Psicología
Psicoanálisis
1.- INTRODUCCIÓN
LOS ORDENES DEL PSICOANÁLISIS
Una de las acusaciones más duras que ha sido hecha al psicoanálisis es la de que no constituye una ciencia, que es un saber despojado de validez científica. Los origenes del psicoanálisis son también los orígenes de esta acusación, que recayó directamente en la persona de Freud, pues la ciencia del psicoanálisis fue obra sólo suya durante bastante años.
Sin embargo, la geneología, por decirlo así, del pensamiento freudiano es inseparable de los postulados con que se regian las ciencias naturales en la 2ª mitad del siglo XIX. Freud inició a los veinte años una carrera de investigador en el campo de la biología de la mano de Ernst Brucke (1819-1892) y llegó a convertirse, en uno de los pioneros de la teoría neuronal. Posteriormente hizo investigaciones relativas a la histología, la clínica y la farmacología, en este último campo descubrió las propiedades analgésicas de la cocaína. Tras estudiar con Jean Martín Charcot (1825-1893) fijó uno de los objetivos de su investigación en la historia, Freud siguió trabajando en el ámbito de la neuropatología infantil.
En 1897 se registra su colaboración en el tratado de patología especial y terapéutica del neurólogo alemán Herman Nothnagel. Freud desarrolló en él una sistemática exposición de las parálisis cerebrales infantiles.
El punto de partida del fundador del psicoanálisis fue el de una fisiología basamentada en la física, que aspiraba a mensurar todos los procesos. Para Freud, inicialmente, lo psicológico tenía que fundamentarse en lo neurofisiológico, tal y como expuso en 1895 en su proyecto de una psicología para neurólogos, que no llegó a publicar en vida.
La ruptura de Breuer, producida en 1896, aisló del todo a Freud en Viers. 10 años antes, se había enfrentado en Meynert, contrario a la tesis de Charcot sobre la historia que él mantenía, y la consecuencia fue que se le cerraron las puertas de la Universidad. Tenía entonces 30 años, aspiraba a dedicar su vida a la investigación científica pero no contaba con ningún medio de subsistencia, y además era judio, y además quería casarse. La necesidad le abocó a abrir un consultorio privado y a ejercer de médico principiante, obligado a tratar a estos enfermos dejados de la mano de Dios que eran los histéricos de aquella época. A lo largo de varios años, había aplicado la hipnosis en el tratamiento de sus pacientes, hasta que comprendió que era necesario concederle la palabra al enfermo. El método de la asociación libre, progresivamente afinado como técnica esencial del psicoanálisis, le reveló que los síntomas tenían un carácter transacional, es decir “sobredeterminado” a la vez que defensivo. La resistencia y la transferencia se dibujaban ya como elementos centrales de la cura.
LA NUEVA CIENCIA DEL PSICOANÁLISIS
Los años que transcurren entre 1896 y 1901 fueron transcendentales para la constitución del psicoanálisis como ciencia. Freud contó en esta época unicamente con el apoyo de Wilhelm Fliess (1858-1928) médico y biólogo berlinés del que posteriormente se distanció; y así, aislado, comenzó a autoanalizarse en 1897.
Mediante el autoanálisis, Freud descubrió la sexualidad infantil en su auténtica dimensión. La primera formulación del complejo de Edipo (1897), fue el momento fundacional del psicoanálisis, por cuanto supuso el abandono de la primitiva teoría del trauma. Los traumas sexuales infantiles no eran ciertos, por que las escenas de seducción habían sido fantaseadas. El complejo de Edipo implicaba en palabras de Freud, el reconocimiento de una “realidad psíquica” situada más allá de una “realidad práctica”. En consecuencia, la idea de fundamentar los procesos psíquicos sobre una base fisiológica, que era el punto de partida de las investigaciones de Freud, perdió el carácter central y perentorio que hasta entonces había tenido. La autonomía de la vida psíquica exigía la constitución de una nueva ciencia, el psicoanálisis, que superará los estrechos límites de la razón positivista; de una ciencia que tomará como exigencia metódica la autorreflexión.
2.1 EL SUEÑO SEGÚN FREUD
Después de haber estudiado los trabajos del celebre psiquiatra francés Charcot, Freud publica en 1900 su teoría del sueño.
A lo largo de toda su obra, Freud no ha dejado de mantener contra viento y marea la paradoja de la existencia de una ciencia experimental fundada sobre la interpretación.
La investigación emprendida en el marco del cuidado a los enfermos mentales - no olvidemos que Freud fue, en un primer momento, un neurólogo que justificó sus concepciones en necesidades terapéuticas - para explicar y cuidar sus enfermedades elevó al médico vienés a enunciar la hipótesis fundamental de la existencia de un inconsciente cuya naturaleza, para él, no es tan desconocida como la realidad misma de un mundo exterior.
La falta de consideración para con el sueño, la imputación de su nacimiento a un origen interno (cenestesia) o externo (contexto que percibe el durmiente), las recientes investigaciones realizadas en las ciencias experimentales, todo ello testimonia el profundo mentis que el saber inflige a la oscuridad y la incompresibilidad del sueño. Pues bien, precisamente contra esta contradicción va a alzarse la teoría de Freud.
Sin embargo el rigor científico de la “interpretación de los sueños es intachable” por más que en su tiempo pasara desapercibido. La equiparación de los sueños con los síntomas que se hace en la interpretación de los sueños tuvo una importante repercusión: el psicoanálisis no era únicamente una técnica terapéutica que se ocupaba de enfermos neuróticos, sino que era también, una teoría que abarcaba la totalidad de la vida psíquica, en sus manifestaciones patológicas o sanas.
Con los años, la teoría psicoanalítica experimentaría diversas mutaciones, más las tesis sustentadas en la interpretación de los sueños apenas variaron. Freud había conseguido desvelar de una vez por todas los secretos de los sueños.
2.2 EL SOÑADOR Y LA INTERPRETACIÓN
Freud va a escrutar el sueño confiando el trabajo de interpretación al soñador mismo, pues será él quien, asociando libremente las ideas que surgen a propósito del sueño que cuenta, no realizando ninguna selección dentro de este rico material, va a exhibir involuntariamente en su discurso huellas de las relaciones existentes entre recuerdos, personas encontradas, decepciones, alegrías, impulsos y penas. También será el soñador quien mediante este trabajo, arroje luz sobre una dura y amplia red de correspondencias de las que el sueño mismo no era sino un fragmento.
Freud hace entonces una distinción radical entre lo que el soñador cuenta espontáneamente, el contenido manifiesto del sueño, el contenido narrado y el contenido latente del sueño, y afirma a continuación que sólo este último encubre la verdad del psiquismo individual y que en él residen los temas y los problemas significativos capaces de engendrar un sueño: “es precisamente el material latente del sueño lo que determina el contenido manifiesto casi en sus mínimos detalles; cada uno de éstos no deriva de una idea aislada, sino de varias ideas tomadas de este subsuelo y que no están necesariamente relacionadas entre sí”.
En tiempos que podemos llamar precientíficos la explicación de los sueños era para los hombres cosa corriente. Lo que de ellos recordaban al despertar era interpretado como una manifestación benigna u hostil de poderes supraterrenos , demoníacos o divinos. Gracias a las ciencias físicas, toda esta mitología se ha transformado en psicología. Actualmente, son muy pocos, los que aún dudan de que los sueños son una propia función psíquica del durmiente.
Se han seguido tres orientaciones distintas en el estudio de los sueños. Una de ellas, ha sido adoptada por varios filósofos, para los cuales la base de la vida onírica es un estado especial de la actividad psíquica, al que incluso consideran superior al normal. Tal es, por ejemplo, la opinión de Schubert, según el cual el sueño sería la liberación del espíritu del poder de la naturaleza exterior, un desligamiento del alma de las cadenas de la materia. Otros pensadores no van tan lejos, pero mantienen el juicio de que los sueños nacen de estímulos esencialmente anímicos y representan manifestaciones de fuerzas psíquicas, que durante el día se hallan impedidas de desplegarse libremente. Muchos observadores conceden también a la vida onírica una capacidad de rendimiento superior a la normal por lo menos en determinados sectores (memoria).
En contra de estas hipótesis, coinciden la mayoría de los autores médicos en una opinión que apenas atribuye a los sueños el valor de un fenómeno psíquico. Según ella, los sueños son provocados exclusivamente por estímulos físicos o sensoriales, que actúan desde el exterior sobre el durmiente, o surgen casualmente en sus órganos internos. Los sueños deben, pues, considerarse como “un proceso físico inútil siempre y en muchos casos patológicos”, y todas las peculariedades de la vida onírica se explican por la incoherente labor que órganos aislados o grupos de células del cerebro sumido fuera de ellos en el sueño realizan obedeciendo a estímulos fisiológicos.
La opinión popular para mantenerse en la creencia de que los sueños tienen desde luego un sentido, que puede ser puesto en claro extrayéndolo de su argumento enigmático y confuso por un procedimiento interpretativo cualquiera.
Freud descubrió que no era la concepción médica del sueño, sino la popular, medio arraigado aún en la superstición, la más cercana a la verdad. Tales conclusiones sobre los sueños fueron el resultado de aplicar a ellos un nuevo método de investigación psicológica que le han prestado excelentes servicios en la solución de las fobias, obsesiones y delirios, y que desde entonces había sido aceptado con el nombre de psicoanálisis por toda una escuela de investigadores.
Había pues, desde un principio grandes esperanzas de que un procedimiento investigativo, cuya eficacia se había comprobado en los productos psicopáticos, pudiera aplicarse también a la explicación de los sueños. Las obsesiones y delirios son tan extraños a la conciencia normal como los sueños a la conciencia despierta, para la cual permanecen igualmente desconocidos los origenes respectivos de ambas clases de fenómenos.
- Resultados de emplear este método en la investigación de los sueños.
Ejemplo:
“Varias personas comiendo juntas. Reunión de invitados o mesa redonda.
.... La señora E.L se halla sentada junto a mí, y coloca con toda confianza una de sus manos sobre mi rodilla. Yo alejo su mano de mí, rechazándola. Entonces dice la señora: “ha tenido usted siempre tan bellos ojos!......”. en este punto veo vagamente algo como dos ojos dibujados o el contorno de los cristales de unos lentes.....”
Sin propósito determinado y absteniéndose de toda crítica, Freud fue anotando las ocurrencias que surgen en su autoobservación. Al comenzar a hacerlo observó enseguida que es muy ventajoso dividir el sueño en sus elementos y buscar las ocurrencias que se enlazan cada uno de ellos.
REUNIÓN DE INVITADOS O MESA REDONDA. A ello se enlaza en el acto el recuerdo de un pequeño suceso con el que terminó la tarde de ayer. Había Freud abandonado, en unión de un amigo suyo, una reunión. Su amigo se ofreció a tomar un coche y conducirle en el a su casa “prefiero un taxímetro - dijo - El verlo funcionar entretiene mientras se va en el coche”. Al subir al vehículo y abrir el cochero el aparato, dejando ver la cifra de 60 céntimos, que constituye la suma inicial del precio de la carrera, prosiguió Freud la broma de su acompañante diciendo “apenas hemos montado y ya le debemos 60 céntimos. Los coches con taxímetros me recuerdan siempre la mesa redonda de los hoteles, le hacen a uno avaro y egoísta, recordándole de continuo su deuda.
Una 2ª asociación a la idea de mesa redonda: es la de que hacía pocas semanas Freud se disgustó profundamente por la conducta de su mujer, en la que ella observaba en la mesa redonda de un balneario tirolés, no mostrándose todo lo reservada que Freud hubiera deseado con respecto a unos vecinos de mesa con los que no quería Freud entrar en relación. Con tal motivo rogó a su mujer que se ocupase más de él y menos de aquellos extraños. Esto es equivalente al hecho de que en la “mesa redonda me hubieran atendido poco”. Ahora se le aparece también la contraposición existente entre la conducta de su mujer en aquella mesa redonda y la de la señora E.L en el sueño dedicándose por completo a él.
Observó que el sueño es la reproducción de una pequeña escena que se desarrolló en idéntica forma entre su mujer y él en la época en que le dirigió secretamente su proposición de matrimonio. La caricia por debajo de la mesa fue la respuesta a la carta en que Freud hacía su petición. Más en el sueño quedó sustituida su mujer por la señora E.L extraña a él.
La señora era hija de un hombre al que Freud ha debido dinero. Siguiendo la cadena de asociaciones que parte de un elemento del contenido del sueño llega uno enseguida a otro elemento del mismo. Sus ocurrencias sobre el sueño presentan conexiones que en aquel no se muestran visibles.
Cuando alguien espera que otro cuide de su provecho sin sacar de ello por su parte ventaja alguna ¿no se suele acaso, acaso, dirigir a tales ingenuos la pregunta de si esperan que haga uno todo aquello por sus bellos ojos?. Pues entonces la frase “ha tenido usted siempre tan bellos ojos!” no significa otra cosa que “usted ha logrado siempre de los demás todo lo que ha querido. Así, todo lo ha tenido usted de balde”. Naturalmente por lo que a mi vida respecta (Freud), la verdad ha sido la contraria. Todo lo que los demás han hecho por él lo ha tenido que pagar con creces. Más ayer debió hacerme impresión haber tenido de balde el coche en que mi amigo me condujo a casa.
Sin embargo, el amigo en cuya se reunieron ayer si le ha hecho considerarse varias veces en deuda de gratitud con él.
Su amigo es, además, oculista, y aquella misma tarde le habían preguntado por un paciente a la que había enviado a su consulta para que le graduara la vista y le indicara los lentes que debía usar.
Observamos que ya se hallan incluido casi todos los trozos del contenido del sueño en su nuevo contexto. Más podría preguntarse aún por qué el plato que en el sueño se servía a la mesa eran precisamente espinacas. Tal preferencia débese al recuerdo de una escena que se había desarrollado en nuestra mesa familiar poco tiempo antes, y en la que un hijo mio - y aquel del que si podría decirse con justicia que poseía unos hermosos ojos - se negó a probar dicha verdura. También él cuando era niño, compartió largo tiempo ese horror a las espinacas, hasta que mucho después se transformó su gusto y la espinacas pasaron a ser uno de sus platos favoritos. La mención de este plato establece así una aproximación entre mi niñez y la de mi hijo.
Freud siguiendo las asociaciones que se enlazan a cada uno de los elementos del sueño, separado de la totalidad, ha llegado hasta una serie de pensamientos y recuerdos en los que reconoce valiosas manifestaciones de su vida anímica. Este material, hallado por medio del análisis del sueño, se muestra en íntima relación con el contenido del mismo; pero dicha relación es de tal naturaleza, que del contenido del sueño nunca hubiese podido deducir directamente lo hallado. El sueño estaba desprovisto de todo afecto y era incoherente e incomprensible; en cambio, mientras que desarrollo los pensamientos tras de él ocultos va experimentando intensos y fundados movimientos afectivos y los pensamientos tras de él ocultos voy experimentando intensos y fundados movimientos afectivos y los pensamientos mismos van formando, con admirable docilidad, cadenas lógicamente eslabonadas, en las cuales se repiten como centrales determinadas representaciones.
Aún he observado dos cosas más: que el contenido del sueño es mucho más breve que aquellos pensamientos cuyo sustitutivo he convenido en declararle y que el análisis ha descubierto como Estímulo Provocador del Sueño un nimio suceso del día anterior al mismo.
La transformación de las ideas latentes del sueño, en el contenido manifiesto merece toda nuestra atención por ser el primer ejemplo conocido de versión de un material psíquico, de una forma expresiva a otra diferente, siéndonos la primera perfectamente comprensible y viéndonos obligados, en cambio, a efectuar una penosa labor y a servirnos de un guía para penetrar en la inteligencia de la 2ª, aunque también tengamos que reconocerla como un remordimiento de nuestra actividad psíquica.
Pueden los sueños dividirse en tres categorías:
-
Poseen un sentido y son comprensibles
-
Presentan coherencia y poseen un claro sentido pero nos causan extrañeza por no saber como incluirla dicho sentido en nuestra vida psíquica
-
Incoherentes, embrollados y faltos de sentido
La distinción entre contenido manifiesto y contenido latente, no tiene desde luego significación más que en los sueños de la 2ª y 3ª categoría, y especialmente en estos últimos. En ellos es donde surgen aquellos enigmas que no desaparecen hasta que se sustituye el contenido manifiesto por el contenido ideológico latente
La investigación de los sueños de la primera categoría es recomendable todavía desde otro punto de vista. Los sueños de los niños permanecen precisamente a este género, poseyendo un claro sentido y no causando extrañeza ninguna, cosa que dicho sea de paso, constituye un nuevo argumento contra la reducción del sueño a una actividad disociada del cerebro, pues no hay razón alguna para suponer que tal depresión de las funciones psíquicas ha de constituir un carácter de los sueños de los adultos y no, en cambio, de los sueños infantiles.
Ejemplo:
Una niña de 19 meses es tenida a dieta durante todo el día, a causa de haber vomitado al levantarse por haberse hecho daño, según declaró la niñera, unas fresas que había comido. En la noche de aquel día de abstinencia se le oye murmurar en sueños su nombre y añadir: “fresas, frambuesa, bollos, papilla”. Sueña, pues, que está comiendo y hace resaltar en su menú precisamente aquello que supone le será negado por algún tiempo.
Todos estos sueños infantiles realizan deseos estimulados durante el día y no cumplidos. Son simples y francas realizaciones de deseos.
De estos sueños infantiles surge claramente un segundo carácter de los mismos: su conexión con la vida diurna. Los deseos que en ellos se realizan con restos del día, generalmente de la víspera, y han poseído en el pensamiento despierto una intensa acentuación afectiva. Lo nimio e indiferente, o por lo menos lo que así tiene que ser considerado por el niño, no encuentra cabida en el contenido del sueño.
También en los adultos puede reunirse numerosos ejemplos de tales sueños de tipo infantil: más como ya indicamos, son, en general, de breve contenido.
En algunos individuos se presentan con frecuencia tales sueños de comodidad antes de despertar, cuando llega el momento en que tienen necesidad de levantarse. Sueñan entonces que ya se han levantado y están lavándose, o que se hayan ya en el colegio, oficina.
En los sueños confusos se ha verificado una tal transmutación, aunque no sepamos todavía si en ellos se trataba asimismo de un optativo.
Una parte de las contradicciones entre el contenido manifiesto y el latente podría, pues, reducirse también de este modo a la realización de deseos.
Más visible es todavía otra función de la elaboración onírica, por medio de la cual se forman los sueños incoherentes. Si en un ejemplo cualquiera comparamos el número de las ideas latentes cuya huella aparece en el sueño y que nos ha sido descubiertas por el análisis, no podemos dudar de que la elaboración del sueño ha llevado a cabo una magna comprensión o condensación (verdichtung) proceso de cuya magnitud no llega uno en un principio a darse cuenta, pero que nos va revelando su extrema importancia conforme vamos ahondando en el análisis de los sueños. No se halla entonces un solo elemento del contenido del sueño del cual no partan los hilos de asociación en dos o más direcciones, ni una sola situación que no esté compuesta de dos o más impresiones o sucesos.
El acervo de ideas latentes que se ha reunido para formar el contenido manifiesto tiene que ser, desde luego, apropiado para tal empleo. Y para ello precisa integrar uno o varios elementos comunes a todos los componentes. La elaboración del sueño depende entonces como Francis Galton en la formación de sus fotografías de familia; esto es, oculta los diversos componentes, superponiéndolos, y hace que surja con toda claridad lo que de común hay en ellos, mientras que los detalles contrarios se destruyen recíprocamente. Este proceso constitutivo aclara también en parte la singular vaguedad de muchos elementos del contenido del sueño.
En aquellos casos en que las ideas latentes carecen de tales elementos comunes, la elaboración del sueño se ocupa en crearlos para hacer posible la representación común en el contenido manifiesto. El camino más cómodo para aproximar 2 ideas del sueño que no tienen aún nada común consiste en vaciar la expresión verbal de una de ellas: esta operación a cuyo éxito conlleva la otra por una correlativa transformación a otra forma expresiva.
Una gran parte de la elaboración del sueño consiste en la creación de tales ideas intermedias, las cuales son con frecuencia forzadas y retorcidas, que alcanzan desde la representación común en el contenido del sueño hasta las ideas del mismo, de diferente forma y esencia, y motivadas por los estímulos del sueño.
A través de nuestros propios sueños podemos formar una tal persona compuesta formando rasgos de dos o más diferentes y se los atribuimos a una sola persona, le damos la figura de una y pensamos en nuestro sueño en el nombre de la otra, o representándonos exactamente la imagen de un determinado individuo, pero colocándolo en una situación de la que otro fue protagonista.
Sobre la condensación del sueño puede resumirse en la fórmula siguiente: cada uno de los elementos del contenido del sueño está superdeterminado por el material de las ideas del sueño: tiene su antecedente no en un solo elemento de las ideas del sueño, sino en toda una serie de ellos que no necesitan estar muy próximos unos a otros dentro del contenido latente, pues pueden pertenecer a lo más diferentes sectores del tejido ideológico.
El elemento del sueño es en realidad la representación en el contenido manifiesto, de todo este diverso material. El análisis descubre otra faceta de la relación compuesta entre el contenido y las ideas del sueño. Así como desde cada elemento del sueño conducen conexiones a varias ideas latentes, también generalmente se halla representada una sola idea por más de un elemento. Los hilos de asociación no convergen simplemente desde las ideas del sueño al contenido del mismo, sino que se cruzan y entretejen de múltiples maneras en el camino.
En los sueños complicados y confusos, no puede atribuirse por completo a los efectos de la condensación y la dramatización la disparidad que se observa a primera vista entre el contenido del sueño y las ideas del mismo, pues existen testimonios de la actuación de un tercer factor muy dignos de ser tenidos en cuenta.
Una vez conseguido el conocimiento de las ideas del sueño, lo primero que tratamos de ver es que el contenido manifiesto del mismo trata materias totalmente distintas que el latente. Pero, en realidad, esto es tan solo una apariencia, que se desvanece en cuanto la investigación se hace más penetrante, pues entonces hallamos realizado en las ideas del sueño todo el contenido del mismo, y representadas casi todas las ideas por dicho contenido. Sin embargo, queda siempre una disparidad. Aquello que en el sueño se representaba amplia y precisamente como contenido esencial, tiene que contentarse después del análisis con un papel muy secundario entre las ideas del sueño, y lo que mis sentimientos me hacen ver como lo más importante entre dichas ideas resulta que no se halla representado en el contenido manifiesto, o lo está solamente por una lejana alusión y en la parte más imprecisa del mismo. Ningún otro proceso contribuye tanto a ocultar el sentido del sueño y a hacer irreconocible la conexión entre el contenido manifiesto y las ideas latentes. Durante este proceso, que denominaré desplazamiento del sueño veo asimismo transformarse la intensidad psíquica, la importancia y la capacidad de afecto de las ideas en vitalidad material. Lo más claro del contenido del sueño se me aparece a primera vista como lo más importante: pero el análisis nos muestra que un impreciso elemento del sueño constituye con frecuencia el más directo representante de la principal idea latente.
Cuanto más confuso y oscuro es un sueño, más participación debe atribuirse en su formación al factor desplazamiento.
En el ejemplo que hemos hecho. El contenido del sueño muestra en primer término una situación, en la que parece que la compañera de mesa le hace una declaración amorosa; lo más importante en las ideas del sueño reposa en el deseo de gozar alguna vez un amor, desinteresado, que no “cueste nada”, y esta idea se oculta detrás de la frase hecha “por mis bellos ojos” y la lejana alusión “espinacas”.
Cuando por medio del análisis podemos seguir paso a paso el proceso del desplazamiento, llegamos a adquirir datos seguros sobre dos discutidísimos problemas de los sueños:
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Sus estímulos
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Su conexión con la vida despierta
Existen sueños que revelan inmediatamente su enlace con los sueños del día anterior; pero en otros no se descubre la menor huella de un tal enlace. Acudiendo en estos últimos al análisis puede mostrarse que todo sueño, sin excepción alguna, está ligado a una impresión de los últimos días, o quizás más precisamente del último día antes del sueño (día del sueño, puede ser de una tal importancia que no nos maravilla el ocuparnos de ella fuera del mismo, y en este caso decimos con razón que nuestro sueño continúa los importantes intereses que la vida despierta. En general, cuando en el contenido del sueño aparece una relación con una impresión diurna, suele ser esta tan significante y merecedora de ser olvidada, que ni siquiera podemos recordarla sino con esfuerzo.
Las primeras ideas latentes se muestran representadas simbólicamente por medio de comparaciones y metáforas, como en un lenguaje poético, rico en imágenes. El contenido del mismo se compone casi siempre de situaciones visuales y las ideas del sueño tienen, ante todo, que adoptar una disposición que las haga utilizables para esta forma expositiva.
Entre el material psíquico de las ideas latentes se encuentran regularmente recuerdos de sucesos impresionantes, que datan con frecuencia de la más temprana niñez y han sido percibidos por el sujeto, como situaciones visuales en su mayor parte. La situación del sueño no es, con frecuencia, más que una repetición de un tal suceso, modificada y complicada por numerosas intercalaciones.
El contenido del sueño encierra fragmentos inconexos de cuadros visuales, discursos y hasta trozos de ideas no transformados.
Los medios de expresión del sueño pueden considerarse escasísimos en comparación con los que el idioma nos proporciona para la exteriorización de nuestro pensamiento: mas el sueño no tiene necesariamente que renunciar por completo a la reproducción de las relaciones lógicas entre las ideas latentes. Con mucha frecuencia consigue sustituirlas por caracteres formales que le son propios.
El sueño reconoce conexión entre todos los elementos de las ideas latentes. Reproduce la conexión lógica como aproximación en el tiempo y en el espacio.
La relación causal entre las ideas queda unas veces sin representación alguna o es sustituida por la sucesión inmediata de 2 largos trozos del sueño diferentes. A menos esta última representación tiene lugar a la inversa, o sea que el primer trozo del sueño diferentes.
A menos esta última representación tiene lugar a la inversa, o sea que el primer trozo de sueño corresponde a la consecuencia, y el final del mismo al antecedente. La transformación directa de un objeto en otro parece representar en el sueño la relación de causa a efecto.
La alternativa no es expresada jamás por el sueño, cuando en el sueño aparece reproducida una alternativa (esto o aquello), debe traducirse por una agregación (esto y aquello).
La oposición entre dos ideas, la relación de inversión halla en el sueño una maravillosa forma representativa, consistente en que otro trozo del sueño es transformado simultáneamente o sucesivamente en su contraria. La sensación tan frecuente en el sueño de no poder moverse libremente, sirve para representar una contradicción entre impulsos, un conflicto de la voluntad.
Cuando el sueño aparece claramente absurdo, encerrado en su contenido un franco contrasentido, es que se ha formado así intencionadamente, y expresa por medio de su aparente negligencia de todas las reglas lógicas un trozo del contenido intelectual de las ideas latentes. El absurdo en el sueño significa contradicción, injuria o burla en las ideas latentes.
Nos vemos obligados a incluir en la elaboración del sueño, otra actividad que actúa a posteriori sobre el contenido del sueño ya formado. Su función es entonces la de ordenar los componentes del sueño de manera que se reúnan aproximadamente para formar una totalidad, una composición onírica. Su motivación, es el intento de que el sueño resulte comprensible.
Aquellos sueños que han experimentado esta elaboración por parte de una actividad psíquica totalmente análoga al pensamiento despierto pueden denominarse bien compuestos. En otros sueños falta por completo tal actividad; no se ha intentado siquiera establecer en ellos un orden ni una interpretación, y al despertar, sintiéndolos identificados con esta parte de la elaboración onírica, juzgamos que nuestro sueño ha sido <<Confuso y embrollado>>. Mas para el análisis tienen tanto valor aquellos sueños que semejan un desordenado montón de fragmentos incoherentes como los que presentan una lisa superficie continua.
Si sostenemos nuestra definición de que el concepto <<elaboración de sueño>> significa la traslación de las ideas del sueño al contenido del mismo, tendremos que decir que dicha elaboración no es, en modo alguno, creadora: no desarrolla ninguna fantasía propia, no juzga ni concluye nada y su función se limita a condensar el material dado, desplazarlo y hacerlo apto para la representación visual, actividades a las que se agrega el último trozo, inconstante, de elaboración interpretativa.
Una consecuencia, en el sueño no es otra cosa que la repetición de una conclusión que ha tenido lugar en las ideas latentes, apareciendo incontrovertible cuando ha pasado al sueño sin sufrir transformación alguna, e insensata cuando ha sido desplazada sobre otro material por la elaboración. Una operación aritmética incluida no significa otra cosa sino que entre las ideas latentes se encuentra un cálculo, el cual es siempre exacto, mientras que la operación que aparece en el sueño puede dar los más absurdos resultados, por condensación de sus factores y desplazamientos, sobre otro material, del modo de realizarla. Ni siquiera las frases que se hallan en el contenido del sueño son de nueva composición pues se revelan como construidas con fragmentos de frases pronunciadas, oídas o leídas por el sujeto, y renovadas en las ideas latentes, copiando con toda fidelidad su forma, pero prescindiendo por completo de la causa que las motivó y alterando enormemente su sentido.
La elaboración del sueño nos hallaremos inclinados a considerarla como un proceso psíquico especial, sin precedente alguno en nuestro conocimiento.
De toda una serie de procesos psíquicos a los que debe atribuirse la formación de los síntomas histéricos y de las ideas angustiosas, obsesivas y delirantes, la elaboración del sueño es el primero a cuyo conocimiento nos ha sido dado llegar. La condensación, y sobre todo el desplazamiento, son caracteres que nunca faltan en estos otros procesos. En cambio, la conversión de ideas en imágenes visuales es privativa de la elaboración onírica. Si de nuestras investigaciones resultase la posibilidad de incluir los fenómenos oníricos entre aquellos que deben su origen a la enfermedad psíquica, tanto más importante sería para nosotros averiguar las condiciones esenciales de procesos como el de la formación de sueños.
Aunque parezca extraño, ni el dormir ni la enfermedad pertenecen a estas indispensables condiciones.
El corazón del problema se halla en el desplazamiento. Cuando se penetra suficientemente en la materia, se ve que la condición esencial del desplazamiento es puramente psicológica y de la naturaleza de una motivación, cuyas huellas aparecen en cuanto se presta atención a ciertos resultados del análisis de los sueños, que no pueden pasar inadvertidos.
A través del análisis llegó a ideas extrañas, que son desagradables y quiera negarse a sí mismo, rechazando el análisis cuya inexorable concatenación le fuerza, bien a pesar suyo, a admitirlas. El concepto de la deformación del sueño, obra de la elaboración del mismo, puesta al servicio de la ocultación de dichas ideas; esto es, del propósito de mantenerlas secretas.
9. Después de haber fijado el concepto de la represión y haber relacionado la deformación del sueño con el material psíquico reprimido podemos expresar ya, con toda generalidad, el resultado capital del análisis de los sueños. De aquellos que se muestran comprensibles y presentan un claro sentido, hemos averiguado que son francas realizaciones de deseos; esto es, que la situación de sueño constituye en ellos la satisfacción de un deseo conocido de la conciencia, que han quedado sin realizar en el día y es digno de interés. Sobre los sueños oscuros y embrollados no enseña también el análisis algo análogo la fórmula para tales sueños será pues la siguiente: Son realizaciones disfrazadas de deseos reprimidos. Es muy interesante observar aquí que la opinión popular está en lo justo cuando considera el sueño como predicción del porvenir. En realidad, es el porvenir lo que el sueño nos muestra, más no el porvenir real, sino el que nosotros deseamos. El alma popular se produce aquí, según su costumbre, creyendo lo que desea.
Por su carácter de realización de deseos se dividen los sueños en 3 clases:
1º- Aquellos que muestran francamente un deseo no reprimido.
2º- Los que exteriorizan disfrazadamente un deseo reprimido; esto es la mayoría de aquellos que necesitan del análisis.
3º- Aquellos que, si bien representan un deseo reprimido, lo hacen sin disfraz alguno o con un disfraz insuficiente.
Estos últimos sueños suelen presentarse acompañados de angustia, sensación que acaba por interrumpirlos, y que es aquí un sustitutivo de la deformación, siendo evitada, por la elaboración, en los sueños de la 2ª clase. Puede demostrarse, sin gran dificultad, que el contenido ideológico que nos produce angustia o temor fue en su día un deseo y sucumbió después a la represión.
Existen también sueños cuyo contenido es claro y penoso, pero no produce sensación desagradable alguna.
10. El esquema que nuestras investigaciones generales, y no solamente las del problema de los sueños, nos permiten establecer, es harto complicado, pero no podemos servirnos de otro más sencillo. Suponemos que en nuestro aparato psíquico existen dos instancias generadoras de ideas, la 2ª de las cuales posee el privilegio de que sus productos encuentran abierto el acceso a la conciencia, mientras que la actividad de la 1ª instancia es inconsciente en sí y no puede llegar a la conciencia sino pasando por la 2ª. En la frontera entre ambas instancias, o sea en el paso de la 1ª a la 2ª, se encuentra una censura que no deja pasar sino aquello que le agrada, deteniendo todo lo demás. Lo rechazado por la censura se halla entonces, según nuestra definición anterior en estado de represión. Lo reprimido no puede ya ser reprimido por completo. Esto sucede, hallándose dormido el sujeto por un relajamiento de la censura, y entonces, lo hasta el momento reprimido consigue abrirse camino hasta la conciencia. Mas como la censura no cesa jamás totalmente, sino que lo hace es sufrir una disminución, tiene lo reprimido que tolerar transformaciones encaminadas a mitigar aquellos de sus caracteres que provocan la repulsa. Lo que en este caso llega a hacerse consciente es una especie de transacción entre lo intentado por una de las instancias y lo permitido por la otra. Represión - relajamiento de la censura - transacción, es también el esquema fundamental de la génesis de otras muchas formaciones psicopáticas y no sólo el de la del sueño.
Los resultados de nuestro estudio nos dan la impresión de que la formación de los sueños oscuros se verifica como si una persona, dependiente de otra, tuviera que exteriorizar algo que había de ser desagradable para esta última.
11. Si conceptuamos el contenido del sueño como la exposición de un deseo realizado y atribuimos su oscuridad a las impuestas por la censura al material reprimido, no nos será ya muy difícil deducir la función del sueño. En extraña oposición a las oposiciones corrientes que considera los sueños como perturbadores del reposo del durmiente, tenemos que reconocer que los sueños infantiles será fácilmente aceptada nuestra afirmación.
Es indudable que los deseos o las necesidades en actividad constituyen un obstáculo a la conciliación del sueño. Un niño más juicioso, en vez de despertarse y alborotar, hubiera soñado que jugaba con el deseado animal. El sueño que muestra cumplido el deseo, goza del completo crédito mientras el sujeto duerme, y haciendo cesar durante este tiempo el impulso optativo, consigue que el reposo no se interrumpa. No puede negarse que la imagen del sueño es aceptada como verdadera, pues se reviste con la apariencia de una percepción, y el niño no posee la facultad, que se adquiere más tarde, de distinguir entre fantasía, alucinación y realidad.
El adulto sabe ya establecer esta definición; ha comprendido también la inutilidad de desear, y ha aprendido, tras de largos esfuerzos, a aplazar sus impulsos hasta que la transformación de las circunstancias exteriores facilite su realización. Esta experiencia del adulto hace que sean muy raras en él las realizaciones de deseos por el corto camino psíquico del sueño, y hasta es posible que no se presenten nunca y que todo lo que en nuestros sueños aparece formado conforme el patrón de los infantiles precise de una mucho más complicada solución.
Una parte de los sentimientos infantiles ha sido reprimida, como inútil para la vida, por esta infancia, y todo el material de ideas que de dicha parte se deriva se halla en estado de represión.
Tenemos que arriesgar la hipótesis de que hasta en el más profundo sueño se mantienen vigilante un cierto acervo de libre atención, como centinela contra las excitaciones sensoriales, que a veces consideran más conveniente despertar a sujeto que dejarle proseguir su sueño.
Así la madre despierta siempre el menor sollozo de su hijo pequeño, el molinero, en el momento en que su molino cesa de andar, y la mayoría de las personas, a su nombre pronunciado en voz baja. Esta vigilante atención se dirige también hacia las excitaciones optativas internas procedentes de lo reprimido, y forma con ellas el sueño, que, a modo de transacción, satisface simultáneamente a ambas instancias, creando una especie de desahogo psíquico para el deseo reprimido o formado con ayuda de lo reprimido representándolo como realizado, y haciendo posible al mismo tiempo el reposo.
En los sueños existen casos extremos en los cuales no pueden ya llevar a cabo su función de proteger el reposo (angustia, pesadilla) y tienen que cambiarla por otra: las de interrumpirlo a tiempo. Con esto no hacen más que conducirse como el más concienzudo vigilante nocturno, que cumple su deber intentando primero hacer cesar las perturbaciones, para evitar que se interrumpa el sueño de los vecinos, pero que continúa fiel a su cometido al despertarlos en el momento en que las causas del disturbio le parecen sospechosas y no logra hacerlas cesar por su sola intervención.
Esta función del sueño se nos muestra con especial claridad cuando el durmiente experimenta un “E” sensorial. El hecho de que las excitaciones sensoriales producidas durante el sueño influyen sobre el contenido producidas durante el sueño influyen sobre el contenido del mismo es generalmente conocido, ha sido demostrado experimentalmente y pertenece a los escasos resultados seguros de la investigación médica del sueño, a los cuales se ha concedido, sin embargo, un exagerado valor.
El durmiente puede reaccionar de muy diversos modos a un “E” sensorial exterior. O se despierta, o consigue, seguir durmiendo. En el último caso, puede servirse de sueño para suprimir la excitación exterior, y esto también de muy diversos modos. Puede, por ejemplo llevar a cabo tal supresión soñando hallarse en una situación totalmente incompatible con el estímulo excitante.
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Enviado por: | Domin |
Idioma: | castellano |
País: | España |