Psicología
Psicología de la Personalidad
PSICOLOGIA DE LA PERSONALIDAD
INTRODUCCIÓN
La de la personalidad es uno de los temas más interesantes de la psicología. No obstante, también es uno de los campos menos estudiados, y quizá, al menos en parte, se deba a la problemática ante la que nos encontramos a la hora de establecer unos términos concretos que definan “Personalidad”. ¡Sí!, a pesar de que, seguramente, cualquier persona a quien preguntásemos en la calle se encontraría capacitada para darnos su lectura del vocablo, acorde al uso que de él hace en su habla cotidiana, como constructo psicológico sigue siendo objeto de discusión entre los diferentes autores. Y en medio de esta batalla nos enfrentamos a la necesidad de conocer qué es personalidad para establecer como estudiarla.
Desde el punto de vista de los teóricos, la personalidad es un elemento interno y, por lo tanto, no accesible directamente, que se manifiesta por la conducta externa del individuo. Así pues, a partir de estos signos externos podemos inferir los elementos internos de la personalidad.
Debemos contemplar las múltiples variables que inciden sobre la personalidad a lo largo de la vida para hacer de esta un ente maleable y discontinuo cuya investigación tan solo nos proporciona datos puntuales, y no absolutos, del sujeto a quien se estudia.
A continuación, mencionaré los diferentes modelos-teorias a cerca de la personalidad y ,en base a ellos, los diferentes métodos de estudio.
TIPOLOGIAS BIOLOGICAS
De acuerdo con este modelo la personalidad vendría determinada por las características físicas del individuo. Todos los rasgos psicológicos personales tendrían un componente constitucional. No resulta nada difícil, entonces, estudiar la personalidad mediante establecer categorías en las que encasillar al individuo según sus rasgos físicos y psíquicos.
Estamos ante el modelo más antiguo y perdurable en el estudio de la personalidad. Ya Hipócrates, el padre de la medicina, basándose en la predominancia de uno de los cuatro elementos que componían la vida según Empédocles (aire, agua, tierra y fuego), determinó la existencia de cuatro tipos de temperamento (sanguíneo, flemático, colérico y melancólico).
Más recientemente, autores como Kretschmer (1921), Sheldon (1942) y Pavlov (1960) han continuado sus estudios sobre la biotipologia morfológica.
En sus estudios, Pavlov observo diferencias individuales en la conducta de sus animales. Inicialmente atribuyó esto a diferencias tipologías de temperamento definiendo inicialmente estos tipos como: excitable, cobarde, tranquilo, etc. Que luego fue reemplazados por índices experimentales derivados de sus experimentos de condicionamiento, hablando así de propiedades del mismo: fuerza como la capacidad de las células corticales para soportar tensión en su actividad por la acción de determinados estímulos; Equilibrio como la predominancia a la excitación o inhibición; Movilidad como la habilidad de los impulsos nerviosos para adaptarse a las fluctuaciones del ambiente.
Uno de los continuadores de los estudios de Pavlov fue Strelau (1969, 1970,1972, 1974, 1977) quien desarrolló test visuales y auditivos para definir el factor fuerza.
Hoy la teoría tipologíca soviética ha añadido tres nuevas propiedades al modelo de Pavlov: dinamismo, habilidad y concentración. Además se las considera, actualmente, como parciales, relacionadas con procesos psicológicos como la memoria, razonamiento, etc. Y relacionados con dos sistemas cerebrales: el tronco-reticular y el tronco-límbico.
La corriente actual de la psicología soviética trata de encontrar vinculación entre la conducta y el sistema nervioso mediante métodos objetivos de medida, dando énfasis a los fundamentos biológicos de algunos constructos de la personalidad.
Otras corrientes establecen categorías psicológicas, como es el caso del psicoanálisis.
Así por ejemplo Jung (1936) consideraba que la introversión-extroversión venia dada por donde tenia el acento puesto el individuo en la relación entre sujeto y objeto. De igual manera la predominancia entre pensar y sentir determinaría si la persona es sensitiva o reflexiva. En cuanto al modo en como se realizan los procesos irracionales, mediante sensorizacion o relación, se diferenciarían los individuos perceptivos y los intuitivos. La combinación de estas categorías daría lugar a una amplia gama de tipos psicológicos.
TEORIAS DIMENSIONALES
Consideran la existencia de rasgos de la personalidad como dimensiones continuas sobre las que pueden establecerse diferencias cuantitativas. Estas teorías han sido desarrolladas por Cattell, Eynseck y Guilford con el fin de describir todos los rasgos que constituyen la estructura de la personalidad y elaborar instrumentos de medida para cada uno de ellos. Parten del supuesto de que todos participamos de una misma estructura de personalidad, pero diferimos en función de la combinación de rasgos de cada individuo.
El paradigma dimensional esta íntimamente ligado a las técnicas de análisis correlacional y factorial, toma de la perspectiva biológica el concepto de constitución y del punto de vista sociocultural el concepto de rasgo. Una de las más destacables figuras en este campo fue Eynseck, cuya teoría fue desarrollándose a lo largo de distintos periodos. Inicialmente trata de demostrar, mediante el análisis factorial, la existencia de dos dimensiones de personalidad: extraversion y neuroticismo. Eynseck desarrollo cuestionarios para el estudio de ambas dimensiones, siendo el EPI (inventario de personalidad de Eynseck) junto con el 16PF de Cattell los mas usados de la actualidad. El segundo periodo se caracteriza por el intento de explicar las bases biológicas de estas dimensiones. Además en esta época incluye en su conceptualizacion de la estructura de la persona un tercer factor: el psicoticismo. Y crea también un nuevo cuestionario (EPQ). En un tercer periodo remodela su teoría de la conducta en términos de arousal haciendo énfasis en los constructos Pavlovianos. Su teoría propone que la extraversion refleja diferencias arousal en el sistema reticular activador ascendente, y el neuroticismo en el sistema limbico.
Los estudios de Eynseck fueron, posteriormente modificados por la teoría psicofisiologica de Gray quien: En primer lugar, incluye como sustrato neural de la extraversion el cortex orbital, el área septal y el hipocampo; En segundo lugar, mediante rotación de las dimensiones extraversion, introversión y neuroticismo, obtiene dos nuevas dimensiones: ansiedad e impulsividad.
Por otra parte, Zuckerman plantea que los individuos difieren en su necesidad de estimulación que viene determinada por diferencias del arousal cortical.
El modelo de Cattell también variará respecto a las teorías de Eynseck. Presenta al menos 16 dimensiones de personalidad frente a las 3 de Eynseck, de ahí su cuestionario al que denominó 16PF. Esta diferencia se debe, aparentemente a la diferente manera en que cada uno de ellos utiliza el análisis factorial. No obstante en la actualidad existe un amplio consenso acerca de la semejanza entre ambos modelos.
No cabe duda de la existente influencia y similitudes entre la psicofisiologia diferencial soviética y las teorías diferenciales de la personalidad en su vertiente biológica.
SITUACIONISMO
A diferencia de las corrientes anteriores, propone que la conducta está en función tanto de la persona como de la situación. De esta forma, los teóricos del aprendizaje social como Bandura y Walters (1963) y Mischel (1968) ponen el énfasis en los factores ambientales como determinantes de la conducta.
La idea de un situacionismo radical fue abandonada relativamente pronto incluso por sus propios formuladores. A pesar de ello, las reformulaciones que supuso fueron de gran importancia para la psicología de la personalidad. Por ejemplo, hizo que se volviese a tener en cuenta las aportaciones de la psicología social y las aclaraciones y reformulaciones a la consistencia, a la especificidad, a lo generalizable y a lo particular.
Posterior al situacionismo de Mischel fue la crítica de Bowers (1973), en la cual puso de manifiesto la debilidad metodológica del situacionismo, argumentando que se centra más en las circunstancias bajo las cuales cambia una conducta que en investigar la estabilidad de la misma. Asimismo considera un error buscar en las situaciones las causas de la conducta, y que lo acertado seria un acercamiento interaccionista que tenga en cuenta a ambos.
Recientemente los teóricos situacionistas han reformulado su modelo admitiendo la influencia de variables cognitivas que influyen sobre la percepción de las situaciones, lo que ha dado pie a las teorías cognitivas del aprendizaje social.
INTERACCIONISMO
Constituye un intento por resolver el cisma entre la aserción conductista de que la personalidad es una variable dependiente y la concepción tradicional de que la personalidad es la causa de la conducta de un individuo.
Dentro del interaccionismo surgen dos importantes corrientes, por un lado la nueva psicología interaccional de Endler y Magnuson (1976), y por otro la teoría de la interacción conductual de Staats (1963, 1975, 1980).
El interaccionismo de Endler y Magnuson tiene un numero definido de atributos: El primero hace referencia a la interacción multidireccional o feedback entre el individuo y la situación; El segundo afirma que el individuo es un agente interaccional y activo en esta interacción; El tercer y cuarto principio afirman que los factores cognitivos son los determinantes esenciales de la conducta, influyendo también en esta los factores emocionales. A su vez afirman que la consistencia de la conducta a lo largo de las distintas situaciones está en función de la opción individual a la situación.
Por su parte, la teoría interaccionista de Staats comienza con un análisis teórico del lenguaje para la conducta del individuo. Para él la personalidad abarca tanto el desarrollo y función cognitiva del lenguaje como los aspectos emocionales y motivacionales.
El ultimo sistema barca todos los estímulos (sociales, sexuales,
estéticos) y a las palabras que representan. La estructura motivacional del individuo es un sistema de estímulos aprendidos instrumentalmente. Por él se elicitan actitudes (A), tiene propiedades reforzantes (R), y propiedades directivas o de incentivo (D). En este sistema (ARD) afecta a la forma en que el individuo aprende nuevas actitudes, afecta a su percepción de que es premio y que es castigo y gobierna sus conductas manifiestas. Las diferencias en este sistema explican las diferentes respuestas con el mismo ambiente que se observan entre individuos.
Hay un numero elevado de estudios experimentales en personalidad donde se demuestra la utilidad teórica de analizar las posibles interacciones entre una variable experimental y una medida de diferencias individuales. Las
principales áreas estudiadas han sido las que hacen referencia a: ansiedad, locus de control y conformidad. Los efectos de la ansiedad como estado sobre el aprendizaje han sido considerados dependientes, en parte, de diferencias iniciales en la ansiedad como rasgo. Desde un punto de vista muy distinto, distintas investigaciones han puesto de manifiesto la existencia de interacciones entre rasgo y situación, que es lo que daría lugar a la aparición de un estado de ansiedad. Ahora bien, la interacción es específica para el rasgo y la situación, es decir, no puede hablarse de estados de ansiedad hasta que no se controle la situación en la que el rasgo se manifiesta. A resultados similares se llega en los estudios sobre locas de control, donde algunos autores encuentran una interacción cruzada. Así pues, el locus de control podía caracterizar a la persona o a la situación.
Estos y otros estudios demuestran interacciones persona X situación, pero no consiguen contestar al problema de cómo se produce la interacción. Desde luego, hay que tener en cuenta que las interacciones no son en sí mismas neutras y nos pueden presentar una imagen irreal y deformada de la personalidad. Efectivamente, aunque es posible extraer algunas generalizaciones correctas persona - situación, esta interacción puede ser, a su vez, influida por una nueva variable, y así continuamente, sin límites.
Por otro lado, la necesidad de congruencia entre la medida del rasgo y la situación permitió establecer el principio de que la personalidad es consistente, pero al mismo tiempo específico. Efectivamente, los interaccionistas mantienen que más que hablar de consistencia se debe hablar de coherencia.
CONSISTENCIA CONDUCTUAL
Uno de los aspectos más polémicos en Psicología de la personalidad, y pieza clave para la posible evaluación de la misma, ha sido el problema de la consistencia. La consistencia hace referencia a la similitud en la conducta de una persona a través de diferentes situaciones. Los teóricos de la personalidad, interesados en su diagnóstico y evaluación, consideran que la conducta de los individuos es consistente y que esta consistencia es explicada en términos de factores de personalidad subyacente. Estos factores pueden ser evaluados y «predecir» con ello las posibles conductas de un individuo en determinadas situaciones.
Un aspecto importante a considerar son los distintos tipos de consistencia conductual, ya que, en ocasiones, el distinto significado del concepto de consistencia puede llevar a confusión tanto a sus defensores como a sus críticos. Hampson (1982) señala la existencia de cuatro tipos al menos de consistencia: La consistencia tipo A, que se refiere a cuando las conductas y situaciones comparadas son las mismas (Por ejemplo, realizar un mismo cuestionario de personalidad en idénticas condiciones de prueba).
La consistencia tipo B hace referencia a una misma conducta comparada en situaciones diferentes (Por ejemplo, realizar un mismo cuestionario de personalidad en dos situaciones distintas de prueba: la primera vez, en solitario, y la segunda vez, en presencia de compañeros que observen la realización).
La consistencia tipo C. Este tipo de consistencia exige que las conductas sean diferentes en idénticas situaciones (Por ejemplo, en una reunión social una persona busca grupos numerosos de gente, y en otra reunión idéntica se muestra muy hablador. Ambas conductas, diferentes, apuntan a un mismo factor de sociabilidad).
Por ultimo, La consistencia tipo D es la que hace referencia a conductas distintas en situaciones diferentes (Por ejemplo, una persona puntúa alto en un cuestionario que mide extraversión y en una reunión se muestra locuaz).
En general, tanto las teorías multirrasgo como las de rasgo único apelan a la existencia de los cuatro tipos de consistencia mencionados. Los tres primeros comprenden aquellos fenómenos que las teorías pretenden explicar manifiestamente, mientras que la consistencia tipo D constituye el tipo racional que se utiliza en la predicción de la conducta y que se asienta en la evaluación de la personalidad. Efectivamente, la evaluación de la personalidad de un individuo, la determinación de sus factores o dimensiones internas nos permitirá predecir sus conductas en el futuro.
Precisamente, las principales críticas que han recibido los teóricos de la personalidad, como ya hemos dicho, apuntan en la dirección de que no existe la defendida consistencia conductual en sus diferentes tipos.
CRITICAS A LA PERSPECTIVA DE LA CONSISTENCIA
Como ya hemos apuntado anteriormente, el crítico más poderoso a las teorías de los rasgos y estados va a ser Mischel (1968), quien en su obra Personality ami assessment criticará el concepto tradicional de personalidad basándose en una gran cantidad de evidencia experimental que demuestra, entre otras cosas, cómo la hipótesis de la consistencia conductual ha sido hipertrofiada por los teóricos de los rasgos y estados.
Mischel examinó el problema de la consistencia conductual en diferentes áreas, tales como la inteligencia, la personalidad, estilos cognitivos, etc., haciendo referencia a los distintos tipos de consistencia. Así consideró que en el área de la personalidad la consistencia tipo B y C no había sido demostrada. Efectivamente, la gente no se comporta siempre de forma similar en situaciones diferentes (tipo B). Esta inconsistencia puede ser explicada por variables situacionales que ejercen una influencia sobre la conducta más importante que los factores de personalidad. Por otra parte, consideró que las estimaciones de personalidad estaban deformadas por el «rasgo» categorizador de los evaluadores, que, por tanto, las invalidaba, invalidando con ello la supuesta consistencia tipo C.
Por último, en lo que se refiere a la consistencia tipo D, Mischel revisó las correlaciones entre las puntuaciones en los tests de personalidad y la conducta real, y llegó a la conclusión de que cualquier dimensión de personalidad inferida a partir de un cuestionario se relacionaba con casi cualquier criterio externo que implicase respuestas que no hubiesen sido muestreadas por un cuestionario. Esta correlación que oscilaba entre 0,20 y 0,30 y que se encontraba de forma reiterada fue denominada «Coeficiente de personalidad».
Así, pues, consideró que la insistencia en establecer la consistencia tipo D había sido un rotundo fracaso. Por tanto, sólo podíamos confiar en la consistencia tipo A para predecir una conducta. De tal forma que La conducta sólo es un predictor de sí misma y no un predictor de otras conductas o un signo de un factor de personalidad subyacente.
Ante estas severísimas criticas de Mischel se tambalean los estudios de los teóricos de la personalidad, dirigidos a descubrir una supuesta estructura interna de la persona que permitida inferir la conducta de un individuo en situaciones diferentes y que están basados en la hipótesis subyacente de que esta personalidad debe ser algo estable.
Efectivamente, Mischel (1968, 1969) había arremetido contra el talón de Aquiles de la teoría de la personalidad, la consistencia de las conductas y, aunque sólo pudo recabar un éxito parcial en sus afirmaciones, puso de manifiesto que, en muchas ocasiones, los factores situacionales eran más importantes que la personalidad en la determinación de la conducta.
De esta postura polémica de Mischel van a derivar dos corrientes teóricas que defenderán puntos contrapuestos. Una afirmará que sólo un mínimo de personas son lo suficientemente consistentes en sus conductas para que pueda hablarse de factores disposicionales. La otra va a considerar que, en contra de lo que se ha asegurado, las personas son más consistentes en sus conductas.
Así, por ejemplo, Bowers sugiere un punto de vista interactivo, criticando el situacionismo al que considera producto del método experimental. Wachtel, por su parte, se plantea si la consistencia podría residir en la elección de ciertos ambientes por parte de las personas que, por tanto, sí serian consistentes en sus elecciones. Y Epstein pone de manifiesto cómo el no haber encontrado consistencia conductual puede deberse al hecho de no haber tomado en consideración varios de los elementos que intervienen en el error de medida. Como, por ejemplo, que las conductas no han sido adecuadamente muestreadas, las mediciones se han realizadas.
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Enviado por: | José Ramón Sánchez Isla |
Idioma: | castellano |
País: | España |