Lenguaje, Gramática y Filologías


Relatos de un naúfrago; Gabriel García Márquez


[RELATOS DE UN NÁUFRAGO]

[Gabriel García Márquez]

[1 Junio 2010]

Carol Lacalle 3ro ESO-D

PRÓLOGO:

Luis Alejandro Velasco, naufrago de este relato, es quien explicó la historia a los periodistas colombianos, los cuales publicaron esta historia en forma de relato.

Gabriel García Márquez, escribió el relato en forma de libro explicando la historia sobre la historia verdadera del naufrago.

Tras seguidas dictaduras en Colombia, el relato fue difícil en publicar en el periódico, ya que estaba prohibido hablar de política entre otras cosas en el periódico y noticias.

CAPÍTULO 1:

Luis Alejandro Velasco y sus 40 compañeros marines estaban en Mobile desde hacía 8 meses.

Muchos de ellos se echaron novia y siempre qua tenían franqueza las invitaban al cine, Luis Alejandro tenía novia, dos meses después de estar en Mobile, la conoció porqué era la amiga de la novia de uno de los marines. Siempre que tenía franqueza la invitaba al cine aunque ella siempre prefería que la invitara a comer helados. Pero un día no la invitó al cine y fue porqué él y sus compañeros se fueron a ver una película que les recomendaron en el cine, esa era El motín del Caine .

Esta película impactó un poco a los marines y les hizo que tuvieran un poco de miedo al naufragar en el barco de nuevo después de 8 meses estando en tierra. Pero ésta no hizo que se les quitaran las ganas de volver a Cartagena para volver a ver a su familia y poderle dar todos los regalos que compraron.

Luis y su amigo íntimo Ramón Herrera, tenían pensado dejar la Marina en cuanto llegaran a Cartagena, no querían arriesgarse más la vida naufragando ante todos los peligros que les pueden pasar.

La noche antes de desembarcar de Mobile Luis fue a despedirse de su novia Mary Adress y no pudo decirle que quería dejar la Marina, a si que le prometió que volvería a Mobile algún día de estos. Después todos los marines se fueron a un bar con sus amigas de cada día a emborracharse y por la madrugada del 24 de febrero al regresar al barco, éste, a las 6 de la madrugada, cuando dieron la orden, zarpó rumbo a Cartagena.

CAPÍTULO 2:

El 27 de febrero llegaron al Golfo de México, a Luis le preocupaba estar allí ya que en esa temporada el mar no era tranquilo, y así fue, el Caldas se movía de un lado al otro a causa del oleaje y el viento que cada vez era más fuerte a babor, eso le hacía ponerse intranquilo a Luis.

A las doce y treinta y un minutos de media noche, Luis que estaba de guardia en la torre, sentía que ya habían llegado al Caribe aunque el oleaje y el viento que hacía no cambiaba, en ese mismo instante se acordó de Miguel Ortega, que estaba en su litera echando el estómago por la boca.

A las 10 de la noche empezó el baile en el Caldas, el barco seguía moviéndose pero menos que antes. Hacia las 4 de la madrugada, Luis que aún estaba de guardia empezó a hacer cosas hasta que entregara la guardia a las ocho de la mañana y se puso a descansar en su litera porqué a las 2 de la tarde llegarían

a la bahía de Cartagena y quería celebrar la llegada en tierra esa misma noche, Luis estaba aun más intranquilo al saber que dieron la orden de que todo el personal se pose en el lado de babor, y eso solo significaba una cosa, que el barco se estaba escorando peligrosamente a estribor y se tenía que equilibrar.

El buque se iba escorando cada vez más, Luis pensaba que darían la orden de cortar cabos y que se suelten las neveras, radios… pero en vez de ésta orden, dieron otra, que los marines que transiten en popa que se pongan los salvavidas. Vino una ola más grande que la anterior, y Luis que estaba en popa bajo una carpa quiso sujetarse a la mercancía pero se dio cuenta que ya no estaba, el agua le llegaba por el cuello y después le cubrió todo el cuerpo nadó lo más rápido posible que pudo, se asfixiaba, le faltaba oxigeno y luego cuando por fin pudo salir a la superficie, vio el buque surgió de entre las olas chorreando de agua por todas partes como un submarino, en ese momento comprendió que el buque había caído al agua.

CAPÍTULO 3:

Luis, agarrado en una caja de mercancía que estaba en el barco, sentía a más de dos millas a alguno de sus amigos gritando y ayudándose entre ellos. Luís estaba confuso, no sabía si quedarse en la mercancía o nadar hacia una balsa blanca que se alejaba cada vez más, nadando cerca de tres minutos en la misma dirección todo el rato Luis perdió de vista la balsa pero después una ola empujo ésta hacia él, y éste subió encima de ella.

Tres de sus compañeros estaban aún vivos y nadando hacia la balsa en la cual Luis está montado, los marines eran, Luis Rengifo, Julio Amador Caraballo, Eduardo Castillo y Ramón Herrera que se quitó la camiseta para andar mejor y perdió el salvavidas y por eso hacía señas con la mano para que Luis se acercara hacia él con la balsa.

Luis vio poco a poco como las olas hacían desaparecer sus cuatro compañeros. Después de esto, Luis estaba tranquilo, tenia la esperanza de que los demás marines hubieran encontrado alguna balsa, bote o ballenera como él mismo pudo conseguir una balsa.

Luis estaba solo en la balsa y solo contaba con un reloj, un anillo, una cadena de la virgen del Carmen, unas tarjetas y llaves de la taquilla del destructor.

CAPÍTULO 4:

Luis permanecía solo en la balsa esperando impaciente a su rescate, calculaba todo el rato el tiempo que tardarían en darse cuenta que no han llegado a Cartagena y darían el aviso y en pocas horas unos aviones estarían encima de suyo.

Luis permaneció más horas en la balsa desesperado, sin saber que hacer, teniendo miedo a los animales del mar, sufriendo de dolor por el frio que hacía por la madrugada i las quemaduras por todo el cuerpo que tenía al permanecer bajo el sol tantas horas.

Después de esperar tantas horas, veía que un punto negro se aproximaba hacia la balsa , después se dio cuenta de que era un avión, se quitó de inmediato la camisa y en el momento exacto empezó a dar señas con ella.

CAPÍTULO 5:

Empezó a dar señas com la camisa en la mano desesperadamente durante mucho tiempo hasta que se dio cuenta de que el avión no iba hacia la balsa éste mismo dio la vuelta y desapareció por el mismo sito donde vino.

Más tarde, Luis oyó el ruido de otro avión, éste era de color negro y volaba muy bajo y dio como tres vueltas alrededor de Luis, el avión se fue por donde apareció, Luis está completamente seguro de que lo han visto y ha calculado que el primer avión venia de Cartagena y el segundo de Panamá y calculo que entre medio de estos dos había el balneario de Tolú. Pasaron las horas y nadie fue a buscar a Luis.

A eso de las cinco, los tiburones y más peces se acercaban a la balsa y permanecían allí rodeándola hasta que anochece.

Luis desesperado empieza a remar por la noche y por un momento descansa y a las doce de la noche vuelve a remar.

Él empezó a soñar con Jaime Manjarrés, su más antiguo compañero de la Marina y cuando despertó, lo vio en el otro lado de la balsa como si fuera real, y realmente creyó que era real, Jaime y Luis estuvieron hablando sobre la preguntas que le cuestionaba Jaime, luego éste le señalo donde quedaba Cartagena y Luis al mirar hacia el punto vio las luces del puerto de Cartagena y allí es cuando se dio cuenta de que Jaime desapareció.

CAPÍTULO 6:

Luis llevaba unos cuatro días en la balsa y perdía la orientación y la noción del tiempo y se moría de sed.

Su especie de cálculos le confundian y prefería dejar las cosas como estaban.

Después de cinco días de soledad en el agua, Luís ya no sentía ni dolor en la espalda por la ampollas producida por el sol, ni la sed, ni el hambre, ni se pensaba, pero aun quedaba esa esperanza de sobrevivir.

Luis vio que unas gaviotas volaban por encima de la balsa, eso significaba que muy cerca había tierra, una gaviota pequeña estuvo u buen rato en la balsa y Luis solo sentía hambre, a si que se quede inmóvil durante todo ese tiempo y mientras planeaba como comérsela.

CAPÍTULO 7:

A Luis le era imposible comerse la gaviota porqué sentía asco al intentar comérselo, quería usar los restos como carnada pero no tenía nada útil para hacer un anzuelo y poder pescar, se le ocurrió improvisar un anzuelo con la hebilla del cinturón pero estaba exhaustivo y no se veía con fuerzas para hacer algo semejante.

Era el sexto día que pasaba en el mar, y por primera vez vio la luna, por cada ola que aparecía, le parecía ver una luz de un barco. Sin embargo, ése día, no soñó con Jaime Manjarrés.

Desde el punto de vista de Luis en ese trágico momento de vida o muerte, se veía hombre muerto, sin ninguna salida, aunque en algún que otro instante, tenía fe en que pudiera sobrevivir. No se le ocurrió otra cosa, que cortar un trozo de caucho de sus zapatos casi desechos por el agua y cortarlo con las tarjetas de crédito que aún guardaba. De esta manera, el caucho de los zapatos en su boca lo pusieron contento, porque el dolor de mandíbula fue desapareciendo a medida que masticaba el caucho. Empezó a echar saliva por toda la boca y notó como el caucho hecho pasta con la mezcla de su saliva bajaba lentamente por su estómago y en ese instante, tuvo la sensación de que se salvaría y que no sería destrozado por los tiburones.

Durante la sexta noche en el agua, Luis estaba tan cansado que se echó a dormir durante muchas horas, y al día siguiente volvió a ver a las gaviotas, pensó que seguramente eran las mismas de los últimos tres días y que serían gaviotas perdidas, que no encuentran tierra hasta que un barco les indica el camino hacia la costa, y eso le hizo pensar que estaba cada vez mas lejos de la costa.

CAPÍTULO 8:

Durante el séptimo día Luis, sin saber qué hacer, trataba de pescar peces con la mano, fue inútil, no lo consiguió, y además los peces le dieron pequeños mordiscos en los dedos de la mano, y entonces fue cuando los tiburones atraídos por la sangre se acercaron a la balsa.

Luis después de tantos intentos de golpes con el remo, logró matar un tiburón, los demás al oler la sangre de ése empezaron a empujar la balsa, Luis se dio cuenta de que ese animal tenía un color verde raro, él sabía diferenciar el color verde al color venenoso, y pensó que ese animal era venenoso.

El hambre le hizo probar aun así el pescado crudo y fresco, al principio se pensaba que podía comerse todo el animal pero en el segundo mordisco quedó lleno, luego un tiburón se quiso llevar el pescado y Luis le dio en la cabeza con el remo, pero el tiburón enfurecido, se comió la mitad del remo.

CAPÍTULO 9:

El mar estaba más salvaje que el 28 de febrero, día en que pasó el accidente.

Debido a las tremendas oleadas que daba el mar, la balsa daba vueltas de campana todo el rato, Luis, sujetado contra el enjaretado y con el cinturón que lo sujetaba, éste se lo quiso quitar porqué se ahogaba y con la mano izquierda se cogió de la balsa y se sujeto más fuerte en el enjaretado.

Cuando salió el sol, unas horas después, volvió a ver gaviotas, pero esta vez vio a una vieja, grande y pesada y a esa edad no vuelan a mas de 100 millas de la costa, Luis estaba muy contento y estaba preparado para permanecer en vela y listo para descubrir las primeras luces de la costa.

CAPÍTULO 10:

Luis estaba desecho esta vez estaba físicamente mal, estaba todo quemado y ya no podía tocarse la piel ni con los dedos porque era como si estuviera al rojo vivo, no podía seguir apoyándose en la madera, así que permaneció recostado en el agua de la balsa, la gaviota permaneció desde las nueve de la mañana en la borda y “jugaba” con Luis en ella, haciéndole picadas suaves en el curo cabelludo.

Por mucho que avanzara la balsa, era imposible que llegara a la playa antes que anochezca y que antes de que anochezca apareciera por algún lado los perfiles de la costa.

Luis quedó plácidamente dormido en la balsa boca abajo, cuando despertó tuvo una alucinación de una fiesta de hace tiempo que tuvo en Mobile.

Si saber la causa del porqué, también vio a una tortuga amarilla y gigante de unos 4 metros de cabeza a cola pero no le dio importancia, pasaban las horas y a las cinco de la tarde como cada día, los tiburones ya salieron a la superficie y daban vueltas alrededor de la balsa. Él, cansado ya, quiso escoger entre la vida y la muerte, y eligió la muerte aunque no sirvió de nada porqué estaba con la mitad del remo en la mano con ganas de luchar por su vida. Ahora ya no le importaba nada, él seguía luchando por lo único que ya no le importaba nada, su vida.

Después de nueve días de soledad en el mar, donde solo veía mar y cielo, él pierde toda la fe que tenia, solo desea la muerte y piensa en su familia y en que ése día, su familia se estaría acostumbrando de su muerte, su noveno dia muerto, a si que empezó a rezar con su cadena de la Virgen del Carmen, pensando que su familia también lo estaría haciendo en tierra firme. Entonces se sintió bien porque sabía que se estaba muriendo.

CAPÍTULO 11:

Esperando a que llegue su hora, Luis empezó a recapitular todos los días que paso en la balsa como si lo estuviera viendo cinematográficamente, han pasado tantas cosas, tantos sueños que no sabe distinguir la verdadera realidad con las alucinaciones y sueños que tuvo.

Eran las cuatro de la mañana, a Luis le pareció ver unos cocoteros pero no estaba feliz porque a veces los veía cerca de la balsa y otras veces a 10 km de ella. Hacia las cinco de la mañana, empezaron a salir los primeros rayos de sol, y entonces es cuando se dio cuenta de que realmente si existe esa costa, a si que cogió lo que quedaba de remo y empezó a remar con todas sus fuerzas hacia allí.

Sin duda una corriente empezó a arrastrar la balsa hacia los acantilados, Luis no dudó en echarse al agua y nadar con todas sus fuerzas hacia la costa, claro que al estar en el mismo nivel que el mar, la tierra no se veía pero aun así él insistió en nadar. Cuando estaba a unos dos metros lejos de la balsa pensó que puede que si que era una alucinación pero ya era inútil volver a por la balsa.

CAPÍTULO 12:

Luis nadó hacia la costa como pudo hasta que estaba tan agotado y sentía que no tenía fuerzas y clavó en la arena sus dos rodillas y manos pero la corriente del agua lo arrastraba hacia atrás, a pesar de que se moría del dolor por la herida en la rodilla y todo el cuerpo quemado, el seguía intentando entrar hacia adentro, pero luego le dio la impresión de que estaba en arenas movedizas pero no sabía ciertamente si era verdad o otra alucinación.

Luis se dio cuenta de que habían pisada de animal y humana y que respecto a los cocos alguien venía todos los días a por cocos, por lo tanto ese alguien vive por aquí cerca, mientras intentaba abrir un coco con sus llaves, oyó el ladrido de un perro y seguidamente una muchacha negra y joven se acercaba, como no sabía exactamente donde se encuentra y si esa chica entiende el español, la llamó y le pidió ayuda en inglés y ella, espantada, empezó a correr por un camino que había.

A la vuelta en el mismo camino por el que la chica fue corriendo a buscar ayuda vino un hombre blanco con un burro y un perro.

Luis empezó a hablarle al señor y éste ni se inmutaba, peor después se preocupó en contestar, en cuanto Luis le explicó su situación y que es un marinero de guerra, el señor le dijo que se quedara aquí que va al puerto y que volverá a por él. Entonces fue cuando Luis les preguntó en qué país está y éste le contestó Colombia, justamente el país en que en esos precisos momentos no se esperaba que estaría ahora mismo.

CAPÍTULO 13:

El hombre llegó con su mujer, la chica negra, para buscar a Luis de nuevo, y lo llevaron a la casa donde le dieron para beber y lo estuvieron cuidando. Luis tenía muchas ganas de contar su historia, lo que realmente había pasado pero los cuatro hombres y las dos mujeres ni se inmutaban, parecía que no fuesen de este planeta.

No le quisieron dar de comer hasta que venga el doctor que tras esperar horas y horas no venía, cuando por fin encuentra el momento idóneo para dormir después de doce días durmiendo mal y en vigilia todo el rato, al amanecer del día siguiente lo despiertan las voces de una muchedumbre de mulatos, la noticia de que és sigue vivo y el caso del Caldas, se dio a conocer gracias a que Dámaso Imitela, el hombre blanco que lo encontró hablo con la policía y éstos están a partir de ahora investigando el caso.

Por fin, los días de soledad, hambre, sed, malestar, entre otras cosas, de Luis se están acabando. Lo llevaron a Mulatos, donde lo expusieron dentro de una urna y supuestamente hicieron pagar a la gente que lo quería ver, como si fuera un fakir, con la única diferencia de que un fakir lleva nueve días sin comer y el lleva diez en el mar y uno recostado en una cama a cuidado de mulatos.

Un señor en San Juan de Urabá, le dijo más tarde que se acabaron las preocupaciones, que una avioneta lo llevaría de regreso a Cartagena.

CAPÍTULO 14:

Al llegar a Cartagena muchos periodistas de todos los países llegaron a hacerle preguntas sobre lo ocurrido, una de ellas en la que Luis nunca sabía contestar es la de cómo se siente siendo un héroe. Él explica que se siente igual que antes, que él no ha cambiado, sino la gente, ahora sus amigos se mueven más por interés que por lo fundamental.

Muchos reporteros intentaron entras en la habitación del hospital militar de Cartagena donde residía Luis, pero el suboficial de guardia, no los dejaba entrar, uno de ellos se disfrazó de médico y se hizo pasar por psiquiatra, obtuvo un permiso de 15 min y le hizo dibujar algunas cosas a Luis y al día siguiente se vio publicado el dibujo de el Caldas con un letrero diciendo que Luis estaba en el puente, cuando en verdad estaba en popa.

Luis Alejandro Velasco, se hizo rico por sus 10 días en el mar y su supervivencia, él afirma que intenta seguir una vida normal pero que aun así la vida le ha cambiado un poco. Al final no dejó la Marina, sino que lo proclamaron cadete. Mucha gente que escucha la odisea que pasó Luis, no se la cree, pero él les pregunta, “entonces, ¿Qué hice yo esos diez días en el mar?”.

Relatos de un náufrago Relatos de un náufrago Relatos de un náufrago Relatos de un náufrago Relatos de un náufrago Relatos de un náufrago Relatos de un náufrago Relatos de un náufrago Relatos de un náufrago Relatos de un náufrago Relatos de un náufrago Relatos de un náufrago Relatos de un náufrago Relatos de un náufrago Relatos de un náufrago Relatos de un náufrago Relatos de un náufrago Relatos de un náufrago Relatos de un náufrago Relatos de un náufrago Relatos de un náufrago Relatos de un náufrago Relatos de un náufrago Relatos de un náufrago Relatos de un náufrago Relatos de un náufrago xcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmrtyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmrtyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmrtyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmrtyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmrtyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmrtyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnm

zbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmrtyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmrtyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmrtyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmrtyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnm




Descargar
Enviado por:Carol
Idioma: castellano
País: España

Te va a interesar