Literatura
Rimas; Gustavo Adolfo Bécquer
RIMA I
Yo sé un himno gigante y extraño
que anuncia en la noche del alma una aurora,
y estas páginas son de ese himno
cadencias que el aire dilata en las sombras.
Yo quisiera escribirle, del hombre
domando el rebelde, mezquino idioma,
con palabras que fuesen a un tiempo
suspiros y risas, colores y notas.
Pero en vano es luchar, que no hay cifra
capaz de encerrarle; y apenas, ¡oh, hermosa!,
si, teniendo en mis manos las tuyas,
pudiera, al oído, cantártelo a solas.
Este poema es la que encabeza sus Rimas. Parece típicamente romántico; asunto grandioso, pasiones exaltadas, , la Naturaleza participa de los sentimientos del poeta, pesimistas en este caso.
Bécquer se dirige a su amada, le cuenta su incapacidad para dominar el idioma, algo propio de su Poética. Algunas de las ideas principales de Bécquer acerca de la poesía se encuentran en esta; la poesía se dirige al alma, poesía pura que depende de la interpretación que se hace del poema en sí, acude a lo popular para encontrar sencillez en la expresión, pero en realidad la poesía de Bécquer no es popular, sino culta, sobre todo teniendo en cuenta el contenido.
Destaca la aparición del yo, en la progresión poética del autor este yo aparece de distinto modo, el yo que escribe no es el mismo que el yo que vive, es inseguro, con sentimientos melancólicos, que no domina y anhelante, a veces no se sabe que habla este yo, pero en esta rima aparece plenamente latente.
La ordenación de sus rimas ha tenido diferentes teorías, pero todas han estado de acuerdo en que la primera parte corresponde al tema de la poesía y el papel del poeta con respecto a esta, y la rima I corresponde a la primera parte.
Sus Rimas se dividen en tres partes:
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El poeta y la poesía
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La felicidad del amor
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El desamor.
Aunque hay que insistir en las diferentes teorías.
El poema tiene tres partes que corresponden a las tres diferentes estrofas;
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La primera, los cuatro primeros versos, el poeta habla del “himno” que corresponde a su obra poética.
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Los cuatro siguientes expresan el afán del autor por dominar el idioma y hacer de ese himno lo que desea.
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Los últimos cuatro son el reflejo de la incapacidad del autor para llevar a cabo lo que deseaba, y dirigiéndose a la amada así lo expresa.
Los versos son largos, de arte mayor que se mueven entre los nueve y los doce versos, aquí se demuestra la predilección de Bécquer por la asimetría, los versos riman en los pares de forma asonante; aurora/sombras, idioma/notas, hermosa/solas, dando la magistral casualidad de que el primer término sea singular y el segundo plural en todas las ocasiones.
El lenguaje es sencillo y está lleno de símbolos y metáforas. Con himno se refiere a su obra poética y utiliza personificaciones atribuyendo cualidades y adjetivos materiales a conceptos abstractos, himno gigante y extraño que anuncia ( un himno no puede ser gigante ni extraño pero tampoco puede anunciar a la noche nada) la noche no puede captar nada, mucho menos los anuncios de ese himno. Al idioma también se atribuyen términos como mezquino y rebelde y a las palabras suspiros y risas.
En la segunda estrofa aparecen términos musicales y pictóricos, no debemos olvidar que el padre de Bécquer era pintor y que él mismo comenzó su carrera pictórica (colores y notas)
La última parte del poema llega al clímax con la incapacidad del autor para dominar el idioma y lo expresa con una frase llena de simbolismo, no hay cifra capaz de encerrar al himno del cual el poeta tiene conocimiento. Bécquer hace hincapié en su poética de la incapacidad del lenguaje para abarcar todo lo que proyecta el pensamiento, idea principal de todo el poema. De pronto aparece una segunda persona, la amada, de forma imprevisible y a través de una apelación exclamativa, ¡Oh, hermosa! El autor no se desliga del todo de la amada en ninguna de las partes de su obra, aunque lo que sí se diferencia es la proyección positiva o negativa acerca de ella.
Bécquer se ha propuesto en este poema un tema y grandioso. Hay frustración que se ve en el comienzo por la ausencia de puntos y comas, lo que da al poema agilidad que podría corresponder también con la frustración de la mente, poco a poco van apareciendo estas pausas, a la vez que va apareciendo también la aceptación plena de su destino, en vano es luchar, así lo expresa Bécquer en el final del poema. La calidad poética de Bécquer se ve en el empleo magistral de símbolos, metáforas y otros recursos gramaticales para expresar el caótico desastre al que ha llegado.
En general muchos rasgos de su estilo parecen proceder de un común denominador romántico. Pero Bécquer es considerado el padre de la poesía moderna y sus desorbitados sentimientos encuentran en nosotros el eco que de seguro, alcanzaría en los lectores contemporáneos del poeta.
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