Historia
Reparto del mundo colonial
Expansión imperialista. El reparto del mundo colonial.
Antecedentes:
La civilización europea siempre había mostrado una tendencia a la expansión. En la Edad Media el cristianismo latino se extendió mediante la conquista y la conversión. Luego vino la época de los descubrimientos ultramarinos y la fundación de los imperios coloniales, cuyas luchas llegan a los S. XVII y XVIII, y cuya consecuencia más importante fue la europeización de las américas. Hacia 1870 las expansiones coloniales se situaron en el primer plano, época de colonialismo.
Concepto de Imperialismo.
El problema del imperialismo y de la expansión colonial es uno de los más debatidos por los historiadores. Se puede hablar de imperialismo a lo largo de toda la historia y considerar como imperialista a todo pueblo que, sobrepasando sus fronteras nacionales se impone a otro, militar, política, económica o culturalmente o todo ello a la vez. Sin embargo, los historiadores designan a la época que arranca desde 1870 “la época del imperialismo”, por estimar que en este periodo tiene unas dimensiones mayores, a parte de unas características distintas:
-Unas mayores dimensiones: si hasta entonces los países coloniales habían sido europeos occidentales (España, Portugal, Holanda, Inglaterra y Francia), ahora se incorporan no sólo Bélgica y Alemania, sino también EE.UU. y Japón y, a comienzos de la Primera Guerra Mundial (1914), la ocupación colonial de Asia ascendería a un 56%, la de África a un 90% y la de Oceanía a un 99%.
-Unas características distintas: el nuevo colonialismo difería, política y económicamente del colonialismo de tiempos anteriores, excepto el caso español. Los antiguos imperios habían sido marítimos y mercantiles. Los comerciantes europeos no habían hecho más que comprar en la India, en Java o en Cantón, los artículos producidos con métodos nativos. Operaban sobre una base que era una especie de pago al contado y transporte a cambio del comprador.
El caso de América había sido una excepción. Allí no había Estados nativos que los europeos respetasen, ni industrias nativas en que estuviesen interesados los europeos. Por lo tanto, los europeos desplegaron títulos territoriales, invirtieron capital e introdujeron sus propios métodos de producción y de administración, especialmente en las entonces prósperas islas del azúcar de las Indias Occidentales.
Con el nuevo imperialismo, los europeos no se contentaron sólo con comprar los que los mercaderes nativos les ofrecían, penetraron más profundamente en los países atrasados, explotaron minas, invirtieron capital, levantaron plantaciones, muelles, fábricas, bancos, ferrocarriles...
Se apoderaron de la vida productiva del país y transformaron a la mayor parte de la población nativa en asalariados de los propietarios extranjeros.
Así, introdujeron los problemas de la clase de la Europa industrial agonizados todavía más por las diferencias parciales.
Para asegurar las inversiones los países imperialistas aspiraron a la dominación política y territorial.
Teorías que intentan explicar el imperialismo.
La palabra nace a mediados del S. XIX y ha adquirido un significado desde el punto de vista Marxista como palabra definitoria del sometimiento y la explotación llevada a cabo en los países más atrasados colonizados.
Otros teóricos han querido justificar el imperialismo y encontrarnos otras teorías:
-Humanitaria: justifica la conquista para elevar el nivel de vida de los países sometidos, suprimir la esclavitud e incorporarlos a la civilización europea bajo la tutela de los países desarrollados.
-Racista: basándose en Darwin, pero extrapolando sus teorías, se considera que la raza superior es la blanca y dentro de ello la anglosajona. La raza blanca por su superioridad tiene la obligación de regir los destinos de la humanidad.
-Psicológica: explica que el colonialismo es fruto, no de la voluntad de las naciones, sino de individualidades concretas. Esas fuertes personalidades hacen caso omiso de las órdenes recibidas por su gobierno, sobrepasan los límites y colocan a la metrópoli ante el derecho consumado.
-Económica: da primacía a los factores económicos y explica que la expansión imperialista es un producto de la presión de la burguesía capitalista, que busca materias primas baratas, mercados...Lenin.
-Política: el colonialismo es fruto del deseo de poder o de desprestigio.
Planteamientos teóricos.
Causas económicas
Fruto de la expansión del capitalismo industrial. Este ha producido en Europa una acumulación excesiva de capital; se busca la posibilidad de invertir en nuevos territorios; los grupos capitalistas presionan a los estados para promover el imperialismo en el que ven un beneficio económico. Además las colonias son fuente de materias primas y mercado seguro para la producción industrial metropolitana.
El nacionalismo
La segunda mitad del siglo XIX es un periodo de triunfo de las ideas nacionalistas. Estos nuevos Estados buscan en la expansión territorial el lanzamiento de una política de prestigio.
Causas políticas
Se desarrolla un contexto diplomático europeo propicio que considera que considera oportuno la conquista de territorios y la formación de imperios.
Otras causas.
Exploración del planeta y desarrollo de los estudios geográficos.
Factores ideológicos: Expansión de la raza blanca, la cultura superior , religiones verdaderas, etc.
La expansión demográfica que se experimenta en Europa y que en muchas ocasiones se transforma en una presión que se difumina con la emigración a las colonias.
Modelos de expansión colonial
Colonias de explotación: Son la mayoría. Suministran materias primas y consumen productos de la metrópoli, metrópoli que impide en l colonia cualquier proceso de industrialización, del mismo modo que la colonia carece de cualquier autonomía política. Para el caso británico la India es un ejemplo evidente de este tipo de colonia.
Colonias de poblamiento: Sirven de válvula de escape a la presión demográfica europea. Para el caso británico las zonas de poblamiento disfrutan de amplia autonomía y tienes instituciones de gobierno semejantes a las británicas : Canadá, Australia, Nueva Zelanda, entran de lleno en esta categoría. Francia organiza sus zonas de poblamiento como departamentos de ultramar (unidades administrativas vigentes en la Francia continental).
También desde del punto de vista jurídico las colonias pueden tener diversas formas:
Colonias propiamente dichas que dependen directamente de la administración metropolitana, resultado del derecho de ocupación.
Protectorados, en los que teóricamente subsiste un gobierno indígena, con cierto grado de autonomía sobre asuntos relacionados con los indígenas. La metrópoli detenta el poder militar y la política exterior. Egipto para Gran Bretaña.
Territorios metropolitanos o dominios: iguales a los de la metrópoli, en ellos hay abundante población europea.
Tras las primera guerra mundial aparece una nueva fórmula, los llamados mandatos, creados por la Sociedad de Naciones para administrar los territorios dependientes de los países derrotados en 1918.
El reparto del mundo colonial.
Cuando la situación económica europea exige la reactivación de la empresa colonial, es decir, aproximadamente hacia 1870, se distinguen en el mundo dos grandes conjuntos de territorios coloniales: uno en claro retroceso, constituido por las colonias españolas, portuguesas y holandesas, y otro con claras perspectivas de futuro, formado por las colonias francesas e inglesas.
Así pues, hacia 1870 la dinámica anglo-francesa va a erigirse en protagonista del tema colonial, siendo los demás países meros comparsas, hasta la posterior incorporación de algunos otros a la categoría de grandes potencias.
La expansión imperialista y las relaciones internacionales.
A partir de 1890, tiene un papel destacado la expansión imperialista, estrechamente vinculada al progreso material de los países europeos. Además, una importante novedad se produce en este plano: la aparición de dos potencias extraeuropeas, Estados Unidos y Japón, como competidoras de Europa en la carrera por el reparto de los mercados mundiales.
El aumento de la interdependencia entre las diversas regiones del globo impulsando un acentuado internacionalismo económico, choca con la reanimación nacionalista que coincide con el abandono del librecambio. Las rivalidades se agudizan a través de la búsqueda de zonas de influencia en puntos vitales para la economía y la política de los Estados europeos.
Estos hechos hacen surgir nuevas oposiciones que se superponen a las ya tradicionales y modifican todo el panorama de la política europea a partir de 1890. Antes de esta fecha, ya existía una rivalidad anglo-rusa en Asia central; franco-británica a propósito de Egipto, Madagascar, Indochina; ítalo-francesa sobre Túnez. Alemania realiza una política eminentemente continental; incluso alienta la expansión de las otras potencias con la finalidad de distraerlas de la política europea.
A partir de 1890 se producen cambios importantes en relación con la evolución material y la participación relativa de los diferentes Estados europeos en ella. Después del 90 la necesidad del imperialismo se hace apremiante para el capitalismo europeo, pero no todos los países están en condiciones de participar con el mismo éxito en el reparto del mundo, ya que su desarrollo en la etapa anterior ha sido desigual. Gran Bretaña y Francia son los principales proveedores del capital extranjero, por lo cual disponen de medios de presión abundantes sobre los gobiernos. Rusia, Italia y Austria-Hungría quedan retrasadas económicamente, lo cual las pone en cierto modo a merced de los más desarrollados. El veloz desarrollo del capitalismo alemán se torna esencial, ya que el mercado interno es totalmente insuficiente para absorber la gigantesca producción fabril; Alemania, carente de un imperio colonial acorde con su potencial económico, se vuelve competidora de muchos países europeos, fundamentalmente Gran Bretaña.
Además, dos nuevas potencias entran en escena. Estados Unidos, terminada su expansión interna, comienza su desarrollo imperialista en el Caribe y en el Pacífico, impulsados por T. Roosevelt. Japón, dotado de una fuerte marina de guerra, juega su papel de competidor imperialista en Oriente.
Mientras Europa vive su paz en un clima cada vez más enrarecido, los conflictos se desplazan a las zonas coloniales. A las rivalidades heredadas del período anterior, se suma la flamante pugna anglo-alemana. En Africa, Francia y Gran Bretaña no se ponen de acuerdo acerca de Nigeria, pero los incidentes más importantes se llevan a cabo cuando Francia y Gran Bretaña convergen en el Alto Nilo (Fachoda), de donde la primera es desalojada; en Africa del Sur, donde Alemania aspira a apoyar a los boers contra Inglaterra se enfrenta con Francia en Siam y con Rusia en Persia, Pamir y Tíbet. Todas las potencias convergen en China, incluidas Estados Unidos y Japón. En 1904, Rusia y Japón se enfrentan. Turquía, mientras tanto, es campo de inversión para franceses, ingleses y alemanes. Cuando estos últimos consiguen la concesión del ferrocarril de Bagdad, aquéllos se inquietan y retraen sus inversiones para retrasar la obra. El malestar persiste en esta zona hasta la guerra.
Algo destacan los hechos con claridad: el mundo ya está totalmente repartido y toda modificación, en las diversas zonas de influencia, no puede basarse más que en la guerra.
El interés por las colonias.
En 1867 como cuando la reforma electoral ofreció nuevas oportunidades e influencia, el imperio representó súbitamente un papel en la vida pública, y las colonias atrajeron a gentes modestas sin demasiado porvenir en la metrópoli, ya que la aventura exótica era preferible a la vida apagada en los tristes y miserables suburbios de las grandes ciudades. El historiador John Robert Seeley, profesor de Cambridge, analizó este estado de ánimo en una obra publicada en 1883, La expansión de Inglaterra, en la que afirma que la Gran Bretaña estaba predestinada a reinar en vastos territorios y en todos los continentes y que el país quedaría sumido en la peor decadencia si no emprendían esta misión.
El imperio británico.
Se compone de territorios heterogéneos, repartidos por todo el mundo y adquiridos en distintas épocas.
Durante el siglo XIX fue consolidando posiciones a lo largo de las principales rutas comerciales que , desde Europa se dirigían a América del Sur, la India y la China, que constituyen sus principales mercados. Entre estas posiciones estratégicas, que utiliza como enclaves militares y comerciales, se encuentran: Singapur (1819), Hong Kong (1814),etc. Además de conservar las ya adquiridas en épocas anteriores, como Malta o Gibraltar en el Mediterráneo.
Las tierras africanas (Gambia, Sierra Leona, Costa de oro) pierden interés para los británicos en la primera mitad del XIX al ser abolida la esclavitud. Sin embargo, estas posiciones, junto a la colonia de El Cabo (1806) servirán como plataforma para la enorme expansión territorial que se inicia a partir de 1882 en África. El objetivo principal fue el de unir bajo dominio británico todas las tierras entre El Cabo y el Cairo.
En 1875 ya se habían adquirido las acciones egipcias del canal de Suez (1875) para garantizarse la ruta hacia la India.
La expansión británica de Gran Bretaña en África tropieza con un intento similar por parte de Francia que intentaba unir la costa oriental y occidental; los franceses serán obligados a retirarse (Crisis de Fachoda) y Sudán se convierte en el condominio angloegipcio, comunicándose con el océano Indico a través de las recientemente establecidas colonias británicas de Kenia, Uganda y Somalia.
La expansión en África del sur se produce al conquistar Rodesia (Zimbawe) y producirse una fuerte inmigración blanca gracias a la explotación de los yacimientos de oro y diamantes. Conquista las tierras del Trasvaal (guerra de los boers, contra holandeses 1889-1902).
El núcleo fundamental del imperio fue la India, gobernada por una arcaica compañía de Indias hasta 1858, y que culminó en 1876 al proclamarse la reina Victoria emperatriz.
En el último tercio del XIX, utilizando la India como plataforma de expansión, se colonizan los territorios próximos, como Birmania y Malasia.
El imperio colonial británico se completa con las colonias establecidas en la zona templada (Terranova, Canadá, Australia, Nueva Zelanda y Sudáfrica) preferenciales para la emigración británica.
El imperio colonial francés
La expansión colonial francesa se inicia bajo el segundo imperio: En 1830 se realiza la ocupación de Argelia que se convertirá en un país de inmigración para colonos franceses, además de centro de exportación de trigo hacia la metrópoli.
El gobierno francés fracasa en 1841 en su intento de controlar Egipto. Tras la fundación de Dakar (1857) se plantea por primera vez una política colonial sistemática en África.
Entre 1859 y 1869 Francia ocupa los territorios asiáticos de Conchinchina (sur de Vietnam) y establece un protectorado en Camboya.
Con la tercera república se constituye el auténtico imperio francés procediendo a la ocupación de Túnez y la penetración en el Sahara a partir de Senegal y Argelia.
En 1906 en la Conferencia de Algeciras se inicia la penetración francesa en Marruecos ante la protesta alemana que recibe el Camerún.
El imperio colonial francés se completa en Asia con la creación de la Unión Indochina en 1887 (Vietnam, Camboya, Laos y parte de Thailandia).
Una diferencia clara entre la política colonial de Francia y la de Inglaterra fue el intento francés de asimilar a las aristocracias nativas y de imponer en las colonias los modelos de la administración centralista de la metrópoli.
El colonialismo alemán.
Bismarck tardó en ser consciente de la importancia económica de las colonias, y sólo a partir de 1882 se fundan las primeras sociedades alemanas para el comercio con África. Bismark convoca la conferencia de Berlín en 1884 para proceder al reparto de territorios africanos, justificando el reparto en una supuesta misión civilizadora europea. En esta conferencia se acuerda la concesión del Congo a Leopoldo II de Bélgica.
Alemania establecerá entre 1884 y 1885 protectorados en África del Sudoeste (Namibia, Camerún, Togo) islas del Pacífico y Tanzania.
En 1899 comprará a España algunas islas en el Pacífico (Marianas, Carolinas y Palau).
Las aspiraciones alemanas sobre Marruecos fracasan en la Conferencia de Algeciras porque los británicos , recelosos del rearme alemán, prestan su apoyo a Francia.
El imperialismo ruso.
Se extiende a lo largo del XIX no tanto para conquistar mercados, como para consolidar una frontera segura frente a los pueblos de las estepas y buscando también posibles salidas a mares no cubiertos por hielos.
Su expansión hacia el Mediterráneo , a costa del imperio turco, va a ser frenada por la oposición de las potencias occidentales de Europa.
Se expande por Siberia conquistando Manchuria y Corea lo que choca con el expansionismo japonés (guerra ruso-japonesa 1905 ) que la derrota.
Expansión japonesa en Asia.
A partir de su industrialización se procede a la expansión territorial desde 1875 . Su intervención en Corea provoca una guerra con China (1894) arrebatándole Formosa y la "independencia" de Corea que pasa a su tutela.
Con la derrota de los rusos en 1905 se anexiona el sur de Manchuria y a partir de 1910 Corea.
Estados Unidos.
Tradicionalmente, la intervención de los Estados Unidos se hizo preferentemente controlando sus recursos económicos.
Su victoria sobre España en 1898 le permite anexionarse Hawai, Guam, y Filipinas además de controlar la economía de Cuba.
En 1903, y para hacerse con el control del canal de Panamá, desgaja el territorio de Colombia.
Otras potencias menores
Holanda moderniza la explotación de sus colonias de las Indias Holandesas (Indonesia) mejorando las comunicaciones y estableciendo una administración centralizada.
Portugal sigue, gracias al apoyo británico, controlando sus antiguas colonias de Angola, Mozambique y Guinea-Bissau.
España, además de Guinea ecuatorial, recibió el derecho de un protectorado en Marruecos además del Sahara occidental.
Italia desde 1882 se anexiona Somalia y Eritrea, estableciendo un protectorado en Abisinia. En 1912 conquistan Libia a los turcos.
El reparto de África.
ÁFRICA DEL NORTE (Marruecos, Arglia, Tunicia y Egipto)
Las causas del interés europeo por estos estados fueron:
-Su proximidad a Europa hacía de ella parte integrante del ambiente europeo, de modo que cualquier cambio despertaba el interés de varios Estados de Europa.
-En cuanto a estrategia y comercio marítimo era de un interés político de primera clase para Gran Bretaña, Francia e Italia.
-Una vez terminado el canal de Suez, en 1869, se convirtió en paso vital hacia el Océano Índico y guardián del mismo. De ahí las fuertes reacciones que se producían cuando cabía la posibilidad de que a algún Estado se anexionara algún territorio norteafricano en cualquier fecha posterior de 1870.
Además, los Estados del África del Norte islámica eran en muchos aspectos más “civilizados” que los de cualquier otra zona africano, con sistemas relativamente complejos de gobierno y derecho. Por eso pudieron los europeos ejercer actividades económicas casi como si estuvieran en Europa prestando dinero a los gobiernos, construyendo ferrocarriles y otros servicios públicos y estableciendo empresas productivas.
En cuanto al clima, la región era relativamente atractiva para los colonos europeos, de modo que a finales del siglo XIX había en muchos Estados norteafricanos colonias de franceses, italianos, etc. Todos estos factores influyeron en el curso del imperialismo europeo en África del Norte.
La clave de los acontecimientos desde principios del siglo XIX hasta 1914 fue que todos estos Estados norteafricanos, excepto el sultanato independiente de Marruecos, eran formalmente provincias del Imperio otomano, demasiado débil en esos momentos para controlarlas o protegerlas.
Egipto estaba gobernada por un virrey (más tarde se le dio el título de Jedive) y había conseguido la independencia oficiosa bajo Muhammad Alí antes de 1847.
Trípoli, Tunicia y Argelia eran gobernadas por un bey (Tunicia) o dey (Argelia) bajo autoridad formal turca, pero estaban en vías de seguir el camino de Egipto hacia la independencia efectiva. Para hacerlo necesitaban apoyo europeo e inevitablemente se presentó el peligro de que la colaboración con Europa llevara consigo la subordinación a nuevos amos.
ARGELIA:
Antes de 1880 Argelia era la única posesión oficial europea en África del Norte, aparte de los pequeños enclaves españoles de Ceuta y Melilla en Marruecos, reliquias de la cruzada contra el Islam en el siglo XV.
Su importancia para el estudio del imperialismo europeo del S. XIX es relativamente grande:
Para Francia, Argelia era constituyó el núcleo desde el cual se expandió al este en Tunicia, al oeste en Marruecos y al sur en el Sahara.
Fue un campo de entrenamiento para generaciones de administradores y soldados franceses.
Durante la década anterior a 1830 dos problemas económicos hicieron de Argelia un problema para Francia:
Por irónico contraste, el gobierno francés debía 13 millones de francos al dey de Argel. Este dinero había sido prestado durante las guerras napoleónicas. Los franceses reconocieron la deuda en principio, y en 1827 nombraron una comisión para fijar la cantidad debida y llegar a un acuerdo para el pago. Pero el dey estaba comprensiblemente impaciente. En 1827 le dio en la cara al cónsul francés con un espantamoscas, cuando éste trataba de explicar el retraso de los pagos, y desde esta fecha la corte francesa consideraba la posibilidad de vengar esta ofensa con un ataque a Argel.
Sin embargo, está claro que estos motivos no fueron decisivos en última instancia. Durante los tres años que siguieron a 1827 el gobierno francés se sintió incapaz de emprender una acción ante la hostilidad británica a la intervención francesa en África del Norte y ante la falta de entusiasmo dentro de la misma Francia.
La decisión política de atacar a Argel provino de factores políticos internos y fue excepcional en la historia del imperialismo moderno porque su intención fue dar prestigio al gobierno de la época: en 1830, la monarquía de la Restauración, vacilante e impopular, se decidió a aventurarse en una expedición que podía salvar al régimen dándole crédito con un éxito militar espectacular. En mayo se tomó el puerto de Argel y el dey fue derrocado. Sin embargo, dos meses después fue depuesto Carlos X y sustituido por Luis Felipe. La conquista podía haberse abandonado entonces, pero el nuevo rey temió que la retirada fuese impopular en Francia, Marsella principal beneficiaria de la supresión de la piratería, era firme partidaria de conservar Argel. La monarquía de Julio decidió por ello conservar Argel y completar la ocupación costera, lo que se hizo en 1834.
En 1834 Abd el-Kader promovió un yihad (guerra santa) contra el invasor infiel. Para defender sus posiciones el gobierno francés tuvo que enviar una expedición militar.
En 1847 se había capturado a Abd el -Kader y pacificado la zona, pero la conquista no había terminado, más allá de la línea de ocupación se hallaban las tribus del desierto y parecía necesario por motivos de seguridad perseguirlas hasta que también fueran dominadas. Las montañas de Kabilia fueron tomadas en 1857.
La colonia estaba entonces a salvo de las tribus del desierto.
Argelia fue asimilada políticamente a Francia en 1848 durante la Segunda República.
TUNICIA:
Tunicia era vecino de la Argelia francesa, era un territorio pequeño y políticamente débil cuya frontera era fuente de repetidos desórdenes y cuyas tierras de labranza serían una agradable compensación a la relativa pobreza de las tierras argelinas. En suma, la opinión argelina creía que había que anexionar Tunicia a Argelia por razones tanto de seguridad como económicas. Para Francia significaba la seguridad de Argelia y el predominio en el Norte de África.
Para Italia, Tunicia tenía un doble significado sentimental: era parte del antiguo Imperio romano y el primer objetivo de los más ardientes entusiastas de la restauración de las pasadas glorias italianas. Era también el hogar de unos mil italianos.
Para Gran Bretaña, Tunicia, era simplemente era uno de los muchos Estados autónomos no europeos con el que tenía satisfactorias relaciones políticas y económicas. No deseaba ocupar Tunicia pero temía los posibles efectos de la ocupación extranjera.
Para los tres países, desde el punto de vista económico, Tunicia tenía una sociedad relativamente rica, con gusto creciente por los productos europeos que quería modernizarse. Era por tanto un blanco atractivo para la economía europea en expansión.
Desde la década de 1830, Tunicia necesitó pedir préstamos en los mercados europeos de dinero, sobre todo en París, para pagar las fuerzas militares y navales como garantía contra la reconquista por Turquía.
En 1862 como consecuencia de los nuevos préstamos la deuda había subido.
En 1857 la deuda pendiente de pago ascendía a 160 millones de francos y el gobierno no podía pagar ni los intereses que debía, ni conseguir nuevos impuestos para pagarla. Tunicia estaba en quiebra. Ante la bancarrota del bey, los que tenían intereses económicos en Tunicia presionaron a sus respectivos gobiernos para que actuaran, ante todo Francia, que era la más afectada. Sólo querían una presión oficial sobre el bey para que pagara sus deudas o se sometiera a una supervisión financiera.
En julio de 1869 se llegó a un acuerdo entre los tres cónsules: francés, italiano y británico y el bey. Una comisión internacional de nueve miembros, que representaba a los obligacionistas franceses, británicos e italianos, se hizo responsable de las deudas y rentas tunecinas.
Pero tras estos acontecimientos aunque Tunicia permaneció nominalmente independiente, las finanzas públicas y por tanto, de hecho, el gobierno estuvieron bajo el control extranjero: el bey había perdido el poder de tomar decisiones importantes; es decir existía una pérdida parcial de la soberanía de Tunicia.
La técnica del imperialismo financiero preferida de la época era la de conseguir en primer lugar un firme asidero sobre un Estado no europeo a través de los préstamos, para invocar la ayuda del Estado si el interés o el capital estaba en peligro, este sistema prepara el terreno para la toma oficial del poder.
Desde 1870 la lucha entre los cónsules, inglés, italiano y francés se agudizó en su intento de obtener concesiones tunecinas: Francia construyó un telégrafo desde Argelia a Tunicia. Más adelante Inglaterra al adquirir Chipre de Turquía, reconoció que Francia necesitaba una compensación por este cambio en el equilibrio de poder mediterráneo y pensó que esta compensación podía dársele en Tunicia.
BAJO EGIPTO:
El caso de Egipto mostró un gran parecido con el de Tunicia. Egipto era otra provincia separada del Imperio Turco, aunque su independencia efectiva se consumó antes: bajo Muhammad Alí, que gobernó como virrey y obtuvo del sultán el reconocimiento de la independencia y de la sucesión hereditaria. Muhammad Alí emprendió la modernización de Egipto y amplió las comunicaciones.
Alejandría y El Cairo eran centros de civilización europea, con grandes colonias de expatriados, bancos propiedad de extranjeros...
Este logro representaba una alianza efectiva entre el gobierno egipcio y el capital y la técnica extranjera. El grueso de la inversión extranjera adoptó la forma de préstamos al gobierno egipcio.
Los grandes préstamos fueron emitidos en Europa por las bancas internacionales a tipos de interés del 12 % y mayores, mientras que el tipo normal en Europa para préstamos similares era del 6-7 %. A mediados de la década de 1870 más de los dos tercios de la renta pública tenía que ser enviada al extranjero como intereses de la deuda. Era una situación desesperada pero el jedive poco podía hacer. Su activo líquido se limitaba a las 177.000 acciones de la Compañía del Canal de Suez (7/16 del total) que había recibido como pago del permiso para construir el canal y por la participación de Egipto en su construcción. En 1875 estas acciones fueron vendidas a Gran Bretaña por 4 millones de libras para pagar los intereses: y después de esto el jedive quedó desamparado. Las obligacionistas del gobierno egipcio (les deben dinero), muchos súbditos británicos, aunque la mayoría eran franceses, corrían el riego de perder tanto su capital como sus altos intereses si se permitía que el jedive se declarara en quiebra y evadiera sus obligaciones. Los obligacionistas recurrieron a sus respectivos gobiernos francés e inglés.
El jedive había contribuido también a la ruina con sus gastos disparatados (plataforma de hierro ante su palacio de Alejandría para que los soldados al hacer maniobras no le molestaran con el polvo, reposición de su harem).
El gobierno francés pide la institución de una caja de amortización de la deuda pública, que dirigiera las finanzas egipcias. Inglaterra respondió que era una excelente idea pero que lo harían conjuntamente y se las arregló de tal forma, que un inglés: Wilson, acabó siendo nombrado ministro de finanzas de Egipto.
Una conferencia de embajadores, reunida en Constantinopla, a propuesta de Francia, decidió que ninguna potencia podría intervenir aisladamente en Egipto: Inglaterra acepta, aunque con la reserva de que si “si se veía obligada a intervenir por una fuerza mayor, intervendría”. Para casos como éste Inglaterra tenía sus agentes: se provoca un motín en Alejandría que costó la vida a 60 europeos.
La flota británica desembarca en Alejandría en 1882, anunciando la ocupación temporal de la zona (iba a durar medio siglo).
Ahora fue Francia quien se dolió, aspiraba a un imperio de este a oeste en África e Inglaterra una África inglesa desde el Cabo al Cairo. Los franceses avanzaban por el alto Egipto o Sudán. Lord Kitchener con un ejército inglés remontó el Nilo derrotando a los musulmanes locales cerca de Jartum. Pero Marchand con el ejército francés había izado la bandera francesa en Fashoda.
Marchand como primer ocupante se negó a ceder. En los últimos días de octubre la guerra parecía inevitable, pero Francia con problemas interiores e incapaz de medirse en mar con Inglaterra cedió. Una oleada de odio a los ingleses se extendió por toda Francia.
MARRUECOS:
En el umbral del siglo XX, Marruecos presenta una situación interna de desbarajuste y de inestabilidad política, junto a una atractiva posición estratégica y económica.
Desde el punto de vista estratégico, Marruecos ofrece un interés manifiesto para distintas potencias europeas: para España asentada del es siglo XVI en las plazas del litoral, para Francia por la proximidad de Argelia, para Inglaterra preocupada por la defensa del Estrecho.
Avala la importancia económico del territorio la existencia de recursos mineros en el Rif y la capacidad inversionista que esto supone.
Mientras España y Francia se reparten por el tratado hispano-francés de 1904 su influencia en Marruecos por vía diplomática, después de reconocerse franceses e ingleses los derechos sobre Marruecos y Egipto respectivamente.
1ª crisis marroquí: El desembarco del kaiser Guillermo II en Tánger y la crítica feroz que este hizo de los pactos anteriores, desencadena una crisis en torno a la cuestión marroquí, muestra de la rivalidad franco-alemana, amenazando la paz general. Las dos crisis de Marruecos fueron superadas mediante transacciones. La primera por la conferencia de Algeciras, en cuya acta final se reconoce la superioridad de Francia en los asuntos jerifianos y un puesto privilegiado en “la Banca del Estado de Marruecos” compartiendo con España la policía de los puertos Marroquíes.
No obstante, la posterior intervención francesa en el interior del país, ocupando Fez en mayo de 1911, al amparo de una nueva rebelión contra el nuevo sultán y para proteger las vidas de los colonos europeos, provocó la presencia del cañonero alemán Panther en la rada de Agadir y el desembarco de un contingente de tropas. La medida no daba lugar a dudas sobre las intenciones germanas. Se abría así la 2ª crisis marroquí. Pudo ser superada mediante el arbitraje inglés que permitió llegar al acuerdo franco-alemán. Francia obtenía de Alemania el reconocimiento del protectorado de Marruecos, permutando una importante parte del Congo francés por un pequeño territorio del Camerún alemán.
Al año siguiente quedaba establecido con carácter definitivo el doble protectorado francés y español sobre Marruecos.
APERTURA DE ÁFRICA NEGRA:
Al sur del África mediterránea ,se encuentra el Sahara, y, al sur de este se encuentra África negra. Durante siglos los europeos sólo conocieron sus costas (la Costa de Oro, de Marfil, de los Esclavos) a la que desde un interior inagotable habían llegado interminables procesiones de esclavos cautivos encadenados. La población era negra excepto los blancos que hablaban árabe y que se encontraban en la costa oriental. Las poblaciones nativas eran agrícolas o pastoriles, sin lenguaje escrito, ni estados políticos duraderos, pero con audaces y notables formas artísticas y con un recuerdo de grandes reinos en pasados tiempos.
Misioneros, exploradores y aventureros individuales fueron los primeros en abrir este mundo a Europa.
Mucho antes de la era imperialista en 1841, el escocés David Livingstone llegó al África suroriental como misionero médico. Fue el primer blanco que vio las cataratas Victoria. Por Europa y América se difundió la noticia de que se había perdido. El Herald de Nueva York, para elaborar noticias, envió al inquieto periodista Stanley, que se dio cuenta de las grandes posibilidades de África y marchó a Europa en busca de financiadores. En 1878 encontró a un hombre con las mismas ideas, que era Leopoldo II rey de los belgas.
El rey ante la carrera imperialista de las potencias comprendió que Bélgica necesitaba colonias.
Stanley fue contratado para realizar el proyecto real, se trataba de ganar la confianza de los jefes de las tribus y en definitiva de crear un imperio.
En 1879 Stanley fundó por su cuenta una “Sociedad de Estudio del Alto Congo”, en la margen izquierda del río mientras Brazza se instalaba en la orilla derecha por cuenta de Francia. Pronto la Sociedad terminó sus estudios y tomó el nombre de “Asociación Internacional del Congo”. La Asociación fundada en Bruselas con la ayuda de algunos financieros era una empresa privada, el gobierno y el pueblo belga no tenían nada que ver con ella.
Stanley concertó en uno o dos años tratados con más de 500 jefes, con tanta más facilidad cuanto que ellos no sabían escribir y a cambio de un poco de bisutería y unos pocos metros de tela ponían sus toscas huellas en los misteriosos papeles y aceptaban la banda azul y oro de la Asociación. Leopoldo II proclamó que la Asociación era verdaderamente internacional y que estaba abierta a todos los negociantes del mundo. Los EE.UU. la reconocieron oficialmente a causa del “fin generoso y humano” que perseguía.
Bismarck, queriendo fastidiar a Inglaterra, ayudó al rey de Bélgica en el congreso de Berlín a fundar un Estado “Independiente”, el del Congo bajo su soberanía personal. La caza del marfil y del caucho quedaba abierta. Se sometían a los indígenas a trabajos forzados con un “fin generoso y humano”. Los ingleses devolvieron la pelota publicando las “Congo atrocities”.
Como el continente negro aún no tenía fronteras interiores, nadie podría decidir cuanta extensión podía cubrir muy pronto la Asociación con aquellos métodos. Mientras el francés Brazza, reivindicaba junto al río Congo un territorio más grande que Francia. También los portugueses aspiraban a reunir sus antiguas colonias de Angola y Mozambique en un imperio trans-africano para lo cual reclamaban una generosa porción del interior.
Bismarck convocó la Conferencia de Berlín en 1885 para someter la cuestión africana a una regulación internacional. Los estados europeos acudieron en su mayoría y también EE.UU.. La Conferencia de Berlín intentó hacer dos cosas:
-Establecer los territorios de la Asociación del Congo como un estado internacional.
-Redactar un código internacional que dictase las formas en que deberían proceder las potencias europeas que quisiesen obtener un territorio africano.
El río Congo se internacionalizaba, las personas de todas las nacionalidades eran libres para comerciar con el Estado del Congo y el comercio de esclavos quedaba suprimido.
Este estado de internacionalismo fracasó, porque Europa no tenía una maquinaria internacional para llevar tan difícil tarea. Leopoldo actúo en el Congo según su propia voluntad. Los árboles se destruían sin pensar en reponer esta fuente de riqueza. Pero Leopoldo nunca pudo hacer la empresa autosuficiente, consumido por las deudas obtuvo un préstamo del estado Belga sobre la base de que a su muerte si la deuda estaba sin pagar Bélgica heredaría el Congo en 1908.
La Conferencia de Berlín.
La conferencia de Berlín, también había establecido respecto a la expansión en África ciertas reglas del juego:
-Una potencia europea con posesiones en la costa tenía derechos prioritarios en el interior del país:
-La ocupación no debía tener lugar sólo sobre el papel, o sea, mediante el trazado de unas líneas sobre el mapa, sino que debía consistir en una ocupación real, mediante administradores o tropas.
-Cada potencia debía informar a las otras sobre los territorios que consideraba como propios.
Inmediatamente se produjo una carrera arrebatada por la ocupación real. En 15 años se parceló todo el continente. Las únicas excepciones fueron Etiopía y Liberia, fundada en 1822 como colonia para esclavos americanos emancipados, pero virtualmente Liberia fue un protectorado de los EE.UU..
En todas partes se producía una variante del mismo proceso. Primero en algún lugar de la selva aparecían un puñado de hombres blancos con sus inevitables tratados (a veces, en impresos). Para conseguir lo que deseaban los europeos, por lo general, tenían que otorgar al jefe unos poderes que de hecho no tenía según las costumbre de la tribu: los poderes de transmitir la soberanía, de vender la tierra, etc. Esto condujo al extendido sistema de “Gobernación indirecta”, mediante la cual las autoridades coloniales actuaban a través de los jefes y de las formas tribales existentes. Había muchas cosas que sólo el jefe podía resolver, tales como la seguridad de los europeos aislados, de las cuadrillas de los trabajadores para hacer carreteras...
El africano por su parte no tenía el sentido del valor del salario. El trabajo constante y laborioso se les había dado desde siempre en muchas sociedades africanas a las mujeres. El resultado fue que los europeos, ante la poca atracción que ejercía el salario sobre los africanos y por tanto la poca oferta de mano de obra, recurrieron en toda África al trabajo forzado.
En los años que van de 1885 a 1900, los portugueses se anexionaron a Angola y Mozambique. Los italianos se apoderaron de dos zonas áridas: la Somalia italiana y Eritrea, junto al Mar Rojo. Luego avanzaron hacia el interior en busca de posesiones de mayor solidez que les permitieron conquistar Etiopía, pero los etíopes derrotaron a los italianos en la batalla de Adowa de 1896: era la primera vez que unos nativos africanos se defendían victoriosamente contra los blancos y aquello disuadió a los italianos durante 40 años.
Los alemanes fueron los últimos en la carrera colonial: establecieron colonias alemanas en África Oriental Alemana y en el Camerún y el Togo en la costa occidental.
Los franceses controlaban la mayor parte de África Occidental, desde Argelia a través del Sahara, hasta varios puntos de la costa Guineana: soñaban también como ya sabemos con un sólido cinturón que atravesase África.
Pero, como sabemos también Gran Bretaña quería un ferrocarril desde el Cabo a el Cairo.
Cecil Rodees era un gran defensor del imperialismo británico. En 1855 mediante simples negociaciones con los indígenas se anexionaba Beguanalandia, al noroeste del Trasvaal. En 1890 extendió las leyes británicas al territorio de los Matabelé, donde se había descubierto oro. El tratado fue sellado con el “sello del elefante” y sancionado con sacrificios humanos. Matabelelandia pasó a ser de la compañía africana de Rodees, que le dio su nombre: Rhodesia.
Con esto se quedaban cercados los estados boers y Rodees fabulosamente rico consideró una afrenta personal la independencia de aquellos estados donde había parecido oro. A sus 40 años Rodees era el “Napoleón del Cabo”.
Cecil Rodees seguía soñando con su ferrocarril del Cabo al Cairo y la presencia de los estados independientes del Transvaal y Orange en su trayecto le parecía un escándalo tanto más cuando que se habían descubierto en Transvaal, minas de oro , diamantes y esmeraldas, 10 años después la aldea de Johannesburgo se había convertido en una ciudad de 100.000 hab.: la población de buscadores de oro, esencialmente anglosajona, inquieta, violenta se hallaba en constante oposición con el pueblo boer, sencillo, rutinario, hostil a los capitalistas tanto como a los negros, sin reconocer más que a Dios y a su ganado.
Rodees, primer ministro del Cabo desde 1890, se oponía al presidente del Transvaal Krüger, que se había aliado con el estado de Orange, Rodees había ido a visitar a Krüger a Pretoria en 1894 con el fin de persuadirle de que entrase en una federación surafricana, Krüger se negó. Rodees provocó un motín en Johannesburgo y ahí murieron británicos y se puso en contacto con Chamberlain y exigió a Krüger medidas especiales para el bienestar de los extranjeros, Krüger se negó y empezó la guerra de los boers, 3 años, los británicos saquearon, Krüger pidió ayuda, Orange y Transvaal cayeron en manos de los británicos, con el Cabo, Natal, Orange y Transvaal se forma la unión surafricana.
El impacto colonial sobre los pueblos dominados.
El colonialismo les sirvió a las potencias europeas para evitar conflictos sociales internos, para mantener un ritmo acelerado de desarrollo industrial y para evitar la agudización de las crisis cíclicas del capitalismo.
En los pueblos ocupados el colonialismo influyó al poner en contacto dos civilizaciones muy diferentes entre sí. La cultura europea influyó en las colonias difundiendo conocimientos técnicos e ideológicos que van a conducir al proceso de emancipación.
Se destruyeron las estructuras sociales de muchos países, introduciéndose una administración más eficaz.
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Enviado por: | Noelou |
Idioma: | castellano |
País: | Uruguay |