Para entender el concepto de realismo debemos primero, preguntarnos el concepto de realidad, por lo tanto, ¿Qué es el realismo? Un diccionario responde que es “la acción de contemplar la realidad tal y como es y de obrar según sus dictados”, pero con esta definición surge el primer inconveniente, pues el hombre es incapaz de conocer la realidad en si misma, sólo percibe parte de ella y, por lo tanto, no le es posible conocer la realidad, creando entonces su realidad, es decir, con su vaga noción de realidad crea conceptos de lo real. Es imposible saber si lo que una persona llama vaso sea en realidad lo que otra llama perro, además está científicamente comprobado que los colores no son percibidos por todos de la misma manera.
El realismo pictórico sería entonces, más que la manera de retratar el entorno tal cual es, el reflejo de la percepción propia del autor plasmado para el deleite ajeno.
Si bien es mucho más fácil para el espectador reconocer los objetos hallados en la obra de Harnett o Warhol que en la de Pollock, ¿Es posible asegurar la completa comprensión del contenido de todas estas? Se debe precisar, en tal caso, la diferencia entre estilos figurativos y realistas. No sólo las formas fácilmente perceptibles, definidas y, quizás, conocidas dan cuenta de la verdadera naturaleza del entorno, ya que estas son resultado de convenciones tácitas entre los hombres, por lo tanto también entre el artista y el espectador. Cabe pues pensar que la mirada sensible del virtuoso, en este caso el artista, pueda producir una realidad propia. Es lo que podría llamarse la mágica mirada del artista, que no debe considerarse reservada sólo al productor de arte, sino también a cada una de las personas que esfuerzan sus sentidos para aproximarse a todas las formas que puedan encontrarse en una figura. Cada vez que alguien mira las nubes y ve en ellas trenes, osos, aviones y un sin fin de otros objetos está ejercitando esta “magia”.
Según George Inness “ El propósito del pintor es simplemente reproducir en otras mentes la impresión que una escena ha hecho en él.” Lo que podría entenderse como pintar una escena tan real como el pintor la ve, para que el espectador, al mirarla, vea lo que el pintor percibe. Por esto en la historia del arte norteamericano encontramos diferentes tipos de realismo. Sin duda los registros de la primera época, a la llegada de los colonos, debían reflejar la realidad; los retratos de John Singleton Copley y las escenas de West eran espejismos de su propia percepción; los retratos de Catlin parecen no ser fotográficos, pero al observarlos es posible ver no sólo la figura de los indios, sino también las sensaciones que estas imágenes le produjeron al pintor; es muy claro que los idílicos paisajes de Thomas Cole no pueden existir más que en su mente; el caótico orden de los bodegones de Harnett no puede ser encontrado en cualquier lugar; es imposible saber si la ternura expresada a través de los personajes de Mary Cassat efectivamente les perteneció; quien más que Hopper se fijaría en muros bañados por el sol; sería subestimar la creatividad de Pollock creer que sus puntos y rayas eran sólo eso; únicamente Warhol se atrevió a pintar bigotes en “la Mona Lisa”; es imposible calificar a Roy Lichtenstein de caricaturista; los “trabajos en tierra” de Smithson muestran terrenos que, quizás, sólo él y algunos cartógrafos conocen. Sin embargo es muy posible que los elementos representados por ellos correspondieran a una pequeña muestra del su mundo interior, a esa realidad que cada persona tiene, pero que es invisible a ojos ajenos. Se debe tomar en cuenta que cada uno de ellos buscó, en algún momento, representar el mundo experimentado.
A muchos de ellos, incluso, se les asocia a diferentes estilos como el impresionismo o el expresionismo abstracto, pero no es factible suponer que las manifestaciones artísticas pertenezcan a una sola línea.
¿Es posible hablar, entonces, de una “historia del realismo” en Estados Unidos? Sí. Cada una de las corrientes reprodujo, en su momento, las actividades, dificultades, cambios, problemática, personas y lugares de esa nación.
Esta es la labor del realismo: plasmar en la obra la imagen que el artista tenga como real, ya que es imposible pedir que se muestre la realidad ajena.
Bibliografía
Taylor, Joshua. “Las bellas artes en América”. N.O.E.M.A. editores. México, 1981
Sager, Peter. “Nuevas formas de realismo”. Alianza editorial. Madrid, 1986
Portada
Detalle de “Allies day, May 1917” Hasam, 1917.
Detalle de “Campbell´s condense tomato soup”. Andy Warhol, 1966.
Detalle de “The old violin”Harnett, 1886.
Detalle de “Dr. Samuel Boude” Benjamin West, 1756.
Todas las imágenes han sido obtenidas en:
http://www.artchive.com
Taylor, Joshua. “Las bellas artes en América” Página 108.