Religión y Creencias
Religiones
El HINDUISMO
El término hindú deriva de la palabra sánscrita sindhu ('río', de forma más explícita el río Indo); durante el siglo V a.C., los persas utilizaban ese nombre para referirse a aquellos que vivían en las tierras del Indo. Los hindúes se definen a sí mismos como “aquellos que creen en los Veda” o “aquellos que siguen los cuatro tipos (varnas) de caminos (dharma) y etapas de la vida (ashramas)”.
El 16 de julio de 1945, en la profunda intimidad de un desierto de Nuevo México, tuvo lugar un hecho que quizás sea el más importante del siglo XX. Culminaba allí una reacción en cadena de descubrimientos científicos que se había iniciado en la Universidad de Chicago y que se había concentrado luego en el «Emplazamiento y» de Los Alamos. La primera bomba atómica fue, como se dice, un éxito. Nadie había sido más instrumental para este logro que Robert Oppenheimer, director del proyecto de Los Alamos. Alguien que lo observaba de cerca esa mañana nos ofreció la siguiente descripción: «Se ponía más tenso a medida que transcurrían los últimos segundos. Apenas respiraba. Se agarró aun poste para sostenerse. Cuando se oyó la voz de 'ahora' y se vio ese tremendo estallido de luz, seguido... del profundo estruendo de la explosión, la expresión de su cara fue de un alivio enorme». Valga esto para el aspecto externo. Pero lo que pasó por la mente de Oppenheimer en esos momentos, como él mismo recordó más tarde, fueron dos líneas del Bhagavad-Gita en las cuales Dios dice:
Me he convertido en fa muerte, la devastadora de mundos;
En espera de esa hora en que esté a punto su destrucción.
Este incidente constituye un símbolo profundo para el comienzo de este tema, al que se une la vida de Mahatma Gandhi para crear el ambiente de la religión que hemos de explorar. En una época en que la violencia y la paz han tenido las confrontaciones más fatídicas de la historia, el nombre de Gandhi se convirtió a mediados de este siglo en el contrapeso de los de Stalin y Hitler. El éxito que le atribuye el mundo a este hombre -que no pesaba ni cincuenta kilos y cuyas posesiones al morir valían menos de dos dólares- fue la retirada pacífica de los británicos de la India, pero lo que se conoce menos, aun entre su propia gente, es que redujo la dimensión de un obstáculo más formidable que el de la raza en América. Dio nuevo nombre a los intocables harijan de la India, los «hombres de Dios», y los elevó a la categoría humana. Con este acto creó la estrategia de la no violencia, a la vez que inspiró el equiparable movimiento de integración racial de Martin Luther King en los Estados Unidos. La inspiración y la estrategia de Gandhi nos introduce directamente en el tema de este capítulo, ya que en su Autobiografía dice: «El poder que tengo para operar en el campo político se deriva de mis experiencias en el campo espiritual», a lo que añade que en ese campo espiritual «la verdad es el principio soberano, y el Bhagavad-Gita es el libro por excelencia para el conocimiento de la Verdad».
El hinduismo es una de las religiones más extendidas e importantes del mundo, no sólo por su número de fieles (estimados en más de 700 millones de individuos), sino también por la profunda influencia que ha ejercido en muchas otras religiones durante su larga e ininterrumpida historia, que comenzó más o menos en el 1500 a.C. Es preciso destacar igualmente la correspondiente influencia que el hinduismo ha recibido de esas otras religiones (el hinduismo posee una extraordinaria capacidad para absorber e integrar elementos foráneos). Esto ha contribuido de forma notable al sincretismo de la religión y a la asimilación de una gran variedad de creencias y prácticas religiosas. Es más, las bases geográficas, más que las puramente religiosas (que consisten en todo lo que el pueblo de la India ha creído y ha hecho), le han otorgado el carácter de sistema doctrinal y social que se extiende a todos los aspectos de la vida humana.
Las normas o cánones del hinduismo se definen en relación con lo que las personas hacen, más que con lo que piensan. Por consiguiente, en el seno del hinduismo se encuentra una mayor uniformidad de acción que de creencias, a pesar de que hay muy pocas creencias o prácticas que son compartidas por todos. La mayoría de los hindúes cantan el himno del gayatri al amanecer, pero casi no existe acuerdo sobre qué otras oraciones deben ser pronunciadas. Muchos hindúes veneran a Siva, Visnú y la diosa Devi, pero también adoran a centenares de deidades menores, propias de ciertos poblados o incluso familiares. Hay prácticas que observan casi todos, como son el reverenciar a los brahmanes y a las vacas, la prohibición de comer carne (en especial la de vacuno) y el contraer matrimonio sólo con un miembro de la misma casta (jati) con la esperanza de tener un heredero varón. A pesar de que los hindúes tienen creencias y prácticas que parecen contradictorias (no sólo con respecto al resto del mundo sino también dentro de su misma religión y de su vivir cotidiano), cada individuo percibe un modelo que ha de seguir y que confiere orden y sentido a su vida. En el hinduismo no existe una jerarquía doctrinal ni eclesiástica, pero la complicada estratificación social, inseparable de la religión, da a cada persona la sensación de ocupar una posición dentro de este enorme grupo humano.
Los Brahamanes
Brahmán (casta) (en sánscrito Brahmana, poseedor de Brahman, o sagrado conocimiento), miembro de la clase sacerdotal, la más alta de las cuatro castas hindúes principales. Sólo el brahmán puede interpretar los textos sagrados del hinduismo, los Veda. Los principales deberes de los brahmanes son el estudio y la enseñanza de Veda, la celebración de ceremonias religiosas para ellos mismos y para otros y la entrega de una guía espiritual para el resto de la humanidad, que tiene que confiar en ellos para conseguir el favor de los dioses. De acuerdo con el relato legendario de Manu, esta casta surgió de la boca del dios Brahma en el momento de la creación. En el hinduismo ortodoxo, la persona de un brahmán es sagrada; los brahmanes son los jefes de todos los seres creados; otros mortales disfrutan de la vida a través de ellos. Las cuatro etapas en la vida ideal de un brahmán son la de estudiante, cabeza de familia, anacoreta y mendicante religioso
Su Filosofía
Dentro de su rica literatura, el hinduismo incorpora una cosmología muy compleja. Los hindúes creen que el Universo es una gran esfera cerrada, un huevo cósmico dentro del cual hay muchos cielos concéntricos, infiernos, océanos y continentes, y que la India está en medio de todos ellos. Creen que el tiempo es a la vez degenerativo (desde la época dorada o Krita Yuga, a través de dos periodos en los que el bien decayó gradualmente, hasta los tiempos actuales o Kali Yuga) y cíclico: al final de cada Kali Yuga el Universo es destruido por el fuego y las inundaciones, comenzando así una nueva época dorada. La vida humana también es cíclica: después de morir, el alma deja el cuerpo y renace en el cuerpo de otra persona, animal, vegetal o mineral. Este imparable proceso se llama samsara. La calidad de la reencarnación viene determinada por el mérito o la falta de méritos que haya acumulado cada persona como resultado de su actuar o karma, de lo que el alma haya realizado en su vida o vidas pasadas. Todos los hindúes creen que el karma funciona así; sin embargo, también piensan que esto se puede contrapesar con la práctica de la expiación y de rituales (ejercitándose a través del castigo o de la recompensa), logrando así aminorar o hacer más fácil (moksha) todo el proceso del samsara, previa renuncia a todos los deseos terrenales.
A los hindúes se les divide en dos grupos: quienes buscan las recompensas sagradas y profanas de este mundo (salud, dinero, hijos y una buena reencarnación) y los que buscan liberarse del mundo. Los principios del primer sistema de vida fueron extraídos de los Veda y hoy en día están representados en los templos hindúes, en la religión de los brahmanes y en el sistema de castas. La segunda forma de vida, explicada en los Upanisad, se manifiesta no sólo en los cultos de renuncia (sannyasa) sino también en los fundamentos ideológicos de la mayoría de los hindúes.
Originariamente, el aspecto mundano hindú estaba compuesto por tres Veda, tres clases de sociedades (varnas), tres etapas en la vida (ashramas), y tres “metas de un hombre” (purusharthas); el tema de las metas o necesidades de las mujeres rara vez se menciona en los textos antiguos. A los tres primeros Veda les fue agregado el Atharva-Veda. Las primeras tres clases (brahmán o sacerdotal, kshatriya o guerrera, y vaishya o pueblo llano) derivaban de la división tripartita de la antigua sociedad indoeuropea, tal y como aparece en las culturas griegas y romanas. A estas tres clases se les unió la de los shudras o sirvientes, después de que los arios se establecieran en el Punjab y comenzaran a desplazarse hacia el sur, hacia el valle del río Ganges. Los tres ashramas originales eran el estudiante casto (brahmachari), el amo de casa (grihastha) y el habitante del bosque (vanaprastha). Se decía que tenían tres deudas o deberes: estudiar los Veda (esto se lo debían a los sabios), un hijo (a los ancestros) y sacrificarse (deuda que tenían con los dioses). Las tres metas u objetivos eran el artha (éxito en cuanto a bienes materiales), dharma (recto comportamiento social) y kama (placeres sensuales). Al poco tiempo de haber sido compuestos los primeros Upanisad, durante el surgimiento del budismo (siglo VI a.C.), se les sumó un cuarto ashrama y su meta correspondiente: el que renuncia (sannyasi), cuya meta es la de liberarse (moksha) de las etapas, metas y deudas antes mencionadas.
Cada uno de estos dos modos de actuar de los hindúes desarrolló sus propios sistemas metafísicos y sociales. El sistema de castas y la filosofía de svadharma que lo sostiene (el dharma individual) se desarrollaron dentro del modo de vida mundano. El svadharma considera que cada persona nace para realizar un trabajo específico, para casarse con una cierta persona, comer cierta comida y engendrar ciertos niños, y que ésta es la mejor manera de cumplir con su propio dharma antes que con el de cualquier otro (incluso si el propio dharma es bajo y reprochable, como en el caso de los miembros de la casta harijan, los intocables, cuya sola presencia, en ciertas ocasiones, llegó a ser considerada contaminante para las otras castas). La principal meta del hindú mundano y común es la de tener y criar un hijo que haga ofrendas a los ancestros (la ceremonia shraddha). Por otro lado, el segundo camino de renunciación del hinduismo se basa en la filosofía upanisádica de la unidad del alma individual o atmán con Brahman, el alma universal. Se cree que si el fiel lograra la total realización de esto, sería suficiente para que se liberara de la reencarnación; mirado así, nada podría ser más perjudicial para la salvación que el volver a nacer. Muchas de las metas e ideales de renunciación del hinduismo han sido incorporadas al hinduismo mundano, en especial el dharma eterno (sanatana dharma), un código ético absoluto y general que se propone transcender y abarcar todos los dharmas secundarios, relativistas y específicos. Para los hindúes, el principio más importante del sanatana dharma es el ahimsa, la ausencia del deseo de hacer daño, el que se utiliza para justificar el hecho de que sean vegetarianos (sin embargo, este dogma no prohíbe la violencia física contra seres humanos o animales, o que se practiquen sacrificios de sangre en los templos).
Además del sanatana dharma, se han hecho numerosos esfuerzos para lograr reconciliar los dos hinduismos. El Bhagavad-Gita describe tres caminos para lograr la realización religiosa: el sendero de los trabajos o karma (aquí se mencionan actos de sacrificio y rituales), el sendero del conocimiento o jnana (la meditación upanisádica de la divinidad) y el sendero de meditación, una apasionada devoción por Dios o bhakti, un ideal religioso que vino a combinar y a hacer de los otros dos senderos, una vía más trascendente. En términos generales, se pueden encontrar huellas del bhakti en las obras épicas, incluso en algunos de los Upanisad, pero su manifestación más completa no aparece hasta después del Bhagavad-Gita, cobrando impulso a partir de los cantos y poemas escritos en lengua común, dedicados a las deidades locales, en especial los de alvars, nayanars y virashaivas del sur de la India y los de los fieles bengalíes de Krishna.
Los hindúes han logrado pues conciliar su monismo vedántico (véase Vedanta) con su politeísmo védico: todos los dioses hindúes individuales (de los que se dice son saguna, 'con atributos') están sometidos al espíritu universal o Brahman (nirguna, 'sin atributos'), del cual emanan todos. Por lo tanto, la mayoría de los hindúes rinde tributo (a través del bhakti) a dioses a quienes adoran en los rituales (a través del karma) y a los que entienden (por medio del jnana) como aspectos de la última realidad, el reflejo material del que todo lo que existe es una ilusión (maya) creada por Dios con mucho esfuerzo, pero con un espíritu de juego (lila).
Alcanzar la mayoría de edad en el universo
Con Dios situado en una posición esencial dentro del plan hinduista, podemos retornar a los seres humanos para delinear juntos, de forma sistemática, el concepto hindú de las naturalezas y destinos de éstos.
Las almas individuales, o jivas, llegan al mundo de manera misteriosa. Podemos estar seguros de que lo hacen por el poder de Dios, pero no podemos explicar cabalmente ni el cómo ni el porqué. Como las burbujas que se forman en la base de una tetera con agua hirviendo, se abren camino a través del agua (universo) hasta que se liberan en la ilimitada atmósfera de la iluminación (liberación). Se inician como las almas de las formas más simples de vida, pero no desaparecen cuando los cuerpos originales mueren. Según el hinduismo, el espíritu no depende del cuerpo que habita más de lo que el cuerpo depende de la ropa que viste o de la casa en que vive. Cuando una prenda de vestir o una casa sequedanpequeñas, las cambiarnos por otras más grandes que permiten que nuestros cuerpos se muevan con mayor libertad. Las almas hacen lo mismo.
Las ropas gastadas
Son desechadas por el cuerpo;
Los cuerpos gastados
Son desechados por el habitante.
El karma y la reencarnación
Este proceso por el cual un jiva individual pasa por una secuencia de cuerpos se conoce como reencarnación o trasmigración del alma -en sánscrito samsara, palabra que significa un ilimitado paso a través de ciclos de vida, muerte y resurrección-. En el nivel subhumano, el paso se hace a través de una serie de cuerpos crecientemente complejos hasta alcanzar el humano. Hasta este punto, el crecimiento del alma es virtualmente automático. Es como si el alma creciera de forma tan sostenida y normal como una planta y recibiera en cada sucesiva encarnación un cuerpo que, por ser más complejo, le proporcionara la necesaria amplitud para desarrollar sus nuevas características.
Cuando el alma se introduce en un cuerpo humano, este modo automático de ascensión llega a su fin. Su ingreso en esta exaltada habitación es evidencia de que el alma ha alcanzado su propia conciencia, ya este estado acompañan la libertad, la responsabilidad y el esfuerzo.
El mecanismo que aglomera estas nuevas adquisiciones es la ley del karma. El significado literal de karma es el trabajo, pero como doctrina es, aproximadamente, la ley moral de la causa y el efecto. La ciencia ha alertado a Occidente acerca de la importancia de las relaciones causales en el mundo físico. Tendemos a creer que todo evento físico tiene su causa y que cada causa tendrá determinados efectos. La India amplía este concepto de causa para abarcar también la vida moral y espiritual
Actualidad
El hinduismo es una de las religiones más extendidas e importantes del mundo, no sólo por su número de fieles (estimados en más de 700 millones de individuos), sino también por la profunda influencia que ha ejercido en muchas otras religiones durante su larga e ininterrumpida historia, que comenzó más o menos en el 1500 a.C.
Más recientemente, muchos autoproclamados maestros de las enseñanzas de la religión de la India han emigrado a Europa y a los Estados Unidos, donde han logrado numerosos grupos de seguidores. Algunos de ellos, como la secta Hare Krishna fundada por Bhaktivedanta, dicen inspirarse en las prácticas del hinduismo clásico. En la India, el hinduismo se ha ido desarrollando a pesar de los numerosos cambios y reformas que conlleva la gradual modernización y urbanización de la vida en el país. Los mitos siguen existiendo en el cine hindú y los rituales sobreviven no sólo en los templos sino también en las memorias familiares o en ritos sociales.
Es así como el hinduismo, religión que ayudó a que la India se sostuviera por siglos a pesar de la invasión extranjera y de los problemas internos, sigue teniendo una función vital por el apoyo que ofrece y por lo que significa en las vidas de los hindúes de hoy.
Encarnaciones de Visnú
Visnú, uno de los dioses más importantes y populares del hinduismo, es conocido como una divinidad benévola que vela por el bienestar de la humanidad. Sus seguidores creen que desciende a la Tierra y toma forma humana para combatir las catástrofes y guerras del mundo. Uno de estos avatara, o forma física, más populares es Krishna. Siempre pintado con piel azul, Krishna aparece como el héroe en el Bhagavad-Gita, texto sagrado que forma parte del poema épico hindú Mahabharata. Esta ilustración de Krishna viene del poema Rasamanjari del poeta Bhanudatta.
EL BUDISMO
El hombre que despertó
El budismo se inicia con un hombre. En sus últimos años, cuando la India estaba encendida con su mensaje y hasta los reyes se postraban ante él, la gente se le aproximaba, como se aproximaría a Jesús, para preguntarle qué era. Cuánta gente no le preguntaba « ¿quién eres?», refiriéndose al nombre, al origen o a la ascendencia, sino: « ¿Qué eres? ¿A qué clase de ser perteneces? ¿A qué especie representas?». Ni César, por cierto, ni Napoleón, ni siquiera Sócrates. Sólo dos: Jesús y Buda. Cuando la gente acudió con su perplejidad al propio Buda, la respuesta de éste dio identidad a todo el mensaje.
« ¿Eres un dios?», preguntaron. «No». « ¿Un ángel?». «No». « ¿Un santo?». «No».
« ¿Qué eres entonces?».
Buda respondió: «Estoy despierto».
El iluminado
Su respuesta se convirtió en su título, porque eso es lo que Buda significa. La raíz sánscrita budh implica tanto despertar como saber. Por tanto, Buda significa el «Iluminado» o el «Despierto». Mientras el resto del mundo se encontraba envuelto en las profundidades del sueño, soñando un sueño que se conoce como el estado conciente de la vida humana, uno de ellos despertó. El budismo comienza con un hombre que se sacudió el letargo, las ensoñadoras extravagancias de la conciencia ordinaria; comienza con un hombre que despertó.
Su Filosofía
Las Cuatro Nobles Verdades
Los elementos centrales en los que se basaba la Iluminación de Buda estaban condicionados por la realización de las denominadas Cuatro Nobles Verdades:
1) La vida es sufrimiento. Esta afirmación va más allá del simple reconocimiento de la existencia del sufrimiento en la vida, y se refiere más bien a que la existencia humana es intrínsecamente dolorosa desde el momento del nacimiento hasta el de la muerte. Más aún, este sufrimiento ni siquiera desaparece con la muerte, ya que Buda incluyó en sus enseñanzas la idea hindú de que la vida es cíclica, por lo que la muerte simplemente precede a una nueva reencarnación.
2) La causa de este sufrimiento radica en el hecho de que el hombre desconoce la naturaleza de la realidad, y por ello siente ansiedad, tiene apego a las cosas materiales y mucha codicia. Estos defectos provocan su sufrimiento.
3) Se puede poner fin al sufrimiento si el hombre logra superar su ignorancia e ir más allá de las ataduras mundanas.
4) El camino para dar fin al sufrimiento es la Óctuple Senda (o Camino de las Ocho Etapas), que consiste en tener una adecuada visión de las cosas, buenas intenciones, un modo de expresión correcto, realizar buenas acciones, tener un modo de vida adecuado, esforzarse de forma positiva, tener buenos pensamientos y dedicarse a la contemplación del modo adecuado. Generalmente, estos últimos ocho puntos se dividen en tres categorías que conforman el pilar central del budismo: moral, sabiduría y concentración.
Atmán
Término para el aliento o el alma y principio de la vida. Se cree que el atmán, o alma individual, es idéntica al brahman, alma universal. En la filosofía hindú, el término atmán designa la verdadera esencia de cualquier cosa, incluido el universo; el atmán es lo único que existe realmente, una sustancia inmortal que transmigra de un cuerpo a otro.
Nirvana
El objetivo final del camino del budismo es lograr liberarse de la existencia fenoménica a la que le es propio el sufrimiento. Para lograr este objetivo es necesario alcanzar el nirvana, estado de iluminación en el que los fuegos de la codicia, el odio y la ignorancia han sido apagados. Este estado no debe confundirse con el aniquilamiento; el nirvana es un estado de conciencia que va más allá de ninguna definición. Después de alcanzar el nirvana, el iluminado puede seguir viviendo e ir eliminando cualquier remanente de karma que pueda tener, hasta llegar, en el momento de la muerte, a un último estado de nirvana absoluto (parinirvana).
El karma en el Budismo
La doctrina del karma se encuentra muy relacionada con la del anatmán. El karma se basa en los actos de cada persona y en las consecuencias morales que se desprendan de esos actos. Los actos humanos determinan la reencarnación posterior de una persona, por lo que las buenas acciones lógicamente son recompensadas, como son castigadas las malas. Por eso el budismo sostiene que no existen en el mundo los placeres inmerecidos ni los castigos injustificados, sino que todo es más bien producto de una justicia universal. El proceso kármico actúa por medio de una ley moral natural más que por medio de un sistema de juicio divino. El karma de cada individuo determina asuntos tales como su belleza, su inteligencia, su longevidad, su salud y su nivel social. De acuerdo con las enseñanzas de Buda, y según el tipo de karma que tenga cada persona, ésta puede reencarnarse en un ser humano, en un animal, en un fantasma hambriento, en un habitante del infierno o incluso en alguno de los dioses de la religión hindú.
A pesar de que el budismo no niega la existencia de dioses, no les atribuye importancia especial. La vida de los dioses en el cielo es larga y apacible, aunque están sujetos a los mismos problemas que pueda tener cualquier otra criatura, como una eventual muerte o una futura reencarnación en un estado de existencia inferior. Los dioses, pues, no son los creadores del Universo, ni tampoco controlan el destino de la humanidad, de modo que, para el budismo, rezarles o hacerles sacrificios no tiene ninguna utilidad. De las distintas modalidades de reencarnación, la humana es la mejor, porque las deidades están tan absortas en sus propios placeres que pierden de vista la necesidad de redención. Por lo tanto, la posibilidad de alcanzar la iluminación es válida sólo para los seres humanos.
Los “Dalai Lama”
Dalai Lama, líder espiritual del lamaísmo (religión basada en el budismo Mahayana) y gobernante del Tíbet hasta que este territorio perdió su independencia. Considerado como una reencarnación de Buda, se cree que cuando fallece su alma entra en la de un recién nacido que, tras ser identificado gracias a pruebas tradicionales, se convierte en el nuevo Dalai Lama.
Sonam Gyatso, gran lama del monasterio Drepung y líder de la secta Dge-lugs-pa (también denominada de los Gorros Amarillos), fue el primero que ostentó el título de Dalai Lama, que recibió en 1578 del jefe mongol Altan Kan y que, a partir de entonces, se aplicó con carácter retroactivo a los anteriores líderes de la secta. En 1642, otro jefe mongol, Gushri Kan, designó al quinto Dalai Lama (1617-1682) como gobernador temporal y espiritual del Tíbet. Sus sucesores gobernaron el país, primero como tributarios de los mongoles y, desde 1720 hasta 1911, como vasallos del emperador chino.
Cuando China ocupó el Tíbet en 1950, la tensión con Tenzin Gyatso, el decimocuarto Dalai Lama, fue en aumento hasta que éste, tras una fallida rebelión en 1959, abandonó el país. Desde entonces reside en la India. En 1989 recibió el Premio Nobel de la Paz por su oposición pacífica al gobierno chino en Tíbet.
Las dos casas del Budismo
Actualidad
Una de las características más notables y que ha perdurado por más tiempo en el seno del budismo es su capacidad para adaptarse a los cambios de condiciones en que se ha tenido que desarrollar, así como a las distintas culturas. Desde un punto de vista filosófico, el budismo está en contra de los bienes materiales pero no se reconoce en conflicto con las ciencias modernas. Al contrario, defiende que incluso Buda tuvo una aproximación de tipo experimental con respecto a sus principios de fe más esenciales.
Tanto en Tailandia como en Birmania el budismo se ha desarrollado siempre con mucha fuerza. Como reacción a las acusaciones de que están poco comprometidos socialmente, los sacerdotes de estos países se han involucrado personalmente en una serie de proyectos de ayuda a la comunidad. A pesar de que hacía mucho tiempo que el budismo había muerto en la India (aproximadamente entre los siglos VIII y XII d.C.), hubo una pequeña chispa de resurgimiento con la conversión al budismo de 3,5 millones de antiguos miembros de la casta de los intocables. Esto se produjo bajo el liderazgo de Bhimrao Ramji Ambedkar, a principios de 1956. Durante el siglo XIX se produjo una renovación similar del budismo en Sri Lanka.
Bajo los regímenes comunistas de Asia, el budismo ha tenido que afrontar periodos muy difíciles. Por ejemplo, en China el budismo sigue existiendo, pero bajo una estricta regulación y supervisión gubernamental. Muchos monasterios y templos fueron convertidos en escuelas, dispensarios y otros organismos de tipo público. Tanto los monjes como las monjas han tenido que asumir funciones laborales además de las que les corresponden como religiosos. Después de invadir el Tíbet, las autoridades chinas trataron de eliminar la influencia budista en esta región.
Sólo en Japón, desde la II Guerra Mundial, han surgido y se han desarrollado nuevos movimientos budistas. El más importante es el de Soka Gakkai, corriente laica asociada al budismo Nichiren. Es muy conocida por su eficaz organización, por sus agresivas técnicas de conversión, por el uso de medios de comunicación de masas y por su fuerte componente nacionalista. Este grupo promete a sus seguidores todo tipo de beneficios materiales y felicidad para toda la vida. Desde 1956 ha estado muy relacionado con la política japonesa, presentando candidatos para distintos cargos en el marco de un partido político propio, el Komeito (Partido del Gobierno Limpio).
El creciente interés que se manifiesta por el budismo en las culturas asiáticas, como el que despiertan sus valores espirituales en los países occidentales, ha llevado a que se desarrollen un gran número de sociedades dedicadas al estudio y a la práctica del budismo.
Daibutsu de Kamakura
El budismo se introdujo en Japón en el 539 d.C., cuando un rey coreano buscó una alianza con el rey de Yamato. Para agradar a los japoneses, el rey coreano envió una estatua de Buda y algunas escrituras sagradas budistas, que calificó como los mayores tesoros que podía enviar. El Daibutsu (Gran Buda) de Kamakura (Japón), fue realizado en bronce en 1252, por Ono Goroemon o Tanji Hisatomo, ambos maestros del bronce de aquellos tiempos. La estatua tiene 11,4 metros de alto y pesa unas 93 toneladas métricas. La figura muestra a Amitabha (también conocido como Amida Buda) en reposo y desapasionada calma.
EL CONFUCIANISMO
Aunque el confucianismo llegó a ser la ideología oficial del Estado chino, nunca ha existido como una religión establecida con una iglesia y un clero. Los eruditos chinos alabaron a Confucio como gran maestro y sabio, pero nunca lo adoraron como a un dios. Confucio tampoco se proclamó a sí mismo una divinidad. A diferencia de las iglesias cristianas, los templos erigidos en honor a Confucio no eran lugares en los que grupos organizados se reunían para alabarle, sino edificios públicos diseñados para ceremonias anuales, en particular el cumpleaños del filósofo. Varios intentos para divinizar a Confucio y ganar prosélitos al confucianismo fracasaron debido a la naturaleza secular de su filosofía.
Su filosofía
Los principios del confucianismo están recogidos en los nueve libros antiguos chinos transmitidos por el maestro y sus seguidores, que vivieron en una época de gran inquietud filosófica. Estos escritos pueden dividirse en dos grupos: los Cinco Clásicos y los Cuatro Libros.
Los Wujing o Wu king (Cinco Clásicos), que se crearon antes de la época de Confucio, son el I Ching o Yijing (Libro de las mutaciones o cambios), Shu Ching o Shujing (Libro de la historia), Shih Ching o Shijing (Libro de la poesía o de las odas), Li Chi o Liji (Libro de los ritos) y Ch'un Ch'iu o Chunqiu (Anales de primavera y otoño). El I Ching es un manual de adivinación probablemente recopilado antes del siglo XI a.C.; su aspecto filosófico complementario, contenido en una serie de apéndices, pudo haber sido compuesto más tarde por Confucio y sus discípulos. El Shu Ching es una colección de documentos históricos antiguos, y el Shih Ching, una antología de poemas antiguos. El Li Chi trata de los principios de conducta, incluidos los de las ceremonias públicas y privadas; fue destruido en el siglo III a.C., pero resulta presumible que gran parte de su material fuera preservado en una recopilación posterior, el Documento de los ritos. El Ch'un Ch'iu, la única obra recopilada, según se dice, por el propio Confucio, es una crónica de eventos históricos acaecidos en la China feudal desde el siglo VIII a.C. hasta la muerte de Confucio, a principios del siglo V a.C.
Los Sishu (Cuatro Libros), compilaciones de los dichos de Confucio y Mencio y de los comentarios de seguidores sobre sus enseñanzas, son el Lunyu (Analectas), un conjunto de máximas de Confucio que forman la base de su moral y filosofía política; Ta Hsüeh (El gran saber); Chung Yung (La doctrina del método), que contiene algunas de las declaraciones filosóficas de Confucio sistematizadas con comentarios y exposiciones de sus discípulos, y el Mengzi (Libro de Meng), que contiene las enseñanzas de Mencio, uno de los principales seguidores de Confucio.
La clave de la ética confuciana es jen, traducido de diversos modos como `intuición humana', `amor', `bondad' y `humanidad'. Jen es una virtud suprema que representa las mejores cualidades humanas. En las relaciones humanas, aquellas que se construyen entre una persona y otra, jen se manifiesta en chung, o la fidelidad a uno mismo y a los demás, y shu, o altruismo, mejor expresado en la regla de oro del confucianismo: “No hagas a los otros lo que no quieras que te hagan a ti mismo”. Otros valores virtuosos importantes en el confucianismo son la honradez, la decencia, la integridad y la devoción filial. Quien posea todas estas virtudes será un chün-tzu (caballero perfecto). En el plano político, Confucio defendía un gobierno paternalista en el que el soberano fuera benévolo y honorable y los súbditos respetuosos y obedientes. El estadista debe cultivar la perfección moral para dar buen ejemplo a la gente. En educación Confucio apoyó la teoría, notable para el periodo feudal en que vivió, resumido en el principio: “en educación, no hay diferencia de clases”.
Actualidad
A finales del siglo XIX, la reacción contra la metafísica tomó un sentido distinto. En vez de limitarse a los estudios textuales, los eruditos tuvieron un interés activo en política y formularon programas de reforma basados en la doctrina confuciana. K'ang Yu-wei, un líder del movimiento reformista confuciano, acaudilló un intento de exaltar la filosofía como una religión nacional. Debido quizá a las amenazas extranjeras a China y a la demanda urgente de medidas políticas drásticas, los movimientos reformistas fracasaron; en la confusión intelectual que siguió a la Revolución China de 1911, el confucianismo fue tachado de decadente y reaccionario. Con el colapso de la monarquía y de la estructura familiar tradicional, de la que se derivaba mucha de su fuerza y apoyo, el confucianismo perdió su influencia en la nación. En el pasado, a menudo había conseguido hacer frente a las adversidades y emerger con renovado vigor, pero durante este periodo de cataclismo social inaudito, perdió su habilidad anterior para adaptarse a las circunstancias cambiantes.
En opinión de algunos especialistas, Confucio será venerado en el futuro como el gran maestro de China; los textos clásicos confucianos serán estudiados y las virtudes del confucianismo, personificadas para innumerables generaciones en las máximas familiares y en la práctica del sentido común de la población china, permanecerán como la piedra angular de la ética. Sin embargo, es dudoso que el confucianismo vuelva a jugar el papel crucial en la vida política e instituciones chinas que desempeñó en los siglos pasados. La victoria del comunismo chino de 1949 subrayó el incierto futuro del confucianismo. Muchas tradiciones inspiradas en las enseñanzas de Confucio fueron marginadas o proscritas. El sistema familiar, por ejemplo, otrora muy reverenciado como una institución central confuciana, perdió su importancia. Se publicaron muy pocos libros clásicos confucianos y a finales de la década de 1960 y principios de la de 1970 se organizó una campaña oficial contra el confucianismo.
Confucio
El confucionismo es una enseñanza que incorpora muchos elementos de la filosofía, de la religión y de las costumbres sociales. Una colección de 12 volúmenes de libros, llamados Analectas, contiene las enseñanzas del gran maestro chino clásico. Las máximas de Confucio, que varían en longitud de una frase a un párrafo, describen, además del respeto por los mayores y la tradición, las normas éticas y morales que cada persona debería seguir.
EL TAOÍSMO
Sistema religioso y filosófico chino, que data del siglo IV a.C. Entre las escuelas de pensamiento de origen chino, la influencia del taoísmo sólo ha sido superada por la del confucianismo.
"El tao que puede expresarse con palabras no es el tao permanente. El nombre que puede ser nombrado no es el nombre permanente",
es decir:
"Del Tao se puede hablar, pero no del Tao eterno. Pueden nombrarse los nombres, pero no el Nombre eterno".
Incompatible con el desarrollo de una teoría política explícita, el taoísmo ejerció su mayor influencia en la estética, en la higiene y en la religión china. Junto al taoísmo filosófico y místico ya expuesto, el taoísmo también se desarrolló en el ámbito popular como un culto en el que la inmortalidad se buscaba a través de la magia y el uso de diferentes elíxires. La experimentación en alquimia abrió el camino para el desarrollo, entre los siglos III y VI, de diversos cultos basados en la higiene que pretendían prolongar la vida. Esto evolucionó a un sistema general de higiene, todavía en práctica, que hace hincapié en la respiración regular y en la concentración para evitar la enfermedad y contribuir a la longevidad.
En el siglo II d.C., aparecieron organizaciones religiosas taoístas populares relacionadas con la curación por la fe. Más tarde, bajo la influencia del budismo, grupos religiosos taoístas adoptaron el monacato institucional y un interés por la vida futura del espíritu bastante mayor que por la inmortalidad del cuerpo. La organización básica de estos grupos fue la parroquia local, que mantenía a un monje taoísta mediante diversas aportaciones.
Su filosofía
Las creencias filosóficas y místicas esenciales taoístas se encuentran en el Tao Tê-King (o Daodejing, Libro de la Vía y de la Virtud), un texto que data del siglo III a.C. atribuido a la figura histórica de Lao-tsé, y en el Zhuangzi, un libro de parábolas y alegorías que también data del siglo III a.C., pero atribuido al filósofo Zuang-zi. Mientras el confucianismo exhorta a los individuos a someterse a las normas de un sistema social ideal, el taoísmo mantiene que el individuo debe ignorar los dictados de la sociedad y solo ha de someterse a la pauta subyacente del Universo, el Tao (Camino), que no puede ni describirse con palabras ni concebirse con el pensamiento. Para estar de acuerdo con el Tao, uno tiene que “hacer nada” (wu-wei), es decir, nada forzado, artificial o no natural. A través de la obediencia espontánea a los impulsos de la esencia natural propia de cada uno y al despojarse a sí mismo de doctrinas y conocimientos, se alcanza la unidad con el Tao y de ello deriva un poder místico (Tô). Este poder permite trascender todas las distinciones mundanas, incluso la distinción entre la vida y la muerte. En el orden sociopolítico, los taoístas pedían un retorno a la vida agraria primitiva.
La dualidad Yin Yang
La dualidad yin yang es quizá el tema de la fisolofía china más difundido en occidente. Por ser patrimonio común a distintas escuelas de pensamiento, este concepto adquiere diferentes matices interpretativos, según se lo considere en el marco doctrinal del taoísmo metafísico o fuera de él. Aquí nos limitaremos a desarrollar el significado que encierra la dualidad metafísica yin yang en la cosmovisión taoísta, y no haremos referencia por el momento a los otros desarrollos que adquiere este principio en el Libro de los cambios (I ching), o asociado a la teoría de los Cincos Elementos (Wu Hsing).
Como encuadre histórico cabe decir que la llamada escuela yin yang (yin yang chia) se originó en el seno de las primitivas artes ocultas chinas (fang shi), pero significó un avance del pensamiento por liberarse de la superstición y la magia en la comprensión de la naturaleza. En tal sentido vale recordar las palabras del filósofo contemporáneo Feng Youlan, quien en "Breve
Historia de la Filosofía China" expone:
"El ocultismo o magia, desde luego está basado en la superstición, pero ha sido a menudo origen de la ciencia. Las artes ocultas comparten con la ciencia el deseo de interpretar la naturaleza en forma positiva, y conseguir los servicios de la naturaleza por medio de su conquista por el hombre. El ocultismo se convierte en ciencia cuando renuncia a su confianza en las fuerzas sobrenaturales y trata de interpretar el universo sólo en función de las fuerzas naturales. Los conceptos sobre estas fuerzas naturales pueden parecer más bien simples y toscos en un principio, pero en ellos encontramos los comienzos de la ciencia. Tal ha sido la contribución de la escuela yin yang al pensamiento chino. Esta escuela representa una tendencia científica en ese sentido....."
Queda claro, entonces, que al hablar de la dualidad yin yang no estamos hablando de principios esotéricos, sobrenaturales, sino de aspectos reconocibles en el mundo fenoménico, en la naturaleza.
Tampoco debemos interpretar yin yang, desde una postura materialista ingenua, como dos entidades o como dos sustancias primarias. Si bien es podemos referirnos a estos en términos de energía cósmica, el variado significado que adquiere este término y el riesgo de hablar de yin yang como de dos energías, puede ser fuente de confusión.
Actualidad
El taoísmo fue reconocido como la religión oficial de China durante breves periodos de su historia. Más tarde se desarrollaron varias sectas taoístas, y en 1019 se le otorgó un extenso territorio en la provincia de Jiangxi (Kiangsi) al líder de una de ellas. Los sucesores de este patriarca mantuvieron el control sobre esta región y la supremacía nominal sobre el clero taoísta local hasta 1927, en que fueron expulsados por los comunistas chinos. En la China contemporánea, el taoísmo religioso tiende a fundirse con el budismo popular y con otras religiones
Girando entre sí como círculos, a modo del yin y el yang, el taoísmo y el confucianismo representan los dos polos autóctonos del temperamento chino.. Algo, hay en la vida que nos conduce hacia una de estas dos direcciones y, sin duda, la civilización china sería más pobre si ninguna de las dos hubiese aparecido.
Lao-tsé
Las leyendas atribuyen el Tao Te-King, obra sagrada del taoísmo cuyo nombre significa 'Libro de la Vía y de la Virtud', a Lao-tsé, un filósofo chino que quizás enseñara a Confucio. Los historiadores discrepan en si Lao-tsé escribió o no el Tao Te-King dada la discrepancia entre la fecha de los libros sagrados (200 a 100 a.C.) y la de la vida de Lao-tsé (alrededor del 500 a.C.). La mayoría de las autoridades acepta ahora que un taoísta anónimo debió haber compuesto los escritos usando como seudónimo el nombre del gran sabio. El taoísmo recalca la importancia de la unidad irreflexiva con el orden del Universo y que lleva al fluir natural de las cosas.
El ISLAMISMO
Movimiento de carácter político, social y religioso que reivindica, en el contexto del mundo musulmán, el retorno a una sociedad regida por los principios de la sharia o ley islámica.
Philip Hitti escribe: "Alrededor del nombre de los árabes brilla ese halo que pertenece a los conquistadores del mundo. No transcurrido un siglo desde que surgieron, se hicieron amos de un imperio que se extendía desde las costas del Atlántico hasta los confines de China, un imperio más grande que el de Roma en su apogeo. En este período de expansión sin precedentes, integraron en su credo, su idioma y hasta su tipo físico, más seres extraños a ellos que lo que hasta entonces y desde entonces ha logrado ninguna otra raza, incluidas la helénica, la romana, la anglosajona y la rusa”.
En el centro de este engrandecimiento de los árabes estaba su religión, el islamismo. Si nos preguntamos cómo surgió esta religión, la respuesta de alguien ajeno a ella recurrirá a las corrientes socio religiosas que discurrían por Arabia en los días de Mahoma para explicar lo que sucedió. Pero la respuesta de los musulmanes es diferente. Según ellos no comienza con Mahoma en la Arabia del siglo VI, sino con Dios. «Al principio creó Dios...», nos dice el Génesis, y el Corán concuerda. Sólo difiere en que utiliza el nombre de Alá, vocablo formado por la unión de al, el artículo definido «el», e llah (Dios), por lo que Alá significa «el Dios»; no un dios, porque hay uno solo: El Dios. Cuando del término Dios en hebreo -Elohim- se suprime el sufijo del plural masculino -im-, la pronunciación de las dos palabras es muy parecida.
Dios creó el mundo y, después, los seres humanos. El nombre del primer hombre fue Adán. Los descendientes de Adán llegaron hasta Noé, que tenía un hijo llamado Sem. De aquí se deriva la palabra semita que, literalmente, quiere decir descendiente de Sem.
Al igual que los judíos, los árabes se consideran un pueblo semita. Los descendientes de Sem llegaron hasta Abraham y, hasta allí, nos encontramos en la tradición del judaísmo y del cristianismo. De hecho, parece haber sido el sometimiento de Abraham a la suprema prueba -¿estaría dispuesto a sacrificar la vida de su hijo Isaac?-la que dio su nombre al islamismo. Abraham se casó con Sara pero, al no tener ningún hijo de ella y queriendo tener descendencia, tomó por segunda esposa a Agar. Agar le dio un hijo varón, Ismael, tras lo cual Sara tuvo su propio hijo varón, Isaac. Pero Sara le exigió a Abraham que expulsara a Ismael ya Agar de la tribu. Aquí se produce la primera divergencia entre los relatos coránicos y bíblicos. Según el Corán, Ismael se dirigió al lugar donde debía erigirse La Meca. Sus descendientes, que proliferaron por Arabia, se convirtieron en musulmanes, mientras que los de Isaac, que se quedaron en Palestina, eran hebreos y se convirtieron en judíos.
Mahoma
Desde una perspectiva religiosa, los musulmanes conciben el islam como el monoteísmo puro original que Alá (Dios) dio a conocer a la humanidad desde la creación, y que fue revelado por muchos profetas anteriores a Mahoma. Desde un punto de vista histórico, el islam —tal y como es conocido— es una religión compleja que no debe considerarse como creación de un solo hombre.
Se dice que Mahoma nació en La Meca, ciudad de Arabia occidental (la región conocida como Al-hijaz). Las fechas de nacimiento son diversas. Una tradición comúnmente aceptada lo sitúa en “el año del elefante”, que se ha interpretado como una referencia al año en que un gobernante abisinio de Yemen envió una expedición para destruir la Kaaba de La Meca. Según la tradición musulmana, en la expedición —un estrepitoso fracaso— las tropas invasoras llevaban un elefante. Los especialistas modernos sitúan este episodio en el año 570 d.C.
La familia de Mahoma pertenecía al clan de Hashim, parte de la tribu de Quraysh, que dominaba La Meca y constituía la mayoría de la población. Hashim no era uno de sus clanes más importantes, aunque gozaba de cierto prestigio religioso derivado de sus derechos hereditarios a determinados cargos de la Kaaba. El padre de Mahoma, Abd Allah, murió antes de nacer el niño; su madre, Amina, falleció cuando era muy pequeño.
La tradición da cuenta de señales y portentos sobrenaturales en torno a la concepción y nacimiento del profeta. Se dice que se le impuso el nombre Mahoma debido a un sueño que había tenido su abuelo. También se afirma que recibió otros nombres, como Abul-Qasim, Ahmad y Mustafá.
Se afirma que Mahoma visitó Siria en su juventud como integrante de una caravana comercial de La Meca. Mientras estaba allí fue reconocido como profeta por hombres santos y eruditos judíos y cristianos, que afirmaban que su llegada había sido augurada por sus propias escrituras. Su condición de profeta quedaba indicada por ciertas marcas en su cuerpo y por señales milagrosas de su naturaleza.
Las gentes de La Meca, la tribu de Quraysh, gozaba de buena reputación como mercaderes. Entre ellos, una viuda llamada Jadiya le contrató para administrar sus asuntos. Impresionada por su honestidad e inteligencia, le propuso matrimonio. La tradición afirma que Mahoma tenía 25 años cuando desposó a Jadiya, y que mientras vivió no volvió a contraer nupcias. Tras la muerte de Jadiya tuvo otras mujeres; quizá la más conocida sea la joven Aisha.
Se dice que Mahoma tenía 40 años cuando sufrió su primera experiencia profética. No siempre es descrita del mismo modo, pero una de las tradiciones más difundidas sostiene que tuvo lugar cuando se había retirado a una cueva del monte Hira, en las afueras de La Meca. Allí tuvo una visión del arcángel Gabriel y una experiencia de gran dolor y tensión, hasta el punto que pensó que iba a morir. Cuando el ángel le ordenó “predicar” (iqra), se sintió incapaz de hacerlo y no supo qué decir. El dictado que recibió le imponía repetir la sentencia que hoy es el comienzo del capítulo 96 del Corán: “¡Predica en el nombre de tu Señor, el que te ha creado! Ha creado al hombre de un coágulo. ¡Predica! Tu Señor es el Dadivoso que te ha enseñado a escribir con el cálamo: ha enseñado al hombre lo que no sabía.” Tras un breve periodo durante el cual no recibió ninguna otra revelación, éstas se reiniciaron y continuaron hasta el final de sus días.
Actualidad
Durante las décadas de 1980 y 1990, el retorno a la esencia del islam y la búsqueda de la propia identidad se vieron favorecidos por la crisis socioeconómica, la occidentalización del modo de vida en la mayoría de los países musulmanes y la globalización de la economía. Tras la instauración en 1969 de la República Árabe Libia Popular y Socialista (obra de Muammar al-Gaddafi, que implantó un régimen conjugador de panislamismo y socialismo), la Revolución Islámica de Irán (1979), dirigida por el ayatolá Ruhollah Jomeini y que supuso la implantación de una república islámica en aquel país, ofreció el primer modelo específico a los movimientos y partidos islámicos. Otras entidades políticas que han adoptado con éxito el modelo islámico han sido Arabia Saudí, Sudán, Chechenia y, desde 1996, gran parte del territorio de Afganistán controlado por los talibanes.
Los islamistas pretenden conquistar a la opinión pública de los países musulmanes por medio de una acción social. De una eficacia limitada, las redes de ayuda mutua destinadas a remediar el paro y la pobreza, así como la carencia de servicios sociales, contribuyen no obstante a mantener su influencia, especialmente entre los jóvenes, primeras víctimas de la crisis económica.
El islamismo violento
A comienzos de la década de 1990, el terrorismo islamista resurgió con fuerza tras la guerra del Golfo Pérsico (1991). La anulación de las elecciones legislativas celebradas en 1992 en Argelia, cuyos resultados habrían llevado al poder al Frente Islámico de Salvación (FIS), originó una auténtica guerra civil entre las Fuerzas Armadas argelinas y organizaciones como el Grupo Islámico Armado (GIA) y el Ejército Islámico de Salvación. Las masacres cometidas por estas últimas formaciones a lo largo de 1997 y 1998 conmovieron de un modo especial al conjunto de la comunidad internacional
Ahora pesa sobre los ojos de la humanidad el atentado del 11 de sep del 2001 que segó la vida a más 3.000 personas y que conmocionó medio mundo y también en nuestro país, el 11 de Marzo.
Peregrinación a la Kaaba
Los musulmanes consideran la Kaaba -pequeño santuario cerca del centro de la gran mezquita de La Meca- el único lugar sagrado de la Tierra. La tradición musulmana dice que los patriarcas Abraham e Ismael construyeron el santuario sobre los primeros cimientos puestos por Adán. Todos los musulmanes del mundo rezan en esta dirección y todo el que no tenga un gran impedimento deberá peregrinar allí, al menos una vez en su vida. Esta imagen muestra la ceremonia en torno a la Kaaba, en la cual hay que besar con unción la Piedra Negra que se encuentra en una esquina. Los peregrinos permanecen en este lugar varios días celebrando rituales durante el mes de peregrinación.
EL JUDAISMO
Los términos judaísmo y religión no existían en el hebreo premoderno. Los judíos hablaban de la Torá: leyes que Dios reveló a Israel, y en las que se ofrecía una visión del mundo y una manera de vivir (la Halajá), (en hebreo, `camino' o `estilo'), en el judaísmo, el cuerpo de la ley tradicional, basado en la interpretación y suplementos rabínicos de la ley escrita contenida en el Pentateuco, la Ley de Moisés. Transmitidas de forma oral por las más altas autoridades rabínicas, estas leyes complementarias fueron compuestas por primera vez en el Talmud, durante los primeros cinco siglos de la era cristiana, y en el Midras o exégesis de las escrituras. La Halajá es, en sentido estricto, el contenido legal de estas obras, los ejemplos y ampliaciones de los principios éticos, políticos y religiosos implicados en las leyes establecidas en la Hagadá: tras completarse el Talmud, la Halajá siguió desarrollándose, ya que las autoridades rabínicas se veían obligadas a aplicarla a nuevas situaciones. También continuó evolucionando en forma de compilaciones, comentarios y literatura mística y moral.
Antecedentes
Todas las formas históricas del judaísmo premoderno constituían (y aún hoy el judaísmo tradicional lo constituye), un sistema de cultura integral, que abarca la totalidad de la existencia individual y comunitaria de las personas. Es un sistema de santificación en el que todo está sometido a la voluntad expresa de Dios, de acuerdo con modelos divinos revelados sobre el orden cósmico y la legalidad. Judaísmo, cristianismo e islam, las tres grandes religiones monoteístas, tienen mucho en común. El cristianismo surgió en Palestina dentro de la comunidad judía durante el siglo I d.C.; en un principio, el islam extrajo parte de su ideología del judaísmo. Teniendo en cuenta que desde el siglo VII la mayor parte de los judíos han vivido en un ambiente cultural muy cercano al cristianismo y al islam, estas dos religiones ejercieron una fuerte influencia en la historia del judaísmo.
El judaísmo tuvo su origen en Oriente Próximo. Pero, casi desde sus inicios, las comunidades judías, en muchas ocasiones como resultado de migraciones voluntarias y de exilios o expulsiones forzadas, han vivido en casi todos los rincones del mundo. A mediados de 1993 la población total de judíos en el mundo ascendía a 18 millones, de los cuales 6,8 millones vivían en Estados Unidos, más de 3,6 en Israel y más de 1,9 en la Unión Soviética; estos son los tres emplazamientos judíos más importantes del mundo. Aproximadamente 1,5 millones de judíos vivían repartidos por Europa, la mayoría de ellos en Francia y Gran Bretaña. Más o menos 300.000 vivían repartidos por el resto de Norteamérica y 600.000 por el resto de Asia. Cerca de 1,1 millones de judíos vivían en América Central y del Sur, y 350.000 en África
Su filosofía
Considerando su rica y compleja tradición religiosa, el judaísmo nunca ha sido una organización monolítica, aunque sus distintas formas históricas han compartido ciertos rasgos distintivos. La principal característica común es la del monoteísmo radical, es decir, la creencia de que un solo Dios trascendente creó el Universo y que, afortunadamente, continúa gobernándolo. Profundizando en este monoteísmo, se da la convicción teológica de que el mundo es inteligible porque existe una inteligencia divina y fruto de una causalidad intencional que lo sostiene. Nada es en la humanidad fruto de la casualidad; en sentido último, todo tiene un significado. La inteligencia divina se manifiesta a los judíos tanto en su orden natural, a través de la creación, como en su orden histórico-social, a través de la revelación.
El mismo Dios que creó el mundo se reveló a los israelitas en el monte Sinaí. El contenido de esta revelación es lo que constituye la Torá (es decir, la `ley'), la voluntad de Dios para la humanidad expresada por medio de mandamientos (mitsvot) por los que las personas deberían regir sus vidas en mutua interacción entre ellos y Dios. La humanidad puede transformarse en parte armoniosa del cosmos si vive de acuerdo con las leyes de Dios, y sometiéndose a la voluntad divina.
El segundo gran concepto del judaísmo es el de la alianza (berit) o pacto entre Dios y los judíos. De acuerdo con la tradición, el Dios de la creación estableció una relación muy especial con el pueblo judío en el Sinaí. Ellos reconocerían en Dios a su único y último rey y legislador, comprometiéndose a obedecer sus leyes. Como recompensa, Dios reconocería a Israel como su pueblo, y estaría especialmente atento a su bienestar. Los autores bíblicos, y más tarde la tradición judía, consideraron esta alianza en un contexto universal. Pero, después de sucesivos fracasos para lograr establecer una alianza con la rebelde humanidad, Dios se centró en un segmento particular de ésta. Israel está llamado a ser `el reino de los sacerdotes', y el orden social ideal, que se establecería de acuerdo con las leyes divinas, sería un modelo para la humanidad. Así pues, Israel se encuentra entre Dios y la humanidad, como mediador entre ambos.
La idea de la alianza también determina la manera como se ha considerado tradicionalmente la naturaleza y la historia en el judaísmo. El bienestar económico de Israel se basa en la obediencia que el pueblo debe prestar a los mandamientos de Dios. Tanto los acontecimientos históricos como los naturales que afectan a Israel, son interpretados como algo que procede de Dios, fruto del comportamiento religioso del pueblo de Israel. De esta forma, existiría una conexión causal directa entre el comportamiento humano y su destino. Esta visión acentúa el problema de la teodicea (justicia de Dios) en el judaísmo, porque la experiencia histórica, tanto de los judíos tomados individualmente, como de su pueblo en general, con bastante frecuencia ha sido de sufrimiento. A partir del libro de Job, una buena parte del pensamiento religioso judío se ha preocupado del problema de la aseveración (afirmación) de lo que es la justicia y su significado frente a la injusticia. A medida que fue pasando el tiempo, el problema fue perdiendo importancia. Comenzaron a creer que, durante el juicio final después de la muerte, la virtud y la obediencia serían recompensadas y el pecado castigado, compensando así las injusticias de este mundo.
El sufrimiento y la humillación de la dominación extranjera y el exilio forzado de la tierra de Israel que tuvieron que sufrir los judíos, al final de los tiempos también encontraría su recompensa cuando Dios envíe al Mesías (mashiaj, el ungido con aceite de rey), un vástago de la casa real de David, que vendría a redimir a los judíos y a devolverles la soberanía sobre sus tierras. Desde épocas muy tempranas, el mesianismo ha constituido una base significativa en el pensamiento judío. El anhelo por la llegada del Mesías se intensificaba notablemente durante periodos de problemas y calamidades. A la larga, se estableció una conexión entre el mesianismo y el concepto de Torá: cada judío, individualmente, a través del estudio constante y de la observancia de los mandamientos de Dios, podría acelerar la llegada del Mesías. Por eso, todo acto individual tenía resonancias cósmicas.
Actualidad
La emancipación civil de los judíos europeos, proceso que se vio complicado por un prolongado sentimiento antijudío que fue surgiendo en Europa, evocaba diferentes reformulaciones del judaísmo, tanto en Europa occidental como oriental. En el oeste, especialmente en Alemania, el judaísmo fue reformulado como una confesión religiosa, como un protestantismo moderno. El movimiento reformista alemán perdió las esperanzas de una vuelta a Sión (la tierra, el hogar de los judíos) y acortaron y embellecieron los servicios religiosos de adoración, adoptando en los sermones un lenguaje más corriente y rechazando muchas de las leyes y costumbres judías arcaicas. Los rabinos reformados asumieron muchos de los papeles de los ministros protestantes. Los primeros reformistas teológicos, tales como Abraham Geiger y Samuel Holdheim, influidos por filósofos alemanes como Immanuel Kant y Georg Wilhelm Friedrich Hegel, ponían mucho énfasis en los temas relacionados con la ética y en la creencia del progreso humano. La facción más conservadora dentro de los reformadores, liderada por Zacarías Frankel, estaba a favor de mantener la lengua hebrea y de seguir practicando las costumbres más tradicionales. En oposición a la actitud de los reformadores, la ortodoxia moderna, cuyo guía fue Samson R. Hirsch, buscó armonizar el judaísmo tradicional con las nuevas enseñanzas.
En Europa del Este, los judíos formaron un grupo social numeroso y con características muy diferenciadoras. Aquí, la modernización del judaísmo tomó la forma de un nacionalismo étnico y cultural. Lo mismo que otros movimientos nacionalistas que estaban surgiendo en el este europeo, el movimiento judío puso un especial énfasis en la revitalización del lenguaje nacional (hebreo; luego también el yidish) y en la creación de una literatura y cultura modernas. El sionismo fue un movimiento creado para formar una sociedad judía moderna en las tierras bíblicas. Este movimiento se asentó firmemente en Europa del Este, después de haber sido formulado por los estudiosos Leo Pinsker, de Rusia, y por el austriaco Theodor Herzl. El sionismo fue una ideología secular, pero estaba enraizada y evocaba fuertemente el tradicional judaísmo mesiánico, hecho que al final culminaría con la creación del Estado de Israel en 1948.
Muro de Occidente
Los arqueólogos bíblicos creen que el Muro de Occidente de Jerusalén, también conocido como Muro de las Lamentaciones, es todo lo que queda del Segundo Templo, arrasado en el año 70 d.C. La destrucción del Templo llevó a la formación del movimiento rabínico en Jerusalén. El movimiento enseñó a los judíos que tenían que centrar sus vidas religiosas en el estudio de la Torá y en la comunidad. Hoy, el muro sigue siendo un lugar sagrado para los judíos. Muchos acuden en peregrinación hasta el muro para rezar y celebrar ceremonias religiosas.
EL CRISTIANISMO
Religión monoteísta basada en las enseñanzas de Jesucristo según se recogen en los Evangelios, que ha marcado profundamente la cultura occidental y es actualmente la más extendida del mundo. Está ampliamente presente en todos los continentes del globo y la profesan más de 1.700 millones de personas.
Un fenómeno tan complejo y vital como el cristianismo resulta más fácil describirlo desde una perspectiva histórica que definirlo de una forma lógica, aunque esta descripción histórica incluya concepciones interiorizadas por los creyentes y que son también características esenciales de la religión. Uno de los elementos esenciales lo constituye el protagonismo de la figura de Jesucristo. Ese protagonismo es, de uno u otro modo, el rasgo distintivo de todas las variantes históricas de la creencia y práctica del cristianismo. Los cristianos no han logrado llegar a un acuerdo sobre la comprensión ni sobre la definición de qué es lo que hace que Cristo sea tan característico y único. Desde luego, todos coinciden en que su vida y su ejemplo deberían ser seguidos y que sus enseñanzas referentes al amor y a la fraternidad deberían sentar las bases de todas las relaciones humanas. Gran parte de sus enseñanzas encuentran su equivalencia en la predicación de los rabinos, después de todo Jesús era uno de ellos, o en las enseñanzas de Sócrates y de Confucio. En las enseñanzas del cristianismo, Jesús no puede ser menos que el supremo predicador y ejemplo de vida moral, pero, para la mayoría de los cristianos, eso, por sí mismo, no hace justicia al significado de su vida y obra.
Su Filosofía
El misterio fundamental del Universo, llamado de muchas formas en las distintas religiones, en palabras de Jesús se llamaba “Padre”, y por eso los cristianos llaman a Jesús, “Hijo de Dios”. En todo caso, tanto en su lenguaje como en su vida, existía una profunda intimidad con Dios y un anhelo por acceder a Él, así como la promesa de que, a través de todo lo que Jesús fue e hizo, sus seguidores podrían participar en la vida del Padre en el cielo y podrían hacerse hijos de Dios. La crucifixión y resurrección de Jesucristo, a la que los primeros cristianos se refieren cuando hablan de Él como de aquel que reconcilió a la humanidad con Dios, hicieron de la cruz el principal centro de atención de la fe y devoción cristianas, y el símbolo más importante del amor salvador de Dios Padre.
En el Nuevo Testamento, y por lo tanto en la doctrina cristiana, este amor es el atributo más importante de DiosLa manifestación clásica de esta confianza en el amor de Dios viene dada por las palabras de Jesús en el llamado Sermón de la Montaña: “Mirad cómo las aves del cielo no siembran, ni siegan, ni encierran en graneros y vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No valéis vosotros más que ellas?” (Mat. 6,26). Los primeros cristianos descubrían en estas palabras una demostración de la privilegiada posición que tienen los hombres y las mujeres por ser hijos de un padre celestial como Él, y del lugar aún más especial que ocupa Cristo. Esa posición de excepción llevó a que las primeras generaciones de creyentes le otorgaran la misma categoría que al Padre, y a que más tarde utilizaran la expresión “el Espíritu Santo, a quien el Padre envió en el nombre de Cristo”, como parte de la fórmula que se utiliza en la administración del bautismo y en los diversos credos de los primeros siglos. Después de numerosas controversias y reflexiones, aquella expresión se transformó en la doctrina de Dios como Santísima Trinidad.
Desde un principio, el camino para iniciarse en el cristianismo ha sido el bautismo “en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo” o a veces, más simplemente, “en el nombre de Cristo”. En un comienzo, parece ser que el bautismo le era administrado sobre todo a los adultos, después de haber hecho manifiesta su fe y de haber prometido corregir sus vidas. La práctica del bautismo se generalizó más al extenderse también a los niños. Otro rito que es aceptado por todos los cristianos es el de la eucaristía o cena del Señor, en la que se comparten pan y vino, expresando y reconociendo así la realidad de la presencia de Cristo, tal como se conmemora en la comunión de unos con otros en la misa. La forma que fue adquiriendo la eucaristía a medida que evolucionó fue la de una cuidada ceremonia de consagración y de adoración, a partir de textos eucarísticos escritos sobre todo en los primeros siglos del cristianismo. La eucaristía también se ha transformado en uno de los principales motivos de conflicto entre las distintas iglesias cristianas, pues no todas están de acuerdo con la presencia de Cristo en el pan y en el vino consagrados y con el efecto que produce esta presencia en los que lo reciben.
La comunidad cristiana misma, es decir, la Iglesia, es otro componente fundamental dentro de la fe y las prácticas del cristianismo. Algunos estudiosos cuestionan el hecho de que se pretenda asumir que Jesús intentó fundar una iglesia (la palabra iglesia se menciona sólo dos veces en los Evangelios), pero sus seguidores siempre estuvieron convencidos de que su promesa de estar con ellos “siempre, hasta el fin de los días” se hizo realidad mediante su “cuerpo místico en la tierra”, es decir, la santa Iglesia católica (universal). La relación que mantiene esta santa Iglesia universal con las distintas organizaciones eclesiásticas que existen por toda la cristiandad es la causa de las principales divisiones entre ellas. El catolicismo ha tendido a equiparar su propia estructura institucional con la Iglesia universal, mientras que algunos grupos protestantes extremistas han estado prontos a reclamar que ellos, y sólo ellos, representan la verdadera Iglesia visible. Sin embargo, cada vez un mayor número de cristianos de todos los sectores han comenzado a reconocer que no existe un único grupo que tenga el derecho de apropiarse el concepto de Iglesia, y han empezado más bien a trabajar para lograr la unión de todos los cristianos.
El periodo moderno
Ya durante el siglo XVI, cuando se produjo la Reforma, aunque incluso más durante los siglos XVII y XVIII, se hizo notorio que el cristianismo estaba obligado a definirse ante el auge de la ciencia y filosofía modernas. Este problema se hizo presente en todas las Iglesias, aunque de distinto modo. El hecho de que Galileo Galilei hubiera sido condenado por la inquisición acusado de herejía, encontró más tarde su equivalente en las controversias protestantes acerca de las consecuencias de la teoría de la evolución en el relato bíblico de la creación. El cristianismo, por lo general, también actuaba a la defensiva frente a otros movimientos modernos. El método crítico histórico que se empleaba para estudiar la Biblia, y que había comenzado en el siglo XVII, parecía estar amenazando la autoridad de las Escrituras, por lo que se condenó el racionalismo del siglo de las luces por considerarse una fuente de indiferencia religiosa y de anticlericalismo .Considerando la importancia que se concedía a la capacidad del hombre para determinar el destino de la humanidad, incluso la democracia podía ser condenada por la Iglesia. El incremento de la secularización de la sociedad hizo que la Iglesia perdiera el control de muchos aspectos de la vida cotidiana, como por ejemplo la educación.
A resultas de esta situación, el cristianismo tuvo que redefinir su relación con el orden civil. La concesión de tolerancia religiosa a los grupos religiosos minoritarios, y luego la gradual separación entre la Iglesia y el Estado, representaron una nueva orientación del sistema que había, durante mucho tiempo y entre multitud de altibajos, sostenido el poder desde la conversión de Constantino, y representa, según la opinión de los estudiosos, el cambio de mayor alcance dentro de la historia moderna del cristianismo. Llevada a una conclusión lógica, a muchos les pareció que implicaba tanto la reconsideración de cómo los distintos grupos y sus tradiciones que se hacían llamar cristianos, estaban interrelacionados, y una revisión de la forma en que, tomados en conjunto, se hallaban vinculados a otras tradiciones religiosas. El estudio de la trascendencia de estos dos conflictos ha jugado un papel muy importante durante los siglos XIX y XX. Véase Iglesia y Estado.
El movimiento ecuménico ha sido la organización que con más fuerza ha logrado unir, o al menos llevar a un acuerdo más estrecho, a grupos cristianos que han estado distanciados durante largos periodos. En el Concilio Vaticano II, la Iglesia católica dio importantes pasos a favor de lograr una reconciliación tanto con la Iglesia de Oriente como con los protestantes. Asimismo, durante este concilio se reconoció, por primera vez en un foro oficial, lo positivo que era el genuino poder espiritual presente en otras religiones del mundo. El vínculo existente entre el cristianismo y el judaísmo representa un caso especial. Después de muchos siglos de hostilidad e incluso de persecuciones, ambas confesiones han hecho un esfuerzo por llegar a un entendimiento común, acercamiento que no se producía desde el siglo I.
La reacción que han tenido las iglesias ante su incorporación a un mundo más moderno y cambiante, también ha producido el hecho sin precedentes que supone el incremento en el interés por los asuntos teológicos. Los teólogos protestantes Jonathan Edwards y Friedrich Schleiermacher y los pensadores católicos Blaise Pascal y John Henry Newman, tomaron en sus manos la misión de reorientar las tradicionales apologías de la fe, basándose en experiencias religiosas propias, como una forma de hacer válida la realidad de Dios. En el siglo XIX fue cuando se realizaron más investigaciones históricas a partir del desarrollo de las ideas e instituciones cristianas. Este estudio subrayó que no había una forma particular de doctrina o estructura eclesiástica que pudiera afirmar ser absoluta y última. Estos estudios también sirvieron a otros teólogos para conseguir nuevas fuentes, a partir de las cuales, pudieron reinterpretar el mensaje de Cristo. A pesar de que las búsquedas literarias respecto a los textos bíblicos eran contempladas con mucho recelo por parte de los más conservadores, sirvieron para tener nuevas revelaciones referentes a cómo se habían compuesto y reunido las distintas partes de la Biblia. El estudio de la liturgia, junto con el reconocimiento de que las formas antiguas no siempre tenían sentido en la era moderna, estimuló la reforma del culto.
La relación ambivalente que existía entre la fe cristiana y la cultura moderna, que se hace notoria en todas estas tendencias, se reconoce también en el papel que ha representado el cristianismo en la historia social y política. Encontramos a los cristianos divididos en las discusiones que tuvieron lugar a lo largo del siglo XIX a raíz del tema de la esclavitud, y las distintas tendencias utilizaron argumentos procedentes de la Biblia. El desarrollo de ideologías que propiciaron diversas revoluciones políticas y sociales en los siglos XIX y XX tuvieron su repercusión entre los grupos cristianos, generalmente tachados de reaccionarios, en especial bajo los regímenes de inspiración marxista del siglo XX. No obstante, también surgieron tendencias que buscaban conciliar el cristianismo con cambios sociales, y en algunos casos, la fe revolucionaria ha surgido de fuentes cristianas. Mohandas Karamchand Gandhi sostenía que su acción estaba basada en el espíritu de Jesucristo, y Martin Luther King fundamentó sus enseñanzas y su programa político en el Sermón de la Montaña. Igualmente, han sido personalidades cristianas las encargadas de denunciar las enormes desigualdades existentes en zonas del Tercer Mundo, costándoles la vida en varias ocasiones como fue el caso de monseñor Romero en El Salvador.
Concilio Vaticano II
El Concilio Vaticano II (1962-1965) cambió el rumbo de la Iglesia católica apostólica romana en muchos sentidos. Durante el transcurso de las cuatro sesiones, el Concilio modernizó algunas creencias, subrayó el reconocimiento de la importancia del movimiento ecuménico y afirmó algunas de las viejas doctrinas católicas, como la de la transubstanciación. Convocado por el papa Juan XXIII, que murió poco antes de la primera sesión y fue sucedido por Pablo VI, el Concilio produjo numerosos documentos que recogieron los debates.
Protestantismo
Una de las tres principales confesiones religiosas del cristianismo, junto a las representadas por la Iglesia católica y la Iglesia ortodoxa. El protestantismo empezó como un movimiento reformador de la Iglesia cristiana occidental en el siglo XVI, que daría lugar a la Reforma protestante que separó a las Iglesias reformadas de la Iglesia católica. El objetivo declarado por los reformadores pioneros era el de restaurar la fe cristiana como había sido en sus orígenes, manteniendo lo que ellos consideraban valioso de la tradición romana que se había desarrollado en los siglos intermedios.
Las cuatro tradiciones protestantes principales que emergieron tras la Reforma fueron la luterana, la calvinista, la anabaptista y la anglicana. A pesar de las considerables diferencias que hay entre ellas en cuanto a prácticas y doctrina, coinciden en su rechazo a la autoridad del papa y en la importancia que se concede a la Biblia y a la fe individual.
El término protestantismo se otorgó al movimiento después de la II Dieta de Spira (1529), que fue una asamblea imperial donde la mayoría católica retiró la tolerancia otorgada a los luteranos durante la primera, celebrada tres años antes. Seis príncipes luteranos y los dirigentes de 14 ciudades libres alemanas firmaron una protesta, es decir, manifestaron su disconformidad y se reafirmaron con ahínco en su fe, con lo que los luteranos pasaron a ser conocidos como protestantes. El término ha ido asociándose cada vez más a las iglesias que no son la católica, ni la ortodoxa ni otras iglesias de la tradición oriental. A principios de la década de 1990, en el mundo había 436 millones de protestantes (contando con los 73 millones de anglicanos), lo que suponía la cuarta parte de la cristiandad.
En comparación con la misa católica y la liturgia ortodoxa, el culto protestante es más simple y se centra en el sermón del sacerdote. Los reformadores establecieron que los servicios se celebraran en la lengua vernácula e introdujeron himnos que la congregación debe cantar. Algunos servicios protestantes (como el pentecostal) son casi espontáneos y carecen de estructura predeterminada: se centran en la participación de la comunidad de fieles y en los dones espirituales, como el don de lenguas. Todas las tradiciones protestantes redujeron el número de sacramentos de los siete católicos romanos a dos: el bautismo y la eucaristía.
Iglesia Ortodoxa
Denominación de una de las tres grandes comunidades o iglesias vinculadas al cristianismo (las otras dos son la Iglesia católica y las iglesias protestantes surgidas tras la Reforma). La Iglesia ortodoxa comparte una continuidad histórica con las comunidades cristianas del Mediterráneo oriental. Su gran expansión se debió a la labor de grupos misioneros que viajaron por toda la zona oriental de Europa. La palabra “ortodoxo” (del griego, 'creencia correcta') implica una seguridad en relación con la fe apostólica. La Iglesia ortodoxa también ha establecido comunidades en Europa occidental, América y, en épocas más recientes, en África y en Asia. Cuenta con más de 250 millones de fieles repartidos por todo el mundo.
La Iglesia ortodoxa siempre se ha considerado a sí misma como la continuación orgánica de la comunidad apostólica y como el sostén de una fe que continúa el mensaje apostólico. Sin embargo, a través de los siglos, los ortodoxos han ido adoptando diferentes posturas con respecto a otras iglesias. En ciertas áreas de confrontación (como las islas griegas y Ucrania durante el siglo XVII), las autoridades que defendían la ortodoxia, como reacción contra el activo proselitismo occidental, declararon inválidos sus sacramentos y exigieron que fueran rebautizados los miembros de las comunidades católicas o protestantes. Incluso en la actualidad, en determinados círculos griegos aún prevalece esta misma actitud de rigidez. Sin embargo, la corriente principal del pensamiento ortodoxo ha ido adoptando una actitud positiva con respecto al movimiento ecuménico contemporáneo. Rechazando siempre el relativismo doctrinal y sosteniendo que la meta del ecumenismo representa la total unidad de la fe, las iglesias ortodoxas se integraron en el Consejo Mundial de las Iglesias en 1948. Antes de conseguir la unidad total, los ortodoxos piensan que es preciso profundizar en una cooperación real entre las iglesias, sin abordar todavía algunos temas doctrinales problemáticos.
En ocasiones, la mayoría protestante que domina el Consejo Mundial de las Iglesias ha manifestado su incomodidad por la participación ortodoxa en este organismo. La postura ecuménica que asumió la Iglesia católica durante el papado de Juan XXIII fue muy bien recibida por la jerarquía ortodoxa y consiguió que se entablaran nuevas y más amistosas relaciones entre ambas iglesias. Hubo representantes de la Iglesia ortodoxa en las sesiones del Concilio Vaticano II (1962-1965) y, en 1964, el papa Pablo VI y el patriarca Atenágoras I se reunieron en Jerusalén y revocaron los recíprocos anatemas efectuados por las iglesias católica y ortodoxa en 1054. A la creación de una comisión mixta de ambas comunidades cristianas siguieron hasta once encuentros entre sus líderes entre 1966 y 1981. Una de las más recientes muestras de esta tendencia fue la entrevista que mantuvieron el papa Juan Pablo II y el patriarca Demetrio I. El mayor obstáculo para la definitiva reconciliación es la exigencia del Papado de que sea acatada su autoridad suprema y la infalibilidad del pontífice.
Alejandro García González
2º ESO C
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