Filosofía y Ciencia


Romanticismo filosófico


EL ROMANTICISMO: MÁS ALLÁ DE LA LUZ Y DE KANT

Sturm und Drang “tormenta y empuje”

El Romanticismo surgió en Alemania entre 1770 y 1790, entre los literatos y filósofos alemanes, como reacción al neoclasicismo, al excesivo valor atribuido por la ilustración al intelecto, la razón y el refinamiento de la civilización y que preparó el camino al romanticismo en su país y en Europa. Proclamó la libertad del genio creador y se rebeló contra la rigidez de la ilustración.

Estimulado por las ideas del filósofo francés Jean-Jacques Rousseau, y bajo la influencia directa de Johann Gottfried von Herder, algunos jóvenes escritores alemanes comenzaron a preocuparse ante todo por la emoción subjetiva y la espontaneidad del acto creativo. El drama de Friedrich Maximilian Klinger titulado Sturm und Drang (“Tempestad y empuje" o también traducido como "Tormenta e ímpetu”) acabó dándole nombre el Romanticismo alemán, al que dieron su aportación filósofos como Hegel, escritores y poetas como Schiller, Novali, Tick y Goethe, músicos como Beethoven y Wagner, y pintores como Füssli y Friedrich. 

Los elementos del Sturm und Drang se aprecian en las obras de Johann Wolfgang von Goethe, especialmente en el drama Götz von Berlichingen (1773), basado en la vida real del caballero homónimo de la reforma modelo de rebeldía libertaria, y en la novela Die Leiden des jungen Werthers (Las tribulaciones del joven Werther, 1774), así como en las obras de Friedrich von Schiller, Die Räuber (Los bandidos,1781). Este movimiento fue el preludio del romanticismo.

Contraponiendo el sentimiento a la razón, el Romanticismo alemán reivindicaba la libertad poética del artista y celebraba el genio creativo del mismo. La naturaleza, vista como un conjunto de fuerzas espirituales a las que abandonarse en busca de lo sublime, se convirtió en protagonista de la época romántica y en una continua fuente de emociones. Al cosmopolitismo de la época iluminista se contraponía un sentimiento de fuerte nacionalismo, que cobró gran importancia en el proceso de unificación de Alemania.

Las ideas del Sturm und Drang se dieron a conocer en Europa a través de la escritora francesa Germaine Necker, baronesa de Staël-Holstein, más conocida como Madame de Staël. Sus ensayos De la littérature considérée dans ses rapports avec les constitutions sociales (1800) y, sobre todo, De Allemagne (1810), divulgaron los principales temas del Romanticismo alemán.

En la disertación Sobre la utilidad de las traducciones, publicada por la Biblioteca Italiana (1816), Madame de Staël invitó también a los intelectuales italianos a salir del clasicismo académico para abrazar las ideas de los filósofos, escritores y artistas del otro lado de los Alpes.

El Romanticismo

Es difícil definir qué sea el romanticismo. Su carácter revolucionario es incuestionable. Supone una ruptura con una tradición, con un orden anterior y con una jerarquía de valores culturales y sociales, en nombre de una libertad auténtica. Se proyecta en todas las artes y constituye la esencia de la modernidad.

Aunque la unanimidad del movimiento romántico reside en una manera de sentir y de concebir al hombre, la naturaleza y la vida, cada país produce un movimiento romántico particular, distinto; incluso cada romanticismo nacional desarrolla distintas tendencias. En Francia o en España se suelen distinguir un romanticismo de apariencia católica y nacional de otro más liberal y materialista. En Alemania o Inglaterra se diferencia un primer romanticismo de un segundo movimiento, más maduro y menos teórico.

El Romanticismo significó un cambio de gusto de la época y de las teorías estéticas de la creación. Lo moderno frente a lo neoclásico, simbolizado en lo francés y en la imitación de los modelos antiguos. Lessing ataca el teatro francés clasicista, propone imitar a Shakespeare y crear un drama nacional. Herder defiende la existencia de un espíritu nacional ligado al idioma cuyo desarrollo es la historia de cada país; la manifestación de ese espíritu en las creaciones del pueblo y en los grandes poetas, sobre todo en la Edad Media cristiana. Afirma el nacionalismo y el populismo que Schiller practicaría en su teatro. En Inglaterra revive el interés por la mitología y tradiciones medievales escandinavas o celtas (atribuidas a Ossian) y se cultiva un nuevo sentimiento ante la Naturaleza (Wordsworth y Coleridge). Goethe, en Werther, dibuja el "mal del siglo", y en su Fausto, busca un sueño imposible de inmortalidad.

F. Schlegel, contra la necesidad defendida por los neoclásicos de ajustar la creación a unas reglas o leyes, sostiene que la poesía crea sus propias normas pues es engendrada por la fuerza original invisible de la humanidad. Sigue a Schiller, que oponía la poesía ingenua y sentimental (moderna) a la poesía objetiva. Esta tenía por objeto la perfección formal, que se conseguía a través de sus limitaciones, mientras la moderna y sentimental subordinaba lo formal al contenido, que era una aspiración al infinito.

Francia había representado la vanguardia del Neoclasicismo, y a pesar de las tempranas manifestaciones que surgen dispersamente en este país y en Inglaterra preludiando el advenimiento del romanticismo, la vanguardia romántica nace en Alemania, bajo el principio kantiano del progreso hacia el infinito de los seres racionales finitos y en las inmediatas manifestaciones nacionalistas alemanas. Herder habla de una nueva literatura, moderna, frente a la clásica francesa. La búsqueda de una identidad nacional se hace coincidir con la necesidad de impulsar una cultura propia.

Temas románticos

Egocentrismo:

El alma del hombre es su enemigo interior, identificable con una obsesión incurable por lo imposible, que priva del goce de la vida al individuo y hace que ésta le sea adversa. El alma romántica no es dada desde fuera al individuo, sino que éste la crea cuando tiene conciencia de sus sentimientos. Convierte al individuo en singular y universal, de modo que el Universo sólo es posible concebirlo partiendo del conocimiento de sí mismo, pues el hombre es la imagen del Macrocosmos.

El egocentrismo en gran parte remite a Fichte: el Yo es la única realidad existente, pues "no hay más objetos que aquellos de los cuales tiene conciencia. Tú mismo eres tu propio objeto". Por tanto sólo el Yo es real, es el Absoluto, y la poesía permite hacer sensible y comunicativa esta experiencia en tanto que es representación del alma y representación del mundo interior en su totalidad. El poeta es alma y Universo.

Este egocentrismo romántico tiene sus raíces en la filosofía kantiana y en el idealismo trascendental. Kant llevó el centro de gravedad de la filosofía hacia el interior del propio hombre y valoró el sentimiento para el acto del conocer. Y Schelling, con su filosofía de la Naturaleza dio salida a la circularidad destructora de Fichte, pues el mundo entero se le acababa convirtiendo en un espejo que eternamente le presentaba al yo su propia soledad.

Schelling liberaba al hombre de encontrarse a sí mismo y sólo a sí mismo en todas partes. Admite la existencia de un mundo exterior opuesto al mundo interior (Yo). La intuición realiza la síntesis entre el Uno ("yo") y el Todo (La Naturaleza). Él Yo, el Uno se acerca a ese mundo externo para dialogar con él, coexistir con él y reconciliarse con él. El sistema de Schelling contiene, pues, en una suerte de panteísmo, la proyección del hombre en el infinito. El sujeto cree en una visión de algo que está más allá de la cosa, que puede percibir gracias a una intuición esencial en un ámbito de libertad.

La Libertad:

El reino de la libertad absoluta es el ideal romántico, el principio de toda ética romántica: libertad formal en el arte, entendida como necesidad del individuo para explorarse y explorar el mundo exterior, y para lograr la comunicación del Uno con el Todo, en una marcha progresiva hacia la infinitud.

El romántico se concibe como un ser libre, el cual se manifiesta como un querer ser y un buscador de la verdad. No puede aceptar leyes ni sumisión a ninguna autoridad. Muchos románticos heredaron la crisis de la conciencia europea que la Ilustración provocó al cuestionar, en nombre de la razón, los dogmas religiosos.

La libertad, como el infinito, es más una aspiración que una realidad. A través de ella cree el romántico poder superar los límites del Yo y reconciliar sujeto con objeto.

El amor y la muerte:

El romántico asocia amor y muerte, como ocurre en el Werther de Goethe. El amor atrae al romántico como vía de conocimiento, como sentimiento puro, fe en la vida y cima del arte y la belleza. Pero el amor acrecienta su sed de infinito. En el objeto del amor proyecta una dimensión más de esta fusión del Uno y el Todo, que es su principal objetivo. Pero no alcanzará la armonía en el amor.

El romántico ama el amor por el amor mismo, y éste le precipita a la muerte y se la hace desear, descubriendo en ella un principio de vida, y la posibilidad de convertir la muerte en vida: la muerte de amor es vida, y la vida sin amor es muerte.

En el amor romántico hay una aceptación de la autodestrucción, de la tragedia, porque en el amor se deposita la esperanza en un renacer, en la armonía del Uno y el Todo. En el amor se encarna toda la rebeldía romántica: "Todas las pasiones terminan en tragedia, todo lo que es limitado termina muriendo, toda poesía tiene algo de trágico" (Novalis). En la muerte, el alma romántica encuentra la liberación de la finitud.

La religión de los románticos:

Las posturas románticas acerca de la religión son variadas. No obstante, en general la creencia no la fundan los románticos en ninguna norma establecida, en ninguna moral instituida, sino en un sentimiento interior y en una intuición esencial de lo divino que conduce a una unión mística con Dios.

Lo que hay de esencialmente nuevo en la religión de los románticos, sobre todo en Alemania, es este sentimiento interior. El intercambio o comunicación entre el individuo y el universo denota una vida superior, y la primera condición de la vida moral. La conciencia de pertenecer a un todo, de formar parte de él desde la propia individualidad, conlleva una responsabilidad moral.

Para todos los románticos no existe Dios fuera del mundo y del hombre, y debemos actuar motivados por el entusiasmo y el amor ("sintiéndose lleno de Dios", F. Schlegel), una comunicación directa entre el hombre y la Naturaleza, el hombre y Dios, el Uno y el Todo.

Nacionalismo romántico y Literatura

La reivindicación del espíritu nacional (Volkgeist), la manifestación de ese espíritu en las creaciones del pueblo y en los grandes poetas y la oposición al clasicismo francés favoreció el cultivo de literaturas nacionales modernas o románticas.

El Romanticismo en literatura significa libertad, en la elección de la forma y en la elección del contenido. Se trata de una literatura revolucionaria por cuanto supone la liquidación de la norma clásica y la enemiga de los neoclasicistas. En Francia se dio la más cruenta batalla entre clásicos y románticos.

Si bien la poesía vio la aparición de nuevas formas como el lied alemán, la balada o el poema dramático, es en el teatro donde se producen los mayores cambios respecto a la normativa neoclasicista. El drama nuevo exige una libertad que sólo se había alcanzado en la obra de Shakespeare, y en casi todos los países europeos es producto entre otros factores de un desarrollo del espíritu nacional y nacionalista que propugna la necesidad de suprimir la influencia extranjera y la importación del programa clásico procedente de Francia, y de crear una literatura nacional. De ahí que los temas históricos y nacionales desempeñen en este nuevo drama un papel de suma importancia, en la medida que se reivindica la propia identidad.

Frente a las unidades que los clásicos defendían como necesarias para componer un drama, los románticos consideran que cada tema impone reglas particulares. Es decir que la forma debe ser orgánica y no mecánica. Los temas los prefieren históricos y que expresen los derechos de los oprimidos. Shakespeare, Lope de Vega, Calderón o Schiller pasan a ser los modelos invocados.

La nueva novela se convierte en un medio de describir sensaciones y pasiones, y se crea la novela histórica, cuyo maestro fue Walter Scott. El protagonista frecuentemente es el doble del autor, el cual penetra en su interior y describe sus sentimientos, al igual que recrea lo maravilloso, lo exótico o la aventura. Werther, de Goethe, fue para los románticos el modelo bajo la forma una novela-diario que penetra en la interioridad del personaje, comunica sus sentimientos, y los hace universales.

BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA.

AA.VV. Diccionario de Filosofía Herder. 2ª edición. Barcelona 1998

REALE Giovanni y Darío ANTISERI, Historia del pensamiento filosófico y científico Vol. III Herder, Barcelona 1992.

UNIVERSIDAD PANAMERICANA

FACULTAD DE FILOSOFÍA

El Sturm und Drang y el Romanticismo Alemán

Fernando Palma González

Historia de la Filosofía VI

Dr. Carlos de Jesús Kramsky S.

México DF a 7 de mayo de 2003




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Enviado por:Palmita
Idioma: castellano
País: México

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