Psicología
Psicoanálisis: Sigmund Freud
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Definición de psicoanálisis............................................................................................ 2
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Sigmun Freud................................................................................................................. 6
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Castilla del Pino............................................................................................................. 8
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Discípulos...................................................................................................................... 9
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Los sueños..................................................................................................................... 14
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El inconsciente............................................................................................................... 23
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La ansiedad.................................................................................................................... 24
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Pulsiones........................................................................................................................ 25
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Complejo de Edipo........................................................................................................ 26
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Estructura de la personalidad psíquica........................................................................... 29
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Tratamiento psicoanalítico............................................................................................. 31
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Principio de placer y principio de realidad.................................................................... 34
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El ámbito hispano.......................................................................................................... 38
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Psicoanálisis después de Freud...................................................................................... 39
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Vocabulario.................................................................................................................... 40
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Bibliografía.................................................................................................................... 54
Definición de psicoanálisis
El psicoanálisis es una disciplina fundada por S. Freud.
El psicoanálisis permite que, a través de la libre asociación, permite que el analizante reciba la consigna de decir libremente todo lo que se le ocurra, incluso aquello que juzgue inútil, inadecuado y hasta trivial. Sólo se le exige no omitir ningún pensamiento, aunque sea vergonzoso o penoso. El resultado será la reconstrucción de la historia del sujeto a través de sus recuerdos reprimidos, lo que permite una desaparición del síntoma.
El psicoanálisis también se enfrenta con dos problemas: la resistencia y la transferencia. Rápidamente, el analizante se da cuenta de la dificultad que conlleva expresar sus pensamientos y se resiste a manifestarlos. Paralelamente tiende a desarrollarse una trasferencia de sentimientos agradables o desagradables hacia el psicoanálisis o la situación analítica. La resistencia se convierte entonces en la expresión de la transferencia: el trabajo de análisis comienza en realidad cuando se produce en la vida del analizante la repetición de situaciones ya vividas anteriormente, y que superan tanto al psicoanalista como al analizante.
Un poco de historia psicoanalítica
No siempre los conceptos de Freud han sido aceptados en bloque por quienes se consideraban pertenecientes al movimiento psicoanalítico. Desde sus comienzos la historia de dicho movimiento presenta varias escisiones debidas a problemas teóricos.
Desde 1902, un grupo de médicos se reunían todos los miércoles en el domicilio de Freud para estudiar psicoanálisis; A ese grupo se unieron rápidamente A. Adler, S. Ferenczi, O. Rank y W. Steket. El renombrado psiquiatra suizo E. Bleuler, y después su asistente, C. G. Jung, demostraron poco tiempo después su interés por los descubrimientos freudianos. En 1908, Jung participó en el primer congreso de psicoanálisis de Salzburgo y acompañó a Freud en su viaje a E. U. A. Durante el segundo congreso de psicoanálisis (1910), en Nuremberg, se fundó la Asociación internacional de psicoanálisis, en palabras de Freud: << con el fin de prevenir los abusos que podrían cometerse en nombre del psicoanálisis, una vez que éste se haya popularizado>>.
Freud efectuó dos series de exclusiones: la de Adler (1911) y Jung (1913) por una parte, la de Rank (1924) y Ferenczi (1929) por la otra. En el caso de Adler y Jung, la discusión se refería al papel de la sexualidad como único referente de la causalidad en psicoanálisis; en el caso de Rank y Ferenczi, se trató de cuestiones prácticas, vinculadas a la teoría de la regresión y del traumatismo. Los discípulos más fieles de Freud fueron K. Abrham, que fundó en Berlín el primer instituto de psicoanálisis, y E. Jones, que fundó el de Londres.
Viena, la ciudad de Freud, siguió siendo el centro del movimiento hasta que el nazismo obligó a una gran parte de los psicoanalistas a emigrar, sobre todo a E.U. A. En este país el psicoanálisis se fue alejando de las concepciones freudianas hasta convertirse, con H. Hartmann, en una práctica cercana a una psicología adaptativa, la psicología del yo (ego psycology). En los países socialistas, a pesar de que el psicoanálisis se implantó en los comienzos de la revolución socialista, pronto fue totalmente excluido como una ciencia burguesa y reaccionaria. En Gran Bretaña, el psicoanálisis experimentó un importante desarrollo teórico: Melanie Klein se opuso a Anna Freud a propósito del psicoanálisis de niños y produjo un paso esencial en la teoría de los estadios preedípicos. Los trabajos de D. W. Winnicott, W. Bion y D. Meltzer se inscriben en el ámbito acotado por Melanie Klein y permitieron sobre todo abordar las psicosis. En Francia destaca sobre todo Jacques Lacan, cuya primera contribución fue el trabajo sobre el estadio del espejo, expuesto en el congreso internacional del psicoanálisis de Marienbad (1935). El <<retorno a Freud>> constituyó el hilo conductor de su investigación y de su enseñanza, pero trascendieron también las fronteras de su país sus aportes a la teoría y a la práctica, en especial la noción de objeto a, y en los últimos años de su labor el esfuerzo por matematizar los conceptos fundamentales del psicoanálisis. Colocado así por él, al filo del descubrimiento freudiano, en el camino de la ciencia, psicoanálisis lacaniano marcó la formación de los psicoanalistas. En torno a Lacan se produjeron en Francia dos escisiones (1953 y 1963), y dos fundaciones con resonancia internacional: la escuela freudiana de París (1963-1980) y la escuela de la causa freudiana (1981, fundada por sus discípulos y adoptada por Lacan), continuadora de su pensamiento psicoanalítico. En España, la temprana traducción de las obras de Freud y la favorable acogida del descubrimiento freudiano por parte de ciertos sectores de la intelectualidad española de principios del s. XX presagiaban una rápida penetración del psicoanálisis, que se vio frustrada por el estallido de la guerra civil. Sin embargo, algunos intelectuales, médicos y psiquiatras de orientación psicoanalítica contribuyeron a la incorporación del psicoanálisis en los países de Hispanoamérica donde transcurría se exilio. Este traspaso hacia Latinoamérica se vio compensado cuatro décadas más tarde por el retorno a España de un psicoanálisis consolidado, especialmente en su orientación lacaniana, con la llegada de un importante número de psicoanalistas latinoamericanos. En la actualidad, la Asociación Internacional de psicoanálisis está representada en España por el Instituto español de psicoanálisis. El psicoanálisis lacaniano ha cobrado creciente importancia con la creación de bibliotecas y asociaciones de psicoanálisis, dedicadas al estudio de esta disciplina, en diversas ciudades. En enero de 1988 se creó la Sección clínica de Barcelona, institución destinada a la enseñanza superior del psicoanálisis, que depende del Instituto del campo freudiano y del departamento de psicoanálisis de la universidad de París VIII.
Tipos de psicoanálisis
Psicoanálisis existencial.
Se ha hablado en dos sentidos de <<psicoanálisis existencial>>.
Un psicoanálisis existencial psiquiátrico, desarrollado, entre otros por Binswanger lo ha definido así:
"Entendemos por 'psicoanálisis existencial' una forma antropológica de investigación científica, una forma encaminada a aprender la esencia del ser humano. Su nombre y fundamentación filosófica derivan del análisis existencial de Heidegger.
Las ideas de Binswanger representan una parte importante de lo que llamamos <<psicoanálisis existencial psiquiátrico>>, pero no todos los psicoanalistas existenciales están de acuerdo en ellas. Algunos destacan los aspectos <<ontológicos>> del psicoanálisis existencial. Otros prestan menor atención a tales aspectos. Varios se inclinan hacia la llamada Existenzphilosophie, y algunos ligan el citado psicoanálisis, en su aspecto teórico, a varias tendencias en antropología filosófica.
Sin embargo, todos insisten en que tienen fines terapéuticos a diferencia de cualquier mera especulación filosófica.
Los psicoanalistas existenciales arguyen contra los psicoanalistas <<ortodoxos>> o <<clásicos>>.
Ni una fenomenología ontológica ni una pura descripción empírica bastan para <<descifrar>>, esto es, <<saber interrogar>> las conductas, tendencias e inclinaciones humanas. Es necesario un <<método>>, que es el análisis existencial. Sartre describe como sigue su principio, finalidad, punto de partida y método.
Se notará que en varios respectos el psicoanálisis existencial sartriano es parecido al clásico; en todo caso, ambos coinciden en el <<principio>> adoptado.
Una importante diferencia entre el psicoanálisis freudiano y el sartriano es que este último rechaza la hipótesis del inconsciente. <<El hecho psíquico, afirma Sartre, es coextensivo a la conciencia>>.
Psicoanálisis intelectual.
Es un análisis conceptual. El <<complejo>> oculto es algún problema filosófico que el <<paciente>> cree de verdad ser un problema, por lo que está preocupado por él. El análisis intelectual muestra que no es un verdadero problema, sino una perplejidad, un rompecabezas. En vez de tratar de resolverlo, hay que disolverlo.
Entre los nombres que a veces se mencionan como practicantes de un psicoanálisis intelectual en el sentido antes bosquejado figura Widsom, éste considera que aunque los problemas filosóficos son paradojas y rompecabezas, son al mismo tiempo iluminadores.
Sigmun Freud
Freud llevó a cabo investigaciones sobre la patología y fisiología del sistema nervioso humano, también llegó a descubrir las propiedades analgésicas y anestésicas de la cocaína. Colaboró con Breuer, el cuál descubrió tratando mediante hipnosis a un paciente que la neurosis resultante de hechos traumáticos, que vuelven inconscientes después de haberlos vivido, desaparece cuando aquellos hechos se hacen conscientes gracias a la cartasis (purificación ritual de personas o cosas afectadas de alguna impureza).
Freud es sobre todo conocido como el fundador del psicoanálisis, en el que estableció el método de interpretación del contenido de los sueños.
Los esfuerzos de Freud por presentar los resultados de la labor psicoanalítica de un modo caro y en un lenguaje comprensible comenzaron con "El método psicoanalítico de Freud" y finalizaron durante el último año de su vida con su trabajo sin concluir titulado Compendio de Psicoanálisis y "Algunas de las lecciones elementales del psicoanálisis". Durante los años intermedios escribió muchos otros bosquejos generales que difieren en extensión y alcance, dirigidos a muchas diversas audiencias. Algunos de ellos fueron realizados por su propio interés, otros como resultado de las demandas. De este modo, las Lecciones Introductorias al Psicoanálisis y las Nuevas Lecciones Introductorias están dirigidas a una audiencia académica. La Teoría de la libido, son resúmenes muy condensados que además de describir los conceptos básicos del psicoanálisis, sirve para definir también las fronteras que separan al psicoanálisis de los dos movimientos que de él se escindieron, la psicología individual de Adler y la psicología analítica de Jung.
El trabajo de Freud sigue siendo una publicación de permanente valor. Freud parte del significado de los sueños como evidencia de la existencia de una vida psíquica inconsciente, de la que la vida de vigilia no tiene conocimiento.
Hizo Tres ensayos sobre la teoría sexual, donde profundiza en su idea de que los trastornos neuróticos constituyen una manifestación de experiencias traumáticas **olvidadas**, que han tenido lugar en la infancia y que están relacionadas con la represión del principio del placer y con el desarrollo del **complejo de Edipo**, como es el caso por ejemplo de la Sra. F.: En su infancia fue maltratada y violada durante el tiempo en el que transcurre la guerra. Como nunca lo contó quedó olvidado. Luego en su juventud, oye unas canciones de la guerra y lo recuerda todo, tiene una crisis de varios días de fiebre y lo cuenta.
Estas aportaciones anteriores sirvieron para que Freud ampliara el campo de la psicología, la cuál sólo se limitaba a estudiar los fenómenos mentales conscientes, que están caracterizados por un conjunto de pulsiones instintivas reprimidas que luchan para así poder manifestarse a través de los sueños, los denominados **actos fallidos**. (Incluir ejemplo del libro roto).
Aparte de esto, Freud también introdujo los conceptos de **pulsión de vida**, que son aquellos que tratan de la conservación y de la creación de la vida y **pulsión de muerte**, que es aquel instinto que impulsa a las personas hacia el estado primitivo del que surgieron y que está reflejado en su obra "Más allá del principio del placer".
Posteriormente, Freud propuso un nuevo modelo de la teoría de la personalidad, la cuál estructuró en tres niveles: El ello, el yo y el superyo, que están relacionados con el mundo de los instintos, de la realidad y las normas morales, cuyo desarrollo tiene lugar desde el pensamiento infantil, que estaba guiado por el principio del placer hasta el pensamiento adulto, el cuál está regido por el principio de la realidad.
Por último, sus descubrimientos sobre el psiquismo los aplicó al estudio de los fenómenos socioculturales.
Carlos Castilla del Pino
(1922- ), psiquiatra y escritor español que impulsó la práctica de la psiquiatría y los estudios de esta disciplina en España desde una perspectiva más moderna y renovadora.
Nació en San Roque (Cádiz) y estudió Medicina en la Universidad de Madrid. Trabajó 5 años en el Instituto Ramón y Cajal de Madrid y en 1949 pasó a dirigir el Dispensario de Psiquiatría e Higiene Mental de Córdoba. Posteriormente ejerció como catedrático de Psiquiatría en la Universidad de Córdoba.
Entre sus obras, enmarcadas en el campo de la psicopatología y de la clínica psiquiátrica destacan Un estudio sobre la depresión (1966), La culpa (1968), Introducción a la hermenéutica del lenguaje (1972), Introducción a la psiquiatría (1979), Estudios de psicología sexual (1984) y Cuarenta años de psiquiatría (1987).
Discípulos
Carl G. Jung
Psiquiatra y psicólogo suizo. Profesor de la Escuela Superior Técnica de Zurich, fue el principal representante de una de las tendencias del psicoanálisis, aunque tanto su psicología como su filosofía de la Historia sobrepasan los límites de éste.
Fue el discípulo y colaborador preferido de Freud hasta que se separó y creó su propia escuela.
Transforma la teoría freudiana de la libido, apartó muchas interpretaciones de ésta y añade a la teoría como impulso sexual la energía psíquica, que tiene su origen en el inconsciente personal, que contiene el resultado de la experiencia global de un individuo y en el inconsciente colectivo, una capa que representa los más profundo del alma, comprendiendo contenidos que no son específicos de nuestro "yo individual" sino de nuestra historia ancestral. En éste último hay una serie de imágenes esenciales (arquetipos), comunes a todos los individuos de un país. Los arquetipos se constituyen así en unidades de conocimiento intuitivo que solo existen en el inconsciente colectivo del individuo y que se manifiestan en leyendas, mitologías tradiciones religiosas y, misterios, en los cuentos y en los sueños. Cuando la mente consciente no tiene imágenes propias, los arquetipos empiezan a funcionar. Figuras como las de la serpiente, pez, esfinges, etc.…, son arquetipos. Uno de los arquetipos históricos son las mandalas, consistentes en dibujos circulares con cuadrados inscritos, en los que tiene como objetivo representar el Universo.
Otro concepto importante en la teoría de Jung es la existencia de dos tipos básicos y opuestos de personalidad, actitud mental y función psíquica dominante: la extraversión (movimiento del ánimo que sale fuera de sí por medio de los sentidos) y la introversión (acción de penetrar el alma dentro de sí misma, abstrayéndose de los sentidos). Para Jung, el extravertido se inclina más hacia normas externas de validez colectiva. La conducta del introvertido es determinada por valores subjetivos.
Jung rechazó la distinción freudiana entre el yo y el superyó, pero reconoció una parte diferenciada de la personalidad, con algunas similitudes con el superyó, a la que denominó persona. La persona es el rol que los individuos eligen representar en la vida, la impresión global que desean transmitir de sí mismos en el mundo social exterior. Al apartarse de muchas interpretaciones freudianas, desarrolló la concepción de libido más como "energía psíquica indeterminada" que como fuerza sexual. Otra diferencia es que rechazaba que todos los conflictos estén determinados por las vivencias infantiles. Jung piensa que los conflictos tienen su causa en la relación establecida entre la persona y el mundo presente o las perspectivas de futuro que mantienen. Jung, cuando habla de persona, incluye lo siguiente: lo consciente y lo inconsciente, lo individual y lo colectivo, las funciones racionales y las irracionales, la actitud extravertida y la introvertida. Sus obras más importantes son: Transformaciones y símbolos de la libido, lo inconsciente en la vida normal y patológica y Sobre la energía psíquica y natural de los sueños.
Alfred Adler
Médico y psicólogo austríaco. Discípulo de Freud, más tarde modificó la teoría psicoanalítica creando la psicología individual y el estudio de los complejos. Es autor de Praxis y teoría de la psicología individual, El temperamento nervioso, El conocimiento del hombre, La educación del niño y El sentido de la vida.
Adler introdujo en el psicoanálisis los aspectos de sociabilidad: el ser humano es introducido en una sociedad hecha, que él observa desde un sentimiento de inferioridad. No es la libido la pulsión directora de la personalidad, sino la necesidad de poder para compensar la situación del desvalimiento infantil. El ansia de poder divide a los hombres en dos tipos distintos: Tipos con complejo de superioridad y tipos con complejo de inferioridad.
Adler se diferenciaba de su discípulo, es decir, Freud y de Jung en que él le daba importancia a que en la motivación humana hay sentimientos de inferioridad, que comienza desde que el niño es consciente de que hay otras personas a su alrededor capaces de cuidar de sí mismos. Desde que aparece este sentimiento de inferioridad, el niño tiene que intentar superarlo para así no ocasionar un descontrol en su estructura psíquica.
Adler dijo que el sentimiento de inferioridad nace de lo que él consideraba las tres relaciones más importantes, que son: las que el individuo mantiene con su trabajo, con los amigos y con su objeto amado. El intento de evitar el sentimiento de inferioridad en estas relaciones conduce al individuo al tener objetivos poco realistas, que a menudo pueden manifestarse de una forma poco razonable.
Adler creía que el análisis podía fomentar un sentimiento sano y razonable de pertenencia a la comunidad, más constructivo que destructivo.
Otto Rank
Es otro discípulo de Freud, el cuál introdujo una teoría nueva de la neurosis que atribuía las perturbaciones neuróticas al trauma inicial del nacimiento. Describe el desarrollo individual como una progresión desde la absoluta dependencia de la madre y de la familia a la dependencia física.
Rank también da importancia a la voluntad, definida como la organización y la integración positivas de la personalidad que utiliza de forma creativa los impulsos instintivos, al tiempo que los controlo e inhibe.
Melanie Klein
Otra importante escuela del pensamiento psicoanalítico es la conocida como "escuela inglesa", que se basa en las enseñanzas de esta autora que provienen básicamente de sus observaciones en el campo del psicoanálisis infantil.
Dedicó sus observaciones al primer año de la vida del niño, período no investigado por Freud, y en el cuál ya halló los comienzos del complejo de Edipo y la formación de un precoz Super - yo, todo lo cuál explicó sus libros, como por ejemplo en "El psicoanálisis de los niños".
Klein postuló la existencia de complejas fantasías inconscientes en los niños, cuya principal fuente de ansiedad es la amenaza sobre la propia existencia por el instinto de la muerte.
Aparecieron dos primeras actitudes básicas que Klein denominó posición paranoide y posición depresiva. En la paranoide, la defensa del yo se realiza proyectando los objetos internos peligrosos hacia algún elemento exterior que los represente. En la depresiva, el objeto amenazador es retenido dentro del propio individuo, que como consecuencia aparece síntomas de la depresión y de la hipocondría. Estas observaciones han tenido importancia en el desarrollo de la psiquiatría y la psicología de las fantasías inconscientes, delirios paranoides y teorías vinculadas con las primeras relaciones objetales,
Otros discípulos
Las últimas innovaciones a la teoría psicoanalítica que merecen mención son Erich Fromm, Karen Horney, Harry Stack Sullivan y Jacques Lacan:
Eric Fromm
Pscoanalista norteamericano que desde 1985 dirigió el departamento del psicoanálisis de la Escuela de Medicina de México.Las teorías de Fromm hacen incapié en la idea de que el individuo y la sociedad no son fuerzas opuestas ni inseparables, en que la naturaleza de la sociedad viene determinada por su pasado histórico y que en las necesidades y deseos de las personas están determinados por su contexto social. Este autor cfreía que el problema fundamental del psicoanálisis y de la psicología era armonizar y comprender las relaciones entre ambos. También hizo hincapié en la importancia que tiene para los individuos desarrollar su capacidad para utilizar su potencial perceptivo, emocional e intelectual. Fromm introdujo nuevas áreas en el campo de la investigación de la naturaleza humana. Sus teorías están en varios puntos en desacuerdo de la filosofía de Freud: concede menos importancia al principio biogenético, concediéndosela mayor a la herencia cultural. Entre sus obras se pueden destacar: Psicoanálisis y religión; El arte de amar; Budismo Zen y psicoanálisis; etc.
Karen Horney
Psicoanalista alemana que reprocha a Freud el haber dado una explicación demasiado biológica y sexual a la teoría de los impulsos y haber reducido el Yo al mero papel de centinela contra los instintos, asimismo en haber buscado las causas de la neurosis excesivamente en el pasado. Ella, en contacto con Adler y el gestaltismo, liga psicopatología y formas sociales, insiste en las dificultades actuales, responsables de la aparición de la angustia, la alienación y de la neurosis. Propone el autoanálisis como medio de restablecer la unidad de la personalidad.
Trabajó sobre todo en el ámbito de la psicoterapia estableciendo una diferencia entre la situación erótica y carácter neurótico. La situación neurótica nace de la ansiedad asociada a un conflicto simple. Aunque pueda paralizar al individuo temporalmente, haciéndole imposible pensar o actuar de forma eficaz, tales neurosis no están profundamente enraizadas. La personalidad neurótica posee una ansiedad y una hostilidad básica, fruto de la carencia afectiva durante la infancia.
Harry Stack Sullivan:
Creía que todo el desarrollo podía describirse sólo en términos de las relaciones con los demás. Los distintos tipos de personalidades, así como los síntomas neuróticos, se explican como resultado del combate contra la ansiedad que nace de las relaciones con los demás.
Jacques Lacan
Psiquiatra y psicoanalista francés. Fundó su propia escuela freudiana en París e introdujo los análisis lingüísticos y la noción de estructura dentro del psicoanálisis. Defendió que el inconsciente está estructurado como un lenguaje. Sus teorías han transformado la teoría freudiana, contribuyendo a la difusión del pensamiento psicoanalítico.
Los sueños
El sueño era para Freud la senda real Hacia el inconsciente, comprender los sueños es comprender la psique humana. Hoy nos puede parecer anticuado debido a los cambios experimentados por la sociedad. El papel de la sexualidad reprimida debe sufrir un reajuste. En los años 50 los opositores del Psicoanálisis vieron revitalizada su postura cuando sencillos experimentos demostraron que Freud tenía que estar equivocado con su teoría de los sueños. Se trataba de investigar sobre el sueño “rem”, una fase del sueño en la que se produce un movimiento ocular rápido. Al ser despertado durante esta fase los pacientes recordaban lo que habían soñado llegándose a la conclusión de que el sueño rem era la fase onírica del sueño. Por otra parte el sueño rem se desencadena en la región cerebral relacionada con funciones primarias, tales como la respiración y el calor corporal no teniendo nada que ver con los sentimientos ni los deseos. Según esto los sueños no tenían sentido, el resultado de apariciones metabólicas causales en el cerebro.
Pero la teoría de los sueños de Freud si podría ser aceptada. Los sueños de Freud si están asociados a los sentimientos, los impulsos y los deseos.
Ejemplo:
Una mujer dispara un tiro a su marido en el cráneo.
Nosotros creíamos que los sueños y los sentimientos no estaban relacionados entre sí, pero las zonas del cerebro generadoras de sentimientos también originan sueños. El tiro le alcanzo el lóbulo central del cerebro, esta parte destruida es la parte que controla los sentimientos. Este hombre sufrió grandes estímulos, trastornos emocionales y dejo de soñar. Por otra parte esta la zona cerebral inferior que controla la parte rem la que se creía que era la base de los sueños y sentimientos, esta parte esta intacta.
Otro ejemplo:
Un señor con un tumor en la parte del sueño rem, la parte que se pensaba que producía los sueños. El paciente sigue soñando con normalidad.
Si fuera la parte rem la controladora de los sueños como se pensaba Freud se habría equivocado. Pero se ha descubierto que la parte que origina los sueños tiene que ver con Freud.
Aquello que pasa por la conciencia no proviene únicamente de la conciencia. Es decir, el inconsciente habla, irrumpe en el mundo de la consciente para hacerse oír. Los síntomas neuróticos, por ejemplo, constituyen una manifestación del inconsciente. Es lo que detecto Freud en sus pacientes histéricos. No obstante, además de los síntomas, hay otras manifestaciones no patológicas como los actos fallidos y los chistes por medio de los cuales también se expresan los impulsos inconscientes.
Los actos fallidos son pequeñas perturbaciones o faltas que se producen en la vida cotidiana. Olvidos, omisiones, lapsus en el habla, la lectura y la escritura, etc..., pertenecen a esta categoría de conductas erróneas, en las cuales la finalidad original que tenían ha sido reemplazada por otra. Es lo mismo que ocurre con el chiste, en el cual una situación queda alterada con virtud del doble sentido de una palabra o de acción.
En todos estos casos, lo que sucede, dice Freud, que es un determinado deseo situado en le inconsciente irrumpe hacia fuera y se hace valer trastocando el significado de una conducta. Sin embargo, allí donde normalmente se expresa con mayor fuerza este lenguaje del inconsciente es en los sueños.
El psicoanálisis concede una importancia decisiva a la vida onírica, y el mismo Freud consideró que había colocado los fundamentos de su ciencia cuando en 1990 publicó su obra La interpretación de los sueños.
Es difícil comprender el lenguaje onírico, hecho como esta de símbolos y de retazos de impresiones de la vigilia. Pero lo que conviene remarcar es que este lenguaje posee un significado que, una vez descifrado, nunca es banal. El inconsciente habla a través de los sueños, según Freud siempre son una realización de deseos.
Estructura de los sueños según Sigmun Freud
Sin duda debemos a Freud la primera sistematización y conceptualización teórica tanto de la posible estructura del aparato psíquico, como de los sueños en general. Con Freud el deseo adquiere toda la relevancia que merece en cuanto a su participación fundamental en el origen y desarrollo de los sueños, pues es bien sabido que constituye la base de su teoría onírica el considerar que es el deseo inconsciente el motor que activa el proceso onírico, a la vez que considera que el trabajo del sueño, esto es, la elaboración onírica, se basa en dos fenómenos fundamentales, primero la desconexión de los afectos de sus correlativas representaciones, a las que habitualmente se hallan soldados, y segundo la deformación que a través de los mecanismos básicos de la condensación y el desplazamiento sufren los contenidos psíquicos de dichas representaciones. Concretamente en el apartado H de su Traumdeutung, dedicado al estudio de los afectos en el sueño, nos dice:
"El análisis nos enseña que el contenido de las representaciones ha pasado por desplazamientos y sustituciones, mientras que los afectos han permanecido intactos. No es por lo tanto extraño que el contenido de representaciones, transformado por la deformación onírica, no se corresponda ya al afecto, el cual se ha conservado idéntico así mismo. Los afectos constituyen pues la parte más resistente de aquellos complejos psíquicos que han experimentado los efectos de la censura psíquica y por lo tanto la que mejor puede guiarnos en nuestra labor de interpretación"
Esta cita resulta oportuna porque no solamente nos resume de manera breve y magistral el complejo concepto de la elaboración onírica, sino también porque trae a colación este otro concepto, el de la censura psíquica, imprescindible para entender la obra freudiana. Lo cual nos conduce inevitablemente a admitir que si bien es cierto que Freud siempre consideró al deseo como el detonante o promotor fundamental de los sueños, no es menos cierto que en la producción de los mismos interviene siempre este otro factor, al que como hemos visto ya aludía Platon, la censura psíquica, lo cual implica la existencia de una estructura elemental de la mente que actuando sobre el contenido de las representaciones y los afectos correspondientes, y como consecuencia del dinamismo e interjuego de unas determinadas fuerzas psíquicas, produce ese resultado final que son los sueños. Por lo tanto podemos conjeturar que probablemente éstos lleven, de alguna manera su marca, la huella de su procedencia o el trazo de su elaboración, por inaparente que esto pueda resultarnos a primera vista.
Respecto a los modelos estructurales de la mente bien sabido es que Freud formuló dos, el primero de ellos se halla recogido en el capítulo VII de su Traumdeutung y está constituido por tres sistemas o instancias, el consciente, el preconsciente y el inconsciente, mientras que el segundo, formulado en el año 21, estaría constituido a su vez por el Yo, el Ello y el Superyo. Nos interesaremos especialmente por el primero pues es en él donde nos explica su funcionamiento interno en relación a la elaboración de los sueños y, entre otras cosas, define el deseo. Por otra parte su segundo modelo estructural de la mente no supuso un cambio sustancial en sus concepciones acerca de los sueños, ni tampoco sobre la dinámica de funcionamiento de dicho aparato, indudablemente hoy en día podría complejizarse este modelo, tan rudimentario, de las más variadas formas sobre la base de múltiples subsistemas tan complejos en su estructura y funcionamiento como se quiera, pero precisamente, en la simplicidad del modelo freudiano, reside su encanto.
El primer modelo está concebido siguiendo el formato de los instrumentos ópticos y el esquema del arco reflejo, de tal manera que nuestra actividad psíquica partiría de los estímulos externos o internos y terminaría en las inervaciones, de forma que la excitación, como un rayo de luz, entraría por un extremo, el extremo sensible, que se correspondería con la percepción, y recorrería consecutivamente las diferentes instancias, sufriendo las modificaciones que éstas le impusieran en su tránsito por su interior, al igual que le ocurriría al rayo de luz, que sufriría las pertinentes reflexiones o refracciones al atravesar las diferentes lentes dispuestas una tras otra, delimitando entre ellas unos espacios que constituirían las instancias o sistemas, en este caso, el inconsciente y el preconsciente, hasta alcanzar el extremo opuesto que tendría la facultad de abrir o cerrar las compuertas hacia la motilidad. A través del extremo sensible las percepciones abordarían el aparato y dejarían unas huellas, las huellas mnémicas, que constituirían la memoria, este sistema mnémico estaría a su vez compuesto por subsistemas, formados por la agrupación de las diferentes huellas mnémicas en función de diferentes tipos de relaciones, de simultaneidad, analogía, etc. subsistemas de relaciones cada vez más complejas que constituirían la base de la asociación, en él se encontrarían las llamadas representaciones de cosa. Este sistema constituiría el inconsciente, los recuerdos serían pues en sí mismos inconscientes, podrían devenir conscientes, pero desplegarían todos sus efectos en estado inconsciente.
Siguiendo la dirección establecida, encontraríamos a continuación el sistema preconsciente que actuaría como instancia crítica de la actividad del sistema anterior, del resultado de esta coerción, o censura, deviene la exclusión de la conciencia de la actividad de dicho sistema, de ahí su carácter inconsciente, el sistema preconsciente se hallaría así intercalado a manera de pantalla entre el anterior sistema inconsciente y el sistema posterior que se correspondería con la conciencia, regularía el pasaje o no de las excitaciones inconscientes a la misma y mantendría así relaciones mas directas con la conciencia, sus procesos de excitación sí podrían pasar directamente a la misma, si se dan determinadas condiciones de intensidad o si se dirige hacia ellos la atención, propiedad de la conciencia, también poseería este sistema la llave que da acceso a la motilidad, dirigiría nuestra vida despierta y decidiría nuestra actividad, a él corresponderían las asociaciones verbales y en él se hallarían las llamadas representaciones de palabra.
El impulso a la formación de los sueños, el motor de los sueños, esto es, el deseo reprimido, hallaría su punto de partida en el sistema inconsciente que constituiría su residencia habitual, a partir de éste sistema tales deseos inconscientes se enlazarían a las ideas latentes, que pertenecerían al sistema preconsciente, a las que transferiría su carga psíquica, así pues el deseo inconsciente tiende a propagarse, a través del sistema preconsciente, hacia la conciencia, durante el día la actividad coercitiva que ejerce el preconsciente sobre el inconsciente, así como la corriente continua de excitación, que desde la percepción se genera hacia la motilidad, impedirían dicho acceso a la conciencia, pero durante la noche esta actividad censora se relajaría, también cesaría o disminuiría la corriente continua de excitaciones y entonces el deseo reprimido encontraría un cierto acceso a la misma. Así pues las ideas latentes que se esconden tras el contenido manifiesto de los sueños y de las que éstos emanan, procederían de nuestra vida mental normal, habrían sido rechazadas por la conciencia o simplemente descuidadas o interrumpidas en su curso, por el sencillo método de retirar la atención sobre ellas, pero ello no sería impedimento para que pudieran seguir en actividad, sin que la conciencia lo advirtiera, llevando a termino el proceso mental previamente iniciado.
Estos procesos mentales preconscientes pueden extinguirse espontáneamente o conservarse, en el primer caso carecerían ya de toda significación a la hora de la formación de los sueños, pero en el segundo caso, si se mantienen en actividad, los deseos inconscientes podrían apoderarse de este círculo de ideas preconscientes, abandonado a si mismo, y transferirle su carga, como dice Freud : "el proceso hasta ahora preconsciente habría sido atraído a lo inconsciente", también podría ocurrir que tal proceso preconsciente se hallara ya previamente en relación con los deseos inconscientes o que el propio deseo inconsciente, despertado por otras razones, buscara los restos psíquicos no cargados del preconsciente, en los tres casos el proceso preconsciente, despojado de su propia carga, encontraría otra carga procedente de los deseos inconscientes, que a su vez siempre están activos y devienen de lo infantil y reprimido. Así pues en el proceso de formación de los sueños intervienen dos tipos de procesos psíquicos, uno, que crea las ideas latentes que son perfectamente normales y asimilables al pensamiento habitual y, otro, que maneja tales ideas preconscientes de manera completamente anormal, la llamada elaboración onírica.
Respecto al funcionamiento interno del aparato psíquico Freud propone que estaría regulado por el principio del placer, asimilando éste principio al mantenimiento de un cierto equilibrio de carga energética en reposo y al que el sistema tendería permanentemente, de tal forma que, cuando se produjera un exceso de tensión en el sistema, tal exceso sería vivenciado como displacer y tendría que ser derivado, en un principio, como descarga motora. La disminución de la tensión y por consiguiente la recuperación del equilibrio original sería sentida como placer, esta corriente que partiendo del displacer tiende al placer es lo que Freud denomina deseo y sólo el deseo es capaz de poner en marcha el aparato.
Concretamente, refiriéndose a los orígenes del funcionamiento del aparato psíquico, Freud parte de la base de que los primeros estímulos que llegarían al mismo serían los correspondientes a las grandes necesidades, tales como el hambre, que crearían su correspondiente huella mnémica, tales necesidades provocarían un aumento de tensión, vivenciado como displacer, que sólo desaparecería cuando se produzca la llamada "experiencia de satisfacción", esto es, cuando se produzca la percepción de aquello que sacie tal necesidad, en este caso, el alimento, que a su vez registraría su propia huella mnémica, a partir de ese momento cada vez que se reactivara la huella mnémica de la necesidad, surgiría automáticamente un impulso que tendería a reactivar la correspondiente huella mnémica del objeto de la satisfacción de la necesidad, con el fin de revivir alucinatoriamente la primordial experiencia de satisfacción y suprimir de esta manera el displacer nuevamente vivenciado. Tal impulso es lo que Freud califica de deseo, es decir, la tendencia automática a recargar hasta la percepción alucinatoria la huella mnémica del objeto de la satisfacción con el objetivo de revivir alucinatoriamente dicha experiencia de satisfacción.
Todo ello ocurriría así en el aparato psíquico más primitivo constituido exclusivamente por el sistema inconsciente, pero tal aparato primitivo se habría visto en la necesidad de evolucionar pues lo cierto es que si la satisfacción no se verifica, la necesidad perdura y la carga de la percepción alucinatoria tendría que ser permanente para poder contrarrestar la tensión que la necesidad no satisfecha provoca, así pues fue necesario que la carga de la huella mnémica del objeto de la satisfacción no llegara hasta la percepción alucinatoria del mismo y se limitara a reactivar solamente la huella mnémica para a partir de ella buscar, por otros caminos distintos del alucinatorio, la satisfacción deseada, es decir, poder buscarla en el mundo exterior, esta coerción y la derivación consiguiente de la excitación constituyen la labor del segundo sistema, es decir, del preconsciente, que a su vez controla la motilidad y gracias a ella se puede modificar el mundo externo y buscar en él el objeto de la satisfacción, la actividad mental que se desarrolla en este rodeo por el mundo externo para buscar y alcanzar allí el objeto de la satisfacción es lo que constituye el pensamiento, que desde esta perspectiva, no es sino la sustitución de ese primer deseo que tiende automáticamente a su realización mediante la percepción alucinatoria de la experiencia de satisfacción. Así pues el inconsciente se rige por el llamado proceso primario que busca la "identidad de percepción" mientras el preconsciente se rige por el llamado proceso secundario que aspira a la "identidad mental".
En este aparato así concebido la excitación puede propagarse en dos sentidos opuestos, de izquierda a derecha o de derecha a izquierda, es decir, de la percepción a la motilidad o de la motilidad a la percepción, del inconsciente al preconsciente o del preconsciente al inconsciente, Freud denominó al primer sentido progresivo y al inverso sentido regresivo, el proceso de formación de los sueños se daría esquemáticamente en tres fases, en la primera el curso de la excitación se desplazaría en sentido progresivo de forma que el deseo inconsciente se enlazaría a las ideas latentes del preconsciente y les transferiría su carga psíquica, en la segunda el proceso invertiría su sentido como consecuencia de la oposición o resistencia que el sistema preconsciente ejercería para impedir el acceso directo a la conciencia de dichas ideas contaminadas por el deseo reprimido e inconsciente, por lo tanto la excitación se encaminaría hacia atrás, en sentido regresivo, hacia el extremo sensible a través de los diferentes subsistemas mnémicos hasta alcanzar, como Aldous Huxley , las puertas de la percepción, de ese modo las representaciones se transformarían en imágenes, de ahí su carácter visual o alucinatorio, y también éste sería el motivo por el cual las ideas latentes perderían sus naturales relaciones lógicas pues "la regresión descompone en su material bruto, el ajuste normal de las ideas latentes", es decir las representaciones volverían a su primitivo estado de representaciones de cosa al tiempo que se desligarían de sus afectos correspondientes, una vez alcanzado este estado de plasticidad el proceso entraría en la tercera fase, volvería a invertir su sentido y se dirigiría nuevamente hacia el preconsciente donde esta vez las representaciones, desconectadas de sus afectos correspondientes y con sus contenidos deformados por los desplazamientos y condensaciones sufridas, pueden enlazarse a las representaciones de palabra y así eludir la censura y posteriormente acceder de aquella manera, a la conciencia. En la regresión así entendida distingue Freud tres aspectos, la regresión tópica, en cuanto a la disposición del aparato, ese ir hacia atrás de la excitación, la regresión temporal en tanto se trata de un regreso a formaciones psíquicas anteriores en el tiempo y la regresión formal, en cuanto que las formas de expresión o representación son más primitivas, estas tres clases de regresión son en realidad una misma cosa pues lo más antiguo temporalmente es también lo más primitivo en el orden formal y lo más cercano, en sentido tópico, a la percepción. Para esta descripción sigue Freud un orden sucesivo pero aclara que muy probablemente se trate de ensayos simultáneos de varios caminos, esto es, de un ir y venir de la excitación, hasta que una de las agrupaciones queda establecida por ser la mas adecuada. Todo este proceso puede llevar su tiempo y sería a partir del momento en que el sueño puede atraer la atención de la conciencia cuando el proceso sufriría una aceleración, siguiendo la metáfora freudiana sería como un castillo de fuegos artificiales que llevaría muchas horas prepararlo con primor y se consume sin embargo en muy pocos minutos, en una rápida sucesión de coloridos destellos y estruendosos estallidos. Esta sistematización del proceso en dos momentos no puede sino evocarnos las dos fases del ciclo del sueño, la fase nrem y la fase rem.
En estas consideraciones freudianas en relación al modelo estructural de la mente y a su funcionamiento general, así como a su participación en el desarrollo del proceso onírico en concreto, a la conciencia le corresponde la función de ser una especie de órgano sensorial orientado tanto hacia las excitaciones que provienen del mundo externo como a aquellas que provienen del interior del propio aparato. Todas estas consideraciones son muy interesantes y aunque pueda haber muchos que las consideren hoy en día anticuadas, trasnochadas o superadas, conservan en su esencia elemental la frescura de la rabiosa actualidad, pues es muy alto su grado de aproximación a la verdad de los hechos, por más que evidentemente no dejan de ser unas construcciones teóricas y eminentemente míticas. Pero no es este el motivo de traerlas aquí a colación, como tampoco lo es el hecho de querer ilustrar acerca de ellas al lector desinformado, el motivo principal es el pretender por nuestra parte reflexionar mínimamente sobre ellas, con el objeto de intentar un mínimo de integración entre ellas y otros conceptos, desarrollados muchos años después, como por ejemplo las consideraciones lacanianas acerca del goce. Aquí Freud plantea la definición del deseo como la tendencia que desde el displacer tiende al placer, o más concretamente, como la reactivación alucinatoria de la experiencia de satisfacción primordial, característica del funcionamiento del proceso primario que rige el funcionamiento inconsciente y lo distingue del funcionamiento del proceso secundario, propio del preconsciente, basado en el pensamiento y la motilidad tendente a la modificación del mundo externo y por lo tanto con la inclusión del principio de realidad. Si bien estos planteamientos pueden ser correctos llevan inevitablemente a la confusión por cuanto Freud no distinguió terminológica ni explícitamente entre el deseo que pueda estar en funcionamiento en el inconsciente y el deseo que funciona en el preconsciente, entre el deseo característico del proceso primario y el correspondiente al proceso secundario, entre aquel que tiende a la “identidad de percepción” y el que tiende hacia la “identidad mental”. Cuando años mas tarde planteó una revisión de su teoría pulsional e introdujo el concepto de instinto de muerte, el Tanatos, cuando reflexionó acerca del “más allá del principio del placer” y de la compulsión a la repetición, aquella que mantiene al sujeto sujetado a un tipo de funcionamiento tal, que repite sin cesar conductas o pensamientos que paradójicamente no pueden sino proporcionarle sufrimiento, Freud no modificó a su vez todos estos planteamientos de su teoría onírica y que han sido objeto de esta larga exposición, lo cual puede resultar comprensible, pero es de todo punto inadmisible y desde luego conduce a la confusión, tanto teórica como terminológica.
Para empezar habría que decir que el principio del placer entendido como rector del funcionamiento de ese mítico aparato psíquico originario, no hubiera conducido nunca a dicho aparato, ni al organismo que lo sustenta, a la autoconservación de su equilibrio homeostático, ni a la obtención de placer sino directamente a la muerte por inanición, a no ser que consideremos ésta última como el placer supremo pues sin duda en dicho estado queda radicalmente anulada toda tensión y toda percepción del displacer. Así pues este concepto de deseo que maneja aquí Freud no es evidentemente el concepto de deseo que maneja la gente corriente, ni tan siquiera es el que manejan los profesionales de la materia psicológica, este deseo inercial que se satisface alucinatoriamente y que tiende a restaurar un supuesto equilibrio homeostático a través de la revivencia de la experiencia primordial de satisfacción no es deseo, mas bien habría que asimilarlo al goce. Este deseo es un deseo asesino y aniquilador, pues sin duda ningún hombre conoció, ni conocerá nunca, un estado más equilibrado y homeostático, y por lo tanto exento de tensión o sufrimiento, que aquel que alguna vez tuvo ocasión de disfrutar en su vida fetal, en su vida intrauterina, en el interior del vientre de su madre, pero por muy a gusto, confortable o satisfecho que allí hubiera podido encontrarse nunca podrá contarlo, ni tan siquiera a sí mismo, pues ni siquiera podrá saberlo, pues para saberlo es preciso antes ser, y la experiencia del ser es inversamente proporcional a ese estar, a ese estar en la cosa, dentro de ella, confundido con ella, hasta el punto de ser cosa, que no ser, ser sujeto, y por el contrario el ser sujeto es directamente proporcional a la separación, despegamiento y desgajamiento de la cosa, y por lo tanto ese deseo regresivo aniquila al sujeto en su propia existencia y habría más bien que asimilarlo al instinto de muerte, al Tanatos, a la compulsión a la repetición. Así pues ese deseo regresivo que se impone en el funcionamiento del proceso primario del inconsciente y descompone las representaciones de las ideas latentes en su material en bruto, en sus representaciones de cosa, tiende inevitablemente a la cosa, al goce con y de la cosa. En términos freudianos ese deseo no es sino el deseo incestuoso, pues no existe cópula más primordial, completa y total que dejar de ser, fundiéndose con la madre en ese estado de indiferenciación casi absoluta que es la vida intraútero. Así pues la cosa, el goce de la cosa, la regresión, la madre, el deseo incestuoso y el instinto de muerte conforman a nuestro entender una serie mortífera y el sujeto tiende a ella con una "natural" inercia, Freud definió un concepto, la "adhesividad" de la libido, que se refiere a ella y que da cuenta del apego a la cosa, pues la cosa en sí, es viscosa, pringosa, pegajosa y toda aproximación a ella es por supuesto peligrosa.
Inconsciente
Definición
El inconsciente es un conjunto de actos psíquicos que escapan a la conciencia.
¿A qué nos referimos cuando hablamos de inconsciente?
El inconsciente según Freud, son los deseos reprimidos, aunque no alcancen el umbral de la conciencia, siguen existiendo en el inconsciente con todo su dinamismo. Freud concibe del inconsciente como el "depósito de los deseos", pudiendo existir en él deseos inconciliables.
La energía de un deseo puede transferirse a otro (<<desplazamiento>>), e incluso la energía de varios deseos puede concentrarse en uno solo (<<condensación>>).
Estos fenómenos se producen en los sueños, que de esta manera atestiguarían la existencia del inconsciente. Los sueños son actos fallidos y síntomas neuróticos. Además del consciente e inconsciente, Freud distingue el preconsciente. Éste está constituido por aquellos actos psíquicos, temporalmente inconscientes, pero susceptibles de hacerse conscientes.
El sistema preconsciente-consciente se opone a que lo reprimido llegue al nivel de la conciencia; mientras que el inconsciente se mueve por el <<principio del placer>>, por la satisfacción inmediata de una pulsión, sin tener en cuenta las consecuencias posteriores, el sistema preconsciente-consciente corresponde al <<principio de realidad>>, siendo capaz de diferir la satisfacción de una pulsión o de adaptar su fin en función de la realidad.
J. Lacan ha reformado la noción de inconsciente, que estaría estructurado como un lenguaje, que funcionaría por un encadenamiento de significantes constitutivos del sujeto: la condensación sería la metáfora y el desplazamiento de la metonimia. Jung formularía el inconsciente colectivo. Según Jung, inconsciente integrado por experiencias ancestrales, común a la humanidad general.
Ansiedad
La ansiedad, es un sentimiento que se diferencia del miedo por carecer de objeto desencadenante.
La ansiedad no tiene fundamento definido o bien el objeto hacia el que se orienta no corresponde a la importancia del sentimiento. En el psicoanálisis, la ansiedad se define como "miedo a la separación", miedo a ser abandonado, a perder el objeto amado, el miedo a la venganza y al castigo, y la posibilidad de castigo por parte del superyó. En consecuencia, los síntomas, los desórdenes de la personalidad y los deseos, así como la propia sublimación de las pulsiones, representan compromisos, diferentes formas de adaptación que el yo intenta desarrollar con mayor o menor éxito, para reconciliar las diferentes fuerzas mentales en conflicto.
La ansiedad puede evolucionar a la inversa. Por ejemplo: hacia la agresión (pulsión agresiva). También puede tener origen instintivo, y se interpreta entonces como un "instinto de protección frente al peligro" (pulsión de huida)
Pulsiones
Una suposición esencial de la teoría freudiana es que los conflictos inconscientes involucran deseos y pulsiones (instintos), originadas en las primeras etapas del desarrollo. Al serle desvelados al paciente los conflictos inconscientes mediante el psicoanálisis, su mente adulta puede encontrar soluciones inaccesibles a la mente inmadura del niño que fue. Esta descripción de la función que cumplen las pulsiones básicas en la vida humana es otra de las aportaciones cruciales de la teoría freudiana.
Según su teoría sobre la sexualidad infantil, la sexualidad adulta es el resultado de un complejo proceso de desarrollo que comienza en la infancia, pasa por una serie de etapas ligadas a diferentes funciones y áreas corporales (oral, anal y genital), y se corresponde con distintas fases en la relación del niño con los adultos, especialmente con sus padres. En este desarrollo es esencial el periodo edípico, momento en el que el niño por primera vez es capaz de establecer un vínculo afectivo con su progenitor del sexo opuesto, semejante a la relación de un adulto con su pareja, con lo que el progenitor del mismo sexo es considerado un rival. La inmadurez psíquica del niño condena al fracaso los deseos infantiles y malogra su primer paso hacia lo adulto. Además, la inmadurez intelectual del niño complica aún más la situación porque le hace temer sus propias fantasías. El grado en el que el niño supere este trauma y en el que estos vínculos, miedos y fantasías pervivan de modo inconsciente será decisivo en su vida posterior, especialmente en sus relaciones afectivas.
Los conflictos que ocurren en las etapas iniciales del desarrollo no son menos significativos como influencia formativa, porque representan los prototipos iniciales de situaciones sociales tan básicas como la dependencia de otros o la relación con la autoridad. Por ello, en estas primeras etapas de su desarrollo, también será básico en la formación de la personalidad del niño el comportamiento de los padres. Sin embargo, el hecho de que el niño reaccione no sólo ante la realidad objetiva, sino también ante la distorsión fantástica de la realidad, complica significativamente incluso los esfuerzos educativos mejor intencionados.
Complejo de Edipo
Uno de los grandes descubrimientos freudianos es el de la sexualidad infantil. En Tres ensayos sobre la sexualidad, Freud establece las distintas etapas que cubren el desarrollo sexual del niño hasta llegar a la pubertad. Sin embargo, el niño repasa su autoerotismo inicial para entrar en un tipo de relación no narcisista con sus progenitores. Al desarrollo afectivo que entonces se instala en la vida infantil Freud la denomina complejo de Edipo.
Si el individuo se decanta excesivamente hacia la madre, corre el riesgo de convertirse en un ser inmaduro, pero si por el contrario cede miedo al padre, su camino hacia la madurez sigue igualmente bloqueado. Freud vio en el complejo de Edipo el origen de la neurosis (resultado entre le conflicto entre el yo y el ello). La neurosis es la expresión de una asociación afectiva que impide el desarrollo de la personalidad y tienen en común la angustia, sentimiento doloroso que se caracteriza por no estar en relación con ningún peligro real o que exagera a éste hasta convertirlo en una temible amenaza.
El complejo de Edipo va designándose cada vez más claramente como el fenómeno central del temprano período sexual infantil. Luego sucumbe a la represión y es seguido del período de latencia. Las causas que provocan su fin son las siguientes:
El análisis parece atribuirlo a las decepciones dolorosas sufridas por el sujeto. Ejemplo: La niña que se cree objeto preferente del amor de su padre, recibe un día una dura corrección por parte de éste y se ve expulsada de su feliz paraíso. Debemos profundizar nuestra reflexión acerca de la importancia de estas influencias, ya que es necesario enfatizar que experiencias perturbadoras de este tipo que actúan en oposición al contenido del complejo, son evitables. Pero también en aquellos casos en los que no acaecen sucesos especiales como los de algunos ejemplos: la ausencia de la satisfacción deseada acaba por apartar al infantil enamorado en su inclinación sin esperanza. El complejo de Edipo sucumbiría así a su propio fracaso, resultado de su imposibilidad interna.
Otra hipótesis sería que el complejo de Edipo tiene que desaparecer porque llega el momento de su disolución.
Aunque el complejo de Edipo es vivido por la mayoría de los seres humanos, como una experiencia individual, es un fenómeno determinado por la herencia, y habrá que desaparecer, conforme a una trayectoria predeterminada, al iniciarse la fase siguiente del desarrollo. Resultará indiferente cuáles sean los motivos ocasionales de su desaparición e incluso que no podamos hallarlos.
Ambas hipótesis parecen justificadas. Al lado de la hipótesis filogénica más amplia queda espacio suficiente para la ontogénica. Un individuo está destinado desde que nace a morir, y además lleva consigo la causa de su muerte. Pero siempre será interesante perseguir como se desarrolla el programa predeterminado y en qué forma es aprovechada la disposición por acciones nocivas causales.
Nuestra penetración ha sido aguzada recientemente por la observación de que el desarrollo del niño avanza hasta una fase en la que los genitales se han adjudicado ya el papel directivo. Esta fase fálica que al mismo tiempo es al mismo tiempo la del complejo de Edipo, no continúa desarrollándose hasta constituir una organización genital definitiva, sino que desaparece y es sustituida por el período de latencia. Pero su desaparición de desarrolla de un modo típico y apoyándose en sucesos regularmente emergentes. El complejo de Edipo ofrecía al niño dos posibilidades de satisfacción, una activa y otra pasiva. El niño no tiene sino una idea muy vaga de aquello en lo que puede consistir la satisfacción amorosa.
La aceptación de la posibilidad de la castración y el descubrimiento de que la mujer aparece castrada, puso un fin a las dos posibilidades de satisfacción relacionadas con el complejo de Edipo.
Las tendencias libidinosas correspondientes al Complejo de Edipo quedan en parte desexualizadas y sublimadas, cosa que sucede probablemente en toda transformación en identificación y en parte inhibidas en cuanto a su fin y transformadas en tendencias sentimentales. Este proceso ha salvado los genitales apartando de ellos la castración pero por otra los ha paralizado, despojándolos de su función. Con el empieza en período de latencia que interrumpe la evolución sexual del niño.
No hay motivo para no considerar el apartamiento del yo del complejo de Edipo, como una represión aunque la mayoría de las represiones ulteriores se produzcan bajo la intervención del Super - Yo. Pero el proceso descrito es más que una represión y equivale a una destrucción y una desaparición del complejo. Si el Yo no ha alcanzado realmente más que una represión del complejo, éste continuará subsistiendo, inconsciente, en el Ello y manifestará más tarde su acción patógena.
La observación analítica permite reconocer estas relaciones entre la organización fálica, el complejo de Edipo, la amenaza de castración, la formación del Super - Yo y el período de latencia. Todo esto nos permite justificar la afirmación de que el complejo de Edipo sucumbe a la amenaza de castración. Pero con ello no queda terminado el problema: queda aún espacio para una especulación teórica que puede destruir el resultado obtenido.
También el sexo femenino desarrolla un complejo de Edipo, un Super - Yo y un período de latencia. La niña acepta la castración como un hecho consumado, mientras que el niño tiene la posibilidad de su cumplimiento.
Con la exclusión del miedo a la castración desaparece también un poderoso motivo de la formación del Super - Yo y de la interrupción de la organización genital infantil. Estas formaciones parecen ser más que en el niño, consecuencias de la educación, de la intimidación exterior que amenaza con la pérdida del cariño de los educadores. El complejo de Edipo de la niña es mucho más unívoco que el del niño y va muy pocas veces más allá de la sustitución de la madre y la actitud femenina con respecto al padre.
Nuestro conocimiento de los procesos evolutivos de la niña es harto insatisfactorio e incompleto, Es indudable que las relaciones temporales y causales entre el complejo de Edipo, la intimidación sexual, la forma del Super - Yo y la entrada en el período de latencia son de naturaleza típica, pero este tipo no es el único. Las variantes en la sucesión temporal y en el encadenamiento de estos procesos han de ser muy importantes para el desarrollo del individuo.
Estructura de la personalidad psíquica
El "YO"
Yo (psicoanálisis), en la teoría del psicoanálisis, término que designa la parte central de la estructura de la personalidad.
Según la teoría desarrollada por Sigmund Freud, el yo es una de las tres instancias del aparato psíquico, junto al ello y el superyó. La formación del yo comienza con el nacimiento, en el primer encuentro con el mundo externo. El yo, ateniéndose al principio de realidad, trata de ajustar las pulsiones del ello (dominado por el principio del placer) a las exigencias del superyó (dominado por el deber moral). Su papel, por tanto, es interceder entre los impulsos y deseos instintivos, por un lado, y las presiones morales, por otro, fuerzas a menudo inconscientes, y entre éstas y las exigencias del medio social.
En filosofía, el yo significa la conciencia de uno mismo, la primera persona; esto hizo que algunos filósofos, como el francés del siglo XVII René Descartes o el ilustrado alemán del XVIII Johann Gottlieb Fichte, lo consideraran como única base de una realidad cuya existencia cierta es por lo demás discutible (el hecho básico de la realidad es que uno mismo existe), con lo cual el resto del Universo es una suposición a partir de la percepción personal. Otros filósofos, como Immanuel Kant, propusieron dos modos de entender el yo: como objeto de los pensamientos y las percepciones, y como sujeto (yo trascendental).
El "ELLO"
Ello (psicoanálisis), en el psicoanálisis, una de las tres instancias básicas de la personalidad, junto al yo y el superyó.
El ello se asimila a veces, incorrectamente, con la idea común del inconsciente, que no es una instancia en la concepción dinámica psicoanalítica, sino una categoría descriptiva: por ejemplo, son inconscientes no sólo ciertas pulsiones del ello, sino también muchos contenidos del superyó o conciencia moral, así como la mayor parte de las operaciones del yo. Para distinguir aquellos contenidos y operaciones inconscientes del aparato psíquico que pueden hacerse conscientes con un esfuerzo de conciencia por parte del individuo, Freud acuñó el concepto de `preconsciente'. El resto de los contenidos y operaciones del inconsciente constituyen el inconsciente propiamente dicho, y sólo pueden ser sacadas a la luz de la conciencia por medio de la práctica psicoanalítica.
El ello se refiere en realidad al conjunto de impulsos instintivos del individuo, necesidades biológicas, deseos y motivaciones afectivas primarias que, bajo el principio del placer, buscan su realización inmediata, presionando al yo, que opera con el sentido de realidad para obtener su gratificación urgente. En la teoría de Sigmund Freud, la energía subyacente a las pulsiones instintivas del ello se conoce como libido a través de la cual se expresa la conformación psicosexual del individuo.
Conviene matizar que al indicar la naturaleza sexual de los contenidos del ello, Freud no se refería exactamente a la acepción de sexualidad en sentido biológico estricto (es decir, al coito), sino a todo el conjunto de contenidos y conductas afectivas del ser humano, básicas para la construcción de su existencia social, que comienzan a desarrollarse desde la infancia en las relaciones maternofiliales.
El "SUPER YO"
Superyó (psicoanálisis), en la teoría psicoanalítica, una de las tres instancias de la mente humana, junto al ello y el yo. Tal como lo definió Sigmund Freud, el término designa la instancia que en la personalidad normal modifica e inhibe automáticamente los impulsos instintivos del ello, que tienden a producir acciones y pensamientos antisociales o inmorales. Es, por tanto, una especie de conciencia moral con sentido dinámico.
Según la teoría psicoanalítica, el superyó se desarrolla a medida que el niño adopta gradual e inconscientemente los valores y normas, primero de los padres y después del entorno social. Según el psicoanálisis freudiano contemporáneo, el superyó engloba también el yo positivo (yo ideal o autoimagen consciente) que cada individuo desarrolla.
Tratamiento psicoanalítico
Diagnóstico
Se utilizan diferentes métodos para detectar los trastornos en los pacientes. El más importante es la entrevista psiquiátrica, en ella se recoge la historia psiquiatra del paciente y se elabora su estado mental.
La historia psiquiátrica, es muestra de las características de la personalidad del paciente, de sus relaciones con los demás, de la experiencia pasada y presente con los problemas psiquiátricos (todo esto en palabra del propio paciente). En algunas ocasiones la historia se completa con comentarios de otros miembros de la familia. Los psiquiatras utilizan la exploración del estado mental del mismo modo que los médicos de medicina general utilizan la exploración física (identifican y clasifican los aspectos del funcionamiento mental del paciente).
Ciertos diagnósticos dependen de otros especialistas, como son los siguientes:
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Los psicólogos, éstos realizan las pruebas de inteligencia, personalidad y las pruebas diseñadas para detectar lesiones cerebrales o de otras partes dañadas del sistema nervioso.
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Los neurólogos, éstos se encargan de hacer pruebas a los pacientes psiquiátricos para así poder detectar evidencias de lesión del sistema nervioso.
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Otros especialistas, donde los pacientes acuden cuando presentan síntomas físicos.
El tratamiento
Se pueden dar 3 casos de tratar al paciente:
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Los tratamientos orgánicos, como son los medicamentos, que afectan al organismo de una forma directa.
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Los tratamientos inorgánicos, éstos mejoran el estado del paciente por medios psicológicos, como es la psicoterapia, o por introducción de cambios en su entorno social.
Fármacos
Es el tipo de tratamiento orgánico más utilizado.
Los 1º que se descubrieron fueron los antipsicóticos: utilizados para tratar la esquizofrenia. Las fenotiazinas, son los fármacos antipsicóticos más utilizados. Éstos disminuyen los síntomas, como son: el delirio, las alucinaciones y los trastornos de pensamiento. Éstos se emplean en ocasiones para controlar el estado maníaco y para tranquilizar al paciente. Algunos trastornos de conducta en la infancia responden a estos fármacos.
A pesar de su valor, los medicamentos antipsicóticos, tienen efectos adversos. El más grave, es el efecto neurológico, denominado disquinesia tardía (éste aparece en pacientes que toman este tipo de medicamentos durante largos períodos).
Es trastorno se caracteriza por movimientos anormales (en la boca, en la lengua, en el cuerpo...) y tiene una gran importancia, ya que estos síntomas pueden ser permanentes.
Los principales fármacos antidepresivos, son de tres tipos:
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Los antidepresivos tricíclicos y tetracíclicos, éstos son los más utilizados, se emplean para los formas más frecuentes de depresión mayor.
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Los inhibidores de la monoaminoxidasa, éstos se utilizan para las depresiones atípicas.
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Los inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina, éstos son eficaces tanto en la depresión típica como en la depresión atípica.
Estos medicamentos tienen efectos secundarios, como la hipertensión, náuseas, insomnio, nerviosismo...
Hay fármacos como las anfetaminas, que pueden crear dependencia. Éstos, ayudan a controlar la hiperactividad, la falta de concentración en niños hiperactivos y trastornos caracterizados por episodios de sueño incontrolables.
Otros tratamientos orgánicos
Otro tratamiento orgánico es la técnica del electrochoque, en la que se provocan convulsiones parecidas a las de la epilepsia, que pasa a través del organismo.
Se utiliza con más frecuencia para el tratamiento de la depresión grave que no corresponde al tratamiento farmacológico. En ocasiones también se emplea para el tratamiento de la esquizofrenia.
Tratamiento psicoanalítico
Esta exigencia metódica distingue al psicoanálisis de la ,llamada psicología científica, la cual aplica al estudio de la vida psíquica los métodos experimentales de la ciencia de la naturaleza. El psicoanálisis, en cambio parte del principió de que el objeto que investiga es un ser dotado de consciencia, autorreflexivo, y que, por consiguiente, es necesario elaborar unos instrumentos propios del análisis.
Uno de estos instrumentos y el más celebre, es el método de la libre asociación. Freud, en sus indicios, tenía la pretensión de fundamentar sus investigaciones psicológicas sobre bases neurofisiológicas. Pero su relación médica con pacientes neuróticos y la voluntad de comprender los síntomas que presentaban le llevó a cambiar de enfoque. Entonces concedió la palabra a los enfermos, y los enfermos hablaron, asociando con entera libertad todos los contenidos que pasaban por su consciencia.
Es decir, el psicoanálisis es el tratamiento en el que el paciente yace sobre un sofá, con el psicoanalista fuera de la vista, y dice lo que le viene a la mente.
Éste se limita a una conversación exterior entre el sujeto analizado y el médico.
El paciente habla, relata los acontecimientos de su vida pasada, sus impresiones presentes, confiesa sus deseos y emociones; mientras tanto el médico lo escucha e intenta dirigir los procesos mentales del enfermo, le aconseja, le da a su atención determinadas direcciones, le proporciona toda clase de esclarecimientos y observa las relaciones de comprensión o incomprensión, que este método provoca en él. La psicoterapia indirecta, es decir, la tratada por medicamentos.
A éste tipo de enfermos no se les nota su enfermedad físicamente, por lo que las personas que los rodean, no se creen que estén enfermos, si no que piensan que son personas normales y corrientes, ya que solo creen en lo groseramente visible.
Además estas personas no creen que una conversación, entre paciente y médico, pueda conseguir algún tipo de resultado. Pero estas personas que piensan así, se están equivocando. Por medio de palabras puede un hombre hacer feliz o llevarle a la desesperación a una persona. Las palabras provocan efectos emotivos y constituyen el medio general para la influencia recíproca de los hombres. No podemos, pues, despreciar el valor que el empleo de estas palabras pueda tener en la psicoterapia, y que se desarrolla entre el médico analista y su paciente.
Nunca podremos asistir como oyentes a un tratamiento psicoanalítico, pero si podremos asistir como alumnos en el curso de una elección de psiquiatría, a un sujeto neurasténico. El médico que realiza este tratamiento se le es llamado psicoanalista.
En general, la psicoterapia se emplea para el tratamiento de las neurosis y otros trastornos no psicóticos, y es menos frecuente su uso en las psicosis. En los pacientes psicóticos, que suelen recibir fármacos psicoactivos, la psicoterapia se emplea para mejorar su adaptación social y profesional. La terapia ambiental se limita a los pacientes hospitalizados. Los psiquiatras utilizan cada vez más una combinación de técnicas orgánicas y no orgánicas para todos los pacientes, que dependerá del diagnóstico y la respuesta al tratamiento.
El principio del placer y de la realidad
Toda neurosis tiene la consecuencia de apartar al enfermo de la vida real, extrañándole de la realidad. Este hecho no hubo tampoco de escapar a la observación de P. Janet, el cual nos habla de una pérdida de la fonction du réel, como de un carácter especial de los neuróticos, aunque sin indicarnos el enlace de esta perturbación con las condiciones fundamentales de la neurosis.
La introducción del proceso de la represión en la génesis de la neurosis nos ha permitido llegar al conocimiento de tal enlace. El neurótico se aparta de la realidad porque se le hace intolerable. Ciertos casos de psicosis alucinatoria, en los cuales ha de ser negado aquel suceso que provocó la demencia, nos presentarán el tipo extremo de este apartamiento de la realidad. Pero todo neurótico se conduce idénticamente con un fragmento de la misma. Se nos plantea la labor de investigar la trayectoria de la relación del neurótico, y en general de todos los hombres, con la realidad y acoger así, en el cuerpo de nuestras teorías, la significación psicológica del mundo exterior real.
En la psicología del psicoanálisis se acostumbra a tomar como punto de partida los procesos anímicos inconscientes, cuyas particularidades nos ha revelado el análisis, y en los que vemos procesos primarios, residuos de una fase evolutiva en la que eran únicos. No es difícil reconocer la tendencia a que estos procesos primarios obedecen, tendencia a la cual hemos dado el nombre del principio del placer. Tienden a la consecución de placer, y a la actividad psíquica se retrae de aquellos actos susceptibles de engendrar displacer. Nuestros sueños nocturnos y nuestra tendencia general a sustraernos a las impresiones penosas son residuos del régimen de este principio y pruebas de su poder.
En la Interpretación de los sueños está expuesta la hipótesis de que el estado de reposo psíquico era perturbado al principio por las exigencias imperiosas de las necesidades internas. En estos casos, lo pensado quedaba simplemente representado en una alucinación, como hoy sucede con nuestras ideas oníricas. La decepción ante la ausencia de la satisfacción esperada motivó luego el abandono de esta tentativa de satisfacción por medio de alucinaciones, y para sustituirla tuvo que decidirse el aparato psíquico a representar las circunstancias del mundo exterior y tender a la modificación real. Con ello quedó introducido el nuevo principio de la actividad psíquica. No se representaba ya lo agradable, sino lo real, aunque fuese desagradable. Esta introducción del principio de la realidad trajo consigo consecuencias importantísimas:
Ante todo, las nuevas exigencias impusieron una serie de adaptaciones del aparato psíquico, sobre las cuales no podemos dar sino ligeras indicaciones, pues nuestro conocimiento es aún muy incompleto e inseguro.
La mayor importancia adquirida por la realidad externa elevó también a la de los órganos sensoriales vueltos hacia el mundo exterior y de la conciencia. Se constituyó una función especial, cuyo cometido consistía en tantear periódicamente le mundo exterior, para que los datos del mismo fueran previamente conocidos en el momento de surgir una necesidad interna inaplazable.
En lugar de la represión que excluía de toda carga psíquica por una parte de las representaciones emergentes, como susceptibles de engendrar displacer, surgió el discernimiento.
El aplazamiento de la descarga motora fue encomendado al proceso del pensamiento, surgido de la mera representación. Esta nueva instancia quedó adornada con cualidades que permitieron al aparato anímico soportar el incremento de la tensión de los estímulos mientras se aplazaba la descarga. Es una clase experimental de acción acompañada por el desplazamiento de cantidades de carga relativamente unida a menor gasto de ellas. Mas para ello se hacia necesaria una transformación de las cargas fijas, la cual se consiguió mediante una elevación del nivel de todo el proceso de carga. El pensamiento era en un principio inconsciente, en cuanto iba mas allá de la mera representación y sólo con sus enlaces a los restos verbales recibió otras cualidades perceptibles por la conciencia.
La tenaz adherencia a las fuentes de placer disponibles y la dificultad de renunciar a ellas parecen constituir una tendencia general de nuestro aparato anímico. Con la instauración del principio de la realidad quedó disociada una cierta actividad mental que permanecía libre de toda confrontación de la realidad y sometida al principio del placer. Esta actividad que ya comienza con el juego de los niños y continúa luego como fantasía diurna, abandona la dependencia de los objetos reales.
La sustitución del principio del placer por el principio de la realidad, con todas sus consecuencias psíquicas, no se desarrolla en realidad de una vez, ni tampoco simultáneamente en toda la línea, y mientras las pulsiones del yo van sufriendo esta evolución, se separan de ellas las pulsiones sexuales. Estas pulsiones observan al principio una conducta autoerótica, encuentran su satisfacción en el cuerpo del mismo sujeto, y de este modo no llegan nunca a sufrir la privación impuesta por la instauración del principio de la realidad. Cuando más tarde se inicia en ellos el proceso de la elección de objeto, no tarda en quedar interrumpido por el período de latencia, que retrasa hasta la pubertad el desarrollo sexual. Estos dos factores, autoerotismo y periodo de latencia, provocan un estacionamiento en el desarrollo psíquico de la pulsión sexual, y la retienen aún por mucho tiempo bajo el dominio del principio del placer, al cual muchos individuos no logran sustraerse nunca. A consecuencia de todo esto se establece una relación más estrecha entre la pulsión sexual y la fantasía, por un lado, y las pulsiones del yo y las actividades de la conciencia por otro. La acción continuada del autoerotismo permite que la satisfacción en objetos sexuales imaginarios sea mantenida en sustitución de la satisfacción en objetos reales. Uno de los elementos esenciales de la disposición psíquica a la neurosis es engendrado por el retraso en educar la pulsión sexual en el respeto a la realidad y por las condiciones que han permitido tal retraso.
Así como el yo sometido al principio del placer no puede hacer más que desear, laborar por la adquisición del placer y eludir al displacer, el yo regido por el principio de la realidad no necesita hacer más que tender a la útil y asegurarse contra todo posible daño. En realidad, la sustitución del principio del placer por el principio de la realidad significa un afianzamiento del placer. Se renuncia a un placer momentáneo, de consecuencias inseguras. La doctrina de que la renuncia a los placeres terrenales tendrá en el más allá su recompensa no es más que la proyección mística de la transformación psíquica. Las religiones han podido imponer la renuncia absoluta al placer terrenal contra la promesa de una compensación en una vida futura. El mejor medio para derrocar el principio del placer habrá de ser la conciencia, que ofrece también placer intelectual durante un trabajo y una ventaja práctica final.
La educación puede ser descrita como un estímulo al vencimiento del principio del placer y a la sustitución del mismo por el principio de la realidad. Tiende a procurar una ayuda al desarrollo del yo, ofrece una prima de atracción para conseguir este fin, el cariño de estos educadores, y fracasa ante la seguridad del sujeto infantil de poseer incondicionalmente tal cariño y no poder perderlo en ningún modo.
El arte consigue conciliar ambos principios por un cariño peculiar. El artista es un hombre que se aparta de la realidad, porque no se resigna a aceptar la renuncia a la satisfacción de las pulsiones por ella exigida en primer término, y deja libres en su fantasía sus deseos eróticos y ambiciosos. Llega a ser realmente un héroe el rey, el creador o el amante, que deseaba ser, sin tener que dar el enorme rodeo que supondría la modificación real del mundo exterior a ello conducente. Pero si lo consigue es tan sólo porque los demás hombres entrañan igual satisfacción ante la renuncia impuesta por la realidad y porque esta satisfacción resultante de esta sustitución del principio del placer por el principio de la realidad es por sí misma una parte de la realidad.
En tanto que el yo realiza su evolución desde el régimen del principio del placer al del principio de la realidad, las pulsiones sexuales experimentan modificaciones que las conducen desde el autoerotismo primitivo, y a través de diversas fases intermedia, el amor objetivado, al servicio de la función reproductora. La forma de la neurosis ulterior dependerá de la fase de la evolución de yo y de la libido, en la que haya tenido efecto la inhibición del desarrollo, causa de la disposición. Los caracteres temporales de los dos desarrollos, y sus posibles desplazamientos recíprocos, presentan insospechada importancia.
El carácter más singular de los procesos inconscientes consiste en que la realidad mental queda equiparada en ellos a la realidad exterior, y el mero deseo, al suceso que lo cumple, conforme en un todo al dominio del principio del placer. Por esto resulta tan difícil distinguir las fantasías inconscientes de los recuerdos devenidos inconscientes. Estamos obligados a servirnos de los valores en curso en el país que exploramos, de la moneda neurótica.
Hay casos en el que el sujeto se hace a sí mismo los más duros reproches después de la pérdida de una persona querida, y el reproche retrocede a la significación infantil del deseo de la muerte del padre. Para disculpar los defectos del presente trabajo, no bastará quizá declararnos inevitables. Al referirnos a las consecuencias psíquicas de la adaptación al principio de la realidad hemos tenido que indicar opiniones que hubiéramos preferido reservar por algún tiempo y cuya justificación ha de exigir considerable trabajo.
El ámbito hispano
En España, la obra de Freud tuvo una favorable acogida que propició la rápida asimilación de la corriente psicoanalítica a principios del siglo XX. Tras la guerra civil Española, diversos profesionales tuvieron que exiliarse a Latinoamérica, este éxodo se vería compensado a finales de la década de 1970 con la llegada a España de numerosos psicólogos y psicoanalistas, que contribuirían a la consolidación se esta ciencia. En Latinoamérica, el país en el que el psicoanálisis ha tenido una mayor implantación es Argentina, con figuras como Arminda Aberastury, quien fue la introductora del psicoanálisis en su país, y Enrique Pichon-Riviére. El psicoanálisis ha tenido tan bien una gran difusión en otros pises como Chile, México y Venezuela.
El psicoanálisis después de Freud
Dejando de lado aquellos analistas que, como Adler y Jung, se separaron muy tempranamente de Freud para formar su propia escuela, el psicoanálisis postfreudiano se ha desarrollado se ha desarrollado en una multiplicidad de direcciones y de sentidos.
Así, ha podido hablarse de una <<izquierda freudiana>> que, sin ser un movimiento, ha permitido agrupar a todos los que han reinterpretado el psicoanálisis desde la enorme carga crítica que contienen algunos de sus aspectos teóricos. En esta dirección conviene destacar al psicoanalista Wilhelm Reich (1897-1957) y sus trabajos sobre la sexualidad y, en un ámbito totalmente distinto, al filósofo y sociólogo Herbert Marcuse (1898-1979). Vinculado inicialmente a la Escuela de Frankfurt, Marcusé hace una interpretación marxista del psicoanálisis en Eros y civilización (1953), valiéndose de las tesis que Freud había desarrollado en El malestar en la cultura (1930) y otros escritos de su última etapa de investigador.
Un punto de vista muy diferente es el que han mantenido psicoanalistas como Erich Fromm (1900-1980), autor de El miedo a la libertad (1941), y Karen Horney (1885-1952), que toma como referencia la obra de antropólogos culturalistas como Ruth Benedict, Ralph Linton, Margaret Mead y otros. Característico de esta corriente revisionista es el haber enfatizado la función adaptadora del yo a la sociedad. Pero esta en una dirección que el mismo Freud había impulsado desde 1923 al publicar El yo y El ello y que su hija Anna Freud (1895-19829, también psicoanalista, desarrolla en El yo y los mecanismos de defensa (1936).
Con todo, una de las vías mas fecundadas del psicoanálisis postfreudiano es la que ha sido abierta al investigar más detenidamente el mundo del niño. En este terreno, además de Anna Freud, destaca Malanie Klein ( 1882-1960), fundadora de una escuela que pone de énfasis en la investigación y conceptualización de las primeras etapas de la vida infantil.
Más allá de esta multiplicidad de interpretaciones, Jacques Lacan (1901-1981) ha regresado a las fuentes del Psicoanálisis para renovar el pensamiento genuino de Freud mediante una implicación de las categorías del estructuralismo lingüístico. La lectura lacaniana ha evidenciado que el inconsciente está estructurado como un lenguaje y ha vuelto a poner en primer plano aquel espíritu fundacional del psicoanálisis que vio en el deseo del principio motor de la vida psíquica.
Vocabulario
Psicoanálisis
Método de investigación de la actividad síquica y sicoterapéutica debido a Sigmund Freud. El sicoanálisis se basa en la interpretación de los contenidos latentes (en el inconsciente), que tienen expresión verbal y en el comportamiento. La técnica del sicoanálisis se desarrolla mediante la asociación libre, análisis de los sueños, apsus, etc., durante la relación de transferencia sicoanalítica.
Freud hizo hincapié en que la teoría se construye para explicar los hechos, y que cuando es rebasada por éstos, no hay que dudar en rectificarla. Los hitos más destacados de la teoría sicoanalítica son las aportaciones sobre el determinismo síquico e inconsciente, los instintos, la sexualidad infantil y el desarrollo sicosexual, la estructura de la personalidad, la angustia, los mecanismos de defensa y la terapéutica sicoanalítica. El sicoanálisis ha sido siempre una teoría dinámica, y en él cabe señalar dos corrientes renovadoras: la escuela neofreudiana, arraigada en Estados Unidos, y la de Melanie Klein y sus colaboradores.
Ello (sicología)
Según Freud, debido a la presión de la realidad exterior, el yo emerge del ello. El ello representa la parte pulsional de la personalidad. El yo y el ello están en una relación de dependencia, ya que el ello es una instancia psíquica que se superpone al concepto de inconsciente y, a partir de 1914, Freud pensó que el yo podía ser en parte inconsciente.
Envidia (sicología)
Para M. Klein, la envidia, ligada a la proyección, es el sentimiento de cólera experimentado por el sujeto cuando otro tiene y disfruta algo deseable. Debe distinguirse de la avidez, ligada a la introyección. Para S. Freud, la envidia se tiene esencialmente del pene, pero Klein amplía este concepto entendiendo la envidia del pene como originada en la envidia fundamental del pecho materno, envidia que promueve pulsiones sádicas orales y anales.
Fobia (sicología)
Las fobias han sido distinguidas en función de su objeto. El objeto fóbico puede ser muy variable e incongruente, pero muy constante para un sujeto dado. Las nosofobias y las dismorfobias están en lugar aparte, pues su objeto no es externo y es imposible evitarlas. Las fobias se presentan en una cierta estructura sicopatológica y pueden interpretarse como debidas a la frustración de una llamada al papel castrador del padre, castración que dejaría a salvo al niño respecto al amor de la madre vivido como insaciable.
Frustración (sicología)
Estado de tensión emocional provocada por el fracaso en el logro de satisfacciones o gratificaciones. La frustración, concepto introducido por Freud en su teoría analítica, presenta dos orientaciones: o bien se relaciona con la ausencia o rechazo por parte del individuo de un objeto externo susceptible de dar satisfacción, o bien el rechazo es interior en el individuo, quien, apartándose del objeto por un conflicto inconsciente, lo demanda reiteradamente; este segundo sentido fue precisado por Lacan, quien lo relacionó con la castración y la privación.
Libido (sicología)
Instinto, deseo sexual. Inicialmente, S. Freud creía que la libido, cuyos aspectos de transformación y fijación caracterizan la vida sexual y las alteraciones síquicas, no comprendía la energía síquica en general, contrariamente a la opinión de C.G. Jung. Sin embargo, la posterior introducción de los conceptos freudianos de narcisismo y de pulsión de vida-pulsión de muerte le llevó a reconsiderar tal planteamiento y a establecer una libido del yo y una libido objetal, en detrimento una de la otra, en función de la preponderancia que cobren respectivamente. Así, la libido se mueve del yo al objeto y del objeto al yo: en el estado de enamoramiento hay una supervaloración del objeto; contrariamente, en un estado hipocondríaco o melancólico, la libido se retrae en el yo.
Masturbación (sicología)
Estimulación manual de los órganos genitales para alcanzar el orgasmo sin realizar el coito. Según S. Freud, en la masturbación infantil tiene gran influencia el mundo exterior, representado por los padres, de cuya actitud represora y culpabilizadora pueden derivarse serios trastornos síquicos en el niño. Para M. Klein, no debe ser la práctica masturbatoria, sino su significación, el objeto del análisis. En la pubertad, la masturbación constituye la forma más frecuente de satisfacción sexual, aunque, en ocasiones, el sentimiento de culpabilidad asociado (por las prohibiciones morales, religiosas y educativas) puede ser responsable del inicio de algunos trastornos depresivos graves.
Narcisismo (sicología)
Amor a la imagen de sí mismo, con excitación sexual producida por la admiración del propio cuerpo. Freud definió el término narcisismo según un concepto estructural, según el cual el narcisismo no constituye una fase evolutiva entre el autoerotismo y el amor objetal, sino que se trataría de un estancamiento de la libido, la cual quedaría fijada al yo. Distingue el narcisismo primario, correspondiente al estado anterior a la elección de objeto externo, estadio en el que el niño es su propio objeto de amor, y el narcisismo secundario, en que volvería la libido sobre el yo, retirándose de sus catexis objetales.
Pene (sicología)
Para M. Klein, el pecho materno y el pene se confunden durante la fase oral, y el desplazamiento que lleva al niño del primero al segundo inicia una homosexualidad pasiva en el niño y una heterosexualidad en la niña, pero en ambos la relación con el pene, y ulteriormente con los hombres, aparece siempre afectada por el vínculo primario con el pecho materno y el proceso de destete, escisión entre un pecho «bueno» o un pecho «malo»; tal distinción también se da entre un pene «bueno» y uno «malo». Otros autores ven en los ataques al pecho (el mordisqueo del niño), desplazados hacia el pene, la angustia de castración en el niño y, en la niña, la angustia de ser despojada de lo por ella robado, de donde procedería la «envidia del pene»; para Freud, sin embargo, tal envidia provendría de su deseo de poseer un pene propio, mientras que para Klein obedece al primitivo deseo oral de incorporar el pene como sustituto del pecho materno, y en última instancia, de incorporar el pene paterno.
Pulsión (sicología)
Concepto psicoanalítico que designa, en la comprensión de la sexualidad humana, el impulso energético originado en los estados de excitación y tensión corporal.
Pulsión de muerte (sicología)
Pulsión que se opone a las pulsiones de vida y cuyo objetivo sería reducir por completo las tensiones.
Pulsión de vida (sicología)
Cada una de las pulsiones opuestas a las de muerte, que incluyen las pulsiones sexuales y de autoconservación.
Pulsión del yo (sicología)
Concepto que se refiere a la energía pulsional destinada a la autoconservación y a la constitución del yo sexual. Concepción nodal del sicoanálisis que se diferencia de las teorías clásicas del instinto sexual.
Represión (sicología)
Cabe distinguir la represión primaria y la represión en sentido estricto. En la primera se produce una división entre conciencia e inconsciente, que se organiza alrededor del significante de una pulsión que es rechazada de la esfera consciente. Estos rechazos van formando en el inconsciente núcleos que posteriormente contribuyen a la represión en sí, ejerciendo atracción sobre contenidos susceptibles de ser reprimidos. Ya formada la represión propiamente dicha, actúa de manera regular en el sujeto, durante toda su existencia, en un doble proceso de repulsión hacia las representaciones intolerables, mediante censura y resistencia, y de atracción de estas representaciones por un núcleo de represiones primarias. Ulteriormente, la sustancia reprimida «retorna» en forma de sueños, actos fallidos y sintomatología patológica.
Rorschach, test de (sicología)
(de Hermann Rorschach [1884-1922], siquiatra suizo). Test que permite valorar los mecanismos de defensa del sujeto sicoanalizado. Consta de 10 láminas, en cada una de las cuales se representa una mancha de tinta que, por plegamiento longitudinal, se desdobla simétricamente en dos. Unas láminas se representan en blanco y negro, y otras, en color. El sicoanalista presenta las láminas al sujeto, que debe interpretarlas mediante asociaciones rápidamente verbalizadas y cuyas respuestas permiten determinar, en cada una de ellas, el tipo de aprehensión (totalidad o parcialidad de la interpretación), el determinante (color, movimiento, forma, textura, etc.) y el contenido (persona, animal, objeto, etc.). Con todas estas valoraciones, el especialista establece el análisis final y el tipo de resonancia íntima del sujeto.
Sadismo (sicología)
Comportamiento sexual por el cual el placer se obtiene por el sufrimiento o la mortificación provocada al otro. El término sadismo, tomado de Krafft-Ebing (1886) por Freud y la teoría del sicoanálisis, fue utilizado por el siquiatra austríaco para definir una de las partes de la pulsión de muerte (descrita anteriormente por él mismo) que, junto con las pulsiones sexuales, se proyecta al exterior. El sadismo implica agresividad hacia el otro, vaya o no asociado a impulsos sexuales. En las fases sádico-oral y sádico-anal infantiles es cuando aparece esta pulsión, mientras que el sadismo asociado a la relación sexual ha de considerarse combinado con el masoquismo. Se denomina sadismo anal a las fantasías de destrucción, retención y control posesivo del objeto; y sadismo oral, a los impulsos sádicos vinculados a la acción de morder.
Símbolo (sicología)
En los primeros trabajos de Freud, éste considera que el síntoma histérico es la resolución simbólica de un conflicto, cuyo resto sería el símbolo y ocuparía un lugar en la conciencia en forma de conversión o de alucinación. Ulteriormente, Freud dio otro sentido al término: sería la relación de traducción constante, apoyada en la alusión o en la analogía. El campo de los elementos simbolizados (imágenes del cuerpo, de la muerte, de la sexualidad), respecto de los abundantes símbolos, es muy restringido. M. Klein y H. Segal sostienen que «la formación del símbolo es una actividad del yo que intenta elaborar las angustias nacidas de la relación del yo con el objeto»; una alteración de la relación del yo con el objeto conlleva una alteración de la relación del símbolo con el objeto simbolizado.
Sublimación (sicología)
Término de Freud para el proceso de derivación de la energía pulsional sexual y agresiva hacia actividades culturalmente elevadas y socialmente valorizadas. El concepto de sublimación fue empleado por Freud para dar explicación a ciertas actividades sustentadas por una inclinación o deseo no manifiestamente sexual, por ejemplo la creación artística y la actividad intelectual. La noción de sublimación en la teoría freudiana es escasamente precisa y poco diferenciada de otros procesos, como la idealización, la formación reactiva, la represión, la inhibición. Para M. Klein, la sublimación es un proceso para restaurar objetos cuya bondad ha sido dañada por pulsiones destructoras.
Superyó o Superego (sicología)
Una de las tres instancias del aparato síquico, que se forma principalmente por internalización de los mandatos y prohibiciones de los padres durante la infancia. En la teoría de Freud, el superyó se forma paralelamente al declinar el complejo de Edipo, en la renuncia del niño a la satisfacción de sus deseos edípicos por identificación con los padres, y al interiorizar la prohibición del incesto. El superyó se enriquece con las aportaciones de la civilización (educación, religión, moralidad) y a la vez se constituye en juez dominador del ello. Freud también indicó que el rigor del superyó surge de sus orígenes pulsionales, camino que él no exploró, pero sí, más tarde, M. Klein, quien, en oposición a aquél, afirma que el superyó inicia su formación muy pronto, ya en el curso de las incorporaciones canibalísticas de los primeros objetos parciales que el niño introyecta. Mediante el paso de la posición esquizoparanoide a la posición depresiva, el carácter «malo» de los objetos se va suavizando a través de un acercamiento a los objetos «buenos»; el superyó ya no es, entonces, destructor para el niño, sino, por el contrario, protector. El superyó prohíbe, pero no mata.
Tópica (sicología)
Cuando S. Freud comunicó su descubrimiento del inconsciente, el marco científico del momento tendía en general a las localizaciones cerebrales de ciertas funciones especializadas, pero Freud, no limitándose al reconocimiento de la existencia de lugares en la sique, imputó a cada uno de ellos una naturaleza y tipo de funcionamiento distintos. En La interpretación de los sueños (1900) estableció, en una primera concepción tópica del aparato síquico, los conocidos tres sistemas: inconsciente, preconsciente y consciente, con funciones, procesos y energía libidinal propios, que se especifican en contenidos representativos. En 1920, en su segunda tópica, Freud distinguió las tres instancias: ello, yo y superyó, concepción que implica no sólo relaciones intersistémicas, sino también intrasistémicas específicas de cada una, como el yo ideal, el ideal del yo y otras.
Transferencia (sicología)
El fenómeno de la transferencia se presenta durante el proceso sicoanalítico. Pone de relieve los sentimientos de amor u odio de la persona sicoanalizada hacia el sicoanalista y permite a éste detectar la repetición de las formas o prototipos comportamentales de las relaciones de objeto infantiles, hacia padres, hermanos y otras personas, con respecto a personas u objetos actuales, cuya interpretación, análisis y resolución es el principal sentido de la terapia sicoanalista.
Yo u ego (sicología)
Freud consideró inicialmente el yo a modo de polo defensivo en las neurosis, que actúa impidiendo el acceso a la conciencia de representaciones no placenteras para el sujeto. Pero en 1915, con la introducción del narcisismo, se produce un cambio en la concepción del yo: éste no está constituido inicialmente, sino que es el resultado de la unidad de las pulsiones, tras un período de autoerotismo de éstas, a consecuencia del cual el yo se convierte en un objeto de amor de la libido, distinto de la persona misma. Otro cambio importante en la teoría de Freud se introduce en 1920: el yo pasa a ser un elemento más, entre otros, de la subjetividad y se constituye a partir de diversas identificaciones con el objeto cuyas pautas sigue. El yo, cuya función es defensiva lo mismo ante la realidad que ante las exigencias del ello, podría ser objeto de un desarrollo genético; en este caso destaca característicamente su función de dominio sobre la realidad y las pulsiones. Así lo entiende la escuela estadounidense de la psicología del yo, para la cual el yo es un aparato que regula el siquismo adaptándolo a la realidad. El yo ideal es un término que en 1914 introdujo Freud para designar el yo real que habría sido objeto de las primeras satisfacciones narcisistas; ulteriormente, el sujeto reencuentra ese yo ideal, que caracteriza la omnipotencia del narcisismo infantil propia del estadio en el cual el niño es «él mismo su propio ideal». El ideal del yo es un concepto expuesto por Freud como sustituto del yo ideal; se constituye cuando, después de ir abandonando el sujeto las satisfacciones narcisistas que procuraba el yo ideal, intenta reconquistarlas nuevamente.
Psicología
Ciencia que estudia la actividad síquica, intelectual y afectiva.
Perspicacia.
El complicado objeto de estudio de la sicología, la mente humana y su conducta, hace que ésta sea una ciencia con profundas diferencias en su métodos de aproximación, diferencias que se adivinan en las múltiples disciplinas existentes en la actualidad. Entre los más importantes enfoques de estudio se pueden destacar: la sicología general, que estudia las leyes generales que se encuentran en el común de los individuos; la sicología comparada, que centra su atención en las particularidades que diferencian a los grupos de distintas culturas; la sicología individual, que estudia a los individuos dentro de un mismo grupo social; la sicología evolutiva, dedicada a grupos de edad en desarrollo; la sicología clínica, centrada en las conductas que se escapan a la normalidad; y la sicología aplicada, que trabaja en combinación con otras ciencias como la sociología, la antropología, etc.
Historia
Como tantas otras ciencias actuales, los comienzos del estudio de la mente se remontan a la antigüedad clásica, concretamente a la obra de Aristóteles, donde se fija el principio del alma racional que los pensadores medievales tratarán en sus estudios. La irrupción de una corriente empírica en el pensamiento occidental a partir del renacimiento, hizo que la sicología, junto con el resto de ciencias, tomara un camino basado en la experimentación.
Hasta mediados del siglo XIX, la sicología no se desvinculará por completo de la filosofía, para adoptar un modelo más cercano a la biología en sus métodos de experimentación. Wilhem Wundt, en el primer laboratorio de sicología fundado en Leipzig en 1879, investigará los procesos de percepción y sensación, dejando de lado temas como el de la inteligencia o la memoria, materia de estudio que sí recoge el trabajo de O. Külpe, basado en la introspección.
La gran diversificación de la investigación sicológica a partir de este momento hace difícil definir un objeto o unas características comunes a las diferentes ramas de esta disciplina científica. Diferentes escuelas compiten en la explicación de los fenómenos síquicos, elaborando sus propias teorías. Es el caso de la sicología diferencial, encaminada a obtener sistemas válidos para diferenciar a los individuos dentro de un mismo grupo por la medición de sus funciones superiores. Al mismo tiempo, se crean nuevas escuelas más interesadas en el estudio de las emociones del individuo, camino que lleva hasta Sigmund Freud y la sicología analítica. El sicoanálisis nace como una terapia para los trastornos mentales, pero acaba trascendiendo su ámbito clínico para convertirse en una verdadera concepción del ser humano. Junto con el trabajo de autores como T. Ribot y P. Janet, el sicoanálisis sienta las bases de la sicología clínica.
El científico ruso I. V. Pavlov se aparta de esta línea con su trabajo sobre el condicionamiento de la conducta e introduce el concepto de objetividad en la sicología. Otros autores continuarán los estudios de Pavlov: son los llamados conductistas o behavioristas, que centran sus estudios en el comportamiento individual y conciben que éste se puede prever al descubrir el estímulo. A grandes rasgos, esta pugna entre las corrientes inspiradas en estas dos grandes formas de acercarse a la sicología, conductismo y sicoanálisis, sigue presente en el seno de la moderna sicología.
En la actualidad, la sicología se ha especializado y dividido en ramas específicas: la sicología social, la pedagógica, la lingüística, la del trabajo, la de la información, etc.
Análisis
Operación mental de descomponer un conjunto constituido para descubrir la autonomía de sus partes, para apreciar mejor su congruencia o finalidad o para hacer accesible cada elemento suyo.
Arnauld, Nicole (Lógica de Port-Royal) y Condillac aplicaron el análisis a la comprensión de un conjunto del que a priori cabe esperar que signifique algo (por ejemplo, un texto). En Hegel, el análisis es obra del entendimiento divisor y debe completarse con la síntesis: con los dos momentos se constituye la dialéctica. Por hacer del análisis el único método y cometido del filosofar, recibe su nombre la llamada filosofía analítica.
Psiquiatría
Introducción
Psiquiatría, rama de la medicina especializada en los trastornos mentales. Los psiquiatras no sólo diagnostican y tratan estos trastornos sino que también realizan investigaciones para comprenderlos y prevenirlos.
Un psiquiatra es un médico que ha completado una especialización de postgrado en psiquiatría. Muchos psiquiatras también se especializan en psicoanálisis, psiquiatría infantil u otras subespecialidades. Los psiquiatras tratan a los pacientes en consultas privadas, en hospitales generales, o en centros especializados para enfermos mentales (hospitales psiquiátricos, clínicas ambulatorias, o centros comunitarios de salud mental). Algunos dedican parte de su tiempo a investigar o participar en programas de salud mental. Por el contrario, los psicólogos, que suelen trabajar junto a los psiquiatras y tratan al mismo tipo de pacientes en ocasiones, no han recibido formación en medicina, y, por consiguiente, no pueden hacer diagnósticos ni recetar medicamentos.
El campo de la psiquiatría es muy amplio en comparación con otras especialidades médicas. Los trastornos mentales pueden afectar a la mayoría de los aspectos de la vida del paciente, como su actividad física, conducta, emociones, pensamiento, percepción, relaciones interpersonales, sexualidad, trabajo y ocio. Estos trastornos están producidos por una combinación poco conocida de determinantes biológicos, psicológicos y sociales. La tarea del psiquiatra consiste en identificar las distintas fuentes y manifestaciones de la enfermedad mental.
Desarrollo histórico
Los médicos del mundo occidental comenzaron a especializarse en el tratamiento de los pacientes con enfermedades mentales en el siglo XIX. Los psiquiatras de esta época, llamados alienistas, trabajaban en grandes centros, y practicaban lo que se denominaba entonces un tratamiento moral, un enfoque humanitario dirigido a apaciguar el estado mental y recuperar la razón. Durante la segunda mitad del siglo los psiquiatras abandonaron este tipo de tratamiento y, con ello, el reconocimiento tácito de que la enfermedad mental está producida por influencias tanto psicológicas como sociales. Durante un tiempo su atención se centró, casi de forma exclusiva, en los factores biológicos. Era frecuente el uso de medicamentos y otras formas de tratamiento somático (físico). El psiquiatra alemán Emil Kraepelin identificó y clasificó los trastornos mentales en un sistema que supuso el inicio del diagnóstico moderno. Otra figura importante fue el psiquiatra suizo Eugen Bleuler, que acuñó el término 'esquizofrenia' y describió sus características.
El descubrimiento del origen inconsciente de la conducta, una aportación de la teoría psicoanalítica de Sigmund Freud a principios del siglo XX, enriqueció los conocimientos de la psiquiatría y cambió el enfoque de la misma. La atención se dirigió hacia los procesos en el interior de la mente individual, y el psicoanálisis se convirtió en el método preferido de tratamiento de la mayoría de los trastornos mentales. En las décadas de 1940 y 1950 las teorías cambiaron de nuevo, esta vez hacia el ambiente social y físico. Muchos psiquiatras despreciaban las influencias biológicas, pero otros estudiaban aquellas que podían estar implicadas en las enfermedades mentales y empleaban tratamientos físicos como el electrochoque y la psicocirugía.
Hacia la mitad de la década de 1950 se produjeron cambios muy importantes en el tratamiento de los pacientes afectados por una enfermedad mental con la introducción de los primeros fármacos eficaces en el tratamiento de los síntomas psicóticos. Junto con estos nuevos medicamentos, aparecieron nuevas tendencias más liberales y humanitarias y nuevas estrategias de tratamiento en los hospitales psiquiátricos; cada vez se trataba a más pacientes sin separarlos de su ambiente social en las décadas de 1960 y 1970. El apoyo a la investigación en salud mental contribuyó a nuevos descubrimientos importantes, en especial sobre el conocimiento de los determinantes bioquímicos y genéticos de la enfermedad mental y sobre el funcionamiento del cerebro. Así, hacia 1980, la psiquiatría centraba su interés en los factores biológicos, relativizando la importancia de las influencias psicosociales en la salud y enfermedades mentales.
Diagnóstico
Los psiquiatras utilizan diferentes métodos para detectar trastornos específicos en sus pacientes. El más importante es la entrevista psiquiátrica, durante la que se recoge la historia psiquiátrica del paciente y se valora su estado mental. La historia psiquiátrica es una muestra de las características de la personalidad del paciente, de sus relaciones con los demás y de la experiencia pasada y presente con problemas psiquiátricos, todo ello en palabras del propio paciente. En ocasiones la historia se complementa con comentarios de otros miembros de la familia. Los psiquiatras utilizan la exploración del estado mental del mismo modo que los médicos de medicina general utilizan la exploración física. Identifican y clasifican los aspectos del funcionamiento mental del paciente.
Ciertos diagnósticos dependen de otros especialistas. Los psicólogos realizan las pruebas de inteligencia y personalidad, así como las pruebas diseñadas para detectar lesiones cerebrales o de otras partes del sistema nervioso central. Los neurólogos también hacen pruebas a los pacientes psiquiátricos para detectar evidencias de lesión del sistema nervioso. En ocasiones los pacientes que presentan síntomas físicos son atendidos por otros especialistas. Los trabajadores sociales en el ámbito psiquiátrico atienden los problemas de la familia y de la comunidad. El psiquiatra integra toda esta información para establecer un diagnóstico según los criterios establecidos por los profesionales de la psiquiatría.
Tratamiento
Los tratamientos psiquiátricos pueden ser de dos tipos: orgánicos y no orgánicos. Los tratamientos orgánicos, como los medicamentos, afectan al organismo de forma directa. Los tratamientos no orgánicos mejoran el estado del paciente por medios psicológicos, como la psicoterapia, o por introducción de cambios en su entorno social.
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Fármacos
Los fármacos psicotrópicos son el tipo de tratamiento orgánico más utilizado. Los primeros que se descubrieron fueron los antipsicóticos, utilizados para tratar la esquizofrenia. Las fenotiazinas son los fármacos antipsicóticos más utilizados. Otros antipsicóticos incluyen los tioxantenos, butirofenonas e indoles. Todos estos fármacos disminuyen los síntomas como el delirio, las alucinaciones y los trastornos de pensamiento. Debido a que reducen la agitación, se emplean en ocasiones para controlar el estado maníaco en pacientes maníaco-depresivos y para tranquilizar a pacientes geriátricos. Algunos trastornos de conducta en la infancia responden a estos fármacos.
A pesar de su valor, los medicamentos antipsicóticos tiene efectos adversos. El más grave es el estado neurológico denominado disquinesia tardía, que aparece en pacientes que toman este tipo de medicamentos durante periodos de tiempo prolongados. El trastorno se caracteriza por movimientos anormales de la lengua, boca y cuerpo y cobra especial importancia porque estos síntomas no desaparecen siempre tras la retirada del fármaco y no tienen tratamiento conocido.
La mayoría de los medicamentos antipsicóticos son sintéticos. Sin embargo, el carbonato de litio es un elemento natural utilizado para prevenir, o al menos reducir, la gravedad de las oscilaciones del humor en la psicosis maníaco-depresiva. Es sobre todo eficaz para controlar la fase maníaca. Los psiquiatras deben controlar de forma minuciosa las dosis de litio, porque el margen entre la dosis efectiva y la dosis tóxica es muy estrecho.
Los principales fármacos antidepresivos son de tres tipos. Los antidepresivos tricíclicos y tetracíclicos, los más utilizados, se emplean para las formas más frecuentes de depresión mayor. Los inhibidores de la monoaminoxidasa (IMAO) se utilizan en las depresiones atípicas. Los inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (ISRS) son eficaces tanto en la depresión típica como en la atípica. Aunque los tres tipos son bastante eficaces para mejorar la depresión en los pacientes diagnosticados de forma correcta también presentan inconvenientes. Los tricíclicos y tetracíclicos pueden tardar entre dos y cinco semanas en ejercer su acción y producen efectos secundarios como la sedación excesiva y problemas cardiacos. Los inhibidores de la MAO pueden producir hipertensión grave en los pacientes que ingieren ciertos alimentos (como algunos tipos de queso, cerveza y vino) o medicamentos (como medicinas para el resfriado). Los ISRS, como la fluoxetina (Prozac) tardan entre dos y doce semanas en ser efectivos y pueden producir cefalea, náuseas, insomnio y nerviosismo.
La ansiedad, tensión (u otras alteraciones producidas por el estrés) y el insomnio se tratan por lo general con medicamentos denominados tranquilizantes menores. Los barbitúricos se han utilizado durante mucho tiempo, pero producen efectos secundarios graves y es más frecuente la adicción a los mismos que a los nuevos fármacos ansiolíticos. Entre éstos, las benzodiacepinas son las que se emplean con más frecuencia, muy a menudo fuera del ámbito psiquiátrico.
Los fármacos estimulantes, como las anfetaminas —un fármaco que puede crear dependencia— tienen indicaciones en psiquiatría. Ayudan a controlar la hiperactividad y la falta de concentración en niños hiperactivos y sirven para estimular a los que padecen narcolepsia, un trastorno caracterizado por episodios de sueño incontrolables y súbitos.
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Otros tratamientos orgánicos.
Otro tratamiento orgánico es la técnica terapeútica del electrochoque, o ECT, en la que se provocan convulsiones parecidas a las de la epilepsia mediante una corriente eléctrica que pasa a través del organismo. La ECT se utiliza con más frecuencia para el tratamiento de la depresión grave que no responde al tratamiento farmacológico. En ocasiones se emplea en el tratamiento de la esquizofrenia. Hay otras formas de tratamiento orgánico que se emplean con menor frecuencia que los medicamentos y la ECT. Incluyen la controvertida técnica denominada psicocirugía, en la que se seccionan fibras del cerebro. Una de estas técnicas, denominada lobotomía, se utiliza en muy raras ocasiones en la actualidad.
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Psicoterapia
La forma más utilizada de tratamiento no orgánico es la psicoterapia. La mayoría de las psicoterapias dirigidas por psiquiatras son de orientación psicodinámica. El tratamiento psicodinámico prototípico es el psicoanálisis, que se dirige a descubrir las fuentes del conflicto inconsciente en el pasado y a reestructurar la personalidad del paciente. El psicoanálisis es el tratamiento en el que el paciente yace sobre un sofá, con el psicoanalista fuera de la vista, y dice lo que le viene a la mente. El paciente relata sueños, fantasías y recuerdos, junto con los pensamientos y sensaciones asociados con éstos. El psicoanalista ayuda al paciente a interpretar estas asociaciones y el significado de la relación entre el paciente y él mismo. Debido a que es largo y caro, a menudo de varios años de duración, el psicoanálisis clásico casi no se utiliza en la actualidad.
Hoy son más frecuentes otras formas de psicoterapia más breves, que complementan los principios psicoanalíticos con otras teorías e informaciones con base científica. En estos tipos de tratamiento, los psiquiatras aconsejan a los pacientes e intentan influir en su conducta. Algunos utilizan técnicas derivadas de la terapia de conducta, que se basa en la teoría del aprendizaje (aunque estos métodos son empleados con más frecuencia por los psicólogos).
Además de la psicoterapia, la otra forma principal de tratamiento no orgánico empleada en psiquiatría es la terapia ambiental. Se suele llevar a cabo en hospitales psiquiátricos y se dirige a las relaciones sociales con fines terapéuticos entre los pacientes y el personal. También se programan actividades intrahospitalarias para conseguir objetivos terapéuticos específicos.
En general, la psicoterapia se emplea para el tratamiento de las neurosis y otros trastornos no psicóticos, y es menos frecuente su uso en las psicosis. En los pacientes psicóticos, que suelen recibir fármacos psicoactivos, la psicoterapia se emplea para mejorar su adaptación social y profesional. La terapia ambiental se limita a los pacientes hospitalizados. Los psiquiatras utilizan cada vez más una combinación de técnicas orgánicas y no orgánicas para todos los pacientes, que dependerá del diagnóstico y la respuesta al tratamiento.
Neurosis
Trastorno psíquico carente de base física, caracterizado principalmente por la ansiedad, consciente o inconsciente. Los síntomas más frecuentes son el temor excesivo, depresión, alteración de las funciones corporales, ideas o conductas repetitivas y trastornos de la conciencia.
Psicosis
Trastorno mental cuyos síntomas son: deformación grave de la percepción, inteligencia y afectividad. Existen algunas psicosis cuyo origen cerebral orgánico ha sido comprobado, mientras que en el resto no ha sido posible demostrar este origen.
Ideas oníricas
El estado de reposo puede reproducir exactamente el aspecto de la vida anímica antes del reconocimiento de la realidad, por tomar intencionadamente como premisa la negación de la misma (deseo de dormir).
Discernimiento
Instancia imparcial propuesta a decidir si una representación determinada es verdadera o falsa, esto es, si se halla de acuerdo con la realidad, y que lo decide por medio de su comparación con las huellas mnémicas de la realidad.
Cartasis
Purificación ritual de personas o cosas afectadas de alguna impureza.
Libido
Deseo sexual considerado como impulso y raíz de varias manifestaciones psíquicas.
Arquetipos
Los arquetipos se constituyen así en unidades de conocimiento intuitivo que solo existen en el inconsciente colectivo del individuo y que se manifiestan en leyendas, mitologías tradiciones religiosas y, misterios, en los cuentos y en los sueños.
Bibliografía
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Enciclopedia Encarta 2001, con sus enlaces a internet.
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Enciclopedia temática Planeta.
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Enciclopedia Larousse.
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Libro: Sigmun Freud.
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Internet: www.psiconet.org/freud/
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Internet: www.psiconet.org/lacan/
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Libro: Interpretación de los sueños, según Sigmun Freud.
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Enviado por: | Chuli |
Idioma: | castellano |
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