Literatura
Prosa española de principios de siglo
7. la prosa de principios de siglo
La prosa es cada vez menos el vehículo de narraciones en sentido clásico, las fronteras genéricas empiezan a ser difusas.
La prosa ensayística sirve de cauce a las inquietudes sociales y existenciales de los nuevos escritores.
Aparece el término intelectual, que es como se le llama al escritor que tiene una importante función político-social, entre estos se incluyen los de orientación socialista y anarquista, y los regeneracionistas, que pretenden dar respuesta a la situación de crisis de la sociedad española finisecular. Es característico en ellos la utilización de metáforas biológicas que hablan de España como cuerpo enfermo o cadáver que es preciso regenerar, resucitar o remediar. Para ello harán falta medicinas (metáfora que simboliza las reformas) o incluso la intervención de un cirujano de hierro (un dictador).
Un autor muy representativo de esta corriente crítica fue Joaquín Costa, a medio camino entre esta y la literatura decadente de fin de siglo está Ángel Ganivet. Un autor representativo del socialismo fue Ramiro de Maetzu y un partidario, en un principio, de las ideas anarquistas, que más tarde se convirtió en diputado del Partido Conservador fue Azorín.
Las obras de este último autor se caracterizan por el individualismo escéptico, un acusado intelectualismo y una visión literaturizada de la vida, en ambiente de resignación melancólica, angustia ante el paso del tiempo y profundo hastío vital. Estilísticamente, su prosa es muy significativa, por que significó una ruptura absoluta con la estética realista. Casi se puede hablar de una disolución de la novela tradicional por la ausencia de hilo narrativo, la disgregación estructural , la tendencia al intelectualismo… Se trata de un discurso fragmentario, rasgo que se relaciona con el deseo azoriniano de anular el tiempo y la acción. Por lo tanto predomina lo descriptivo sobre lo discursivo.
La de Azorín es una prosa sencilla en la que predominan los períodos sintácticos breves, las fronteras entre narración y ensayo quedan desdibujadas. Entre sus ensayos también los encontramos de crítica literaria.
La prosa de principios de siglo se enriqueció al dar cabida a lo ensayístico, a lo aforísico, a la descripción paisajística, al lirismo intimista y también a la narración propiamente dicha.
Se puede hablar de una prosa impresionista que hace uso de la “pincelada rápida” que evoca lo descrito y la tendencia a lo inconcluso, a lo fragmentario, a lo no definitivo. La realidad aparece diluida en un trasfondo de las experiencias subjetivas o de los problemas de conciencia.
En las obras de estos autores aparecen temas comunes como el voluntarismo frente a la abulia, pasión frente a la inteligencia, problemas de personalidad, frustraciones eróticas, críticas sociales diversas… Las novelas se pueblan, así, de protagonistas abúlicos, insatisfechos e inadaptados; y, a su lado, como contrapeso y como probable consecuencia del influjo de las ideas de Nietzsche, abundan los personajes en los que predomina la voluntad y la acción: aventureros, arrogantes, amantes del peligro…
Se advierte cierta continuación con el Naturalismo. Así ocurre en uno de los autores más leídos de la época, Vicente Blasco Ibáñez.
La continuidad entre el Naturalismo radical, actitudes políticas revolucionarias, bohemia y Modernismo es aún más clara en escritores como Alejandro Sawa o en los autores de la novela galante o erótica: Felipe Trigo, Eduardo Zamorais, Antonio de Hoyos y Vinent, etc.
7.1 Miguel de UnamunoMiguel de Unamuno
Nació Unamuno en Blibao en 1864. Siguió estudios de Filosofía y Letras en Madrid, y a su término, regresó a Bilbao. En 1891 obtuvo la cátedra de Griego en la Universidad de Salamanca.
Fue miembro del PSOE hasta que sufrió una crisis religiosa que le alejó del socialismo y loi sumió en un continuo conflicto interior.
Durante la primera guerra mundial tomó partido por los aliados.
Tras el golpe de estado de Primo de Rivera, se opuso a la dictadura y fue desterrado. Permaneció en el exilio hasta la caída del dictador, y a su regreso fue convertido en un héroe para los republicanos.
Fue diputado de la asamblea constituyente de la República, aunque no tardó en mostrarse crítico con el nuevo régimen, y al estallar la Guerra Civil se puso del lado de los militares sublevados, aunque pronto le pareció un error.
Su denuncia al militarismo fascista lo llevó a padecer arresto domiciliario hasta su muerte, el último día del 1936.
Unamuno gustó siempre de la polémica, fue crítico y firme defendiendo sus ideas. De carácter egocéntrico, buscó llamar la atención y pasar por la vida dejando huella.
7.1.1 Los ensayos de Unamuno
El pensamiento de Unamuno se proyecta de forma tan inmensa que se ve reflejado en sus obras de todos los géneros literarios, aunque su cauce expresivo natural es el ensayo.
Escribe múltiples artículos de periódico así como libros ensayísticos, de los cuales En torno al casticismo es el primero importante, que analiza la decadencia española y, considera necesario alejarse del casticismo y tipismo españoles, reclama acercarse a Europa. Acuña el concepto de intrahistoria entendido como la vida cotidiana de los hombres.
Con la crisis espiritual que padece, sus preocupaciones políticas dan paso a las de orden ético-religioso.
Unamuno es el fracaso del intelectualismo; la reducción del espíritu a mera inteligencia analítica.
El irracionalismo unamuniano hace de la ambivalencia, de la contradicción entre los opuestos, del gusto por la paradoja, el camino intelectual de profundización en la interioridad. El lenguaje expresa la imposibilidad de una construcción filosófica del mundo completa y acabada. La incertidumbre es el motor creativo de su obra.
En este Unamuno agónico tres son las ideas básicas: el miedo a la muerte, la necesidad de creer en un Dios que garantice la inmortalidad personal y la certeza racional de que tan Dios no existe. Unamuno concibe esta inmortalidad como la perpetuación de la conciencia individual.
Esta contraposición entre el anhelo a un Dios y la certeza de que no existe da como resultado un conflicto entre el esceptismo racional y el anhelo sentimental. Estas ideas son plasmadas en dos importantes ensayos: Del sentimiento trágico de la vida y La agonía del cristianismo.
7.1.2 La novela de Unamuno
El interés de Unamuno por la novela es constante a lo largo de toda su vida. En 1987 publica Paz en la guerra, que relata, con técnica todavía próxima a la novela realista y con abundantes elementos autobiográficos, el cerco carlista en 1874 de la ciudad de Bilbao, defendida por los liberales. En 1902 aparece Amor y pedagogía, novela que rompe con las formas de narración tradicionales y se aproxima al género de ensayo. Coincide en ello con Azorín y Baroja, quienes el mismo año publican, respectivamente, La voluntad y Camino de perfección, con lo que en 1902 - año en que aparece también Sonata de otoño, de Valle-Inclán- se convierte en la fecha significativa en la que se produce la renovación de la novela española.
Unamuno acuña para sus peculiares relatos posteriores el término de nivola, con el que designa a su obra Niebla. En ella el propio autor se convierte en personaje de ficción con quien se encara el protagonista de la novela exigiéndole ser dueño de su futuro.
Además de unas cuantas novelas cortas y de cerca de un centenar de cuentos, otras novelas suyas son Abel Sánchez, La tía Tula y San Manuel Bueno Mártir. Esta última cuenta la historia de un cura de pueblo que ha perdido la fe, pero que, aparentando tenerla, desarrolla una actividad vivísima para que sus feligreses mantengan intactas sus creencias religiosas.
Además, fue costumbre en Unamuno exigir la participación del lector con prólogos, post-prólogos, epílogos, etc., en los que de proponen interpretaciones contradictorias de las obras o se polemiza sobre diversos aspectos de ellas. Las novelas son entonces un juego intelectual que propone al lector múltiples interrogaciones.
Otros rasgos definitorios de estas novelas son la concentración de la acción y la ausencia de descripciones, salvo las de carácter simbólico, porque lo importante no es el decorado realista, sino el desarrollo de los conflictos íntimos de los personajes.
Como lo importante es la interioridad de los personajes, adquieren en la narración gran relevancia el monólogo y el diálogo, para plasmar las ideas e inquietudes de los protagonistas.
7.1.3 La poesía de Unamuno
Unamuno fue más conocido por su labor en prosa que en la poesía. Para él, la poesía es la más alta expresión del espíritu, por lo que prefiere a los poetas hondos y de trascendencia filosófica.
En su poesía, Unamuno huye de la sonoridad fácil, porque cree que el sentimiento poético ha de ser pensado. Su poesía aborda los mismos temas que su prosa.
En cuanto a la métrica, destaca en el uso de las estrofas tradicionales con predominio de la rima asonantada, pero tampoco es infrecuente la elección de la métrica irregular, con escara atención al ritmo musical.
7.1.4 El teatro de Unamuno
Unamuno escribió también una decena de dramas, en los que son bien visibles sus habituales preocupaciones.
El suyo es un teatro intelectual, próximo también al ensayo, que ni busca ni alcanza el éxito comercial. Influido en sus primeras obras por la estética simbolista, su ideal dramático se aproxima después al de los trágicos griegos.
El diálogo y el monólogo, siempre densos, reflejan la vida interior de los personajes y la actividad de la conciencia.
Este teatro intelectual y filosófico se enfrenta al teatro español de la época en sus temas y en su orientación estética.
Más allá de su carácter experimental, excesivo esquematismo y falta de atractivo para el espectador habitual, el teatro unamuniano tiene las mismas virtudes del conjunto de su obra literaria: su condición lírica, su capacidad de percepción del infierno de lo cotidiano, su sensibilidad para asociar imágenes y, en general, para lo inconsciente.
7.2 Pío Baroja
Pío Baroja nació en San Sebastián en 1872. Ejerció como médico, pero el trabajo no le satisfacía y lo dejó muy pronto.
Publicó su primer libro, el volumen de cuentos Vidas sombrías, y a partir de ese momento se considera un escritor profesional. Desarrolló también una notoria actividad política, expresó sus simpatías por el anarquismo y militó en el Partido Republicano Radical de Lerroux. En 1909 se presentó a las elecciones municipales por Madrid y en 1918 pretendió sacar un acta de diputado por Fraga, pero fracasó en ambas ocasiones. Desengañado de la actividad política, su presencia en la vida pública fue cada vez menos: no participó ni en la oposición a la dictadura de Promo de Rivera ni en el advenimiento de la República.
Rehuyó las relaciones sociales no imprescindibles y fue un proverbial solitario.
7.2.1 Su obra literaria
Baroja fue el novelista por antonomasia de su época, No obstante, hizo también incursiones en otros géneros literarios. Escribió un libro de versos, Canciones del suburbio y algunas obras teatrales. Mayor interés tienen sus libros de ensayo, como Juventud, egolatría, que refleja su pasado y es fundamental para entender las características de sus obras.
Pero la faceta literaria en la que el autor vasco brilla con luz propia es la narrativa: escribió casi una decena de libros de cuentos y relatos breves y más de sesenta novelas. En esta producción se distinguen dos etapas: una de 1900 a la guerra mundial; otra, desde la guerra del 14 hasta ahora.
La primera etapa es la más importante literariamente. Aparecen en ella obras muy significativas como Camino de la perfección o El árbol de la ciencia. Sus protagonistas se caracterizan por su inadaptación y su enfrentamiento con el mundo. En esta época escribe también algunas novelas de acción y aventuras que preludian sus novelas posteriores.
En la segunda etapa se da en Baroja un intento de escribir novela histórica: un poco en la estela de Episodios Nacionales de Galdós y al igual que por los mismos años hace Valle-Inclán con La guerra carlista, también Baroja de interesa por la historia española del siglo XIX, a la que dedica las veintidós novelas que integran las Memorias de un hombre en acción. Tienen cierta unidad por el tema, el ambiente y el protagonista, Eugenio de Aviraneta, antepasado de Baroja, conspirador liberal y espía, que participó en las intrigas de la España de Fernando VII e Isabel II.
7.2.2 El pensamiento de Baroja
De Nietzsche le atrae su idea del hombre fuerte, enérgico, del hombre de acción que se sitúa por encima de las convenciones morales. Mas el filósofo que deja una huella profunda en Baroja es Schopenhauer, con su concepción de la vida como algo incomprensible e inabarcable, pero doloroso y cruel. La vida para Baroja carece de sentido, está sujeta al azar y los seres humanos son tipos peligrosos que no inspiran confianza.
Según la teoría del darwinismo social, el fuerte siempre aplasta al débil, por lo que la vida humana en sociedad sería una lucha constante por sobrevivir a costa de los demás.
Su propia formación científica como médico lo puso pronto en contacto con estas ideas, bajo cuya influencia consideró en términos biológicos la conducta humana y la sociedad. El título de una de sus más conocidas trilogías, La lucha por la vida, expresa la huella en Baroja de este tipo de pensamiento.
Se entiende así la aspiración barojiana a la ataraxia, a la abstención de actuar, pues toda acción es dañina y produce dolor, y más aún en los seres sensibles y conscientes. De hecho, hay en la obra de Baroja un constante enfrentamiento entre vida y pensamiento, pues los seres que más piensan son los que más sufren.
En las novelas históricas de Baroja, aunque fruto de una elaboradísima documentación, la Historia es arbitraria y accidental, en el fondo no cambia, es estática y siempre igual, puesto que los seres que protagonizan los hechos históricos son en toda época idénticos: estúpidos, hipócritas, egoístas…
Por tanto, el rasgo esencial de Baroja es su pesimismo existencial, su desconfianza en el hombre y en el futuro.
Bajo el desengaño, es esceptismo y la desilusión, hay una cierta esperanza de raíz romántica, que se advierte también en la minoritaria pero real presencia de personajes positivos en sus novelas.
Pero lo característico de su ideología es su individualismo y su desconfianza en la acción política.
7.2.3 Teoría de la novela y estilo de Baroja
Ese deseo de naturalidad en el estilo explica el tono conversacional de las novelas de Baroja, así como la idea de que la novela carezca de un plan previo, pues ha de ser semejante a la vida.
Frente a la novela orgánica y cerrada del Realismo, Baroja propone una novela abierta y cambiante. En una novela cabe todo.
No obstante, cualquiera que sea el tipo de novela, rasgo fundamental de todas ellas para Baroja debe ser su amenidad, lo que tiene importantes consecuencias formales: mi preocupación es hacer la nmovela poco aburrida, para lo cual dejo los capítulos breves y los párrafos cortos.
Para ello también emplea la acción ininterrumpida, los rápidos cambios de escenario, la profusión de personajes, la concentración de las escenas dialogadas
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Enviado por: | Munchy |
Idioma: | castellano |
País: | España |