Política y Administración Pública


Robert Dahl; La Poliarquía


Nos encontramos ante un texto denso, complicado. “La poliarquía”, de Robert Dahl, no es un libro de lectura rápida ni fácil comprensión. Las palabras que Dahl escribe tienen ya treinta años. El mundo ha cambiado mucho desde entonces. La sociedad internacional ha comprobado cómo las crisis económicas y la mundialización la han transformado por completo. El autor se percata de ello y escribe “La democracia, una guía para el ciudadano”, donde redacta un resumen del libro que comentamos en estos momentos. Un libro de lectura menos complicada y de cierta actualidad. A pesar de todo, los argumentos, los recorridos y las conclusiones se alejan bastante de ser aburridos o escasos de interés.

En primer lugar, hagamos una aclaración conceptual, ¿qué son democracia y poliarquía?

  • Democracia (del griego, demos, `pueblo' y kratein, `gobernar'), sistema político por el que el pueblo de un Estado ejerce su soberanía mediante cualquier forma de gobierno que haya decidido establecer. La esencia del sistema democrático supone la participación de la población en el nombramiento de representantes para el ejercicio de los poderes ejecutivo y legislativo del Estado, independientemente de que éste se rija por un régimen monárquico o republicano.

  • Aristóteles distinguió, en sus tratados Ética a Nicómaco y Política, tres formas justas de gobierno (monarquía, aristocracia y poliarquía ( del griego, polýs, `mucho' y `arché', gobierno, `gobierno de muchos' —forma atenuada de democracia—) y sus correspondientes formas corruptas (tiranía, oligarquía y demagogia).

  • El autor, a pesar de sus diferencias conceptuales, identifica poliarquía con democracia, o democracia con poliarquía. A partir de aquí el libro hace un largo recorrido por la democracia, los regímenes democráticos, cómo alcanzarlos, qué conlleva la instauración de una democracia como forma de gobierno en un Estado. Pero, ¿a qué tipo de democracia se refiere Dahl? Suponemos que a la democracia representativa, pues el autor no lo especifica. Es una licencia que se permite Dahl, identificar democracia con democracia representativa, obviando la existencia de diferencias relevantes entre la democracia directa y la representativa, entre la democracia real y la clásica. Un ejemplo cercano es cómo el dictador Francisco Franco afirmaba que el estado español se gobernaba bajo un régimen de democracia, democracia orgánica. Los derechos individuales y colectivos de la ciudadanía no existían, el debate público no se daba, se condenaba y perseguía cualquier tipo de oposición, el derecho a participar, ¿dónde?, no se planteaba. ¡Qué lejos estaba el país de los postulados democráticos al modo francés, inglés o alemán!

    El proceso de democratización alcanza su cumbre, según escribe Dahl, cuando existe debate público y derecho a participar. Pero ni define qué entiende por debate público ni especifica en qué campos se tiene derecho a participar.

    Referente al debate público:

  • ¿Sobre qué se debate?

  • ¿Quién o quiénes debaten?

  • ¿Bajo qué condiciones se debate?

  • ¿Cómo se debate?

  • En cuanto al derecho a participar:

  • ¿En qué se tiene derecho a participar?

  • ¿Quién o quiénes poseen ese derecho a participar?

  • ¿Cómo se ejerce el derecho a participar?

  • ¿Cuándo, en qué circunstancias, bajo qué presupuestos se pone en práctica el derecho a participar?

  • ¿Cuántas veces tienen que participar los ciudadanos para que sea pleno el derecho a participar?

  • Son preguntas lógicas que Robert Dahl no concreta, no explica, no delimita. El debate público que surge en una sociedad culta, con altos niveles de educación y con un campo muy grande de necesidades cubiertas, será muy diferente del debate público que se puede desarrollar en una sociedad dominada por el hambre y la necesidad. En cuanto a la participación, nos encontramos inmersos en una ola de crispación ya que la única participación que nos queda es el derecho a voto cada cuatro años.

    Hay unas palabras del libro bastante significativas:

    `(…)Esto no quiere decir que los dirigentes políticos y los parlamentos son una muestra representativa de los distintos estratos sociológicos, ocupacionales, y demás agrupamientos de la sociedad, no lo son nunca'.

    Detengámonos en las últimas palabras prestando atención, `no lo son nunca'. No son nunca representantes del electorado, de los miembros de la sociedad, no son nada. Tan sólo representan sus intereses y los intereses de sus acólitos, que rara vez tienen algo en común con el desarrollo y bienestar del conjunto de la sociedad que los ha puesto en sus cargos ejerciendo el sacrosanto derecho al voto. Entonces, ¿de qué democracia representativa estamos hablando?, ¿de qué poliarquía, usando la terminología del autor?

    Bibliografía

    • Diccionario enciclopédico Espasa. Espasa Calpe. Tomos 10 y 24. Madrid, 1993.

    • Dahl, Robert A. La poliarquía. Participación y oposición. Tecnos. Madrid, 1989.

    • Enciclopedia Encarta 2000. Microsoft. 1999.

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    Enviado por:Lourdes Medina
    Idioma: castellano
    País: España

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