Historia
Roma. Educación
EDUCACIÓN
E INFANCIA
EN ROMA
EL PAPEL DE LA FAMILIA EN LA EDUCACIÓN DEL NIÑO ROMANO.
Sistema educativo en la Roma Arcaica.
Aunque no hay testimonios claros de cómo sería la educación en esta época, parece evidente que al principio es la madre quien se hace cargo del niño, para pasar posteriormente (6 o 7 años) a la tutela del padre, quien desde este momento se hará cargo de su formación. Ésta guiará en torno a tres aspectos:
Intelectual: enseñar al niño a leer, escribir y contar.
Moral: inculcarle el amor y el respeto a su familia y antepasados, la piedad y la veneración que se debe a los dioses. El honor y la grandeza que se merece la patria de parte de cada uno de sus miembros.
Laboral: conocimiento de las virtudes y técnicas que debe mantener un buen campesino. Lo que en parte pretende conseguir con esto un sucesor honrado y juicioso que sepa defender con justicia sus derechos.
Sistema educativo a partir de la expansión romana.
No fue éste el sistema que pervivió, ya que se produjo un cambio tan radical en el concepto de la enseñanza que los sistemas resultaron totalmente diferentes. El inicio del cambio hay que situarlo en el momento en que Roma entra en contacto con una cultura superior; la Graecia capta de Horacio la confrontación cultural que resulta tremenda hasta el punto de que Roma queda totalmente anulada en muchos aspectos: la educación fue uno más.
Según los cambios que hubo, la educación dejó de ser:
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Patriarcal: con la llegada de los esclavos griegos, mucho más instruidos que los romanos, se crean en Roma las primeras escuelas. El niño ya no estará al lado del pater familias, si no que pasará a manos des magister.
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Práctica: si hasta ahora el muchacho ha aprendido lo imprescindible para su quehacer diario, los conocimientos que va a adquirir en la escuela son sólo culturales: expresarse con corrección, conocer a los poetas…, olvidándose de esas virtudes que hemos señalado como característica del hombre romano.
El resultado de todo ello fue la implantación de un sistema educativo distribuido en tres etapas: primaria, secundaria y superior.
VIDA DEL NIÑO ROMANO DESDE SU NACIMIENTO HASTA SU ADOLESCENCIA
En la antigüedad los recién nacidos eran aceptados en la sociedad en virtud de una decisión del cabeza de familia. El nacimiento de su hijo no obligaba a los romanos a reconocerlos: lo aceptaban levantándolo del suelo, donde la comadrona lo había dejado. Si el padre no lo tomaba, la criatura era expuesta a la puerta de la casa o abandonado en una ligera pública donde podía ser recogido por cualquiera, y si no tenía esa suerte, moría.
Había niños que nacían con defectos físicos; entonces el padre sospechaba que no era hijo suyo, éste deja al hijo con la madre al margen de la familia. Si el padre tomaba al hijo se hacían una serie de actos y celebraciones como las “anfitronías” donde el padre corría alrededor del hogar con el recién nacido. A los diez días lo inscribían en el censo de los demonios.
En roma se celebraba la ceremonia sagrada de la purificación (lustratio) y la imposición del nombre. Al octavo día del nacimiento si era niña o al noveno si era niño. El niño recibía tres nombres: “praenomen”, nombre individual; “nomen”, indicaba a la familia que pertenecía; y “cognomen”, que es el sobrenombre, y reflejaba alguna característica del niño.
Las mujeres, para diferenciarlos en la vida cotidiana, utilizaban un apodo, generalmente un numeral, a modo de cognomen. Si eran adoptados recibían los tres nombres del adoptante y un segundo cognomen (el de la familia de origen) terminado en -anus.
La adopción era bastante corriente. Los romanos adoptaban un niño, a pesar de que esa familia ya tenga hijos. En el caso de que no tenga hijos esa familia lo adoptan para tener un heredero.
En Roma los hijos eran educados por la propia familia o por el medio natural de formación. Los padres inculcaban en sus hijos moral, religión y respeto. Las niñas aprendían a llevar la casa y los niños a leer, a escribir, calcular y cultivar el campo. A los diecisiete años mandaban al hijo a algún amigo ilustre de la familia durante un año para que le enseñara las necesidades de la vida pública.
JUEGOS INFANTILES
¿A qué jugaban los niños?
Como los de todas partes y sobretodo como los de los pueblos ricos. No olvidemos que estamos en un pueblo labrador pastor; jugarían a guardar ovejas, que serían unos tiestos o unas piedrecitas que se distinguen del polvo del suelo; a hacer sus campitos y sus arados en las aenas o plazas de tierra movible, en las proximidades del pueblo; a edificar casitas; a unir ratones a un carrito; a pares o nones; a montar a caballo sobre una caña larga; a plasmar sus caballitos en arcilla; a recoger el flujo de agua caliente de sencillas balsas; formar sus carritos y sus arados con las cosas más aparentes que se encuentran a mano. Exactamente igual que juegan nuestros niños por las calles de los pueblos. Ellos solían imitar al adulto. Las niñas se entretenían con sus muñecas, de las que se han encontrado varios ejemplares, incluso de brazos, piernas y cabezas articuladas; sus cocinitas de tiestos de bajillas, sus tiendas de ventas, sus hogares minúsculos. Conocían también las marionetas que por medio de un hilo se ponían en movimiento. Llamaban “delicium o delicias” a todo lo que entretenía a los niños y jovencitas en casa, tal como los animalitos domésticos. Los niños que formaban parte del entretenimiento en las grandes casas eran elegidos para ser compañeros de juego o para la diversión de las personas mayores por su viveza o agilidad. Nos referimos ahora a los entretenimientos de los niños, para lo que les servían los perritos, los corderos, los cabritos, las liebres, los conejos, etc., y todos los pájaros parlantes como el cuervo, la pica, el loro venid de India, el estornino…
Los niños jugaban también con las cigarras y los grillos cantadores que guardaban en pequeñas jaulas preparadas e incluso con insectos voladores como “scarabaens”.
Creciendo los niños, los carritos se hacían mayores y se enganchaban a ellos perritos y corderos, e incluso a falta de ellos los arrastraban otros niños mientras el organizador del juego, se montaba en el carro y hacía de auriga. Realizaban diferentes juegos:
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El escondite: uno de ellos se sitúa en un rincón o se tapa los ojos, mientras sus compañeros buscan un refugio donde ocultarse. El que es sorprendido y cogido en su escondite pasa a ser el investigador del juego siguiente.
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Pares o nones: uno encierra en su puño piedrecitas o pajas e invita a su compañero a que adivine: ¿pares o nones?, el interpelado dice lo que le parece y si acierta a ganado.
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La mosca de bronce: se le vendan los ojos a un niño y grita: “yo cazaré a la mosca de bronce”. Los otros responden: “Tú la cazarás pero no la atraparás”. Y corren zumbando hasta que es atrapado uno de ellos.
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La gallinita ciega: podían taparse los ojos de dos o más niños y tenían que cogerse y reconocerse sin hablar.
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Caput aut navis: (cara o cruz). En ciertas monedas aparecía gravada en una parte la cabeza de “Jano” y en la otra el espolón de una nave. Su forma de jugar es idéntica a la nuestra.
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Dar sustos: este juego se llamaba “Mormolycion” uno se escondía detrás de la puerta y cuando sus compañeros estaban más entretenidos, salía de repente con una máscara puesta. Algunos caían horrorizados por el suelo.
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Micare: significa moverse rápidamente algo. Dos jugadores puestos de frente a una distancia oportuna levantan la mano derecha con algunos dedos tendidos y otros replegados, y al mismo tiempo dicen un número; el que acierta la cantidad de dedos desplegados entre las derechas de los contendientes es el que gana. El número no puede ser superior a diez.
Y como éstos había muchos más juegos.
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La gimnasia: era parte de la educación de los jóvenes y buscaba el desarrollo equilibrado del cuerpo y del espíritu o empezaba a practicarse en la “palestra” y luego se continuaba en el “campus” bajo la dirección de un maestro.
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La lucha: se trataban los combatientes cuerpo a cuerpo en duro forcejeo cayendo frecuentemente los dos en la tierra. Quedaba vencido aquel cuyas dos espaldas tocaran al mismo tiempo la tierra.
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El disco: círculo macizo de bronce o de piedra de peso y de diámetro variable. Se pretendía lanzarlos lo más lejos posible.
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Lanzamiento de jabalina: la jabalina solía estar provista de una correa corta cuyas dos puntas estaban fijas en el centro de la vara; en ellas se metía el dedo índice o el mayor con lo que se le imprimía un movimiento rotatorio para darle la estabilidad en la trayectoria.
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Los columpios: los romanos se divertían con diversas clases de columpios o balanzas.
PLAN DE ESTUDIOS
Ejercicios y evaluación.
El tipo de enseñanza que aplicaban era unidireccional, esto significa que el profesor comentaba textos y definía términos sin motivar al alumno ni preguntar si lo comprendía. El alumno se limitaba a anotar todo lo más rápido que podía y declamaba en clase textos compuestos por él mismo, que constituían sus primeros pinitos literarios. Al muchacho no se le exige originalidad, sólo claridad y corrección en la forma de expresarse. Una vez iniciado y para ir puliendo su estilo, el alumno realiza otro tipo de composiciones: sentencias, etilogías, etc., tratando de que el alumno sea capaz de hacer una explicación a partir de la opinión expuesta. Con esto llegamos al final de la etapa, el alumno ha completado su formación: ha aprendido a hablar y a escribir con corrección, es prácticamente bilingüe, realiza sus propias composiciones.
Es el momento de acceder a la escuela superior. Pero caso curioso, no existe ningún tipo de prueba que el alumno debe realizar para saber el grado de conocimiento durante los años que ha estudiado con su profesor.
Métodos.
El maestro echaba mano a los castigos con mucha frecuencia, como único recurso contra la resitencia al aprendizaje.
El cambio a finales del siglo I d. C., comienzan a cambiar los métodos, cambiando los castigos físicos y haciendo un plan de estudios agradable. Los maestros ponían normas en la enseñanza, sobre todo les enseñaban a expresar y las matemáticas.
Material escolar.
Para escribir, los alumnos tenían unas tablas de madera recubiertas con cera sobre las que escribían con un punzón (stilus), agudo por la punta y plano por el otro lado para poder borrar lo escrito.
También tenían que aprender a escribir sobre papiro o pergamino, para lo que usaban una pluma que se mojaba en un tintero.
Para enseñar a contar y calcular, usaban el tablero dónde iban puestas unas bolas de madera con las que los niños aprendían jugando.
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Las aulas: eran muy sencillas, una simple habitación alquilada o los pórticos de las calles. El mobiliario era escaso, el único que tenía asiento era el profesor (cathedra). Los alumnos se sentaban en bancos sin respaldo, escribían apoyando en las piernas.
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Enviado por: | Miguel Cases |
Idioma: | castellano |
País: | España |