Literatura


Romanticismo


El sentimiento frente a la razón

El siglo XVIII, el llamado Siglo de las Luces, había proclamado el predominio de la razón y de la experiencia y había regulado todos los aspectos de la vida, incluyendo el arte, mediante normas estrictas. Sin embargo, en la segunda mitad del siglo XVIII empieza a darse en diversos países, especialmente en Alemania, una reacción en el ámbito del pensamiento y de la literatura. Esta reacción consiste en oponer a la razón los sentimientos; al Estado, el individuo; y al valor de las reglas, la fuerza creadora de la intuición.

La exaltación de los sentimientos personales y del individuo frente a la colectividad, así como el rechazo de las reglas unido a la defensa de la libertad creadora constituyen la esencia del espíritu romántico, que prende con fuerza en toda Europa en el siglo XVIII.

Una actitud ante la vida

El término Romanticismo designa un movimiento artístico que se desarrolló en la primera mitad del siglo XVIII.

El Romanticismo fue heredado de los grandes cambios políticos y sociales producidos en Europa entre 1789 y 1815. La Revolución Francesa ( 1789) consagró los grandes principios de libertad, igualdad y fraternidad. Sin embargo, la política expansiva del emperador francés Napoleón Bonaparte abrió un período de guerras que asolaron durante los años iniciales del siglo XIX a toda Europa, desde España hasta Rusia. Esas guerras provocaron diversos efectos: por una parte favorecieron el auge de los nacionalismos, que casaban bien con los principios de igualdad y libertad de los pueblos; pero, por otra, favorecieron la reacción de las monarquías absolutas europeas que, tras la derrota definitiva de Napoleón, se reunieron en el Congreso de Viena (1814-1815) para reafirmar los principios en los que se basaba el Antiguo Régimen.

El Romanticismo surgió en este contexto no sólo como un movimiento artístico y literario, sino también como una actitud ante la vida. Sus seguidores, con frecuencia jóvenes exaltados y combativos contrarios a la tradición, solían definirse políticamente como liberales, y defendían la libertad de la persona y de los pueblos, la primacía de los sentimientos sobre la razón, la subjetividad del individuo y el genio creador, despreciando las normas artísticas que tanta importancia tuvieron durante el siglo XVIII.

Pensamientos de filósofos

Junto al pensamiento ilustrado, la filosofía de Kant es un claro antecedente del romanticismo la incluir el sentimiento como vehículo de

conocimiento.

Lo mismo se puede decir de Rossueau, quién exalta el amor a la

naturaleza y las pasiones.

Para Fichte no hay nada fuera del yo individual; todo cuanto existe forma parte de la conciencia. Se produce una absoluta confusión entre el hombre y el universo, entre sujeto y objeto.

Schelling reconoce la alteridad de los otros y de la naturaleza. El yo busca la reconciliación del sí mismo con el mundo exterior a través de la identificación con la naturaleza y en la proyección de la conciencia hacia el infinito.

El poeta alemán Novalis considera que la naturaleza y el individuo forman dos partes complementarias de la unidad del todo, por lo que la realidad de todo cuanto existe puede hallarse en el viaje al interior de la conciencia.

El romanticismo aspira a una visión orgánica en la que el hombre no es un pieza del engranaje, sino un ser que afirma su individualidad frente al mundo y se proyecta en él con un fuerte impulso de identificación con lo infinito. Esta aspiración aboca al hombre romántico a un conflicto irresoluble entre su deseo de fusión con el todo y la afirmación radical de su individualidad.

El romanticismo en cuestión de arte.

El romanticismo en España

En España, el Romanticismo está estrechamente ligado a los avatares de la política nacional de la primera mitad del siglo XIX.

El 2 de mayo de 1808 el pueblo de Madrid se alzó en armas contra el ejército napoleónico instalado en España. Se iniciaba así la llamada guerra de la Independencia, que se prolongó hasta 1814.

Una vez terminada la guerra, Fernando VII volvió al trono y derogó la Constitución promulgada en Cádiz el año 1812, en plena guerra de la Independencia. De esta manera restituía la monarquía absoluta, tras lo cual inició una persecución contra los liberales, que se vieron obligados a exiliarse.

El año 1820, el comandante Riego sublevó una guarnición militar y obligó al rey a jurar la Constitución. Se inicio así un breve período de tres años (1820-1823), que terminó con una intervención militar extranjera - los Cien mil hijos de San Luis- que restituyó el poder absoluto del monarca.

Después de este trieno constitucional las persecuciones arreciaron y la mayor parte de los exiliados españoles se trasladaron a Francia o Inglaterra, donde se imbuyeron de la ideología romántica.

La asociación entre espíritu romántico y liberalismo político unida a la censura sobre todo tipo de publicaciones impidieron que en España el Romanticismo se desarrollara al tiempo que lo hizo en Europa. El Romanticismo sólo triunfó en España después de la muerte de Fernando VII, cuando los liberales exiliados regresaron a España tras una amnistía promulgada el año 1833.

La historia del romanticismo español se reduce, pues, a pocos años, puesto que hacia mediados de siglo el Realismo comenzó a abrirse paso. Sólo dos autores mantuvieron durante la segunda mitad del siglo XIX el subjetivismo característico de los románticos: Gustavo Adolfo Bécquer y Rosalía de Castro. Tan breve duración, apenas quince años, se debió en parte a la temprana muerte de sus principales representantes y en parte al agotamiento de los ideales que el Romanticismo representaba.

La literatura romántica.

El Romanticismo se forjó como reacción contra el Neoclasicismo precedente. Y esta reacción fructificó en unos temas, unos escenarios y un estilo distinto.

Los temas

La literatura romántica gira en torno a dos núcleos temáticos: el yo personal y lo castizo.

El yo personal. Los románticos hicieron de su propio yo el tema principal. Frente al pudor de los neoclásicos, los poetas románticos hacen gala de un gran individualismo y una extrema subjetividad. Los propios sentimientos, el yo frente a la sociedad y la defensa de la propia libertad romántica:

Que es mi barco mi tesoro,

que es mi dios la libertad,

mi ley la fuerza y el viento,

mi única patria la mar.

Allá muevan feroz guerra

ciegos reyes

por un palmo más de tierra;

que yo aquí tengo por mío

cuanto abarca el mar bravío,

a quien nadie impuso leyes.

JOSÉ DE ESPRONCEDA

Lo castizo. El espíritu nacionalista que recorrió Europa a consecuencia de las guerras napoleónicas se manifestó en el interés hacia la historia, las tradiciones y las costumbres propias de cada pueblo, del que son muestras del desarrollo de la novela histórica, el costumbrismo y los romances.

Los escenarios

En el Romanticismo la acción se enmarca con frecuencia en una naturaleza abrupta, hostil y llena de fuerza. Los paisajes lúgubres, el mar embravecido, las tormentas, la noche, los cementerios, las ruinas... constituyen típicos escenarios románticos que contribuyen a crear ambientes y subrayar los sentimientos melancólicos o exaltados de los personajes:

El cielo estaba sombrío,

no vislumbrada una estrella,

silbaba lúgubre el viento,

y allá en el aire, cual negras

fantasmas,

se dibujaban

las torres de las iglesias,

y del gótico castillo

las altísimas almenas,

donde canta o reza acaso

temeroso el centinela.

JOSÉ DE ESPRONCEDA.

El estilo

El Romanticismo se caracteriza por un estilo vivo, que busca sobre todo sorprender o sobrecoger al lector. Los románticos se sirven con frecuencia de una rica adjetivación, y utilizan continuas exclamaciones, interrogaciones, hipérboles y otras figuras que contribuyen a enfatizar los sentimientos que se quieren expresar.

¡Ojalá que mi acento poderoso,

sublime resonando,

del trueno pavoroso

la temerosa voz sobrepujando,

¡oh sol!, a ti llegara

y en medio de tu curso te parara!

JOSÉ DE ESPRONCEDA.

Música y pintura

La música se considera como el lenguaje perfecto gracias al cual el hombre se acerca a las realidades al cual el hombre se acerca a las realidades divinas; despertando la sensibilidad adormecida en el interior del espíritu, abre nuestra conciencia hacia la percepción más pura de lo sublime.

De todas las artes visuales, la preferida por los románticos es la pintura, con ella manifiestan sus sentimientos personales. La escultura y la arquitectura sólo expresa elementos tangenciales o secundarios del espíritu romántico.

La pintura romántica es la responsable de la gran revolución que se produce en el arte pictórico del siglo XIX. La importancia que el romanticismo concede a la representación de la naturaleza, provoca un gran desarrollo de la pintura del paisaje.

La sensibilidad, la emoción y la sugestión del color se prefieren a los valores racionales de la línea y del dibujo.

La profunda subjetividad del arte romántico en la representación de la naturaleza por sí misma - no sólo como marco en el que se representan escenas mitológicas, históricas o sagradas- se manifiesta también en sus temas predilectos: lo exótico, lo fabuloso y fantástico y lo religioso.

El teatro: el drama romántico.

El drama fue el género por excelencia de la literatura romántica. Los románticos se rebelaron contra las normas del teatro neoclásico y volvieron sus ojos hacia el teatro barroco, creando una dramaturgia cuyas principales características son éstas:

La libertad como principio. Los autores románticos no aceptaban que su genio creador fuera sometido a ninguna regla. Por eso, en los dramas románticos se mezclan la prosa y el verso, lo cómico y lo trágico, no se respetaban las unidades de tiempo, acción y lugar, se utilizan versos de diferentes medida y hay un número variable de actos.

Dramas de protagonista. Con frecuencia, el protagonista es un hombre de origen desconocido, noble y generoso, enamorado de una dama que le corresponde; pero su amor se ve obstaculizado por un destino aciago que le conducirá finalmente a un final trágico.

Importancia de la naturaleza. Los acontecimientos se sitúan en un marco que refleja las acciones y los sentimientos de los personajes. Por ejemplo, en una obra del dramaturgo José Zorrilla, la tristeza de una joven se inscribe en la siguiente descripción de la naturaleza:

Ya era alta noche; en el nublado oriente

próximo estaba a despuntar el día;

el viento resonaba tristemente

y áspera lluvia gotear se oía.

Y la noche pasaba,

y la Margarita en soledad lloraba

la ausencia de don Juan, que no venía.

Los principales autores teatrales del Romanticismo fueron el mencionado José Zorrilla, poeta y dramaturgo célebre por su obra Don Juan Tenorio, en la que recrea el mito de don Juan, y el duque de Rivas, cuya obra Don Álvaro o la fuerza del sino supuso el triunfo de la estética del Romanticismo en la literatura española.

La poesía

La poesía romántica tiene muchos rasgos en común con el teatro, en tanto que es una manifestación de la misma ideología. Entre sus rasgos esenciales podemos destacar éstos:

Actitudes. La poesía reproduce las actitudes generales de la época -subjetivismo, pesimismo y melancolía, rebelión y lucha por la libertad, supremacía del sentimiento-, aunque hay una predilección especial por los sobrenatural y lo lúgubre.

Temas. Se prefieren los temas históricos, sobre todo los de carácter legendario y caballeroso situados en la Edad Media y en el siglo XVI. El tema de la muerte aparece continuamente, a menudo unido al amor. También los temas exóticos, sobre todo los orientales, figuran entre los más tratados por los poetas. Véase un ejemplo extraído de un poema de Zorrilla:

Yo te daré terciopelos

y perfumes orientales;

de Grecia te traeré velos,

y de Cachemira, chales.

Y te daré blancas plumas

para que adornes tu frente,

más blancas que las espumas

de nuestros mares de Oriente.

Forma. En relación con la forma, los poetas románticos rechazan cualquier tipo de preceptiva y mezclan géneros literarios y distintos tipos de verso en una misma obra; buscan, además, un renovación que afecta sobre todo a las estrofas y a los versos.

La prosa: el costumbrismo

La prosa romántica se desarrolló en torno a dos géneros: la novela histórica y el costumbrismo.

La novela histórica es una manifestación más del gusto romántico por el mundo caballeresco medieval. En España tuvo poco desarrollo, aunque autores como Espronceda o Larra cultivaron el género. En cambio, en Francia y en Inglaterra tuvo mucho éxito. Obras como Los tres mosqueteros, de Alejandro Dumas, o Ivanhoe, de Walter Scott, son de esta época.

Más fortuna tuvo el costumbrismo, cuya principal expresión fueron los cuadros de costumbres.

Los cuadros de costumbres son descripciones breves que recogen los modos de vivir del pueblo de una manera realista. A menudo, los cuadros de costumbres se publicaron en los periódicos de la época.

Entre los escritores costumbrista destacaron Mesonero Romanos, que retrata de una forma amable la vida de Madrid, y desde un punto de vista mucho más crítico, Mariano José de Larra.

El romanticismo inglés

En los últimos años del siglo XVIII, Inglaterra aporta su contribución a la pintura del paisaje romántico a través de las figuras de John Constable y William Tuner.

John Constable ( 1776-1837) nos ofrece la primera ruptura con la tradición basada en el binomio pintoresco-sublime; sus paisajes presentan una vibración interior, mediante la cual la naturaleza cobra vida propia. Sus paisajes transpiran autenticidad y verdad. Se preocupa sobre todo por captar los efectos de la luz y las cambiantes condiciones atmosféricas a través de una técnica rápida y precisa.

El rasgo de la visión de Constable es el de naturaleza serena. En obras como El carro de heno (1821) destaca la inmediatez de la imagen percibida. A partir de 1825, la obra de este pintor se vuelve más compulsiva y plenamente romántica, como se aprecia en su acuarela Stonebenge.

William Turner ( 1775-1851) parte de la tradición pictórica de Claudio de Lorena y de las perspectivas de Canaleto. Representa la naturaleza animada por poderosas fuerzas cósmicas que a través del color definen los objetos situados e interpenetrados por un espacio que parece infinito. Su obra provoca en el espectador la emoción ante la naturaleza estableciendo un juego dialéctico entre naturaleza hostil y acogedora, entre hombre y paisaje.

La particular visión de Turner nos muestra al hombre y su sociedad expuestos a merced de las fuerzas latentes de un cosmos natural. Aníbal y su ejército cruzando los Alpes (1812) y Tempestad en la nieve (1842). La naturaleza representada por Turner es la expresión romántica de lo sublime. Después de su viaje a Italia en 1819, su obra expresa la preocupación exclusiva por el color y la luz que, a partir de ahora, utiliza de manera revolucionaria al representar no sólo los objetos que reflejan el color, sino los medios por los que el color parece propagarse a través de la atmósfera.

Con su obra Lluvia, vapor y velocidad, se convierte en abanderado de la pintura moderna.

El romanticismo alemán

La división de Alemania en pequeños estados no facilita la formación de una capital artística semejante a Londres o París. Desde la época de Holbein y Durero no se encuentran en Alemania una tradición pictórica de la misma magnitud que en el resto de Europa.

Alemania es uno de los centros más importantes donde primero se manifiesta la sensibilidad romántica en el terreno literario y musical; sin embargo, las artes plásticas no alcanzan una relevancia igual a las anteriores. Cabe destacar, entre otros, a:

Caspar David Friedrich (1774-1840) es el pintor por excelencia de la naturaleza entendida como trascendencia. El paisaje ya no representa el espacio físico o lugar geográfico donde se desarrolla la acción humana, sino que tiene valor por sí mismo como emanación de Dios. El pintor, al realizar un paisaje, expresa en él su propia espiritualidad. Los cuadros de Friedrich son expresiones de la conciencia, un a conciencia dormida, casi oprimida, por un irrefrenable impulso místico. Entre sus obras cabe citar: Viajero junto a un mar de niebla (1818).

El romanticismo francés

La pintura romántica en Francia se desarrolla por caminos diferentes respecto a Inglaterra y Alemania. Después del dominio impuesto por el neoclasicismo de David y el ecleticismo de Ingres, la pintura romántica viene representada por Géricault y Delacroix.

Théodore Géricault (1791-1824) no necesita inspirarse en temas del pasado antiguo o medieval, ni en la búsqueda de la espiritualidad del alma humana, su temas son contemporáneos.

A partir de su viaje a Roma en 1816 se familiariza con la obra de Miguel Ángel. Sus vigorosas formas constituyen una de las características de la pintura de Géricault: la representación del vigor, de la voluntad, de la energía contenida tanto en el ser humano como en los animales. Sus temas predilectos son las escenas de cacerías, de combates y los retratos de locos. Su obra más famosa es La balsa de la Medusa(1819).

Eugène Delacroix (1789-1863), contiuador de la obra de Géricault, muerto prematuramente, se distingue por alguna de las características que más admiraba en él: la audacia, el vigor y la fuerza de sus pinturas. Su cuadro más conocido es el de La Libertad guiando al pueblo (1830). Donde demuestra su identificación con la lucha mantenida por el pueblo contra la opresión que supuso la restauración monárquica.




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Enviado por:Antonio López
Idioma: castellano
País: España

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