Educación y Pedagogía


Psicomotricidad


DEFINICIÓN

Hay una cierta confusión sobre qué se entiende por Psicomotricidad. La ambigüedad terminológica hace posible que no todos pensemos lo mismo cuando la oímos nombrar, por lo que puede ser:

1.- Campo de conocimiento que tiene su propio método, sus teorías, principios, etc., así como la manera en que se investigan dichos principios. Es el aspecto más teórico. Se le puede denominar la ciencia del movimiento, y es competencia de la Educación Física y de la Psicología del Deporte.

2.- Técnica de intervención que se centra en lo corporal para intervenir sobre la mente, ya sea sobre problemas de tipo cognitivo, de tipo psiquiátrico, neurológico, etc. Tiene dos versiones: la práctica psicomotriz y la intervención psicomotriz, dependiendo si las sesiones no son directivas o si lo son, respectivamente.

3.- Habilidad del sujeto, de actuación motriz de acuerdo con unos principios de maduración filo y ontogenética. Es, en la actualidad, competencia de la Neuropsicología gracias a la aportación de Vítor da Fonseca.

Definición consensuada por las asociaciones españolas de Psicomotricidad o Psicomotricistas:

Basado en una visión global de la persona, el término "psicomotricidad" integra las interacciones cognitivas, emocionales, simbólicas y sensoriomotrices en la capacidad de ser y de expresarse en un contexto psicosocial. La psicomotricidad, así definida, desempeña un papel fundamental en el desarrollo armónico de la personalidad. Partiendo de esta concepción se desarrollan distintas formas de intervención psicomotriz que encuentran su aplicación, cualquiera que sea la edad, en los ámbitos preventivo, educativo, reeducativo y terapéutico. Estas prácticas psicomotrices han de conducir a la formación, a la titulación y al perfeccionamiento profesionales y constituir cada vez más el objeto de investigaciones científicas.

Gª Núñez y Fernández Vidal (1994):

La psicomotricidad es la técnica o conjunto de técnicas que tienden a influir en el acto intencional o significativo, para estimularlo o modificarlo, utilizando como mediadores la actividad corporal y su expresión simbólica. El objetivo, por consiguiente, dela psicomotricidad es aumentar la capacidad de interacción del sujeto con el entorno.


Berruezo (1995):

La psicomotricidad es un enfoque de la intervención educativa o terapéutica cuyo objetivo es el desarrollo de las posibilidades motrices, expresivas y creativas a partir del cuerpo, lo que le lleva a centrar su actividad e interés en el movimiento y el acto, incluyendo todo lo que se deriva de ello: disfunciones, patologías, estimulación, aprendizaje, etc.

Muniáin (1997):

La psicomotricidad es una disciplina educativa/reeducativa/terapéutica, concebida como diálogo, que considera al ser humano como una unidad psicosomática y que actúa sobre su totalidad por medio del cuerpo y del movimiento, en el ámbito de una relación cálida y descentrada, mediante métodos activos de mediación principalmente corporal, con el fin de contribuir a su desarrollo integral.

De Lièvre y Staes (1992):

La psicomotricidad es un planteamiento global de la persona. Puede ser entendida como una función del ser humano que sintetiza psiquismo y motricidad con el fin de permitir al individuo adaptarse de manera flexible y armoniosa al medio que le rodea. Puede ser entendida como una mirada globalizadora que percibe las interacciones tanto entre la motricidad y el psiquismo como entre el individuo global y el mundo exterior. Puede ser entendida como una técnica cuya organización de actividades permite a la persona conocer de manera concreta su ser y su entorno inmediato para actuar de manera adaptada.

  • HISTORIA DE LA DISCIPLINA

Nace en Francia. El pionero en acuñar el término es Dupré en 1907, poniendo de relieve las estrechas relaciones que unen las anomalías psíquicas y las motrices, gracias a sus descripciones sobre la debilidad motriz.

Wallon, en 1925, subraya la importancia de la función tónica, que es la que origina la comunicación y las emociones, y Piaget a su vez afirma que la acción es el origen de la comunicación y de las emociones.

Pero es con Ajuriaguerra cuando la Psicomotricidad se constituye como una práctica específica aportando métodos y técnicas, aparte de conceptos todavía utilizados como esquema corporal (Schilder), coordinación dinámica, etc.

Y en 1969 con la publicación del libro “Educación Psicomotriz y Retraso Mental” la Psicomotricidad logra su autonomía y se convierte en una actividad educativa original con objetivos y medios propios.

Ese mismo año se abre la Escuela Municipal de Expresión en Barcelona, donde se nota la influencia francesa gracias a la participación de Lapierre o Aucouturier con sus seminarios. Estos dos autores consiguen que haya una mayor difusión de la disciplina entre los docentes que entre los profesionales del ámbito sanitario, al contrario que en Francia.

En 1985, al instaurarse la Integración Escolar, en el ámbito de la Educación Especial se incorpora la Psicomotricidad y al psicomotricista como profesional especializado en determinadas intervenciones de tipo reeducativo.

ÁMBITOS DE APLICACIÓN

  • EDUCACIÓN PSICOMOTRIZ

Nace de la concepción de educación vivenciada iniciada por André Lapierre y Bernard Aucouturier que consideran el movimiento como elemento insustituible en el desarrollo infantil. Autores como Jean Le Boulch o Pierre Vayer consolidan esta tendencia. La práctica psicomotriz se dirige a individuos sanos, en el marco de la escuela ordinaria, trabajando con grupos en un ambiente enriquecido por elementos que estimulen el desarrollo a partir de la actividad motriz y el juego.

Es una aplicación de base escolar, para el desarrollo de la persona y como punto de partida de todos los aprendizajes. De este modo, se educan las capacidades sensitiva respecto al propio cuerpo y al exterior, la perceptiva, que ayudarán a conformar el esquema corporal, y la representativa, que implica representar los movimientos mediantes signos gráficos o símbolos.

Para que el niño aproveche mejor este trabajo, es necesario un nivel adecuado de maduración psicomotriz, un dominio de la comunicación verbal y un grado de madurez psicoafectiva.

  • REEDUCACIÓN PSICOMOTRIZ

Nace con los planteamientos de la neuropsiquiatría infantil francesa de principios de siglo y se desarrolla a partir de las ideas de Wallon, impulsadas por el equipo de Ajuriaguerra, Diatkine, Soubiran y Zazzo, que le dan el carácter clínico que actualmente tiene. Se trabaja con individuos que presentas trastornos o retrasos en su evolución y se utiliza la vía corporal para el tratamiento de los mismos. La intervención debe ser realizada por un especialista, (psicomotricista) con una formación específica en determinadas técnicas de mediación corporal.

Se da en Educación Especial, en el colegio, o a nivel de tratamiento individual. En este caso el proceso de aprendizaje está alterado y el niño necesita una ayuda para superar sus dificultades con éste.

También se considera reeducación el caso en que algún aspecto del Curriculum que no ha sido adquirido en el momento cronológico que le corresponde y se retoma después en condiciones de aprendizaje especiales.

  • TERAPIA PSICOMOTRIZ

Cuando los trastornos de la persona, tanto niño como adulto, son bastante severos y no se refieren exclusivamente a algún problema de aprendizaje, sino que también implican un trastorno grave de personalidad. La intervención es individual y la metodología es particular para cada caso.

Se aplica a poblaciones que padecen psicosis, neurosis, autismo, daño cerebral sobrevenido, deficientes mentales adultos, ancianos con deterioro, trastornos de la alimentación, etc.

Cuando se realiza una intervención de este tipo, el terapeuta debe estar muy instruido tanto a nivel teórico, como a nivel práctico y personal.

CONTENIDOS DE LA PSICOMOTRICIDAD

APLICACIONES DE LA PSICOMOTRICIDAD

  • Control tónico-postural.

  • Control respiratorio.

  • Equilibración.

  • Lateralización.

  • Coordinación dinámica.

  • Disociación motriz.

  • Esquema/imagen corporal.

  • Coordinación visomotriz.

  • Orientación espacial.

  • Estructuración temporal.

  • Ejecución motriz (praxias).

  • Diagnóstico psicomotor.

  • Observación psicomotriz.

  • Educación psicomotriz.

  • Reeducación psicomotriz.

  • Terapia psicomotriz.

  • Relajación.

  • Grafomotricidad.

  • Estimulación temprana.

  • Juego.

  • Gerontomotricidad.

METODOLOGÍA

No todos los psicomotricistas trabajan de la misma manera, es decir, hay diferentes escuelas y métodos. Son destacadas dos más un enfoque integrador de ambas.

  • LA PSICOMOTRICIDAD EN SUS COMIENZOS:

Al principio, la Psicomotricidad se hacía según una metodología directiva. Es la línea conocida como pedagógica o clásica, ya que es esa la actitud que mantiene el adulto. Tiene como objetivo potenciar el diálogo del niño consigo mismo y conseguir aprendizajes escolares, normalizando el comportamiento a través de la actividad corporal.

Las actividades son concretas y específicas, que se dirigen a una conducta corporal, como lateralidad, equilibrio, tono, etc. Cuando se tiene que evaluar, se realiza un balance psicomotor inicial, antes de la intervención, y otro final como método de seguimiento. Los principales autores son Ajuriaguerra, Picq, Vayer, Da Fonseca...

  • PRÁCTICA PSICOMOTRIZ:

Es la línea de corte más dinámico, conocida también como psicomotricidad relacional o vivenciada. Es la forma de trabajo de la escuela de Bernard Aucouturier.

Con esta metodología se busca favorecer la comunicación, el conocimiento y la creación, ya que parte de la expresividad psicomotriz y las propuestas libres del niño cuando se trabaja en sala. El adulto no dirige la sesión, sino que se dedica a observar estando atento a las demandas que puedan surgir desde el niño .

  • ENFOQUE INTEGRADOR: LA FORMA DE TRABAJAR EN ESTOS DÍAS:

Línea de trabajo creada para salvar las diferencias entre las otras dos. Se promueve el desarrollo integral del niño a través de la acción corporal sistematizada en el desarrollo curricular.

Las actividades pueden ser tanto libres como dirigidas, siempre en consonancia con los bloques de contenido de las áreas curriculares, tomando la actividad psicomotriz como punto de partida para ello. De este modo, la actitud del adulto es medianamente directiva.

De este modo, los profesionales de la psicomotricidad consideramos uno u otro enfoque más o menos adecuado según la población con la que se intervenga o las propias ideas del psicomotricista y sus preferencias. Aunque los que no son de la corriente de la Práctica psicomotriz, trabajan, generalmente, desde el llamado enfoque integrador.

OBJETIVOS Y FUNCIONES

El objetivo de la psicomotricidad es el desarrollo de las posibilidades motrices, expresivas y creativas (del individuo en su globalidad) a partir del cuerpo, lo que lleva a centrar su actividad e investigación sobre el movimiento y el acto, incluyendo todo lo que se deriva de ello: disfunciones, patologías, educación, aprendizaje, etc. El campo de actuación se centra en dos flancos diferentes, uno que se preocupa del cuerpo pedagógico, donde encontramos la actividad educativa/reeducativa del psicomotricista con un determinado propósito: lograr llevar al individuo hasta la consecución de sus máximas posibilidades de desarrollo, de habilidad, de autonomía y de comunicación. En la otra vertiente, la psicomotricidad se preocupa del cuerpo patológico, y se realiza una actividad rehabilitadora/terapéutica que se orienta hacia la superación de los déficit o las inadaptaciones que se producen por trastornos en el proceso evolutivo provocados por diversas causas, orgánicas, afectivas, cognitivas o ambientales. De cualquier modo, se trata, nuevamente, de llevar al sujeto hacia la adaptación, la superación de sus dificultades y la autonomía.

Así pues, "la educación psicomotriz gira principalmente en torno a algunos temas específicos referidos a la experiencia vivida que parten del cuerpo para llegar, mediante el descubrimiento y uso de diversos lenguajes (corporal, sonoro-musical, gráfico, plástico, etc.), a la representación mental, al verdadero lenguaje y específicamente: a la emergencia y elaboración de la personalidad del niño, de su `yo' como fruto de la organización de las diferentes competencias motrices y del desarrollo del esquema corporal, mediante el cual el niño toma conciencia del propio cuerpo y de la posibilidad de expresarse a través de él; a la toma de conciencia y organización de la lateralidad; a la organización y estructuración espacio-temporal y rítmica; y a la adquisición y control progresivo de las competencias grafomotrices en función del dibujo y la escritura. Estos son los requisitos necesarios para un aprendizaje válido y constituyen la trama de cualquier educación psicomotriz, experimentada en términos vivenciales y funcionales." (BOSCAINI 1994b, 20). De forma resumida, la educación psicomotriz, organiza sus objetivos en torno a la relación con uno mismo, a la relación con los objetos y a la relación con los demás. Es decir, parte del cuerpo, de su expresión, su aceptación, su conocimiento y dominio, se ocupa de la actividad de organización real, simbólica y representativa del espacio y las cosas que en él se encuentran, para llegar a una relación ajustada con los demás (los iguales y los adultos) fruto de su autonomía psicomotriz.

Parece claro, pues, que para la psicomotricidad el movimiento, por sí mismo, no tiene interés. Se encuentra como dice Boscaini (1992, 20) "en la encrucijada entre la acción y la representación"(...). "La especificidad de la psicomotricidad está en el hecho de que para ella el movimiento asume también una dimensión comunicativa, es también lenguaje por el cual el movimiento llega a ser acto psicomotor, expresión de una constante dinámica entre el cuerpo, sus funciones y la realidad externa en situación relacional". En este sentido se expresa Bergès cuando afirma que lo que hace específico el planteamiento de la psicomotricidad no es considerar la estructura anatómica del individuo, ni su función biológica, ni siquiera el funcionamiento de la función como expresión de una organización neuropsicológica más compleja, sino la realización conjunta de todo ello en el momento de la relación interpersonal, o como él dice "bajo la mirada del otro" (1985).

Desde el punto de vista rehabilitativo/terapéutico, la psicomotricidad, el abordaje psicomotor, debe ser "una acción pedagógica y psicológica que utiliza la acción corporal con el fin de mejorar o normalizar el comportamiento general del niño facilitando el desarrollo de todos los aspectos de su personalidad" (ARNAIZ 1994, 46). Al igual que la educación psicomotriz se estructura con planteamientos propios de la educación: hay una programación en función de unos objetivos, unos contenidos a abordar a través de la experiencia y una evaluación final de los resultados, la clínica psicomotriz se estructura con planteamientos propios de la sanidad: hay una disfunción o síntoma que, tras un examen o exploración especializada lleva a la elaboración de un diagnóstico, un pronóstico y unas pautas para afrontar el tratamiento, cuyo objetivo es la normalización o desaparición del síntoma, y paralelamente al cual se estipula un seguimiento y, eventualmente, un alta clínica. En esta vertiente, el psicomotricista se ocupa no sólo del diagnóstico, que hace mediante un examen o balance psicomotor de los indicadores psicomotores más relevantes, sino del tratamiento y del seguimiento que se establece para la desaparición del síntoma o la superación del déficit.

Por lo tanto, la psicomotricidad debe proponer dos líneas de trabajo bien diferenciadas, que se corresponden con las dos vertientes aquí expuestas. Por una parte debe ser un instrumento educativo en manos de los maestros, educadores o pedagogos que contribuya a establecer adecuadamente las bases de los aprendizajes y de la personalidad de los niños y las niñas; por otra parte debe caracterizar una figura profesional específica, el psicomotricista, que se encargue de abordar, con un peculiar enfoque, los trastornos y disfunciones que podemos denominar psicomotrices.

En conclusión, creo que la psicomotricidad, su conocimiento y su práctica, puede ayudarnos a todos a comprender y mejorar nuestras relaciones con nosotros mismos, con los objetos y con las personas que nos rodean. La psicomotricidad se fundamenta en una globalidad del ser humano, principalmente en la infancia, que tiene su núcleo de desarrollo en el cuerpo y en el conocimiento que se produce a partir de él. El desarrollo psicomotor nos posibilita alcanzar niveles de simbolización y representación que tienen su máximo exponente en la elaboración de la propia imagen, la comprensión del mundo, el establecimiento de la comunicación, y la relación con los demás, La psicomotricidad puede aplicarse como instrumento educativo para conducir al niño hacia la autonomía y la formación de su personalidad a través de un proceso ordenado de consecuciones de todo tipo. En este devenir se pueden producir perturbaciones que pueden ser objeto de una consulta, intervención o terapia psicomotriz.

La psicomotricidad es algo más que una técnica que se aplica, algo más que un conocimiento que se adquiere. Es, o ha de ser, una forma de entender las cosas que se vive, que se siente, que se experimenta, y que nos sitúa en una actitud de disponibilidad, que supone la comprensión, el respeto y el favorecimiento del cambio y del desarrollo en nosotros mismos y en los demás.

CONTENIDOS PSICOMOTORES

I. ESTRUCTURAS CEREBRALES IMPLICADAS

El objetivo del psicomotricista es trabajar el esquema corporal, y ello se hace trabajando, al tiempo los llamados contenidos psicomotores. El desarrollo de otros esquemas como el espacial y el temporal, por ese orden, se apoya en el corporal para lograr una perfecta coordinación entre ellos, como propone Joel Defontaine.

El hecho de mencionar esquema corporal puede implicar la noción de corporalidad, o de parietalidad, haciendo referencia al lóbulo parietal izquierdo, que es el que se encarga mayoritariamente de su control y funcionamiento; sin embargo, dicho esquema no es únicamente sensitivo, sino que tiene un componente motor. Entonces, lo que manifestaría el componente motor es ya parte de áreas frontales, implicando a las áreas motoras primarias (área 4 de Brodmann) y motoras secundarias (área 6 de Brodmann), en las áreas premotora y motora suplementaria de la corteza cerebral.

También implica parietalidad el esquema espacial, ya que el lóbulo parietal derecho se encarga de la orientación espacial y praxias de tipo constructivo; sus principales patologías son la agnosia topográfica, que es la dificultad para orientarse en mapas y planos, y dos tipos de apraxia: la construccional y la del vestido, que es un subtipo de la primera.

Otro trastorno del lóbulo parietal derecho es el Síndrome de heminegligencia, que consiste en negar o sentir indiferencia hacia el lado izquierdo del cuerpo que está paralizado.

¿Qué sucede con el esquema temporal? El esquema temporal, que es el más elaborado y más tardío en su adquisición, es competencia de áreas de asociación multimodal. En el hemisferio izquierdo, tenemos el área de Broca, encargada de la producción lingüística, cuyo homólogo en el hemisferio derecho se encarga de producir ritmos, y el homólogo del área de Wernicke en el mismo hemisferio, se encarga de comprenderlos, así como del procesamiento musical.

II. CONTENIDOS PSICOMOTORES QUE CONFORMAN EL ESQUEMA CORPORAL

Previamente hay que definir esquema corporal como:

"La conciencia inmediata que cada uno tiene de su propio cuerpo, tanto en reposo como en movimiento, en función de la interrelación de sus partes y de la relación con los demás y con el entorno".

El esquema corporal, además, está muy influenciado por las características físicas de la persona, lo que siente acerca de sí misma (autoconcepto), y lo que otros sienten por o sobre ella, y se asienta sobre la progresiva integración de los datos sensoriales y de los desplazamientos del cuerpo, tanto globales como segmentarios.

Gracias al esquema corporal, disponemos de otro constructo llamado imagen corporal, que se define como:

"La suma de sensaciones y sentimientos que conciernen al cuerpo, el cuerpo como se siente (Ajuriaguerra). La influyen las experiencias vitales y procesos mentales en las que el sujeto se reconoce a sí mismo. Es, en definitiva, el cuerpo vivido".

Ahora, entonces, podemos describir cuáles son los contenidos psicomotores propiamente dichos, que configuran el esquema corporal.

III. CONDUCTAS MOTRICES DE BASE

  • Tonicidad

Es el grado de tensión de los músculos de nuestro cuerpo, la vigilancia y disposición para realizar un movimiento, un gesto o mantener una postura. Ahí se imprime cierto tono a unos músculos y se inhiben y relajan otros: cualquier acto motor voluntario implica control de tono.

El tono tiene una gran relación con lo afectivo y con la relación. De ahí que Ajuriaguerra hable del diálogo tónico: una comunicación sin símbolos ni intermediarios, como la que se produce entre la madre y el bebé ("acople"). El niño puede tener reacciones tensas (hipertonía) como llorar y patalear, o reacciones de calma, como estar durmiendo (hipotonía). Ocurre lo mismo en los adultos: cuando alguien está tenso, contesta de forma muy agresiva (y luego le llaman "borde"). Si alguien está cansado, su tono es bajo y su voz es muy suave y se expresa con apatía.

  • Control tónico-postural

Capacidad de canalizar la energía tónica de cara a la iniciación, mantenimiento e interrupción de una acción o postura determinada. Depende de factores como el nivel de maduración, la fuerza muscular, características psicomotrices, adaptación del esquema corporal al espacio y de las relaciones afectivas con los demás.

La postura está íntimamente relacionada con el tono; de ahí que cada uno tenga un tono diferente en cada parte del cuerpo y que tenga una postura característica (hombros hacia delante, pies hacia fuera...).

  • Control respiratorio.

Está relacionado con el tono, y sujeto a control voluntario, e involuntario, ya que también se relaciona con la atención y con las emociones. Implica darse cuenta de cómo se respira y adecuar la forma en que lo hacemos.

  • Disociación motriz.

Capacidad para controlar por separado cada segmento motor sin que entren en funcionamiento otros segmentos que no están implicados en la ejecución de la tarea. Así, al escribir, se hace con la mano, y no con todo el cuerpo.

  • Equilibrio.

Su función es mantener relativamente estable el centro de gravedad del cuerpo. Depende del sistema vestibular y del cerebelo. Hay dos tipos:

A) Estático: mantener la inmovilidad en una postura determinada (con un pie, con las rodillas flexionadas), por ejemplo, aguantando sobre un solo pie unos segundos.

B) Dinámico: tiene dos versiones, una de ellas puede ser desplazarse en una postura determinada (patinar o hacer un giro de ballet), y la otra es saber parar tras la realización de una actividad dinámica.

  • Coordinación.

Integración de las diferentes partes del cuerpo en un movimiento ordenado y con el menor gasto de energía posible. Los patrones motores se van encadenando formando otros que posteriormente serán automatizados, por lo que la atención prestada a la tarea será menor y ante un estímulo se desencadenarán todos los movimientos.

Hay dos tipos:

A) Coordinación dinámica general: se refiere a grupos grandes de músculos. Es lo que se denomina popularmente como Psicomotricidad gruesa, y sus conductas son el salto, la carrera y la marcha, aparte de otras complejas como bailar.

B) Coordinación visomotora: actividad conjunta de lo perceptivo con las extremidades, más con los brazos que con las piernas, implicando, además, un cierto grado de precisión en la ejecución de la conducta. Se le llama también Psicomotricidad fina o coordinación ojo-mano y sus conductas son: escribir, gestos faciales, actividades de la vida cotidiana, destrezas finas muy complejas (hacer ganchillo), dibujar...

En la coordinación se han hecho muchas clasificaciones, atendiendo a las partes del cuerpo implicadas y a la presencia o no de objetos.

a) Coordinación intermanual: acción de ambas manos (tocar un instrumento musical).

b) Coordinación interpodal: ambos pies y con mucha precisión (zapateado).

c) Coordinación ojo-mano: la clásica, visomotora.

d) Coordinación ojo-pie: chutar una pelota.

e) Coordinación ojo-cabeza: cabecear la pelota.

f) Coordinación ojo-mano-objeto: recibir un balón.

g) Coordinación ojo-objeto-objeto: jugar al golf o al tenis.

h) Coordinación audio-motora: seguir un ritmo, bailar.

i) Coordinación estática: cuando no hay desplazamiento, mientras es dinámica cuando sí lo hay. Un ejemplo de estática vs. dinámica puede ser un salto en altura sin girar y la dinámica un salto girado (como en el patinaje artístico). Estos términos dan lugar a confusión, ya que a veces se llama coordinación estática al equilibrio.

IV. CONDUCTAS PERCEPTIVO-MOTRICES

  • Orientación espacial.

Saber orientarse en el plano, porque se han asimilado conceptos como cerca, lejos, delante, detrás, al lado, en línea recta, en diagonal, perpendicular, paralelo... Primero se realiza la acción y luego se representa mentalmente.

Si no hay buena orientación espacial en una sala, no la habrá en un espacio mucho más reducido, como una hoja de papel.

  • Estructuración temporal.

Aprendizaje de conceptos temporales como ayer, hoy, mañana, ahora, después, el mes próximo, el año pasado... También se incluye la interiorización de ritmos y la secuenciación de elementos.

Es lo que más tarda en desarrollarse, ya que implica estructuras prefrontales.

V. CONDUCTAS NEUROMOTRICES

  • Lateralidad

Se define como el predominio funcional de un hemicuerpo sobre el otro, que se manifiesta en ojo, mano y pie. De ahí se puede ser zurdo, diestro o ambidextro, siendo lo más común el ser diestro, en un 70%.

A los 7 años se distingue perfectamente entre izquierda y derecha, aunque desde los 5 años la distinguen por referencias como pulseras, reloj. Entre los 8 y los 11 años la puede señalar en el observador (lateralidad cruzada) y a los 12 en el espejo.

  • Sincinesias

Actividad conjunta de varios segmentos corporales que intervienen en la ejecución del movimiento más complejo. Son patológicas cuando los movimientos son parásitos.

  • Paratonías

Oscilación del tono muscular y adecuado ajuste de éste para que se adapte al movimiento que se está realizando y poder cambiar de intensidad dependiendo de la actividad. Al igual que ocurre con las sincinesias, las paratonías pueden ser patológicas.

EL DESARROLLO PSICOMOTOR DEL NIÑO

El niño es, ante todo una criatura motora que aprende a cerca del mundo manipulando los objetos que encuentra a su alrededor. El crecimiento de los primeros años, no solo es rápido, sino que las proporciones corporales se modifican de forma sustancial. Durante el primer año aumentan la estatura en casi el doble y la mayoría triplican el peso que tenían en el momento de nacer. Durante el segundo año aumentan solo una cuarta parte del peso que tenían en el primero, mientras que su estatura aumenta en solo una quinta parte. Durante el tercer año, los aumentos de estatura y peso son también menores con respecto a años anteriores, de forma que un niño de tres años es delgado si lo comparamos con un bebé de un año.

En cuanto a la adquisición de las habilidades motoras, existe un orden definido que va de lo simple a lo complejo y de lo global a lo específico. A medida que el niño crece revela más control y especificidad en las acciones. Cuando se ha logrado el control de varios movimientos diferenciados, éstos se integran para conseguir acciones más complejas.

Así, conseguirá el control fino de los dedos, solo cuando tenga un adecuado control de las manos y comenzará a andar, cuando consiga integrar el control de las piernas, los pies y los brazos en un movimiento coordinado.

En general, los primeros años de vida constituyen un período de rápido aprendizaje que genera grandes cambios en la vida del niño. Pensemos que en ese corto período de tiempo ha tenido que aprender y resolver infinidad de cuestiones motrices, intelectuales, sociales, etc..: ha aprendido a sentarse, a gatear, a ponerse de pié, a caminar, a manipular objetos, a comunicarse, primero con gestos y más tarde con palabras y, en fin, se ha adaptado perfectamente a las exigencias de su especie y del mundo adulto.

APARICIÓN DEL MOVIMIENTO VOLUNTARIO:

La aparición de los movimientos rudimentarios, pese a estar detenida por la maduración del sistema nervioso, está relacionada con los patrones reflejos previos y con la ejercitación que se haga de los patrones rudimentarios una vez aparecidos. La posibilidad de ejercitación o no, puede suponer una demora sustancial tanto en la aparición de los patrones como en el logro del nivel de habilidad necesaria para alcanzar los objetivos propuestos.

Tanto los movimientos rudimentarios como los reflejos responden al carácter filogenético, no obstante la diferencia entre ambos reside en que los rudimentarios están determinados por la maduración y gobernados por la voluntad, lo que supone que a un mismo estímulo no siempre corresponde la misma respuesta.

En resumen, los movimientos rudimentarios tienen las siguientes características:

  • Los patrones son de tipo filogenético.

  • Están determinados por maduración pero son sensibles a entrenamiento.

  • Aparecen en una secuencia predeterminada.

  • Están adaptados al objetivo que se persigue, con cierta imprecisión.

  • Son voluntarios.

La fase de movimientos rudimentarios suele transcurrir hasta los dos años y se subdivide en dos estadios cuya diferencia estriba en la menor o mayor precisión en la ejecución de los patrones: el estadio de inhibición de reflejos y el estadio de precontrol.

El estadio de inhibición de reflejos transcurre durante el primer año de vida. Es preciso señalar que desde los primeros días ya hay intentos en el bebé por dirigir de forma voluntaria sus movimientos oculares, por tanto la aparición de ciertos movimientos voluntarios es muy precoz lo que implica que durante este primer año convivan los movimientos voluntarios e involuntarios. En este estadio se produce la sustitución del control automático por el control voluntario para realizar las mismas funciones pero con mayor eficacia, pese a lo cual los movimientos no tienen una precisión y control correctos.

Las adquisiciones motrices de este estadio están relacionadas con:

  • La transición del dominio flexor al extensor.

  • La evolución del tono muscular.

  • El logro de un control suficiente de la musculatura lo que supone el inicio de los movimientos manipulativos.

  • Aprender a moverse respecto a la ley de la gravedad, alcanzando estabilidad en posiciones cada vez más comprometidas para su integridad física.

  • El paso de las situaciones estáticas a dinámicas que supone el control de los primeros desplazamientos en el espacio: los primeros movimientos locomotores.

El estadio de precontrol transcurre durante el segundo año de vida y supone un aumento en la precisión y el control de los movimientos que ya han aparecido en el estadio anterior. En esta fase aparece la capacidad de responder correctamente a la descripción verbal de un movimiento, así como elaborar respuestas ante acciones de distinto grado de complejidad. A esta capacidad se le denomina praxia y supone la adecuada planificación motriz de un movimiento complejo.

A medida que van madurando los sistemas óseo, muscular y nervioso permitirán al niño realizar una serie de movimientos voluntarios, que no necesitan aprendizaje. Cada nueva actividad que consiga dominar le prepara para la siguiente y cuanto más practique cada una de ellas con más precisión la realizará. Aunque el aprendizaje es una evolución continua, existen una serie de manifestaciones que pueden ser considerados como hitos o momentos claves en el desarrollo motor:

  • Control de la cabeza: a los pocos días de nacer, la mayor parte de los niños pueden mover la cabeza de un lado a otro cuando se encuentran en posición supina, y también pueden levantarla cuando se encuentran en pronación, más tarde la mantienen en posición de sentados y por último consiguen elevarla en posición supina.

  • Posición de sentados: la mayoría de los niños consigue sentarse con apoyo a los cuatro meses, en la silla especial para niños a los seis meses y completamente solo a los siete u ocho meses.

  • Darse la vuelta: entre los cinco y los siete meses el niño consigue darse la vuelta en dos intervalos, primero gira hacia la posición supina cuando se encuentra acostado sobre su abdomen y más tarde puede darse la vuelta hacia la posición prona cuando se encuentra tendido en supinación.

  • Locomoción primaria: antes de la bipedestación, entre los nueve y los diez meses, los niños se mueven de varias formas, gatean adelante y atrás apoyándose sobre las manos y las rodillas, se arrastran sobre los glúteos, cuando están sentados, utilizando como ayuda los brazos y las piernas y por último caminan en cuadrupedia apoyando las manos y los pies.

  • Bipedestación: en torno a los nueve o diez meses, los niños consiguen la posición erecta con ayuda de los adultos o bien apoyándose en objetos o muebles y más tarde a los doce o trece meses puede hacerlo solo.

  • Marcha: a los pocos días de que el niño ha conseguido la posición erecta comenzará a caminar con ayuda, poco después dará los primeros pasos vacilantes, que en ocasiones le harán retroceder al gateo donde se encuentra más seguro, y más tarde volverá a intentarlo, probablemente con éxito. Hacia los quince o dieciséis meses el niño ya tiene capacidad de correr erguido, aunque de forma descoordinada. Hacia mediados del segundo año adquieren la capacidad de andar de costado y así lo hacen en ocasiones, intentando también la marcha hacia atrás. Puede observarse a veces que el niño camina sobre la punta de los pies, quizá para probar su recién adquirido equilibrio. Entre el segundo y tercer año es frecuente que busquen estados de vértigo girando sobre si mismos hasta marearse, esta práctica les resulta agradable a pesar de provocar múltiples caídas.

  • Manipulación: así como los neonatos tienen el reflejo de prensión, los niños de cinco meses lo han perdido y no agarran firmemente pero tienen necesidad de tocar los objetos. A los siete meses la prensión es voluntaria aunque no incluye el pulgar ni el movimiento del brazo y a los quince se observa la prensión madura.

  • Coordinación óculo-manual: a lo largo del primer año se desarrollan las operaciones básicas de coordinación entre la vista y las manos que se irán perfeccionando progresivamente en los años siguientes. Corbin destaca cuatro periodos en el desarrollo de la coordinación óculo-manual:

  • Exploración visual estática: en este periodo, que abarca desde el nacimiento hasta los cuatro meses, el niño mira los objetos cercanos, la cuna, sus manos, juguetes...y mueve los brazos y las piernas a azar.

  • Exploración visual activa: entre los cuatro y los siete meses el niño manipula los objetos más con la vista que con las manos. En cualquier caso, los coge torpemente y los lleva a la boca en un intento de sentir el objeto además de mirarlo.

  • Iniciación ala conducta de manipulación: entre los siete y los diez meses se intensifica la actividad visual del niño y consigue coordinar, en la mayoría de los casos, los movimientos de las manos para coger los objetos.

  • Refinamiento y extensión: desde los diez meses hasta la mitad de la infancia no cesará la manipulación de objetos con una progresión cada vez más refinada. El niño conseguirá colocar grupos de bloques, se alimentará de forma eficiente, aprenderá a manejar el lápiz para realizar sus primeros dibujos, etc....

  • Todos los logros del niño citados anteriormente dependen, directa o indirectamente, de la evolución del tono muscular, ya que el tono es la contracción muscular de fondo sobre la que se apoya toda la actividad física del niño y el mantenimiento de actitudes. Si a los siete u ocho meses no existe tono suficiente a nivel de los músculos del tronco, el niño no podrá sentarse de forma estable y caerá hacia delante o a un lado, y si no consigue sentarse tampoco podrá coger, mirar y manipular objetos desde esa posición, lo que supondrá un retraso en el aprendizaje.

    Habría que distinguir entre el tono del eje corporal que interviene en el mantenimiento de la postura y el tono de los miembros que permite el desarrollo de las actividades motrices. En el nacimiento, el tono axial está mucho más desarrollado que el tono de los miembros en los que se observa una hipertonía de los flexores sobre los extensores, produciendo la actitud característica del niño en reposo con todos los miembros flexionados.

    EVOLUCION DE LAS ACTIVIDADES BASICAS DEL DESARROLLO MOTOR:

    Aunque el desarrollo motor es una evolución continua de muchos aprendizajes, podemos considerar dos actividades básicas: la prensión y la marcha.

    • Desarrollo de la prensión:

    El niño posee desde el nacimiento un reflejo de prensión, que de algún modo puede considerarse como la prensión verdadera, ya que ésta necesita una coordinación óculo-manual y un dominio de los músculos óculo-motores, además de la voluntariedad del acto motor. La prensión presenta una etapa importante en el desarrollo del niño que le permitirá la apropiación del mundo exterior por manipulación y descubrimiento.

    Apoyado por registros cinematográficos, las observaciones de Halverson han permitido distinguir cuatro etapas esenciales en la prensión: localización visual del objeto, aproximación de la mano, prensión y exploración del objeto.

    Hacia el tercer o cuarto mes, el niño sigue con la mirada a los objetos que se cruzan en su campo visual pero no tiende sus manos hacia esos objetos porque aún no asocia la visión con la mano que le permite su captura. En ocasiones, esta relación se establece por azar cuando el niño coge un objeto por el reflejo de prensión y lo lleva a su campo visual. Hasta el octavo mes, el niño efectúa barridos con sus brazos, en movimientos que parten del hombro, para aproximarse a los objetos. A partir de esta etapa madura la coordinación entre los músculos agonistas y antagonistas, que determinan la corrección del movimiento en las articulaciones de los miembros superiores, efectuando ya una aproximación directa a los objetos.

    Landreth ha subrayado la complejidad del proceso de prensión señalando seis actos coordinados:

  • Paso de la localización visual del objeto, al ensayo de cogerlo.

  • Coordinación elemental ojo-mano.

  • Paso de la movilización inicial máxima de la musculatura, a una movilización mínima con el mínimo esfuerzo.

  • Paso de la actividad global próxima de los músculos del brazo y del hombro, a la actividad fina distal de los músculos de la mano.

  • Paso de los movimientos toscos de la mano para coger el objeto, a la utilización de la pinza digital capaz de una gran precisión.

  • Paso de la utilización simultánea de las dos manos, a la utilización de la mano preferida o dominante.

    • La marcha:

    Los primeros desplazamientos del niño se efectúan por reptación, después por marcha cuadrupédica, cuando el tono axial es suficientemente elevado. La marcha bípeda, sin embargo, necesita del control del equilibrio en posición vertical asociado a la coordinación de movimientos alternos de los miembros inferiores y a la adquisición de fuerza suficiente para mantener temporalmente el proceso del cuerpo sobre una pierna.

    Los primeros intentos de marcha se caracterizan por el ritmo irregular de los apoyos, por la separación de las piernas y por el giro externo de los pies. En general, parece que el niño delgado tiene mayor facilidad para comenzar la marcha que el gordo, y las niñas más que los niños.

    Aunque los distintos autores que han estudiado la locomoción difieren en cuestiones accesorias, la mayoría coincide en la distinción de cinco periodos esenciales en orden a su aparición cronológica:

  • Hacia el quinto mes, el niño consigue un control postural de la parte superior del tronco, puede sentarse con ayuda y extiende las piernas.

  • En torno al séptimo mes ya puede rodar de lado, se sienta solo y controla la postura del tronco con actividad anárquica.

  • Hacia el noveno o décimo mes realiza esfuerzos activos para desplazarse arrastrándose sobre el vientre.

  • A los once meses repta con precisión y puede mantenerse de pie con ayuda.

  • A los doce o catorce meses el niño tiene un correcto control postural y una coordinación aceptable para la marcha. En esta etapa permanece de pie solo y anda solo, aunque utiliza un mayor número de músculos que contribuyen a aumentar su fuerza.

  • El niño de dieciocho meses todavía necesita controlar visualmente su marcha observando continuamente la colocación de sus pies. De esta forma puede sortear los obstáculos que se encuentran en su camino. A medida que va mejorando el equilibrio la marcha se hace más eficiente, integrando el ritmo de los brazos en el movimiento general del cuerpo. Al mismo tiempo, el aumento de la fuerza permite que la pierna de impulso pueda proyectar el movimiento del cuerpo hacia adelanta, sustituyendo el típico balanceo por movimientos similares a los del adulto. En esta edad, los niños intentan afianzarse en su nuevo medio de locomoción y buscan nuevas formas para desplazarse, intentando andar de contado o hacia atrás, e incluso girando sobre si mismos hasta caerse. También inician una nueva marcha rápida y apresurada cuyos movimientos asemejan a los de la carrera, pero su capacidad de equilibrio y la fuerza de las piernas no les permite realmente elevar ambos pies del suelo simultáneamente.

    Entre los dos y tres años ya camina sin necesidad de una observación cuidadosa de sus pies y denota un cierto control del espacio y los objetos que le rodean. Aunque todavía carecen de la habilidad necesaria para detenerse y comenzar la marcha con rapidez, la fuerza de las piernas y la mejora del equilibrio le permiten desplazarse elevando los dos pies del suelo al mismo tiempo, dando lugar a la verdadera carrera.

    Desde que el niño es capaz de marchar solo, aumenta muy rápidamente se velocidad de desplazamiento y la longitud de los pasos, mientras que disminuye la utilización de los brazos para el mantenimiento del equilibrio y el ángulo de elevación de las piernas. Hacia los dos años la velocidad de la marcha alcanza los 170 paso por minuto, pudiendo correr con relativa soltura. A los tres años la marcha se hace automática con la longitud, frecuencia y altura del paso relativamente uniformes, incluyendo el balanceo alternativo de los brazos. A los cuatro años, la marcha del niño se asemeja a la del adulto con el ritmo y el balanceo uniformes y en la que el pie realiza correctamente la función de propulsor-amortiguador. Entre los cuatro y los cinco años puede considerarse que la marcha del niño es casi perfecta.

    No obstante, el equilibrio estático de pie no es adquirido sino mucho más tarde, hacia la edad de cinco o seis años. En efecto, a los dos años solo puede estar de pie con los talones juntos durante unos segundos y no puede permanecer en equilibrio con un solo pie, posición que será posible a los tres años.

    La adquisición de la marcha aumenta la autonomía del niño frente al adulto y le permite una exploración dinámica del espacio. Reitera todo un conjunto de sensaciones y percepciones que asociándose favorecen la adquisición del esquema corporal.

    CONDUCTAS MOTRICES ENTRE LOS 2 Y 6 AÑOS. MOTRICIDAD GRUESA:

    Diversas experiencias realizadas por autores estudiosos del desarrollo motor revelan que, si bien es posible entrenar y mejorar las condiciones físicas y las destrezas del niño en edad escolar, esta mejora depende casi exclusivamente del grado de maduración que éste tenga, por lo que un entrenamiento sin la adecuada maduración ofrecerá escasos resultados.

    El estudio de Emma Pikler publicado en 1972, basado en la observación de 700 niños durante 17 años aporta nuevos datos sobre la relación existente entre la maduración y el desarrollo del niño. El estudio viene a decir que los niños sometidos continuamente a estímulos educativos por parte de los adultos no se desarrollan más rápidamente que aquellos a los que se les deja relativamente libres y no están expuestos a las intervenciones de sus padres. Y es más, Pikler piensa que hasta cierto punto, el adulto demasiado solícito puede interferir el avance del niño en el proceso de maduración.

    Una vez conseguida la marcha como actividad física, existen una serie de actividades que pueden considerarse como un nivel de perfeccionamiento dentro de la motilidad y capacidad de coordinación conseguida en los primeros meses de vida.

  • Equilibrio: entre las diversas pruebas de equilibrio que suelen emplearse con niños en edad preescolar podemos citar la marcha sobre una línea o una viga, (equilibrio dinámico), o mantener una determinada posición con uno o dos pies (equilibrio estático). En general, estas pruebas permiten apreciar los reflejos que posibilitan el ajuste inconsciente de las posturas a la posición vertical, así como la eficacia y la integración del sistema muscular, del control ocular y del sistema vestibular del oído interno. Los niños adquieren la capacidad de marchar con exactitud sobre una línea a una edad notablemente temprana. El 50% de los niños de tres años observados por Bayley eran capaces de recorrer una distancia de 3 metros a los largo de una línea recta de 2,5 cm de ancho sin salirse de ella, sin embargo no adquieren hasta los cuatro años la capacidad de realizar un recorrido circular. Los estudios sobre el equilibrio estático realizado por Cratty demuestran que, a los cinco años, los niños son capaces de mantener un correcto control de la postura parados sobre un pie, incluso con los brazos cruzados.

  • Carrera: hacia los dieciséis o dieciocho meses podemos ver a los niños andar de forma un tanto apresurada que recuerda la carrera, sin embargo no se trata de eso puesto que todavía no tienen capacidad para levantar ambos pies del suelo al mismo tiempo. Conseguir la realización de la carrera supone que el niño adquiera previamente la fuerza necesaria en el tren inferior que le permita apoyar el peso del cuerpo en una sola pierna para impulsarlo después a la otra. Es evidente que debe haber madurado la coordinación de los músculos agonistas y antagonistas. La adquisición de la fuerza suficiente pera la carrera se consigue hacia los dos o tres años pero con dificultades para girarse o pararse bruscamente. Los progresos aparecen hacia los cuatro o cinco años, cuando el niño controla con mayor precisión la iniciación, la parada y los cambios de dirección de la carrera. A los cinco o seis años mantiene un control preciso de la actividad y la utiliza frecuentemente en sus juegos.

  • Trepa: los primeros movimientos que utiliza el niño de doce meses para subir a una escalera son similares a los que realiza para reptar en el suelo, ayudándose con las manos y elevando siempre la misma pierna para reunir la otra a continuación. A medida que va desarrollando fuerza en las piernas, equilibrio y coordinación suficientes comenzará a subir la escalera sin ayuda, como un adulto, hecho que ocurre poco antes de los tres años. Sin embargo el descenso se produce mucho más tarde, hacia los cuatro años. De forma general podría decirse que la seguridad en el ascenso precede a la del descenso. En cuanto a la escalera de mano o las espalderas, los mayores progresos se consiguen en el periodo de tiempo comprendido entre los tres y seis años.

  • Salto: el salto se caracteriza por un periodo de vuelo provocado por el impulso de uno o dos pies y con recepción sobre una o dos piernas. A los dieciocho meses aparece el primer inicio de salto, cuando los niños comienzan a superar obstáculos bajos. Hacia los dos años y medio, cuando el niño quiere pasar de una posición alta a otra baja, realiza un salto rudimentario dejando caer un pie detrás de otro y permaneciendo muy poco tiempo en el aire, en esta etapa puede saltar hasta una altura de 30 cm con un pie delante de otro. Seis meses más tarde aparece el salto con impulso de los dos pies y con recepción de las dos piernas. El niño aprende a saltar con los dos pies juntos antes de hacerlo con uno solo. Más tarde, cuando el niño adquiera fuerza, coordinación y equilibrio suficientes, aprenderá a impulsarse con una pierna pero la recepción la realizará con las dos, y por último se impulsará con una pierna y caerá con la misma, es lo que se denomina el salto de “la pata coja”. Para la realización de esta destreza son necesarios altos niveles de fuerza, coordinación y equilibrio por lo que distinguimos distintos niveles en su evolución: La mayoría de los niños no tienen capacidad de realizar dicho salto antes de los tres años, a los tres años y medio ya pueden realizar hasta tres o cuatro saltos consecutivos con su pierna preferida y a los cinco tienen capacidad suficiente para realizar más de diez, lo que permitirá la participación en determinados juegos.

  • Patada: es un movimiento que necesita de la madurez y la conjunción de varias cualidades, coordinación óculo-pédica, fuerza suficiente para levantar la pierna y golpear y equilibrio para mantenerse sobre una pierna mientras golpea con la otra. A los dos años ya es posible que el niño pueda ejecutar la patada a una pelota, aunque de forma rudimentaria ya que no llevará la pierna atrás para tomar impulso. El movimiento lo irá perfeccionando hasta los seis años, edad en que será capaz de balancear toda la pierna de atrás a delante con intervención de ambos brazos para mantener el equilibrio durante la ejecución.

  • Lanzamiento: los movimientos previos al lanzamiento aparecen cuando el niño suelta un objeto o lo tira imprimiéndole cierta velocidad, pero este movimiento no puede considerarse como lanzamiento ya que este último término implica cierta precisión en la que intervienen distintos mecanismos. Es probable que los niños experimenten de forma accidental las primeras sensaciones de lanzamiento. A veces, cuando agitan con rapidez sus brazos mientras tienen un objeto en la mano, éste se le escapa golpeando el suelo o cualquier otro objeto. El ruido producido por el choque y el descubrimiento de que el objeto se ha proyectado lejos de su cuerpo les estimularán a realizar nuevas tentativas, esta vez voluntarias. Los primeros lanzamientos, por lo general, consisten en rígidos movimientos de abajo arriba que se van depurando a medida que el niño descubre la eficacia de esta compleja tarea motriz. Ya a los seis meses, desde la posición de sentado, el niño puede lanzar un objeto toscamente sin dirección determinada, a los doce puede orientarlo sin precisión utilizando solamente la fuerza de los brazos, sin que intervengan las piernas y el tronco en el movimiento. La distancia y la dirección se precisa durante el segundo año sin que aparezcan aún signos de habilidad. Hacia los seis años el niño manifiesta gran destreza en la dirección, la distancia o la intensidad del lanzamiento. Las pruebas realizadas por Wellman pueden orientar sobre la evolución de esta destreza: la mayoría de los niños son capaces de lanzar, a los dos años una pelota de 22 cm de diámetro a una distancia de 1,20 m, tan solo seis meses más tarde pueden lanzar a unos 1,50 m y pueden alcanzar una distancia de 5 ó 6 m cuando tienen seis años.

  • Recepción: Muchos investigadores han observado la recepción de objetos en niños preescolares distinguiendo distintos niveles de eficacia. En niños de menos de tres años se observa rigidez en la posición de los brazos dirigidos al frente, sin flexión de la articulación del codo, las manos tampoco muestran disposición para la recepción. Los niños de cuatro años todavía mantienen rígidos los codos pero las manos se abren en actitud de recibir el objeto. A los cinco años se observa que el niño mantiene las manos abiertas y los brazos relajados junto al cuerpo, extendiéndolos en el momento de la recepción. La efectividad de las recepciones está condicionada por dos variables que van mejorando con la maduración nerviosa: el tiempo de reacción y el tiempo de ejecución. El tiempo de reacción es el tiempo que necesita el sujeto para elaborar una respuesta y el tiempo de ejecución es el tiempo que consume el sujeto en la realización de una determinada acción o gesto motriz. Estos dos tiempos disminuyen con la maduración nerviosa y son dos veces más rápidos en el individuo adulto que en el niño, lo que explica la dificultad que encuentra este último en recepcionar un objeto cuando la distancia en que se encuentra el lanzador es pequeña. Antes de los dos años, el niño tiene capacidad de atrapar objetos estáticos, pero un objeto en movimiento requiere una comprensión específica de la relación entre el espacio y el tiempo.

  • Botar: Un movimiento aparentemente simple como es el de botar una pelota, tiene gran dificultad para los niños de dos años puesto que requiere un determinado grado de percepción visual y espacial, además de la coordinación óculo-manual necesaria para golpear la pelota en el punto más alto de su recorrido. Los niños de un año todavía no saben botar la pelota, pero les gusta jugar insistentemente con ellas y piden a los adultos que las hagan botar para ver el efecto de elevación y descenso rítmico de objeto. En esta edad golpean la pelota con ambas manos para ofrecer una mayor superficie de contacto y de control, pero solo seis meses más tarde se dará cuenta de que mecánicamente le resulta más fácil golpear con una sola mano y comenzará a botar toscamente una pelota de unos 20cm de diámetro. A los dos años y medio el niño podrá botar sin dificultad una pelota de 20-22 cm de diámetro. Habrá que esperar a que el niño tenga seis años para que pueda manejar balones de mayor tamaño.

  • EL DESARROLLO PSICOMOTOR SEGÚN PIAGET:

    Las investigaciones de Piaget repercuten en los estudios de psicomotricidad desde el momento en que resalta el papel de las acciones motrices en el proceso del acceso al conocimiento.

    • Periodo sensoriomotor: relaciones topológicas y organización del esquema corporal (0-2 años).

    Se caracteriza por un gran desarrollo mental y la conquista del universo que rodea al niño a partir de las operaciones y los movimientos.

    Este periodo pasa por 6 estadios:

    1º Estadio: actividad refleja (0-1 mes).

    Aparición de los reflejos que marcan las funciones de asimilación por el organismo de las aportaciones externas, acomodación del organismo a las características externas y organización, que determinarán la formación de las estructuras intelectuales posteriores.

    2º Estadio: reacciones circulares primarias (1º-4º mes).

    Desde el punto de vista motor, tenemos un niño que el final de este estadio va a conseguir el control de la cabeza y los semivolteos, no se gira completamente pero gira hacia un lado y otro. Desde el punto de vista psicomotor tenemos un niño que coordina e integra las acciones. Estas acciones se repiten muchas veces y de la misma manera, por eso se llaman circulares. Tienen otra característica: la intencionalidad, muy relacionada con la causa-efecto. El niño empieza a manifestar indicios de pensamiento.

    3º estadio: reacciones circulares secundarias (4-8 meses).

    En el aspecto motor tenemos un niño que se sienta y gira completamente. En el aspecto psicomotor tenemos un perfeccionamiento de la causa-efecto que se manifiesta en conductas de tirar objetos o mover el sonajero (el niño se da cuenta que si lo mueve éste sonará).

    Coordinación entre visión y prensión. Se sienta y es capaz de coger objetos que tiene alrededor.

    En cuanto al conocimiento del esquema corporal, junta sus manos y se la lleva a la boca y a los 5 meses se chupa el pie. Se lo chupa porque está en la etapa oral, conoce los objetos a través de la boca.

    4º Estadio: coordinación de esquemas secundarios (8-12 meses).

    En el plano motor destaca la bipedestación. En este estadio el niño va a iniciar la marcha (puede aparecer en cualquier momento entre los 10-16 meses).

    Una característica importante que se da en este estadio es la permanencia del objeto. Si al niño le escondes un objeto tiene conciencia de ello y lo busca (es un signo importante de inteligencia). Esto ocurre porque el niño se da cuenta de la separación de los objetos y de la gente con respecto a él.

    La gran movilidad que alcanza el niño en este estadio le ofrece perspectivas nuevas del espacio. Con esto va a conseguir la relación “entre”.

    Hay otra gran adquisición: la marcha. Ésta permite la orientación de su cuerpo en el espacio; la tomo de conciencia del eje vertical; es capaz de sortear obstáculos gracias al concepto de “entre”.

    5º Estadio: reacciones circulares terciarias (12-18 meses).

    A nivel motor: marcha y carrera (la carrera es torpe). La característica fundamental en este estadio es la “asimilación” y “acomodación”. Entre los 12-18 meses asimilación y acomodación están mezcladas, pero a partir de este estadio la acomodación pasa a dirigir la asimilación, lo que significa que el niño atenderá y se quedará con lo que más le interesa.

    La mayor conquista se centra en la adquisición progresiva de las relaciones espaciales y de los movimientos del propio cuerpo llegando a descubrir las diferentes posiciones de los brazos.

    El interés por la posición y desplazamiento de los objetos entre si, le conduce a la relación de continente-contenido que hará que coloque unos objetos dentro de otros, los invierta y los vacíe. A nivel espacial, estas acciones nos indican que intuye la relación de contorno o envoltura.

    En cuanto al esquema corporal, adquiere el conocimiento del rostro en su totalidad hacia el año y 4 meses.

    6º Estadio: invenciones de medios nuevos a través de combinaciones mentales (18-24 meses).

    En este estadio, en lugar de estar controladas en cada una de sus etapas y a posteriori por los hechos mismos, su búsqueda está controlada a priori: el niño prevé, antes de ensayarlas, qué maniobras fallarán y cuáles tendrán éxito.

    Con respecto al esquema corporal, va diferenciando mejor las partes del cuerpo y de la cara y las relaciones que guardan entre si. Aparece la imitación generalizada inmediata, por la que el niño busca el equivalente de las partes de su cuerpo sobre otra persona.

    La invención de medios nuevos se produce por el grado de conciencia de las relaciones lo suficientemente profundo como para permitirle hacer previsiones razonadas e invenciones por mera combinación mental. Tras adquirirla, los esquemas de acción son mayores y no se limitan al descubrimiento.

    Aparece también la representación como consecuencia de la interiorización de las conductas, superándose el tanteo sensoriomotor.

    • Periodo preoperativo: desarrollo del pensamiento simbólico y preconceptual (2-7 años).

    Por la aparición de la función simbólica y de la interiorización de los esquemas de acción en representaciones, el niño empieza a traducir la percepción del objeto a una imagen mental. Pero la noción de cuerpo todavía está muy subordinada a la percepción.

    Este periodo se divide en dos estadios:

    1º Estadio: la aparición de la función simbólica.

    Esta función desarrolla la capacidad de que una palabra o un objeto reemplaza lo que no está presente. La adquisición de esta capacidad permite que el niño opere sobre niveles nuevos y no solo actúe sobre las cosas que están a su alcance. Hace posible el juego simbólico, el lenguaje y la representación gráfica.

  • La imitación y la aparición de símbolos mentales: la imagen mental nace en la actividad sensoriomotriz y la imitación es el acto por el que se reproduce un modelo.

  • El uso de los símbolos mentales exige una imitación diferida en la que el niño no se limitará a copiar un modelo, sino que deberá usar un símbolo mental a partir del cual será capaz de reproducir la acción.

    La reproducción correcta y total de la imitación es difícil por el carácter precategorial del pensamiento del niño.

  • El juego simbólico: el juego simbólico, en contraste con el ejercicio, permite al niño de este periodo representar mediante gestos diferentes formas, direcciones y acciones cada vez más complejas de su cuerpo.

  • Es una necesidad para recuperar su estabilidad emocional y para su ajuste a la realidad.

  • El lenguaje: es el tercer aspecto de la función simbólica y viene determinado por el uso de las palabras.

  • En el estadio sensoriomotor las palabras estaban relacionadas con las acciones y los deseos del niño. Con la aparición de la función simbólica, el niño empieza a utilizar palabras que representan cosas o acontecimientos ausentes.

    El lenguaje del niño del periodo sensoriomotor estaba ligado a la acción tiempo y espacio próximo. El del periodo preoperativo permite introducir al pensamiento relaciones espacio-temporales más amplias, librándose de la pura acción inmediata. A los 3 años, el niño puede además de percibir, representar las partes de su cuerpo.

  • El dibujo: la primera forma del dibujo aparece entre los 2 y los 2 años y medio. Es la época del grafismo en la que el dibujo no es imitativo, sino un juego de ejercicio. El dibujo permite que el niño represente todo lo que sabe de su esquema corporal y de las relaciones espaciales.

  • 2º Estadio: Organizaciones representativas.

    Una característica importante de este periodo es el egocentrismo. Es una tendencia a centrar la atención en un solo rasgo llamativo de su razonamiento, lo que produce que no pueda proyectar las relaciones espaciales ni aceptar el punto de vista de los demás. Aparece en el lenguaje, razonamiento, juicios y explicaciones del niño, porque es esencialmente de orden intelectual y sirve para ordenar la actividad psíquica del niño.

    Durante el periodo preoperatorio se desarrolla en el niño la lateralidad, que consiste en el conocimiento del lado derecho e izquierdo del cuerpo. Este conocimiento hace posible la orientación del cuerpo en el espacio.

    Las nociones de derecha e izquierda no son más que el nombre de una mano o una pierna para el niño, porque no puede instrumentarlas como relaciones espaciales.

    Las referencias en su orientación espacial serán las de su cuerpo: arriba-abajo, delante-detrás, derecha-izquierda. Estas relaciones las posee a nivel perceptivo (no representativo) y por eso las establece como ejes referenciales.

    • Periodo de operaciones concretas (7-11 años).

    Es el momento de la adquisición de conceptos tales como conservación y reversibilidad, realización de operaciones lógicas elementales y agrupamientos elementales de clases y relaciones. Esto es posible gracias a la descentración (ponerse en el lugar del otro, tener diferentes perspectivas además de la tuya propia).

    A lo largo de este periodo llegan a la estructuración o representación mental de las relaciones espaciales y del esquema corporal.

    El sujeto ya no considera su cuerpo punto absoluto de referencia. Accede a estructurar el esquema corporal, que supone la representación mental de las medidas, distancia, orden ....., por la combinación que se produce entre todos los elementos de su cuerpo y sus relaciones espaciales consideradas como un todo, desde su perspectiva y desde otras.

    La relación espacial de orden tiene gran importancia en la adquisición del espacio proyectivo porque supone el logro de la noción de eje que referirá a su cuerpo. A partir de esta nación se estructuran los movimientos, direcciones, desplazamientos, orientaciones...

    El niño ya es capaz de hacer actividades deportivas regladas, aparecen los “deportes”.

    TRASTORNOS DEL DESARROLLO PSICOMOTOR

    Los trastornos del desarrollo psicomotor son muy difíciles de definir. Reflejan siempre alteraciones en las que se ven afectados varios aspectos del desarrollo del niño; de ahí la importancia de intervenir cuanto antes, pues el trastorno puede ir repercutiendo negativamente en otras áreas del niño, agravando y comprometiendo el desarrollo del niño.

    Podemos decir que, de modo general, los trastornos psicomotrices están muy ligados al mundo afectivo de la persona; de ahí, que en la valoración se deba contemplar la globalidad del individuo.

    El psicomotricista, como finalidad del tratamiento, buscará que el niño consiga un mayor dominio sobre su propio cuerpo y, por tanto que logre más autonomía; el trabajo terapéutico se hará incidiendo tanto sobre el propio cuerpo como sobre las relaciones que éste establece con el entorno.

    Las manifestaciones de cada trastorno son muy individuales de cada caso, pese a caracterizarse por unos rasgos básicos comunes.

    Un examen profundo y completo es básico para detectar las deficiencias y trabajar sobre ellas.

    DEBILIDAD MOTRIZ O

    Básicamente, estos niños siempre presentan tres características:

    - torpeza de movimientos (movimientos pobres y dificultad en su realización).

    - paratonía: el niño no puede relajar el tono de sus músculos de forma voluntaria; incluso en vez de relajarlos, los contrae exageradamente. Este rasgo es el más característico de este trastorno.

    - sincinesias

    A veces, también presentan inestabilidad motriz, tics, tartamudeo,...

    Este trastorno afecta a diferentes áreas del niño: al afectivo, la sensorial, al psíquico y al motor,

    Será muy importante realizar un buen diagnóstico que discrimine si el niño sufre una "debilidad motriz" o se trata de otro trastorno psicomotor, para enfocar correctamente el tratamiento o reeducación.EL D

    INESTABILIDAD MOTRIZ OL

    El niño con inestabilidad motriz es incapaz de inhibir sus movimientos, así como la emotividad que va ligada a éstos. Es incapaz de mantener un esfuerzo de forma constante; se muestra muy disperso. Suele predominar la hiperactividad y las alteraciones en los movimientos de coordinación motriz. Hay una constante agitación motriz. Suele tratarse de un niño problemático y mal adaptado escolarmente; presenta problemas de atención, de memoria y comprensión, así como trastornos perceptivos y de lenguaje; el propio fracaso escolar aumenta su desinterés por los aprendizajes. Ya hemos dicho anteriormente que se desencadena toda una secuencia de alteraciones que recaen a su vez sobre otras.

    MOTOR

    INHIBICION MOTRIZ

    El niño inhibido motrizmente suele mostrarse tenso y pasivo. Muestra como un temor a la relación con el otro, a la desaprobación, y ello le hace "no hacer", "inhibir" lo que serían los amplios movimientos corporales que le harían demasiado "visible".

    RETRASOS DE MADURACION

    Se valorará en relación al desarrollo motor de un niño normal o estándar; pero también deberán valorarse otros factores (además del psicomotor), afectados por esta "dinámica madurativa". Probablemente, encontraremos también como características de este retraso un niño con inmadurez afectiva, actitud infantil y regresiva, dependencia, pasividad,...

    DISARMONIAS TONICO-MOTORAS

    Nos referimos a alteraciones en el tono: hay una mala regularización del mismo. Puede darse en individuos con un buen nivel motor. Tienen que ver con las variaciones afectivas, con las emociones. Algunas de ellas son:

    - PARATONIA: el individuo no puede relajarse y el pretenderlo aumenta más su rigidez.

    - SINCINESIAS: son movimientos que se realizan de forma involuntaria, al contraerse un grupo de músculos, al realizar otro movimiento sobre el que centramos nuestra atención. Por ej., mientras el niño escribe saca la punta de la lengua. Tiene que ver con cierta inmadurez sobre el control del tono. Suele ser algo normal hasta los 10-12 años, edad en la que van desapareciendo. Por sí mismas no son un trastorno, sino que suelen formar parte de algún otro problema.

    TRASTORNOS DEL ESQUEMA CORPORAL

    En estos trastornos se diferencian dos grupos:

    - los trastornos referentes al "conocimiento y representación mental del propio cuerpo"

    - los trastornos referidos a la "utilización del cuerpo" (de la orientación en el propio cuerpo y, desde éste, del espacio exterior; y de una inadecuada utilización del mismo en su relación con el entorno). Es donde se encuentran la mayoría de los problemas. Los orígenes de éstos pueden encontrarse en esas primeras relaciones afectivas del niño con su entorno; ello demuestra, una vez más, la estrecha relación entre la afectividad y la construcción del esquema corporal.

    Dentro de este grupo de trastornos, encontramos :

    - ASOMATOGNOSIA: el sujeto es incapaz de reconocer y nombrar en su cuerpo alguna de sus partes. Suele esconder alguna lesión neurológica. La Agnosia digital es la más frecuente en los niños: éste no es capaz de reconocer, mostrar ni nombrar los distintos dedos de la mano propia o de otra persona. Suelen haber otras alteraciones motrices acompañando a ésta.

    - TRASTORNOS DE LA LATERALIDAD: estos trastornos son, a su vez, causa de alteraciones en la estructuración espacial y, por tanto, en la lectoescritura (y, de ahí, al fracaso escolar). Los más frecuentes son:

    - Zurdería contrariada, aquellos niños que siendo su lado izquierdo el dominante, por influencias sociales pasa a encubrirse con una falsa dominancia diestra. La zurdería en sí no es un trastorno; sí el imponer al niño la lateralidad no dominante para él.

    - Ambidextrismo: el niño utiliza indistintamente los dos lados de su cuerpo para realizar cosas; también origina serios trastornos espaciales en el niño y en sus aprendizajes.

    - Lateralidad cruzada: también origina problemas de organización corporal. Cuando el niño no tiene una lateralidad claramente definida, hay que ayudar a resolverlo en algún sentido.

    APRAXIAS INFANTILES

    El niño que presenta una apraxia conoce el movimiento que ha de hacer, pero no es capaz de realizarlo correctamente. Se trata de un trastorno psicomotor y neurológico.

    Existen muchos tipos de apraxias, y reciben nombre en función de la localización de su incapacidad:

    - APRAXIA IDEATORIA: en este caso, para el niño resulta imposible "conceptualizar" ese movimiento.

    - APRAXIA DE REALIZACIONES MOTORAS: al niño le resulta imposible ejecutar determinado movimiento, previamente elaborado. No hay trastorno del esquema corporal. Se observan movimientos lentos, falta de coordinación,....

    - APRAXIA CONSTRUCTIVA :incapacidad de copiar imágenes o figuras geométricas. Suele haber una mala lateralidad de fondo.

    - APRAXIA ESPECIALIZADA: sólo afecta al movimiento realizado con determinada parte del cuerpo:

    - APRAXIA FACIAL: referente a la musculatura de la cara)

    - APRAXIA POSTURAL: referente a la incapacidad de realizar ciertas coordinaciones motrices)

    - APRAXIA VERBAL (el sujeto comprende la orden que se le da, pero motrizmente es incapaz de realizarla).

    - PLANOTOPOCINESIAS Y CINESIAS ESPACIALES: el niño muestra gran dificultad en imitar gestos, por muy simples que éstos sean, ya que ha perdido los puntos de referencia fundamentales (de arriba-abajo, derecha-izquierda,...). El esquema corporal está muy desorganizado.

    DISPRAXIAS INFANTILES

    Se trata de apraxias leves. Dentro de las dispraxias hay también diversos grados de afectación. El niño "dispráxico" tiene una falta de organización del movimiento.

    Suele confundirse, a veces, con la "debilidad motriz"; de ello depende un buen diagnóstico. No hay lesión neurológica.

    Las áreas que sufren más alteraciones son la del esquema corporal y la orientación témporo-espacial.

    Aunque el lenguaje suele no estar afectado, el niño con dispraxia presenta fracaso escolar, pues la escritura es de las áreas más afectadas.

    TICS

    Son movimientos repentinos, absurdos e involuntarios que afectan a un pequeño grupo de músculos y que se repiten a intervalos. Generalmente, no tienen como causa ninguna lesión de tipo neurológico. Desaparecen durante el sueño. Suelen aparecer entre los 6 y los 8 años y muchas veces lo hacen en la pubertad. Hay mucha variabilidad. Suelen parecerse a gestos utilizados comúnmente.

    Pueden clasificarse según la parte del cuerpo en al que se localiza:

    - tics faciales (son los más frecuentes)

    - tics de la cabeza y cuello

    - tics del tronco y de los miembros

    - tics respiratorios (resoplidos, aspiraciones,...)

    - tics fonatorios (gruñir,...)

    Una persona puede tener un solo tic o varios; en este último caso suelen realizarse siempre en el mismo orden; también hay quien los hace simultáneamente.

    Aunque pueden ser controlados voluntariamente durante determinado tiempo, factores como la presencia de otras personas, las situaciones de estrés emocional,... tienden a desencadenarlo y/o aumentarlo.

    El tratamiento aplicado deberá adaptarse a la personalidad del niño; a partir de ello, el especialista infantil determinará si es conveniente prescribir medicación, realizar un tratamiento psicomotriz, entrar en psicoterapia, un tratamiento conductual o una combinación de ellas.

    Asimismo se orientará a la familia para que proceda a ayudar al niño de la forma más conveniente, ya que el medio familiar en el que se desenvuelve un niño con tics suele ser tenso y lleno de hábitos perfeccionistas. La familia deberá evitar "estar encima" del niño cada vez que haga el tic y, sobre todo, no culpabilizarlo ni reprimirlo.

    LA REEDUCACIÓN PSICOMOTRIZ EN LOS CENTROS DE EDUCACIÓN ESPECIAL

    La difícil integración en el sistema educativo de algunos niños con un cociente intelectual inferior a lo que se considera normal, se ha convertido, a través de los tiempos, en un hecho importante a tener en cuenta.

    La sola presencia de un niño con necesidades educativas especiales ya plantea al educador la necesidad de un plan específico encaminado a reeducar y educar estos alumnos.

    INFLUENCIA DE LA EDUCACIÓN PSICOMOTRIZ EN EL COMPORTAMIENTO DEL NIÑO

    Comportamiento General

    Las distintas formas de ser (interés, atención, control de sí mismo...) tanto en la vida diaria como en la vida escolar no pueden evidentemente ser apreciadas más que de una forma subjetiva. La mejoría del comportamiento del niño es la norma en la mayor parte de los casos importantes, sea cual sea el grado de tipo de inadaptación, aunque se haga a veces difícil atribuir la parte que corresponde a las diversas influencias educativas, tales como:

    • Hábitos básicos.

    • Personalidad e influencia de los distintos educadores.

    • La educación psicomotriz en sí

    En todos los casos, bajo el punto de vista de nuestro trabajo, es absolutamente indiscutible que la mejoría experimentada es importante: los ansioso van siéndolos cada vez menos hasta que progresivamente dejan de serlo; en cuanto a los diversos tipos de agitados e inestables llegan a ser capaces de controlarse, al menos durante el tiempo de la sesión.

    La sesión de educación psicomotriz presenta, y esto es un hecho evidente, un clima educativo desconocido en el concepto tradicional de la enseñanza. Aquí el niño escucha, actúa, habla, dibuja... en una atmósfera de confianza y optimismo; no se les ve bostezar, distraerse o fastidiarse.

    Es evidente el resultado de una educación bien llevada con ejercicios adaptados al nivel y a las necesidades del niño. ¿Existe una transferencia de estos estados habituales ya de confianza, control de sí mismo, de estos deseos de hacer y conseguir, a las otras situaciones educativas y a la vida familiar). Si bien esta mejoría no es mensurable, es no obatante real y la observación periódica de los niños por un examinador independiente prueba que:

    • Los progresos no son específicos sino que se observan en todos los terrenos, particularmente el lenguaje avanza con las demás adquisiciones.

    • El comportamiento social experiementa una mejoría paralela a la evolución observada en el curso de las sesiones de educación psicomotriz.

    Para terminar diremos que los resultados parecen duraderos cuando hay problemas caracteriales adicionados, o bien cuando han sido resueltos.

    Comportamiento Escolar

    Los aprendizajes escolares no son más que un aspecto de la educación educativa general. Sin pretender hacerla condición sine qua non de los aprendizajes básicos, es evidente que la educación psicomotriz,

    • al mejorar el comportamiento general,

    • al volver a crear las condiciones de la atención,

    • al educar las capacidades perceptivas,

    • y dar al niños unos hábitos motrices y neuromotrices correctos,

    no puede por menos que promocionar la integración de los elementos en un cierto número de casos aumentar el C.I. de una forma verdaderamente espectacular. En realidad, no se trata de un aumento de la inteligencia “en sí”, sino de una mejor utilización de las posibilidades ya existentes debida especialmente a un mejor conocimiento y control de sí mismo (disminución de la ansiedad y positiva evolución de las posibilidades de atención).

    EVOLUCIÓN DE LOS SUJETOS EDUCADOS

    Es innegable que los resultados de la educación psicomotriz son positivos y perdurables en la mayoría de los casos, pero estos resultados y con ello las posibilidades de evolución del niño varían indudablemente de un sujeto a otro.

    • En los niños con necesidades educativas especiales: Nos encontramos aquí con clasificación de Benton entre debilidades típicas y atípicas.

    • En los casos de debilidad típica, caracterizada por un perfil descendente, a pesar de los progresos, se mantiene la analogía entre los dos perfiles que marchan paralelos. Esto es una confirmación d ela noción de heterocronía indicada por Zazzo. La heterocronía es una estructura propia del débil y no se observa modificando con la educación.

    • En los casos de debilidad atípica, caracterizada por un déficit más importante en las conductas motrices de base que en las perceptivomotrices, las posibilidades educativas revisten mucha importancia. Conviene siempre, naturalmente, hacer intervenir en el pronóstico, el grado de debilidad, traducido por el C.I.. y en el perfil psicomotor por la inclinación de la curva y su mayor o menos alejamiento de la edad real.

    • En todos los demás problemas de adaptación: Todo depende del origen de los problemas y en especial de la intrincación y complejidad de los problemas psicoafectivos superpuestos a las dificultades o trastornos motores y psicomotores. En todos los casos de inadaptación, los resultados y evolución de los sujetos vienen determinados por los siguientes factores:

    • Precocidad de la acción reeducativa.

    • Medio en que se desenvuelve el niño.

    • Posibilidades de trabajo: frecuencia de las lecciones, ayuda aportada por la familia y la cohesión y valor de los distintos miembros del equipo educativo.

    PAPEL Y LUGAR DE LA EDUCACIÓN PSICOMOTRIZ APLICADA CON FINES REEDUCATIVOS

    Podemos resumir a tres formas de aplicación de la educación psicomotriz en la reeducación de los diversos tipos de inadaptación:

    • La indicación de la educación psicomotriz es fundamentalmente en:

    • Los trastornos de la actitud y los desequilibrios morfoestáticos.

    • Todos los problemas psicológicos relacionados con la falta de control motor.

    • Todos los problemas de inccordinación y torpeza general o específicos.

    • Ciertas alteraciones sensoriomotrices, como por ejemplo, la disgrafía.

    • La educación psicomotriz es una indicación esencial:

    • De los diferentes tipos de debilidad mental.

    • De todas las anomalías de origen perceptivomotriz relacionadas con la expresión oral y gráfica.

    • De la mayoría de las alteraciones e insuficiencias de origen psicoafectivo. Asimismo forma parte integrante de la educación de los niños con deficiencias sensoriales y en particular de los ambliopes.

    • Puede ser asociada a tratamientos médicos y/o para médicos en la reeducación:

    • De las inadaptaciones de origen neuromotriz, como por ejemplo, la P.C.I.

    • De ciertas inadaptaciones de origen funcional.

    • El dominio de su propio cuerpo y de sus desplazamientos es el primer elemento del dominio del comportamiento.

    • La educación psicomotriz permite al niño en situación, con un mejor control, una mayor eficiencia en los actos de la vida de relación y en diversas situaciones educativas.

    • El enseñar al niño a disponer de medios ejecutivos, a disponer de un esquema corporal y de un esquema espaciotemporal, condiciona los diferentes aprendizajes.

    • En todos los casos, incluso en los de grave retraso, no puede ser asimilada a una doma o acondicionamiento; el niño es el artífice de su propia rehabilitación. Si nos extendemos en fin sobre sus aspectos terapéuticos diremos que en su aplicación práctica es una actividad eminentemente educativa.

    • La educación psicomotriz forma la base de toda la educación en los casos de debilidad profunda y si bien son inseparables, debe preceder siempre a la educación puramente intelectual.

    • Es también elemento importante en la educación de los débiles medios y ligeros.

    • Constituye la reeducación en los casos de inadaptación de origen motriz, neuromotriz y perceptivomotriz.

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    Enviado por:Cristina González
    Idioma: castellano
    País: España

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