Arte


Renacimiento en Italia y Pintura Veneciana


Renacimiento en el resto de Italia y Pintura Veneciana

Durante la Edad Media el arte no experimentó profundos cambios en cuanto a los tipos de representación. Las artes, tanto mayores como menores estaban bajo el comando de la Iglesia Católica, por lo cual eran únicamente los temas no seculares los que predominaban.

La evolución de las sociedades medievales se dio invariablemente, con lo cual vino una época de cambios que en la actualidad llamamos Renacimiento, referente a casi todos los campos del saber humano. Dicho periodo varió en cuanto a duración y espacio cronológico dependiendo del espacio geográfico delimitado. Sus origenes se sitúan en Italia a finales del siglo XIV.

Ubicación geográfica

Cuando hablamos del Renacimiento en el resto de Italia, nos referimos a que se tiene una delimitación geográfica bien definida, ya que es el arte de Florencia el que queda fuera del rubro.

A finales del S. XIV, Italia no era un país unificado, sino una serie de ducados, que a veces entraban en guerra. Sin embargo estos ducados comparten un espacio territorial que comprende a la península Itálica delimitada al sur por el mar Mediterráneo, delimitado por las alineaciones meridionales de los Alpes y las islas de Cerdeña y Sicilia.

Ubicación Histórica

El Renacimiento comienza a finales del siglo XIV, en Europa. Como característica principal está la admiración que estos hombres sintieron por la cultura grecorromana, lo cual los condujo a toda una reforma que no sólo se dio en las artes, sino además en la forma de pensar y en la sociedad. La principal corriente de pensamiento fue el humanismo.

Estos hombres del Renacimiento consideraban a las culturas clásicas como la realización suprema de un ideal de perfección.

De acuerdo con el humanismo, el ser humano es considerado el centro de todas las cosas, y se aspiró a una renovación en todos los campos de la cultura humana, tales como la filosofía, la ética, la moral y la ciencia, todo esto encaminado al perfeccionamiento del hombre, que fuese comprendido y fuese intelectual y físicamente perfecto. El hombre ideal del Renacimiento fue aquel en el que se concilian todas las ramas del saber en una actitud fecunda, tal como lo fueron Miguel Ángel, Rafael o Leonardo.

El Cinquecento o Alto Renacimiento tiene su centro artístico en Roma, debido al mecenazgo de los Papas. Es entonces cuando el Papa Julio II decide reconstruir la Basílica de San Pedro, para lo cual necesitaba capital, de manera que la Iglesia Católica comenzó a dar indulgencias, que fue precisamente lo que denunció Lutero en su Reforma Protestante.

Es esta la época de los grandes descubrimientos geográficos y científicos que causaron aún más necesidad de observar su entorno y a su vez conflictos tanto científicos como ideológicos y religiosos.

Factores de Cambio

Es en el siglo XVI se concentran de manera temporal y territorial los grandes de la pintura, que constituye una de las épocas más brillantes del arte universal, pero ahora, en lugar de ser Florencia el foco de cultura, es Roma. Sin embargo los artistas posteriores únicamente se limitaron a emular a los grandes maestros.

Solamente Venecia mantuvo un estilo original, ya que en un principio se mantenía un tanto alejada del Renacimiento, gracias a la cercanía que tenía con la cultura Bizantina. En la pintura encontramos características únicas para ese momento histórico como lo son: el uso de color con el cual lograban variaciones de un color hasta otro color mas cercano en el circulo cromático, logrando así graduaciones tonales, y cromáticas.

Otro aporte que hicieron los pintores venecianos es el trabajo realizado en obras de paisajes que se ilumina dando una gran sensación de lejanía y continuidad que se da como resultado de la observación de la luz en los canales.

Hasta cierto punto esta ciudad permaneció al margen de la creación artística de los grandes maestros romanos, cabe destacar que en esta ciudad el artista no era multidisciplinario y por ende solo se dedicaba a una solo cosa.

La arquitectura se vuelve más humana, ya que lo que buscan los arquitectos es que cada edificio vuelva a tener los cánones clásicos que predicaban proporción, tanto en la figura humana como en los edificios que se erigían en su entorno, prevalece la horizontalidad sobre la verticalidad, ejemplo de esto son, las acusadas cornisas y molduras horizontales en los edificios, el arco de ½ punto vuelve a prevalecer, gradualmente desaparece los arcos apuntados, es un periodo que pretende volver a las características básicas y elementales del clasicismo. Es por ello que la tendencia a realizar edificios góticos desaparece, ya que estos tienen como características la exaltación de lo divino y minimizar al hombre por medio del manejo tan característico de alturas monumentales, manejo de luz direccionada y trabajada que provocaba diferentes sentimientos celestiales, además de una decoración que imprimía en el hombre un sentimiento de miedo, función que cumplían las gárgolas.

Un cambio significativo en la pintura de esta época ocurre cuando comienza a predomina la perspectiva central, ya que esa perspectiva conduce a la unidad buscada. En algunas obras se tiende a incluir a los mecenas como participes de las escenas de las pinturas, y el artista pretende hacer participe al espectador. Cabe destacar que en este momento el artista (pintor, escultor, arquitecto) adquiere un grado de independencia y libertad en la elección de trabajos. La humanización en el arte conduce al artista a tener problemas con la iglesia ya que muchos trabajos las obras son realizadas con un sentido metafórico y más humano.

Características

Los pintores del alto renacimiento eran visualizadores profesionales de las historias sagradas, ya que cualquier episodio de estas que pintaran tenía mucho que ver con la previa idea respecto a cómo cada espectador la había imaginado.

La educación religiosa que tenían los italianos del renacimiento les enseñaba la importancia de crear representaciones internas para no olvidar el mensaje.

Por ello los pintores recurrían al uso de figuras genéricas que permitían al espectador darle las características deseadas. Los pintores aportaban una base firmemente concreta y muy evocativa en las figuras humanas, sobre la cual el público imponía las características esenciales de cada personaje de acuerdo con su representación interna.

Esto se lograba gracias a que los individuos y sitios que representaban eran generalizados pero muy concretos y cuentan con una intensa sugestión narrativa. Por tanto, la experiencia pictórica del cinqueccento es una interacción entre la pintura y la actividad visualizadora de la mente pública. Así, los cuadros de la época expresan su cultura no directa, ya que están pensados como complementos para servir a las necesidades públicas.

En esta época la unidad efectiva de los relatos era la figura humana, y el carácter individual de la figura dependía menos de su fisonomía y más de sus movimientos. Aunque la excepción es la figura de Cristo, ya que estaba un tanto atada por la narración falsificada acerca de un evangelio que “describía” detalladamente a Jesús.

Sin embargo, la expresión física de lo mental y lo espiritual es tema de diversos tratados Renacentistas. Los artistas se preocupaban por la gravedad o liviandad de las personas. Leonardo solía decir que “las cosas más importantes a discutir en cuanto a pintura son los movimientos correspondientes a la condición mental de cada ser viviente”.

Pero a pesar de que es el gesto la expresión física más convencional del sentimiento, únicamente brinda unas cuantas pistas para decodificar el lenguaje corporal Renacentista. Para que los estudiantes aprendieran a estudiar los gestos, se recurría a los oradores y a los mudos.

Una figura desempeñaba su papel en los relatos por medio de su interacción con otras figuras, incluido el mismo espectador.

Lo que fundamentalmente distingue a la arquitectura del Quattrocento de la del Alto Renacimiento (o Cinquecento) es la decoración menuda (putti, guirnaldas de flores o frutos, grutescos, etc.), el alargamiento de la cúpula (catedral de Florencia, de Filippo Brunelleschi) y las fachadas de piedra tosca (Palacio Medici"Ricardi, de Michelozzo di Bartolommeo) o con los sillares en realce (Palacio Rucellai, de Bernardo Rosellino, proyecto de Alberti).

La arquitectura del Cinquecento tuvo como centro Roma. En 1506 Donato d'Angelo Bramante terminaba su célebre proyecto para la basílica de San Pedro en el Vaticano. Los palacios se adornaron de valiosos bajorrelieves (Palacio Grimani de Venecia, 1549, obra de Michele Sanmicheli) o de esculturas exfentas (biblioteca de San Marcos, 1537"50, Venecia, obra de Jacopo Sansovino).

El escultura, en contraposición al siglo XV, y del mismo modo que en arquitectura, el XVI va a ser el predominio de lo romano frente a lo florentino, en lo estrictamente formal, las delicadezas cuatrocentistas y el amor el detalle menudo, van a ceder el paso a una grandiosidad monumental y simplificadora, ya intuida en las obras de Jacopo della Quercia. El relieve plano y sutil casi desaparece y se prefiere el bulto redondo y el tamaño superior al natural.

Escuelas

Escuela Veneciana

Al mismo tiempo, Venecia reaprovechó los logros quattrocentistas y los mezcló con su particular tradición e influencias, con lo cual constituía una Escuela, si no aparte del resto de Italia, sí claramente diferenciada en su estilo.

Ésta escuela que empezó tardíamente sobrevive a las de Florencia y Roma, agotadas en el siglo XVI. En siglo XVII aun nos sorprende con un narrador espléndido, como Tiepolo, gran colorista y con Guardi y Canaleto, que nos retratan la vida pintoresca de la Venecia dieciochesca. El apogeo artístico de Venecia corresponde al siglo XVI, pero ya en este destacan Gentil Bellini y su hermano Gian Bellini, que combinan las ganas encendidas de Tiziano con un difuminado a lo Leonardo. Un pintor siciliano establecido en Venecia, Antonello de Mesina sobresale por el fuerte realismo de sus retratos, mientras que Capaccio, autor de la Leyenda de Santa Ursula, se distingue en la realización de vastas composiciones de genero.

Escuela de Padua

El nombre de Andrés Mantegna sirve por si solo para dar prestigio a esta escuela. Interesado en las cuestiones de la representación visual del objeto, Mantegna presenta con frecuencia en sus cuadros una dificultad perspectiva, que resuelve con elegancia. Sus impecables escenarios arquitectónicos, tomados de la antigüedad, ofrecen puntos de fuga muy a ras del suelo, huidas de línea hacia el centro del cuadro en prodigiosa ilusión de profundidad. Los escorzos de sus figuras son, por el mismo motivo, violentos y de complicada resolución dibujistica, como el extraordinario Cristo Muerto.

Escuela Milanesa

Cuenta con un solo nombre, Leonardo da Vinci, no fue solo pintor, dejo escritos interesantes sobre ingeniería, química, y otras ciencias; escultor, músico, escritor. La suavidad de las formas, la delicadeza del color, el esmero en el detalle, el exquisito difuminado, el famoso esfumado Leonardesco, la conjunción de sensualidad, la expresión lejana de sus ojos de gruesos párpados, y la de las manos, elegantes y finas, son notas inconfundibles de su estilo.

Los problemas técnicos torturaron a Leonardo toda su vida. Por eso sus obras son escasas, y algunas a punto de perderse por el deterioro de los materiales de empleo. Pocas pinturas habrán suscitado más comentarios que la celebre Gioconda, de su corta producción se puede citar Santa Ana, La Virgen de las Rocas y La Ultima Cena pintada para el refectorio del convento de Santa María de las Gracias en Milán.

Escuela Romana

Los más importantes son: Rafael Sanzio y Miguel Angel.

Rafael, aunque vivió poco, dejo una obra vasticima que significa la síntesis de las mejores cualidades de los pintores precedentes, unificadas y reavivadas por u autentico genio de la fabulación plástica. De Masaccio aprende Rafael a dar equilibrio a las figuras, de Leonardo la pureza del dibujo y los secretos del difuminado; de Fra Bartolome la firmeza de la composición. Pero la gracia, la riqueza narrativa, los traía el, para dar realidad a la constante idea del Renacimiento.

Como retratista, ocupa un lugar eminente: Retratos de Julio II, de la Fornaria, Baltasar de Castiglione, etc., dotados de una aguda penetración psicológica. Pero a las obras son sus Madonas, de un naturalismo idealizado: Madona del Jilguero, Madona de la Silla, Madona de la Paz, La Bella Jardinera, etc...

La obra pictorica de Miguel Angel responde también a esa tendencia a lo grandioso, a lo dramático y exasperado que hemos visto en sus esculturas. Miguel Angel transplanta al campo de la pintura los medios expresivos de la estatuaria. La máxima ilusión de relieve, el además esforzado, el gesto patético, caracteriza el estilo pictórico de Miguel Angel.

Su obra maestra, el techo de la Capilla Sixtina, es una majestuosa interpretación del Génesis, en el que se agitan más de trescientas figuras de tamaño mucho mayor que el natural. Años más tarde, en la pared frontal de la misma Capilla, pinto su tremendo Juicio Final.

Temas y Géneros

En el S. XVI los temas alegóricos ya habían sido introducidos, además de los usuales temas religiosos que, a pesar de estar basados en las mismas historias del Viejo y Nuevo Testamento, ahora tienen como centro a la figura humana.

Con el levantamiento social de la burguesía, se hizo importante la idea de inmortalizar sus figuras, por lo cual surgió el retrato, en primera instancia de perfil, debido a que de ese modo los rasgos son menos susceptibles a la alteración, y por tanto el retrato resulta más exacto. Sin embargo los artistas se dieron cuenta de que no era nada sencillo denotar las expresiones. Por lo cual comenzaron a pintar los rostros en esbozo.

Dada la situación especial que se da en Florencia, se desarrollan pinturas panorámicas y de paisaje que se ilumina dando una gran sensación de lejanía y continuidad que se da como resultado de la observación de la luz en los canales.




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Enviado por:Diana Isaacs
Idioma: castellano
País: México

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