Salud


Rayos X


Rayo X en la Medicina

Las fotografías de rayos X o radiografías y la fluoroscopia se emplean mucho en medicina como herramientas de diagnóstico. En la radioterapia se emplean rayos X para tratar determinadas enfermedades, en particular el cáncer, exponiendo los tumores a la radiación. Véase Efectos biológicos de la radiación; Radiología.

La utilidad de las radiografías para el diagnóstico se debe a la capacidad de penetración de los rayos X. A los pocos años de su descubrimiento ya se empleaban para localizar cuerpos extraños, por ejemplo balas, en el interior del cuerpo humano. Con la mejora de las técnicas de rayos X, las radiografías revelaron minúsculas diferencias en los tejidos, y muchas enfermedades pudieron diagnosticarse con este método. Los rayos X eran el método más importante para diagnosticar la tuberculosis cuando esta enfermedad estaba muy extendida. Las imágenes de los pulmones eran fáciles de interpretar porque los espacios con aire son más transparentes a los rayos X que los tejidos pulmonares. Otras cavidades del cuerpo pueden llenarse artificialmente con materiales de contraste, de forma que un órgano determinado se vea con mayor claridad. El sulfato de bario, muy opaco a los rayos X, se utiliza para la radiografía del aparato digestivo. Para examinar los riñones o la vesícula biliar se administran determinados compuestos opacos por vía oral o intravenosa. Estos compuestos pueden tener efectos secundarios graves, por lo que sólo deben ser empleados después de una consulta cuidadosa. De hecho, el uso rutinario de los rayos X se ha desaconsejado en los últimos años, ya que su utilidad es cuestionable.

Un aparato de rayos X de invención reciente, y que se emplea sin compuestos de contraste, proporciona visiones claras de cualquier parte de la anatomía, incluidos los tejidos blandos. Se conoce como escáner (scanner) o aparato de tomografía axial computerizada; gira 180° en torno al cuerpo del paciente emitiendo un haz de rayos X del grosor de un lápiz en 160 puntos diferentes. Unos cristales situados en los puntos opuestos reciben y registran la absorción de los distintos espesores de tejido y huesos. Estos datos se envían a un ordenador o computadora que convierte la información en una imagen sobre una pantalla. Con la misma dosis de radiación que un aparato de rayos X convencional, puede verse todo un corte de espesor determinado del cuerpo con una claridad aproximadamente 100 veces mayor. El escáner fue inventado en 1972 por el ingeniero electrónico británico Godfrey Hounsfield, y en 1979 ya se había generalizado su uso.

Radiología

Especialidad médica que utiliza la radiación para el diagnóstico y el tratamiento de las enfermedades. Los rayos X y los restantes tipos de radiación son formas de energía producidas durante la desintegración de los átomos. La radiología, en sus vertientes diagnóstica y terapéutica, emplea radiaciones ionizantes (rayos alfa, beta, gamma y rayos X).

La radiología pudo desarrollarse gracias al descubrimiento de los rayos X por el físico alemán Wilhelm Conrad Roentgen en 1895. Roentgen fue galardonado con el Premio Nobel de Física por su trabajo. Hay otras formas de energía radiante que también permiten la obtención de imágenes médicas: los ultrasonidos son un ejemplo de ello. En la técnica denominada resonancia nuclear magnética, las diferencias en los tiempos de relajación de los núcleos de hidrógeno de los tejidos en un campo magnético artificial permiten la obtención de imágenes. Quizá sea más adecuada, por tanto, la denominación técnicas de imagen en medicina que el concepto de radiología diagnóstica para definir esta especialidad.

La radiología terapéutica se denomina en ocasiones radiación oncológica, y emplea la radiación ionizante como forma de tratamiento. Cada vez es más frecuente combinar esta modalidad con otras formas de tratamiento, como los fármacos o la hipertermia (fiebre inducida artificialmente).

Radiología diagnóstica

Subespecialidad de la radiología que estudia la estructura anatómica y la fisiología de los tejidos normales y de los tejidos alterados por distintas enfermedades a través de imágenes estáticas o dinámicas. La gran mayoría de las imágenes se obtienen exponiendo la región corporal que se quiere analizar a un haz de rayos X: éstos inciden luego sobre una película sensible (placa), y producen una imagen estática. La imagen obtenida se denomina radiografía o placa de rayos X y puede ser de varios tipos: una radiografía simple, como la habitual placa de tórax; una tomografía (del griego, tomes, `sección'), radiografía obtenida de manera que, a través del cálculo del momento de la exposición y el movimiento de la placa de rayos, se obtiene la representación de un plano predeterminado de la región corporal atravesada por el haz; o una tomografía axial computerizada (escáner, o TAC): un fino haz de rayos se proyecta desde todos los puntos de un área circular alrededor de la región a estudiar, y el análisis computerizado de la información obtenida permite obtener una imagen que representa un corte de esa región.

Otras imágenes médicas no emplean rayos X sino ultrasonidos, resonancia magnética nuclear (RMN), o el registro de la radiactividad emitida por isótopos que se administran al paciente y se acumulan en ciertos órganos o sistemas orgánicos específicos: estas técnicas se incluyen en el ámbito de la radiología nuclear o medicina nuclear; también pertenece a esta subespecialidad la técnica denominada tomografía de emisión de positrones (TEP), que utiliza las pautas de retraso de los positrones para estudiar diferentes reacciones metabólicas corporales. Cada técnica tiene sus particularidades, y por tanto en cada situación clínica habrá una técnica de imagen idónea para poner de manifiesto el proceso patológico que afecta a esa región corporal. El radiólogo puede así elegir, de acuerdo con el médico que atiende al paciente, la modalidad diagnóstica o técnica de imagen que mejor se adapte a la enfermedad en estudio.

Muchos órganos y sistemas orgánicos invisibles con las técnicas radiológicas convencionales pueden ponerse de manifiesto con el uso de unas sustancias opacas a la radiación denominadas medios de contraste, que se administran al paciente por vía oral, por inhalación o por inyección. Las exploraciones más habituales que utilizan medios de contraste son el tránsito gastrointestinal (tramo alto del tubo digestivo), el enema de bario (colon), la artrografía (se inyecta contraste en una articulación), la mielografía (se introduce contraste en el canal raquídeo) y la angiografía (se inyecta contraste en una arteria, una vena o un vaso linfático). Durante la mayoría de las exploraciones con medio de contraste, el radiólogo observa directamente por fluoroscopía el paso del contraste por el interior del organismo.

Las imágenes dinámicas recogen el movimiento de los órganos o sistemas orgánicos (como el tracto gastrointestinal), o el flujo de contraste en los vasos sanguíneos o en el canal raquídeo. Para obtener imágenes dinámicas se puede registrar la imagen en una pantalla móvil sensible a la radiación (fluoroscopía), o se pueden grabar las imágenes en una película (cinerradiografía) o cinta de vídeo. La cinta, o la película, permiten almacenar la información de manera permanente; con la fluoroscopía (similar a las imágenes de televisión), esta información se pierde, aunque durante la exploración fluoroscópica siempre existe la posibilidad de guardar imágenes radiográficas (placas) para utilizarlas más adelante.

La utilización de radiaciones ionizantes para la valoración de las enfermedades debe seguir un planteamiento similar a la utilización de los medicamentos para su tratamiento: las técnicas radiográficas de imagen sólo se deben realizar en las situaciones clínicas en que esté indicado realizarlas, y debe ser el médico, u otra persona cualificada, quien solicite la prueba. Aunque hay un riesgo potencial derivado de la pequeña dosis de radiación que recibe el paciente en una exploración radiográfica, no hay pruebas objetivas de que esta exposición, cuando la prueba ha sido correctamente indicada y ha sido realizada por personal cualificado, tenga efectos adversos sobre la salud.

Radiología terapéutica

Consiste en la utilización de radiaciones ionizantes en el tratamiento de enfermedades malignas. Se puede emplear de manera aislada, o en combinación con fármacos o hipertermia. La radiología terapéutica ha sido posible gracias al descubrimiento de la radioactividad natural a finales del siglo XIX. En función de la energía del haz de radiación empleado, la radioterapia puede ser superficial (menos de 120 kilovoltios), de ortovoltaje (120 a 1.000 kV), o de megavoltaje (más de 1.000 kV). La radioterapia superficial se emplea en el tratamiento de las enfermedades malignas de la piel, los ojos y otras zonas de la superficie corporal. La radioterapia de ortovoltaje ha sido prácticamente sustituida por la de megavoltaje (cobalto, aceleradores lineales, betatrón y aceleradores de partículas). Con la radioterapia de megavoltaje se consigue una distribución más efectiva y eficiente de la dosis total de radiación que se pretende administrar a los tumores situados en profundidad, preservando al mismo tiempo la piel y los tejidos normales.

La radioterapia puede emplearse como tratamiento único en la mayor parte de los cánceres de la piel, donde es el tratamiento de elección; en algunas fases del cáncer de cérvix, útero, mama y próstata; y en algunas leucemias y linfomas, sobre todo la enfermedad de Hodgkin. En estas situaciones la radioterapia se emplea como tratamiento curativo. Cuando la radioterapia se complementa con la quimioterapia (fármacos anticancerosos) en la llamada terapia combinada, su efecto puede ser curativo o simplemente paliativo (para alivio de los síntomas). La radioterapia también se utiliza antes o después de la exéresis (extracción) quirúrgica de ciertos tumores para aumentar las posibilidades de curación al destruir células tumorales que pudieran haber quedado en los márgenes de la resección. La radioterapia se utiliza con frecuencia para evitar las recurrencias tumorales después de la intervención quirúrgica.

Fundamentos de la radioterapia

La base de la radioterapia es la superior capacidad de recuperación de los tejidos normales con respecto a los tumores y las células tumorales tras la radiación ionizante. Una dosis de radiación que destruye a las células tumorales sólo produce una lesión transitoria a las células normales vecinas. Cuando la capacidad de recuperación de los tejidos normales frente a una determinada dosis de radiación es similar o inferior a la capacidad de recuperación del tejido canceroso, se dice que el tumor es radiorresistente. Cuando se da esta circunstancia, la radioterapia no constituye un tratamiento adecuado.

Profesionales de la radiología

Un radiólogo es un médico que, una vez terminada la carrera de medicina, completa su formación en esa especialidad a lo largo de cuatro o cinco años dedicados al estudio de la radiología diagnóstica o de la radioterapia.

Después de completar su formación como radiólogo puede subespecializarse en otros campos como son la neurorradiología, o la radiología pediátrica, genitourinaria, gastrointestinal, o del aparato locomotor. Estas subespecialidades tienen una duración aproximada de uno o dos años. Así puede dedicarse de manera exclusiva a ese campo de la radiología, o combinar la práctica de la radiología diagnóstica general con la subespecialidad. Los radiólogos pueden trabajar en hospitales públicos o en la práctica privada, o en ambas, o en la enseñanza, la investigación o la administración.

Los radiólogos trabajan en colaboración con físicos, biólogos, y técnicos de radiología. También los técnicos de radiología pueden completar su formación en un área específica, con la acreditación correspondiente. Los técnicos de radiología titulados tienen la cualificación necesaria para realizar determinadas técnicas radiológicas y colaborar en otros procedimientos más complejos, pero siempre bajo la supervisión de un radiólogo. En cualquier caso, un técnico de radiología no tiene la acreditación ni la formación adecuadas para interpretar las exploraciones radiológicas.

Introducción

Con este trabajo de investigación queremos demostrar como influye la tecnología en la medicina.

La radiología, que nos ayuda a prevenir, diagnosticar y tratar enfermedades que en el pasado ni siquiera se sabía que existían. Con la evolución de esta tecnología se puede llegar a ver hasta las partes más pequeñas y escondidas de nuestros cuerpos y el funcionamiento de este.

También mostraremos que su uso ayuda a detectar enfermedades y también se puede ampliar su uso al tratamiento de enfermedades malignas de la piel, los ojos y otras zonas de la superficie corporal.

Conclusión

A través del trabajo vimos la evolución de la radiología y vimos que a través de esta fueron mejorando las formas de detección y tratamiento de enfermedades.

También nos dimos cuenta que la ingeniería esta ligada a la evolución de la radiología, ya que fueron ingenieros los que inventaron y perfeccionaron estas maquinas. También vimos como la computación influye en la radiología, ya que es un ordenador el que guarda y registra los datos dados por estas maquinas.




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Enviado por:Francisco Maggiolo
Idioma: castellano
País: España

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