Historia: | La Puebla de Montalbán tiene mucha historia:
Profundas raíces tiene en la Historia esta villa y su territorio. Hitos históricos lo avalan: hachas de piedra, enterramientos en urna, verraco celta y tumbas romanas.
Sus feraces vegas del Tajo, río de arenas doradas según cantaron los clásicos, es la lógica explicación a este trasiego de culturas y pueblos.
Los pastores celtas llegaron con sus ganados a estos sotos. Ahí está el verraco de la Vega de los Caballeros y, en la terraza de esta vega, la cultura del calcolítico deja en el triángulo entre el Tajo y el Arroyo del Valle sus enterramientos en urna.
Su nombre se hace derivar por unos del término celta "albiganus", "monte albiganicum"; Por otros de "monte albán" y, en ambos casos, por sus caleras y canteras de caolín que aún hoy reverberan por su blancura en la zona sur del término municipal.
Conquistada la ciudad de Toledo por Marco Fulvio Nobilior en el 193 a.C., pronto las legiones romanas ocupan estas tierras. Son varios los restos que lo atestiguan. Al lado y sobre la zona céltica, queda su huella con restos de poblados y presa de opus cementitium en el Arroyo del Valle.
En uno de los sotos que el serpeante Río Tajo produce en su recorrido por el término, denominado Sotorredondo, se han descubierto tumbas, numerosas monedas, un áureo de Nerón y una estatuilla del dios Mercurio.
El nombre de "Licinia" está ligado a estos pagos. En 1901 se descubrió su tumba en la Dehesa Nueva, frente al Sotorredondo, y el epígrafe de la losa decía "Licinia, de la gente de los moenos, hija de Badío Paterno, de la gente de los Maganos, aquí yace. Séate la tierra leve".
Si los sotos y meandros del río aseguraban a los romanos las provisiones cerealistas, más al sur, en las ondulaciones del terreno hacia Melque y el Castillo de Montalbán, hoyarán sus tierras en explotaciones mineras y en el solar de Melque nos dejarán sus presas de opus cementicium las cuales, además de suministro de agua, servirían de lavadero de minerales. Siglos después, en época visigótica, según las últimas opiniones arqueológicas, se levantó una de las ermitas más enigmáticas de este país: Santa María de Melque; construcción ciclópea en granito que ha llegado a nosotros completa en su cuerpo y estructura. Su orientación oriente - poniente responde a la constante tradición litúrgica imperante a partir del siglo V Planta de cruz griega con brazos prácticamente iguales. Por sus proximidades construyeron los romanos una calzada, razón del trazado y curso de la medieval Cañada Segoviana.
Cuando Abd - Al Rahman III somete a los levantiscos mozárabes toledanos en el 932, se conoce el enclave con el nombre de "Balat El - Melk", "Camino de Rey". De ahí arranca su nombre que, reconquistado el territorio por los castellanos, se cita en 1148 como el Monasterio de Santa María de "Valadelmec".
Quizás el mismo califa cordobés inició la construcción del Castillo, por la técnica de sus cimientos, fortaleza que siglos más tarde será bastión defensivo y sede del Señorío de Montalbán.
Melque y Montalbán están íntimamente unidas en sus vicisitudes históricas. Desde 1148 a 1192, Melque estuvo dirigida por monjes cistercienses, año este último en que la abandonan, estableciéndose en ambos enclaves los Templarios hasta la supresión de la orden por bula pontificia durante el reinado de Fernando IV (1295 - 1312 ). Los Templarios hicieron del Castillo de Montalbán en el siglo XIII con sus dos impresionantes torres albarranas, una inexpugnable fortaleza y sede de la tercera bailía de la orden.
Si hemos de creer a Juan Martínez y al Bachiller Ramírez de Orejón, informantes en las Relaciones Topográficas de Felipe II La Puebla de Montalbán surge en su actual emplazamiento por el siglo XIII
Los nombres de Villaharta y Ronda fueron primitivos emplazamientos de los habitantes de Montalbán que, en el siglo XIII a causa de pestes y epidemias, por ser poblados junto al Tajo, abandonaron aquellos emplazamientos para instalarse en el más sano y alto de La Puebla que fue antigua y exclusiva "habitación de judíos".
Lo cierto es que aparece La Puebla como villa en 2 documentos del rey Alfonso VIII de los años 1208 y 1209. Este último firmado el 5 de Febrero en San Esteban de Gormaz, en el que cede a su fiel vasallo Alfonso Téllez de Meneses la villa que se llama de Montalbán "os doy y concedo a vos y a vuestros sucesores la predicha villa, con sus términos toda íntegra, sin retención alguna...".
Así surge el Señorío de Montalbán, con capitalidad en la villa, pudiendo considerarse esta donación como una carta puebla al señalar los límites territoriales de la jurisdicción de Montalbán.
La villa y su tierra, con la fortaleza del Castillo de Montalbán, entran en la intrigante y turbulenta historia medieval del reino de Castilla. Será moneda de cambio y objeto de trueque entre la corona y el feudalismo nobiliario. Así Alfonso XI dona castillo y encomienda al célebre magnate don Alfonso Fernández Coronel.
El cruel y justiciero rey don Pedro I arrebata estos bienes al magnate en 1353. Aquí vivirá apasionadamente sus relaciones con doña María de Padilla. En Mayo del mismo año parte hacia Valladolid para contraer matrimonio con doña Blanca de Borbón dejando en el Castillo de Montalbán a doña María de Padilla. Celebrados los esponsales el 3 de Junio, abandona a la triste doña Blanca y en desenfrenada carrera vuelva a La Puebla, adonde se ha trasladado su amada.
En La Puebla preside en 1383 su Consejo el rey Juan I en el que dispuso su desgraciada expedición a Portugal.
En 1420 la fortaleza de Montalbán y sus tierras pertenecen a la reina Doña Leonor de Aragón y ocurre el asedio que Juan II sufre en el Castillo, desde el 29 de Noviembre, hasta la víspera de Navidad de dicho año. Por la ayuda que recibió de las gentes de La Puebla, otorgó a la villa el privilegio del mercado franco los Jueves.
Por herencia de doña Leonor, Castillo y Villa pasan a doña María de Aragón, esposa de Juan II que lo poseyó hasta 1437 en que, contra su voluntad, pasa a ser del condestable don Álvaro de Luna.
Ejecutado en Valladolid el condestable de Castilla, su viuda, doña Juana de Pimentel, conservó el Castillo en largos pleitos con el Rey.
Será Enrique IV el que, rompiendo pleitos, confisque el Señorío y done la villa a su amigo y partidario don Juan Pacheco en 1453, quien, en 1467, crea un mayorazgo que otorga a su tercer hijo don Alonso Téllez Girón I, que adopta el título de "Señor de La Puebla de Montalbán". Larga fue la vida de don Alonso Téllez Girón, que en 1474 sucede a su padre hasta su fallecimiento en 1.527. El casco histórico y la traza urbanística más importante de La Puebla son de esta época.
Ha surgido La Puebla en la que Fernando de Rojas verá la luz. La Puebla tiene una importante colonia judía. En el reparto que se hizo de las alhamas de Castilla en 1474 por importe de 400.000 maravedíes, correspondían a esta villa 800.
Son años prósperos para la Puebla. Su puente sobre el Tajo se ha convertido en uno de los seis puertos o contaderos reales de Castilla. Por él pasan cientos de miles de cabezas trashumantes que pagan su "peaje" al conde.
El poderoso Consejo de la Mesta celebra en este siglo algunas de sus Asambleas en La Puebla. Anduvo en litigios con el Conde de Montalbán al conseguir en 1413 un Decreto que liberaba del pago de los portazgos locales en Montalbán.
En este ambiente debió transcurrir la infancia y primera juventud de Rojas.
Pero la historia sigue en esta villa. Rojas se marcha a Salamanca, estudia leyes y, vuelto a su tierra, se instalará en Talavera.
Los Téllez Girón seguirán sucediéndose en el Señorío hasta 1573, en que se convierte en condado a favor de Don Juan Pacheco Téllez Girón, primer Conde de Montalbán, título que ostentan sus descendientes hasta 1789 en que, muerto sin sucesión el sexto Conde de Montalbán, don Andrés Téllez Girón, recae el Condado de Montalbán en don Diego López Pacheco, manteniéndose ésta casa nobeliaria hasta la disolución de los señoríos en el siglo XIX
Rica y densa la historia de esta tierra que ha dado a nuestro país el timbre honorífico de Rojas y su Celestina, un protomédico de Felipe II Francisco Hernández Boncalo, además de un Cardenal, obispos y juristas. |