Historia


Revolución Francesa


Resumen

1. París, capital de la Revolución.

En 1789 París era una población joven que crecía cada día con la llegada de inmigrantes (campesinos, estudiantes, artesanos, etc.), que al no encontrar trabajo pasaban a agrandar la mendicidad y la mayoría de ellos no tenían un techo bajo el que cobijarse. Las casas estaban formadas por varias plantas y a medida que aumentaba la altura la calidad de la vivienda disminuía. En las plantas bajas estaban los talleres de los artesanos y las tiendas. En el primer piso vivían los ricos. Sus casas estaban formadas por seis o siete habitaciones cuyo centro era el salón abundantemente decorado con tapices, espejos y chimeneas. En el dormitorio principal había una cama con cortina y colchón de plumas. Al lado de la habitación había un cuarto de baño con guardarropa bañera y bidé. El mobiliario y la decoración eran lujos y los materiales caros. Las familias de clase media vivían en un piso de tres habitaciones. La primera servía de salón y de dormitorio, la segunda de cocina y de dormitorio para los niños y la tercera era el dormitorio principal. En la parte más alta vivían las clases populares en una casa de una sola habitación apenas amueblada.

2. Los usos y costumbres de la igualdad y la fraternidad: la mentalidad del nuevo ciudadano.

A la Revolución no le bastaba establecer un nuevo orden social y económico y cambiar la forma de Estado sino que también pretendía que el impulso igualatorio se extendiera a multitud de detalles, como por ejemplo instaurar toda una serie de nuevas formas de relación ente los grupos sociales. En junio de 1789 se produjo la destrucción de los títulos nobiliarios. El título de ciudadano se convierte en un honor dado su significado: sea cual sea el lugar que se ocupe en el gobierno de la nación, el ejército, etc. el tratamiento siempre será el mismo. En el año II se impone el tuteo como forma obligada de relación. Cualquiera que utilizara antiguos tratamientos de respecto se hacía sospechoso de traición. Con la anulación de la venta de oficios un buen número de burgueses accederá a desempeñar cargos de responsabilidad y serán los propagadores de las nuevas modas que se identificaran con la defensa del nuevo Estado. Con el Directorio y con el Imperio las modas cambiaron y se recuperaron muchos hábitos antiguos.

Una nueva iconografía

Desde el comienzo de la Revolución aparece un nuevo lenguaje simbólico que continuo enriqueciéndose a lo largo de todo el periodo revolucionario. Los revolucionarios buscaron en dos fuentes principales imágenes para asociar a sus ideas fundamentales: la Antigüedad Clásica y la masonería. De la antigua Grecia y Roma sacaron las bases para lo relacionado con la expresión plástica. Esta influencia trajo la adopción de símbolos como el gorro frigio, el haz lictor, la importancia de gestos (el juramento, la moda de los nombres de origen romano...) Otra influencia fue la masonería ya que muchos de los hombres que influyeron en la Revolución se educaron en esta escuela. De esta influencia provienen muchas imágenes revolucionarias (el triangulo, la escuadra, el nivel, la balanza...) En ocasiones, las imágenes nuevas se mezclan con las religiosas, a las que se les da un nuevo significado. Hay que destacar la importancia que logró la escarapela tricolor, que estuvo presente en todos los acontecimientos y actos religiosos, y la de algunos cánticos como la Marsellesa y la Carmagnole. Algunos de estos símbolos evolucionaran o caerán en desuso.

Los límites de la igualdad: la mujer en la Revolución

El impulso social hacia la igualdad no alcanzo a las mujeres francesas. Su presencia en los años de la Revolución es importante. Su actividad política y social fue constante (algunas fueron guillotinadas). Algunos grupos de mujeres pasaron a la historia por su ferocidad a la hora de pedir la muerte de los acusados en el Tribunal Revolucionario de Fouquier-Tinville. Otras mujeres destacaron en los famosos clubes y salones de las grandes ciudades.

3. Los nuevos ritos civiles.

La Libertad, la Igualdad y la Fraternidad se convierten en los símbolos respetados y aclamados por la sociedad. A partir de 1792, la patria aparece como objeto de culto, surgiendo múltiples ritos civiles para venerarla. El gorro frigio y la escarapela tricolor serán los distintivos de los patriotas, se construirá un altar en honor a la Patria en cada población y los que mueran por la causa de la Libertad serán objeto de devoción pública.

El calendario republicano

En 1793 se instituyó oficialmente el calendario republicano tomando como fecha inicial del año I de la revolución, el 22 de septiembre de 1792. Cada año de 365 días fue dividido en 12 meses de 30 días y los cinco días que faltaban para completar el año se añadieron al final y estaban dedicados a la celebración de las fiestas republicanas. Cada mes se dividió en tres periodos, de diez días, cada uno llamados décadas. El último día de cada década estaba dedicado al descanso laboral. Este calendario republicano estuvo en vigor poco más de doce años.

Matrimonio y divorcio

La institución del matrimonio sufrió profundos cambios. Las nuevas leyes consideraban el matrimonio como un contrato civil. La ley contempla que el matrimonio es un deber de los ciudadanos para con la patria y una institución fundamental de la República, a la que deberán darse hijos para educarlos según las ideas patrióticas. La dote desapareció ya que estaba considera un símbolo de abuso y de discriminación hacia la mujer. A pesar de los principios de igualdad la mujer casada seguirá estando en inferioridad con respecto a su marido. Sólo se prohíben los matrimonios entre parientes de primer grado y la edad mínima para casarse es de quince años para los varones y de trece para las mujeres. Al principio la ceremonia del matrimonio era simple y breve y a ella acudían los contrayentes y dos o cuatro testigos. Más adelante las bodas se celebrarán públicamente ante el altar de la Patria con un acto solemne. A partir de 1794 la ceremonia vuelve a la simplicidad del principio. El divorcio se introdujo en Francia pese a la firme oposición del clero. La Convención argumentó que era un instrumento de libertad y un arma para mejorar la moral y el bienestar social. Se consideraban causas de divorcio al abandono del hogar, al adulterio, a los malos tratos... Las demandas de divorcios se produjeron principalmente en las ciudades. En los primeros años las solicitudes fueron numerosas pero después descendieron notablemente.

El culto a la Diosa Razón y al Ser Supremo.

En el verano de 1793, la Convención estableció el culto a la Diosa Razón y a la religión de la Naturaleza. Poco después determinó que la catedral de Notre Dame pasara a estar dedicada a la Diosa Razón. La nueva religión niega la inmortalidad del alma. Este intento de descristianización sacudió los ánimos de muchos revolucionarios.

4. La vida política y social.

La intensa actividad revolucionaria desarrolla una vitalidad social extraordinaria lo cual da lugar a asambleas, sociedades y clubes que congregan a los ciudadanos de una demarcación con motivo de elecciones o de dar a conocer algo decreto revolucionario. Las sesiones son dirigidas por el presidente y en ellas se practica la democracia directa. Sólo los hombres mayores de edad tienen derecho a voto y las votaciones se realizan a mano alzada. Paralelamente a estas Asambleas se crean Sociedades Populares a las que pertenecen voluntariamente las personas con intereses e ideologías comunes.

Los clubes: los jacobinos

Siguiendo el modelo inglés se fundaron algunos clubes en las ciudades más importantes. Los clubes más influyentes fueron el Club de los Americanos y la Sociedad de Amigos de los Negros. Más adelante, un grupo de diputados de la Bretaña fundó el Club Bretón. Posteriormente otros diputados de diferentes provincias se unen a ellos y alquilan como sede el convento de las Jacobinos Reformados y toman un nuevo nombre: Sociedad de los Amigos de la Constitución, pero la gente lo llamará el Club de los Jacobinos. A sus reuniones puede acudir cualquiera que pague la cuota establecida y en ellas discuten sobre proyectos de Constitución, hablan de derechos y deberes, hacen discursos... Las asambleas y los debates son serios y asteros y se celebran cada diez días. En 1791, los jacobinos ocupan la iglesia y colocan gradas y tribunas. El club tiene un carácter moderado y ejerce una gran influencia sobre la opinión pública. A él pertenecen desde Mirabeau hasta Lafayette. En 1792 lo dominan los republicanos radicales, con Robespierre y Saint-Just a la cabeza, lo que provoca la escisión de parte de sus miembros que se agrupan en torno a Lafayette formando el club de los Feuillants. También abandonan el club los diputados girondinos que se organizan como grupo político alrededor de Brissot. Otro club importante es el Club de los Cordeliers creado en 1790 con el nombre de Sociedad de los Amigos de los Derechos del Hombre y del Ciudadano. Sus personajes más destacados son Hêbert y Danton. Los clubes son el origen de los partidos políticos que se irán esbozando a lo largo de la revolución.

5. La escuela republicana.

Los hombres de la Revolución pretendían transformar las instituciones didácticas del Antiguo Régimen en un nuevo sistema educativo, basado en los principios revolucionarios.

A la convención se presentaron varios proyectos educativos.

- Los centros debían ser públicos, gratuitos y obligatorios e impartir una enseñanza básica con disciplina austera. El objetivo era conseguir que el niño adquiriese unos hábitos y normas de conducta adecuadas.

La organización de la escuela primaria

La falta de medios económicos obligó a la Convención a habilitar como escuelas las antiguas casas rurales de los curas. La enseñanza era obligatoria a partir de los cinco años. Los libros del Antiguo régimen se sustituyeron por los catecismos revolucionarios y la primera canción que aprendían era la Marsellesa. El objetivo básico de los libros escolares era enseñar a los niños e inculcarles los ideales republicanos y patrióticos.

El maestro

Los proyectos educativos de la I República se encaminaron a recuperar el prestigio social del maestro. Pero estos proyectos distaron mucho de la realidad. La subida de salarios no llegó a efectuarse, (el salario del instructor era muy bajo y de la instructora aún más). Con el objetivo de formar instructores se creó la Escuela Normal de París, pero a pesar de esto la falta de instructores siguió siendo notable.

Los estudios secundarios

Los objetivos básicos de los estudios secundarios eran integrar al alumno en la vida social y política de Francia. El nuevo plan de estudios pretendía unificar las enseñanzas teóricas y las prácticas por lo que a la escuela acudían para impartir sus enseñanzas albañiles, canteros, carpinteros...

La enseñanza superior

Las dos grandes creaciones de la Revolución fueron: la Escuela Central de los Trabajadores Públicos (Escuela Politécnica) y la Escuela Normal. En la Escuela Politécnica se impartían enseñanzas y se capacitaba a los alumnos para ejercer la docencia de acuerdo con las enseñanzas recibidas. Los alumnos tenían la obligación de abrir una Escuela Normal en su distrito y transmitir a los ciudadanos el amor a la enseñanza pública y los métodos didácticos. La República creó esta Escuela con el fin de sustituir al maestro del Antiguo Régimen por el instructor modélico revolucionario. La escuela normal de París adquirió gran prestigio e ilustres científicos impartían clase en sus aulas. Las clases adquieren un nivel tan elevado que los cursos sólo pueden ser seguidos por alumnos aventajados. En las Escuelas Centrales se estudiaban diversas materias y los alumnos podían elegir los cursos a los que querían asistir. La enseñanza de la Medicina se impartía en las Escuelas de Salud de París, Estrasburgo y Montpellier. Otra escuela importante fue el Conservatorio Nacional de Artes y Oficios, cuyo fin era incentivar los inventos técnicos y científicos encaminados a conseguir una mayor industrialización.

6. La prensa revolucionaria.

En el Antiguo Régimen la única prensa tolerada por la Librería Real eran las gacetas extranjeras de ideología moderada publicadas en lengua francesa. A partir de julio 1789 los lectores no disponían más que de un solo periódico, el Journal de París. A finales de 1789 aparecen más de 23 nuevos diarios y en los años siguientes el número siguió creciendo. El auge de la prensa desempeñó un papel importantísimo en la difusión de las ideas revolucionarias. El número de lectores aumenta diariamente. El ciudadano francés tiene sed de saber por lo que a través de la prensa nace un nuevo estilo de comunicación entre el ciudadano y el gobierno. La expansión periodística se vio favorecida por la libertad de expresión. En 1789 se publicó la libertad de prensa. El único requisito que se exigía para evitar los escritos calumniadores era la imposición de hacer constar en el periódico el nombre del impresor, del autor y del redactor. Este régimen de libertad permaneció como regla general durante todo el periodo revolucionario. En 1790 se crea un jurado que se encargara de arbitrar los pleitos con el fin de suprimir el carácter penal de los delitos de prensa. Este sistema fracasó por lo que se encomendó a los clubes patrióticos que se encargaran del control de la prensa. Así, los clubes constituirán un poderoso medio de ímpetu de los ideales revolucionarios, al tiempo que se convertirán en el instrumento más eficaz de control de las publicaciones de los aristócratas y de los realistas. Después de la caída del rey se prohíben los periódicos realistas. Pese a la libertad de prensa, se prohíbe tratar determinados temas, como la defensa de la Monarquía o la incitación al federalismo. En 1795 se permite el retorno de la prensa realista pero con el restablecimiento del directorio vuelve a ser censurada. Bajo el consulado, se modifica radicalmente la Ley de Prensa y Censura. Bonaparte optó por imponer de nuevo la censura previa y a partir de 1800 sólo se autoriza la publicación de 13 periódicos.

Formato y título de los periódicos.

Casi todos los periódicos eran de tamaño cuartilla u octavilla. Se intentó cambiar el formato e introducir el periódico de tamaño folio pero el nuevo formato no fue aceptado, ya que casi todos los lectores consideraba que las dimensiones de los nuevos periódicos eran poco cómodas, los periódicos revolucionarios se caracterizan por ser una publicación modesta, sutil y pequeña que parecían más un panfleto que un periódico. En las primeras páginas estaban las noticias parlamentarias, a continuación las de los clubes y luego las del ejercito. La mayoría de periódicos incluía noticias de todo tipo, incluso sensacionalistas. La prensa se utilizaba como tribuna pública para denunciar todos los hechos con los que la sociedad estaba en contra. No faltaron tampoco los periódicos que dedicaron algunos de sus artículos a moralizar sobre las costumbres y a fustigar los actos contrarios a la moral pública.

7. El 14 de julio y la fiesta revolucionaria.

Valor simbólico del 14 de julio

El 14 de julio no es más que una consecuencia de una cadena de hechos anteriores y el resultado de la ira colectiva del pueblo de París. Ninguna explicación histórica puede explicar porque esta fecha transcendió en la imaginación colectiva, convirtiéndose en el emblema de la revuelta popular contra la monarquía y el símbolo de la justa rebelión por la Libertad. El entusiasmo colectivo hizo posible que los hechos de la jornada llegaran a las provincias y que lograran un gran valor simbólico. Las causas de este hecho son, entre otras, que Nécker había sido destituido por el rey, que el precio del pan había subido y había hambre, que París estaba siendo tomada por las tropas reales... Todo esto hizo que el pueblo de París se dirigiera a la Bastilla para pedir armas y dárselas a la Guardia Nacional. Launey, el alcaide de la fortaleza ordenó disparar a sus soldados lo que provocó que la multitud no tuviera piedad y su cabeza y parte de la de sus soldados acabaran en las picas de los asaltantes. A partir de entonces, todos los años se establece un rito de rememoración popular que adopta las formas de fiesta

Los nuevos lenguajes patrióticos

La celebración del rito y de la fiesta popular conecta con otra de las líneas de la fuerte mentalidad revolucionaria: la secularización y el laicismo. La fiesta celebra el momento glorioso, victorioso del mando nacional. La celebración del 14 de julio era de carácter profano ya que el pueblo necesitaba dotarse de nuevos lenguajes patrióticos y de una nueva iconografía. La fiesta por excelencia era la Gran Fiesta de la Federación. La fiesta se hace al aire libre y en el altar de la Patria convergían las reuniones de patriotas. Aparecen nuevos símbolos como el árbol de la Libertad, los tres colores (blanco, rojo y azul), el gorro frigio...

El desarrollo de la fiesta durante la Revolución

Las fiestas de la Federación simbolizan la unanimidad de la Patria. Se trataba de celebrar la igualdad de los hijos de la Francia y de conmemorar la creación de un verdadero ejército nacional. La explosión de la fiesta revolucionaria se produjo entre 1792 y 1794. Con el Directorio, las fiestas, que hasta entonces habían tenido un carácter popular, se convirtieron en solemnes acontecimientos. En 1793 se inauguró la religión de la Naturaleza y de la Razón. Sobre las ruinas de la Bastilla se levantó una estatua colosal ante la que desfilaron todos los miembros de la Convención. Robespierre instauró el culto al Ser Supremo y decidió celebrar un conjunto de festividades que sirvieran de fuente de aprendizaje cívico o patriótico para los ciudadanos de la nueva República. Cada diez días se celebraba una fiesta preparada por un miembro de la Convención.

8. La cultura popular: canciones y teatro.

EL teatro

El teatro tuvo un gran auge en tiempos de las Revolución. Incluso en las circunstancias políticas más graves, los locales siempre estuvieron llenos. Junto al teatro clásico de la Comédie Française, existían los teatros de las avenidas que acogían a las gentes deseosas de distracción. Las salas teatrales eran también lugares de encuentro donde se daba cita un público de variada clase social. Eran muy populares los espectáculos de pantomima que incluían ejercicios de acrobacia. Los espectadores reían, lloraban, se conmovían y vivían intensamente las representaciones. El personaje cómico por excelencia era Arlequín quien con su sombrero de fieltro, su máscara negra y su llamativo atuendo se convertía en mil personajes. El público también redescubrió al gran autor dramático Moliere. Sus obras, especialmente: Le Tartuffe, Le Misanthrope, Les femmes savantes y Don Juan, se representan con gran éxito. La renovación también alcanzó a las representaciones clásicas para escándalo del público tradicional. El teatro se politizó y las obras reflejaban las circunstancias diarias y transmitían las enseñanzas de la Revolución. El teatro era también una plataforma desde la que defender el orden republicano y especialmente algunas medidas más impopulares, como los reclutamientos. Con el fin del Terro y la caída de Robespierre reaparecen los espectáculos superficiales y también las peleas entre los sans-culottes y la juventud dorada.

Las canciones revolucionarias

Las canciones fueron un vehículo idóneo para la difusión de las ideas revolucionarias. Sus autores pertenecían a todos los niveles sociales y difundían sus canciones en hojas sueltas o cuadernos. Los cantos eran el mejor soporte para las fiestas cívicas. Las canciones son también el medio de dar a conocer el pensamiento revolucionario en el ejército. Los temas recogen las luchas de patriotas y contrarrevolucionarios y las consignas de descristianización y el culto a la Diosa Razón. Para que una canción tenga éxito debe ir acompañada de una melodía fácil de recordar, y éstas se encuentre en la música popular. Todos los grandes acontecimientos son conmemorados con canciones. Algunas de las más famosas son: Ça ira, Le chant du départ; La Carmagnole (era una melodía provenzal y en ella se invitaba a los ciudadanos a fraternizar con los sans-culottes) y La Marsellesa (fue compuesta con el nombre de Canto de guerra para el ejército del Rin, pero al ser adoptado por los soldados de Marsella como himno se popularizó como Marsellesa. Actualmente es el himno nacional francés).

9. La vida cotidiana bajo el Terror.

El propio pueblo, al ver peligrar la Revolución, permite a los jacobinos legalizar el terror como arma para defender la República. Con el nombre de Terror Blanco, conoceos a la violencia antijacobina desencadenada durante la reacción termidoriana en la primavera y otoño de 1795 protagonizada por la juventud dorada.

La caza de sospechosos

Se consideraba sospechoso a todo aquel que por su conducta, sus intenciones o sus escritos fuese partidario de la Monarquía o el federalismo y también a los considerados como enemigos de la Libertad. La calificación de sospechosos correspondía al Comité Revolucionario. Estos comités nacieron espontáneamente y tras su legalización se encargaron de la vigilancia de los extranjeros y los sospechosos y su eventual arresto. Además, debían luchar contra el crimen, mantener el orden público y vigilar la educación y la higiene pública. También expedían los certificados de civismo. La declaración era la principal vía para la detención de sospechosos. Una vez detenidos y esposados, los sospechosos eran amontonados en carretas vigiladas que les llevaban hasta las prisiones provinciales. Allí esperaban a ser despojados de todos sus objetos personales y después eran conducidos al patio de la prisión o a las celdas abarrotadas de gente.

La vida en las prisiones

Al principio las prisiones no estaban todavía demasiado llenas, pero a partir de junio de 1794 el Gran Terror sobrecargó las cárceles y las condiciones de vida se degradaron al máximo. En la primera etapa las prisiones mantenían una clara separación entre los prisioneros según su condición social. En la mesa se encontraban tres clases de prisioneros: los que podían alimentarse a sus expensas, los que no podían y los que eran bastante ricos como para correr con los gastos de otros pobres. A las nueve de la noche era el momento de acostarse. Algunos tenían permiso y podían ir a pasear a los jardines. Las relaciones amorosas eran frecuentes y los carceleros permitían la visita de esposos y amantes. Poco a poco todo fue cambiando. El número de sospechosos crecía y los prisioneros se amontonaban en celdas y pasillos. Se acabaron los privilegios y todos comían juntos en una mesa común. El gobierno revolucionario y los sans-culottes temían una revuelta en las prisiones y fomentaban la denuncia de los posibles cabecillas.

El juicio

La Convención creó un Tribunal Criminal extraordinario para juzgar, sin reclamación ni recurso, a los conspiradores. Estaba formado por cinco jueces, un acusador público, dos sustitutos y doce jurados. Los jueces aplicaban la ley tras la deliberación del jurado, y la sentencia debía ejecutarse en veinticuatro horas. La sala se llenaba de público y el acusado acudía a declarar y a escuchar las declaraciones de los testigos. Después, los jurados se retiraban a deliberar. El acusado era informado por le juez de la opinión de los jurados y el acusador público planteaba sus conclusiones sobre la aplicación de la ley para finalizar con la proclamación de la absolución o de la condena. Con la ley del 10 de 1794 todo cambió y las garantías judiciales desaparecieron.

La guillotina

Uno de los privilegios de los nobles era, dado el caso, el de ser decapitados sin embargo, el pueblo llano era ahorcado o sometido a terribles suplicios. Del deseo de introducir a la igualdad en los ajusticiamientos nació la guillotina. El nuevo Código Penal decía que la pena de muerte consistía solamente en la privación de la vida, sin el sufrimiento de ninguna tortura. El doctor Guillotin creo la guillotina. Este instrumento estaba formado por dos largueros paralelos de madera de haya unidos por arriba mediante una viga y fuertemente sujetos al suelo con contrafuertes laterales y traseros. La hoja era una plancha de ocho pulgadas retenida por una cuerda que sostenía el verdugo y que soltaba en el momento en el que el condenado, tumbado boca abajo, había introducido el cuello en la escotadura del tronco. Alrededor del cadalso las gentes eran contenidas por cordones de guardias. La guillotina fue bautizada como la navaja nacional y se convirtió en tema de adornos de platos, tazas o tejidos y fue motivo de varias canciones.

Índice

Resumen:

- 1. París, capital de la Revolución. Pág. 2

- 2. Los usos y costumbres de la Igualdad y la Fraternidad. Pág. 3

- 3. Los nuevos ritos civiles. Pág. 4

- 4. La vida social y política. Pág.5

- 5. La escuela republicana. Pág. 6

- 6. La prensa revolucionaria. Pág. 8

- 7. El 14 de julio y la fiesta revolucionaria. Pág. 9

- 8. La cultural popular. Pág. 10

- 9. La vida cotidiana bajo el Terror. Pág. 11




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Enviado por:Esther Pilon
Idioma: castellano
País: España

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