Historia
Relaciones comerciales entre Carmona y América
INVERSIONES INDIANAS EN CARMONA
DURANTE LA EDAD MODERNA
1.-INTRODUCCIÓN
A lo largo de la Edad Moderna se produjeron unas intensas relaciones humanas y económicas entre Carmona y América que apenas si han sido estudiadas hasta la fecha. Efectivamente, la implicación de Carmona en el proceso de Descubrimiento y Conquista de América resultó ser muy temprana, tanto en lo referente al aporte humano como al material. De hecho, ya en la segunda travesía colombina sabemos que viajaron al menos dos carmonenses, a saber: Cristóbal Sánchez y un tal Lope, mientras que en el tercero figuraba el albañil Alfonso Rodríguez.
No obstante, debemos decir que Carmona no fue nunca una localidad muy emigrante. Tradicionalmente se ha afirmado que existían dos factores que favorecían la emigración en cada localidad, a saber: uno, la forma de vida pastoril que implicaba un menor arraigo de la población a la tierra, y dos, la cercanía a Sevilla, puerto y puerta de Indias. Es cierto que el primero de ellos afectaba poco a Carmona que era una localidad eminentemente agrícola, pese a que la ganadería tenía entonces una mayor importancia de la que tiene en la actualidad. Sin embargo, la cercanía a Sevilla, puerto y puerta de Indias, sí que pudo haber generado unas cotas migratorias mayores. Como ya hemos dicho no fue así y la lista de pasajeros oficialmente recogidos en los libros de la Casa de la Contratación se limitan a tan solo 207. La cifra escasa si la comparamos con los 150.000 expedientes que se conservan en el Archivo General de Indias o de 300.000 o 400.000 que debieron cruzar el océano entre 1492 y 1824. A nuestro juicio, debió ser la riqueza de la vega de Carmona lo que impidió que la emigración se convirtiese en un fenómeno masivo. Aunque la propiedad estuviese en poder de las élites, en muchos casos foráneas, había un aprovechamiento subsidiario de las tierras del común y de las zonas montuosas. Por ejemplo, cuando a partir de 1549 se escindió La Campana del término carmonense, las autoridades manifestaron los muchos perjuicios que se derivarían para la población carmonense, pues, estos se beneficiaban del pasto, de la montanera y de un extenso olivar que tenían "criado y costeado" en dicho término.
Pero entrando ya en la materia de esta comunicación diremos que en lo concerniente a las relaciones económicas y concretamente a los capitales remitidos por estos emigrantes a su localidad natal lo desconocemos igualmente casi todo. En primer lugar, ignoramos el impacto que causó en nuestra localidad la demanda de cereal, aceite y vino por parte de las armadas de la Carrera de Indias. Suponemos que esta situación, surgida a raíz del Descubrimiento de América, debió provocar roturaciones de tierras, expansión del olivar, concentraciones de la propiedad y una revolución de los precios. Todo parece indicar que estos fenómenos se extendieron a toda Castilla durante el siglo XVI, sin embargo, escasean los trabajos locales que verifiquen con exactitud sus consecuencias. En el caso concreto de Carmona, huelga decir que seguimos sin disponer de un estudio concreto que analice la evolución de la propiedad de la tierra y de los cultivos en las décadas posteriores al Descubrimiento y prácticamente durante toda la Edad Moderna.
Y en segundo lugar, no disponemos ni tan siquiera de una cifra aproximada de las inversiones indianas realizadas en nuestra localidad durante la época colonial. Ni sabemos la suma total de los capitales indianos arribados a Carmona ni, por supuesto, el monto global de todas las inversiones realizadas durante aquel período. Tampoco disponemos de una relación completa de la forma en que se invirtió el capital arribado del otro lado del océano. Probablemente, los dineros destinados a fundaciones se aseguraron mediante préstamos en régimen de censos al tres por ciento. Por tanto, quede bien claro que, en el estado actual de las investigaciones, es imposible establecer la cifra total de capitales indianos invertidos en Carmona ni, por supuesto, calcular su proporción en relación al monto global de todos los caudales invertidos. No obstante, parece claro que estas herencias y fundaciones procedentes de capitales indianos, si bien pudieron servir para mejorar la vida de algunas personas en concreto no modificaron en absoluto las precarias condiciones de vida de la mayor parte de los carmonenses.
En cualquier caso en este trabajo intentaremos arrojar alguna luz sobre una parte de ese flujo, es decir, el que Carmona recibió procedente del otro lado del océano. Estudiaremos, pues, los capitales indianos invertidos en nuestra localidad por los emigrantes carmonenses.
2.-LAS FUENTES
Nuevamente en este aspectoo debemos advertir la parcialidad de las fuentes consultadas ya que nos hemos basado casi exclusivamente en los expedientes de bienes de Difuntos, localizados en la sección de Contratación del Archivo General de Indias. Como es bien sabido, fue esta institución, rectora del comercio y de la navegación indiana, la que se encargó de gestionar el inventario, subasta y repatriación de los caudales legados por los españoles fallecidos al otro lado del océano. En los casos en los que había de por medio un testamento los trámites eran algo más rápidos; se pregonaba en la localidad en cuestión y, una vez localizado al heredero, se le expedía la correspondiente carta de pago por parte de los oficiales de la Casa de la Contratación. En cambio, si el finado no había formalizado su testamento, la situación era más complicada ya que se requería una extensa información del supuesto heredero en la que quedase perfectamente demostrado que era verdaderamente el legítimo heredero.
Ni que decir tiene que sería importante cotejar los datos presentados en este trabajo con los que ofrece la documentación local, a saber: primero, los documentos notariales del Archivo de Protocolos Histórico, pues frecuentemente se redactaban ante escribano público las fundaciones de capellanías, las donaciones, las cartas de poderes para el cobro de caudales, etcétera. Y segundo, la documentación eclesiástica -parroquial y diocesana-con el fin de verificar la fundación efectiva de las capellanías dispuestas en los testamentos, y sobre todo para comparar su monto con la totalidad de las fundadas.
Por todo lo dicho, queremos insistir que la presente comunicación no es más que una primera aproximación a la temática, sin ánimo desde luego de ser exhaustivos.
3.-VENTURA Y DESVENTURA DE LOS CARMONENSES EN INDIAS
Evidentemente la marcha de los carmonenses a América debió tener grandes consecuencias a ambos lados del océano. Por un lado, los nuevos territorios recibían un contingente de población joven y emprendedora, con ganas de prosperar y de conseguir la fortuna que se les negó en sus tierras de origen. Por el otro, para el territorio que los perdía significaba, a corto plazo, una válvula de escape para los excedentes poblacionales, pero a la larga suponía la perpetuación en el tiempo de las precarias condiciones de vida de su población.
Estos carmonenses que se decidieron a cruzar el océano y a instalarse a varios miles de kilómetros de su villa natal no olvidaron sus raíces. Muchos de ellos mostraron, antes de partir, su deseo de volver pronto a su tierra de origen cargados de riquezas, sin embargo, obviamente fueron muy pocos los que lo consiguieron. Entre ellos, Juana de Mesa Honesta la cual estuvo en América y logró su objetivo de volver a su tierra natal e inhumarse en la bóveda de entierro de la capilla de Nuestra Señora de las Angustias, sita en el monasterio de San Francisco de Carmona.
Por lo demás, podemos decir que prácticamente todos los emigrantes indianos a la hora de redactar su última voluntad se acordaban de alguna forma de su lugar de origen, en unas ocasiones para reconocer alguna deuda, en otras para hacer alguna fundación, o sencillamente para dejar su fortuna a sus herederos. Asimismo, nos llama mucho la atención el gran peso que tenía el paisanaje. Efectivamente, carmonenses que residían en áreas cercanas unos de otros solían tener frecuentes contactos entre ellos, y se valoraba la naturaleza como un elemento vinculante. Así, por ejemplo, en la Ciudad de los Reyes -actual Lima- solían morar con frecuencia los mercaderes carmonenses Alonso Ruiz y Antón Gutiérrez Navarrete que mantenían una fuerte relación de amistad, basada exclusivamente en el paisanaje. Éste no solo figuró como testigo en el codicilo de Alonso Ruiz sino que, estando presto para retornar a Sevilla, aquel le pidió que velase por que le llegase a su hermana, María Caro, el caudal que le remitía. Al cabo del tiempo, y concretamente el 6 de junio de 1617, María Caro dio poder al mismo mercader, y a Cristóbal de San Miguel, para que cobrasen en su nombre el caudal remitido por su hermano.
Otra cuestión que debemos destacar es la fuerte merma que experimentaba el capital desde la muerte del pariente en las distintas ciudades indianas hasta que era cobrado -varios años, a veces décadas, después- por sus herederos en la Península. Una vez fallecido, salvo que algún heredero quisiese marchar a América, los bienes del finado debían ser subastados, no alcanzando nunca su valor real. Una vez que el patrimonio se convertía en caudal líquido se debían abonar los costes del funeral así como las misas y limosnas a las instituciones locales que el finado hubiese dispuesto en su testamento. A partir de aquí había que pagar el transporte así como el obligatorio impuesto de la avería. Pero no acababan aquí los gastos, pues, una vez que el capital llegaba a la Casa de la Contratación, se le aplicaban importantes tasas para pagar desde los arrieros que llevaban el dinero del buque a la Casa de la Contratación, a los tenedores de los bienes de difuntos y al abogado que defendió los bienes.
Cuando el heredero era menor de edad la fortuna sufría un menoscabo aún mayor ya que había que financiar al llamado curador de menores. Así ocurrió con María de Arce y Céspedes la cual, siendo menor, heredó de su padre la nada despreciable cifra de 13.799 pesos de oro de los que sólo llegó a cobrar, una vez alcanzada su mayoría de edad, y después de un largo pleito, 6.563 pesos de oro.
En cualquier caso, estos capitales llegados a Carmona por sorpresa desde varios miles de kilómetros de distancia debieron crear gran desasosiego entre los vecinos. Realmente, no cuesta imaginar los corrillos inusitados y los murmullos, envidias y regocijos que se debían producir en Carmona cada vez que se anunciaba la llegada de caudales procedentes de las Indias. Precisamente, el 10 de mayo de 1637, se pregonó en Carmona la llegada del capital de Juan López Muñoz, fallecido en la ciudad de Panamá, en 1631:
"José de Pablos, pregonero de esta ciudad, en la plaza pública de ella, delante de gran copia de gente que le oía en altas y claras voces pregonó y declaró la dicha requisitoria de los señores presidente y jueces y oficiales de Su Majestad de la Casa de la Contratación de las Indias de la ciudad de Sevilla sobre los setenta y siete pesos que en caja de difuntos vinieron de la ciudad de Panamá por bienes de Juan Muñoz, difunto en la dicha ciudad, vecino de ésta. Y asimismo declaró y pregonó las cláusulas del testamento del susodicho insertas al pie de la dicha requisitoria, diciendo que cualquier persona que pudiese tener derecho a ellos pareciese que justificándolo los dichos señores se los mandarían entregar y no hubo persona que dijo tener derecho a ellos más que Juan Muñoz, vecino de esta ciudad...".
La suma no era gran cosa pero este dinero, llegado por sorpresa desde varios miles de kilómetros de distancia, debió ser la envidia de muchos convecinos de la localidad.
Pero había situaciones mucho más desagradables como la que le ocurrió al carmonense Alonso Robledo con su hijo, el capitán Francisco Robledo Espinosa. Aquél debía estar muy orgulloso de su vástago que ascendió, primero, a sargento de la Armada Real del Océano, y posteriormente, a capitán de la Armada de los galeones de Indias. El 29 de noviembre de 1624 protocolizó su testamento en Cádiz porque estaba presto para partir a una batalla naval y temía por su vida. En él declaraba ser soltero y no tener herederos forzosos, dejando, pues, a su padre como heredero universal. Sin embargo, en sendos juicios de residencia tomados a los oficiales de la armada de Tierra Firme de 1623 1624 se le impusieron al capitán Robledo sendas multas de 44.000 y 30.000 maravedís respectivamente. El notario del Rey, don Gerónimo de Vargas notificó al juez de Sevilla, Jerónimo Díez de Arbizu, que ejecutara la sentencia de un total de 74.000 maravedís contra los herederos del capitán Francisco Robledo Espinosa. Y efectivamente, el citado juez se personó en casa de Alonso de Robledo, sita en la calle Sevilla, en compañía del alguacil ejecutor de Carmona Pedro Sánchez. En Ausencia de Alonso Robledo se procedió al "inventario y secuestro" de los humildes bienes que se encontraron en su morada.
4.-TIPOS DE INVERSIÓN DEL CAPITAL INDIANO
Como ya hemos dicho, los caudales que remitieron los emigrantes indianos fueron invertidos de muy distintas formas y tuvieron muy variados beneficiarios. En primer lugar, podía tratarse sencillamente de una herencia, es decir, el caudal que dejaban los indianos a sus herederos. Además, se utilizaban las fundaciones pías, que podían ser de dos tipos, a saber: la capellanía y la obra pía. La capellanía no era otra cosa que la dotación de un capital con cuya renta anual se pagaba una memoria de misas por su titular. La obra pía, en cambio, tenía por objeto la beneficencia, de muy diverso tipo, dotar a doncellas huérfanas para el matrimonio o para entrar en un cenobio como monja, redención de cautivos, escolarización de pobres, etcétera.
Y finalmente, encontramos las donaciones que se hacían normalmente a alguna imagen o a alguna cofradía por la que el finado sentía una especial devoción. Estas donaciones podían tener un carácter mobiliario, es decir, podía consistir en la donación de un objeto, o bien, inmobiliario, consistiendo, en este caso, en la dotación de una cierta cantidad para la edificación o restauración de algún templo o capilla.
De muchos de estos tipos de inversión tenemos buenos ejemplos en el caso concreto de Carmona, los cuales analizaremos con detalle en las páginas que vienen a continuación.
A.-LOS CAPITALES DE PARTICULARES
A continuación mostramos un cuadro con las cantidades legadas en los testamentos a distintos vecinos de la localidad. Conste que no se trata de la cantidad líquida percibida sino de la legada.
CUADRO I
CAPITALES INDIANOS HEREDADOS
FECHA DEL LEGADO | FINADO | HEREDERO | SUMA |
1563 | Francisco de la Barrera | Pedro de la Barrera | 487,24 |
1581 | Andrés de la Romera | Juan de Vargas Toledano | 454,60 |
1586 | Lucas Ponce | Ana y Mari Ponce | 12,76 |
1589 | Tomás de Morera | Pero Núñez | 20,00 |
1589 | Tomás de Morera | María de Morera | 83,11 |
1589 | Tomás de Morera | Ana de Trigueros | 83,11 |
1590? | Tomas de Morera | Antonio de Sosa | 166,22 |
1590? | Tomas de Morera | Felipa de la Cruz | 166,22 |
1601 | Pedro Romero Tamariz | Lucía Velázquez | 83,11 |
1601 | Pedro Romero Tamariz | Melchor de Castroverde | 41,55 |
1601 | Pedro Romero Tamariz | Mariana de Castroverde | 41,55 |
1606 | Elvira de Castellanos | María de Urbina | 200,00 |
1606 | Elvira de Castellanos | María de Castellanos | 100,00 |
1606 | Elvira de Castellanos | Isabel de Castellanos | 100,00 |
1606 | Elvira de Castellanos | Isabel de Castellanos | 25,00 |
1612 | Antón de Valladares | Juana de Palma | 60,45 |
1612 | Antón de Valladares | María de Cadena | 60,45 |
1612 | Antón de Valladares | Gonzalo de Alanís | 60,45 |
1613 | Alonso Ruiz | María Caro | 200,00 |
1613 | Alonso Ruiz | Felipe Sánchez | ¿? |
1619 | Antonio de Ojeda | Juan de Ojeda | 105,79 |
1621 | Juan Rubio | Isabel Enríquez Rubia | 1.000,00 |
1633 | Juan López Muñoz | Juan Muñoz | 110 |
1648 | Francisco Navarro | María Navarro | 1.696,30 |
1648 | Francisco Navarro | Ana Navarro | 1.696, 30 |
1648 | Francisco Navarro | Juan Navarro | 1.696,30 |
1650 | Jerónimo de Tardoya | Tomasa de Tardoya | 332,98 |
1726 | Manuel de Arce | María de Arce y Céspedes | 13.799,00 |
TOTAL | 22.882,49 |
Ante todo debemos advertir que no todos los herederos, pese a ser naturales de Carmona, residían en el momento de percibir la herencia en nuestra localidad, y, por tanto, no siempre supusieron una inyección de dinero para la economía local.
Así, por ejemplo, Tomasa de Tardoya, que heredó de su padre, Jerónimo de Tardoya, en 1650, 332,98 pesos de oro, en el momento de recibir la herencia se había casado con un vecino de Morón de la Frontera y residía en dicha localidad. Caso curiosamente similar al de Isabel Enríquez Rubia que, en el momento de cobrar su sustanciosa legado, era viuda de un barbero de Morón, llamado Gregorio Martínez. Sin embargo, también es cierto el caso inverso, pues, María de Arce no era natural de Carmona y se avecindó en nuestra localidad a raíz de su matrimonio con el carmonense Antonio Quintanilla y Andrada.
Por otro lado, ya hemos dicho que las cifras expuestas en el cuadro I responden a las cantidades legadas en principio por los finados, y por tanto, sufrieron rebajas en algunos casos de hasta el 52 por ciento, en concepto de pago de las gestiones de cobro y de los fletes de transporte. Así, por ejemplo, Juan López Muñoz, dejó en su testamento, fechado en la ciudad de Panamá, el 28 de marzo de 1631, como heredero universal a sus padres, llegando a Sevilla 110 pesos de oro de los que sólo llegaron a cobrar 77 pesos, es decir, un 30 por ciento menos. Caso parecido es el de Juan de Ojeda quien, como heredero de su tío Antonio de Ojeda, fallecido en Guatemala, recibió en herencia 105,79 pesos -350 tostones y 3 reales- de los que tan sólo le entregaron los oficiales de la Casa de la Contratación 94,52 pesos, es decir, un 10,65 por ciento menos. Además las demoras en el cobro podían ser en ocasiones interminables. Así, por ejemplo, Isabel Enríquez Rubio otorgó el 22 de marzo de 1628 carta de poder a favor de Gregorio Ramos para que cobrase los bienes de su padre en la Casa de la Contratación, pese a que el testamento de este último tenía fecha del 27 de febrero de 1621. Aunque el caso más extremo en este sentido fue el de Pedro de la Barrera a quien, en 1563, le llegó consignado una importante suma de 487,24 pesos, heredados de su hermano Antonio de la Barrera, muerto en Indias. Sin embargo, tuvo la desgracia de que por aquellos momentos la Corona tenía una necesidad urgente de capital y la suma fue confiscada "para el servicio de Su Majestad". El 13 de noviembre de 1574 presentó un testimonio solicitando de una vez su abono "porque él es pobre y necesitado y tiene mujer e hijos y no tiene con qué se sustentar". Más de once años, pues, mediaron desde que el capital fue legado hasta que se hizo efectiva su cobranza a este lado del Atlántico.
La suma total de capital privado ascendió a 22.882,49 pesos de oro, es decir, más de diez millones de maravedís, cantidad elevada en cifras absolutas pero muy modesta teniendo en cuenta que se trata de todo el capital privado recibido en Carmona en los tres siglos que duró la colonización. La herencia media fue de 817 pesos aunque existen muchas diferencias entre unos legados y otros. Así, mientras que algunos recibieron sumas de apenas 12 o 20 pesos, otros cobraron herencias muy superiores a los 1.000 pesos de oro. Especialmente cuantiosa fue la fortuna acumulada por Manuel de Arce, que la disfrutó en Carmona su hija María. También notable fue el capital legado por Francisco Navarro, fallecido en Popayán, en 1648. El caudal total que dejó a su muerte ascendió a 11.841 pesos de los cuales, correspondieron 1.696 pesos y cuatro maravedís a cada uno de sus tres herederos carmonenses.
Asimismo cuantioso fueron los bienes dejados a su muerte por Juan Rubio, un rico propietario de estancias, hatos ganaderos y fincas urbanas que vivió en la ciudad de Trujillo, virreinato del Perú. En su testamento, protocolizado en dicha ciudad, el 27 de febrero de 1621, designó a su hija legítima, Isabel Enríquez Rubia, fruto de su primer matrimonio con Juana Enríquez, por heredera universal, pese a reconocer que tenía dos hijos naturales, llamados Pedro y Luis Rubio.
También sustancioso fue el capital amasado por Antón de Valladares, fallecido en la localidad de San Antonio de Suchitepeque, en 1613. En su testamento instituyó numerosas mandas pías, legando a sus herederos 1.000 tostones de a cuatro reales -poco más de 302 pesos de oro- de los que poco más de 181 pesos de oro fueron a parar a manos de varios parientes carmonenses.
B.-LAS FUNDACIONES
Ya hemos comentado que las fundaciones podían ser de varios tipos, a saber: capellanías, obras pías y donaciones. Entrando en las capellanías hemos de decir que tan sólo hemos localizado tres fundaciones, a saber: una, en la iglesia de San Pedro, otra, en el monasterio de San Francisco, y finalmente, otra, en la iglesia de San Bartolomé.
En el templo de San Pedro, Elvira de Castellanos, una de las indianas de origen carmonense que mayor fortuna amasó en el Nuevo Mundo, dispuso la construcción de una capilla, con su retablo, donde fundar su capellanía. La licencia eclesiástica se expidió el 21 de mayo de 1609, procediendo la parroquia a adjudicar la capilla un mes después, es decir, el 27 de junio de ese mismo año.
Por otro lado, Luis de Valladares fallecido, al igual que su hermano Antón, en San Antonio de Suchitepeque, en la provincia guatemalteca de Zapotitlán, instituyó inicialmente su capellanía en la iglesia de San Pedro. Así en el testamento protocolizado el 17 de abril de 1611 se establecía lo siguiente:
"...Dispongo una capellanía de mil pesos de oro de principal en la iglesia parroquial del señor San Pedro en la dicha villa de Carmona y sea capellán de ella el pariente más cercano que tuviere por parte de mi padre o madre, faltando los de la parte del padre, sucedan los de mi madre y a falta de parientes el clérigo quien quisiere el patrón que fuere de la dicha capellanía y nombro y constituyo por tal patrón de la dicha capellanía a la dicha Isabel de Palma, mi madre, y después de sus días al dicho Antón de Valladares, mi hermano, y sucesivamente por su muerte a la dicha Juana de la Cruz, mi hermana, y si faltaren todos sin que haya muda del dicho patronazgo por falta de haberse (ilegible) lo sea el pariente más cercano que tuviere de parte de mi padre y a falta del sucesor de la parte de la dicha mi madre y el último que fuere puedan quitar y elegir patrón el que le pareciere, siendo persona de buena vida y fama sobre que les encargo... (ilegible)".
Sin embargo, Luis de Valladares cambió rápidamente de opinión, pues, en su codicilo, protocolizado tan solo unos meses después, y concretamente el 26 de enero de 1612, afirmaba lo siguiente:
"Yo dejo ordenado y mandado en el dicho mi testamento que se imponga una capellanía de un mil pesos de principal para que en la iglesia parroquial de San Pedro en la villa de Carmona se digan de misas por mi ánima y de mis padres, lo que rentaren los dichos un mil pesos, según que se contiene en la dicha cláusula, revocándola como la revoco, es mi voluntad que la dicha renta de mil pesos se imponga en la parte que fuere más cierta y segura en la dicha villa de Carmona y se instituya la dicha capellanía en el convento de señor san Francisco de la dicha villa de Carmona en la forma y manera que pueden y acostumbran los padres religiosos y prelados de ella porque así es mi voluntad y lo guarden y cumplan los patrones de ella que están nombrados en la dicha cláusula..."
Nada tenía de particular este cambio de última hora, teniendo en cuenta la gran devoción que, tanto Luis como su hermano Antón de Valladares, sentían por la Orden Franciscana, en cuyos templos dispusieron la mayor parte de sus memorias.
Finalmente, Francisco Navarro, en su testamento otorgado en Popayán, el 23 de mayo de 1648, ordenó la erección de otra capellanía en el templo de San Bartolomé. Para su financiación destinó 139 pesos de oro y seis reales de principal, cantidad bastante modesta, al menos en relación a la notable fortuna que dejó a su muerte. En una de las cláusulas de la capellanía se preveía que se rezasen por su alma tres misas anuales, a saber: una, el día de San Francisco, otra, el día de los difuntos, y, finalmente, otra, el día de Nuestra Señora de la Concepción. Por capellán designó a su nieto Francisco Navarro, "siendo ordenado -decía- y si no un hermano suyo u otro nieto.
Además de la fundación de estas capellanías hubo otros carmonenses que dejaron misas en las iglesias de su localidad natal. Así, Tomás de Morera, estableció en su testamento, otorgado en La Habana, en 1589, que se le oficiasen diez misas rezadas en la iglesia mayor de Carmona y otras tantas en el monasterio de San Francisco de la misma localidad. También Elvira de Castellanos, al margen de la capellanía fundada en San Pedro, dispuso que se celebrasen 1.000 misas por su alma en templos de Sevilla o Carmona, dejando la elección definitiva a sus albaceas. De ellas, sabemos que solamente 150 se oficiaron en Carmona, concretamente en la iglesia de San Bartolomé.
En cuanto a las obras pías tenemos constancia de al menos dos: una, destinada a la redención de cautivos, para lo cual Ana de Escobar, difunta en San Juan de Ulúa, destinó 500 pesos de oro. Y dos, la establecida por Francisco Navarro, en su testamento, fechado en 1648, por el que destinó cierta cantidad para dotar como monja a su nieta Francisca Navarro, "hija de María Navarro u otra nieta que quisiere ser monja".
Pasando a las donaciones debemos decir que nosotros hemos documentado un pequeño número de ellas pero, a juzgar por los indicios, sospechamos que debieron ser bastantes más. La mayor parte de ellas estuvieron destinadas a la Virgen de Gracia, advocación al parecer muy querida por estos emigrantes carmonenses.
La primera de estas donaciones data de 1586, fecha en la que Tomás de Morera, destinó en su testamento otorgado en La Habana
100 reales para hacerle una saya a la Virgen de Gracia que está en su "patria". El dato es ciertamente importante ya que nos confirma la devoción que los carmonenses sentían por la Virgen de Gracia ya en el siglo XVI.
Posteriormente, en 1605, la rica indiana ya citada, Elvira de Castellanos, legó en Veracruz 25 pesos de oro de limosna a la Virgen de la Consolación y otros tantos a la Virgen de Gracia. Además, les dejó dos preciadas piezas textiles que tenía en su tienda, "un pedazo de damasco amarillo o blanco y otro colorado o verde" para la Virgen de la Consolación y "una pieza de raso blanco de china para una casulla y frontal" para la Virgen de Gracia.
Poco más de un lustro después, y más concretamente en 1611, Antón de Valladares hizo otra donación a la Virgen de Gracia al dejar una manda en su testamento que decía así:
"Item, mando que se de la manera siguiente: una lámpara de plata que valga 200 tostones de a cuatro reales a Nuestra Señora de Gracia que está en la villa de Carmona en el convento de San Jerónimo y que mis albaceas lo paguen de mis bienes luego que llegaren a los dichos reinos de Castilla".
El cobro de los 200 tostones -unos 800 reales- por parte del monasterio de los Jerónimos se demoró varios años ya que los trámites fueron largos. Finalmente, en 1615, los cenobitas dieron poder a fray Diego de Oribe, sustituido en 1616 por fray Juan de los Santos que fue quien finalmente consiguió el cobro de los mencionados 800 reales en la Casa de la Contratación de Sevilla, ya en el año de 1617.
Pero conocemos otras donaciones que guardan una relación también con la emigración a las Indias. Precisamente, Gregorio Morera, familia tan íntimamente ligada a lo indiano, realizó en 1659 la donación de una cadena de filigrana china que aún hoy
posee la Virgen de Gracia. Una pieza que el donante pudo adquirir personalmente ya que, como comerciante, anduvo por los confines del Imperio español.
Pero otras muchas donaciones debieron llegar directa o indirectamente a Carmona procedentes del mundo indiano, pese a que no lo hemos podido verificar documentalmente. Así, en 1680, Francisco Rivera y Aral donó un rostrillo de oro con 354 esmeraldas engarzadas que es una de las mejores piezas del tesoro de la Virgen de Gracia y que es de procedencia indiana. También en la parroquia de San Bartolomé se custodia un conjunto de tres piezas de orfebrería -un cáliz, un copón y un ostensorio-, de procedencia Hispanoamericana. Presenta la marca de platería de la ciudad de Zacatecas en Nueva España, fueron labradas con posterioridad a 1770 y llegaron a Carmona antes de 1789, estando relacionadas con el estilo del escultor mexicano José María Rodallega. Aunque no hemos conseguido documentar la escritura, es muy probablemente que estas piezas de orfebrería llegaran a nuestra localidad a través de alguna donación indiana.
5.-CONCLUSIONES
En esta comunicación nos hemos intentado aproximar
a una parte de ese flujo entre Carmona y América, es decir, el que aquella recibió procedente del otro lado del océano.
Podemos decir que esta comunicación no ha sido ni exhaustiva ni definitiva pues, como ya hemos afirmado, hemos trabajamos casi exclusivamente los expedientes de bienes de difuntos, conservados en el Archivo General de Indias. Para un conocimiento mucho más completo del tema será necesario llevar a cabo en el futuro un estudio sistemático de las fuentes locales, especialmente de los protocolos históricos de Carmona.
No obstante, esperamos que este trabajo sirva como punto de partida para futuras y mas completas investigaciones que nos permitan esclarecer en un futuro no muy lejano esta interesante parcela de la Historia de Carmona.
VARELA MARCOS, Jesús y otros: Segundo viaje de Colón. Valladolid, Seminarios Iberoamericanos de Descubrimientos, 1998, pág. 31.
MIRA CABALLOS, Esteban y Fernando de la VILLA NOGALES: Carmona en la Edad Moderna. Religiosidad y arte, población y emigración a América. Sevilla, Muñoz Moya Editor, 2000, pág. 374.
Sobre la ganadería en Carmona existe un artículo monográfico aunque dedicado exclusivamente a la Baja Edad Media. En él se confirma el extraordinario desarrollo de la ganadería local, como apoyo a las labores agrícolas pero también como una forma de aprovechar los baldíos concejiles y las zonas montuosas. CARMONA RUIZ, Mª Antonia: "La ganadería en Carmona durante la Baja Edad Media", I Congreso de Historia de Carmona. Sevilla, 1998, pág. 283.
MIRA CABALLOS: Ob. Cit., pág. 341.
Arellano dedica alabanzas sin igual a su fértil vega de la que afirma, citando a al padre Mariana, que era "el lugar más fértil, rico y abundante del Andalucía". También hace alusión a una bonita frase de Abrahán Ortelio en la que refería a Carmona como "abundantísima granja y almacén de toda el Andalucía". En otro pasaje afirma, muy significativamente, que Carmona era el "jardín donde se recreaba el Rey de España y la vista el Arzobispo de Sevilla". ARELLANO, fray Juan Salvador Baptista de: Antigüedades y excelencias de la villa de Carmona y compendio de Historias. Sevilla, Simón Faxardo, 1628, fols. 67r y 86r.
Véase mi trabajo: La Campana: noticias históricas. Sevilla, Muñoz Moya, 1998, pág. 22.
Lutgardo García Fuentes, en su estudio sobre esta temática, afirma que la mayor parte del aceite embarcado para las Indias procedía del Aljarafe y de la Campiña sevillana "especialmente de Écija y Carmona". GARCÍA FUENTES, Lutgardo: "El viñedo y el olivar sevillanos y las exportaciones agrarias a Indias en el siglo XVI", I Jornadas de Andalucía y América, T. I. La Rábida, 1981, pág. 34. Por su parte, el profesor Enrique Otte afirma que la Sevilla de los Descubrimientos se abastecía de cereal procedente de la Campiña y, concretamente, de Carmona, Écija, Utrera y Jerez. Hernando Colón, hijo del primer Almirante, llegó a decir de Carmona que era "la mejor villa de Andalucía". OTTE, Enrique: Sevilla y sus mercaderes a finales de la Edad Media. Sevilla, Universidad, 1996, pág. 40.
La concentración parcelaria del siglo XVI ha sido estudiada para el caso de Castilleja de la Cuesta. Véase HERRERA GARCÍA, Antonio: "Traspasos y concentraciones de unas fincas en Castilleja de la Cuesta (1563-1635)", Archivo Hispalense Nº 179. Sevilla, 1975. En cuanto a la expansión del viñedo y el olivar puede verse el trabajo ya citado de GARCÍA FUENTES: Ob. Cit., págs. 19-37.
Se trata de uno de tantos aspectos importantes de la historia moderna de Carmona que permanece sin investigar. Es necesario analizar, en el archivo de protocolos, las cartas de compraventa de tierras y examinar la evolución de los precios, en relación al cultivo que albergaban.
En su testamento dispuso exactamente 400 misas por su alma, que se debían oficiar 100 en el monasterio del Carmen y 300 en la capilla de Nuestra Señora de las Angustias de San Francisco. Testamento de Juana de Mesa Honesta, Carmona, 23 de septiembre de 1661. AGI, Contratación 442B, N. 5. Se trata de un traslado, pues, su original se protocolizó ante el escribano público de Carmona Francisco Fernández Flores, en la fecha citada.
Poder dado por María Caro a Cristóbal de San Miguel, vecino de Carmona, y a Antonio Gutiérrez Navarrete, vecino de Sevilla, Carmona, 6 de junio de 1617, ante Gregorio Alanís. AGI, Contratación 328, N. 1, R. 7.
Se trataba de un impuesto esporádico o eventual, de antiguos orígenes castellanos, que gravaba con un porcentaje las mercancías que iban o venían de las Indias a los puertos andaluces. La finalidad de esta contribución no era otra que reducir el riesgo del transporte marítimo contra "peligros no cubiertos" por los seguros marítimos ordinarios. DEL VAS MINGO, Marta Milagros y Concepción NAVARRO AZCUE: "El riesgo en el transporte marítimo del siglo XVI", Actas del Congreso de Historia de los Descubrimientos, T. III, Madrid, 1992, pág. 608.
Pleito sobre la herencia de María de Arce y Céspedes, Sevilla, 1702-1726. AGI, Escribanía 1109C.
Testamento y expediente de los bienes de Juan Muñoz, 1637. AGI, Contratación 393, N. 14.
En el mismo testamento establecía el capitán Robledo los motivos que le habían llevado a otorgar dicha escritura; decía así: que estando "entretenido en la Armada Real del Mar Océano, estante al presente en esta ciudad de Cádiz, natural de la villa de Carmona, hijo legítimo de Alonso Robledo, mi padre, que es y vive en la dicha villa y de María de Espinosa, mi madre, difunta, digo que por cuanto yo estoy para embarcarme en la presente jornada que se está aprestando para la restauración de la bahía de Todos los Santos, en la provincia de Brasil, y por los peligros ordinarios que en semejantes viajes suele haber y tan contingentes los riesgos de la vida porque, si Dios nuestro Señor fuere servido falte la mía, tener dispuestas las cosas del descargo de mi conciencia...". Testamento y autos contra Alonso Robledo, 1631. AGI, Contratación 957, N. 2, R. 9.
Más exactamente dispuso que heredase su padre con la intención de que reuniese, cobrase y gozase de todo su capital, pero con la condición de que luego lo repartiese de la siguiente forma, a saber: dos tercias partes para Sebastiana y María de Robledo, hermanas legítimas de padre y madre. Y la otra tercia parte otras dos hermanas "de solo padre", llamadas Jacinta y Francisca. IBÍDEM.
Los bienes inventariados y confiscados en la casa de Alonso Robledo fueron los siguientes, a saber: Un arca de castaño y dentro lo siguiente: dos pedazos de lienzo casero de a dos varas y media cada uno; dos piezas de pañuelos con ocho servilletas; otro pedazo de lienzo casero de tres varas; unos calzones de Ruán con puntas de pita nuevos; un paño de restro (¿?) con puntas de pita y labrado nuevo; tres varas de lienzo casero; una delantera de cama labrada con hilo azul y aspado; una camisa de mujer nueva labrada de pita; dos almohadas de hilo azul labradas nuevas; dos tablas de manteles caseros nuevos; tres varas de lienzo casero; otra tabla de manteles caseros; cinco sábanas de crea y lienzo casero sin estrenar; otro paño de rostro nuevo, labrado con puntas de pita; un camisón de hombre nuevo labrado y con puntas de pita; otra camisa de mujer de crea labrada con seda negra nueva; dos paños de rostro, uno con puntas y otro llano; dos varas de crea en un pedazo; una caída de cama de grana raída; cuatro cojines de tres piezas, dos colorados y dos azules nuevos sin estrenar; una carpeta nueva; otra sábana de estopa nueva; dos sillas nuevas y otras dos viejas; dos camas de cordeles y en cada una dos colchones; cinco paños catorcenos enteros apuntados pardos; otro paño pardo catorceno comenzado con veinte y dos varas; tres costales nuevos y de perga; cien reales en dineros de vellón. Todos los cuales dichos bienes el dicho alguacil ejecutor depositó en poder de Bartolomé de Orellana y Juan de Fuentes, vecinos de esta ciudad....". IBÍDEM.
El cuadro procede en su parte esencial de mi trabajo: Carmona en la Edad Moderna..., pág. 355, aunque ha sido completado con otros documentos, consultados con posterioridad. Las cifras están expresadas en pesos de oro.
De esta cantidad se debían celebrar diversas misas por su alma en el Monasterio de Santo Domingo de Sanlúcar de Barrameda. La cantidad restante se le entregaría a sus hermanas Ana y Mari Ponce.
Se trataba de dos personas diferentes, madre e hija respectivamente.
En el testamento del mercader carmonense Alonso Ruiz, dado en la Ciudad de los Reyes el 11 de marzo de 1613, dejaba 200 pesos de oro de mejora a su hermana María Cara. El resto de su fortuna se dividiría en tres tercios entre sus tres hermanos: María Cara, Leonor Cara y Felipe Sánchez. Sin embargo, tan sólo 19 días después, revocó el testamento a través de un codicilo otorgado en la misma ciudad y ante el mismo escribano. En él, mantenía los 200 pesos para su hermana María, pero nombraba en exclusiva como heredero universal a su hermano Felipe Sánchez por las buenas obras que había recibido de él y porque tenía dos hijas "mujeres a quien poner en estado". En el expediente no consta el inventario de sus bienes ni el cobro del caudal en la Casa de la Contratación por parte de Felipe Sánchez. Testamento y expediente de los bienes de Alonso Ruiz, 1617. AGI, Contratación 328, N. 1, R. 7.
Expediente de bienes de difunto y testamento de Juan Rubio, 1628. AGI, Contratación 377, N. 5.
Es el caso de María de Arce que siendo menor heredó de su padre 13.799 pesos de los que tan solo llegó a cobrar, después de un azaroso pleito, 6.563 pesos, es decir, un 47,56 por ciento del capital legado. MIRA CABALLOS: Carmona en la Edad Moderna..., pág. 353.
El 15 de mayo de 1637, más de seis años después de la muerte de su hijo, se otorgaba carta de pago a favor de Juan Muñoz. Testamento y expediente de bienes de difunto de Juan López Muñoz, 1637. AGI, Contratación 393, N. 14.
Antonio de Ojeda había marchado a América en torno al año de 1600. Dejó por heredero a su hermana Marina de Romero, madre de Juan de Ojeda. Este último, por fallecimiento de su madre, se convirtió en el heredero universal de su tío. Estaba casado con Beatriz de Ledesma y era natural y vecino de Carmona.
El testimonio de, Antonio Ruiz Navarrete, oficial de la Casa de la Contratación, fechado el 20 de febrero de 1619 decía así: "Item trescientos y cincuenta tostones y tres reales que quitas todas las costas hasta los poner en la dicha ciudad y puerto de la Veracruz restaron en la dicha casa por bienes de Antonio de Ojeda, difunto que falleció en esta ciudad el año de seiscientos y quince y por su testamento declaró ser natural de la villa de Carmona en los reinos de España y dejó por herederos del remanente de sus bienes a Juan de Ojeda, su sobrino casado con Beatriz de Ledesma, vecinos de la dicha villa, y si fuesen fallecidos, a sus hijos y herederos como constase por el testimonio de la cláusula de herederos que con cabeza y pies del dicho testamento se enviará y al pie de él irá la cuenta de do procede esta partida". Proceso por los bienes de Antonio de Ojeda, 1619. AGI, Contratación 338, N. 1, R. 19.
Expediente y testamento de Juan Rubio, 1628. AGI, Contratación 377, N. 5.
Expediente por los bienes de Antonio de la Barrera, 1574. AGS, Consejo y Juntas de Hacienda 122, N. 16.
IBÍDEM.
Testamento de Francisco Navarro, Popayán, 7 de noviembre de 1650. AGI, Contratación 554, N. 2.
Expediente de bienes de difuntos y testamento de Juan Rubio, 1628. AGI, Contratación 377, N. 5.
En su testamento se declaraba natural "de la villa de Carmona en los reinos de Castilla, hijo legítimo de Luis Pérez de Valladares y de Isabel de Palma". Testamento de Antón de Valladares, San Antonio de Suchitepeque, 18 de octubre de 1612. AGI, Contratación 328, N. 1, R. 6.
El capital heredado de Antón de Valladares se repartió de la siguiente forma: Bartolomé Martínez de Canillo, vecino de San Antonio de Suchitepeque (Guatemala), 100 tostones; una criada suya, india, natural del mismo pueblo 100 tostones; María Núñez, Inés de Morales y María Mexía, vecinas de San Juan de Nagualapa (Guatemala), 50 tostones respectivamente; María Pinelo, vecina del pueblo de San Bartolomé (Guatemala), 50 tostones; Juana de Palma, María de Cadena y Gonzalo de Alanís, vecinos de Carmona, 200 tostones respectivamente. IBÍDEM.
En el inventario que se adjuntó al testamento aparecen todos los bienes de la finada que pasamos a resumir a continuación: en primer lugar, una casa de morada y una tienda en Veracruz, cuyo precio se estimó en unos 6.000 pesos de oro. Además, la ropa de la tienda así como los enseres personales se subastaron en 734 pesos y 2 tomines. En segundo lugar, tres esclavos, un hombre, llamado Antón de Angola, de unos 20 años, y dos mujeres, Felipa de Conolico, de 20 años, "con una cría a los pechos", e Isabel Biáfara, de siete años. Y en tercer lugar, declaró poseer unos 1.000 pesos de oro en efectivo más unos 1.800 o 1.900 pesos de oro más que le eran debidos por personas "de aquí y de islas cercanas". En total cerca de 10.000 pesos de oro, es decir, unos 4,5 millones de maravedís. AGI, Contratación 938B, N. 30.
La capilla, hoy desaparecida, se ubicaba según especificación de la época, entre la puerta principal y el altar de San Gregorio, "al modelo de dicho altar que está en el hueco de la dicha pared, haciendo en ella un arco de ladrillo...". Testamento de Elvira de Castellanos, Veracruz, 30 de abril de 1605. Las obras de arte fueron contratadas los días 11 y 12 de agosto. La capilla sería labrada por el albañil carmonense Alonso Pérez de Alarás, el retablo por el ensamblador, también de la localidad, Bernabé Rodríguez y, finalmente, la pintura del mismo por Juan Bautista de Amiens. Todos estos contratos se localizan en el Archivo de Protocolos de Carmona y están publicados en MIRA CABALLOS: Carmona en la Edad Moderna..., págs. 140, 222-223 y 233-234.
Testamento de Luis de Valladares, San Antonio de Suchitepeque, 17 de abril de 1611. AGI, Contratación 328, N. 1, R. 6.
IBÍDEM.
Testamento de Francisco Navarro, Popayán, 23 de mayo de 1648. AGI, Contratación 554, N. 2.
IBIDEM.
Testamento de Tomás de Morera, La Habana, 25 de junio de 1589. AGI, Contratación 235, N. 1, R. 19.
Testamento de Elvira de Castellanos, Veracruz, 30 de abril de 1605. AGI, Contratación 938B, N. 30. Sobre las fundaciones y donaciones de Elvira de Castellanos véase MIRA CABALLOS: Carmona en la Edad Moderna..., pág. 357-361.
La cuantía le fue entregada al monasterio de Nuestra Señora de las Mercedes de Sevilla. Testamento de Ana de Escobar, San Juan de Ulúa, 8 de agosto de 1581. AGI, Contratación 256A, N. 1, R. 5.
Testamento de Francisco Navarro, Popayán, 23 de mayo de 1648. AGI, Contratación 554, N. 2.
Testamento de Tomás de Morera, La Habana, 25 de junio de 1589. AGI, Contratación 235, N. 1, R. 19.
Como es bien sabido la mayor parte de las donaciones documentadas datan de los siglos XVII y XVIII, siendo además su tesoro y ajuar eminentemente barroco. Al margen del mundo indiano se conocían otras muchas donaciones a la Virgen de Gracia, la mayoría del siglo XVII. Por citar algunos ejemplos concretos: el 6 de junio de 1623 el regidor Juan Flores de Salazar se concertó con el bordador, de la collación de San Juan de Palma de Sevilla, para hacer un vestido a la Virgen de Gracia a su costa. Archivo de Protocolos de Carmona (A.P.C.), Escribanía de Alonso Sánchez de Escamilla, Carmona, 6 de junio de 1623. Y trece años después, es decir, en 1636, el carmonense Pedro Sánchez Escobedo donó a los Jerónimos una lámpara de plata para que estuviese encendida "de noche y de día delante del altar mayor e imagen de Nuestra Señora de Gracia de la dicha iglesia...". A.P.C. Escribanía de Gregorio Muñoz de Alanís, Carmona, 5 de marzo de 1636, ff. 337 y ss. Sin embargo, hemos de suponer la existencia de donaciones en períodos previos que probablemente no han llegado a nuestros días. De hecho, sabemos por un documento de 1685, que la camarera de la Virgen de Gracia tenía facultad para "vender, trocar y disponer" las alhajas. Véase mi obra: Carmona en la Edad Moderna..., pág. 28.
Testamento de Elvira de Castellanos, Veracruz, 30 de abril de 1605. AGI, Contratación 938B, N. 30. Transcrito en Carmona en la Edad Moderna..., págs. 386-391.
Testamento de Antón de Valladares, Guatemala, 11 de agosto de 1616. AGI, Contratación 328, N. 1, R. 6.
Expediente de los bienes de difunto de Antón de Valladares, 1616-1617. AGI, Contratación 328, N. 1, R. 6.
Concretamente sabemos que el 27 de abril de 1628 se embarcó rumbo a Tierra Firme como mercader.
SANZ SERRANO, María Jesús: "El tesoro de la Virgen de Gracia de Carmona", La Virgen de Gracia de Carmona. Carmona, 1991, pág. 111.
Sobre dichas piezas puede verse el trabajo de MEJÍAS ÁLVAREZ, María Jesús: "Un conjunto de plata Hispanoamericana en la iglesia de San Bartolomé de Carmona", Laboratorio de Arte, Nº 2. Sevilla, 1989, págs. 123-132.-También aparece recogido en otra obra de la misma autora: Orfebrería religiosa en Carmona, siglos XV-XIX. Carmona, 2001, Cat. Nº 158, 178 y 216.
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Enviado por: | Esteban |
Idioma: | castellano |
País: | España |