Psicología
Psicoanálisis: Sigmund Freud
EL PSICOANALISIS
Freud Sigmund.
Médico austríaco
(Freiberg, hoy Pribor, Moravia 1856 - Londres 1939).
Con el descubrimiento del psicoanálisis, Freud inaugura un nuevo discurso que procura dar un estatuto científico a la psicología. En realidad, lejos de agregar un capítulo nuevo al dominio de las ciencias llamadas positivas, introduce una ruptura radical con lo que después se llamará las ciencias humanas y también con lo que constituía hasta entonces el centro de la reflexión filosófica, es decir, la relación del hombre con el mundo.
Algunos elementos biográficos. Se tiende a creer que el psicoanálisis ha renovado el interés tradicionalmente atribuido a los acontecimientos de la existencia para comprender o interpretar el comportamiento y las obras de los hombres excepcionales. Esto no es así, y Freud es categórico al respecto: «Quien quiere hacerse biógrafo se compromete con la mentira, con el disimulo, con la hipocresía, e incluso con el disimulo de su incomprensión, pues la ver -dad biográfica no es accesible, y si lo fuera, uno no podría servirse de ella» (carta a A. Zweig, autor de La confusión de los sentimientos, del 31 de mayo de 1936).
Freud nació en una familia de comerciantes judíos bastante acomodados. Siempre se señala la complejidad de las relaciones intrafamiliares. Su padre, Jakob Freud, se había casado por primera vez a los diecisiete años y había tenido dos hijos, Emmanuel y Philippe. Viudo, se vuelve a casar con Amalia Nathanson, que tiene veinte años, edad del segundo hijo de Jakob. Freud será el mayor de los ocho hijos del segundo matrimonio de su padre y su compañero de juegos preferido, apenas un año mayor que él, es su sobrino. Cuando tiene tres años, la coyuntura económica provoca una caída de los ingresos familiares y la familia debe dejar Freiberg para instalarse en Viena, donde nunca volverá a encontrar la holgura anterior. Esta partida será siempre dolorosa para Freud. Un punto que él mismo destacó merece ser recordado: el amor sin desfallecimientos que su madre le dedicó siempre, al que atribuyó la confianza y la seguridad de las que dio pruebas en todas las circunstancias. Fue muy buen alumno durante sus estudios secundarios y, sin una vocación particular, se puso a estudiar medicina. Dos cosas deben destacarse: una ambición precozmente formulada y reconocida y «la aspiración de aportar algo, durante su vida, al conocimiento de la humanidad» (Sobre la psicología del colegial, 1914). Su curiosidad, «que apuntaba más a las cuestiones humanas que a las cosas de la Naturaleza» (Presentación autobiográfica, 1925), lo lleva a seguir al mismo tiempo, durante tres años, las conferencias de F. Brentano, varias de ellas dedicadas a Aristóteles. En 1880 publica la traducción de varios textos de J. S. Mill: Sobre la emancipación de la mujer Platón, La cuestión obrera, El socialismo. En setiembre de 1886, después de un noviazgo de varios años, desposa a Martha Bernays, de la que tendrá cinco hijos. En 1883 es nombrado privatdozent (profesor libre, dictante de conferencias), y en 1902, profesor honorario. A pesar de la hostilidad y las dificultades de toda índole, Freud rehusará siempre dejar Viena. Sólo bajo la presión de sus alumnos y amigos, y tras el Anschluss de marzo de 1938, se decide al fin, dos meses después, a partir para Londres.
El neurólogo. En 1876, después de cursar tres años de estudios médicos, Freud ingresa en el Instituto de Fisiología dirigido por E. Brücke. Su primera publicación aparece en 1877: Sobre el origen de las raíces nerviosas posteriores en la médula espinal del amocetes (Petrornyzon planeri); la última, concerniente a La parálisis cerebral infantil, es de 1897. En el lapso de esos veinte años, pueden contarse cuarenta artículos (fisiología y anatomohistología del sistema nervioso).
El trabajo de Freud sobre la afasia (Una concepción de la afasia, estudio crítico [Zur Auffassung der Aphasien], 1891) permanecerá en las sombras, aunque ofrece la elaboración más acabada y más notable de la afasiología de la época. Sus esperanzas de notoriedad tampoco fueron satisfechas por sus trabajos sobre la cocaína publicados de 1884 a 1887. Había descubierto las propiedades analgésicas de esta sustancia, descuidando las propiedades anestésicas, que serán utilizadas con éxito por K. Koller. El recuerdo de este fracaso será uno de los elementos de la elaboración de un sueño de Freud, el de la «monografía botánica».
Las circunstancias inmediatas del descubrimiento del psicoanálisis. A comienzos de la década de 1880, Freud se encontraba en la posición de investigador en neurofisiología y de autor de trabajos de valor, pero que no podían permitirle, en ausencia de toda fortuna personal, asegurar la subsistencia de una familia, A pesar de sus reticencias, la única solución que se le ofrecía era abrir un consultorio privado como neurólogo, lo que hizo sorpresivamente el domingo de Pascuas del 25 de abril de 1886. Algunos meses antes había obtenido una beca gracias a la cual pudo realizar uno de sus sueños, el de ir a París. Fue así como tuvo en la Salpêtrière un encuentro determinante: conoció a J. M. Charcot. Debe destacarse que Charcot no se mostró interesado ni por los cortes histológicos que le aportó Freud como testimonio de sus trabajos, ni por el relato del tratamiento de Anna O., cuyos elementos principales le había comunicado su amigo Breuer desde 1882. Charcot no se preocupaba casi por la terapéutica, sino por describir y clasificar los fenómenos para intentar dar cuenta de ellos racionalmente.
Freud comenzó utilizando los medios entonces a su disposición: la electroterapia de W. H. Erb, la hipnosis y la sugestión. Las dificultades encontradas lo llevaron a acercarse a A. A. Liébault y H. M. Bernheim en Naney durante el verano de 1889, Por otra parte tradujo las obras de este último al alemán, encontrando allí la confirmación de las reservas y las decepciones que él mismo experimentaba frente a esos métodos.
En 1890, logra convencer a su amigo Breuer para escribir en conjunto una obra sobre la histeria. Su trabajo en común dará lugar a la publicación en 1893 de la «Comunicación preliminar» que servirá luego de introducción a los Estudios sobre la histeria, ya se encuentra allí la idea freudiana de la defensa para proteger al sujeto de una representación «insoportable» o «incompatible». El mismo año, en un artículo titulado «Algunas consideraciones para un estudio comparativo de las parálisis motrices orgánicas e histéricas», publicado en francés en los Archives Neurologiques, Freud afirma que «la histeria se comporta en sus parálisis y otras manifestaciones como si la anatomía no existiese, o como sí no tuviese ningún conocimiento de ella».
Los Estudios sobre la histeria, obra común de Breuer y Freud, aparecen en julio de 1895. Además de la «Comunicación preliminar», comprenden cinco observaciones de enfermos: la primera, la de Anna O. (Bertha Pappenheim), está redactada por Breuer, encontrándose allí la tan feliz expresión de talking cure propuesta por Anna O.; las cuatro siguientes se deben a Freud. La obra termina con un texto teórico de Breuer y un texto sobre la psicoterapia de la histeria de Freud, en el que puede verse esbozado lo que separará a los dos autores el año siguiente. En La herencia y la etiología de las neurosis, publicada en francés en 1896 en la Revue Neurologique, Freud afirma en efecto: «Una experiencia de pasividad sexual antes de la pubertad; esta es la etiología específica de la histeria». El término psicoanálisis es empleado allí por primera vez. También en el trascurso de esos años, la reflexión de Freud sobre la interrupción brutal por Breuer del tratamiento de Anna O. lo lleva a concebir la trasferencia.
Hay que señalar, por último, la redacción en algunas semanas, a fines de 1895, del Proyecto de psicología (Entwurf einer Psychologie), que Freud no publicará nunca y que constituye en principio su última tentativa para asentar la psicología sobre los enunciados más recientes de la neurofisiología. En esta época, entonces, Freud ha abandonado la hipnosis y la sugestión, en tanto que inaugura la técnica de la asociación libre. Su posición doctrinal está centrada en la teoría del núcleo patógeno constituido en la infancia con ocasión de un trauma sexual real resultante de la seducción por un adulto. El síntoma es la consecuencia de la represión de las representaciones insoportables que constituyen este núcleo, y el tratamiento consiste en volver a traer a la conciencia sus elementos como se extrae un «cuerpo extraño», siendo la desaparición del síntoma la consecuencia del levantamiento de la represión.
Los tres libros fundamentales sobre el inconsciente. Durante los años que preceden a la publicación de La interpretación de los sueños, Freud introduce en la nosografia, a la que no es indiferente, algunas entidades nuevas. Describe la neurosis de angustia separándola de la categoría bastante heteróclita de la neurastenia. Aísla por primera vez la neurosis obsesiva (al. Zwangsneurose) y propone el concepto de psiconeurosis de defensa en el que es integrada la paranoia.
Pero la tarea principal es la de su autoanálisis, término que no empleará durante mucho tiempo. He aquí lo que dice de él en la carta a W. Fliess del 14 de noviembre de 1897: «Mi autoanálisis sigue interrumpido. He echado de ver por qué. Sólo puedo analizarme a mí mismo con los conocimientos adquiridos objetivamente (como a un extraño). Un autoanálisis genuino es imposible, de lo contrario no habría enfermedad».
El encuentro con Fliess se remonta a 1887. Freud comienza a analizar sistemáticamente sus propios sueños a partir de julio de 1895. Todo pasa como si Freud, sin darse cuenta, hubiese usado a Fliess como intermediario para su propio análisis. El 23 de octubre de 1896 muere su padre. Puede pensarse que este acontecimiento no es extraño al descubrimiento del complejo de Edipo, del que, un año después, en la carta a Fliess del 15 de octubre de 1897, encontramos la siguiente formulación: «Sólo se me ha ocurrido una idea de valor general. He encontrado en mí, como por otra parte en todos, sentimientos de amor hacia mi madre y de celos hacia mi padre, sentimientos que son, pienso, comunes a todos los niños, aunque su aparición no es tan precoz como en los niños que se han vuelto histéricos (de una manera análoga a la "novela de los orígenes" en la paranoia -héroes y fundadores de religiones-). Si esto es así, se comprende, a pesar de todas las objeciones racionales que se oponen a la hipótesis de una inexorable fatalidad, el poder cautivante del Edipo rey. También se comprende por qué tenían que fracasar miserablemente todos los posteriores dramas de destino (...) pero la leyenda griega ha captado una compulsión que todos reconocen porque todos la han sentido. Cada espectador fue un día en germen y en su fantasía un Edipo, y se espanta retrospectivamente ante el cumplimiento de su sueño traspuesto en la realidad, con todo el aporte de la represión que separa su estado infantil de su estado actual». La ruptura definitiva con Fliess ocurrirá en 1902. En 1900 aparece La interpretación de los sueños (Die Traumdeutung). El postulado de partida introduce una ruptura radical con todos los discursos anteriores. El absurdo, la incongruencia de los sueños no es un accidente de orden mecánico, el sueño tiene un sentido, ese sentido está oculto y no se desprende de las figuras que utiliza el sueño, sino de un conjunto de elementos propios del soñante mismo, es decir que dependemos, para descubrir ese sentido oculto, de las «asociaciones» producidas por el sujeto. Queda entonces excluido que ese sentido pueda ser determinado sin la colaboración del soñante.
Debemos ocuparnos, pues, de un texto. Sin duda el sueño está constituido principalmente por imágenes, pero no hay otro acceso a ellas que el relato del soñante, que constituye el «contenido manifiesto» que se trata de descifrar, como lo hizo Champollion con los jeroglíficos egipcios, para descubrir el «contenido latente». El sueño está constituido con ayuda de los «sueños diurnos», a los que son trasferidos los investimientos afectados a las representaciones de deseo. Así, al mismo tiempo que protege el dormir, el sueño asegura, bajo una forma camuflada, cierto «cumplimiento de deseo». La elaboración del sueño se efectúa con ayuda de técnicas especiales, extrañas al pensamiento conciente: la condensación (un mismo elemento representa varios pensamientos del sueño) y el desplazamiento (un elemento del sueño es puesto en lugar de un pensamiento latente).
De esta concepción del sueño resulta una estructura particular del aparato psíquico que es objeto del séptimo y último capítulo.
Más que la división en tres instancias, conciente, preconciente e inconciente, que especifica lo que se llama la primera tópica, conviene retener la idea de una división del psiquismo en dos tipos de instancias, que obedecen a leyes diferentes y separadas por una frontera que no es franqueable sino en condiciones particulares: de un lado, conciente-preconciente, del otro, inconciente. Este corte es radical e irreductible, jamás puede haber allí síntesis, sino «tendencia a la síntesis». Por lo tanto, el sentimiento de la unidad de lo mental que es propio del yo no es sino una ilusión. Este aparato hace problemática la aprehensión de la realidad, que tiene que ser constituida por el sujeto. La posición de Freud aquí es la misma que la expresada en el Proyecto: «Lo inconciente es lo psíquico mismo y su esencial realidad. Su naturaleza íntima nos es tan desconocida como la realidad del mundo exterior, y la conciencia nos informa sobre ello de una manera tan incompleta como nuestros órganos de los sentidos sobre el mundo exterior».
El sueño, para Freud, resulta ser una encrucijada entre lo normal y lo patológico, y las conclusiones concernientes al sueño serán consideradas por él como válidas para dar cuenta de los estados neuróticos.
La Psicopatologia de la vida cotidiana (Zur Psychopathologie des AlItagslebens) aparece al año siguiente, en 1901. Se abre con el ejemplo de un olvido de nombre, el de Signorelli, análisis ya publicado por Freud en 1898; este olvido asocia en sus determinaciones motivos sexuales y la idea de la muerte. La obra reseña toda una serie de pequeños accidentes, a los que de ordinario apenas se les presta atención, como los olvidos de palabras, los «recuerdos encubridores», los lapsus del habla o de la escritura, las torpezas, los actos fallidos, etc. Estos hechos pueden considerarse manifestaciones del inconciente bajo las siguientes tres condiciones: 1) no deben superar cierto límite fijado por nuestro juicio, es decir, lo que llamamos «los límites del acto normal»; 2) deben tener el carácter de un trastorno momentáneo; 3) sólo pueden ser caracterizados así si sus motivos se nos escapan y nos vemos reducidos a invocar el «azar» o la «inatención».
«Al poner a los actos fallidos en el mismo nivel que las manifestaciones de las psiconeurosis, les damos un sentido y una base a dos afirmaciones que a menudo escuchamos repetir, a saber, que entre el estado nervioso normal y el funcionamiento nervioso normal no existe un límite nítido y tajante (...) Todos estos fenómenos, sin excepción alguna, se dejan reducir a materiales psíquicos incompletamente rechazados que, aunque reprimidos por la conciencia, no han perdido toda posibilidad de manifestarse y expresarse».
El tercer texto, El chiste y su relación con lo inconciente (Der Witz und seine Beziehung zum Unbewuflten), se publica en 1905. Ante este largo y difícil texto, algunos se han preguntado por qué juzgó Freud necesario acumular una cantidad tan grande de ejemplos a través de una complicada clasificación. Sin duda, porque sus tesis eran difíciles de demostrar. He aquí las principales. «La gracia sólo reside en la expresión verbal». Los mecanismos no son otros que los del sueño, la condensación y el desplazamiento. El placer que el chiste engendra está ligado a la técnica y a la tendencia satisfecha, hostil u obscena. Pero, sobre todo, «el tercero» ocupa en el chiste un papel preferencial, cosa que lo distingue de lo cómico. «El chiste necesita en general la intervención de tres personajes: el que lo produce, el que paga el gasto de la verba hostil o sexual, y por último aquel en el que se realiza la intención del chiste, que es producir placer». Finalmente, «sólo es chiste el que acepto como tab. Se comprende entonces la dificultad de traducir la palabra alemana Witz, pero también la dificultad de su manejo en alemán, por lo que se acaba de mencionar y la diversidad de los ejemplos utilizados: historias extrañas, chistes, retruécanos, juegos de palabras, etc. La especificidad del Witz explica la atención que Freud pone en distinguirlo de lo cómico, distingo que se resume así: «el chiste es para lo cómico, por así decir, la contribución que le viene del inconciente».
El mismo año aparecen los Tres ensayos de teoría sexual (Drei Abhandlungen zur Sexualtheorie), donde se afirma e ilustra la importancia de la sexualidad infantil y se propone un esquema de la evolución de la libido a través de fases caracterizadas por la dominancia sucesiva de las zonas erógenas bucal, anal y genital. En este texto es donde, respecto de la sexualidad, el niño es definido como un «perverso polimorfo» y la neurosis es situada como «negativo de la perversión». Entre 1905 y 1918, aproximadamente, van a sucederse un gran número de textos concernientes a la técnica, por una parte, y a su ilustración a través de la presentación de casos clínicos, por otra. Entre estos últimos figuran los clásicos cinco historiales clínicos psicoanalíticos:
1905, Fragmento de análisis de un caso de histeria: es la observación de una paciente llamada Dora, centrada en dos sueños principales cuyo trabajo de interpretación ocupa la mayor parte;
1909, Análisis de lafobia de un niño de cinco años (el pequeño Hans o Juanito): Freud verifica allí la exactitud de las «reconstrucciones» efectuadas en el adulto;
en 1909 también, A propósito de un caso de neurosis obsesiva (el Hombre de las Ratas): el análisis está dominado por un deseo de muerte inconciente y Freud se sorprende de verificar «aún mejor» en un obsesivo sus descubrimientos hechos en el estudio de la histeria;
1911, Puntualizaciones psicoanalíticas sobre un caso de paranoia descrito autobiográficamente (el presidente Schreber): la particularidad de este análisis consiste en el hecho de que Freud nunca se encontró con el paciente, conformándose con trabajar sobre las Memorias escritas por este para exponer su enfermedad y hacer valer su interés científico;
1918, finalmente, De la historia de una neurosis infantil (el Hombre de los Lobos): esta observación presentaba para Freud una importancia muy particular. Aportaba la prueba de la existencia, en el niño, de una neurosis perfectamente constituida, patente o no; y la del adulto es sólo la exteriorización y la repetición de la neurosis infantil; demostraba la importancia de los motivos libidinales y la ausencia de aspiraciones culturales, contra Jung; daba una ilustración precisa de la constitución del fantasma y del lugar de la escena primaria.
Conviene señalar que la soledad de Freud, que duró muchos años, cesó cerca de 1906 con la constitución de la Sociedad de los Miércoles, día de reunión de los primeros adeptos, rápidamente trasformada en Sociedad Psicoanalítica de Viena.
En 1910, Freud funda la Sociedad Internacional de Psicoanálisis, cuyo primer presidente es Jung.
Los complementos necesarios. Intentemos reunir bajo este título algunos temas que, aunque presentes muy a menudo en los primeros escritos, fueron elaborados por Freud bastante tardíamente. En primer lugar, la cuestión del padre, tratada con una amplitud excepcional en Tótem Y tabú de 1912-13 y retomada para un ejemplo particular en Moisés y la religión monoteísta (1932-38). Este es uno de los puntos más difíciles de la doctrina de Freud, debido al polimorfismo de la función paterna en su obra. Luego, está el concepto de narcisismo, que es el objeto del gran artículo de 1914 Introducción del narcisismo, necesario para superar las dificultades encontradas en el análisis de Schreber e intentar dar cuenta de las psicosis, pero también para esbozar una teoría del yo. Lo siniestro (Das Unheimliche), publicado en 1919, atañe más especialmente a la problemática de la castración. Pero la conmoción más importante viene de la conceptualización del automatismo de repetición y del instinto de muerte, que son el tema de Más allá del principio de placer (Jenseits des Lusiprinzips, 1920). La teoría del yo y la identificación serán los temas centrales de Psicología de las masas y análisis del yo (Massenpsychologie und Ich-Analyse, 192 l).
La negación (Die Verneinung, 1925), por último, viene a subrayar la primacía de la palabra en la experiencia psicoanalítica, al mismo tiempo que define un modo particular de presentificación del inconciente.
Las modificaciones doctrinales. Freud nunca dejó de intentar reunir, en una perspectiva que él denominaba metapsicológica, los descubrimientos que su técnica le permitió hacer y las elaboraciones que no dejaron nunca de acompañar su práctica, subrayando al mismo tiempo que este esfuerzo no debía ser interpretado como la tentativa de constitución de una nueva «visión del mundo» (Weltanschauung).
Ciertas modificaciones valen como correcciones de posiciones anteriores. Este es el caso de la teoría del fantasma, que remplazará alrededor de 1910 a la primera teoría traumática de la seducción precoz (Un recuerdo infantil de Leonardo da Vinci, 1907; Formulaciones sobre los dos principios del acaecer psíquico, 1911; «El Hombre de los Lobos», 1918).
Este es el caso también del masoquismo, considerado primero como una inversión del sadismo. Las tesis de Más allá del principio de placer harán concebible la idea de un masoquismo primario que Freud se verá llevado a hacer equivaler, en El problema económico del masoquismo (1925), al instinto de muerte y al sentimiento de culpa irreductible e inexplicado que revelan ciertos análisis.
De un modo sin duda arbitrario, se puede contar entre las modificaciones requeridas por el desgaste de los términos (sobrentendiendo que muchos otros motivos las justifican) la introducción de la segunda tópica, constituida por tres instancias: ello, yo y superyó (El yo y el ello [Das Ich und das Es], 1923), las nuevas consideraciones sobre la angustia como señal de peligro (Inhibición, síntoma y angustia [Hemmung, Symptom und Angst], 1926), y el último texto, inacabado, de La escisión del yo en el proceso defensivo (Die Ichspaltung im Abwehrvorgang, 1938). En este texto, Freud anuncia que, a pesar de las apariencias, lo que va a decir, retornando la observación del artículo de 1927 sobre el fetichismo, es, también en este caso, totalmente nuevo. En efecto, las formulaciones que allí se proponen se presentan como el esbozo de una remodelación del conjunto de la economía de su doctrina.
Dos textos tienen aparentemente un estatuto un poco particular en la obra de Freud. Son El porvenir de una ilusión (Die Zukunft einer Illusion), publicado en 1927, y que examina la cuestión de la religión, y El malestar en la cultura (Das Unbehagen in der Kultur, 1929), dedicado al problema de la felicidad lo el bien-estar], considerada por Freud inalcanzable, y a las exigencias exorbitantes de la organización social hacia el sujeto humano.
Se trata, en efecto, de la consideración de los fenómenos sociales a la luz de la experiencia psicoanalítica. En realidad, como siempre en Freud, el ángulo elegido para tratar cualquier cuestión le sirve ante todo para aportar precisiones o para poner a punto aspectos importantes de la experiencia. En El porvenir, es la cuestión del padre y de Dios como su corolario; en El malestar, es la maldad fundamental del ser humano y la comprobación paradójica de que cuanto más satisface el sujeto los imperativos morales del superyó, más exigente se muestra este.
BIBLIOGRAFIA:
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Diccionario de psicoanálisis - Elizabeth Roudinesco y Michel Plon
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