las alianzas hechas con algunos grupos indígenas, pero esto no es suficiente como para verlos más positivamente. Por otra parte, Bernal Díaz también enfatiza en su pensamiento medieval que la providencia les llevó el triunfo sobre los indígenas infieles para, de esa manera, obtener el reconocimiento del rey católico.

En conclusión, la presencia de los amerindios en estos textos fluctúa según los propios intereses de los autores. Los dos presentan al indígena desde su propia perspectiva, pero ninguno de ellos lo muestra como un ser completo ante los ojos europeos. Cortés admira algunos aspectos de los indígenas con quienes trata, pero de igual forma piensa que el y los otros conquistadores se enfrentaron al llevar a cabo la expansión de la corona en el nuevo mundo. Bernal Díaz usa al sujeto indígena para autoafirmarse ante el rey.

En el análisis de los textos se hace hincapié en los hechos puntuales ocurridos durante la etapa de la conquista americana. Según Cortés, podemos aclarar que se trata de un período de descubrimiento de América. Las culturas indígenas quedaron sepultadas tras los pasos del hombre español en América, el cual se encargó de entorpecer desarrollo alguno de la misma. En toda conquista prevalece la destrucción y la fragilidad de la razón y de las causas utilizadas para realizar dicho hecho.

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Enviado por:Cushita
Idioma: castellano
País: Argentina

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