Historia


Prehistoria del Mediterráneo Occidental


TEMA 1

LAS COMUNIDADES DEL PALEOLÍTICO INFERIOR Y MEDIO

El ambiente físico durante el Paleolítico Inferior y Medio. El origen del poblamiento humano y su evolución física a lo largo del Paleolítico Inferior. Los Neandertales. Tecnología desarrollada por las poblaciones del Paleolítico inferior; patrones de asentamiento y aprovechamiento de recursos. Tecnología desarrollada por las poblaciones del Paleolítico Medio; patrones de asentamiento y aprovechamiento de recursos.

07/03/2001

EL AMBIENTE FÍSICO DURANTE EL PALEOLÍTICO INFERIOR Y MEDIO.

En cuanto al ambiente físico siempre tenemos la misma dificultad: la casi imposibilidad de representar una síntesis suficientemente amplia para conocer la evolución del paleoambiente en la Península Ibérica a lo largo del Paleolítico inferior y medio; es decir, desde los momentos finales del Pleistoceno inferior (algo más de 1 millón de años) hasta el Würm reciente (interestadio II-III). La causa fundamental para esta difícil síntesis es la documentación tan limitada; se trata de datos muy concretos en el tiempo y en el espacio (algún yacimiento que otro muy determinado) con lo que resulta difícil elaborar todo una síntesis. Incluso existen dificultades para evoluciones completas a nivel regional porque existen muchas lagunas. Además tenemos otro problema secundario que es el marco geográfico tan heterogéneo que tenemos en la Península Ibérica con distintos ecosistemas que ofrecen un problema añadido: es difícil generalizar a partir de la existencia de un determinado ecosistema. Es decir, son aproximaciones que nos dan sólo una idea respecto a la evolución del paleoambiente.

Del Pleistoceno inferior y medio (hasta 130.000 B.P.), los únicos enclaves que nos dan esa idea son dos yacimientos de la Meseta: Atapuerca y Torralba-Ambrona. Estos yacimientos son los que nos dan más documentos de estas etapas.

La documentación de Atapuerca es más sustancial puesto que sus secuencias son densas y completas. Torralba-Ambrona es distinta y va referida a un momento más concreto correspondiente a una glaciación (Mindel o Riss). A partir de esta documentación tenemos que el clima de la Península Ibérica está sometido a la típica fluctuación del Pleistoceno, sólo que hay que matizarlo en el sentido que no son periodos cálidos o muy fríos sino ambientes templado-frescos o templado-cálidos. Sólo en momentos determinados existen periodos más fríos. Esto es lógico dado lo meridional de la Península Ibérica (refugio de la fauna cálida en las fases glaciares).

Al margen de ese ambiente nunca muy frío, el clima siempre se mueve en condiciones de humedad aceptables. La fauna está acorde con estas características y la inmensa mayoría es fauna de amplio espectro climático que soportan temperaturas diversas aunque nunca extremas (por ejemplo los ciervos). Respecto a la fauna fría, el profesor Marqués dice no poder precisar si existe aquí, en la Península Ibérica, porque no hay acuerdo: en determinada bibliografía se alude a la existencia de esta fauna pero en otra se dice lo contrario.

El paisaje vegetal debió ser tal que se mezclarían vegetaciones diversas de ámbitos fríos y cálidos, predominando una u otra según la época. Lo cierto es que el paisaje boscoso (dado la humedad) debió ser frecuente, predominando los quercus (encinas, robles, ...) en la línea de ambientes cálidos y los pinos en ambientes algo más frescos. Así, en Atapuerca (Galería), en el análisis polínico de estratos de la glaciación Riss (250.000-130.000 B.P.), los diagramas tienen ejemplos de paisaje arbóreo.

Del Würm antiguo (80.000-37.000 B.P. ca) nos tenemos que desplazar de zona y de la Meseta tenemos que ir a la periferia geográfica (Cantábrico y Levante). Lo primero a tener en cuenta en el Würm antiguo es que nos encontramos en el periodo más riguroso, climáticamente hablando, y ello también se ve en la Península Ibérica. De hecho asistimos a situaciones realmente frías y secas (particularmente en la zona cantábrica, siendo más suaves en el Mediterráneo). Esa rigurosidad (nunca en los niveles de la Europa Continental) podría aplicarse con cierta garantía a la zona mesetaria. Son unas situaciones parecidas a lo que hoy es el sur de Escandinavia (Dinamarca y la parte sur de Suecia). De esta forma las nieves perpetuas en el Cantábrico están en torno a los 1.500 metros de altitud (cuando hoy están en los 2.500 metros).

A pesar de este ambiente frío nunca existieron condiciones extremas y, de hecho, el ciervo está presente en todos los contextos arqueológicos. Sí parece más evidente la presencia de fauna fría (mamuts, rinocerontes lanudos, bueyes almizcleros, ...) aunque siempre de una forma escasa. Otro dato es que asistimos a la desaparición en la península del hipopótamo (presente a lo largo del Pleistoceno Medio).

El paisaje vegetal estaría en consonancia con el clima. No es suponible que se convirtiera todo en una zona de estepa (aunque ésta ganaría terreno) ya que, mayoritariamente, se mantendría el bosque.

Otro aspecto a tener en cuenta para todo el Pleistoceno es el tema de las fluctuaciones del mar (ligadas, evidentemente, a las situaciones climáticas) que debió afectar mucho a las costas peninsulares. La plataforma continental, no obstante, es reducida y con mucha pendiente por lo que la línea de costa estaría varias decenas de kilómetros mar adentro. Con ello no se nos oculta el que podemos desconocer muchos yacimientos puestos que estarían sumergidos en la actualidad (lo que supone una visión parcial del registro arqueológico).

08/03/2001

EL ORIGEN DEL POBLAMIENTO HUMANO Y SU EVOLUCIÓN FÍSICA A LO LARGO DEL PALEOLÍTICO INFERIOR.

El tema del origen del poblamiento en la Península Ibérica es algo muy discutido y debatido siendo también clave en el ámbito europeo. La razón es sencilla ya que el tema, de por si, tiene mucho interés por la procedencia, el cómo, cuándo y el porqué el poblamiento llegó a este territorio. La documentación para esta fase inicial es tremendamente limitada y además presenta el problema de su discutibilidad, sobretodo en lo referido a la cronología (que es un tema fundamental). Da lugar a opiniones diversas en la bibliografía, cada una con sus propios argumentos.

En el caso de la Península Ibérica el tema tiene un interés relevante por la situación especial de ésta dentro de Europa (por su proximidad a África). Siempre se puede manejar la posibilidad de que la Península fuera zona de tránsito de África a Europa y por ello es fundamental saber el poblamiento que tuvo. La antigüedad del registro nos puede inducir a pensar que fue lugar de tránsito (lo que es muy discutido). Para evaluar esta posibilidad tendremos que ver el registro de zonas próximas y colindantes. Al respecto nos planteamos tres problemas ya clásicos:

  • El momento de acceso de las primeras poblaciones a la Península Ibérica.

  • Las características físicas de esas primeras poblaciones y su origen.

  • La procedencia de la población (desde dónde acceden a la Península). Sobre este problema las diversas opiniones han planteado el acceso con un carácter de exclusividad aunque lo cierto es que también pudieron ser dos las vías utilizadas: la del norte y la del sur.

  • La documentación es muy limitada tanto en el ámbito de la Península Ibérica como del Continente. Podemos manejar primero la documentación fósil humana. Dejando a un lado el polémico caso del cráneo de Orce los registros son pocos, aunque existen dos de alta calidad en zonas distintas: el yacimiento de Atapuerca (Burgos) y el menos conocido yacimiento de Cueva Victoria (Murcia).

    En Atapuerca tenemos el que posiblemente sea el yacimiento más importante del viejo mundo con individuos prácticamente enteros. Abarca distintos periodos y nos centraremos en aquellos restos que hasta el momento existen. Los más antiguos son los de la Gran Dolina dentro del famosísimo nivel estratigráfico TD 6 que los investigadores fechan en unos 800.000 años. Si aceptamos esta cronología estaríamos en los momentos finales del Pleistoceno Inferior (que llegaría hasta unos 750.000 B.P.), siendo los restos humanos más antiguos hallados hasta hoy (no el registro arqueológico más antiguo). Este registro nos habla de un grupo de seis individuos jóvenes, casi niños según los antropólogos, y de ambos sexos, de constitución relativamente grácil, rostro con cierto aspecto moderno, reborde supraorbital poco marcado y una capacidad craneal en torno a los 1000 centímetros cúbicos, aunque con ciertas características que recuerdan al homo ergaster.

    A partir de esto los investigadores han venido defendiendo cierta relajación en cuanto a las posturas primeras (que eran muy rotundas en sus afirmaciones). Se ha definido este nuevo fósil como homo antecesor y vendría a ser una subespecie a partir del homo ergaster, que hasta ahora los investigadores señalan como procedente de África desde donde se generalizaría hasta Europa. Estas afirmaciones rotundas de investigadores como Eudald Carbonell (del equipo de Atapuerca) han comenzado a relajarse y las anteriores conclusiones no son aceptadas unánimemente ya que algunos piensan que el TD 6 sería del inicio del Pleistoceno Medio (unos 700.000 años aproximadamente) y aunque la diferencia tampoco es excesivamente apreciable, ahí está. En opinión de profesor estaríamos ante un homo erectus europeo. Por otro lado y en cuanto a cultura material, los restos hallados aparecen asociados a tecnologías líticas arcaicas (de cantos).

    Por lo que respecta a Cueva Victoria nos encontramos con un registro muy escaso: tan sólo una pequeña falange. Sus problemas cronológicos son, evidentemente, mayores pero parece claro que su fecha debe ser cercana a la vista de Atapuerca (aunque existen autores que la aumentan hasta el millón de años de antigüedad).

    Otro tipo de Registro también nos puede dar una pista: el registro arqueológico de tecnología lítica que, por otro lado, no nos dice nada de la morfología física de las poblaciones (sólo de la existencia de población humana). El problema es, también, la fechación absoluta (muy discutible). Si analizamos los conjuntos líticos más antiguos de la Península Ibérica todos corresponden a las industrias arcaicas (de canto u olduvayenses). En ningún caso existen bifaces y ello ocurre en todo el Continente europeo. Son tecnologías muy perdurables. Estas industrias las encontramos en el nivel TD 6 de Atapuerca, pero también en estratos inferiores, con lo que estarían cercanas al millón de años, según los investigadores de este yacimiento. Otros emplazamientos con fechas muy antiguas son los de la región de Orce donde también existen industrias arcaicas que algunos investigadores piensan que pueden tener entre 1'1 y 1'4 millones de años, fechaciónes que, obviamente, no todo el mundo acepta (otra línea de investigación piensa que no deben ir más allá de los 900.000 años).

    De todo lo antevisto podemos concluir que parece que todo el mundo está de acuerdo en que el primer poblamiento de la Península Ibérica estaría cercano al millón de años, con una población al menos emparentada al ergaster africano (donde estaría in extremis su origen) y que portaría una tecnología lítica de cantos (arcaica u olduvayense).

    Por otro lado sería difícil llegar a defender una clara prioridad cronológica del Norte o del Sur (Atapuerca u Orce). Ello nos adentra en el tema de la vía de acceso que es más problemático. Hay posturas en ambos sentidos e incluso los hay que dicen que entrarían por los dos lados. Para abordar el tema hay que ver lo que hay más allá de los Pirineos y más allá del Estrecho de Gibraltar (vías oriental y meridional respectivamente). La documentación es también limitada y discutible. En el continente europeo la documentación fósil y humana y de industrias arcaicas puede llegar, cronológicamente, al millón de años. Más hacia el este (Georgia y Próximo Oriente) la documentación es más antigua (en torno a 1'5 millones de años en el Sur de Georgia y presencia de bifaces en Próximo Oriente en torno a 1'4 millones de años). Estos dos podrían ser enclaves que parecerían indicar vías de acceso hacia Europa y la Península Ibérica.

    En cuanto al norte de África el asunto está en plena revisión y existen opiniones sobre que su poblamiento no sería anterior a los 700.000 años de antigüedad y con tecnología achelense, claro que no es una opinión totalmente compartida. De ser esto así habría que descartar el Norte de África como vía de acceso al poblamiento peninsular. Si a ello le sumamos la dificultad que supone sobrepasar el Estrecho de Gibraltar (aunque también los hay que dicen que era transitable hace 1'5 millones de años), parece más fácil de aceptar la vía oriental como la de procedencia del poblamiento peninsular. De todas formas hay que insistir en la multitud de opiniones al respecto y los que defienden la vía meridional tienen la baza de las antiquísimas fechaciones del Sur peninsular ya que, en todo caso el estrecho tendría unos cuatro o cinco kilómetros de anchura tan sólo. También es posible, para corroborar lo anterior, que en paralelos momentos cronológicos, en Asia debieron existir trayectos marítimos similares y superiores (18-20 kilómetros) en los que parece demostrado que distintas poblaciones pudieron cruzarlos.

    Otro problema es explicar que en el Continente europeo no existe achelense hasta hace 500.000 años cuando en África éste existía ya hace 1'5 millones de años.

    12/03/2001

    El último problema a abordar no es exclusivo de la Península Ibérica sino que afecta a todo el continente. En su enunciado parece que responde a distintas problemáticas. Se trata de que el Registro arqueológico de las tecnologías de las primeras fases del Paleolítico Inferior es un registro que no evidencia la existencia de industrias arcaicas hasta un momento avanzado, sobretodo si lo comparamos con el Continente africano. Resulta que las industrias arcaicas perduran en Europa hasta el Pleistoceno Medio avanzado (en torno a 500.000 años) mientras que en África, por el contrario, las industrias de bifaces comienzan en fechas no más lejanas a 1'5 millones de años.

    Otro dato interesante es que ese Modo 2 o Tecnología achelense también aparece en el Próximo Oriente en torno a 1'4-1'3 millones de años. Este marco cronológico ha hecho pensar que la primera salida humana de África debió producirse en un momento anterior a la aparición de los primeros conjuntos achelenses. Es de suponer que esa primera salida (hacia el continente europeo) se produjese antes de la primera producción de tecnología achelense y así, en el caso de que el Próximo Oriente sirviera como vía de acceso ello sería la causa de que allí existiera tecnología achelense. Por esto se está planteando que el primer poblamiento europeo debió producirse antes de 1 millón de años claramente (incluso llegando al 1'5 millones). De esta forma sería posible que la primera salida de África quedase inmersa dentro de un desplazamiento faunístico general. De hecho sí quedaría presencia en Europa en torno al 1'8-1'6 millones de años de este desplazamiento en el que el hombre sería un componente más. Por ello esto explicaría muy aceptablemente el porqué el achelense llega mucho después al continente europeo, al efectuarse la salida justo antes del comienzo de la producción de esta industria lítica (aunque también los hay que indican la posibilidad de que el achelense europeo fuese autóctono). De seguirse esta hipótesis tendrían sentido cierto las fechaciones de Orce que algunos sitúan hasta en 1'3 millones y las evidencias sobre una “Europa Vieja” frente a las tradicionales de una “Europa Joven” que situaban la llegada en los 500.000 años.

    En cuanto a la evolución anatómica de estas poblaciones humanas el Registro que tenemos es ya del Pleistoceno Medio y es tremendamente abundante no en cuanto a diferentes yacimientos sino en lo proporcionado por uno sólo: Atapuerca, donde el registro es amplísimo. De este importante yacimiento destaca, para el periodo que ahora estudiamos, la Sima de los Huesos con restos de unos 300.000 años de antigüedad. Se trata de unos treinta individuos de los que conocemos la totalidad del aparato óseo. Responde a características de deposición y conservación extraordinarias y únicas. No se trata de un Registro totalmente estudiado aunque sobre él tenemos referencias amplias. Es una población que aun conserva rasgos arcaicos, siendo individuos muy robustos y con una musculatura desarrollada, con prognatismo marcado, proyección exterior del hueso frontal, desarrollo de las apófisis mastoideas, grosor de las paredes craneales, etc. Estas características denotan un estadio poco avanzado de la evolución. Junto a los anteriores también aparecen rasgos de carácter avanzado entre los que destaca una alta capacidad craneana (en torno a los 1.200 cm3). La más que probable evolución se ve en las poblaciones neandertales; así, rasgos como el espacio hueco que existe tras la muela del juicio, la robustez de las extremidades en consonancia con la fuerte musculatura son cosas que se mantendrán en los neandertales. El dimorfismo sexual está poco marcado ya, siendo casi semejante a la actualidad.

    ¿Dónde podemos encajar estas poblaciones en un marco geográfico más amplio? Estas poblaciones tienen numerosos paralelos con poblaciones europeas (por ejemplo L'Aragó, Mauer, ...) y las podemos enmarcar en el tipo Homo Heidelbergensis, poblaciones que, con el tiempo, darán lugar al Homo Neanderthalensis.

    Otros datos a tener en cuenta del yacimiento de la Sima de los Huesos es que se trataría de individuos del mismo grupo, biológicamente hablando. De ello podemos sacar datos de carácter paleodemográfico. Es apreciable, como dato, la edad de la muerte y así existe una distribución curiosa que da pie a diversos planteamientos: escasa representación de menores de diez años y ninguno de menos de cuatro años. Ello ha dado pie a pensar en una baja mortalidad infantil. Buena parte muere entre los trece y los veinticuatro años de edad y existe escasa representación por encima de los veinticinco años sin que en ningún caso se supere los treinta y cinco. Estos datos parecen asumibles y así, posteriormente entre los neandertales, la edad máxima de muerte sería la de cuarenta años.

    Quizá el dato más llamativo sea el de la escasa mortalidad infantil, aunque en situaciones paralelas de otras partes del mundo como Chu-Ku-Tien o L'Aragó esta mortalidad infantil está mucho más representada. Según Eudald Carbonell y el equipo de Atapuerca la escasa mortalidad infantil del yacimiento sería debida a un ultraproteccionismo de los niños. En otros registros también se observa la falta de existencia de registros de mortalidad infantil (así sucede en Krapina, antigua Yugoslavia). Una hipótesis de trabajo es que determinadas condiciones de sedimentación impiden la conservación de esqueletos poco desarrollados. Otra hipótesis es que esos cadáveres pudieron tener un tratamiento distinto por parte de estas poblaciones (cosa que sucederá con seguridad posteriormente).

    LOS NEANDERTALES

    En el Pleistoceno Superior el registro fósil evidencia en la Península Ibérica un siguiente estadio de la población humana: los neandertales. Es evidente su más amplio registro en nuestra Península pero se trata de un registro más fragmentario no existiendo ningún esqueleto completo (como sucedía para poblaciones anteriores). A ello hay que unirle que se trata de estudios antiguos y así no se puede insistir mucho sobre el tema. Tenemos la famosa mandíbula de Zafarraya (pero es sólo eso; una mandíbula).

    Los yacimientos están más repartidos que en épocas anteriores y tenemos restos neandertales en:

    • Cova Negra (Región Valenciana).

    • Cueva de Los Casares (Meseta)

    • Cueva de Lezetxiki (País Vasco)

    • Cueva del Boquete de Zafarraya (Andalucía)

    También existen unos yacimientos en Portugal interesantes por ser de transición hacia el Paleolítico Superior (cuando los neandertales perduran junto a los sapiens sapiens). En este sentido tenemos:

    • Gruta Nova de Columbeira

    • Cueva de Figueira Brava

    Quizás uno de los temas más debatidos es el de la cronología (ya que sobre la morfología tenemos un limitado Registro fósil y además con poblaciones similares a otras europeas) y sobretodo en cuanto al límite más reciente. Por lo que sabemos, las poblaciones neandertales peninsulares tienen como momento de máximo desarrollo el Würm Antiguo (como en el resto de Europa). No obstante existen yacimientos de momentos anteriores como Cova Negra (del interglaciar Riss-Würm. -130.000-80.000 B.P.) y está el tema más peliagudo: el del límite más reciente. Existen de quince a veinte yacimientos que parecen hablarnos de una perduración en el Würm Reciente cuando ya en Europa tenemos sapiens sapiens. Ello nos llevaría a plantear una cierta perduración en la Península ibérica con respecto a Europa. Sería una situación excepcional en fechas inferiores a los 30.000 B.P. cuando ya prácticamente no existían en Europa.

    13/03/2001

    Homo Heidelbergensis-----------Homo Neandertalensis

    Homo Anteccesor

    Homo Rhodesiensis-------------- Homo Sapiens-Sapiens

    Trasladando la cronología relativa a absoluta, el periodo de los neandertales estaría comprendido entre 110.000 y 35.000 B.P. Si nos adelantamos al interglaciar Riss-Würm llegaríamos incluso a los 120-135.000 años de antigüedad para este tipo humano. De esta forma, dependiendo de lo que consideremos será una u otra la fechación. Pero lo más debatido, como se indicaba, es lo concerniente a la fecha más reciente en la que siguen apareciendo neandertales porque existe, sobretodo en la mitad meridional de la Península, restos que responden a fechaciones poco anteriores a 30.000 B.P., en momentos ya que buena parte de la mitad norte peninsular estaba poblada por poblaciones modernas sapiens sapiens y técnicas culturales auriñacienses. Si aceptamos esta fecha tendríamos que llegar a la conclusión que el Sur de la Península Ibérica debió ser el último refugio de la perduración neandertal. Igualmente evidenciaría que la expansión del hombre moderno se realizaría de Norte a Sur peninsular (tanto el tipo humano como la tecnología).

    Esta perduración, de aceptar las fechaciones absolutas, nos llevaría a periodos de convivencia en territorios relativamente cercanos, lo que es difícil de explicar porque en la zona Centro-Norte la sustitución de poblaciones es muy rápida. Se trata, sin duda, de un problema de difícil solución porque existen fechaciones absolutas que encajan y otras que no.

    Ha venido siendo tradicional que los neandertales aparecieran siempre asociados a la tecnología musteriense. Pero esta asociación se está viniendo abajo en el Continente europeo y así se habla de tecnología premusteriense (o tipo musteriense) en fechas anteriores a los primeros neandertales. De esta forma sucede, por ejemplo, en la Península Ibérica donde existen conjuntos líticos de tipo musteriense o premusteriense no neandertal. Ello vendría a complicar la separación existente entre Paleolítico Inferior y Medio que no quedarían claramente identificados.

    TECNOLOGÍA DESARROLLADA POR LAS POBLACIONES DEL PALEOLÍTICO INFERIOR; PATRONES DE ASENTAMIENTO Y APROVECHAMIENTO DE RECURSOS.

    Dentro del Paleolítico Inferior veremos, primero, la tecnología y después los patrones de asentamiento, el aprovechamiento de recursos y las manifestaciones cultuales con el polémico canibalismo (aunque existen dudas de que sea un rito cultual).

    En cuanto a las tecnologías, la documentación actual del Paleolítico Inferior peninsular da un cuadro paralelo a otros ámbitos europeos. Podemos diferenciar las dos etapas que se han señalado para la evolución tecnológica:

    1ª Etapa: Paleolítico Inferior Arcaico: Tecnologías de cantos, arcaicas o modo 1 (ésta última en terminología del equipo de Atapuerca).

    2ª Etapa: Paleolítico Inferior Clásico: Desarrollo del achelense o modo 2.

    Industrias arcaicas tenemos en la Península Ibérica pero no estamos en condiciones de valorar adecuadamente su alcance porque son restos de superficie, descontextualizados en muchas ocasiones, etc. Existen industrias arcaicas en buena parte del territorio peninsular con más o menos incidencia. Parece que no aparecen (según el profesor) en la zona cantábrica, pero fuera de allí sí existen. Encontramos un mayor número en la zona central vinculada a las cuencas fluviales (Tajo, Duero y Guadiana).

    El esquema técnico tipológico es tradicional: utilización de cuarzo, cuarcita y menos sílex y ello es lógico por varias razones como, por ejemplo, la abundancia del cuarzo y la cuarcita en estos territorios fluviales que además son de calidad suficiente como para estas tallas. El sílex está presente pero de una forma más secundaria. Los tipos líticos presentes consisten en cantos unifaciales o bifaciales y soportes tipo lascas que a veces tienen retoques simples.

    El tema de las cronologías es difícil de precisar. En cuanto a los momentos iniciales existen fechaciones absolutas en torno a 1 millón de años (fecha a caballo entre los conjuntos andaluces y Atapuerca). Su momento final parece no tener una fechación absoluta pero podemos situarlo a lo largo de la glaciación Mindel. La población vinculada a estas industrias arcaicas sería la del homo antecesor (es de suponer)

    El Paleolítico Inferior Clásico marca el siguiente estadio: el achelense. Como se dijo esta cultura pudo entrar en la Península por contacto con otras poblaciones o debido a una evolución autóctona. El achelense tiene un nivel de representación mayor; aumenta el número de emplazamientos en la totalidad del territorio de la Península, incluso de la zona cantábrica. De todas formas, en principio parece que debemos apreciar más yacimientos en la zona central (también en las cuencas fluviales) y con más diferencias con respecto a otras zonas aunque quizá la diferencia no responde a la realidad. Su marco cronológico estaría no más allá de la Glaciación Mindel aunque existen algunas propuestas en el yacimiento de Monfarracinos en los que se especularía sobre bifaces del interglaciar Günz-Mindel (Barandiarán los circunscribe a un achelense inicial) aunque, según el profesor Marques, sería una posibilidad remota. En cuanto a sus momentos finales, estos estarían en las primeras fases del Pleistoceno Superior, en el interglaciar Riss-Würm. De todas formas se han señalado algunos conjuntos de principios de la glaciación Würm, aunque muy esporádicamente (por ejemplo Cabo Busto en la zona cantábrica). Sí parece que debemos aceptar una convivencia entre los momentos finales del achelense y los inicios del musteriense (ya propiamente del Paleolítico Medio). La clasificación clásica del Achelense que lo dividía en inicial, medio y final o superior está en plena reelaboración y por ello el profesor Marques, que lo había incluido otros años en el temario, lo obvia este curso a la espera que se defina de forma más firme.

    En cuanto a la ocupación del territorio de estas poblaciones que desarrollan los llamados Modo 1 y Modo 2 y el aprovechamiento del mismo, pasamos a tratarlo a continuación. El tema no está exento de dificultad y estamos en un momento de reelaboración de la documentación (y, por ejemplo, ahora se piensa que en Torralba-Ambrona se cazó mucho menos de lo que se había pensado).

    Cuando se aprecian los yacimientos del Paleolítico Inferior desde el punto de vista meramente numérico vemos como aumentan de forma progresiva los yacimientos y se van ampliando las zonas de ocupación. Tenemos que admitir el hecho del aumento demográfico, difícil de cuantificar, así como el aumento de las áreas de ocupación. Existe una mayor concentración en la zona central aunque también existen concentraciones en la zona Suroeste, vinculadas a las cuencas fluviales del Tajo, Duero y Guadiana. Tenemos menos yacimientos en las zonas periféricas (excepto en el Sur de Portugal). El siguiente paso de deducción es que esta diferencia de población tiene repercusiones en la demografía y así parece existir mayor poblamiento en el centro que en la periferia. Esa conclusión tendríamos que matizarla un poco, al menos en el caso del área mediterránea y ello porque es posible que el número de emplazamientos reales en el área mediterránea sea superior al que conocemos en la actualidad y ello lo planteamos porque parece que esta población tiene preferencias por la ocupación y aprovechamiento de grandes zonas fluviales y así no parece que los ámbitos con orografía marcada sean sus predilectos. En el ámbito mediterráneo, como resultado de la pluviometría, existirían cuencas fluviales de carácter violento con lo que cabe la posibilidad de que se produjese la destrucción de los yacimientos que eran preferentemente al aire libre. De esta forma es más que posible que el número de yacimientos de la cuenca mediterránea no sea el real y existan más de los que conocemos. Distinto es el caso cantábrico donde parece más real que su número sea inferior.

    14/03/2001

    El caso cantábrico parece distinto porque es una zona geográfica accidentada y por lo que se sabe no parece que sea el ámbito preferencial de la población del Paleolítico Inferior que más bien tiende a la ocupación de valles fluviales y amplios. Así, es posible que esa escasez de documentación en la zona cantábrica sea real, más real que en la región levantina. Es simplemente una posibilidad. Esta población tendería, pues, a la ocupación de zonas amplias y llanas. Pero no son más que zonas preferenciales y no exclusivas y ello quiere decir que, aunque existan zonas preferenciales, nos encontramos zonas orográficamente abruptas que, sin embargo, tienen poblamiento (por ejemplo Atapuerca, aunque no es demasiado abrupta). Sólo en fases muy finales del Paleolítico Inferior tenemos la ocupación de zonas montañosas.

    Concretando espacialmente más podemos señalar los criterios que rigen en el aprovechamiento y la población. Así se tiene en cuenta que siempre exista la posibilidad de acceso rápido al aprovechamiento del agua y a distintos ecosistemas (cierta variedad de nichos ecológicos que pueden ofrecer distintos recursos alimenticios). Esto parece implicar la no existencia de un nomadismo permanente. También sería importante la posibilidad de acceso a materias primas líticas (sílex, cuarcita y cuarzo, estas dos muy frecuentes en los emplazamientos del Paleolítico Inferior).

    Por todo ello es fácil desprender que la mayoría de los yacimientos del Paleolítico inferior se encuentran al aire libre. La cueva sería un lugar utilizado algo más secundariamente en las fases iniciales. Esta desproporción entre aire libre y cuevas disminuye poco a poco a lo largo del Paleolítico Inferior porque se ocupan zonas de orografía marcada, por el mayor uso del fuego (ya que las zonas de montaña son más frías) y ello sucede de igual forma en el Continente Europeo. De esta forma, en los momentos finales del Paleolítico Inferior la cueva es más utilizada.

    Resulta frecuente que nos encontremos con que la utilización de un emplazamiento se haga de forma reiterada y parece que la población hace una ocupación cíclica dentro de un territorio y ligados a un determinado recurso. Esta forma de ocupación va contra la idea del vagabundeo sin rumbo en el Paleolítico Inferior que se ha tenido siempre.

    Desde un punto de vista funcional existen dos grandes grupos de emplazamientos:

  • Aquellos emplazamientos cuyo registro evidencia un número amplio de actividades domésticas y que los denominaríamos campamentos de hábitat o campamentos base.

  • Lugares a los que no cabría denominar campamentos. Serían lugares destinados a la obtención de recursos no domésticos.

  • Estas dos funciones no son excluyentes. Un mismo yacimiento ha podido ser usado para funciones distintas (por ejemplo, primero como habitación y segundo para actividades específicas).

    No sabemos mucho respecto a los campamentos bases y además el registro de la Península Ibérica es muy limitado. Lo que más conocemos es Atapuerca que fue utilizado a veces como campamento base (con una fechación en torno a los 200.000 años) y que se utilizó muy esporádicamente, ni siquiera con carácter estacional. Las características del registro de esta ocupación de Atapuerca nos pueden servir para caracterizar un campamento de esta época en la Península: tecnología lítica numerosa y variada acorde a la no esporadicidad del campamento (lo que indica una actividad variada) , variado número de espacios y, sobretodo, un registro paleontológico donde las huellas del aprovechamiento antrópico destacan sobre las marcas de carnívoros y carroñeros (que no habrían tenido acceso al campamento).

    Poco sabemos de estructuras artificiales: es algo habitual en lo campamentos bases, símbolo de utilización durante un tiempo (por ejemplo la construcción de cabañas). Aquí, en el registro no existe nada considerable como estructuras de habitación. El único tipo de estructuras conocido en la Península son las piroestructuras u hogares con morfología circular y delimitadas con piedras en cuyo interior existen restos de combustión y fauna. Eso es lo único que encontramos y no es exclusivo de los campamentos de habitación puesto que también están en los otros tipos de campamentos de recursos.

    Dentro del segundo tipo tendríamos unos emplazamientos mayoritariamente al aire libre y sobretodo los encontramos destinados a la obtención de recursos cárnicos. Dentro de ellos están Arriaga, Áridos, también Atapuerca, y, sobretodo, Torralba-Ambrona (aunque aquí el tema no está del todo claro). De los antedichos sólo Atapuerca se encuentra en Cueva. Podemos establecer matices; no todos son homogéneos, presentando cierta variedad. Algunos de ellos son emplazamientos que responden al nombre de área de despiezados (por ello se entiende el área donde existe un individuo animal conservado parcial o completo, que normalmente conserva parte de la conexión anatómica; es decir, concentrado y donde existe clara evidencia de actuación antrópica así como de industria lítica vinculable a dicha actuación. En Arriaga y Áridos el registro responde a esa caracterización siendo el individuo un elefante (adulto o semiadulto). No está completo, faltándole las extremidades quizá porque fueran objeto de procesado aparte (les cortarían las patas para comerlas en otro sitio). Estos restos no tienen prácticamente actuación de carnívoros y ello implica el acceso rápido de los homínidos a las piezas antes que los carnívoros o los carroñeros. Existen industrias líticas muy vinculadas a los restos del elefante y además centradas, en gran parte, en la elaboración de elementos cortantes (existen señales del aprovechamiento de la carne o fileteado) y además es técnica en buena parte elaborada allí mismo (se han realizado remontajes de la pieza lasca a lasca). También aparecen técnicas líticas extrañas al entorno y que se llevaron ya elaboradas procediéndose allí a reavivarlas. Ello demuestra que parte de los materiales líticos los portan consigo, reavivándolos cuando los necesitan. Éstos materiales junto a los allí elaborados forman el conjunto de útiles. Parece claro que es una actuación concreta, en un periodo breve y con un bajo número de individuos.

    En Atapuerca el registro es distinto, con más proporción de objetos óseos. Existe un nivel de actuación de carnívoros y carroñeros muy elevado. De esta forma se observa el aprovechamiento de la médula ósea lo que evidencia un acceso secundaria a la pieza (carroñeo). Es un aprovechamiento muy secundario tras que por la pieza ya pasaran carnívoros y carroñeros.

    En cuanto a Torralba-Ambrona existe un fuerte acumulación de restos de fauna con amplia variedad de especies. Destaca el elefante que está muy presente predominando en algunos momentos (recuerda el carácter cíclico al que nos referimos con anterioridad porque Torralba-Ambrona no es un lugar de utilización esporádica). La tecnología lítica es relativamente abundante, posiblemente por ese carácter de utilización cíclica. Este registro siempre se utilizó e interpretó con mucha imaginación para concebir un cazadero (sobretodo a partir de los sesenta) y ello al calor de la concepción del modelo de hombre cazador. El término “cazadero” tuvo fortuna pero hoy hay que decir que la interpretación es compleja desde todos los puntos de vista. Un primer tema es el del origen de las acumulaciones de los restos de fauna. En la actualidad se piensa que buena parte de los factores que han intervenido en la acumulación de restos son factores de agentes erosivos y posdeposicionales que han producido allí grandes acumulaciones. Las evidencias de caza son muy limitadas y parecen indicar que existió una fuerte actuación de carnívoros y que las deposiciones fueron más debidas a muerte natural que a factores cinegéticos. Ello sobretodo en cuanto a los animales de gran talla (elefantes) de los que nada dice que fueran cazados porque es muy difícil establecer si son piezas cazadas o es que se acude a ellas por carroñeo primario. Incluso tendríamos que matizar el término “caza” porque es posible que sólo se les rematara (es casi imposible apreciar una u otra posibilidad en el registro arqueológico). De ser esto así, habría que desechar el término “cazadero” en Torralba-Ambrona. Tampoco existen áreas de despedazamiento ya que los agentes que intervinieron fueron otros, aunque es posible que existieran estas áreas porque sí que existe actividad antrópica. En todo caso debiéramos utilizar otro término como “lugar de aprovechamiento cárnico”.

    Otros lugares o yacimientos también tienen una especialización: los talleres de extracción de industria lítica donde se darían los primero pasos de elaboración (ya que serían piezas muy pesadas para llevarlas consigo). Así se lleva la materia semitransformada. Los talleres, en todo caso, son un tema muy complicado.

    ¿Qué y cómo aprovechan los recursos?. Al respecto hablaremos de dos grandes bloques de recursos:

    • Subsistenciales.

    • No subsistenciales o abióticos.

    La alimentación de las poblaciones del Paleolítico Inferior tiene un carácter mixto y aprovecharían tanto los recursos cárnicos como los vegetales (todo lo que pillaban) aunque no sabemos casi nada de la alimentación vegetal. Sabemos que existirían especies potencialmente aprovechables pero sólo existe la vía del análisis de las piezas dentarias de la documentación fósil (muy escasa como sabemos). De nuevo debemos recurrir a Atapuerca. Parece que se trataría de un aprovechamiento muy amplio en cuanto a las especies vegetales, de más importancia de lo que pensábamos. En todo caso sabemos más de los recursos cárnicos.

    15/03/2001

    Aprovechan un número variado de especias aunque predominan las de tamaño mediano y ello es lógico dado que son especies que, por un lado, proporcionan recursos cárnicos grandes, por otro lado no son muy violentas (más bien se trata de especies gregarias) y además tienen una piel aprovechable. Sí resaltamos el hecho de que las especies de mayor talla suelen estar presentes en los registros faunísticos incluso predominando, como en Torralba-Ambrona. Se pueden agregar en dos grandes biotopos: la estepa y el bosque. Hay escasas evidencias respecto a especies de montaña dado que no se frecuentaban las áreas agrestes. No podemos hablar de preferencias por una especie, edad o sexo concreto y se aprovecha cualquier tipo de especie.

    Otro aspecto es más especulativo y de difícil rastreo en el registro arqueológico: la forma de obtención de los recursos cárnicos, lo que nos lleva a plantear un tema muy debatido: la discusión caza-carroñeo. El carroñeo es fácil de detectar pero no la caza que es difícil de detectar como acceso primario y además eso significaría encuentro con los grandes felinos. Hay algunos datos que nos pueden dar alguna pista sobre una estrategia mixta. Los datos proceden de los estudios de tafonomía (donde, a través del hueso, se investigan y aclaran todos los detalles desde que el animal muere hasta que el hueso llega a nuestras manos). Estos estudios parecen indicarnos la existencia de una práctica carroñera para especies de mayor talla y también estrategias de carroñeo centradas en individuos adultos de especies de tamaño mediano o grande (por ejemplo rinocerontes y bóvidos) y ello se concluye porque existen evidencias de actuación de carnívoros anteriores a la evidencia antrópica. También una buena parte de los huesos de elefante que aparecen corresponden a las partes que normalmente dejan sin aprovechar los grandes carnívoros. Respecto a los individuos de talla media-grande, lo que aparece en los puntos de consumo suelen ser, también, las partes que dejan los carnívoros (cabeza, partes del tronco, ...) y ello es indicativo de que están en la línea de un carroñeo, aunque ello no implica necesariamente la inexistencia de caza.

    Respecto a individuos de talla mediana-pequeña e inmaduros, parece denotarse cierta actividad cinegética porque suelen aparecer buena parte de fragmentos óseos (sobretodo los más ricos en carne) y ello denota cierta actividad cinegética. Si ello es así podemos deducir que se compaginarían las actividades de caza y carroñeo mezcladas (que además serían más ventajosas puesto que se aprovecharían más cosas). Otra cosa es el carroñeo primario o secundario. Así en Arriaga o Áridos parece que los homínidos son los primeros que acceden a la pieza, pero también hay que aceptar el carroñeo secundario como en Atapuerca donde se ve más el aprovechamiento óseo.

    Lógicamente si hablamos de caza nos hemos de plantear las técnicas de caza lo que es muy difícil apreciar con certeza. Así, primero analizaríamos la tecnología para ver si se puede considerar algo como arma ofensiva, aunque lo cierto es que no encontramos nada que funcione como punta arrojadiza. Lo único de lo que sí existen evidencias (según la opinión del profesor) es de fragmentos de lanzas de madera en Torralba-Ambrona (existen más ejemplos en Europa). Se trata de piezas aguzadas de unos dos metros con diez centímetros de grosor como máximo. Eso sí se podría considerar como arma de caza aunque no sabemos si la utilizarían para pinchar a corta distancia lo que implicaría una actuación más bien colectiva. Otras posibles técnicas son manejables pero no las conocemos en la Península Ibérica aunque son perfectamente asumibles: así, por ejemplo, la técnica de la estampida para que los animales cayeran por los acantilados.

    Aparte de los recursos subsistenciales alimenticios las poblaciones del Paleolítico Inferior de la Península también aprovechan recursos no alimenticios. La documentación existente es sobre recursos líticos pero se van conociendo otros registros mediante excavaciones meticulosas, sobretodo en cuanto al uso de la piel y la madera.

    En cuanto al trabajo de la madera conocemos desde hace años las lanzas de Torralba-Ambrona y algunas de yacimientos de Alemania. Pero hasta ahora no existían evidencias del tratamiento de la piel, aunque se suponían. Pero gracias a la analítica traceológica podemos analizar algunas cosas. Así, Eudald Carbonell, en Atapuerca, nos habla (en un contexto de Pleistoceno Medio) de raspadores que parecerían utilizados para el procesado de la piel. También añade algo que no explica bien: el hecho de que los raspadores irían enmangados. Se conservan mangos de madera de abeto en Alemania con lo que podemos aceptar la posibilidad del enmange en la Península Ibérica.

    En lo que hace a los recursos líticos se conocen muchas más cosas. En principio estas poblaciones tienen un amplio aprovechamiento de industrias líticas y existe una variada gama de productos líticos. Se utiliza cuarzo, cuarcita, sílex e incluso areniscas (todas las rocas tallables). Esta gran variedad viene favorecida por encontrarnos ante una tecnología que no requiere una elevada calidad de la materia prima lo que favorece la existencia de un número amplio de materias líticas. En líneas generales prevalece el cuarzo y la cuarcita en la que son fáciles de trabajar muchos útiles y abundan mucho en las grandes cuencas fluviales (que son los sitios de establecimientos más frecuentes). En otras zonas (zona cantábrica) prevalecen las areniscas por encima del cuarzo y la cuarcita por la escasa cantidad de ellas. En otros casos prevalece el sílex (por ejemplo Atapuerca).

    También, como norma general, se utilizan las materias primas más cercanas al yacimiento porque la técnica, normalmente, no requiere una elevada calidad de la materia prima. También existen casos de obtención a larga distancia (entre cinco y diez kilómetros). Estos casos son minoritarios y se centran en el sílex porque la materia prima autónoma es de baja calidad. De todas formas es poco frecuente. Sí es habitual que la materia llegue al emplazamiento semielaborada.

    Para terminar el Paleolítico Inferior haremos referencia a algunas manifestaciones cultuales en las que existen cosas que tenemos oscuras. Los datos proceden en su mayoría de Atapuerca y son datos que nos hablan de dos actividades distintas cuyo problema es la interpretación: una sería el canibalismo y otra la deposición intencionada de cadáveres.

    En cuanto al canibalismo parece clara su existencia porque el análisis óseo lo evidencia (la actuación antrópica es evidente en los huesos humanos) y sobre esos individuos se hizo un troceado y procesado de carne. Ese canibalismo puede ser ritual o gastronómico. El equipo de Atapuerca se inclina por lo gastronómico porque la actuación evidenciada indica un procesado similar al de las carnes animales. De ahí deducen que esos individuos están dentro de la cadena de productos cárnicos como un producto más. El profesor no desecharía completamente la idea simbólica porque no tiene porque procesarse la carne de distinta forma cuando el procesado es simbólico que cuando es gastronómico. En todo caso es un tema discutible.

    En cuanto a la deposición intencionada de cadáveres nos referimos a la Sima de los Huesos donde existen treinta individuos con poca actuación carnívora y aparecen restos de oso y otros animales más. No es viable la interpretación de lugar de campamento porque no existe tecnología lítica, ni actividad humana, ni parece acumulación de origen animal. La presencia de osos, cánidos, ... sería resultado de caídas accidentales porque de allí resultaría difícil salir. El profesor piensa que los podemos calificar de enterramiento. En todo caso parece que sí que existió deposición intencionada y que, por tanto, estas poblaciones no serían indiferentes ante la muerte.

    19/03/2001

    TECNOLOGÍA DESARROLLADA POR LAS POBLACIONES DEL PALEOLÍTICO MEDIO; PATRONES DE ASENTAMIENTO Y APROVECHAMIENTO DE RECURSOS.

    Antes del estudio de esta época tendríamos que referirnos al marco cronológico. En la actualidad se da por iniciado el Paleolítico Medio en el Interglacial Riss-Würm (en los inicios del Pleistoceno Superior). Se desarrolla a lo largo del Würm antiguo aunque existen contextos que van más allá. Ello tiene dos implicaciones:

  • Los primeros contextos del Paleolítico Medio en la Península Ibérica tienen contemporaneidad con los momentos finales del Paleolítico Inferior.

  • A nivel peninsular también existe esta contemporaneidad entre el musteriense (tecnología típica del Paleolítico Medio) y los primeros contextos del Paleolítico Superior.

  • En cuanto al tema de la cronología absoluta hablaríamos en la Península de fechas comprendidas entre el 120.000 B.P. y el 28.000 B.P. Una matización es de realizar para las fechaciones absolutas obtenidas por el Carbono 14 acelerado (AMS), cada vez más frecuente y de fechaciones más altas. De esta forma, fechas como la de 28.000 B.P., estarían en torno a los 33.000 B.P. con el sistema AMS.

    Otro aspecto a señalar es que estas fechaciones lo son en el ámbito de la Península, variando en los límites más recientes en función del ámbito geográfico regional ya que el Paleolítico Superior se inicia en una secuencia de Norte a Sur. Así, en la zona norte termina antes el Paleolítico Medio que en la zona sur.

    En cuanto a la documentación de que disponemos para el estudio de la tecnología del Paleolítico Medio ésta es mayor que la disponible para la anterior etapa.

    En la Zona Cantábrica destacan yacimientos como las clásicas cuevas del Castillo, Pendo y Morín, a las que podemos añadir Axlor, Lezetxiki, etc.

    En la Zona Mediterránea también existe una buena representación del Paleolítico Medio. En Cataluña tenemos L'Arbreda, Els Ermitons y Romaní, entre otras. En la Zona Valenciana contamos con Cova Negra y Beneito.

    En la Meseta tenemos Cueva Millán, Ermita, Los Casares, ...

    En la Zona del Ebro destacan Eudoviges y Gabasa.

    En Portugal tenemos Columbeira, Salemas y Vilas Ruivas.

    Todas las industrias del Paleolítico Medio peninsular corresponden al Complejo Musteriense. Es aplicable al musteriense peninsular toda la problemática de esta tecnología (en sus diversas variantes típico, charentiense, de denticulados, ...). También parece claro que, al menos en la Península Ibérica, estos conjuntos musterienses se asocian a las poblaciones neandertales. Esto es algo que puede cambiar porque existen fechaciones musterienses que llegarían a fechas en torno a los 200.000 B.P. (anteriores a las primeras poblaciones neandertales).

    Al comparar la tecnología del Paleolítico Medio con la del Inferior queda claro que existen claras relaciones entre ambos tipos tecnológicos sin que podamos hablar de ruptura en el ámbito de la cultura material. Lo que hace el musteriense en líneas generales es profundizar toda la tipología realizable en los soportes tipo lasca a la vez que se produce una reducción manifiesta de los bifaces que tienden a desaparecen aunque siguen manteniéndose.

    En cuanto a las materias primas interesan porque imprimen ciertas características a los conjuntos musterienses peninsulares. Así sucede con la utilización del cuarzo y la cuarcita que descienden aunque se siguen utilizando. Por su parte existe un incremento en la utilización del sílex.

    El empleo del cuarzo y la cuarcita pueden ser uno de los factores que expliquen que el musteriense peninsular tenga poca técnica levallois ya que estas materias limitan el desarrollo de esta técnica que es más fácil de llevar a cabo con el sílex. En otros casos es el sílex el que puede hacer que conjuntos musterienses presenten un formato más reducido (sin llegar a microlitismo) y así sucede, por ejemplo, en el musteriense levantino que presentaría este hecho diferencial, apareciendo el sílex en nódulos reducidos, lo que explicaría este musteriense más reducido de lo habitual.

    El repertorio de facies es amplio (como en otros ámbitos europeos) salvo en lo referido al musteriense de tradición achelense que está representado a niveles muy bajos (incluso existen autores que niegan su existencia). Los demás tipos de musteriense existen todos: típico, de denticulados, ...

    Rasgos peculiares suceden, por ejemplo, en el Cantábrico donde es característica la existencia de contextos musterienses con hendedores; tipo que suele aparecer en el musteriense cantábrico sin que pueda vincularse a ningún tipo de musteriense concreto. También, en Cataluña, aparecen mantenidos los cantos tallados. No se conocen explicaciones para estas perduraciones concretas (hendedores y cantos tallados). No está claro el porqué del mantenimiento de estos tipos concretos de útiles bifaces. También, como ocurre en otras zonas, el musteriense peninsular presenta modificaciones a lo largo de su existencia. Así, en la secuencia de Cova Negra cambia el charentiense pasando de típico a protocharentiense y a paracharentiense. Son cambios hacia ninguna parte, siempre dentro de los límites del musteriense. La conclusión es que el musteriense peninsular no presenta líneas evolutivas claras hacia los primeros contextos tipológicos del Paleolítico Superior y cuando éste llegue hablaremos de ruptura. Sólo en Cantabria se llegó a plantear en su día por Victoria Cabrera y Bernaldo de Quirós ciertos nexos de unión entre Paleolítico Medio y Superior (según el profesor Marqués son líneas difíciles de establecer).

    Por último mencionar, por la novedad, la tecnología ósea que tiene aún una presencia muy limitada pero que poco a poco van aumentando el listado de hallazgos y nos indica el inicio de este trabajo. Se conocen técnicas óseas en Pendo Morín, Axlor, ... sin relación con ningún tipo de musteriense. No es una tecnología que tienda a ningún material o instrumental concreto sobre hueso (como sí sucederá en el Paleolítico Superior). El hueso es ahora una materia prima más en el instrumental que responde a la misma función que la tecnología lítica. También existen técnicas óseas en Beneito (Levante) donde tenemos un punzón. Lo que sucede es que la estratigrafía de Beneito puede haber tenido filtraciones del Paleolítico Superior, cosa que es fácil de suceder en las cuevas dado lo fino de la estratigrafía en estos yacimientos.

    En cuanto a los patrones de asentamiento tendremos que verlos partiendo de un mapa de distribución del que sacaremos unas conclusiones matizables. Estamos ante una situación distinta a la del Paleolítico Inferior. Nos encontramos un esquema de distribución diferente al achelense. En éste existía una zona central rica que ahora cambia un poco: existen más yacimientos (y por fuerza debió haber más población) en las zonas periféricas que en la zona central (aunque puede ser debido a la tradición investigadora mayor en unas zonas que en otras). Esta desproporción, el menos en parte, puede deberse a un hecho bastante probable: la clara preferencia por la ocupación de cuevas como lugar de ocupación. Cuando analizamos el mapa geológico de la Península Ibérica encontramos un mayor número de cuevas y formaciones geológicas en las zonas periféricas que en la central y ello puede ser una de las razones de este hecho. De ser esto real no sería más que la culminación de la tendencia a la ocupación de la cueva que ya empieza en el Paleolítico Inferior y de cuyo porqué no sabemos aún demasiado: progresiva adaptación a los lugares serranos y de montaña, adaptación a los recursos de las zonas montañosas, confortabilidad de las cuevas, ...

    20/03/2001

    Habría que tener en cuenta otro factor y otras matizaciones; si bien es cierto que hoy existe una desproporción de yacimientos entre aire libre y cuevas, es posible que esa desproporción no sea real ya que la conservación de yacimientos al aire libre presenta problemas. Así, es posible que este número de yacimientos al aire libre en el Paleolítico Medio no sea real sino que sería superior. La bibliografía más reciente (por ejemplo L. Raposo en Portugal) nos demuestra el alto número de yacimientos al aire libre cuando se investiga a fondo. Parece que no superaría a las cuevas pero no existe tanta desproporción como la que se pensaba. De ser esto así, en la Zona Central, donde parecen existir menos, habría más yacimientos al aire libre (ante la inexistencia de formaciones cársticas) de lo que parecería.

    Las zonas más conocidas en cuanto a los patrones de asentamiento son las zonas periféricas y por ello se han intensificado allí los trabajos (Áreas valenciana, cantábrica y portuguesa). A partir de la documentación de esas zonas caracterizaremos las formas de ocupación (siendo conscientes de las limitaciones de la zona central en cuanto a documentación arqueológica). De esta forma las poblaciones del Paleolítico medio tienden a ocupar la franja terrenal entre el territorio propiamente costero y las montañas paralelas a la costa. Ello no quiere decir que no existan yacimientos fuera de ese ámbito y así también los encontramos en altitudes. Las cuevas se presentan a altitudes muy variables. Existe más tendencia o porcentaje a utilizar cuevas en altitudes medias altas (200-400 metros) aunque también a altitudes más bajas o más altas (de hasta 1000 metros). Cuando analizamos la altitud relativa sí existen tendencias hacia yacimientos en altitudes relativamente bajas (particularmente en cursos fluviales). Además, en cursos fluviales pueden servir de vías de comunicación.

    También existen excepciones: altitudes relativamente marcadas con respecto a esas zonas de recursos alimenticios (zonas de alta montaña y escarpadas). En estos emplazamientos parece que lo que prima es la visualización más que la obtención de recursos. Se trataría, quizá, de lugares de oteo para divisar manadas de herbívoros que se desplazaban. De ser así esto tendríamos que pensar que estas poblaciones no desarrollaban una estrategia de obtención de recursos cárnicos oportunista sino que existía cierto planeamiento de la obtención de recursos (no serían cazadores tan oportunistas).

    Desde un punto de vista funcional no serían poblaciones que hacen cambios significativos con respecto al Paleolítico Inferior. Siguen existiendo campamentos base, mayoritariamente cuevas, manteniendo un claro carácter temporal, de corta duración y carácter cíclico en muchos casos (como en el Paleolítico Inferior). Se trataría, así, de un nomadismo limitado a un determinado territorio. Emplazamientos utilizados en algún momento, al menos, como campamentos de habitación o base serían la Cueva de Axlor (Vizcaya), Cova Negra (Valencia), Cueva del Castillo (Cantabria), alguna cueva portuguesa como la de Almonda o Columbeira. También conocemos algunos campamentos al aire libre como Vale do Forno.

    Otro aspecto a tener en cuenta es que cuando se analizan las áreas de ocupación de los campamentos bases se advierte una manifiesta homogeneidad. Esto se traduciría en el sentido que en el Paleolítico Medio es la totalidad del grupo la que se desplaza sin que existan periodos de disgregación-agregación porque entonces encontraríamos campamentos mayores o menores según los periodos. Al ser homogéneos es que todo el grupo se desplaza.

    También es de contemplar que, en líneas generales, existe un carácter de estacionalidad en cuanto a la ocupación de zonas altas y zonas bajas (verano e invierno respectivamente). Es el mismo desplazamiento que las manadas de herbívoros. De ser así nuevamente vemos que no es una estrategia oportunista sino intencionada.

    Existe un aspecto de estos campamentos bases que es la escasez de estructuras artificiales (cabañas) y pareciera como si en la Península Ibérica no se hicieran este tipo de estructuras (lo que resulta excesivamente extraño). Lo único en cuanto a cabañas lo conocemos en Vilas Ruivas (al aire libre) pero con una documentación muy limitada donde existen parte de dos estructuras que debieron tener un forma circular de habitación. Fuera de eso sólo tendríamos los hogares.

    También tenemos aquellos otros lugares (no campamentos) en los que predomina alguna actividad sobre las demás. Los tenemos tanto en cuevas como al aire libre y buena parte están centrados en los recursos cárnicos (Cueva de Gabasa, Letetxiki, Santo Antao do Tojal, ...). El Registro habitual de estos yacimientos consiste en cantidad de restos de fauna y tecnología lítica muy limitada a estas actividades. Es un Registro parecido a los mencionados en el carroñeo de Atapuerca. De esta forma seguiría esta actividad de carroñeo en el Paleolítico Medio.

    Aparte de estos yacimientos especializados existen otros yacimientos centrados en actividades no subsistenciales. Por ejemplo, en Cueva Morín estaríamos ante un taller de pieles en un área de unos seis metros cuadrados, donde todo el instrumental estaría centrado en el tratamiento de la piel. El análisis espacial de la industria lítica diferenciaría tres áreas distintas con distintos tipos de útiles que indicarían, quizá, tres fases en el tratamiento de la piel. También tendríamos los talleres de recursos líticos.

    ¿Qué recursos aprovechan estas poblaciones y cómo los obtienen?. En principio los recursos subsistenciales o alimenticios son la actividad fundamental de estas poblaciones, unos recursos que debieron ser mixtos (tanto cárnicos como vegetales). No sabemos, con certeza, los recursos cárnicos obtenidos y menos aun sabemos sobre los recursos vegetales. Casi toda la documentación existente tiene que ver con la obtención de los recursos cárnicos, aunque los recursos vegetales debieron ser más importantes de lo que nos pensamos. Aunque las poblaciones neandertales no tuvieron demasiados cambios es cierto que aprovechan biotopos que sus antecesores no utilizaron o sólo lo hicieron secundariamente.

    Existen multitud de elementos cárnicos. Predominan los herbívoros de talla media y, aparte, las especies de gran talla bajan considerablemente sin que se sepa muy bien el porqué. Se sigue aprovechando el biotopo de estepa. Tenemos el elefante de bosque que no es el tipo normal de elefante y es un alimento secundario con respecto al Paleolítico Inferior. Las especies de mediano tamaño aprovechadas son los équidos, cápridos y cérvidos. Son especies que se mueven en tres biotopos diferentes: dos ya se aprovechaban en el Paleolítico Inferior (bosque y estepa). Los cápridos, en cambio, indican un biotopo nuevo; el de montaña, que no existe prácticamente en el Paleolítico Inferior. Esta novedad es lógica dado la existencia de yacimientos de hasta 1000 metros de altitud. La mayor parte de los yacimientos en los que existe buena representación de fauna del Paleolítico Medio responden a estrategias de carácter masivo. No existe predilección por ninguna edad o sexo concreto. Existen emplazamientos que rompen estas conclusiones (pocos, eso sí) y en ellos se aprecian tendencias a cierta especialización en una especie concreta (de hasta un 80% de presencia). Se conocen estas tendencias (más que especializaciones) en la cueva de Els Ermitons (Cataluña) donde la cabra está presente mayoritariamente. En la Cueva de Amalda (País Vasco) es el rebeco la especie mayoritaria. En Gabasa nos encontramos con una mayoritaria presencia de individuos jóvenes e infantiles. En este tipo de yacimientos hay que tener en cuenta que se trata de registros numéricamente bajos con lo que no son tendencias habituales sino puntuales respondiendo, posiblemente, a circunstancias concretas que pudieron ser la base hacia esa tendencia. Nunca hay que plantearlo como estrategias normales ya que, desaparecidas las circunstancias aludidas, volveríamos a encontrarnos los Registros habituales.

    21/03/2001

    Tendremos que abordar el tema de la forma de obtención de recursos cárnicos que está menos estudiado a nivel del Paleolítico Medio porque se piensa que ya debieron existir técnicas de caza (discusión caza-carroñeo) en su mayoría aunque sin desechar el carroñeo que sigue existiendo (Gabasa y Lezetxiki, por ejemplo) aunque sin ser la técnica más habitual. Entonces ¿qué técnicas de caza tendrían los neandertales?. La verdad es que en el Registro existen pocos datos y en el nivel tecnológico tenemos pocas piezas utilizables como armas de caza. Tan sólo las puntas musterienses podrían tener esa utilidad aunque estos útiles son de los menos representado en el musteriense, siempre en niveles inferiores al 50%. Además, como arma de caza, las puntas no debieron ser muy eficaces: poco estilizadas, de punta gruesa, poca capacidad de penetración. Debieron ser utilizadas desde cerca porque, lanzadas, dejan mucho que desear. Podemos pensar en la existencia de lanzas o picas de madera pero poco más. Podemos, también, seguir pensando en técnicas del tipo de la estampida que se despeña, pero poco más.

    Además de recursos cárnicos y vegetales (de los que sabemos menos aún) se introducen novedades y así existe el aprovechamiento de recursos hasta entonces poco o nada aprovechados. Se trataría de recursos fluviales y costeros que siempre dejan un registro limitado y que irán creciendo durante el Paleolítico Superior, existiendo restos de trucha en Cueva Millán o en la Cueva de Ermita. También tenemos restos de moluscos en la provincia de Murcia pero siempre en un registro muy escaso.

    También aparecen los recursos abióticos, dominados por la explotación de recursos líticos. Siguen existiendo actividades relacionadas con la piel y la madera. De esto último queda poco; sólo el análisis traceológico. En cuanto al procesado de la piel nos remitimos a lo visto en días pasados.

    En los recursos líticos existen modificaciones con respecto al Paleolítico Inferior introduciéndose cambios y reajustes porque la tecnología se haría más avanzada. En líneas generales hay que seguir hablando de diversidad de la materia prima: cuarzo, cuarcita, etc. Desaparecen las areniscas que se sustituyen por la ofita, por ejemplo (utilizada sobretodo para los hendedores). El mantenimiento de esta diversidad sigue evidenciando que estas poblaciones continúan basando la obtención de materias primas en las que están al alcance de la mano. Lo cierto es que, ahora, el predominio, en líneas generales, es del sílex (con respecto al Paleolítico Inferior). Ello da lugar a que el sílex presente un esquema de movimiento mayor que en el Paleolítico Inferior y más frecuente porque la técnica requiere una materia prima de más calidad debido al desarrollo tecnológico. No existen cambios en la costumbre de que llegue el material al punto de elaboración en estado de semielaboración, haciéndose los primeros trabajos en los lugares de obtención.

    En cuanto a las manifestaciones cultuales no existen enterramientos neandertales en la Península Ibérica (sólo los tenemos en Francia, Europa Oriental y Próximo Oriente). Lo que resulta más chocante es que no existe nada aquí que se circunscriba a una deposición intencionada. El canibalismo parece que se seguiría practicando aunque la documentación al respecto es muy limitada (sólo existen evidencias en el Boquete de Zafarraya) y no sabemos si tuvo carácter ritual o cultual.

    TEMA 2

    LAS COMUNIDADES DEL PALEOLÍTICO SUPERIOR

    El marco cronológico y el ambiente físico durante el Paleolítico Superior. La transición Paleolítico Medio-Paleolítico Superior. El hombre moderno en la Península Ibérica. Tecnologías desarrolladas por las poblaciones del Paleolítico Superior. Asentamientos y aprovechamiento de recursos.

    EL MARCO CRONOLÓGICO Y EL AMBIENTE FÍSICO DURANTE EL PALEOLÍTICO SUPERIOR.

    De acuerdo con la documentación actual de cronología absoluta, el Paleolítico Superior en el ámbito peninsular más antiguo se sitúa en torno al 40.000 B.P., fecha del Auriñaciense arcaico de la Cueva del Castillo. La fecha más reciente se acercaría al 12.000 B.P. momento en el que comienza el epipaleolítico.

    En fechaciones relativas el Paleolítico Superior se desarrolla a lo largo del Würm Reciente comenzando en el Interestadial II-III o de Hengelö y extendiéndose hasta la oscilación templada de Alleröd (en el límite entre el Pleistoceno y el Holoceno).

    22/03/2001

    Teniendo en cuenta la perduración del musteriense dentro del Paleolítico Superior tenemos que concluir con que existen periodos de convivencia entre sapiens-sapiens (que aparecería sobre el 35.000 B.P.) y neandertales que llegarían hasta algo menos del 30.000 B.P. No obstante, esa conclusión puede ser engañosa porque parecería que esa convivencia de 6000-7000 años existía en todo el territorio cuando todo indica que no fue así porque si analizamos las cronologías a niveles geográficos más concretos veremos como esa convivencia se reduce drásticamente en determinadas zonas y ello porque el Paleolítico Superior y sus poblaciones modernas penetrarían a través de los Pirineos extendiéndose progresivamente de Norte a Sur encontrándose, al llegar, poblaciones neandertales. Así, esa convivencia quedaría drásticamente reducida en cuanto a tiempo y la clave para comprender esto sería comparar, con los mismos sistemas de datación, tecnologías musterienses y tecnologías auriñacienses (las primeras más antiguas). De esta forma parece que sólo en Andalucía y parte de Portugal la convivencia sería considerable.

    En cuanto al marco ambiental o Paleoambiente, teniendo en cuenta el marco cronológico a lo largo del Würm Reciente (Paleolítico Superior) hay que concluir con que las poblaciones se desenvuelven en un ambiente básicamente frío o glacial que, en ocasiones, llegó a alcanzar temperaturas muy bajas, sobretodo en las zonas más septentrionales de nuestra Península. Todo parece indicar que esta etapa del Würm Reciente corresponde al máximo glacial dentro de la Glaciación Würmiense y de casi todo el periodo pleistocénico.

    Existen cálculos, a escala general, en la bibliografía sobre el tema. Así, las temperaturas medias serían de 10 a 12 grados menos que las de la actualidad. Por encima de los 700 metros de altitud la temperatura apenas superaría los 3 grados de media y las nieves perpetuas estarían, en la Zona Norte, por encima de los 1.500 metros (cuando en la actualidad están por encima de los 2.500 metros), en la Zona Central por encima de los 1.800 y en Sierra Nevada de los 2.400. Estas condiciones tan rigurosas traerían como consecuencia el aumento de la fauna fría (que de todas formas nunca sería predominante) basada en renos, mamuts, bueyes lanudos, antílopes sarrios, etc. Esta fauna se encuentra representada en la mitad septentrional de la Península e incluso se señala la presencia del mamut en las cercanías de Granada. También en el ámbito peninsular las especies herbáceas de ambiente estepario se incrementarían con respecto al pasado.

    Por otro lado existe un ligero descenso del nivel del mar y una ligera ampliación de la línea de costa (mínimas dadas las características de la plataforma continental de la Península).

    A pesar del panorama descrito y en comparación con otras zonas europeas, la Península salió bien parada por el clima puesto que la rigurosidad climática no sería extrema dada su situación meridional y la suavidad de su situación marítima mediterránea.

    Nos centraremos en la Zona Cantábrica porque allí es donde existe más documentación arqueológica del Paleolítico Superior peninsular. Fuera de allí no existen secuencias tan amplias y sólo tenemos documentación de momentos muy concretos. En líneas generales la Zona Cantábrica, en el Würm Reciente, tendría un clima que alternaría el fresco y el frío intenso (nada de ambientes mínimamente cálidos). Aunque se alcanzaron bajísimas temperaturas, el clima se mantiene con periodos de humedad aceptables aunque existieron momentos de sequedad ambiental cuando el frío arreciaba. Las condiciones más adversas se producen a lo largo del Würm IV (18/17.000-10.000 B.P.) en cuya fase el clima frío apenas osciló y, a lo sumo, existieron algunos periodos frescos (todo lo demás frío o frío intenso). En el Dryas I a) o antiguo (sobre el 18.000, justo al comienzo del Würm IV) la temperatura estaría 12º por debajo de la actualidad en el Cantábrico. En verano, las medias serían entre 9 y 10º, oscilando, en invierno, entre lo 0 y los 2º de media. Las temperaturas marinas estarían entre 2 y 4º (muy frías) y ello lo sabemos por la presencia de moluscos árticos en determinados yacimientos (cyprina islandica). El nivel del mar alcanzaría niveles realmente bajos llegando a estar incluso 120 metros por debajo de la actualidad (la costa estaría entre 5 y 7 kilómetros más hacia el mar que hoy). Todo ello implica la existencia de documentación arqueológica sumergida que desconocemos por completo. El nivel del mar y las temperaturas subirán conforme vamos avanzando en el tiempo y ya en la oscilación de Bölling estaría a -90/80 metros respecto a la actualidad y así progresivamente.

    Todas estas condiciones se reflejarían en la vegetación y los análisis polínicos muestran paisajes vegetales abiertos (gramíneas) con una disminución del bosque, predominando especies como el pino. Las especies menos frías se retraen. No obstante, el paisaje arbóreo, pese a la baja temperatura, nunca desaparece del Cantábrico ni siquiera en los momentos más fríos.

    Quizá donde menos se note la rigurosidad climática es en la fauna donde se advierten menos cambios, tal vez porque la fauna de todo el Pleistoceno es una fauna muy flexible y adaptable a rigurosidades climáticas (que no sean extremas). Así se conservan los équidos, cérvidos, etc. También se aprecia, como se señaló, el aumento de la fauna más propiamente fría.

    Del resto de la Península no se sabe demasiado. En Cataluña lo poco que sabemos nos conduce a una situación algo más suave pero casi igual que en el Cantábrico. Existe, también allí, la presencia de fauna fría. En la Región Valenciana los datos apuntan a una diferencia más marcada con respecto al Cantábrico en el Würm Reciente, con condiciones climáticas y humedad algo más altas (aunque no demasiado) que las de aquella zona. Existen, de esta forma, especies que prácticamente no las hallamos en el Cantábrico (por ejemplo jabalís y rebecos). Igual sucede con la botánica donde no predominan especies como el pino (como sucedía en el Cantábrico).

    LA TRANSICIÓN PALEOLÍTICO MEDIO - PALEOLÍTICO SUPERIOR.

    Hay que ver esta transición desde los puntos de vista cultural o tecnológico y de la antropología física. Este tema interesa mucho a la Península Ibérica y en él se está trabajando mucho a nivel europeo porque ahí subyace el origen del hombre moderno en todo el continente europeo así como la polémica del autoctonismo o la llegada de fuera de nuestros antepasados.

    Independientemente de la zona geográfica, el Registro arqueológico a tener en cuenta es el de aquellos yacimientos que reúnan determinadas condiciones; a saber, que sobre una ocupación musteriense aparezca, sin abandono, una ocupación del Paleolítico Superior Inicial. En la Zona Cantábrica existen tres yacimientos fundamentales donde se dan estas condiciones: El Castillo, Pendo y Morín. El esquema de las secuencias es un esquema poco homogéneo porque no se parte del mismo tipo de musteriense en los tres yacimientos: en algún caso se trata de musteriense de tipo charentiense y en otros sería musteriense de denticulados. Además la fase inicial del Paleolítico Superior superpuesto varía: en uno de los yacimientos encontramos en primer lugar una fase Auriñaciense y a continuación otra chatelperroniense y sucede de forma contraria en otros yacimientos.

    No obstante, se ha intentado por Victoria Cabrera y Bernaldo de Quirós demostrar un supuesto autoctonismo mediante la constatación de porcentajes parecidos en determinados elementos del Registro lo que sería la base para esa supuesta evolución autóctona. El caso es que, de igual forma, existen porcentajes alejados que hacen muy difícil defender una relación entre las distintas fases culturales. Además, esos porcentajes cercanos en los que se basaban aquellos autores (tipos de núcleo y de lascas y materia prima) pueden ser debidos a que las distintas poblaciones utilizarían las mismas materias primas y éstas mediatizarían las características técnicas de un conjunto lítico. Así, aunque con poblaciones distintas, el hecho de usar las mismas materias primas hace perfectamente lógico la existencia de porcentajes cercanos lo que no tendría porqué implicar autoctonismo. Además, las estadísticas, como vía analítica única, puede dar lugar a conclusiones erróneas porque incluso al mismo nivel podemos tener distintos porcentajes según la intensidad de la actividad realizada en el lugar concreto.

    26/03/2001

    Aunque parece que no existe sucesión evolutiva musteriense-auriñaciense, la transición, en cronología AMS, estaría en torno a los 40.000 B.P. y si usamos fechas convencionales hablaríamos de los 35.000 B.P. La transición se hace de forma rápida y la sustitución del musteriense se lleva a cabo en unos 1000 años más o menos.

    En lo que se refiere a la Zona Catalana, la transición no es muy distinta a la de la Zona Cántabra. La diferencia más apreciable es que en Cataluña no se reconoce el Chatelperroniense (sí en Cantabria). El inicio del Paleolítico Superior en Cataluña se lleva a cabo, también, con el Auriñaciense. Al respecto podemos rastrearlo en la Cueva de L'Arbreda, Reclau Viver, Mollet, etc. Cuando analizamos el musteriense de Cataluña para ver si existe homogeneidad, vemos que el punto de partida se corresponde con tipos distintos de musteriense y así, de nuevo, tenemos un cuadro heterogéneo que hace difícil una solución de continuidad. Al margen de esta falta de homogeneidad en el punto de partida, todo hace indicar que a la hora de cotejar desde el punto de vista técnico los conjuntos musterienses más modernos y los auriñacienses más antiguos, los resultados comparativos son muy negativos y no podemos plantear esta solución de continuidad. El auriñaciense supone un índice laminar muy superior al musteriense y en el que existe una pujante industria ósea. Se trata en suma de muchos contrastes tipológicos como para pensar en el auriñaciense como evolución del musteriense siendo, más bien, una ruptura. Habría que considerarlo también, al auriñaciense, como resultado de aportaciones externas que no tienen otra posibilidad que la del sudeste francés.

    Se tiene un número amplio de fechaciones absolutas para este momento de transición en la región catalana. Son cronologías coherentes. Para el final del musteriense tenemos fechas de L'Arbreda y Romaní que rondarían los 39.000 B.P. (en cronología AMS) o 36/34.000 B.P. (en cronología convencional). Por su parte, el auriñaciense más antiguo de Cataluña estaría entre los 39.000 B.P. (AMS) o 34.000 B.P (convencional). El cuadro, pues, es homogéneo y la transición se realizaría en fechas cercanas a las del Cantábrico. También parece claro que la sustitución es bastante rápida (ambas en las mismas fechas; en torno a los 39.000 B.P.-AMS) y ello también dificulta la teoría de la evolución.

    La Región Valenciana también nos da un cuadro relativamente parecido en Cantabria y Cataluña. Tampoco aquí existe chatelperroniense y el auriñaciense antiguo sólo existe en una cueva (Cova Beneito) con lo que tampoco podemos ver la relación entre musteriense y auriñaciense. Es interesante destacar que el tránsito en Valencia es de un momento más reciente lo que queda claro dada la fechación absoluta que se tiene en Cova Beneito y que está en 34.000 B.P. (AMS) o 30.000 B.P. (convencional). Esta fecha no resulta incoherente con la del último musteriense valenciano (29.000 B.P. AMS) que llega hasta el Würm III porque también el auriñaciense es más reciente. Al margen de esta perduración, todo indica que la transición es rápida. Cuando se analiza la tipología del musteriense más reciente y se compara con el auriñaciense valenciano estamos ante un cuadro contrastado tanto técnica como tipológicamente con lo que es difícil justificar una evolución. Existen datos en Cova Benito que presentan un Registro que podría plantear dudas y podrían utilizarse para defender una cierta continuidad porque en el musteriense inmediatamente anterior al auriñaciense aparecen algunas piezas muy típicas del auriñaciense (azagaya y colmillo) pero lo más lógico es que existieran filtraciones estratigráficas. Parece lógico que la incorporación del auriñaciense se hiciera desde Cataluña con lo que existiría una expansión de las tecnologías del Paleolítico Superior de Norte a Sur (que llegaría más tarde a Andalucía) lo que explica que los neandertales más recientes estuvieran en el Sur. De la meseta apenas podemos decir nada, ni tampoco de Portugal.

    EL HOMBRE MODERNO EN LA PENÍNSULA IBÉRICA

    Restos de hombre moderno del Paleolítico Superior tenemos prácticamente en todas las zonas de la Península Ibérica. No se trata de un Registro muy amplio numéricamente ni de partes del esqueleto conocidas ya que no existen muchos enterramientos y sólo tenemos (casi) el hueco de los fósiles. Sabemos, no obstante, lo suficiente como para saber que son individuos anatómicamente modernos, en la misma línea que en Europa y prácticamente igual que hoy.

    ¿Podemos establecer una relación con los neandertales?. En el Continente siempre existieron problemas para defender la teoría multirregionalista del surgimiento propio del hombre moderno, pero es muy difícil establecer esta teoría con los datos que tenemos, estando muy claro que existió una ruptura (nada, pues, de evolución). Comenta el profesor Marqués que existe una covacha en Portugal (Lapedo) donde hace unos dos años se halló un Registro fósil de un neandertal con algunos rasgos modernos, hecho por el que se llegó a hablar de una situación híbrida y además la fecha era de 27.000 B.P. convencional. De ser así no debemos interpretarlo en el sentido de utilizarlo como base de defensa de una supuesta evolución de neandertales a hombres modernos. Ello porque en esa fechación ya llevarían, los sapiens-sapiens, varios milenios aquí (más de 8.000 años). En todo caso podría tratarse de alguna situación de mezcla más que de evolución.

    Tenemos restos de hombre moderno en todos los contextos del Paleolítico Superior (auriñaciense, solutrense, epigravetiense y magdaleniense). Como la tecnología llega, casi con toda seguridad, vía Francia, lo lógico es que las poblaciones fueran también de hombres modernos que aportarían, al principio, auriñaciense.

    Hay un punto nada claro: la relación anatómica o autoría del chatelperroniense escaso de la Península Ibérica (sólo lo tenemos en Cantabria). Según el profesor Marqués, se trata de una cultura de transición entre ambos Paleolíticos. No sabemos con certeza el autor de esta tecnología y lo único que podemos hacer es ver lo que ocurre en otros contextos; por ejemplo en Francia donde los dos únicos restos fósiles asociados a Registros chatelperronienses son de neandertales. De esta forma podríamos plantear que fuera también, el neandertal, el autor de este chatelperroniense ibérico. Ello no implica asociar a neandertales con industrias del Paleolítico Superior. Hoy se tiende a pensar que el chatelperroniense es más bien el resultado de una aculturación de los neandertales.

    TECNOLOGÍAS DESARROLLADAS POR LAS POBLACIONES DEL PALEOLÍTICO SUPERIOR.

    En cuanto a las tecnologías del Paleolítico Superior, considerada a escala general la secuencia cultural de la Península Ibérica, ésta encaja bien en la de Europa Occidental teniendo muchos parecidos. Se trata de conjuntos industriales que utilizan el sílex como materia prima aunque existen materias primas alternativas (fundamentalmente cuarzo y cuarcita), sobretodo en sitios con tradiciones de esta utilización. Este incremento del uso del sílex es relacionable con la mayor complejidad de las nuevas tecnologías que requieren materias primas de mayor calidad. Como quiera que se siguen utilizando el cuarzo y la cuarcita, parece que estas materias son las responsables de las peculiaridades de algunos conjuntos. De todas formas, en cuanto a materias primas, quizás el rasgo más novedoso sea la incorporación amplia del hueso (más que novedad sería una generalización) para piezas distintas que con anterioridad. Puesto que las secuencias tienen gran relación con Europa Occidental, se sigue aceptando aquella clasificación clásica de:

    • Paleolítico Superior Inicial (Auriñaciense, Chatelperroniense y Perigordiense, llamado en su fase superior Gravetiense)

    • Paleolítico Superior Medio (Solutrense)

    • Paleolítico Superior Final (Magdaleniense)

    27/03/2001

    Siguiendo una tendencia que continuará en épocas siguientes, el mapa de yacimientos muestra la falta de homogeneidad en su distribución. Buena parte de los yacimientos aparecen concentrados en dos grandes áreas: la cantábrica y la mediterránea, que pueden considerarse los dos grandes focos geográficos y culturales que muestran un cierto paralelismo y también algunas diferencias (aunque menos) que pueden tener causas muy distintas como los aspectos climáticos, por ejemplo.

    Estas dos zonas geográficas, a lo largo del Paleolítico Superior, se verán inmersas en una serie de influencias. Así, en el Cantábrico se verán influencias del Suroeste francés mientras que el Mediterráneo las tendrá del Sureste. Tal vez sería conveniente estudiar por separado estas dos zonas pero ello sería muy lento por lo cual se irán viendo simultáneamente señalando las diferencias que pudieran surgir que se dan, principalmente, en el solutrense.

    En el Paleolítico Superior Inicial la primera referencia sería al chatelperroniense que se sigue considerando un contexto o cultura de transición entre el Paleolítico Medio y el Paleolítico Superior. La primera idea que se tiene es que el chatelperroniense “evoluciona” pero esto es algo equívoco como ya vimos. Sucedería que se entra en contacto con hombres modernos auriñacienses por lo que se produciría una mezcla. Chatelperroniense en la Península Ibérica se conoce bastante poco, tan sólo podemos asegurar su existencia en la Zona Cantábrica. Se desarrollaría de forma bastante contemporánea al auriñaciense lo que es indicativo, también, de que el chatelperroniense no evolucionaría hacia el auriñaciense.

    El chatelperroniense presenta una cronología inicial en torno a los 40.000 BP (AMS) o 35.000 B.P. (convencional).

    Contemporáneo al chatelperroniense en la Península será el auriñaciense que se da en el Cantábrico y en el Mediterráneo, aunque tal vez se concentre más en el Cantábrico. Los yacimientos que podemos citar son, por ejemplo, en la Zona Cantábrica los típicos de Castillo, Pendo y Morín. En la Zona Mediterránea catalana destacan L'Arbreda y Reclau Viver entre otros. En la Zona Mediterránea levantina tenemos como más destacable Beneito.

    La cronología del auriñaciense sería contemporánea del chatelperroniense teniendo unos inicios similares en torno a los 40.000 B.P. (AMS) o 35.000 B.P. (convencional) llegando hasta los 34.000 B.P. (AMS) o 29.000 B.P. (convencional). Se extendería de norte a sur iniciándose (en cuanto a cronología relativa) en el Interestadio II-III (o de Hengelö) y llegando hasta la primera mitad del Würm III.

    Se habla de dos fases distintas:

  • Auriñaciense arcaico.

  • Auriñaciense típico.

  • Abundan las láminas, raspadores, etc. Se desarrolla la industria ósea con tipos como las puntas en hueso y las azagayas.

    Un rasgo distintivo son las limitaciones que impone la materia prima y así, por ejemplo, en la Zona Cantábrica, donde el cuarzo y la cuarcita se siguen usando por lo que en los conjuntos auriñacienses aparecen hojas laminadas someramente retocadas en sus laterales. También nódulos de pequeñas dimensiones que implican láminas auriñacienses en un formato bastante reducido.

    Esta primera fase del Paleolítico Superior Inicial concluye con el gravetiense, conjunto tipotecnológico que parece ser aportación externa penetrando por el Pirineo oriental y occidental. El cuadro de distribución es parecido al del auriñaciense, tal vez algo más amplio, pero se repite en general. Se conoce el gravetiense algo mejor en el Mediterráneo aunque se sigue concentrando en el Cantábrico. Destacan la abundancia de las piezas laminares de dorso, tipo Punta de La Gravette. Se tienen cronologías absolutas que situarían el desarrollo gravetiense en una oscilación que iría entre 29-27.000 B.P. (convencional) hasta el 21-20.000 B.P. (convencional).

    El Paleolítico Superior Medio peninsular viene representado por el solutrense, industria lítica más estudiada y debatida por su proceso de formación y evolución hacia el magdaleniense.

    El tema de la formación del solutrense ha oscilado en multitud de zonas geográficas se busca su origen en África. En otros momentos se busca en Europa Oriental y luego se traslada la búsqueda a Francia. Hoy no parece que se discuta mucho que el solutrense se pudo originar en distintas áreas geográficas. Cuando se trata de su formación, la Península Ibérica es un ámbito geográfico a tener en cuenta y lo es por el registro arqueológico con que contamos en la actualidad en fechas antiguas. Así, por ejemplo, 20.500 B.P. para Parpalló (Zona levantina), 21.700 B.P. para Mallaetes (Zona levantina) y sobretodo 22.900 B.P. para Caldeirao (Portugal), todas fechas convencionales.

    En las otras zonas de la Península Ibérica, como en el Cantábrico, el solutrense no va mucho más allá del 20.000 B.P. de la Cueva de la Riera por lo que, a efecto de cronología nos interesa más la zona levantina y portuguesa. La cuestión es que las fechas que tenemos en la Península Ibérica causan problemas; así frente a los 21.700 B.P. de Mallaetes como fechación más antigua de la zona mediterránea, la zona portuguesa nos presenta una cronología aun más antigua con los 22.900 B.P. del Registro solutrense de Caldeirao. El caso, en cuanto a su formación, es que apenas tenemos nada en la Meseta como para rastrear un hipotético contacto entre ambas zonas peninsulares. Conforme avanza el solutrense las relaciones entre la costa atlántica y la mediterránea ya son más claras, evidenciándose rastros de solutrense en la cuenca del Tajo, cerca de Madrid.

    El problema principal es, pues, cómo se forma el solutrense y esto es algo que está por resolver. Lo único que podemos intuir es que el solutrense debe ser el resultado de un proceso de evolución de tipo tecnológico del gravetiense aunque hay que profundizar para saber como se pasa de un contexto al otro. Hay algunos elementos de unión y es que en el gravetiense está presente el retoque plano que se desarrolla en el solutrense inicial (por ejemplo las puntas de Font-Robert).

    28/03/2001

    Como conclusión del solutrense, lo único establecido con garantías es que la Península Ibérica parece ser una de las posibles cunas de la transformación del gravetiense al solutrense aunque no estamos en condiciones de señalar ese proceso. Otro aspecto del solutrense es que a partir de este periodo (sobretodo en sus fases avanzadas) comienza la diferencia desde el punto de vista de la cultura material entre las Zonas Cantábrica y Mediterránea. Esas diferencias dieron pie a que, en su momento, Jordá estableciera una distinción entre lo que denominó solutrense cantábrico y solutrense ibérico (correspondiente, este último, a la cuenca mediterránea). Esas denominaciones son ya poco frecuentes aunque siguen apareciendo. Tienen ya poco sentido porque incluso existen diferencias dentro del área mediterránea. Las diferencias son resultado de la diversificación regional que se desarrollará sobretodo en las fases finales del solutrense y periodos más avanzados.

    El Registro solutrense es más amplio que el de otros periodos. Nos sigue mostrando esa cierta concentración de yacimientos en el Cantábrico y en el Mediterráneo aunque de forma más matizable ya que vamos encontrando ciertos enclaves en la zona portuguesa y mesetaria. Los yacimientos más significativos son prácticamente los mismos. Así, en Cantabria tenemos los tres típicos de El Castillo, Pendo y Morín a los que añadiríamos algunos más típicos del solutrense como Las Caldas y La Riera. En lo que hace a la zona catalana tendremos L'Arbreda y Reclau Viver. En la zona valenciana o levantina destacan Parpalló, Mallaetes y Beneito (también más recientemente Les Cendres).

    Como con el solutrense se incrementan las diferencias entre regiones y con Europa, hay que hacer un estudio más detenido sobre la cuestión. La secuencia estrictamente solutrense, en la actualidad, se estructura en tres fases a las que sigue una fase inmediatamente anterior al magdaleniense de difícil caracterización.

    El inicio se produciría con un Solutrense inferior, estadio poco conocido que únicamente lo tendríamos en Parpalló y Mallaetes, con cronologías de 20.500 y 21.700 B.P. respectivamente (convencionales). Se trata de un contexto cultural desarrollado en los momentos finales del Würm III, corroborado con la analítica paleoambiental (más propio de una fase estadial que interestadial). Parece contrastar bastante con el gravetiense y destacan las puntas de cara plana con retoque generalmente plano estando ausente el retoque abrupto anterior.

    Un segundo estadio en la evolución del solutrense comienza a desarrollar conjuntos típicos diferentes de lo que pasa en Europa. Este solutrense medio es fechable (por consenso) entre el 20.000 y el 18.000 B.P. (variando según las zonas). Esta fase tiene a señalar un primer dato: la expansión por toda la Península Ibérica. Así, desde la Zona levantina (también algo en Portugal), pasa a toda la Península.

    Aparte de las características generales de todo solutrense medio quizá el aspecto más peculiar sea la aparición de las primeras puntas con pedúnculo (sobretodo de aletas, más característico de la Zona Mediterránea, sobretodo valenciana). Éste es un tipo lítico que desaparece con el solutrense y aparece al final del Neolítico y principio de la edad de los metales. De acuerdo con las fechaciones, este estadio medio se desarrollaría en la fase interestadial III-IV de la glaciación würmiense o de Laugerie.

    La última fase del solutrense propiamente dicho es una época que representa un desarrollo de los tipos típicos de la Península Ibérica. Esa tendencia de progresiva regionalización se va incrementando poco a poco. Este solutrense superior se extiende hasta el 17.500 B.P. (convencional) y nos encontramos en los últimos compases del interestadio III-IV (de Laugerie) adentrándonos en los inicios de la fase fría del Dryas I (cuando se alcanzará el máximo glaciar), en el periodo más frío del Pleistoceno. Entre las características del solutrense superior, aparte de lo que se vio del medio (desarrollo del pedúnculo) es destacable la incorporación de las puntas de muesca. No son exclusivas de la Península Ibérica ya que se extienden por toda Europa Occidental, pero en el Área Mediterránea se realizan mediante una técnica distinta aplicándose no el típico retoque plano sino el abrupto.

    Terminado el solutrense superior nos encontramos en el Cantábrico y el Mediterráneo contextos tecnotipológicos difíciles de clasificar. Ello ha dado lugar a que los investigadores hallan tratado de denominarlos. Son contextos que tienen matices interregionales. Sí existe un elemento común para estas fases: los elementos más típicos del solutrense (foliáceos de retoque plano bifacial, puntas solutrense,...) prácticamente desaparecen. Se propusieron muchas denominaciones para esta fase.

    El problema es distinto en Cataluña y en el Mediterráneo. En el primero se propusieron muchos términos asociados a “solutrense” pero no tenía sentido dado que no aparecía lo más típico de aquella fase. En la actualidad, de forma más adecuada según el profesor Marqués, se le tiende a denominar fase de desolutreanización (¡toma ya!).

    El área mediterránea presenta caracteres distintos; es cierto que también representa la desaparición rápida de los elementos típicos del solutrense pero esta fase sí conserva, e incluso aumenta al principio, un tipo heredado del solutrense: las puntas con muesca. Puesto que el retoque abrupto es frecuente del gravetiense, durante muchos años este período se conoció como solutreogravetiense, pero esta denominación ha caído en desuso porque no resulta correcto seguir hablando de solutrense y porque introducir el término gravetiense presta a equívocos (el gravetiense quedaba ya demasiado lejos). La bibliografía más reciente (Villaverde Morilla, Aurea Tortosa) habla de episolutrense.

    Las características de esta fase son diferentes dependiendo de que hablemos del Cantábrico o del Mediterráneo. En Cantabria este contexto se extiende hasta el 17.000 B.P. o algo menos (final del Dryas I a) y principios de la oscilación templada de Lascaux), periodo que combina una fase fría con una templada. Existe una disminución muy marcada de los tipos solutrenses y lo más característico es la tendencia al microlitismo y a la aparición de elementos del magdaleniense inicial (sobretodo las raclettes).

    En la Zona Mediterránea este episolutrense parece que llega hasta el 16.000 B.P. (adentrándose aún más en la oscilación de Lascaux). Estos contextos mediterráneos se caracterizan por la disminución de los foliáceos aunque mantiene en las fases iniciales las muescas de retoque abrupto, siendo también característico las laminitas de dorso abatido.

    La última fase del Paleolítico Superior peninsular está caracterizada, al igual que en Europa Occidental, por la explosión de los conjuntos magdalenienses, contexto conflictivo en la Península en cuanto a su evolución y, principalmente, en cuanto a su aparición en la misma (¿proceso interno, externo, con influencias, ...?). Así, en sus fases iniciales plantea un problema parecido al del solutrense que no estamos en condiciones de resolver, existiendo muchos interrogantes. La problemática es distinta dependiendo del área geográfica (mediterránea o cantábrica).

    29/03/2001

    Al final llegamos a la misma conclusión. De la Zona Mediterránea podemos mencionar sólo un yacimiento del magdaleniense antiguo: la Cueva de Parpalló. En los últimos años se han mencionado Tossal de la Roca y Cueva Matutano, entre otras. Estos yacimientos tienen o colecciones muy reducidas o secuencias estratigráficas problemáticas cronológicamente. Sólo Parpalló tiene un Registro claro; en él el magdaleniense inicial está por encima de un estrato episolutrense, lo que permite establecer una comparación entre ambas fases. El resultado es un poco ambiguo sin que se esclarezca nada. Ello en el sentido que, desde el punto de vista de la tipología lítica, la comparación es totalmente negativa: se trataría de dos situaciones completamente distintas. Así sucede también cuando la comparación es a nivel de industria ósea (en cuyo caso parecería más semejante). De este análisis ambiguo, casi todos los autores no ven suficientes argumentos como para establecer una evolución entre ambas fases porque el contraste lítico es excesivo. En conclusión, el magdaleniense de Parpalló no se ha formado sin algún tipo de influencia externa. La influencia posible no está clara porque no existen enclaves de magdaleniense inicial ya que lo más cercano está en el Sur de Francia. Habría que pensar como hipótesis que el magdaleniense antiguo se forma desde el Sur de Francia. Existe, pues, un proceso de aculturación que afectaría al episolutrense.

    Uno de los problemas que se plantean es la falta de enclaves que nos permitan completar la relación entre el Sur de Francia y Parpalló. Desde un punto de vista geológico el momento de Parpalló se evidencia en un buen número de cuevas de la zona, rupturas estratigráficas y procesos erosivos que dificultarían la ocupación de las cuevas. De ser así es posible que las poblaciones recurrieran a asentamientos al aire libre (con los problemas que estos asentamientos plantean en cuanto a su hallazgo y estudio).

    En la Zona Cantábrica la problemática es algo distinta. Existen más yacimientos del magdaleniense inicial y una buena parte se encuentra inaugurando secuencias estratigráficas (la inician o la ocupan tras un largo periodo de abandono). Esto nos hace pensar en la existencia de poblaciones nuevas. Si a ello unimos que en líneas generales podemos hablar de que el contraste entre la desolutreanización y el magdaleniense inicial es apreciable, la conclusión es que el magdaleniense cantábrico se iniciará con aportes externos (posiblemente del suroeste de Francia). También debieron existir fenómenos de aculturación (aparición de las raclettes).

    Otro tema también interesante dentro del magdaleniense es que éste presenta ciertos parecidos a lo que sucedía con el musteriense: una vez avanzado el magdaleniense existen niveles de diferenciación que funcionarían al mismo tiempo y en el mismo sitio. Se dan distintas propuestas para explicar esto. Pilar Utrilla adopta una postura funcionalista (en la línea de Binford) y piensa que estas diferenciaciones pueden existir en función del tipo de campamento de que se trate con lo que los campamentos bases tendrían diferencias tipológicas con respecto a los campamentos secundarios o especializados y de ahí la variabilidad.

    González Sainz propone otra cosa a modo de hipótesis de trabajo precisando una analítica exhaustiva. Él observa que esta variabilidad presenta un dirección este-oeste a lo largo de la Costa Cantábrica y esta es la misma dirección que sigue la variabilidad de la materia prima disponible. Así en occidente tenemos la cuarcita en mayor abundancia mientras que a oriente abunda más el sílex. Ello tiene algunas lagunas porque existen cuevas con interferencias donde se utilizarían materias primas más característica de la zona contraria. Este autor dice que si fuera una variación funcional (como defendía Pilar Utrilla) la variabilidad iría de Norte a Sur (por los distintos recursos existentes en este sentido) no de este a oeste (con similares recursos). En fin, el caso, como vemos, no está demasiado claro.

    En cuanto a la distribución de lugares en la Península Ibérica, ésta es una distribución similar a las vistas anteriormente. Tenemos los lugares típicos de la Zona Cantábrica: El Castillo, Pendo y Morín. También aparecen Cueto de la Mina, Cueva de la Riera, Juyo y Rascaño. En Cataluña tenemos Bora Gran. De Valencia destacan Parpalló, Les Cendres, Cova Matutano y Tossal de la Roca.

    La periodización del magdaleniense está hoy muy sintetizada en dos grandes momentos para las dos principales zonas (Cantábrica y Mediterránea).

    En la Zona Cantábrica se habla de una primera fase de magdaleniense sin arpones que correspondería al anteriormente conocido como magdaleniense arcaico, inferior y medio y con una cronología que iría del 17.000 al 14.500 B.P. (correspondiendo con el final de la oscilación de Lascaux e inicios de Dryas I b)). Después tenemos el magdaleniense con arpones equivalente al antiguo magdaleniense superior y con una cronología comprendida entre el 14.500 y el 12.000 B.P. que abarca el periodo que va entre la oscilación templada de Prebölling y la oscilación, también templada, de Alleröd.

    En la región mediterránea también existen dos grandes bloques: el magdaleniense antiguo (sólo conocido en Parpalló) desarrollado en distintas fases paralelas al magdaleniense sin arpones del Cantábrico y el magdaleniense superior que se extendería hasta el 11.000 B.P. (más reciente que en el Cantábrico.

    Ambas zonas tienen características comunes. Así, en cuanto a la primera fase las semejanzas radicarían en la común aparición de raclettes (que, no obstante, abundan más en la Zona Cantábrica), la importancia de las laminitas de dorso abatido, la amplia gama de puntas en hueso y el desarrollo adquirido por los elementos de sustrato. En cuanto a la segunda fase sus características serían la presencia de arpones y la importancia de las laminitas de dorso abatido.

    Fuera de estas dos grandes áreas ¿qué es lo que existe?. Lo cierto es que las otras zonas (sobretodo la Central) parece presentar un cierto despoblamiento. No sabemos si ello responde a la realidad. Siempre se dijo que esta baja densidad estaba relacionada con sus características geológicas: zona pobre en formaciones cársticas (pocas cuevas y abrigos), cuando este tipo de ocupación es de lo más característico de las poblaciones del Paleolítico Superior. De todas formas existe un yacimiento de Salamanca cuyo interés radica en que se encuentra en la oquedad de una pared granítica. Ello indica la posibilidad de que aun existiendo cierta desproporción de yacimientos con respecto a las Zonas periféricas, tal desproporción no fuera tan grande y que las poblaciones, ante la ausencia de cuevas, tuviera otras tendencias de ocupación. De ser así sus estrategias lo más posible es que se hallan perdido la inmensa mayoría de los yacimientos de aquella época, lo que implicaría que el nivel de poblamiento fuera mucho mayor de lo que hoy pueda parecer (cosa que es sólo una posibilidad). Así, el panorama extraperiférico es, en principio, pobre, tratándose de un Paleolítico Superior a remolque de las zonas periféricas cantábrica o mediterránea lo que sería lógico dada la entrada y las rutas de expansión de estas culturas.

    02/04/2001

    Una de las últimas zonas incorporadas en cuanto a la existencia de cultura material es la Zona del Ebro que, de momento, sólo presenta registros del magdaleniense superior presente en cuevas como Las Forcas o Chaves. Es un magdaleniense que, desde el punto de vista técnico y tipológico, guarda una relación clara con los grupos de la Zona Cantábrica. Es posible, incluso, que este magdaleniense de la Zona alta del Ebro pueda corresponder a una expansión no sólo de cultura material sino de población cantábrica y ello dado que en el magdaleniense superior, en la Zona Cantábrica, se produce un aumento considerable del índice poblacional. Parece posible que existieran, también, algunos enclaves solutrenses, aunque de documentación muy limitada.

    En La Meseta, los dos únicos contextos claros parecen, también, del magdaleniense (Cueva del Verdelpino y yacimiento de La Dehesa). Quizás, en cierta medida más interesante sea la evidencia en los entornos de Madrid de algunos materiales de clara filiación solutrense (piezas con pedúnculos y aletas). Tal vez este hecho pueda representar el nexo entre el área valenciana y la zona portuguesa.

    Portugal cuenta con un buen número de evidencias (sobretodo en su mitad sur). Allí existen todas las secuencias completas del Paleolítico Superior, aunque en cuanto al auriñaciense y gravetiense el registro es muy limitado. Al llegar al solutrense la documentación es de mayor envergadura y así tenemos, por ejemplo, la Cueva del Caldeirao. De esa secuencia el hecho más destacable es la presencia de elementos líticos que relacionan el Atlántico con el Mediterráneo: puntas con muesca y con pedúnculos y aletas, éstas típicamente mediterráneas y, por ello, tendríamos que plantearnos la posibilidad de relaciones entre el Mediterráneo y el Atlántico de los que, quizás, los yacimientos de Madrid sean el nexo. En cuanto al magdaleniense en la zona portuguesa, señalar que parece tener un “aire” cantábrico en su conjunto.

    ASENTAMIENTOS Y APROVECHAMIENTO DE RECURSOS.

    El Paleolítico Superior en su conjunto representa un cambio fundamental en la tecnología (mucho más de lo que supuso el cambio del Inferior al Medio). Representa toda una ruptura con respecto al Paleolítico Medio. El cambio en lo tecnológico también se ve en los asentamientos y en las estrategias y técnicas de aprovechamientos de recursos. Estas nuevas poblaciones de sapiens-sapiens presentan modificaciones y cambios que debieron intervenir en el éxito de su asentamiento y en la desaparición rápida de las poblaciones neandertales del Paleolítico Medio. No obstante, algunos de estos cambios no influyeron en el tema de la población porque se desarrollarían con posterioridad a la desaparición de los neandertales.

    En cuanto a las formas de ocupación de territorio (y refiriéndonos sobretodo a la Zona Cantábrica) existe un dato para empezar que es el importante aumento que se aprecia en el número de yacimientos, claramente constatado y que tiene importancia en la modificación de la ocupación del territorio. Este aumento parece implicar, con mucha seguridad, un incremento del índice de población. Existe una documentación algo más precisa que nos permite concluir cosas de más interés. Existen dos momentos en que se ve este aumento del número de yacimientos: el solutrense y el magdaleniense reciente. Pero quizás las diferencias entre unas y otras fases no sean tan marcadas y ello porque el solutrense tiene fósiles guías muy típicos que dejan muy claro cuando estamos ante un yacimiento de esta época. Pero existen otras piezas que al no ser tan típicas no está clara la época a la que pertenecen (hojas de laurel o sauce). En todo caso el aumento de yacimientos es relacionable lógicamente con el aumento de población. Además este crecimiento en el solutrense y magdaleniense reciente coincide a su vez con modificaciones en las forma de aprovechamiento de recursos, cambios que también parecen estar en la línea del crecimiento de los recursos que se obtienen (intensificación). ¿Qué provoca qué? ¿La población los recursos o los recursos la población?. En realidad la respuesta no es clara y ello es el caballo de batalla de la Prehistoria.

    Siguiendo la tendencia del Paleolítico Medio nos encontramos con unas poblaciones que parecen tender a la ocupación de la periferia aunque ello pueda ser engañoso porque puede que en La Meseta la población fuera mayor de lo que se piensa. En todo caso parece evidente que la población de la periferia sería mayor que la de la zona central. Ello es lógico porque, si no, no se produciría el choque que acabó con los neandertales.

    Existe un predominio de la cueva sobre el asentamiento al aire libre de una forma desproporcionada. Sabemos también que las poblaciones del Paleolítico Superior suelen buscar el mismo ámbito territorial que en el Paleolítico Medio; es decir, el terreno que va desde la costa hasta las zonas montañosas del interior, aunque también existen asentamientos tierra arriba. La mayoría de los asentamientos tienden a estar ubicados en una altitud media en torno a los 200-300 metros sobre el nivel del mar actual.

    La cosa varía cuando hablamos de funcionalidad del yacimiento porque entonces podemos hablar de estrategias distintas. Antes se mencionaba la existencia de zonas de habitación y zonas especializadas (más esporádicas estas últimas). Ahora la cosa va cambiando y hablaríamos de campamentos principales o residenciales y de campamentos secundarios (que lo son en función del campamento principal) y que pueden ser campamentos especializados. Eso sí, al igual que en el Paleolítico Medio un mismo enclave ha podido tener las dos características (por ejemplo Juyo y Rascaño en la Zona Cantábrica).

    Los campamentos principales o residenciales, siempre como tendencia general, suelen corresponder a cuevas generalmente espaciosas con salas confortable, bien orientadas, con un registro arqueológico muy variado relacionable con el desarrollo de casi todas las actividades que podían llevar a cabo, con áreas de ocupación grandes y que presentan periodos de ocupación continuados (que incluso podían aproximarse al año). Sobretodo en el Cantábrico estos campamentos suelen afectar al periodo comprendido entre la primavera y el otoño. También es frecuente que estos campamentos ocupen tierras menos altas donde es posible encontrar más recursos subsistenciales (intentando dar respuesta a esa ocupación más prolongada).

    Los campamentos secundarios ocupan cuevas con menor nivel de habitabilidad, peor orientación y ámbitos con menos recursos subsistenciales. Presentan áreas de ocupación más limitada (lo que implica grupos más reducidos) y con un carácter como máximo estacional. Suelen estar en el interior, en zonas más altas y que a partir del solutrense suelen presentar una especialización en la cabra.

    Esta dualidad podemos interpretarla en el sentido de desarrollo de una estrategia de agregación-disgregación de grupos: durante una parte del año estarían centrados en las tierras menos altas mientras que en otros momentos del año experimentan fenómenos de disgregación tendiendo a ocupar zonas más altas (sobretodo en época estival). Es una forma de ocupación que presenta modificaciones y diferencias con respecto al Paleolítico Medio y así es posible que esta diferencia actuara en alguna medida en el éxito de la sustitución poblacional.

    Debemos también concluir con que esa población desarrollaría una menor movilidad que las poblaciones neandertales. También se puede deducir que el territorio ocupado sería de mayores dimensiones (sobretodo en los momentos de disgregación.

    Hay que insistir en que se trata de tendencias generales ya que existirían asentamientos que no cumplen estas características.

    Existe pobreza en cuanto a estructuras de habitación y no sabemos si es que no había cabañas, en la misma línea que en épocas anteriores. Así, en Morín existe una estructura de cabaña con su hogar. También existe otro resto de cabaña en la Cueva de Chufín, donde lo que tenemos es prácticamente igual a lo que hay en Morín pero de forma circular. Hogares sí que tenemos en casi todas las cuevas.

    03/04/2001

    En cuanto al aprovechamiento de recursos veremos los recursos subsistenciales y los no subsistenciales.

    En el conjunto de las estrategias desarrolladas en el Paleolítico Superior de cara a los recursos subsistenciales, existen cambios claros con respecto al Paleolítico Medio y no sólo en su conjunto sino que a lo largo del Paleolítico Superior se advierten modificaciones pudiendo establecer tres situaciones distintas en cuanto al aprovechamiento de recursos. No son fases que supongan ruptura total con respecto al periodo anterior. Como características generales tendríamos que señalar que parece que existe un cierto predominio en el aprovechamiento de recursos cárnicos que también está claro que responde a tres biotopos distintos (bosque, estepa y montaña). Junto a ello tenemos la presencia de otros recursos alternativos (vegetales, pesca y moluscos). Las técnicas de obtención de estos recursos (las estrategias) sí varían a lo largo del período. Veremos las tres fases:

    Una primera fase abarcaría, generalizando, al Paleolítico Superior Inicial, presentándonos como características la no existencia de cambios sustanciales con respecto al Paleolítico Medio. Sí podemos señalar el hecho de que a lo largo de esta fase encontramos un mayor número de situaciones de especialización en la caza pero sin hablar de estrategias de caza especializada generalizada. También señalar el hecho de la existencia de cierta tendencia a concentrar las capturas en un número de especies no muy amplia. Sí podríamos rastrear unos matices distintos en cuanto a las técnicas empleadas para la obtención de los recursos cárnicos. Así, si comparamos las tecnologías líticas, vemos que hay una diferencia en aquellos tipos de útiles vinculados a la actividad cinegética; se incrementa su número y varían en su morfología. Abandonan esa fase triangular de las puntas musterienses. Ahora las puntas son mucho más especializadas y aguzadas y por ello tienen más capacidad de penetración en la piel y tejidos. Ello supone una ventaja: permite la práctica cinegética a mayor distancia e incluso se podría pensar en una caza más individual con lo que sí apreciamos cambios ventajosos. Poco más podemos decir del aprovechamiento de recursos en cuanto a cambios.

    En cuanto a la segunda fase, todo empieza en el Solutrense donde cambian tanto los recursos cárnicos como los recursos alternativos. Son cambios que se mantienen hasta el magdaleniense superior. El cambio apreciable en el aprovechamiento de recursos cárnicos es que si hasta ahora existía una estrategia de caza diversificada, a lo largo del solutrense esto cambia hacia caza especializada, centrándose en especies determinadas en porcentajes superiores al 80-90%. No se trata de casos aislados sino que se trata de una estrategia frecuente. Tampoco parece que sea una estrategia obligada por el entorno porque siempre aparecen otras especies tradicionales y además la reconstrucción paleoambiental demuestra la existencia de una amplia gama de especies. Esta especialización se centra en el ciervo, sobretodo en zonas no muy altas y en la cabra en zonas más altas. También se dan polarizaciones en el ámbito mediterráneo con el conejo (que no aparece en el Cantábrico). Además existen otras especies en porcentajes más bajos (équidos, renos, etc.). No se puede hablar de especialización por edad o sexo aunque, en algunos casos, se aprecian tendencias (hembras o individuos infantiles) aunque nunca como norma general.

    Además de los herbívoros o roedores nombrados, también encontramos especies que hasta ahora estaban poco representadas como las aves (en muy amplia gama) tanto en la Zona Cantábrica como en la Mediterránea (perdices, patos, rapaces, ...). De esta forma incluso existen niveles de especialización encontrando hasta un 90% de captura de aves.

    Tenemos casos donde no se da esta estrategia de especialización y existe, en cambio, una diversificación de especies. Al margen de la especialización en la caza también hay que señalar otro rasgo de los recursos cárnicos y así, cuando analizamos el registro óseo, se aprecia un incremento en la carne que se está aprovechando. Se obtiene más carne porque, lógicamente, se consume más carne, lo que está implicando una aumento de la población. La estrategia de caza especializada debió ir acompañada de un reajuste del régimen de movilidad de estas poblaciones, incrementado al basar buena parte de sus recursos en especies con cierto grado de movilidad. Se trata de una movilidad logística, vinculada al movimiento de los animales lo que está relacionado con los movimientos de agregación-disgregación. También podemos pensar en un aumento del territorio ocupado. Dentro de ese incremento de la movilidad logística (que no residencial) hay que contemplar que en esas fases del solutrense y magdaleniense antiguo existen restos de recursos costeros en el interior y también debió llevar aparejado una estrategia de selección (más planificación de la estrategia). Ya no hablamos de caza-carroñeo porque ahora se supone que sólo existe la caza (aunque también podían aprovechar, muy ocasionalmente, piezas para carroñeo).

    También existen novedades en las técnicas de caza. Desde el punto de vista de la tecnología lítica tenemos la tecnología solutrense con una gran variedad de útiles utilizados como armas (más número y variedad de puntas). Tienen una morfología más avanzada (agudización). Otros cambios también hacen que a estas poblaciones se les denomine grandes cazadores. Así tenemos el propulsor que mejoraría más el rendimiento, permitiendo el lanzamiento a mayor distancia y velocidad. Aparte hay que hablar de la arquería. El propulsor se deja de utilizar en el magdaleniense y siempre se pensó que el arco fue lo que lo sustituyó (aunque es más posible que el arco conviviera con el propulsor desde mucho antes). El caso es que aquí no se conserva bien la madera y por ello existen pocas evidencias que nos puedan dar luz sobre este tema. El artículo de referencia trata de demostrar la existencia del arco desde el solutrense y el autor concluye en que no todas las puntas sirven para armar una flecha porque tienen que tener unos pesos y dimensiones determinadas. Teniendo en cuenta estos límites, el autor estima que algunas de las puntas solutrenses estarían en los límites que harían posible su utilización como punta de flecha lanzada por arcos. Serían las puntas con pedúnculo o con pedúnculo y aleta y las puntas con muesca. Otras puntas como las de laurel o sauce estarían más en la línea de las lanzas o jabalinas. El autor incluso hace una propuesta de inserción en astiles mediante la inserción física o la atadura. De esta forma las aletas de las puntas serían muy apropiadas porque al insertarse en el animal impedirían su retroceso. La herida sería mayor que el astil lo que favorecería el desangrado del animal. Se abre la posibilidad de que se insertaran incluso hasta tres puntas con muesca en el astil con la misma función que lo anterior. Además se conseguiría que la flecha se pudiera recuperar al quedarse enganchada. En el magdaleniense existen puntas que también se mantienen; son puntas con muescas aunque obtenidas de otra forma. Son, también, geométricas, pero todo ello se mueve en el terreno de la hipótesis.

    En cuanto a los recursos alternativos y siguiendo en esta segunda fase, no se trata de estrategias nuevas (los neandertales, por ejemplo, ya pescaban) pero sí que existiría un aumento de estos recursos alternativos aunque la caza siempre predominó. Hay un tipo de estos recursos: la recolección de vegetales, que siempre debió estar presente. No podemos asegurar que se diera un incremento de estos recursos últimos porque no existen evidencias pero si se dio un aumento general de los recursos alternativos lo lógico es que se incrementaran los recursos vegetales. Sí se da la presencia en el registro del aumento de otros recursos. Así, por ejemplo, la pesca fluvial y el aprovechamiento de los recursos costeros. En lo que se refiere al ámbito costero es muy típico el aprovechamiento de recursos costeros. Podemos relacionar algunas tecnologías con estas actividades aunque no tenemos nada en el registro arqueológico que pudiera tener una función de anzuelo o vinculado a esta actividad. El incremento de esta actividad nuevamente es relacionable con la intensificación de recursos y el aumento de la población.

    04/04/2001

    En cuanto a la tercera fase, en los momentos finales del Paleolítico Superior (magdaleniense superior o con arpones o reciente) el Registro arqueológico muestra el inicio de tendencias en la estrategia de aprovechamiento de recursos que se plasmarán en el Mesolítico. Estas nuevas tendencias parecen orientadas hacia lograr más rendimientos en la obtención de recursos alimenticios. Así hay que volver a recordar el hecho que, de acuerdo con el cómputo de González Sainz, se produce un aumento del número de yacimientos y población. Esas tendencias, en cuanto a los recursos cárnicos, se ven en la ligera disminución en los niveles de especialización del Paleolítico Superior (sobretodo cabra y ciervo). Esta disminución se acompaña por un aumento del papel de otras especies distintas. Se quiere decir que estas tendencias del magdaleniense superior son a incrementar la diversificación (semejante a la tendencia anterior del solutrense). Así se ven ahora más équidos y bóvidos aunque predominando aún la cabra, el ciervo y el conejo.

    ¿Por qué se cambia la estrategia y se vuelve a la diversificación?. No existe una respuesta clara. Siempre se ha dicho que si se trata de aumentar los recursos alimenticios podemos suponer que incrementar la especialización fuera una estrategia arriesgada ya que ese incremento debería ser inviable y así se optaría por aumentar la diversificación y las especies alternativas. También lo podemos deducir de la modificación de los recursos alternativos a la caza (la pesca y la recolección vegetal se incrementarían). No es que caza y recolección se modifiquen en cuanto a piezas (continúan la pesca fluvial y los moluscos costeros) sino que estas actividades se intensifican. Quizás exista más presencia, en la pesca, de elementos marinos (por ejemplo los delfines). El hecho del incremento se evidencia también en el encuentro de elementos vinculables a estas actividades (aunque pocos aún) que antes no existían. La pieza más clara sería el arpón magdaleniense con una o dos filas de dientes. Junto al arpón nos encontramos con piezas de hueso de 2-3 centímetros, muy finas y biapuntadas que podrían ser utilizadas como anzuelos. Se mantienen la misma tónica en cuanto a la recolección de moluscos aunque aumentando su presencia.

    ¿Hasta qué punto pudo influir la diversificación en la movilidad logística?. Puede implicar una ligera disminución de la movilidad logística ya que los productos costeros (moluscos) comienzan a escasear (en el registro arqueológico) y aparecen los moluscos terrestres (como los caracoles).

    Para terminar, en cuanto a los recursos no subsistenciales, en su conjunto no parecen existir diferencias notables. Sí tenemos novedades como el aprovechamiento del hueso en elementos muy variados (tanto funcionales como simbólicos). No se trata de una materia novedosa aunque ahora se usa más. Tiene ventajas e inconvenientes. Tiene menos capacidad de penetración en las piezas pero es más flexible y se fractura menos que el sílex.

    Se puede rastrear el procesado de la piel y podemos deducir un incremento en el procesado de la madera (aunque no existen restos) porque en el magdaleniense superior se aprecia un aumento de los útiles de sustrato (muescas y denticulados) lo que se puede poner en conexión con el trabajo de la madera. Al existir un aumento de estas piezas es suponible que se dé un aumento paralelo en el procesado de la madera aunque no sabemos exactamente para que se utilizaría ésta. Lo cierto es que la Europa meridional no es muy apta para la conservación de la madera (dada su escasa humedad).

    La materia lítica sigue siendo fundamental. Lo que nos muestra el repertorio lítico es que el sílex es la materia más utilizada, incrementándose en esta época en paralelo con el superior nivel técnico de los útiles. También se siguen utilizando el cuarzo y la cuarcita sobretodo en los sitios donde siempre se utilizó (aunque ahora se usa menos). Así debió existir un mayor coste energético a la hora de la obtención del sílex ya que se aprecia sílex importado desde zonas alejadas de los yacimientos. Quizá no se trata de desplazamientos en busca del sílex sino que, dada la movilidad logística, ello sería más factible.

    En cuanto a las manifestaciones cultuales hay que resumir el capítulo correspondiente del Manuel de Prehistoria de la Península Ibérica de Barandiarán y otros (páginas 74-95).

    TEMA 3

    LAS COMUNIDADES DEL PERÍODO MESOLÍTICO.

    Los cambios físicos del Holoceno. Cuestiones de terminología. Tecnologías desarrolladas por las poblaciones del período mesolítico. Asentamientos y aprovechamientos de recursos.

    LOS CAMBIOS FÍSICOS DEL HOLOCENO.

    Al respecto existe poca documentación y la única zona que más o menos conocemos es la Cantábrica ya que en el resto existen datos muy aislados que no permiten establecer una evolución para ver los cambios físicos. Por ello hay que generalizar a partir del Cantábrico con los problemas que ello conlleva.

    En primer lugar hay que hacer una referencia al límite Pleistoceno-Holoceno que gozó de acuerdo unánime hasta que hace poco aparecieron posturas distintas en el ámbito europeo (probablemente, en la Península Ibérica, aparecerán pronto estas discrepancias).

    En la Península parece existir un acuerdo generalizado y la mayor parte de los autores mantienen una postura tradicional desde hace unos quince años consistente en datar el principio del Holoceno situándolo en coincidencia con el comienzo de la oscilación templada de Alleröd (12.000 B.P.). No obstante, en los últimos años, se aprecia en la bibliografía la tendencia a modificar la fecha de inicio del Holoceno hasta situarla en el comienzo del Posglaciar (en la fase Preboreal) hacia 10.200 B.P. Ello tiene importancia porque el Mesolítico siempre se ha hecho coincidir con el inicio del Holoceno clásico lo que retrotraería muchos registros que pensábamos del Mesolítico hasta el Paleolítico Superior. Así encontramos el aziliense como perteneciente al Paleolítico Superior aunque en esta asignatura se seguirá utilizando el sistema clásico.

    05/04/2001

    El Holoceno empieza en la oscilación templada de Alleröd (un período que va desde el 12.000 hasta el 10.800 B.P). Es un período en que aumenta la temperatura y la humedad y estas condiciones se traducen en el inicio de la recuperación del paisaje de bosque, todavía con especies frías aunque con la incorporación de la familia de los quercus (encinas y robles). El Dryas III es el último coletazo de la glaciación würmiense (llega hasta el 10.000 B.P.) marcando una pequeña vuelta atrás (más frío y menos humedad) aunque sin resultar muy apreciable. A partir del 10.000 B.P. empieza el Posglaciar (para otros se inicia el Holoceno).

    El posglaciar empieza con la fase preboreal (10.000-8.000 B.P.) en la que el paisaje de bosque vuelve a aumentar.

    Después viene la fase boreal (llegaría hasta el 7.500 B.P.) en la que aumentan más las temperaturas, alcanzándose una situación climática similar a la de hoy en el Cantábrico (incluso algo más elevada). Tan sólo en los momentos finales de la fase boreal se ve un bajón en la humedad pasándose a condiciones más secas. Esta fase supone un aumento aún mayor del bosque.

    A continuación iría la fase atlántica (7.500-4.500 B.P.) en la que mejora aún más la temperatura (que sube al igual que la humedad). En esta fase se alcanza el “optimum climaticum” (mejor tiempo que en la actualidad) y se incrementa aún más el bosque (con la familia quercus).

    Después viene la fase subboreal (4.500-2.700 B.P.) en la que existe un clima algo más seco pero sin que el bosque se vea mermado. Sí resulta interesante que a lo largo del período (sobretodo en sus fases iniciales) comienza a deteriorarse el paisaje arbóreo y de forma natural, lo que se debe a la introducción de la agricultura.

    Así existe una tendencia general al aumento de la temperatura lo que implica cambios en el relieve con el incremento del nivel del mar y, con ello, una transformación del litoral. El nivel actual se alcanzaría en el Preboreal y en el Atlántico incluso sobrepasándose el nivel actual. Estos cambios repercuten en cuanto a que parte del Registro Arqueológico de la fase inicial del Mesolítico haya desaparecido.

    En cuanto a la fauna holocénica su esquema viene marcado por:

    • La desaparición de especies de clima muy frío o paisaje vegetal muy abierto.

    • El aumento de las especies más propias de condiciones climáticas más húmedas y suaves.

    Entre las desapariciones a lo largo del Dryas III tenemos la del reno (desplazado hacia el Norte en toda Europa) y también la del bisonte. Frente a ello el ciervo tiene una presencia muy marcada y existe incremento de aquellas especies limitadas en el pleistoceno superior como el corzo y el jabalí. Algo así ocurre con los moluscos de agua fría y el ambiente ártico que aparecía en el Cantábrico durante el Pleistoceno Superior. Ahora existen moluscos de aguas más cálidas.

    Del resto de la Península Ibérica sabemos poco. Sólo algo de la Zona Mediterránea. Para el territorio valenciano los datos existentes son de yacimientos aislados en momentos concretos. En líneas generales esta zona gozó de condiciones algo más cálidas y húmedas. Incluso las pequeñas pulsaciones (secas o frías) se notan mucho menos. Es posible que ello se deba a las condiciones del Mar Mediterráneo. Su vegetación viene marcada por el ambiente de bosque con especies de clima poco frío. Se mantiene, no obstante, el pino. También, en la región valenciana y en la fase atlántica (con anterioridad al Cantábrico) empieza a detectarse la disminución de los pólenes arbóreos sin que se detecten modificaciones de la temperatura y la humedad y ello porque se introduce la agricultura

    CUESTIONES DE TERMINOLOGÍA

    Aunque el término mesolítico como periodo cronológico está totalmente consensuado, el problema se da cuando se trata de aplicar un nombre a las comunidades que se desarrollan en ese periodo. En el ámbito continental el tema presenta ahora una gran disparidad de criterios y así, para unos, el término correcto sería el de comunidades epipaleolíticas considerando que existen muchas características del Paleolítico Superior, mientras que otros utilizarían la denominación de comunidades mesolíticas porque aducen que éstas marcan diferencias apreciables con respecto a las comunidades del Paleolítico Superior. Al final se trata de una cuestión de cercanía o lejanía con el Paleolítico Superior.

    En la bibliografía hispana la disparidad es menor y se sigue en la línea de la terminología “epipaleolítica” resaltando la línea continuista con el período anterior. Existen, no obstante, otras tendencias y nos encontramos autores como Fano (un investigador del área cantábrica) que ha empezado a introducir el término de comunidades mesolíticas (culturalmente hablando) en las fases finales del período mesolítico (concretamente en el asturiense).

    TECNOLOGÍAS DESARROLLADAS POR LAS POBLACIONES DEL PERÍODO MESOLÍTICO.

    Existe un gran nivel de concentración de yacimientos en la zona cantábrica y mediterránea. La zona central tiene escasos yacimientos. También tenemos algunos yacimientos en la zona atlántica. En fin, se trata de concentraciones periféricas. Dentro de estas zonas es cierto que a la hora de analizar las industrias se aprecian claros paralelismos tanto en lo técnico como en lo tipológico aunque existen claras diferencias incluso dentro de las mismas zonas (así sucede en el Cantábrico). Esa diferenciación cultural que mencionamos a partir del solutrense se incrementa ahora, sobretodo en los periodos más avanzados. Son varias las razones que han podido influir en la diferenciación. Se parte, de hecho, de situaciones distintas y así, por ejemplo, el magdaleniense cantábrico tiene matices diferentes del magdaleniense mediterráneo. Hay que insistir en la diversidad de ecosistemas que pueden influir en la diferenciación. Hay que hablar también de los diferentes orígenes de las relaciones extrapeninsulares (Suroeste y Sureste de Francia).

    En la evolución tecnológica del periodo mesolítico viene siendo tradicional la división de dos subperiodos que tienen denominaciones distintas en virtud del criterio que se tenga (comunidades epipaleolíticas o comunidades mesolíticas). Hasta hace poco se distinguía entre Epipaleolítico Antiguo y Epipaleolítico Pleno, pero ello se modifica cuando algunos autores hablan culturalmente de mesolítico, identificando el Epipaleolítico Antiguo o Inicial con Epipaleolítico a secas y Epipaleolítico Pleno con Mesolítico. Estas diferenciaciones no se han visto en la zona mediterránea a escala bibliográfica.

    17/04/2001

    En cuanto a las tecnologías del epipaleolítico antiguo sus conjuntos industriales más característicos se siguen concentrando en las zonas cantábricas y mediterráneas aunque junto a ellas también conocemos conjuntos industriales de las zonas medias del Ebro y de la fachada atlántica portuguesa. Estos conjuntos industriales se desarrollan a lo largo de la oscilación de Alleröd, Dryas III e inicios de la Preboreal (11.700-9.500 B.P.), aunque no existe contemporaneidad entre todos los ámbitos geográficos de la Península Ibérica. En esta fase inicial los cambios medioambientales y paleoambientales no aparecen configurados, estando más cerca del Paleolítico Superior. Así, los cambios en las técnicas son poco significativos existiendo una clara continuidad. Otro aspecto a insistir es el incremento de la diferenciación cultural entre las regiones, algo que viene desde el solutrense.

    Desde el punto de vista tecnotipológico los dos grandes conjuntos del período son el aziliense y el epipaleolítico microlaminar o epimagdaleniense.

    El aziliense, estrictamente, lo encontramos por toda la zona cantábrica, de Asturias a los Pirineos, con yacimientos como la Cueva del Rascaño, la de Zatoya, Los Azules, el Piélago, Santimamiñe, etc. El marco cronológico para los conjuntos azilienses está bien fijada, sobretodo en la zona cantábrica, presentando un periodo que iría desde el 12.000 hasta el 9.500 B.P. Ello quiere decir, desde el punto de vista de la cronología relativa que estamos entre las oscilaciones de Alleröd, Dryas III e inicios de la Preboreal. El conjunto aziliense presenta, tanto técnica como tipológicamente, diferencias claras con el magdaleniense, aunque no rupturas. Las diferencias más apreciables son que, de entrada, la industria aziliense desarrolla técnicas más elementales, menos elaboradas, existiendo una clara reducción tipológica y un manifiesto empobrecimiento de la industria ósea. La apariencia externa de estos registros son las de un conjunto más bien tosco y un nivel de acabado mucho más bajo. Este aspecto de mayor tosquedad es la causa que dio pie a que se llegara a considerar a esta comunidad (en el ámbito europeo) como una regresión cultural frente al pasado anterior. Esa conclusión hoy no es aceptable. Ahora se piensa en poblaciones en que la tecnología en su conjunto aparece regida por el pragmatismo y la simplicidad. La idea es hacer la menor gama de útiles posible siempre y cuando cumplan una función determinada. Así deja de tener sentido la decoración porque todo parece regirse por el pragmatismo.

    ¿Cuáles son las características técnicas y tipológicas del aziliense en el Cantábrico?.

    Destaca el aumento del microlitismo con laminitas que aparecen con el dorso abatido y a veces apuntado dando pie a lo que se llama punta aziliense.

    Otro aspecto destacado es que nos encontramos con un conjunto tecnológico en que los buriles retroceden con respecto al magdaleniense aumentando, en cambio, los raspadores. Ello se podría interpretar como consecuencia del empobrecimiento de la tecnología ósea ya que el buril se debía utilizar mucho en las técnicas de trabajo óseo.

    Se incrementan los útiles de sustrato lo que puede indicar un aumento del uso de la madera. La importancia que adquieren estas piezas arcaizantes, que no requieren materias primas de buena calidad, explica que nos encontremos con un aumento de los materiales alternativos.

    En cuanto a la industria ósea el dato más significativo es el empobrecimiento, interpretado como pragmatismo. Destaca el típico arpón aziliense. Las poblaciones azilienses utilizarán cualquier tipo de hueso. Aparte de los arpones tenemos las varillas biapuntadas. Los arpones serían lo que más se relacionaría con el magdaleniense.

    Esta cierta continuidad entre magdaleniense y aziliense se aprecia, sobretodo, en los momentos iniciales del aziliense. Además las primeras ocupaciones azilienses aparecen superpuestas en los mismos yacimientos magdalenienses. Conforme avanza el aziliense se van diferenciando más. Hasta hace poco se pensó que la industria aziliense era homogénea y compacta sin que existiesen grandes diferencias. Actualmente los estudios de Fernández Tresguerres indican que conforme avanza el aziliense existen diferencias más claras en los momentos finales entre los distintos conjuntos azilienses. Estas diferencias consisten en que en las zonas más orientales del Cantábrico, en los momentos finales del aziliense, van apareciendo elementos geométricos. La zona más occidental (Asturias) queda libre de la incorporación de elementos geométricos con lo que al final del aziliense existirán diferencias entre las dos mitades cantábricas lo que a su vez apunta a los contextos diferentes del Epipaleolítico pleno.

    Paralelamente al desarrollo del aziliense, en la zona mediterránea se desarrolla lo que se llamó Epipaleolítico laminar o Epimagdaleniense. El conjunto microlaminar lo tenemos extendido desde Gerona hasta las zonas occidentales de Andalucía con yacimientos como Sant Gregori, Barranc Blanc, Mallaetes o Las Palomas. La cronología es casi simultánea al aziliense. Sus características también son relacionables con las vistas para el aziliense; se desarrolla un componente microlaminar donde destaca el retoque abrupto en laminitas apuntadas o biapuntadas. Están presentes los típicos buriles, raspadores y los elementos de sustrato (muescas y denticulados). También es destacable un empobrecimiento de la industria ósea. Existen conexiones con el magdaleniense en las laminitas de dorso abatido o en los elementos de sustrato. También es frecuente que los primeros conjuntos epimagdalenienses estén en lo alto de los últimos estratos magdalenienses.

    Aparte de estos dos conjuntos se conocen algunos otros encuadrables dentro de este epipaleolítico antiguo o inicial. Así, en las zonas del Valle del Ebro tenemos el yacimiento de Las Forcas aunque no está claro si enclavarlo en el aziliense o en el complejo microlaminar o si es algo autónomo o con influencias de ambos dada la situación “fronteriza” del yacimiento. Todo ello puede explicar su falta de definición.

    También en Portugal se van encontrando conjuntos tampoco demasiado bien definidos.

    La segunda fase, tras la del epipaleolítico antiguo o inicial, sería el Epipaleolítico pleno o mesolítico. Se iniciaría sobre el 9.000 B.P. de forma más o menos general para la Península Ibérica, aunque su final es más problemático porque viene marcado por el inicio del Neolítico y está muy claro que no toda la Península se incorpora al Neolítico al mismo tiempo, yendo, la neolitización, de este a oeste. En cuanto a la cronología relativa; en la secuencia paleoclimática estamos en el final del Preboreal, Boreal y parte de la fase Atlántica, todo dependiendo de la zona.

    Generalmente se trata de un periodo que tecnológicamente tiene un cuadro más contrastado que en el Paleolítico Superior, desde todos los puntos de vista. Ello se aprecia sobretodo en el Cantábrico donde se incorpora el término mesolítico para esta zona, no sucediendo así en el Mediterráneo donde el contraste es menos acusado y por ello aparece más (bibliográficamente hablando) el término epipaleolítico. Otro aspecto es que se aprecian diferencias dentro de los mismos ámbitos (por ejemplo en el Cantábrico). Los conjuntos más conocidos en la Península serían el asturiense, limitado a parte del Cantábrico, el epipaleolítico geométrico en el Mediterráneo y los concheros portugueses en la fachada sur atlántica.

    El más conocido es, sin duda, el asturiense que viene a representar la fase del epipaleolítico pleno o mesolítico en el Cantábrico, aunque abarcando sólo su zona occidental (Asturias y la mitad occidental de la actual Comunidad Cántabra). Los yacimientos son muchos y destacan Mazaculos, La Cámara, La Riera. Son yacimientos que presentan una distribución “costera” o “más costera” que antes. Más de la mitad de los yacimientos asturienses no sobrepasan los 500 metros desde la orilla. La cronología fue problemática y ello tuvo su aspecto positivo puesto que como resultado existe mucha cronología que data los yacimientos, todo lo más, en 9.200-9.000 B.P. extendiéndose hasta los 6.200 B.P. (fin de la Preboreal, Boreal y parte de la fase Atlántica).

    18/04/2001

    Las características del conjunto tecnotipológico del asturiense son diferentes con respecto al aziliense. En el asturiense tenemos presencia escasa de elementos microlaminares. Quizá lo más llamativo sea el conjunto de útiles que denominábamos elementos de sustrato. No estamos hablando sólo de muescas y denticulados sino también de piezas técnica y tipológicamente más arcaizantes como auténticos cantos tallados uni y bifacialmente con talla ruda de percutor duro y en los que se intenta obtener una punta despejada y no un filo. Estos elementos de sustrato, en muy alta representación, son de lo más típico de estas industrias líticas. Por ello, cuando no había fechaciones absolutas ni secuencias estratigráficas completas se llegó a pensar (Jordá) que este asturiense era una versión costera del achelense. Fueron necesarias muchas excavaciones para llegar a la conclusión de que el asturiense era lo que era y no lo que parecía. Esto tampoco es un síntoma de regresión sino de adaptación al medio (según el profesor). También existe un cierto contraste en la tecnología ósea que también se reduce desapareciendo, por ejemplo, el arpón magdaleniense, limitándose esta industria a algunos anzuelos biapuntados. Así parecería existir una discontinuidad cultural frente al aziliense. Hay que insistir en otros datos que evidenciarían una continuidad: los elementos de sustrato (aunque se introducen algunos más) donde se siguen viendo muescas y denticulados. Si para el aziliense hemos hablado de simplicidad y pragmatismo, en el asturiense encontramos una tecnología más pragmática y simple todavía. Con respecto al aprovechamiento del territorio existen diferencias aunque el asturiense lo que hace es llevar al final del desarrollo la estrategia de la diversificación de recursos equilibrando prácticamente las distintas fuentes de recursos.

    19/04/2001

    Los otros dos conjuntos más importantes que se conocen son el epipaleolítico geométrico y los concheros portugueses.

    El epipaleolítico geométrico, tal como lo definió Fortea, se extiende por todo el ámbito mediterráneo aunque está menos representado en Andalucía. Destacan la Cueva de la Cocina, Filador o Tossada de la Roca. Su marco cronológico se iniciaría con algo de anterioridad al asturiense, hablándose de unos 9.500 B.P., mientras que su final sería, también, anterior al del asturiense (sobre el 7.000 B.P.) aunque esta fecha es polémica y discutida. Sus características vienen marcadas por la disminución del componente microlaminar (laminitas de dorso abatido) y el desarrollo del componente geométrico (triángulos, semicírculos, etc.). Junto a ello es de destacar el mantenimiento de los componentes de sustrato. Destaca también el epipaleolítico geométrico de tipo trapezoidal.

    El otro ámbito; los concheros portugueses, se extiende por la mitad sur de la costa atlántica portuguesa con yacimientos como los de Moita do Sebastiao, Cabeço de Amoreira, etc.). Sus contextos industriales presentan una cronología encuadrada en este epipaleolítico pleno (7.000-6.000 B.P.). Tecnológicamente se caracteriza por tener un esquema paralelizable al visto en la zona mediterránea donde existía una tecnología de microlitos junto a elementos geométricos.

    Aparte de estos tres conjuntos más conocidos hay que referenciar otros contextos peninsulares menos conocidos o importantes. Así tenemos la mitad oriental del Cantábrico con manifestaciones industriales distintas a las del asturiense, con bastantes mezclas donde a veces predominan los componentes microlíticos y otros los geométricos, lo que dificulta la definición tecnológica de estas comunidades. Ello da lugar a que la bibliografía tenga múltiples denominaciones: geometrismo del País Vasco, mesolítico postaziliense, ...). Económicamente existen elementos de relación como los concheros, aunque tecnológicamente son diferentes de los asturienses.

    También tenemos el valle medio del Ebro, con yacimientos como Las Forcas, Costalena o Botiquería donde tenemos poblaciones que tenían un amplio componente microlaminar y donde ahora destacan los componentes geométricos. Parece que al menos una parte de estas industrias (zona del Bajo Aragón) serían poblaciones más emparentadas con las poblaciones mediterráneas mientras que los conjuntos del Norte del Ebro tecnológicamente parecen más emparentados con las poblaciones geométricas del Sur de Francia. Esta división parece que se mantendrá en el Neolítico.

    ASENTAMIENTOS Y APROVECHAMIENTO DE RECURSOS.

    También distinguiremos los dos periodos mantenidos para la tecnología. Las diferencias entre ambos periodos en este aspecto no son tan marcados en todos los ámbitos de la Península y así las diferencias o modificaciones en unas zonas son más marcadas que en otras. Se trata de desarrollos locales y no siempre contemporáneos. También hay que tener en cuenta que sabemos menos del Mediterráneo y Atlántico que del Cantábrico (que ha sido mucho más estudiado) en cuanto a formas de ocupar y aprovechar el territorio con lo que incidiremos más en este ámbito.

    En el epipaleolítico antiguo o inicial no podemos señalar modificaciones sustanciales con respecto al Paleolítico Superior. Existe una clara continuidad cultural y poblacional y las modificaciones no serán sustanciales aunque existan. Buena parte de los contextos de este epipaleolítico antiguo se evidencian en los mismos yacimientos superponiéndose a Registros magdalenienses finales. Lo que ocurre es que son aplicables las características del magdaleniense final a este epipaleolítico antiguo. La cueva es lugar preferente de ocupación tanto como campamento base como secundario. También son poblaciones que se distribuyen básicamente entre la costa y las zonas montañosas próximas, aunque existen claras incursiones al interior montañoso. Las modificaciones que podemos introducir son que su nivel de movilidad logística debió ser más limitado que en el Paleolítico Superior porque la especialización cinegética podemos darla por finalizada con lo que ello implica en la movilidad. También podemos suponer, en consecuencia, que los territorios ocupados y explotados disminuirían. En ese sentido hay que interpretar algo señalado al final del magdaleniense: la desaparición de productos costeros en el interior donde los moluscos costeros son sustituidos por la aparición de moluscos terrestres (caracoles). Se desarrolló, aunque no plenamente, una tendencia en cuanto a aprovechamiento de recursos que ya veíamos iniciada al final del Paleolítico superior; tendencia cuyo objetivo fundamental era la diversificación económica sin depender tanto de la caza de determinadas especies. No se llega a diversificar totalmente y sigue siendo la caza el pilar fundamental. Desaparece la polarización cinegética bajando los porcentajes de las especies que habían sido cazados antaño (ciervo y cabra) que, no obstante, siguen siendo prioritarias. Junto a estas especies toman mayor importancias otras que sin ser nuevas se desarrollan a partir de la expansión del bosque (corzo y jabalí). Con esta actividad podemos relacionar las laminitas de dorso abatido, por ejemplo.

    En el Mediterráneo vemos estas características menos señaladas y así, la dependencia de determinadas especies (conejo, cabra y ciervo) sigue siendo importante con respecto a lo que pasa en el Cantábrico.

    Al lado de estas modificaciones en cuanto a la caza, estas poblaciones del epipaleolítico antiguo aumentan unas actividades que ya se señalaban en el final del Paleolítico Superior; la pesca y la recolección de especies vegetales aunque sin aportar, tampoco, grandes cambios, aumentando, eso sí, su papel.

    Nos queda el tema de la recolección vegetal donde debemos usar un poco la lógica. Si se tiende a aumentar la diversificación debemos suponer que aumenta la recolección vegetal aunque ello es una conclusión lógica. También influiría el desarrollo del bosque. La pesca y la recolección de moluscos sí están claros en el registro. La pesca sigue siendo mayoritariamente fluvial (trucha y salmón). Ahí encaja el arpón aunque con una tecnología diferente. Parece que la pesca marina se incrementa lentamente, aunque por debajo de la pesca fluvial, en los momentos finales del aziliense y con ello se identifica el anzuelo. En los moluscos tendríamos especies más típicas de aguas cálidas y su presencia se incrementa llegando a encontrarse algunas formaciones de concheros.

    En definitiva la estrategia de estas poblaciones del Epipaleolítico inicial sería la de un mayor desarrollo de la diversificación económica que empezó al final del Paleolítico Superior lo que debió influir en la forma de ocupación del territorio con su menor movilidad logística.

    En el epipaleolítico pleno o mesolítico existe un cuadro paralelizable con lo dicho para las tecnologías. Existen más diferencias con respecto al Paleolítico Superior; su nivel de modificación es más marcado en algún contexto que en otros (asturienses o concheros portugueses). En el Mediterráneo parece existir una línea más continuista. De todas formas son poblaciones herederas del las del Epipaleolítico Inicial.

    Comenzaremos con el asturiense, como ejemplo de contexto cultural más contrastado de la época. En la forma de ocupación del territorio, estas poblaciones están claramente vinculadas al aziliense, siendo la cueva el ámbito preferencial de ocupación. Las modificaciones que establecen las poblaciones asturienses en cuanto a la ocupación del territorio radican en que ésta se hace con una distribución más “costera”, más cercana a ese ámbito. Así, casi el 85% de los yacimientos asturienses se encuentra en los dos primeros kilómetros hacia el interior. El yacimiento más al interior de todos los conocidos se encuentra a unos ocho kilómetros (cueva de Mere). El problema está en saber exactamente donde estaba el nivel del mar. Algunas cuevas asturiense se inundan en la actualidad lo que implica un menor nivel del mar que en la actualidad. También podemos suponer que existen yacimientos inundados. No estamos en condiciones de concretar el ámbito costero de estas poblaciones aunque está claro que es un nivel más costero que el de las poblaciones azilienses. De esta forma existe un incremento de los yacimientos asturienses con respecto al aziliense en el ámbito costero. También podemos tener en cuenta el hecho de que si nos desplazamos hacia el interior todas las cuevas azilienses son abandonadas. Ello parece indicar un desplazamiento de poblaciones que antes estaban más dispersas (azilienses) y ahora se concentran en el ámbito costero. En función de ello los asentamientos asturienses están en zonas poco elevadas. Cerca del 80% no supera los 50 metros sobre el nivel del mar y son pocos (4-5%) los que sobrepasan los 100 metros.

    23/04/2001

    Existe un aspecto estudiado últimamente por Fano: la insolación como factor de elección de las cuevas. Es un factor del que siempre se habló (el de la orientación de las cuevas) pero nunca se había estudiado a fondo. Fano estudia más de ochenta yacimientos asturienses y una gran mayoría presenta altos niveles de insolación (le da mucho el sol) y sólo una minoría presenta bajos niveles de insolación. Estos últimos coinciden con su ubicación en áreas marginales. La insolación, concluye Fano, debió ser muy tenida en cuenta por las poblaciones para la elección del asentamiento. En el ámbito de toda Europa suceden cosas similares y nos encontramos valles con yacimientos en una sola ladera y nada en la contraria. Existe un dato también tenido en cuenta por Fano: habría que estudiar las cuevas no asturienses para ver si no tienen tal nivel de insolación.

    Se aprecia una mayor concentración de yacimientos asturienses en las desembocaduras de los grandes ríos. Es posible que esta concentración sea un rasgo que guarde relación con las estrategias de las poblaciones asturienses en cuanto al aprovechamiento de recursos.

    Otro aspecto de los yacimientos asturienses es su aspecto o morfología externa que consiste en grandes acumulaciones de moluscos (concheros) que no se limitan a pequeños estratos sino que son acumulación que llegan a colmatar las cuevas y la población debe irse desplazando hacia el exterior de las mismas hasta tener que ocupar la zona de la entrada. Ello nos da otro dato a tener en cuenta: la movilidad descendería ya que ocupan las cuevas pese a estar colmatadas y ello también es coherente con la forma de ocupación del territorio.

    El caso de los concheros portugueses es algo distinto. Guarda cierto paralelismo ya que acumulan muchas conchas, pero el patrón de asentamiento es distinto. Son poblaciones no tan cercanas al ámbito costero aunque se asientan en las zonas de desembocaduras del río. No se asientan en cuevas sino al aire libre. El aprovechamiento que hacen de los recursos costeros lo llevan a cabo en el río como consecuencia de la subida del nivel del mar debido a las mareas. Se conoce poco de sus estructuras de habitación. Tan sólo algún yacimiento como Cabeço de Arruda o Moita do Sebastiao tienen un registro donde se conoce alguna estructura de planta circular donde se utilizaron postes de madera para hacer el esqueleto de la estancia.

    En el ámbito mediterráneo los patrones de asentamiento se mueven en la línea del periodo anterior sin que existan grandes modificaciones. Se da un incremento de la formación de concheros pero sin llegar a presentar las características antevistas para el asturiense.

    En cuanto al aprovechamiento de recursos, las estrategias de los asturienses, a grandes rasgos, representan el final de una tendencia que habíamos comenzado a rastrear al final de Paleolítico Superior y que se desarrolla en el Epipaleolítico; se trata de la diversificación en el aprovechamiento de recursos, intentando buscar una situación más equilibrada. Aunque esa sea la línea general, esa diversificación tiene niveles distintos según el ámbito geográfico. Los asturienses presentan una disminución en la caza cuyo papel baja de forma clara. No es que cambien las especies (siguen el corzo, el ciervo y el jabalí). Esta disminución se puede relacionar con la tecnología y así existe una disminución de los complejos microlaminares (usados en la caza). También puede ponerse en relación con la tecnología ósea porque ésta disminuye aún más que en el aziliense. Igualmente disminuye la industria lítica utilizada para el procesado de los huesos (los buriles). Cabría pensar, como deducción lógica, en un aumento de la utilización de la madera (ya se planteaba para el aziliense) aunque no quedan rastros en el Registro arqueológico. Ello es lógico dada la diversificación económica y el descenso del hueso, el aumento del bosque, el aumento, también, de los elementos de sustrato que procesaban la madera, etc.

    Las fuentes de recursos alimenticios que tienen un mayor aumento son la pesca y la recolección de vegetales. No sólo se trata de que aumenten sino que podemos hablar de ciertas modificaciones en estas dos actividades. Así, en la pesca, la fluvial cede en favor de la marina. Ello puede tener su equivalencia en la tecnología y así tendría que ver con la desaparición del arpón y la sola pervivencia de las varillas biapuntadas. En cuanto a los moluscos existe un incremento y también un cambio de especies dadas las modificaciones medioambientales. Su recolección adquiere un desarrollo considerable incluso llegándose a pensar en una especialización en los moluscos.

    Por último hay que hacer referencia a la documentación ya existente de la recolección vegetal (por ejemplo las bellotas). Qué papel tendría esta recolección es difícil de saber. Debió tener, al menos, una cierta importancia pero ello lo sabemos más por deducción que por lo hallado en los registros arqueológicos.

    Teniendo en cuenta todo lo anterior tiene cierto sentido la tendencia a la concentración en las desembocaduras de los grandes ríos ya que ello permite que en un territorio relativamente pequeño se puedan aprovechar una gran variedad de recursos (marinos, fluviales, vegetales, cárnicos, ...). Ello se traduce en una población que lleva a cabo un aprovechamiento más intensivo del entorno próximo al yacimiento (dada, también, la reducción de la movilidad logística de que hablábamos).

    En el caso de los concheros portugueses suceden cosas distintas; la recolección de moluscos es inferior a la del Cantábrico. Desarrollan una estrategia distinta, alejada del ámbito costero ya que esperarían las subidas de las mareas, tratándose de un aprovechamiento de productos costeros en un ámbito no costero. Esos recursos los combinarían con los moluscos de ámbito terrestre como el caracol.

    Del ámbito mediterráneo es de donde menos sabemos. El nivel de diversificación económica no llegaría a las cotas del Cantábrico o de Portugal. Allí se seguiría con niveles más tradicionales y aunque aumenta la diversificación y aparecen los concheros, la caza seguiría teniendo un gran papel y con ello se relacionan las piezas líticas geométricas. No sabemos nada sobre si existen piezas de madera dada su nula conservación. Disminuye el papel del conejo, tan importante en otras épocas y ello debido, quizás, a la expansión del bosque.

    Habría que hacer una referencia al capítulo de los enterramientos. Al respecto no existen grandes aportaciones siguiendo la evidencia de enterramientos individuales en fosa acompañados del correspondiente ajuar y estando presente el cuerpo en una posición bien extendida o bien contraída. Sí se aprecian modificaciones en la forma de asociar enterramientos. En la zona portuguesa existe documentación en algún yacimiento de más de quince enterramientos con lo que podríamos plantearnos la idea de hablar de necrópolis ya que existe una concentración inusual de estos enterramientos. Ello, en principio, puede resultar banal pero el hecho en si de la constitución de una necrópolis puede ponerse en relación con la vinculación de un grupo a un lugar concreto (dada la escasa movilidad). De esa circunstancia sería resultado la necrópolis, que tradicionalmente se había conceptuado como creación del Neolítico.

    TEMA 4

    LA NEOLITIZACIÓN Y LA EVOLUCIÓN DE LAS COMUNIDADES NEOLÍTICAS.

    Planteamientos actuales sobre el proceso de neolitización en la Península Ibérica; estudio regional. Evolución cultural de las comunidades neolíticas peninsulares: asentamientos, economía, cultura material y enterramientos.

    PLANTEAMIENTOS ACTUALES SOBRE EL PROCESO DE NEOLITIZACIÓN EN LA PENÍNSULA IBÉRICA; ESTUDIO REGIONAL.

    Considerado globalmente, el tema de la neolitización es uno de los más debatidos en la prehistoria, por la importancia y trascendencia de alguno de sus aspectos económicos como la agricultura. El debate sobre el proceso de neolitización es muy viejo, con muchas propuestas que han intentado explicarlo con gran cantidad de modelos basados en los diversos registros arqueológicos.

    A pesar de todas las propuestas y la acumulación de los registros estamos lejos de concretar los mecanismos del proceso de neolitización a nivel general. La Península Ibérica no ha escapado a ese debate que es reflejo del que se da en el continente europeo. Este amplio debate ha sido objeto de desarrollo de modelos teóricos, proyectos de investigación, etc. Pero, igual que en Europa, nos encontramos en un callejón sin salida, de forma que sigue siendo un problema saber como se ha producido el cambio del Neolítico y cómo se han extendido sus formas de producción.

    Louis Siret, en la transición al Siglo XX, nos presentó un primer cuadro sobre la forma en que se pudo realizar la neolitización de la Península. Desde esa fecha han sido muchas las propuestas que agruparemos en dos grandes bloques:

  • Unas propuestas bajo supuestos difusionistas más o menos marcados. Estas propuestas defienden que el Neolítico surge por aportaciones tecnológicas y económicas que vienen de fuera, traídos por grupos de población que se introducen desde el exterior. También los hay, en línea algo diferente, que defienden que se produce una expansión de conocimientos técnicos y económicos sin movimiento de población.

  • Otro grupo de propuestas (minoritarias) presentan un corte autoctonista más o menos declarado o marcado, haciendo hincapié en la capacidad de las poblaciones epipaleolíticas locales para adquirir todos o algunos de los rasgos que caracterizarán el Neolítico. Algunos plantean que esos desarrollos locales afectan tanto al ámbito tecnológico como al económico (por ejemplo, en la ganadería) mientras que otros se ciñen a la aparición local de algunos rasgos tecnológicos en tanto que para la agricultura y ganadería se ponen en una situación indecisa sin negar la posibilidad de una evolución autóctona.

  • Éste seria el cuadro general. La problemática actual hay que centrarla prescindiendo de esa totalidad de modelos. Para ello, desde un plano teórico, tendríamos que remontarnos a los años setenta y ochenta en los que se configura el llamado “modelo dual” que incluye las propuestas que sobre la neolitización hizo José Fortea con el modelo de la “ola o frente de avance” que implica mecanismos de movimientos de población (difusionismo). Para los defensores del modelo dual, la neolitización se inicia a comienzos del séptimo milenio antes del presente, en el ámbito del Mediterráneo, contemplándose dos modelos de población diferentes en sus aspectos económicos y tecnológicos:

  • Grupos de población que presentan un Neolítico pleno, que conocen la cerámica cardial, el pulimento, tienen una tecnología lítica y ósea distintas y presentan unas técnicas de obtención de recursos sin precedentes en la Península: agricultura y ganadería. Todo ello marcaría un fuerte contraste con las poblaciones epipaleolíticas precedentes suponiendo una ruptura con ellas.

  • Poblaciones epipaleolíticas locales que presentan unos rasgos culturales enraizados en el epipaleolítico geométrico, que desarrollan una estrategia de obtención de recursos de caza y recolección aunque incorporan algunos elementos novedosos típicos del Neolítico como la cerámica cardial y algún caso de domesticación de fauna.

  • Son dos poblaciones que conviven en el tiempo y tienen una distancia cultural muy marcada. La relación entre ambas debió consistir en la influencia de las poblaciones neolíticas plenas sobre las epipaleolíticas, introduciéndoles la cerámica.

    En cuanto a las poblaciones neolíticas, éstas carecen de precedentes y marcan una ruptura local por lo que deben ser poblaciones que llegan del exterior, desde ámbitos mediterráneos donde encontramos sus rastros (Balcanes y zona mediterránea francesa) en un proceso de expansión que tendría su centro de origen en el Próximo Oriente.

    Aunque se marca mucho el contraste tecnológico, hay que insistir, sobretodo, en la ruptura que suponen la agricultura y la ganadería. No existe en el mesolítico europeo ningún precedente de las especies en las que se basarán la ganadería y la agricultura neolítica (ni animales ni plantas) que son sustancialmente la cabra domesticada, la oveja, el trigo y la cebada. En efecto, de sus antecedentes silvestres no encontramos rastros en Europa Occidental luego forzosamente debieron venir de fuera.

    Estas poblaciones, denominadas “colonos Neolíticos” o “Neolíticos plenos” por Fortea, no suponen la plasmación de un proceso de neolitización si como tal entendemos un proceso gradual de avances tecnológicos y económicos. Se trataría de poblaciones que ya traen asumido el Neolítico plenamente configurado y que marcan una ruptura con las poblaciones del epipaleolítico local

    El modelo dual para explicar la llegada de estas poblaciones se vincula dentro del modelo o teoría del frente u ola de avance, que implica movimientos de población en un sentido este-oeste. Si las poblaciones de Neolíticos puros no suponen ningún proceso de neolitización (puesto que ya son Neolíticos de antemano) ¿dónde está el proceso de neolitización en la Península?. Pues éste sería el que llevarían a cabo las poblaciones epipaleolíticas autóctonas que van incorporando pautas del Neolítico. Se ve como proceso porque estas poblaciones autóctonas, a través del contacto con los Neolíticos puros, incorporarían algunos aspectos de ese Neolítico como la cerámica y ya en momentos más avanzados la agricultura y la ganadería.

    Este proceso de neolitización no sería, pues, un proceso autóctono sino que se inicia a partir de contactos con esas poblaciones de Neolíticos puros, con lo que estaríamos ante un proceso de aculturación. En esos mecanismos de aculturación el modelo dual contempla dos mecanismos diversos:

  • La aculturación directa, en la que la relación se daría entre las poblaciones del frente de avance (Neolíticos) y los epipaleolíticos locales.

  • La aculturación indirecta, en la que una población epipaleolítica, ya en vías de neolitización, influiría sobra otra población epipaleolítica pura.

  • ¿Por qué las poblaciones epipaleolíticas locales adoptan, en principio, sólo características tecnológicas y sólo en un segundo momento agricultura y ganadería? Esto estaría en función del marco del ecosistema en que viven que está enfocado para una estrategia de caza-recolección. Dado el nicho ecológico es más fácil incorporar sólo elementos tecnológicos y no elementos económicos.

    25/04/2001

    El modelo dual utiliza dos mecanismos distintos que explican el término: el mecanismo de la colonización y el mecanismo de la aculturación.

    Representa, el modelo dual, lo que se ha venido conociendo como paradigma cardial, vinculando la neolitización de la Península Ibérica a los colonos circunscritos a la cerámica cardial por lo que la neolitización se iniciaría por las zonas más orientales (vía Mediterráneo). Posteriormente, el Neolítico se iría difundiendo hacia Occidente.

    Al margen de este desarrollo teórico habría que tener en cuenta unos datos de finales de los ochenta y principio de los noventa que intentan negar o corroborar la validez del modelo dual a partir del análisis del ADN mitocondrial. Los resultados de este método evidenciarían la existencia en Europa de dos linajes humanos jóvenes relacionables con poblaciones del Próximo Oriente genéticamente hablando. Estos dos linajes aparecen concentrados en las zonas de acceso a Europa desde aquella zona, dato que de confirmarse corroboraría la entrada de estas poblaciones foráneas en los momentos en que nos situamos. El problema es que la presencia de estos linajes tiene niveles muy limitados en nuestro continente, desapareciendo a medida que se adentra en Europa. Ello implicaría que la difusión del Neolítico por el continente fue llevada a cabo de forma exclusiva por poblaciones epipaleolíticas locales europeas mediante mecanismos de relaciones culturales. Esto último no modificaría sustancialmente el modelo dual, sólo lo matizaría porque habría que dar más importancia a las poblaciones autóctonas y reducir el papel de las poblaciones del Próximo Oriente. Así, la colonización de la Península habría sido obra de poblaciones epipaleolíticas del Sur de Francia previamente neolitizadas.

    Además del modelo dual, a partir de la mitad de los noventa se ha incorporado en el marco teórico de la neolitización de la Península Ibérica otro modelo explicativo con aspectos comunes al modelo dual en el sentido en que defienden que se trata de técnicas externas. Sigue vinculando la entrada del Neolítico al mundo cardial pero la novedad radicaría en que niega la necesidad de tener que recurrir a mecanismos de difusión de poblaciones pudiendo, más bien, pensarse en la difusión de técnicas o ideas. Se trata de un modelo difusionista aunque más moderado. Se le conoce como modelo percolativo. El modelo parte de una situación frecuente entre los grupos de cazadores-recolectores (bandas) en las que son habituales las relaciones de reciprocidad y exogámicas. Lo habitual es que esos intercambios no tengan un trasfondo económico sino social; se trataría de relaciones de intercambio con el fin de limar tensiones y establecer buenas relaciones. Partiendo de ese hecho el modelo percolativo dice que el Neolítico se difundiría teniendo como marco esas relaciones exogámicas y siendo una difusión de esas técnicas y logros Neolíticos. Se hace relacionar a la cerámica cardial con el nexo de unión del Neolítico antiguo desde la costa dálmata hasta la Península Ibérica. Se defienden relaciones a gran escala cuyo elemento común sería esa cerámica. Es un modelo difícil de refrendar en el Registro arqueológico. La cerámica cardial es de difícil elaboración y requiere mucho tiempo y destreza por lo que empieza a creerse que tendría una misión no funcional sino más bien social o de intercambio. En fin, ello es difícil de evidenciar en el Registro arqueológico. Habría que analizar mucho más profundamente esta cerámica para confirmar el modelo, aunque, al menos, este modelo introduce el factor de las relaciones sociales, lo que es novedoso e interesante como vehículo de difusión.

    A partir de los ochenta los Registros de la Península Ibérica, el Sur de Francia e Italia ponen al descubierto algunos yacimientos (pocos) donde existe un contexto cultural que a tenor de su cronología y tecnología no encaja en el modelo dual ni en cualquier otro modelo que vincule la neolitización con el horizonte cardial. Se trata de yacimientos no amplios, con un registro discutible, pero que han servido de base para que algunos investigadores nieguen la validez del modelo dual aplicable a la Península Ibérica y la validez del horizonte cardial. A partir de eso se ha abierto la puerta para las posturas autoctonistas más o menos declaradas y que, en definitiva, vienen a insistir en la posibilidad de que la neolitización de la Península Ibérica tuviera su origen en las evoluciones locales epipaleolíticas. Se trata de un modelo que rompe por completo con los modelos duales o percolativos. No son propuestas totalmente homogéneas siendo más o menos autoctonistas (igual que sucedía con el difusionismo).

    Existe un conjunto de investigadores que han investigado el Neolítico de Andalucía Occidental (Cuevas de Nerja, Chica de Santiago o La Dehesilla) donde se dan contextos Neolíticos con cerámica no cardial, con domesticación de animales y con fechaciones casi un milenio anteriores a las del horizonte cardial de Cataluña y el Levante (comienzos del VIII milenio B.P.). Han defendido la formación de un Neolítico autóctono en el ámbito de Andalucía Occidental que también afectaría a la cerámica (algo más asumible). El problema es la domesticación ya que no existen antecedentes salvajes de los animales domesticados como la oveja o la cabra. Parece claro que la agricultura y la ganadería tendrían que venirnos de fuera (en la opinión del profesor Marqués).

    02/05/2001

    Se ha defendido la existencia de otros focos autóctonos en el Levante peninsular, proponiéndose el desarrollo de un Neolítico muy particular con la sola existencia de cerámica que ha llegado a defenderse como foco local de surgimiento del Neolítico (autoctonismo).

    En cuanto al registro arqueológico de los distintos ámbitos peninsulares hay que estudiarlos a fondo para ver si es cierto que pueden cuadrar con alguno o algunos de los modelos antevistos.

    Dejando a un lado Andalucía (zona muy importante para el Neolítico peninsular), seguiremos un esquema geográfico tradicional empezando por la Región Valenciana ya que ésta es uno de los primeros ámbitos donde se empezó a estudiar el Neolítico y posiblemente sea la zona más investigada aunque ello no implique que tengamos claro el proceso que se ha dado allí. La mecánica a seguir es ver primero el Registro de la forma más objetiva posible y tras ello sacaremos las conclusiones pertinentes.

    El primer yacimiento a ver será el de Cova Fosca. Es allí donde se encuentran las manifestaciones neolíticas más antiguas de todo el Levante y de casi toda la Península (salvo Andalucía), aunque no todos piensan así; es más, la mayoría no piensa así. La secuencia estratigráfica ha variado a lo largo de los últimos años y se han publicado cosas contradictorias. Últimamente sus propios investigadores registraron un yacimiento epipaleolítico fechado en 9.500-8.800 B.P. Por encima existe un primer nivel “Neolítico” con tradiciones epipaleolíticas y donde aparecen cerámicas no cardiales. Se fecha en 8.600-7.700 B.P. (la primera fecha -8.600- es muy discutida y difícilmente aceptable). Por encima de este primer nivel cerámico existe otro nivel también cerámico que mantiene tradiciones epipaleolíticas y contiene un repertorio cerámico no cardial fechado en torno a 7.200-7.100 B.P., aunque (ojo al dato) existe otra fechación de este nivel que lo sitúa en 5.700 B.P., fecha rechazado por los investigadores de ese yacimiento por considerarla contaminada, pero defendida por otros como se verá.

    Lo que ha variado bastante es la domesticación. Los primeros investigadores plantearon la domesticación de fauna en el epipaleolítico y se aseguraba la existencia de ganadería en las dos fases cerámicas. Lo último publicado es que en toda la secuencia de Cova Fosca no se da la existencia clara de economía de producción, lo que ha hecho que los investigadores hablen de mesolítico en vías de neolitización o de protoNeolítico cerámico ya que dicen que no queda evidenciada la economía de producción.

    Por el momento no existe ningún otro registro con la cronología de Cova Fosca; nada paralelizable a este yacimiento en todo el Mediterráneo. Hay que venirse a fechaciones de un milenio más reciente (6.900-6.800 B.P.) para encontrarnos en el Levante evidencias neolíticas claras. En torno a estas fechas, en el territorio valenciano, existen algunos yacimientos (Cova de L'Or, Cova de la Sarsa o Cova de Cendres) que presentan contextos carentes de poblaciones epipaleolíticas y que muestran los rasgos Neolíticos plenamente definidos (cerámica cardial, ganadería, etc). Se trataría de poblaciones nuevas.

    También en estas fechas (6.700 B.P.) nos encontramos otros yacimientos como, por ejemplo, Can Ballester, Cueva de la Cocina y Tossal de la Roca. Su contexto es distinto pese a su contemporaneidad con los vistos. Tienen tradiciones epipaleolíticas geométricas, desarrollando una economía claramente cazadora-recolectora que comienza a incorporar gradualmente elementos característicos del Neolítico.

    Se puede llegar a rastrear un auténtico proceso de neolitización que se puede ver, por ejemplo, en la Cueva de la Cocina (en su fase III) cuyas características son las de poblaciones epipaleolíticas geométricas en cuanto a su registro tecnológico y económicamente cazadoras-recolectoras, aunque nos encontramos con cerámicas cardiales que serían la única característica auténticamente neolítica. Por encima está Cocina IV donde ya nos encontramos muy diluidas las tradiciones epipaleolíticas y se han incorporado totalmente las características neolíticas (pulimento lítico, producción, ...). Esta fase de Cocina IV correspondería a lo que se conoce en la bibliografía como epicardial. Con ello deja de percibirse en el registro esta dualidad de poblaciones a las que hemos hecho referencia.

    ¿Cómo interpretar estos registros?. En principio podemos ver aquí los tres modelos que estamos barajando (autoctonismo y modelos dual y percolativo). El registro presentaría dos grandes bloques interpretativos:

  • Los que defienden la cronología citada para Cova Fosca. Sólo lo hacen sus propios investigadores que son una minoría.

  • La mayoría de los autores que no aceptan aquella alta cronología.

  • Para los primeros autores que defendían una cronología de 7.700 B.P. para las cerámicas no cardiales de Cova Fosca, el modelo dual no tiene validez como modelo explicativo ya que éste liga la neolitización al horizonte cardial siendo el Registro de Cova Fosca, a su juicio, mucho anterior. Defienden que en este yacimiento tenemos la cronología más antigua de la neolitización levantina, iniciándose este proceso con la incorporación de la cerámica. Las Cuevas de L'Or, Sarsa y Cendres serían, para estos autores, contextos mucho más recientes en un estadio, ya, de pleno Neolítico. Así, para este grupo, el proceso supondría una clara continuidad entre el epipaleolítico y los primeros estadios cerámicos de Cova Fosca, lo que implica una posición claramente autoctonista. En cuanto a la ganadería y la agricultura les importa menos que procediera del exterior. En fin, sería una situación no única porque ellos también aceptan aquellos contextos andaluces que estudiábamos (los de las cronologías que rondaban los 8.000 B.P.) y también mencionan algunos yacimientos del Sur de Francia como La Poujade o Campafroud. En ningún caso pretenden, estos autores, establecer una relación entre Andalucía, Levante y el Sur de Francia.

    El grupo de los segundos autores más que en las fechaciones absolutas se fijan en los contextos culturales (evolución cerámica). Así, las cerámicas de Cova Fosca (las fechadas por los otros en 7.700 B.P.) con decoración no cardial, serían paralelizables a las que aparecen en las Cuevas de L'Or y Cendres por encima de la cerámica cardial. Ello implicaría que la cerámica de Cova Fosca sería de un Neolítico medio y no de un Neolítico antiguo. Aceptarían, para este yacimiento, aquella fechación de 5.700 B.P. denostada por los investigadores del yacimiento (autoctonistas) por no venirles bien. Para los detractores del autoctonismo (sobretodo los defensores del modelo dual) el Neolítico se iniciaría en el Levante bajo la forma del Horizonte Cardial; esto es, el representado en las Cuevas de L'Or, Sarsa y Cendres que era un Neolítico plenamente definido. Ven allí poblaciones llegadas de fuera y a partir de las cuales se generaría un proceso de neolitización que vemos en otros yacimientos como Tossal de la Roca, Can Ballester y Cocina. Por eso en estos últimos yacimientos sólo vemos cerámica cardial que sería lo primero que aceptarían sus poblaciones epipaleolíticas, antes que la característica económica de la producción.

    Tras estas posturas hay que reconocer un hecho: cada vez existen más yacimientos que tienen un registro arqueológico que no encaja en el modelo dual (aunque siguen siendo pocos y muy discutibles). Este hecho también está ocurriendo en todo el ámbito mediterráneo europeo. De todas formas, aun suponiendo que Cova Fosca tuviera la alta cronología que defienden sus investigadores, al profesor Marqués no le cuadra que su población fuera una especie de bunker tecnológico durante un milenio y que sólo allí existiera la cerámica (ya que en los demás yacimientos no la tenemos hasta un milenio después).... ¿Datación cronológica errónea? ...

    03/05/2001

    Dejando a Cova Fosca a un lado, lo que nos queda es que la neolitización de la zona levantina queda vinculada claramente al horizonte cardial y sus orígenes externos. Así hay que pensar en mecanismos de difusión siguiendo el modelo dual o el modelo percolativo. ¿Cuál de los dos modelos sería más aplicable?.

    En el caso del modelo dual tendríamos que las gentes de Cendres, L'Or o Sarsa serían gentes venidas del exterior que provocarían una aculturación directa. De aceptar el modelo percolativo habría que aceptar una relación más compleja y así al Levante llegarían avances técnicos y económicos pero no por obra de poblaciones sino por influencias de los rasgos Neolíticos y así L'Or, Sarsa y Cendres asumirían indirectamente todos los rasgos Neolíticos mientras que La Cocina, Can Ballester y otros yacimientos serían menos permeables a esas influencias, aceptando, primero, las influencias tecnológicas (cerámica) y, segundo, la economía neolítica (agricultura y ganadería). El problema de este primer modelo es que choca que determinadas poblaciones abandonen sus rasgos epipaleolíticos de forma tan brusca. Para concluir, el profesor Marqués piensa que, dejando a un lado Cova Fosca, el modelo dual sería el que mejor se amolda al registro arqueológico actualmente existente.

    Hacia el noreste (Cataluña actual y zonas adyacentes) la situación del registro arqueológico difiere en algunos aspectos de lo visto en el Levante. Un primer dato es que no hay ningún registro que con seguridad nos demuestre la presencia de algunas manifestaciones neolíticas en fechas anteriores a los comienzos del VII milenio (horizonte cardial). Existen datos de determinados registros que presentan problemas al respecto. Son datos que se han llegado a utilizar por los investigadores contrarios al modelo dual.

    El primer yacimiento sería Balma Margineda donde se reconoce la posibilidad de fauna doméstica (ovicápridos) en un contexto cultural epipaleolítico y con una fechación de 8.400 B.P. (fechación ciertamente extraña), cosa más que dudosa no sólo por la fechación sino por la poca claridad del registro estudiado, no existiendo, además, nada de cerámica.

    El otro dato (en Cueva de Filador) es distinto porque existen unas secuencias estratigráficas bien definidas pero sin fechaciones absolutas. Ofrece en un momento determinado (nivel III) un registro de epipaleolítico geométrico pero con aparición de ovicápridos y pólenes de cereal. En el nivel de encima desaparece la tradición epipaleolítica, continúan los restos de ovicápridos y pólenes de cereal y se incorpora la cerámica aunque en forma muy escasa y con poca significación como para darle una ubicación cronológica. Filador nos demuestra el proceso de neolitización; en primer lugar la ganadería y en segundo lugar la cerámica. El problema es la cronología y ésta es fundamental porque no tenemos ninguna certeza aunque nos permite “jugar” con el registro (colocándolo antes de o después de).

    Al margen de estos dos registros los demás yacimientos que podemos manejar son de contextos culturales plenamente Neolíticos con tradiciones epipaleolíticas muy diluidas y donde aparecen todas las características de un cuadro plenamente Neolítico, con cerámicas cardiales y con fechaciones de comienzos del VII Milenio B.P. Así tenemos yacimientos como La Draga, La Font del Ros, Balma Margineda o la Cova del Parco. En algunos yacimientos como La Font del Ros la ocupación correspondiente al horizonte cardial se superpone a una ocupación epipaleolítica anterior. Ello se ha utilizado por algunos para intentar rastrear una cierta continuidad entre epipaleolítico y Neolítico. Existen elementos de continuidad en cuanto a los vegetales que se recolectan, materias líticas utilizadas, ... pero las discontinuidades son mucho mayores: Cerámicas, producción, tecnología ósea, etc. Las continuidades son, hasta cierto punto, lógicas ya que se aprovecha lo que allí existe y lo normal es que se aprovechen las mismas cosas por unas y otras poblaciones.

    ¿Que hacer con esto registros?. Primero hay que desechar la idea de desarrollos totalmente autóctonos porque en todo caso la agricultura y la ganadería tuvieron que venir de fuera, máxime cuando esto es los primero que aparece como característica neolítica. Así, pues, hay que ver la existencia de mecanismos de difusión ya mediante desplazamientos de población ya por la difusión de técnicas o ideas (modelos dual o percolativo). Además, como tampoco sabemos las fechas de Filador pues tampoco podemos estar seguros de nada. Si Filador representa el Neolítico más antiguo del noreste estaríamos hablando de poblaciones locales epipaleolíticas que incorporan mediante mecanismos de difusión técnicas de producción (modelo percolativo). En un momento posterior vendría el horizonte cardial. Ello implicaría un modelo dual y Filador sería ejemplo de modelo de aculturación a partir de las poblaciones que llegan. Pero en esto segundo hay algo que no encaja porque ¿sólo tenemos Filador como yacimiento de aculturación...?. En fin, algo fallaría en el modelo dual en el noreste.

    En la Zona del Valle Medio del Ebro los investigadores de allí, a la hora de abordar el tema, establecen una diferencia entre el Alto y el Bajo Aragón y no sin razón porque existen diferencias en cuanto al Registro y la periodización. Para el Alto Aragón, en los momentos iniciales del Neolítico (principios del VII milenio B.P.) nos encontramos tres situaciones distintas a lo largo de la primera mitad de este milenio, con tres yacimientos representativos: la Cueva de Chaves, la Cueva del Moro de Olvena y Forcas II.

    07/05/2001

    La Cueva de Chaves es un contexto cultural del Neolítico muy bien caracterizado con una casi inexistencia de tradiciones epipaleolíticas y con una cerámica adscribible al mundo cardial. Cronológicamente la fecha más antigua de las evidencias neolíticas no va más allá del 6.700 B.P.

    La Cueva del Moro de Olvena es paralelizable con un Neolítico muy bien definido aunque la diferencia estriba en que no es adscribible a la cerámica cardial (aunque tenga temas parecidos). Su fecha sería de 6.600 B.P.; contexto cultural que funcionaría al mismo tiempo que Chaves aunque en un contexto material cerámico diferente.

    Forcas II es un yacimiento con carácter epipaleolítico geométrico tanto en economía como en tecnología lítica a la que se añade la cerámica cardial. Estas intrusiones serían del 6.900 B.P. Por encima tenemos una ocupación plenamente neolítica del 6.600 B.P. En Forcas II vemos un proceso muy parecido al de Cocina; primero tenemos la cerámica y después los cambios económicos. Se aprecia que es un proceso relativamente rápido y hay que retener el dato de que esa fecha de 6.900 B.P. es la más antigua de todo el Alto Aragón en cuanto a manifestaciones neolíticas.

    Por lo que respecta a las conclusiones sobre este Neolítico aragonés vemos que sólo Forcas II muestra un proceso de neolitización, de incorporación gradual del Neolítico. Este hecho prácticamente invalida cualquier utilización de Forcas II como proceso autónomo. De esta forma hay que manejar mecanismos de difusión para entender la aparición de las primeras manifestaciones neolíticas en la zona y puesto que estas primeras manifestaciones las encontramos en poblaciones epipaleolíticas (cerámica) hay que concluir que no se dan poblaciones llegadas del exterior luego esta cerámica llega por otros medios (vía intercambio con poblaciones ultrapirenaicas) porque, además, en esas fechas de 6.900 B.P. no tenemos indicios de entrada de poblaciones. En fin, el registro respondería más al modelo percolativo que al modelo dual.

    En momentos más avanzados de Forcas II (6.700-6.600 B.P.) comienzan a existir evidencias de poblaciones plenamente neolíticas que pueden (¡ojo! “pueden”) deberse a poblaciones extrañas aunque previamente deben haber existido contactos.

    La cronología de la Cueva del Moro de Olvena ha sido utilizada por los que quieren desvincular el Neolítico del horizonte cardial. Se han interpretado muchas cosas; por ejemplo que es síntoma del fallo del modelo dual, otros dicen que no existe allí el cardium edule (aunque últimamente parece demostrarse que sí que existe). Independientemente de este contexto no cardial que puede tener muchas explicaciones, en todo caso interesa que ese horizonte es posterior a la primera aparición de la cerámica cardial con lo que tampoco se desvirtuaría el horizonte cardial.

    En el Bajo Aragón existen cosas distintas. En toda la zona no se conocen yacimientos que desde el punto de vista de los modelos evidencien el modelo dual porque no existen yacimientos de Neolítico puro. Eso quiere decir que todos los primeros contextos que presentan rasgos Neolíticos se nos presentan bajo tradiciones epipaleolíticas arraigadas. De todas formas esto tiene matices.

    Quizá lo mas corriente en la zona (yacimientos de Botiqueria dels Moros, Costalena y Pontet) es que se presenta la aparición de las primeras cerámicas (cardiales) a mediados del VII Milenio B.P., en un contexto cultural totalmente epipaleolítico. Este esquema lo hemos visto también fuera del Bajo Aragón pero lo curioso es que la tradición epipaleolítica en lo económico se mantiene hasta momentos muy avanzados del Neolítico en esta zona, quizá hasta la Edad del Cobre (según algunos autores), cosa que sería chocante. Sería una aculturación totalmente diferente a la de Forcas II.

    Otra situación distinta la tendríamos en el yacimiento de Els Secans donde, junto a las cerámicas cardiales, existen evidencias de técnicas de producción de alimentos lo que sería un proceso de aculturación mucho más rápido (mediados del VII Milenio B.P.).

    Lo visto para el Bajo Aragón también elimina la posibilidad de desarrollo autóctono y la falta de núcleos plenamente Neolíticos que marquen una ruptura cultural interpretable por la llegada de poblaciones exteriores, nos obliga a relacionar el Neolítico de esta zona con mecanismos de contactos intergrupales. Los defensores del modelo dual hablarían de una aculturación indirecta pero también podemos pensar en un modelo percolativo.

    Así, los procesos del Alto Aragón y Bajo Aragón presentan matices distintos porque, además, los yacimientos están en los polos de ambas zonas. Posiblemente tuvieron relaciones distintas (el Alto Aragón con el Sur de Francia y el Bajo Aragón con la Zona Mediterránea) con lo que ello también puede explicar las diferencias en los procesos de aculturación. También queda patente la diversidad de procesos de neolitización puesto que cada zona lo hace de una forma.

    En el resto de la Península Ibérica tenemos un registro mucho más reducido (aunque quizás porque se ha investigado poco).

    En primer lugar veremos la zona más alta del Ebro (País Vasco y Navarra) donde el primer dato que tenemos de rasgos Neolíticos procede de la Cueva de Abauntz donde, nuevamente en contextos epipaleolíticos normales, existe un conjunto de cerámicas lisas cuyo problema fundamental es la fechación de 6.900 B.P., máxime cuando hasta el 6.200-6.100 B.P. no volvemos a encontrar algunas evidencias de manifestaciones neolíticas. Nos pasa aquí como en Cova Fosca que tras un indicio muy temprano de Neolítico no nos volvemos a encontrar ningún indicio más de este periodo hasta mucho después.

    Ya a fines del VII Milenio B.P. existen muchos más yacimientos con rasgos Neolíticos aunque en su inmensa mayoría aparecen en contextos epipaleolíticos muy tradicionales, sobretodo en lo económico. Es difícil rastrear en esta zona la llegada de poblaciones plenamente neolíticas (las de la “ola de avance”). Sólo en casos muy concretos como Peña Larga (fines del VII Milenio B.P.) encontramos un Neolítico plenamente puro, todo lo demás es como hemos dicho, aunque con mucha variedad de formas como la aparición de cerámicas no cardiales, cardiales, incorporación de la ganadería en primer lugar, etc. En fin, existe mucha diversidad de situaciones culturales al inicio del Neolítico. Queda claro que la neolitización en esta zona es más reciente que la vista hasta ahora, una mayor modernidad que implica que la zona aragonesa sería el punto de origen de las primeras manifestaciones neolíticas del País Vasco y Navarra. Esta modernidad se aprecia tanto en las fechaciones absolutas como en la cerámica donde la cardial se cuenta en pocas ocasiones (ya que es un momento en que el mundo cardial está agonizante). Debemos conceder un mayor peso a mecanismos de difusión intergrupal más que a desplazamientos de población (que apenas existen, quizás tan sólo en Peña Larga).

    De la Zona Cantábrica sabemos aún menos. Los inicios de los primeros síntomas de Neolítico son de la segunda mitad del VI Milenio B.P. cuando se incorporan rasgos económicos (fundamentalmente la ganadería) y cerámicas ya no cardiales. Estas primeras manifestaciones siempre aparecen inmersas en contextos epipaleolíticos muy tradicionales del tipo geométrico, bien del epipaleolítico postaziliense, bien cerámica que aparece en contextos típicos de concheros asturienses. Así debemos deducir que el proceso de neolitización está supeditado a las relaciones intergrupales, no evidenciándose grupos alóctonos.

    En la Meseta (poco conocida) también tenemos problemas. Su registro presenta como problema un yacimiento conocido desde finales de los setenta; la cueva del Verdelpino. Tiene una ocupación epipaleolítica del 7.900 B.P. donde aparece un pequeño lote de cerámicas lisas. Por encima aparece ya un nivel Neolítico (sin cerámica cardial) del 5.200 B.P. El primer dato de 7.900 B.P. se ha utilizado por los autoctonistas, pero tenemos las mismas críticas que para Cova Fosca porque en la región no existe nada desde ese 7.900 hasta el 6.500 B.P.; es decir, más de un milenio sin nada en el registro que implique Neolítico. El caso es que se trata de un lote de diecinueve trozos de cerámica. Cosa curiosa es que después no se detectan nuevos lotes de cerámica. Así son más los problemas que los argumentos a favor de este yacimiento. En todo caso habrá que esperar a que se clarifique la cosa.

    En 6.500 B.P. sí tenemos varios yacimientos con evidencias neolíticas como Quintanadueñas, Belilla del Osorno, La Lámpara, etc. Junto a restos de actividades productivas también tenemos cerámicas decoradas con distintas técnicas (no cardiales, aunque participantes de sus estilos decorativos). Su cerámica, por paralelismo, evidencia que el proceso de neolitización de la zona está sujeto a relaciones con dos ámbitos distintos: la zona del Duero con Aragón y la del Tajo con el Mediterráneo. No está totalmente definido el proceso de neolitización habiendo de recurrirse a mecanismos de contacto con otros grupos (Tajo) mientras que en otras zonas (Torralba-Ambrona) sí que existen llegadas de poblaciones nuevas.

    08/05/2001

    En cuanto al territorio portugués nos vamos a referir a su mitad sur.

    Las cronologías absolutas para esta zona nos indican unos primeros vestigios de neolitización en la segunda mitad del VII Milenio B.P. El registro que podemos manejar guarda cierto parecido con el del Alto Aragón y la Zona levantina en tanto que se dan dos tipos culturales distintos. Además existen algunos matices que complican las cosas. Así, los concheros portugueses, característicos del epipaleolítico y sitos principalmente en la desembocadura del Tajo y del Sado, a partir de algo menos del 6.500 B.P. comienzan a incorporar como elemento intrusivo vasijas de cerámica de decoración muy variada, en algunos casos cerámica cardial (Cabeço da Amoreira) y en otros casos cerámica de distinta técnica en que no aparece la cardial como Cabeço do Pez y Moita do Sebastiao. El caso es que estas poblaciones siguen siendo cazadoras-recolectoras. Existen emplazamientos al aire libre distintos de los concheros, con restos de estructuras de habitación, con algunas débiles presencias de actividades pastoriles y una fuerte presencia de actividades de recolección. Tienen una cultura material típica epipaleolítica pero con elementos líticos Neolíticos. Entre sus yacimientos más destacados hay que señalar Vale Pincel, Samonqueira o Cabosona. Son contextos que presentan una cierta variedad con niveles de ocupación y cerámicas distintas. Otro tipo de registros o yacimientos serían las cuevas de enterramientos como la Gruta de Caldeirao en la que aparece cerámica cardial.

    La historiografía portuguesa elude cualquier propuesta de carácter autoctonista. Las propuestas que mantienen basan la neolitización en mecanismos de difusión aunque se discute cuáles sean esos mecanismos. La discusión se centra en los poblados, los cuales se prestan a las distintas interpretaciones por su conceptuación bien como colonos o bien como poblaciones epipaleolíticas aculturadas desde el exterior.

    Autores como Zilhao piensan que estos poblados son de gentes neolíticas del horizonte cardial que serían los introductores del “paquete Neolítico” así como los responsables de la aparición de la cerámica en los concheros portugueses. Se trataría de emplazamientos distintos (o nuevos) a los de los concheros y también se evidenciaría un repertorio cultural y económico sin precedentes en Portugal. Es una propuesta que encaja en el modelo dual y el paradigma cardial.

    Otros investigadores, encabezados por Oliveira o Soares, sostienen que esos yacimientos no representan a grupos de población distintas sino que tanto los concheros como los nuevos yacimientos son asentamientos funcionalmente distintos pero pertenecientes a un mismo grupo humano. Serían grupos que han adquirido unas actividades productivas pero que mantienen, para complementar lo anterior, la explotación de la recolección de conchas y la caza como actividades tradicionales. Para estos autores, los nuevos poblados al aire libre no pueden ser representativos de poblaciones foráneas si se tiene en cuenta la escasa incidencia de las actividades productivas. La gran tradición de la talla de la piedra epipaleolítica y la diversidad de las técnicas decorativas que indican la adaptación a los gustos locales de técnicas que les vienen del exterior indicaría un claro modelo percolativo.

    Para concluir podríamos decir que, respecto a la propuesta de Oliveira y Soares, habría que esperar que no hubiera tanta distancia entre los asentamientos como la que existe y que los contextos no fueran tan distintos. En la otra línea, la consideración de los poblados en cuestión como obras de gentes que, provenientes del exterior, marcan una ruptura, no encaja con la tecnología lítica encontrada y con las técnicas decorativas. Ambos modelos tienen su parte argumental en el registro arqueológico. El registro portugués nos insiste en la gran variedad del proceso de neolitización con lugares donde se da más preferencia a una cosa que a otra.

    Hay cosas en Portugal que no parecen coherentes. Así, los asentamientos del Neolítico antiguo no están muy separados de los emplazamientos de concheros; más bien parecen compartir un mismo ámbito y ello según se desprendería de un mapa arqueológico elaborado por Oliveira. Sin embargo, un mapa parecido, diseñado por Zilhao, nos presenta un panorama totalmente distinto en el que se agrupan los Neolíticos por un lado y los epipaleolíticos por otro, claramente distanciados. En todo caso es una documentación que aparece confusa.

    En resumen podemos sacar unas conclusiones muy genéricas:

  • Todo el registro arqueológico que puede argumentarse para propuestas autoctonistas es un registro escaso y muy discutible. Se trata de un registro que no se puede olvidar pero que requiere de una documentación mucho más amplia.

  • También podemos observar como en todos los procesos de neolitización aparece la cerámica cardial, en todos los lugares de la península, a veces más a veces menos pero vinculada a casi todos los procesos de neolitización.

  • Ninguno de los modelos usados explican de una forma satisfactoria el proceso. En la zona valenciana parece prevalecer el mecanismo dual y en otras el percolativo.

  • También hemos de ser conscientes de la gran diversidad de situaciones culturales que se dan en la Península Ibérica.

  • EVOLUCIÓN CULTURAL DE LAS COMUNIDADES NEOLÍTICAS PENINSULARES: ASENTAMIENTOS, ECONOMÍA, CULTURA MATERIAL Y ENTERRAMIENTOS.

    Hay que partir de una periodización y éste es un tema que se ha discutido bastante. Durante mucho tiempo la periodización estuvo regida por las variaciones en la decoración de la cerámica que era el rasgo más frecuente. Se trata de una cerámica mayoritariamente decorada. Las decoraciones cerámicas tienen una variedad regional enorme. Conforme avanza el Neolítico aumenta la diversidad. Ello da lugar a periodizaciones que varían de unas regiones a otras. En fin, es un cuadro muy complejo sin que se puedan unificar criterios en el ámbito peninsular.

    En los últimos años estos criterios han cambiado. Se ha dejado de lado la cerámica y se han cogido como elementos fundamentales la forma de ocupación y aprovechamiento del territorio, dejando la cerámica para establecer subperiodos más concretos. Este nuevo planteamiento hace posible que planteemos una periodización con una validez bastante más amplia para el conjunto de la Península. Son variables que están sujetas a menor nivel de variación regional. La cerámica permitiría establecer fases o subperiodos en esos grandes periodos.

    Hablaremos de dos grandes fases que se separarían en los momentos cercanos a la mitad del VI Milenio B.P. En estas fechas se producen una serie de modificaciones que no sólo van a afectar a la cultura material sino también a la forma de aprovechar el territorio. Son dos periodos que presentan una evidente línea de continuidad, no hay una ruptura entre ellos.

    Otro dato a tener en cuenta es que el conocimiento que tenemos de los distintos ámbitos geográficos es muy desigual; tenemos un mayor conocimiento de la Zona valenciana y de Cataluña. También hay que tener en cuenta que vamos a dejar de lado las poblaciones epipaleolíticas que incorporan algún rasgo Neolítico. Vamos a tener en cuenta las comunidades claramente neolíticas.

    Por último una puntualización en la terminología que vamos a aplicar a estos periodos. Lo que en Cataluña se llama “Neolítico medio”, en Valencia se conoce como “Neolítico final”. Para huir de esta confusión algunos investigadores valencianos hablan de Neolítico I y Neolítico II y para las fases se utilizarán letras (terminología numeral). En otras periodizaciones se habla de Neolítico antiguo precardial, etc.

    09/05/2001

    El Neolítico I, cronológicamente hablando y dejando a un lado los registros discutibles, va desde los comienzos del VII Milenio B.P. hasta mediados del VI Milenio. Es un periodo en el que el Neolítico, entendiéndolo en sus manifestaciones cerámicas, aparece en casi todos los ámbitos geográficos de la Península Ibérica, dejando apartes sitios muy concretos del Cantábrico donde se introduce en la transición entre el Neolítico I y el II (a mediados del VI Milenio B.P.). También queda claro que las fechaciones más antiguas se producen en las áreas más orientales (Mediterráneo) y que las cronologías se hacen más recientes conforme avanzamos al oeste (expansión este-oeste). Lo que no llega a ocurrir es que todos los ámbitos aparezcan ocupados por poblaciones totalmente neolíticas quedando zonas libres de estas ocupaciones.

    En cuanto a los asentamientos quizás sea uno de los temas más cambiantes en los últimos años porque durante mucho tiempo el Neolítico cardial era sinónimo de ocupación en cuevas. Esta idea ha cambiado mucho en poco tiempo y hoy el panorama es distinto, existiendo evidencias amplias de asentamientos al aire libre. Así estas poblaciones del Neolítico I tienen una dualidad de asentamientos desde primera hora. Ejemplos de estos mencionaremos el poblado de Les Guixeres de Bolivi, La Draga, La Font del Ros, Balma Margineda, ... También en Cataluña lógicamente existen cuevas como son los casos de la Cova del Frare, L'Arbreda, Montserrat, etc. De igual forma, en la Zona levantina existen asentamientos al aire libre como el de Casa de Lara.

    Los asentamientos al aire libre (podríamos hablar de poblados) aparecen cerca de ríos, lagos y sitios llanos que ofrecen grandes posibilidades para la actividad agrícola. Además disponen de pastos naturales y ámbitos en que se pueden desarrollar estrategias de caza y recolección. Estos hábitats al aire libre se pueden llegar a equiparar a asentamientos principales y con cierto grado de estabilidad ocupacional (tampoco es que sean hábitats totalmente permanentes y sedentarios). Existen diferentes tipos de estructuras artificiales, algunas de dudosa interpretación.

    Así, en La Draga tenemos una dispersión irregular de agujeros para postes, con gran cantidad de piroestructuras y material orgánico quemado (fauna y cereal). La única estructura clara es una de planta circular y con un enlozado que cumpliría la función de lugar de almacenamiento.

    En la Font del Ros tenemos otro tipo de estructura y nos encontramos con lo que se ha llamado “campos de silos” que son fosas excavadas en el subsuelo de una forma cónica o cilíndrica. El caso es que no sabemos si se utilizaron como silos o sirvió para varias cosas. Podríamos mejor hablar de estructuras siliformes (denominación más formal). Se trata de fosas de 1 o 1,5 metros de diámetro con paredes abombadas o rectilíneas. Se halló cerámica y tecnología lítica aunque, posiblemente, de momentos posteriores, con un rellenado natural más que antrópico. No sabemos realmente su función porque incluso se han encontrado enterramientos dentro.

    En Barranc d'en Fabra tenemos unas diez cabañas, semielípticas, donde se utilizan la piedra y la arcilla como materiales de construcción, con estructuras similares a La Draga y que posiblemente servirían para almacenamiento. El recinto habitado es rodeado de un pequeño murete de dos pequeñas hiladas de piedra. Ha sido interpretado como construcción de carácter defensivo. Otros dicen que serviría para mantener cercado al ganado y otros le achacan carácter simbólico de delimitación del espacio habitado. El profesor es escéptico a la interpretación defensiva que aunque existirá después, para estos momentos no es muy imaginable.

    El asentamiento de Vale Pincel (Portugal) también consta de estas estructuras de arcilla o piedra.

    Junto al aire libre tenemos las cuevas en zonas más elevadas. No suelen estar situadas en zonas de alta productividad agrícola ni presentan estructuras artificiales. Suelen tener ocupaciones cortas, aunque no siempre. Se debieron utilizar para funciones muy diversas pero cada cueva parece orientada a alguna actividad concreta: ganadería (como estabulación), caza-recolección o lugar de almacenamiento de grano en cuyo caso presentan formas distintas. En todo caso se suele tratar de cuevas complementarias a los asentamientos al aire libre.

    Todo parece indicar que la estrategia general más frecuente es el establecimiento de un poblado al aire libre con cierto nivel de estabilidad. Como máximo podríamos hablar de poblaciones semisedentarias. Son poblados ubicados en zonas de gran aprovechamiento de recursos alimenticios y donde las actividades productivas predominan. Complementariamente tenemos las cuevas donde también existen lugares de hábitat y serían ocupaciones estacionales para actividades concretas.

    Estas comunidades tienen una economía muy diversificada, aprovechando todos los recursos disponibles, destacando las actividades productivas (agricultura y ganadería). La agricultura se desarrolla normalmente en los poblados al aire libre o en cuevas con entornos geográficos con posibilidades agrícolas (aunque más en el primer caso). Fundamentalmente se cultiva trigo y cebada (aunque de diversas especies). Son cereales que comienzan a verse acompañados de leguminosas (en yacimientos como Cendres o la Cueva 120). Estas leguminosas son un dato que ha servido para que algunos planteen la técnica del barbecho (difícil tanto de afirmar como de negar) aunque con un alcance en todo caso muy corto. Esta producción agrícola, es evidente, es objeto de almacenamiento, algo que se hace tanto en los asentamientos al aire libre (La Draga, La Font del Ros, Rivanc Blanc, ...) como en cuevas. Este almacenamiento va incrementándose a lo largo del Neolítico I (ya que cada vez se encuentran más estructuras de almacenamiento) y aunque podría generar situaciones de tensión social es posible que las sociedades del Neolítico I debieron generar mecanismos para paliar estas tensiones y para que no se resquebrajara el sistema igualitario ya que en los enterramientos siguen sin evidenciarse diferencias sociales (cosa que empieza a aparecer en el Neolítico II).

    Por otro lado esta actividad agrícola también supone el inicio de todo el proceso de deforestación de los bosques holocénicos peninsulares.

    La otra actividad económica novedosa es la ganadería que se desarrolla tanto en los asentamientos principales (aire libre) como en las cuevas. Predominan los ovicápridos, a los que siguen en importancia los bóvidos y óvidos. Se conocen analíticas de la edad de sacrificio de estos animales y todo indica que la estrategia de aprovechamiento ganadero es cárnica (su objetivo principal), teniendo en cuenta que la edad de sacrificio es la de mayor rentabilidad cárnica de la pieza (aprovechamiento primario).

    Las actividades subsistenciales no productivas (caza y recolección) son actividades que tienen, normalmente, un papel más secundario y complementario y se desarrollan tanto en los asentamientos principales como en las cuevas esporádicas. Estas actividades no son siempre secundarias y hay veces en que la producción es lo secundario.

    En cuanto a la cultura material es uno de los aspectos más estudiados y conocidos de estas poblaciones porque durante años fue lo único que se estudiaba de estas poblaciones. Lógicamente es la cerámica lo que más se ha estudiado y durante muchos años fue lo único para la diferenciación cronológica. Como directrices generales de la cerámica y refiriéndonos a la tipología, ésta no es amplia ni variada con formas simples de vasos esféricos o variantes de esféricos buscando formas más o menos cerradas, apareciendo cuellos que dan lugar a las famosas botellas.

    En cuanto a la decoración puede ser el aspecto más conocido. Se trata de una decoración variada en la técnica y en los temas. En cuanto a la técnica la tenemos digital, incisa, etc. En cuanto a los temas o motivos normalmente se trata de motivos geométricos aunque en algunos casos los encontramos antropomorfos o zoomorfos. De todas las cerámicas del Neolítico I, las más representativas son las cardiales que son, generalmente, barrocas (hasta sus asas son decoradas). Son vasos que requieren mucho tiempo para elaborarse. De esta forma se trata de una cerámica, la cardial, en la que se plantea su funcionalidad y es posible que ésta fuera más bien social, vinculada con las relaciones intergrupales. Si a ello añadimos el carácter simbólico que pueden tener las representaciones se reforzaría más la función social. Sería interesante analizar las superficies internas de los vasos para buscar el contenido.

    Aparte de la decoración cardial existe la decoración incisa o el relieve o escobillado. En algunos casos existen contextos culturales que desarrollan una cerámica totalmente lisa que nos anuncia algo desarrollado en el Neolítico II, lo que demuestra una cierta continuidad.

    11/05/2001

    A partir de la variedad cerámica se han establecido distintas cronologías. Así, en Cataluña, las variaciones han servido para establecer un Neolítico cardial, otro epicardial y otro postcardial. En Valencia se distingue un Neolítico I, un Neolítico I a) y otro I b).

    Tendríamos, por otro lado, la tecnología lítica tallada de las poblaciones del Neolítico I que sería básicamente laminar, con novedades técnicas y tipológicas. Desde el punto de vista técnico son importantes las piezas que sirven para el procesado de cereales y los taladros. Es novedoso el retoque simple bifacial (que contrasta con el abrupto del epipaleolítico). Existe un campo tecnológico inédito: el pulimento. También tenemos la tecnología ósea que estaba un poco olvidada en el epipaleolítico. Ahora lo novedoso es el repertorio tecnológico óseo, muy variado y con piezas sin precedentes como las cucharas, abarcando una utilidad funcional y otra decorativa.

    Por lo que respecta a los enterramientos del Neolítico I, estos no son muy bien conocidos. En sus fases iniciales no existen grandes cambios (enterramientos individuales con ajuar en fosas pequeñas de cuevas). Una novedad en los momentos finales es la aparición de las primeras necrópolis que llegan a estar constituidas por 25 tumbas. Estas necrópolis son de momentos muy finales del Neolítico I. Aunque son pocos los casos va apareciendo cierta variedad en las estructuras funerarias: pequeñas fosas cuadradas con paredes revestidas de lozas como formando pequeñas cistas. Aparecen relacionadas con su poblado correspondiente (por ejemplo Barranc d'en Fabra). Esta aparición de necrópolis se interpreta como un mayor nivel de permanencia en el territorio y también como forma de materializar la titularidad de un grupo con respecto a un territorio, utilizando como “intermediarios” a sus antepasados.

    El Neolítico II iría cronológicamente desde la mitad del VI milenio B.P. hasta la mitad del V Milenio B.P. Vendría a representar la plena ocupación neolítica del territorio peninsular (en cuanto a las tierras agrícolas más productivas). A lo largo del periodo vemos la introducción de técnicas productivas en zonas de piedemonte e incluso de alta montaña. Detrás de ello está el incremento demográfico que obliga a la consiguiente expansión de los cultivos a zonas menos productivas. No marca una ruptura frente al periodo anterior sino una continuidad.

    De todas las zonas peninsulares (dejando a un lado Andalucía) quizá la zona con grupos más “Neolíticos II” sería la población del noreste peninsular. Estas poblaciones se inscriben dentro de lo conocido como “cultura de los sepulcros de fosa catalanes” que deriva, lógicamente, de su ritual de enterramiento.

    En cuanto a los asentamientos, las poblaciones siguen mostrando la dualidad aire libre-cuevas y también con una funcionalidad parecida: los poblados serían los asentamientos principales, cerca de las tierras más productivas y las cuevas se utilizarían para actividades más especializadas (pastos, almacenamiento, ...) aunque también existen asentamientos principales en cuevas (por ejemplo Les Cendres o L'Or). Dentro de estas características comunes, la modificación consiste en que se aprecia un claro aumento de los asentamientos al aire libre que aumentan, claramente, su nivel de permanencia. Las estructuras artificiales de carácter doméstico no presentan novedades: son cabañas con piedra o arcilla y siguen existiendo aquellas estructuras siliformes cuya funcionalidad no quedaba clara. Quizá el dato más relevante de las estructuras es que comenzamos a comprobar que en numerosos ámbitos geográficos estos poblados aparecen rodeados de zanjas en el suelo con varias decenas de metros de longitud y hasta cuatro metros de profundidad, zanjas que por la vía de la negación se han llegado a interpretar como estructuras de carácter defensivo. Tampoco es que resulte algo nuevo (recuérdese Barranc d'en Blanc). Ello puede encajar en un momento en que el aumento demográfico obliga incluso a la ocupación de tierras poco productivas lo que llevaría a generar los primeros conflictos intergrupales. Estamos en un momento en que hay que afianzar la propiedad de a tierra.

    La cueva sigue siendo utilizada para actividades específicas sin grandes modificaciones.

    La economía no va a escapar a esas modificaciones y casi toda la actividad económica presenta modificaciones de mayor o menor calado. Dentro de las actividades productivas subsistenciales todo indica que existe un aumento de la actividad agrícola, también en cuanto a los productos. Esta actividad tampoco es que varíe las especies porque siguen siendo mayoritariamente cerealistas, aunque las leguminosas van adquiriendo una cierta importancia. Son varios los datos que podemos manejar para corroborar esta idea, algunos discutibles y otros más claros. Así, está claro el aumento de los lugares de almacenamiento o también el del instrumental vinculable a la actividad agrícola, sobretodo en cuanto a las piezas para el procesado del cereal. Luego existen otros datos que son factibles de interpretación como la presencia muy marcada de las leguminosas que da que pensar en la utilización del barbecho (aunque es difícil comprobarlo). Se habla de una cisterna en Ca N'Isach, interpretada como almacenamiento de agua, algunos interpretan la existencia de regadío aunque es bastante poco probable. Otro dato es la evidencia del aprovechamiento secundario de los bóvidos como animales de tiro.

    La ganadería también presenta modificaciones. Sigue siendo fundamentalmente de ovicápridos aunque aumentan los bóvidos y los suidos. Los datos más significativos son el cambio en la edad del sacrificio del animal del que se tiende a aumentar el aprovechamiento secundario y, por tanto, se sacrifica a edad más avanzada. Así es factible el aprovechamiento de la lana, leche, tiro, ... Esto representa un reajuste a la hora de mantener los recursos cárnicos necesarios, lo que se lleva a cabo mediante dos tipos de estrategias diferentes según la población:

  • En el Área Valenciana se incrementa la caza (que era más secundaria en el Neolítico I).

  • Otras comunidades (también en la zona valenciana y otros territorios) lo que hacen es aumentar el ganado porcino, lo que es coherente con comunidades que tienen un alto nivel de permanencia ya que el cerdo come de todo y no necesita desplazarse en busca de pastos como, por ejemplo, los ovicápridos. No obstante nunca llega a alcanzar altos porcentajes porque en un momento dado puede ser contraproducente para los cultivos (recuérdese que el cerdo como de todo, je je je).

  • Las actividades de caza y recolección siguen siendo complementarias. En algunos casos la caza, sin llegar a sobrepasar los animales domésticos, experimenta un cierto aumento.

    Dentro de este Neolítico II hay que hacer referencia a actividades económicas centradas en la obtención, procesado e intercambio de materias primas que son las cuentas de collar de variscita. Así tenemos la documentación de las minas de Can Tintorer que a veces resulta contradictoria.

    14/05/2001

    La excavación de estas minas ha permitido ver todo el proceso de obtención de las cuentas de variscita. Estas minas sencillas consisten en la excavación de bocas de minas en plano inclinado que conducen a unas salas a 14-15 metros de profundidad como máximo, que se desarrollan en sentido horizontal siguiendo las vetas de la variscita. Se conoce todo el instrumental para la obtención (como aquellos omóplatos que servían de palas) y todo el proceso de fabricación de los múltiples tipos de cuentas de variscita. Al margen de toda esta documentación referida al proceso de obtención de la materia prima, tenemos toda una analítica de cuentas de variscita en toda la Península Ibérica que han evidenciado una amplia expansión de estos productos de las minas de Can Tintorer. Así, en toda la mitad noroeste de nuestra Península, Sur de Francia y Costa Catalana encontramos cuentas procedentes de estas minas. En el Sur, en cambio, parecen no existir (o al menos de la existentes no se sabe si pertenecen a Can Tintorer).

    Estamos hablando de una producción a gran escala, para la época, de objetos de gran relevancia y, por tanto, quizá lo que más nos interesa ya no es sólo la técnica sino la referencia al contexto social y económico en que se produce esto. Al respecto existen varias propuestas; algunas más lógicas que otras en función del registro arqueológico. Algunos investigadores han llegado a proponer que la actividad minera sistemática y continuada de Can Tintorer sería llevada a cabo por un grupo humano especializado y no autosuficiente ya que su casi única actividad sería la minera. En consecuencia obtendrían los recursos subsistenciales vía intercambio lo que explica, a su vez, la amplia expansión de la variscita. Esta propuesta es difícil de aceptar según el profesor Marqués, dado el marco cronológico en que nos hallamos. Además, la analítica arqueobotánica parece evidenciar la existencia de actividades agrícolas en las cercanías de Can Tintorer. Más viable sería aceptar la existencia de un grupo de especialistas, para algunos a tiempo completo, que obtendrían unos recursos alimenticios a costa de los excedentes del resto de la población (recuérdese que ya existía almacenamiento). Otros piensan que ni siquiera serían especialistas a tiempo total sino parcial. Ésta sería la propuesta más aceptable según el profesor Marqués, teniendo en cuenta el contexto cultural y cronológico en que nos encontramos. Sin embargo otros autores, a partir del cálculo de otras minas europeas, piensan que ni siquiera serían necesarios los especialistas a tiempo parcial.

    En cuanto a la gran expansión de estas cuentas que se salen del ámbito de la propia cultura que las genera (cultura de los sepulcros de fosa catalanes), la idea que hay que obtener es que estas cuentas debieron estar en una relación de intercambio intergrupal. Llegar a definir más estos intercambios es problemático. Algunos han negado estos intercambios porque en la región de generación no existen artículos procedentes de otras regiones. Pero con la gran cantidad de tipos de relaciones de trasfondo social que pueden existir no sería tan increíble. Algo que también encaja es el hecho de que aparezcan en los enterramientos (típico de los ajuares). De hecho también se mueven otras cosas (por ejemplo, en Andalucía, se mueven brazaletes de mármol). Así, en Europa, existen casos como determinados tipos de conchas mediterráneas que llegan al Norte del Continente. También la obsidiana de las islas Lipari que circula por todos lados.

    Tendríamos que considerar otro aspecto de las cuentas; al margen de ser piezas de ajuar sabemos que tienen variaciones en su distribución, distintas y desiguales entre las distintas necrópolis lo que implica unos trasfondos sociales. Existen numerosas variedades y en cada necrópolis se aprecian de forma distinta.

    Al margen de las interpretaciones lo que debería quedar claro es que estamos ante una actividad de largo alcance, desarrollada fuera del ámbito doméstico y no vinculada a la base económica fundamental (las actividades subsistenciales). Además son objetos que presentan una amplia expansión, posiblemente porque están en un contexto social de relaciones intergrupales sin que sean productos de primera necesidad. Se trata de un precedente de lo que se verá a lo largo de la Edad del Cobre.

    Dentro de lo que es la cultura material, el conjunto más relevante es el de la cerámica que nos muestra dos características que cambian lo que habíamos visto hasta ahora:

    -El hecho de tratarse de una cerámica casi totalmente lisa (que tampoco es que sea algo nuevo.

    -El cambio en la morfología (tipología) que se hace más compleja y donde lo más novedoso son los recipientes de escasa capacidad y gran diámetro (platas o fuentes, según sean de más o menos de 28 cms.). El aumento de estas piezas (que sería uno de los rasgos más frecuentes del Cobre) nos debe estar indicando, posiblemente, un cambio en la dieta alimenticia en cuanto a la preparación de los alimentos (se ha hablado de grandes tortas de cereal).

    También en la tipología lítica tallada existen novedades. En cuanto a las piezas utilizadas para el procesado de los cereales, éstas modifican su presencia, llegando a superar en algún yacimiento más del 40% del material lítica tallado. Al margen de ello es de destacar la aparición de nuevas piezas como las grandes láminas de sílex y la aparición de las primeras puntas de flechas que podrían enmarcarse en dos diferentes actividades:

  • Relacionada con la actividad cinegética (recuérdese el aumento de la caza en algunas comunidades).

  • Posibilidad de que tuvieran algo que ver con el inicio de los conflictos intergrupales por la posesión de la tierra. En la Edad del Cobre se le dará, con mayor claridad, esta función a las piezas en cuestión.

  • La tecnología pulimentada no presenta cambios, ni tampoco la tecnología ósea (que desciende en importancia). En cambio se incrementan los objetos de adorno como las cuentas de variscita y las pulseras de mármol o caliza.

    En cuanto a los enterramientos, su ritual es algo que no conoce un cambio total con respecto al Neolítico I, pero presenta modificaciones de gran relevancia como:

  • El incremento de las necrópolis.

  • La aparación del megalitismo.

  • Nos centraremos en las necrópolis porque el megalitismo se da más en la Edad del Cobre. El aumento de las necrópolis es un aspecto que es coherente con lo dicho del incremento de la población, producción, etc. en el Neolítico II que redunda en la necesidad de permanencia y titularidad de un terreno a través del enterramiento como algo simbólico.

    Los enterramientos son lo más conocido de la cultura de los sepulcros de fosa catalanes (de ahí su nombre) y, hasta hace poco era lo único que prácticamente se conocía de esta cultura. Al respecto destacan las necrópolis de Bòbila Madurell y la de Cami de Can Grau que tienen al lado su asentamiento. Esta cultura presenta una gran diversidad formal. Se trata, normalmente, de fosas excavadas, aunque los últimos hallazgos consisten en fosas muy peculiares, parecidas a cuevas artificiales. Las hay de forma cilíndrica, con estrechamiento en la base, verticales, ... Más recientemente se ha incrementado la variedad con la aparición de las primeras estructuras funerarias cuya cámara va precedida de un corredor de cámara, algo que se verá, sobretodo, en el megalitismo (cuevas artificiales). Se da una evolución tipológica en el sentido que estas fosas precedidas de corredor corresponden a los momentos más avanzados.

    Aparte de estas estructuras existen otras que son fosas recubiertas de lozas de piedra (estructura de tipo cistoide) que, en todo caso, son de pequeñas dimensiones.

    15/05/2001

    El ritual de enterramiento no presente modificaciones con respecto al Neolítico I: enterramientos individuales sin incineración. Todo lo más pueden ser dobles. Aparecen con ajuar correspondiente con los mismos objetos hallados en los asentamientos (no existen piezas elaboradas para ajuar). En todo caso, quizás sean las cuentas de variscita las más típicas de los ajuares. Esta vinculación cuenta-enterramiento la podemos entender en función de su simbología más que por su utilitarismo. Puesto que son enterramientos individuales ha sido posible rastrear las posibles asociaciones de determinados elementos de ajuar a un determinado sexo o edad y a partir de ahí se puede extraer conclusiones en cuanto a la división de trabajo, por ejemplo. En este sentido existe un artículo sobre el reparto de la tecnología lítica de los enterramientos que utilizaremos para todo esto. De entrada el hombre goza de más piezas de ajuar (no es que sean más ricas sino que numéricamente son más).

    Los instrumentos que pueden vincularse con el procesado cárnico, según se desprende del análisis traceológico, aparecen vinculados altamente a enterramientos masculinos adultos. Contrariamente, la instrumentación vinculable a la transformación de la piel tiene claras vinculaciones a los enterramientos femeninos, sin que puedan asociarse a adultos o niños. Las puntas de flecha siempre se asocian al hombre. Las piezas asociadas al procesado de vegetales lechosos (maderas, por ejemplo) tienen una vinculación masculina. Por el contrario las de vegetales no lechosos (cereales) aparecen en todos los enterramientos. Los núcleos de sílex para todo el procesado implican individuos masculinos adultos. Las conclusiones son que los individuos masculinos adultos están vinculados a la obtención y procesado de carne y controlan el proceso de elaboración lítica (núcleos e instrumentos pulimentados). Las mujeres tienen exclusivamente vinculado el tratamiento de la piel. Los individuos infantiles estarían vinculados a actividades tanto masculinas como femeninas (en este caso no existiría una división tan marcada de actividades). La actividad agrícola parece que sería desarrollada por todo el grupo. En definitiva resulta más destacado el papel de las actividades vinculadas a los individuos masculinos adultos que intervienen o controlan todos los procesos productivos básicos. Esta diferencia en cuanto a actividades vinculadas a cada sexo tiene una correspondencia en la alimentación y así la alimentación de la mujer tiene escasa aportación cárnica. Quizá, por primera vez, el registro nos permite aproximarnos a un cuadro de división sexual del trabajo.

    Respecto a los ajuares también existen diferencias en cuanto a la distribución de las cuentas de variscita que ya no tienen un papel relevante en la obtención y procesado del alimento. Éste es ya un objeto de adorno y las conclusiones de ello son más sociales que sexuales. Desgraciadamente la distribución de la variscita en las necrópolis catalanas no es homogénea. No todos los enterramientos tienen cuentas y el comportamiento de las cuentas es distinto en cada necrópolis (distinta función social de las cuentas). Así, en algunas necrópolis están vinculadas con la población infantil. Ello puede implicar que el individuo puede tener una posición destacada dentro del grupo. En todo caso nunca existe un comportamiento homogéneo en las distintas necrópolis.

    Todo este ritual tiene ciertos paralelos en todos los ámbitos peninsulares. En cierta medida este ritual no presentaba grandes novedades con respecto al Neolítico I, pero desde el comienzo del Neolítico II e incluso fines del Neolítico I empiezan a aparecer necrópolis que presentan un ritual distinto tanto en cuanto a la estructura en si como con respecto al ritual propiamente dicho.

    En el caso de la Península Ibérica las primeras manifestaciones megalíticas parece que se centran en el ámbito portugués de donde este ritual se extendería hacia el este. Ello no quita que desde el Sureste de Francia entrara en la zona más oriental de Cataluña (Gerona) como parece indicar el Registro arqueológico. En su significado, las necrópolis megalíticas tienen una función igual a las vistas antes. Su novedad, en cuanto a estructuras, es que no son pequeñas fosas en el suelo o pequeñas cistas. Son, ya, construcciones de mayores dimensiones, a veces precedidas de un corredor de entrada.

    Nos encontramos, también, con un ritual de enterramiento distinto. Ya no es individual o doble como hasta ahora sino que es ya un enterramiento colectivo (puede que de varias decenas de cadáveres). Este ritual de enterramiento colectivo se ha interpretado por la importancia del parentesco que está tomando fuerza considerable en estos momentos (siempre que aceptemos la idea de parentesco entre los enterrados). Se encuentran individuos de todos los sexos y edades.

    Otro aspecto a destacar es que estas necrópolis, además de ofrecernos el aspecto de necrópolis habituales (agrupaciones de enterramientos) otras veces se nos presentan formas más dispersas en zonas más altas que sólo servirían para pastizales lo que ha llevado a hablar de poblaciones pastoras. En todo caso podemos admitir la existencia de una mayor importancia de la ganadería, cuya producción aumenta. Al respecto hay que tener en cuenta este tipo de enterramientos y el hecho de que nos lleguemos a encontrar enterramientos de animales domésticos.

    Hay otros aspectos del Neolítico II que interesan destacar para ver las relaciones con las poblaciones de la Edad del Cobre. Se trata de las preferencias por esos asentamientos al aire libre, poblados, que comienzan a presentar estructuras defensivas (aunque aún pocas), lo que evidencia la generación de conflictos por las mejores zonas productivas. Vinculado al incremento de la población y al sedentarismo está el aumento de las necrópolis. Las cuentas de variscita nos hablan de los primeros síntomas de desigualdad y también hay que tener en cuenta el aumento de la producción agrícola y ganadera y el auge de los intercambios comerciales (variscita). Todo ello ha de tenerse en cuenta para ver la importancia que adquirirá esta etapa.

    TEMA 5

    LAS COMUNIDADES DE LA EDAD DEL COBRE EN LA PENÍNSULA IBÉRICA

    Problemática general de la Edad del Cobre en la Península Ibérica. La evolución de las poblaciones calcolíticas peninsulares: asentamientos, economía, cultura material, enterramientos y esquema social. 16/05/2001

    PROBLEMÁTICA GENERAL DE LA EDAD DEL COBRE EN LA PENÍNSULA IBÉRICA.

    Un primer tema es de la propia definición de la Edad del Cobre y sus características. Es un tema que implica problemas de orígenes. Hasta hace poco (25 años), la caracterización de la Edad del Cobre, para toda Europa, iba vinculada a la metalurgia que era el rasgo más definitorio de esta época, así como elemento generador de todos los cambios económicos, sociales, culturales, etc. producidos. Buena parte de la investigación se centraba en rastrear el origen de esta metalurgia en la Península Ibérica. En esos años el modelo teórico explicativo imperante era el modelo difusionista (heredado de Vere Gordon Childe y, en aquel tiempo, ya moderado). Partiendo de ese modelo se pensaba que en la Península Ibérica la metalurgia era introducida por gentes del exterior (provenientes del Mediterráneo Oriental) que se asentaron en algunos puntos de la costa peninsular (Sudeste y zona del Tajo) formando auténticas colonias donde el Registro evidenciaba toda una serie de elementos culturales inéditos (no sólo metalúrgicos). Esos elementos novedosos, aparte de la metalurgia, eran los grandes poblados, fuertemente fortificados, que ayudaban a conceptuarlos como colonizaciones, el desarrollo de rituales funerarios sin precedentes (como los sepulcros de falsa cúpula) y todo un gran repertorio de adornos nunca vistos. Se pensaba que la obtención de materia prima para abastecer los mercados orientales era el objeto de este “modelo colonial” escasamente contrastado hasta los 70. sus contextos claves en la Península eran Los Millares en el Sudeste y Vilanova de San Pedro y el poblado de Zambujal en Portugal. En los 80 existe un giro total del modelo explicativo respecto al origen de la metalurgia, pasándose a propuestas claramente autoctonistas hechas a partir de una documentación arqueológica que va incrementándose y que evidencia que en estas llamadas “colonias” existen muchos registros de tradición neolítica.

    Por otro lado ello coincide con la Revolución del Radiocarbono que evidencia que algunos supuestos orígenes orientales eran más recientes que los propios objetos peninsulares. El final de todo ello es que a lo largo de los 80, las propuestas autoctonistas se imponen sobre el modelo colonial, llegando a afirmarse que en el Cobre o Calcolítico de la Península Ibérica no existe nada proveniente del Mediterráneo Oriental (ni materiales ni personas).

    Centrándonos algo en la metalurgia y dentro del marco de propuestas autoctonistas, hay que destacar, sobretodo, la propuesta de Ignacio Montero en cuanto al origen de la metalurgia (en el Sudeste que es el foco metalúrgico más antiguo). Montero utiliza distintos argumentos para defender la idea de una metalurgia autóctona:

  • Un conjunto de argumentos se refiere a que en los momentos iniciales de la metalurgia no existen evidencias de relaciones o contactos relevantes con las zona limítrofes a la propia Península.

  • También esgrime otros argumentos más significativos: el nivel tecnológico y cultural de las poblaciones peninsulares, poblaciones que tendrían el nivel tecnológico suficiente como para abordar el inicio de una actividad metalúrgica. Son poblaciones asentadas en zonas con abundante materia prima (cobre) y además manejarían muy bien el fuego (evidenciado en la cerámica).

  • Otro argumento es el primitivismo tecnológico que evidencia la primera metalurgia peninsular con una capacidad de producción muy limitada y una tipología muy reducida. Esto chocaría con la idea de colonias en sentido desarrollado. Además, por estos momentos, en el Mediterráneo oriental el nivel tecnológico de la metalurgia es mucho más avanzado que el evidenciado por estas teóricas colonias.

  • Si analizamos el contexto cultural general de las primeras poblaciones metalúrgicas peninsulares se muestra una evidente continuidad.

  • Todo ello lleva a Montero a plantear como posible la aparición autóctona de la metalurgia. Esta postura se ha plasmado en un Registro que se está dejando un poco en la antesala porque es duro de aceptar: el yacimiento de Cerro Virtud? donde él nos habla de un Registro claramente Neolítico pero con evidencias de actividades metalúrgicas. El problema es la fechación absoluta porque ese contexto se situaría en la primera mitad del VI Milenio B.P., cosa difícil porque en esa fecha estaríamos en la transición entre el Neolítico I y el II. Está claro que se trata de un Registro y una fechación muy polémicos.

    Actualmente la cuestión está en torno a una mayoría de autoctonistas pero con moderación. Parece que el Registro nos muestra la existencia de continuidad entre el Neolítico y el Cobre en todos los sentidos (cultura material, economía, etc) pero también se admite la posibilidad de aportaciones externas sin que ello implica la incorporación de poblaciones del exterior o materiales del Mediterráneo Oriental. Esta posibilidad se admite porque existen algunos aspectos formales y materiales que no son claramente explicables desde una postura totalmente autoctonista.

    Esos aspectos formales que nos obligan a ser prudentes son:

  • En cuanto a patrones de asentamiento el tema se centra en un Sistema de fortificaciones con una morfología basada en torres y bastiones (“tipo Millares”), estructura sin precedente. Además es un sistema que por estas fechas aparece en distintos ámbitos del Mediterráneo y el Sur de Francia. Así, hay que admitir la posibilidad de que esa técnica de fortificación fuera incorporada desde el exterior.

  • En cuanto a la cultura material, el elemento más llamativo es la presencia en el Sureste de cerámicas de origen anatólico, lo que se denominó cerámicas de importación y que contrasta con las cerámicas locales de la Edad del Cobre. Las cerámicas han podido llegar vía intercambio. Ni siquiera se puede negar la posibilidad de que la metalurgia fuera una aportación exterior que, en todo caso, sería rápidamente incorporada a un desarrollo cultural autóctono.

  • En los últimos años, lo que ha variado es la propia caracterización o definición de la Edad del Cobre que mucho tiempo estuvo centrada exclusivamente en la metalurgia. Hoy existe más un trasfondo socioeconómico como principal definidor. Esa caracterización es la progresiva complejidad social con niveles de desigualdad social más aguzados. Esta complejidad se paraleliza con la sociedad de jefatura que viene a romper con el Sistema igualitario de las sociedades neolíticas anteriores.

    Pero esta caracterización de creciente desigualdad y complejidad social no tendría su origen en la metalurgia porque se trata de una actividad que tiene una escasa presencia entre las comunidades calcolíticas y además, numéricamente, son productos muy escasos con una función más social que económica. La causa de esa creciente desigualdad estaría en factores económicos o demográficos, variables que provocarían una intensificación de la producción que favorecería la creciente complejidad social. Así, en estos últimos años, la metalurgia ha reducido su papel, siguiendo siendo un elemento importante pero no el más definidor (aunque como novedad sea el rasgo más característico).

    La metalurgia sería considerada como una consecuencia de esa complejidad social ya que esa actividad estaría centrada en la elaboración de objetos suntuarios de prestigio. En esta línea de pensamiento se encuentran casi todos los autores que tratan el Cobre (Gilman, Chapman, Ramos, Montero, etc.)

    Otro de los temas sobre los que habría que insistir es el del campaniforme, debate que ha afectado tanto a su origen como a su interpretación. Actualmente esta interpretación está lejos de aquello de “pueblo, raza, cultura campaniforme”. Hoy se piensa en un cierto paralelismo con la metalurgia. Se trata de una cerámica, la campaniforme, de costosa elaboración. Todo lo que ello conlleva (como los puñales de lengüeta, ...) son piezas que se consideran hoy bienes de prestigio para satisfacer esa creciente complejidad social. La amplísima difusión del campaniforme se interpreta hoy como redes de intercambio. Así se ha pasado de hablar de cultura o pueblo campaniforme a hablar de red campaniforme.

    17/05/2001

    El distinto nivel de distribución de los diferentes estilos del campaniforme podrían interpretarse en el sentido de redes de intercambio o relaciones de distinto nivel. Así, el llamado “estilo internacional” o “estilo marítimo” (es lo mismo), de amplia difusión en Europa, evidenciaría unas redes muy amplias, mientras que los estilos más locales evidenciarían redes más locales o regionales.

    En la Península ibérica existe gran diversidad de estilos campaniformes; algunos de amplia difusión como el internacional o marítimo y el cordado (que desde la Europa nórdica llega hasta nuestras tierras). Además existen otros estilos más locales, como se señalaba:

  • El “estilo Palmela” centrado en el territorio portugués.

  • El “estilo de Carmona” se centra en el Suroeste.

  • El “estilo de Ciempozuelos” (una de las imágenes más típicas del Campaniforme) que abarca la Meseta.

  • También tenemos el “estilo de Salamo” en el Noreste.

  • Estos son los cuatro estilos cerámicos propios de la Península Ibérica, que están siendo interpretados como áreas locales de intercambio.

    LA EVOLUCIÓN DE LAS POBLACIONES CALCOLÍTICAS PENINSULARES: ASENTAMIENTOS, ECONOMÍA, CULTURA MATERIAL, ENTERRAMIENTOS Y ESQUEMA SOCIAL.

    En primer lugar hay que establecer un marco cronológico que supone, más o menos, un milenio, aunque sus límites más concretos varían según las zonas ya que la metalurgia del cobre no aparece al mismo tiempo y en todos los sitios (lo mismo pasa con el bronce), por ello es difícil dar fechas exactas (más bien hay que dar fechas regionales). Así, el inicio de esta época se produciría a lo largo de la primera mitad del V Milenio B.P. (aunque tendiendo a la mitad) y el final sería a comienzos del IV Milenio BP (1.800-1.700 a.C.).

    A pesar de ser un periodo corto en relación con lo visto hasta ahora, también ha sido objeto de periodizaciones que establecen distintas fases. Son periodizaciones en las que los cambios tecnológicos (fundamentalmente la cultura material) han sido claros pero como la cultura material es tan variable existen tantas periodizaciones del cobre como ámbitos geográficos naturales hay (llegando a niveles locales).

    A pesar de esta diversidad sí hay un elemento que es recurrente en todas las periodizaciones en el ámbito regional o local, incluso: el campaniforme, que marca un antes y un después. La fechación del campaniforme está sujeta a variación (ha ido envejeciéndose hasta existir fechaciones que van más allá del 4.000 B.P., aunque lo cierto es que su momento de desarrollo y máxima expansión se produce en los inicios del IV Milenio). Así es frecuente ver como en las periodizaciones se habla de “cobre o calcolítico precampaniforme y campaniforme”, al margen que dentro del propio periodo existan diversas fases. El hecho que el campaniforme sea un elemento recurrente es sencillo ya que aparece en todos lados. Además, en algunos ámbitos geográficos, el periodo correspondiente al desarrollo del campaniforme coincide con algunas modificaciones que están fuera de la esfera de la cultura material, afectando a patrones de asentamiento o a la economía, lo que refuerza aún más esa Edad del Cobre bipartita (precampaniforme y campaniforme).

    Al margen del repertorio de cultura material que se aprecia, esas modificaciones no se pueden percibir en todos los ámbitos del territorio peninsular. Ello hace más viable el que en lugar de plantear un estudio cultural en dos momentos, veamos los distintos aspectos de la cultura calcolítica señalando, en su caso, las modificaciones que se producen y en qué ámbito geográfico podemos apreciarlas.

    Así veremos, en primer lugar, los asentamientos donde, junto a aspectos evidentemente neolíticos, existen novedades muy características y presentan cierta variación entre las fases precampaniforme y campaniforme que no afectan a toda la Península Ibérica.

    Siguiendo una norma ya vista en las poblaciones del Neolítico II, los asentamientos del Cobre peninsular evidencian una clarísima tendencia hacia la ubicación al aire libre (auténticos poblados). Estos poblados aumentan claramente su número y, en muchos caso, son asentamientos que tienen una extensión considerablemente superior que la extensión de los poblados del Neolítico II. Esto parece que son datos reveladores de un periodo de incremento demográfico, lo que es significativo ya que la variable demografía se utiliza para explicar el aumento de la producción. Aunque esto sea sí, la cueva no deja de utilizarse, sobretodo en los ámbitos de utilización más tradicionales, aunque ya son asentamientos minoritarios y con carácter secundario (pastoreo, obtención de recursos líticos, enterramientos, ...).

    Al margen de esto y en líneas generales, los poblados muestran marcadas tendencias a estar ubicados en terrenos llanos, generalmente vinculados a partes medias o bajas de cursos fluviales; zonas de alta productividad, sobretodo desde el punto de vista agrícola, aunque, en líneas generales es factible la diversificación económica. Aparte de este esquema mayoritario y general, habría que hablar de una gran diversidad en los poblados en cuanto a la presencia de sistemas defensivos, extensión de poblados, tiempo de ocupación o estabilidad, gran diversidad que permite plantear como bastante posible la idea de una jerarquización de yacimientos (yacimientos de mayor o menor categoría).

    Dentro de esta gran diversidad, los más característicos y novedosos son los poblados que presentan construcciones de sistemas defensivos. Dentro de estos poblados con estructuras defensivas, sin duda alguna los más llamativos y problemáticos son los poblados que presentan como sistema la construcción de murallas que aparecen reforzadas con torres y bastiones. Es muy característica la elaboración de “saeteras” o “barbacanas” que dejan el espacio suficiente para atacar desde dentro y que no afecten los ataques desde fuera. En el interior de los poblados existen estructuras de habitación generalmente circulares (de entre 3 y 5 metros de diámetro) y con construcción de piedras.

    Junto a estas áreas domésticas se evidencian otras áreas vinculadas con actividades concretas (que nos permitirán hablar de especialistas en su momento). El caso más conocido es Los Millares que pudo llegar a superar los 1.500 habitantes. Generalmente estas estructuras no están estructuradas desde el principio sino que se van ampliando poco a poco y, así, Los Millares llegan a establecer tres líneas defensivas. La defensa se complementa con “fortines” que rodean los lugares más elevados a efectos de controlar el territorio del horizonte abarcable. La expansión por la Península Ibérica va ampliándose progresivamente (los hallazgos) aunque existen zonas en que estos asentamientos no se conocen (extremos Noroeste y Noreste y Zona Cantábrica).

    Fuera de estos ámbitos, estos asentamientos sí quedan evidenciados (sobretodo en Andalucía y Portugal). En Portugal destaca Vilanova de San Pedro o Zambujal, aunque también Leceia do Monte da Tumba, Castelo de Santa Justa, etc. Fuera de estos ámbitos son más raros y así, en Valencia tenemos Les Moreres; en Murcia, Cabezo del Plomo; en la Zona mesetaria El Pedroso (Zamora), ...Este tipo de poblados fortificados normalmente aparecen bajo la denominación “poblados tipo Millares” por causas obvias. La proyección de la defensa suele estar bien planeada aunque la técnica de elaboración suele dejar bastante que desear (técnicamente pésimas). Los esquemas varían algo pero en esencia obedecen a un sistema. Presentan tumbas a veces, pero más por la propia extensión del amurallamiento que por otra causa.

    Al lado de estos poblados fortificados existen otros asentamientos dentro de estos grupos, donde el sistema defensivo se basa en la excavación de fosas de varios metros en sección transversal. En el interior de estos espacios delimitados aparecen estructuras de habitación aunque en otros casos se habla de estructuras de almacenamiento (como aquellas estructuras siliformes que veíamos) que suelen estar excavadas en el subsuelo, aunque no siempre. Ejemplos de estos tipos de poblados también se encuentran por distintos puntos de la Península Ibérica (Sobretodo Extremadura y zonas limítrofes). Ejemplos tenemos en el poblado de Ferreira (Portugal), La Pijotilla (Badajoz), Alto del Quemado (Ávila) o Poblado de las Pozas (Zamora) y todo evidencia esta estructura defensiva excavada (incluso las cabañas están excavadas).

    Por último existen otros poblados (minoritarios) en los que parece que existen estructuras defensivas pero el Registro no señala con precisión el tipo de estructuras que son (posiblemente unas simples murallas sin bastiones ni torres defensivas).

    21/05/2001

    Habría que señalar que en este grupo de asentamientos nos encontramos, en líneas generales, con los asentamientos de mayor extensión, con ocupaciones de hasta 1.500 habitantes, lo que supone una gran área de ocupación respecto a los poblados neolíticos. También muestran mayor nivel de permanencia, algunos de los cuales superan incluso la Edad del Cobre. Permanencia y estabilidad que también muestran una complejidad en las estructuras.

    Son también estos poblados donde suelen concentrarse aquellos elementos que se pueden considerar “bienes de prestigio”. Serían poblados de “alto standing”.

    Muchos de los aspectos de estos establecimientos muestran una clara tradición neolítica que se puede rastrear en las técnicas constructivas (como los hábitats excavados). Otras estructuras (fortificaciones de torres y bastiones), por el contrario, son estructuras novedosas aunque funcionan en otros ámbitos del Mediterráneo por lo que pueden ser una incorporación proveniente de las culturas orientales.

    Junto a estos poblados con sistemas de carácter defensivo, encontramos un gran número de asentamientos sin métodos de defensa y con débiles, mal definidas y escasas áreas de habitación o almacenamiento. Suelen darse estructuras excavadas o semiexcavadas. Son estructuras de “fondos de cabaña”, asentamientos con configuraciones débiles y sin el carácter de perdurabilidad de los asentamientos defensivos. Se trata de poblados de menor extensión y permanencia en el tiempo de su utilización.

    Los asentamientos en la Edad del Cobre están sujetos a una gran diversidad. Esas diferencias son un argumento que, en principio, se han venido utilizando para hablar de una jerarquización de asentamientos. Así se consideraría a los grandes poblados con estructura defensiva como grandes núcleos de población alrededor de los cuales se establecerían los otros asentamientos de forma dispersa, ocupando distintos lugares determinados por un tiempo limitado. El registro permite esa interpretación pero habría que tener cautela para generalizar ese sistema.

    Para hablar de un sistema de asentamiento central alrededor del que giran otros tenemos que tener en cuenta que todos esos asentamientos están funcionando al mismo tiempo. Habrían de ser asentamientos totalmente contemporáneos, lo cual es difícil de precisar. El Registro va en esta línea pero tendría que venir reforzado por fechaciones más precisas.

    Por otro lado, en la Meseta y Norte de la Península no son fáciles de evidenciar estos asentamientos centrales y lo más normal es encontrar otras variedades. Esto hace ver que debió existir una variabilidad de unas zonas con respecto a otras.

    Otro tema que también se ha abordado es la posibilidad de que los distintos asentamientos desarrollaran actividades complementarias y específicas. Ese es un tema que precisa de un mayor nivel de documentación. Es difícil identificar esos pequeños poblados con una actividad concreta.

    El tema de mayor trascendencia es enmarcar esta jerarquización de los asentamientos en un marco social concreto. Habría que establecer la relación social entre el grupo central y los grupos menores. Hay múltiples propuestas que se podrían agrupas en dos conjuntos:

  • Unos hablan de que los pequeños asentamientos dispersos podrían corresponder a linajes de bajo estatus o rango social, pero relacionados con los estatus de mayor rango social concentrados en los grandes asentamientos (en estos se encontrarían mayor número de objetos que podemos considerar de prestigio). Este sería el Sistema comunitario-parental. Esto tendría un cierto sentido con la forma de enterramiento colectivo que habría que colocar en sociedades en que el parentesco juega un papel importante.

  • Otros autores ven en esta jerarquización una relación de explotadores y explotados. Una relación de dominación y poder de los poblados de mayor envergadura mediante sistemas coercitivos y estructuras defensivas. Por ello las puntas de flechas aparecen, sobretodo, en los grandes poblados. Algunos llegan a hablar de verdadera esclavitud. Estos investigadores plantean que estaríamos ante los primeros estados.

  • Otro aspecto a considerar de las variaciones o modificaciones en los asentamientos durante la Edad del Cobre es que en algunos casos se puede hablar de evolución del patrón de asentamiento. En líneas generales podemos decir que en la fase precampaniforme los poblados se sitúan en zonas llanas y suaves lomas, no buscan zonas elevadas. Este esquema experimenta una cierta variación, según se va desarrollando el campaniforme aparece una tendencia a ubicar los poblados en lugares altos, muy elevados en el terreno, lugares que presentan unas características de defensa natural y desde los que se puede ejercer un gran control sobre vías naturales de comunicación que serían vías de intercambio. También hay una tendencia a llegar a asentamientos de un mayor nivel de concentración y mayor permanencia en el tiempo, en lugares de buena defensa y control de las vías de comunicación. Esto no es observable en todos los ámbitos peninsulares, como en el noreste que presenta un estado de asentamiento que no varía en el tiempo.

    Otro aspecto muy discutido es la economía. Los modelos explicativos son modelos materialistas y, por tanto, buscan en la economía la razón de ser del desarrollo de la jerarquización social, da la impresión de que a algunos el tema se les está “escapando de las manos” llegando a conclusiones que serían válidas para algún caso en concreto pero sin ser generalizables.

    En líneas generales sería una economía muy diversificada incluso con actividades nuevas como la metalurgia. Una economía en la que caben una gran número de actividades distintas. Las subsistenciales serían las principales actividades y entre ellas la agricultura y la ganadería. Son precisamente estas dos actividades, las que ocupan la mayor parte del tiempo de la población, donde se han buscado los factores de la jerarquización social.

    En cuanto a la agricultura, es el campo donde podemos detectar mayor número de novedades, algunas de gran calado económico y social. Las especies que se cultivan son básicamente cerealistas (trigo y cebada) aunque también hay un aumento del papel que juegan las leguminosas (con algún retraso en Andalucía) como las habas, lentejas, guisantes, ... Por lo que respecta a las especies domesticadas, el dato de mayor relevancia sería la posible introducción de dos especies de una gran importancia económica: la vid y el olivo. Son dos especies en las que confluyen factores que pueden tener una gran importancia económica y social.

    22/05/2001

    Las características de estos cultivos (olivos y vid) es que pueden desarrollarse en tipos de suelos distintos a aquellos utilizados para los cereales y las leguminosas (no les quita espacio a estos). Ello implica que en el caso de poder constatar estos cultivos estaríamos ante un gran aporte a los recursos subsistenciales. También tienen otra característica que tendría implicaciones en lo social ya que son cultivos cuya inversión es a largo plazo y sus frutos tardan, aunque tienen un largo periodo de vigencia; es decir, son cultivos que requieren una gran inversión.

    Desde el punto de vista social implican mayor vinculación a un terreno y una titularidad sobre el mismo. Además, por el hecho del largo plazo representan un freno a las posibles disgregaciones de la población. También suponen la necesidad de aumentar la protección del terreno que se está aprovechando, hasta el punto que existen autores que por ello dicen que surgirían los primeros grupos guerreros dedicados a cubrir la necesidad de protección, no ya sólo del excedente sino también de los cultivos.

    La introducción de la vid y el olivo en el Calcolítico, para muchos es algo de destacar a la hora de la intensificación de la producción y de intentar explicar la creciente complejidad social. Así opina Gilman que es uno de los autores que más ha insistido en estos cultivos como intensificadores de lo dicho. El problema es que se trata de intentar rastrear arqueobotánicamente la existencia de estas especies en el Registro y los resultados son un poco descorazonadores y sólo en zonas de Andalucía y Portugal parece existir la posibilidad de su domesticación. La conclusión es que de existir como especies domesticadas fue en casos muy limitados con lo que su papel, tanto en la producción como en el ámbito social sería muy escaso.

    Hay que hacer referencia a las técnicas agrícolas, buscando posibles innovaciones que argumenten también esa intensificación productiva. En este tema hay que volver a insistir en el barbecho, las leguminosas, etc. Quizá sea más relevante el tema del arado aunque puede que exista ya desde el Neolítico II. Ahora parece más evidente puesto que el ganado bovino se incrementa con un aprovechamiento claramente secundario ya que se sacrifica muy viejo. Además existen pinturas rupestres donde hay escenas en las que parecen perfilarse arados.

    También tendríamos que referirnos a otra técnica agrícola: el regadío. Ya en el Neolítico II se hablaba de cisternas y a partir de ahí se planteaba la posibilidad de su utilización agrícola. Ahora se trata del regadío y se plantean datos relevantes como la existencia de poblados cercanos a zonas de cursos fluviales con lo que sería fácil la utilización de agua para usos agrícolas. También existe algún yacimiento donde se conocen pequeños canales que quizá se pudieron utilizar también para el transporte agrícola del agua. De todas estas técnicas, sin duda la que implica más peso sería la del regadío en cuanto a que incrementaría más los recursos agrícolas. Ya no es que implique sólo un incremento de la producción agrícola sino que pudo implicar, también, modificaciones en las estructuras sociales por la organización social que requiere, lo que entraña mayor complejidad social. De esta forma, Chapman utiliza la introducción del regadío como uno de los elementos que más favoreció la complejidad social, la concentración de la población y el aumento de la producción. El problema es que el Registro es muy limitado y así debemos sacar las mismas conclusiones que para la vid y el olivo.

    La ganadería muestra menos modificaciones. Sigue teniendo una estrategia claramente vinculada al aprovechamiento secundario, aunque en algunos casos, por ejemplo la oveja, se sacrifica joven. Las modificaciones estarían en el aumento del ganado bovino que hasta entonces era de menos relevancia que los ovicápridos, lo que se utiliza también para explicar el incremento de la actividad agrícola.

    La cuestión del caballo presenta opiniones contrapuestas. En líneas generales parece que algo se modifica en el caballo, lo que puede implicar los primeros pasos hacia su domesticación.

    En cuanto a las actividades no productivas (caza y recolección), mantienen siempre un papel secundario con respecto a las productivas.

    El tema de la intensificación de la producción subsistencial es un tema muy debatido ya que desde el punto de vista del materialismo teórico se buscan datos explicativos. Se manejan muchos argumentos: el incremento de las leguminosas y el barbecho, la introducción de especies no competitivas, arado, regadío, aumento posible de los silos, aumento de la capacidad de los recipientes para el almacenamiento. Se habla también de la denominada “Revolución de los productos secundarios”, no ya sólo por lo que sucedía con la ganadería sino que empiezan a aparecer útiles que se vinculan a esa obtención de productos secundarios: así, por ejemplo, la pesas de telar, placas perforadas que separan los hilos, las queseras agujereadas, etc. Son piezas de nueva creación y muy frecuentes que implican un claro aumento en la elaboración de productos secundarios para vestidos, alimentos, ...también está ahí la proliferación de necrópolis megalíticas con distribuciones muy dispersas en terrenos de pastizales (no agrícolas) que implica un aumento de la actividad ganadera. Son, en fin, muchos argumentos que requieren algún comentario como los hechos para temas como la vid, el olivo, el regadío, los silos, el arado, etc., todos con interpretaciones dudosas. Hay datos que incluso resultan chocantes y es que en algunas zonas, durante el Cobre precampaniforme, existe escasez grande de piezas para el procesado de cereales (ello cambia tras la llegada del campaniforme) lo que algunos argumentan en el sentido de que se abandonan en los campos de cultivo, lo que es casi absurdo.

    Por todo ello hay que ser cautos a la hora de afirmar ese aumento de la intensificación que, además, no debió ser igual en todos los campos geográficos y es que el Registro nos muestra poblaciones muy distintas en ese aspecto.

    En el conjunto de las actividades no subsistenciales hay que destacar, por lo que resulta de novedoso, la metalurgia. Se trata de una metalurgia que se centra casi exclusivamente en el trabajo del cobre aunque a veces aparece con otros componentes (aunque en líneas generales no existen aleaciones intencionadas sino que serían impurezas).

    A esta metalurgia se incorpora el oro aunque se trata de piezas muy contadas. La metalurgia presenta un nivel tecnológico muy rudimentario y tiene escasas evidencias en el Registro, sobretodo en la fase precampaniforme. De hecho hay zonas en que no queda clara, bien parcial o bien totalmente, la presencia de procesos metalúrgicos. Así sucede, por ejemplo, en la Zona Cantábrica y en el Noreste peninsular (Cataluña y Valencia) donde de existir alguna evidencia ésta es poco frecuente. Existen actividades en Andalucía y Portugal principalmente (los dos grandes focos). Así destacan Vilanova de San Pedro en Portugal, Pozas en la Meseta, Lavapés en Galicia. Aún así, dentro de las zonas portuguesa y andaluza, los poblados con evidencias metalúrgicas son pocos en esta etapa precampaniforme.

    En las zonas donde no está presente destaca el hecho que son zonas con escasos recursos metalúrgicos de materias primas, lo que explicaría este retraso (Cataluña, Valencia y el Cantábrico).

    Ya con el cobre campaniforme la actividad metalúrgica aparece en todos los ámbitos peninsulares. De ello debemos deducir que en aquellos yacimientos con evidencia de cobre pero no de actividades metalúrgicas y en aquellos yacimientos donde no existe ninguna evidencia, las piezas allí llegadas lo serían vía intercambio y ya elaboradas. En algunas ocasiones no se evidencia todo el proceso metalúrgico y únicamente se evidencia el proceso de fundición (gotas, escorias, crisoles) pero no se evidencias yacimientos de materias primas en lugares cercanos. Pudiera tratarse de tareas de refundición (por desperfectos de la pieza original, por ejemplo). Esto se da en casos en que existen dificultades para la obtención de materias primas.

    Se maneja un dato importante: el de los lingotes. Así están apareciendo, en yacimientos metalúrgicos donde se evidencia todo el proceso de la metalurgia, piezas sobre las que se maneja que pudieran ser lingotes, que serían materia prima semielaborada, obtenida por intercambio, claro que esto es algo novedosísimo y que se está empezando a ver ahora. Ello no excluye la reutilización.

    La escasa actividad metalúrgica en el precampaniforme cambia en el campaniforme cuando se extiende y se evidencia en el Registro arqueológico por la abundancia de restos de actividades metalúrgicas, aunque no se puede pensar que ello sucede en todos los poblados. Posiblemente existirían más poblados con nula actividad metalúrgica aunque manejen piezas de cobre.

    23/05/2001

    Aquellos asentamientos que desarrollan actividades metalúrgicas en todo el proceso (desde la obtención de materias primas) llevan a cabo un aprovechamiento de recursos locales próximos, lo que explica la gran diversidad de componentes que muestran las piezas metálicas en el conjunto de las comunidades metalúrgicas peninsulares. No se puede hablar, así, de intercambio de materias primas en la mayoría de los asentamientos (dejando aparte los dudosos lingotes).

    Aunque se ha dicho que las actividades metalúrgicas se incrementan en el campaniforme así como el número de piezas y la variedad tipológica, en líneas generales esta actividad es limitada, así como su número y variedad. En algunos casos existen elementos metálicos que parece que tuvieron actividad utilitaria en el ámbito doméstico (punzones), pero la mayoría de las piezas no nos muestran clara vinculación con las actividades domésticas subsistenciales. Son, también, piezas que se presentan normalmente en contextos funerarios, no de habitación. Todo ello convierte a estas piezas en piezas de carácter simbólico o social, lo que están en consonancia con la tan traída y llevada complejidad social. Estas piezas serían objetos de adorno (cuentas de collar), hachas, puñales,…, conjuntos que se denominan bienes de prestigio, marcadores de estatus, etc.

    Otro punto de relación entre actividad metalúrgica y esquema social es que en algunos casos la actividad metalúrgica de poblados que se pueden considerar metalúrgicos se desarrolla fuera del ámbito doméstico, en espacios expresamente delimitados para las actividades metalúrgicas (allí aparecen la materia prima, lingotes, escorias, crisoles, …). En consecuencia pudieron existir, en algunos casos, ciertos niveles de especialización artesana que desarrollarían su actividad metalúrgica a tiempo parcial ya que los niveles de producción son siempre bajos. Es asumible esa especialización dada la clara desaparición de la sociedad igualitaria.

    Dentro de las actividades no subsistenciales hay que referirse a una actividad que no es nueva: los intercambios que tan claramente aparecían ya en el Neolítico II con la variscita. Lo que sí es patente es el incremento de esta actividad de forma contundente y que sigue aumentando conforme avanza el calcolítico (tanto productos como materia prima). Esta actividad se deduce a partir del Registro arqueológico, al existir claras evidencias de desplazamientos incluso desde fuera de la Península Ibérica. Dentro de estas actividades de intercambio hay que establecer una distinción, que no es fácil, entre los intercambios que parecen cubrir demandas de tipo económico y otro intercambio de piezas y materias primas que cubrirían fines de carácter social ya que están fuera del ámbito de las actividades subsistenciales (bienes de prestigio, materias primas de fuera de la Península Ibérica, etc).

    Dentro de las relaciones de intercambio a larga distancia que cubren fines económicos tendríamos el intercambio de materiales líticos tanto tallados como pulidos. Se conocen desplazamientos de hasta 100 Kms en la materia prima lítica para pulimento (Meseta y Levante) y es una materia que se transforma luego en piezas que guardan relación con actividades subsistenciales (hachas, mazas, hazuelas, …). Pero quizás dentro de estos intercambios de materia prima lítica en Andalucía hay que referirse al sílex que evidencia desplazamientos de incluso más de 100 Kms y es que el sílex, en líneas generales para la Península Ibérica, cobra en el cobre un auge extraordinario.

    Habría que destacar, sobretodo, tres grupos tipológicos:

  • Piezas para hoz.

  • Grandes láminas.

  • Puntas de flecha.

  • Es un sílex de gran calidad el que se mueve (así, por ejemplo, el de Ronda). Parece que todo el sílex andaluz parte de dos o tres sitios. Nos centraremos en las grandes láminas y las puntas de flecha.

    En principio nos encontramos un intercambio íntimamente relacionado con actividades subsistenciales aunque no queda excesivamente claro, porque resta por aclara la funcionalidad de las grandes láminas de sílex (se habla de su posible utilidad para el afeitado y la depilación). Las puntas de flecha son definidas como elementos coercitivos o para actividades cinegéticas (función utilitaria más o menos subsistencial tanto en este caso como en el de las láminas) pero existen puntos sospechosos que no encajan: tanto las grandes láminas como las puntas tienen una relación con el contexto funerario muy claro porque existe una clara desproporción entre las puntas existentes en los poblados y las de los contextos funerarios. Por otro lado, en muchas ocasiones, las láminas y puntas que aparecen en contextos funerarios no tienen pinta de haberse utilizado nunca (incluso existen puntas transparentes). Ello implicaría que en los contextos funerarios estas piezas plantean dudas en cuanto a que sean piezas elaboradas para una función utilitaria. Serían, más bien, piezas elaboradas para el contexto funerario (o así parece ser). El significado no está claro de todas formas porque aquí no podemos hablar de piezas de prestigio, con lo que lo único que parece claro es su carácter simbólico, lo que explicaría también el auge del sílex de buena calidad. Aunque no es normal se encuentran incluso puntas de flecha de cristal de roca lo que podría ser otra evidencia de diferenciación social.

    Con respecto al sílex existe otro tema interesante: en Los Millares el proceso de elaboración de estas piezas estrellas (grandes láminas y puntas) no es que se haga en ningún sitio concreto, pero tampoco es que se elabore en todas las áreas domésticas. Sólo se elabora en una parte del yacimiento (tanto el procesado como la elaboración): en unas determinadas cabañas, pero no como actividad especializada sino doméstica. Ramos Millán utiliza el término de cabañas-taller. Así, existirían grupos familiares, linajes o unidades que elaborarían estas piezas líticas. Ello reforzaría aún más la importancia de esa actividad. De todas formas es un tema que necesita de más estudios y desarrollo porque parece ser que sólo se conoce en Los Millares (o al menos el profesor Marqués no conoce más sitios).

    Aparte de estos intercambios con fines económicos o simbólicos, el Registro parece evidenciar que la mayor parte de los objetos e incluso materias primas que se están desplazando son piezas que hay que considerar como bienes de prestigio ya que son piezas escasas y exóticas que se vinculan a los enterramientos (y sólo a algunos de ellos). Esto parece implicar ese significado social.

    En este conjunto de relaciones de intercambios hay que considerar a las piezas metálicas, al menos una parte de las piezas de cobre (las que tienen vinculación con los contextos funerarios). Son piezas que se desplazan ya elaboradas.

    Otro conjunto de piezas que, ya en líneas generales, cubrirían esas necesidades más simbólicas son las cerámicas campaniformes que supondrían un coste bastante amplio. Con estas cerámicas hay que tener cuidado ya que es posible que todas las cerámicas campaniformes no llegaran vía intercambio sino que hay que contemplar la posibilidad de su copiado por los gustos de las élites. Ello no cambiaría su significado social porque aún así sigue sin ser muy frecuente y vinculado a lo funerario. El problema es ver yacimiento por yacimiento qué cerámica es local o no, pero ello es difícil por motivos presupuestarios obvios.

    24/05/2001

    El panorama de los estilos campaniformes en la Península Ibérica es muy variado. Algunos tienen una procedencia claramente extrapeninsular como el típico cordado que vendría de más allá de los Pirineos y lo encontramos por la Zona norte hasta la Meseta. Casi todos los estilos campaniformes, no obstante, son estilos locales (también llamados secundarios) que se crean dentro del ámbito peninsular con límites geográficos bien definidos (estilo Palmera en Portugal, estilo Carmona en el Noroeste, ...). Son estilos locales que debieron corresponder a zonas locales de intercambio de una zona más o menos definida y así, aunque el estilo Ciempozuelos es mesetario, lo podemos encontrar en Málaga porque se trata de estilos con una cierta movilidad geográfica.

    También, en el apartado de intercambios de estos bienes de prestigio, tenemos todo un conjunto de adornos personales que están elaborados sobre materias primas exóticas de clara procedencia exterior a la Península Ibérica. Lo más frecuente, al respecto, es el marfil, utilizado para piezas de adorno e incluso ídolos. En menor medida también tenemos adornos sobre cáscaras de huevo de avestruz (también, obviamente, procedentes del exterior). Todas estas materias primas llegarían desde el Norte de África y entrarían por el Sur de la Península que es donde más las encontramos. Este origen norteafricano se ve reforzado en la presencia de artículos peninsulares en el Norte de África tales como cerámicas campaniformes y objetos metálicos de forma esporádica (puntas de palmela, puñales de lengüeta, etc) que evidenciarían el intercambio de la materia prima. También podemos considerar intercambios de estos tipos a algunas cerámicas de “decoración simbólica” que también aparecen sobre los “ídolos oculados”. Esos mismos ídolos son muy característicos de poblaciones andaluzas y portuguesas y aparecen esporádicamente en las zonas limítrofes de esos ámbitos (Meseta y Valencia). Esta esporadicidad nos da que pensar, también, en intercambios. Algo parecido sucede con los “ídolos placa o alentejanos”, placas muy finas de Portugal que también aparecen esporádicamente en la Meseta (posiblemente, también, como intercambio).

    Todos estos intercambios los rastreamos en el Registro desde las fases iniciales del Calcolítico, aunque es en el Campaniforme cuando estas relaciones se hacen más intensas. Este aumento en la circulación de bienes de prestigio es coherente con algo visto en los asentamientos: su ubicación en zonas que controlaban vías de comunicación (las utilizadas, precisamente, para estos intercambios).

    Por lo que respecta a la cultura material, dejaremos para el final todo el conjunto campaniforme dada su homogeneidad. Dentro de la cultura material y como sucede con todas las sociedades de la Prehistoria reciente, el conjunto que más se utiliza para establecer relaciones y cronología es la cerámica dada su abundancia y variedad. La cerámica de las poblaciones calcolíticas, dejando a un lado la campaniforme, está claramente vinculada a las cerámicas del Neolítico II, tanto en cuanto a su aspecto externo como en su morfología. No extraña que en los contextos del Cobre precampaniforme resulten frecuentes las cerámicas decoradas con técnicas y temas neolíticas.

    Otra característica es el hecho de que buena parte sea una cerámica lisa sin decoración y ello siguiendo aquella tendencia neolítica vista. Esa relación con el Neolítico II afecta a la cuestión de la morfología y así vemos como el grupo de recipientes que más definirá a una buena parte de la población calcolítica es el grupo de platos y fuentes, recipientes que presentan algunos detalles nuevos que los caracterizan: presentan un borde o labio con formas muy diversas (engrosados, almendrados, sencillos, ...). Estas formas son características de Andalucía y Portugal (y casi calificables como fósiles-guía por más que este término no tenga, hoy, muy buena fama) y también de las zonas limítrofes (Meseta y Valencia) pero faltan en el Norte de la Península.

    Junto a platos y fuentes existe un repertorio amplísimo de variantes de la esfera (casquete esférico, semiesférico, escudillas,...). Dentro de éstas destacan las orzas (recipientes de gran capacidad que proliferan más durante el periodo campaniforme).

    Tendríamos, también, novedades en la decoración. Existen algunos motivos decorativos característicos y de ellos los más representativos es posible que sean las decoraciones simbólicas a base de ojos soles (Andalucía y Portugal, como no). En la zona portuguesa también existen otras técnicas características: las cerámicas acanaladas (incisiones profundas y anchas), las realizadas en forma de hojas de acacia (incisa). También cerámica característica, aunque con una distribución más amplia, es la consistente en triángulos incisos con el interior puntillado.

    En la Zona noreste tenemos un motivo decorativo que tiene una clara influencia del conocido como Grupo de Les Treilles (Sur de Francia) consistente en triángulos grabados. También tenemos las queseras; recipientes vinculados con el procesado de productos lácteos (quesos) con perforaciones que van de una cara a otra. Parecidas a las del Grupo de Les Treilles tenemos el Grupo de Veraza. También existen pequeños recipientes de piedra en contextos funerarios.

    En cuanto al sílex, es un apartado tecnológico muy representado en las poblaciones calcolíticas. Destacan las grandes láminas cercanas a los 20 cms., las puntas de base cóncava (muy características del mundo occidental) y existe un gran repertorio de formas triangulares (con pedúnculos, o aletas, ...).

    También existen piezas con una vinculación al mundo textil (casi con toda probabilidad). Se trata de piezas elaboradas en arcilla y, de esta forma, tenemos las placas perforadas en forma rectangular y fina, en otros casos se trata de auténticas pesas de telar. También tenemos los cuernecillos de arcilla. Son piezas que se han venido vinculando a la industria textil: las pesas mantendrían los hilos para poder tejerlos. Las placas servirían también para mantener separados los hilos. A veces aparecen decoradas mediante pequeñas incisiones y la diferencias entre placas y pesas es de tamaño, grosor y peso. Los cuernecillos pesan muy poco y últimamente se les ha relacionado con la actividad textil aunque el profesor Marqués tiene dudas de que sirvieran como pesas.

    28/05/2001

    Volviendo con el sílex tenemos las alabardas de sílex que son piezas apuntadas (puntas) pero con una dimensión considerable. Son piezas de sílex tallado muy típicas de ajuares funerarios. Son escasas y apenas aparecen en ámbitos de habitación. Aparecen en contextos funerarios en menor presencia que las puntas de flecha. Pueden marcar una diferenciación social.

    En cuanto a las piezas de metal no existe una tipología variada sino que son variaciones de los pequeños punzones que aparecen en los ámbitos de habitación. Dentro de estas piezas destacan las hachas y los puñales, estos últimos con varias formas de enmangue: con escotadura y, a veces, con el nervio central.

    En los objetos de adorno vamos a encontrar distintos tipos de cuentas y alfileres. En cuanto a la morfología, tiene una mayor significación la materia prima: huesos, conchas o materias primas exóticas como el marfil o las cáscaras de huevo de avestruz..

    Por lo que respecta a los objetos simbólicos, el Neolítico dejó pocas piezas que podamos adscribir a este mundo, sobretodo en comparación con lo que pasará con el Cobre. Así, lo más característico, quizás, sean los ídolos y dentro de ellos los ojos-soles que son una representación que aparecerá en la cerámica simbólica. Suelen estar hechos en hueso y a veces en piedra.

    Por su parte, los ídolos-falange son ídolos hechos en falange de animal que suelen adelgazarse por la parte central para dar un aspecto antropomorfo, a veces están decorados y a veces no.

    Otra variedad sería la de los ídolos placa o alentejanos que aparecen en el Neolítico y tendrán una gran expansión en el Cobre. Son ídolos de forma trapezoidal o romboidal, muy planos, sobre los que se suele hacer una decoración geométrica. Estos ídolos evolucionan en la Edad del Cobre con dibujos que le dan una forma antropomorfa.

    Algo más avanzados son aquellos ídolos placa en los que ya aparece perfilada la figura humana en la piedra.

    También nos encontramos objetos de difícil significación que se han interpretado como algo simbólico, de carácter votivo (sandalias en marfil, hachas decoradas, etc.).

    En la Edad del Cobre se produce una gran explosión de piezas con carácter simbólico respecto a lo que había sucedido en el Neolítico. Son piezas muy vinculadas a los asentamientos tipo Millares.

    En el estudio del horizontes campaniforme comenzaremos por la cultura material. Hay un conjunto de elementos asociados que aparecen al final de la Edad del Cobre. Destaca la cerámica, que adquiere una gran variedad de estilos, algunos externos, importados y otros indígenas de producción propia.

    El campaniforme tiene varios estilos:

  • El estilo cordado.

  • Los estilos impresos: marítimo o internacional y puntillado complejo.

  • El estilo Salamó. Típico del Nordeste peninsular.

  • El estilo pirenaico. Introducido desde el exterior.

  • El estilo Ciempozuelos. Campaniforme de la Meseta. De lo que son estilos locales es uno de los más barrocos en la decoración que tiende a cubrir toda la superficie del vaso, incluso el interior y el fondo. A veces las incrustaciones se recubren con pasta blanca.

  • El estilo Palmela. Típico en Portugal. También es muy profuso en decoración aunque no tanto como el de Ciempozuelos.

  • El estilo Carmona. Del Sureste. Tiene un tipo de copa muy característica.

  • En piedra, uno de los elementos más característicos del campaniforme son las llamadas placas de arquero, aunque hay dudas, dada su fineza, sobre la funcionalidad que tuvieron algunas de estas piezas halladas en contextos funerarios.

    También tenemos los botones de perforación en V, con diversas formas y que a veces aparecen en marfil.

    En metal lo más característico es el puñal de lengüeta y las puntas de Palmela que llegan hasta Francia. En algún contexto campaniforme podría aparecer alguna pieza de oro de forma excepcional (enterramiento de Fuente Olmedo que es, quizás, el más rico).

    En cuanto a los enterramientos, estos presentan una gran continuidad respecto al Neolítico. La forma más difundida es la de la inhumación colectiva en estructuras edificadas para servir de contexto funerario; estructuras que se enmarcan en el megalitismo que se inició al menos en los primeros momentos del Neolítico II. El inicio de este ritual de enterramiento en la Península Ibérica puede tener distintos focos, uno de ello Portugal que es el más fijo y documentado, aunque también cabe presenciar una influencia francesa en la zona del nordeste. También se viene planteando otro foco en la zona del sureste peninsular.

    Las fechaciones de C14 que se obtienen cada vez son mayores. También hay algunas fechaciones de termoluminiscencia. Según las primeras estaríamos hacia mediados del VI Milenio B.P. aunque no en toda la Península. El megalitismo se va extendiendo durante el Neolítico II y afecta a todo el ámbito geográfico peninsular. Afecta sobretodo a la zona meridional de Andalucía y Portugal. También está representado en toda la Zona norte. Sin embargo está mal documentado en la zona oriental de la Meseta y en la Zona Levantina, donde se practica el enterramiento colectivo pero en cuevas naturales. No se construyen estructuras ex professo.

    29/05/2001

    Ahora veremos los tipos de estructuras o sepulcros megalíticos de la Península Ibérica. Tipológicamente podemos establecer una primera división en el conjunto de estructuras funerarias, distinción que tiene una fundamentación técnica y formal entre:

  • Sepulcros Megalíticos. Estructuras construidas en piedras, independientemente del tamaño y de la piedra.

  • Sepulcros excavados en roca o cuevas artificiales.

  • Dentro de los primeros existe una gran diversidad formal que podemos sintetizar en una serie de grandes tipos:

  • Sepulcros de corredor. Con espacio anterior más estrecho que la cámara propiamente dicha. Suele ser frecuente la compartimentación dentro de la misma cámara sin que sean losas que tengan que llegar hasta el techo (la compartimentación).

  • Sepulcros de galería. No existe la distinción entre cámara y corredor ya que no se da ningún estrechamiento muy marcado. Sí puede ocurrir que presente una compartimentación del espacio interior con lozas transversales al eje longitudinal que separan áreas. Puede ocurrir que estas galerías vayan precedidas de un espacio más ancho que se abre hacia el exterior (galerías con atrio)

  • Sepulcros de cámara. Recintos a modo de galerías donde también existe un único espacio pero menos alargado y de dimensiones más reducidas.

  • Cistas. Los espacios más reducidos. Suelen tener entre 1 y 1.5 metros de lado. Es como una cámara pero de menores dimensiones.

  • Sepulcros de falsa cúpula. Son como los de corredor, con un corredor (valga la redundancia) que da paso a una cámara más o menos circular elaborada mediante falsa cúpula, cerrada la clave con una loza horizontal. Las paredes pueden ser de mampostería o loza igual que el corredor. También puede delimitarse algún espacio en concreto con alguna pequeña cámara que se abre al fondo y que tradicionalmente se había denominado cámara secundaria (al profesor Marqués no le gusta esta terminología porque no sabemos su función), aunque quizá sería mejor denominar a ambas cámaras como cámara y gran cámara.

  • De estos grandes tipos de sepulcros, los de corredor, las cámaras, las galerías y las cistas podemos encontrarlos en casi todos los ámbitos peninsulares. Quizás en el norte la tipología cambie algo porque las galerías no son muy frecuentes pero, en general, en todos lados existe.

    Otra cosa pasa con los sepulcros de falsa cúpula que apenas están fuera de Andalucía y Portugal. Tan sólo en algún caso de la Meseta y poco más (y siempre en las cercanías de estas dos zonas). Es característico, también, que estos tholoi sean relacionables con los poblados tipo Millares y ello es otro dato para ver porque se hablaba de colonias.

    Las otras estructuras eran las excavadas en la roca o cuevas artificiales (denominación más popular). Se trata de rocas de arenisca u otras relativamente blandas ya que tenían que ser fáciles de trabajar. Tienen un paralelismo formal con algunas de las estructuras relacionadas con los sepulcros megalíticos. En algunas ocasiones tienen un cierto barroquismo de formas teniendo en cuenta que están hechas de roca. El corredor va al aire y da acceso a una cámara que puede ser circular o cuadrangular (vimos una diapositiva de una de estas cuevas que imitaba los sepulcros de falsa cúpula porque incluso simulan la piedra horizontal de la clave del techo cuando lo normal es que fueran más circulares). En otros casos no llevan ningún corredor, accediéndose directamente a las cámaras con lo que son paralelas, formalmente, a las cámaras simples, estas cuevas artificiales tienen como ámbito prácticamente exclusivo Andalucía y Portugal.

    De todos los tipos mencionados (megalíticos y excavados), únicamente los tholoi se inician ya en el calcolítico. Algo parecido sucede con las cuevas artificiales que son más típicamente calcolíticas, siempre que nos refiramos a cuevas artificiales dentro del concepto megalítico. El resto de tipos mencionados puede aparecen en el Neolítico o en el Cobre (incluso en el Bronce).

    Otro aspecto a señalar respecto a las necrópolis megalíticas es la distinta distribución que presentan ya que en unos sitios están muy concentradas y vinculadas a zonas de una alta producción agrícola y otras veces se trata de sepulcros muy dispersos típicos de sitios más altos de poblaciones que buscan estas zonas para aprovechamiento ganadero o pastizales.

    El ritual de enterramientos en estos sepulcros es la inhumación colectiva (lo más ampliamente representado) en el interior. A veces se habla de que serían osarios donde se depositarían los restos una vez descarnados. Pero parece, tras los últimos estudios, que son enterramientos primarios sin proceso de descarnamiento previo ya que se encuentran hasta las partes más pequeñas del esqueleto, cosa que no sucedería en el caso que se trajeran desde otro sitio.

    Se conocen algunas referencias en la bibliografía a cremaciones parciales: el cadáver pudo ser sometido al fuego pero sin llegar a la transformación del hueso en ceniza. Es posible que muchas de estas referencias no respondan a la realidad sino que existen procesos postdeposicionales que darían la apariencia de haber sido quemados (huesos ennegrecidos), pero sería algo más que nada químico. Lo habitual es que no encontremos cadáveres en posición. Lo normal es que se trate de un paquete de huesos revueltos que darían pie a pensar en una alta remoción de cadáveres que afecta también a los ajuares (que aparecen muy fragmentados) hecho que hace difícil establecer una relación entre las piezas de ajuar y los cadáveres (para ver las piezas de las mujeres, los hombres o los niños). Por ello también resulta complicado establecer la funcionalidad concreta de los espacios interiores funerarios (como los nichos de los sepulcros o las camaritas de los tholoi) dado el alto índice de remoción. Este índice no tiene origen sólo en el uso funerario sino que existe también una influencia animal (serían “palacetes” para determinados “bichos” que habitan en madrigueras) lo que complicarían más la remoción.

    Esta tipología vista, cuando descendemos a un mayor nivel de concreción, se multiplica (existen, por ejemplo, muchos tipos de sepulcros de corredor), incluso se da gran diversidad en cuanto a evoluciones geográficas, existiendo hasta ámbitos donde no se da la evolución desde el principio hasta el final (siempre están los mismos). Por ello el megalitismo es todo menos homogeneidad y quizás lo único común es el ritual de enterramiento colectivo. Esta diversidad evidencia que dentro de unos elementos comunes (el enterramiento) normalmente hechos en una estructura ad hoc, debió estar sujeto el fenómeno megalítico a una gran diversidad formal y técnica y ello por factores sociales, económicos, geográficos, ..., diversidad que es lógica, por otro lado, dado la amplitud del fenómeno que abarca casi todo el territorio peninsular. Ello implica que no todo el megalitismo cumpliría el mismo objetivo y, así, un túmulo externo como el de los tholoi tiene una función diferente que una cueva artificial (dado que aquel se ve desde todos los sitios).

    Debemos hablar de enterramientos colectivos cuando hablamos de enterramientos con más de una unidad familiar simple (hombre, mujer e hijos). Por ello no es sólo cuestión de número sino de concepto.

    Existen zonas donde es posible seguir una evolución (Portugal y Cataluña) que se va siguiendo en el tiempo y nos da esquemas distintos. Quizá la evolución más asentada sea la portuguesa, una de las zonas más ricas en necrópolis y en estructuras megalíticas. Los portugueses distinguen desde hace tiempo cuatro fases:

  • Fase proto o paramegalítica (no propiamente megalítica). Dentro de la primera mitad del VI Milenio B.P. Se caracteriza por la elaboración de pequeñas cistas o ámbitos funerarios generalmente ovalados o cuadrangulares que suelen ser enterramientos individuales (esporádicamente de varios individuos). Es una época en que los ajuares están compuestos por elementos antiguos como los geométricos y cerámica decorada de tradición neolítica. De esta fase destacan Palmeira de Caldas de Monchique o el anta 10 da Herdade das Areias.

  • Estrictamente megalítica con enterramientos colectivos. Se incorpora ya el sepulcro de corredor. Corresponde a la segunda mitad del VI Milenio B.P. En los ajuares se ven elementos como los primeros ídolos-placa (que alcanzarían su máximo desarrollo en el Cobre) y las primeras puntas de flecha. Ejemplos serían Poço da Gateira 1 o Gorginos 2.

  • 30/05/2001

  • Fase que se conoce como Cultura Alentejana. Es una fase que se desarrolla en los momentos finales del Neolítico e inicios del Cobre (inicios del V Milenio B.P.). Sus características desde el punto de vista estrictamente funerario es la aparición de grandes sepulcros de corredor y de galería, generalmente de planta ovalada. En los ajuares aparecen las puntas de flecha y los ídolos-placa y comienzan elementos típicos del Cobre, como son los platos de borde engrosado. Se aprecia el desarrollo de poblados con carácter de permanencia. Ejemplos de esta tercera fase de la evolución del megalitismo portugués serían Anta Grande do Zambujeiro, Anta Grande do Olival da Pega o Anta Grande da Comenda da Igreja. Algunas de estas cámaras de la tercera fase presentan los ortostatos ligeramente curvados hacia el interior.

  • Corresponde al Calcolítico y se caracteriza, en cuanto a sus estructuras funerarias por la incorporación de los sepulcros de falsa cúpula o tholoi. Corresponde a los asentamientos tipo Millares como Zambujal o Vilanova de San Pedro. Va desde la mitad del V Milenio B.P., cubriendo toda la Edad del Cobre y llegando, excepcionalmente, hasta el Bronce.

  • La otra zona que veremos su evolución es Cataluña que tendría tres fases en su megalitismo y parece que algunas de esas estructuras están sujetas a distribuciones geográficas más o menos concretas:

  • Hacia la segunda mitad del VI Milenio B.P. (Neolítico II). Fase caracterizada por la aparición de sepulcros de corredor con una morfología muy variada en cuanto a sus cámaras y presentado una cierta diversidad en cuanto a la construcción del corredor (mampostería, lozas, etc.). Estos sepulcros de corredor se concentran en el Alto Ampurdán (muy cerca de Francia). Aparecen en una zona en la que no existe la cultura de los sepulcros de fosas catalanes (que son contemporáneos).

  • Correspondiente a buena parte del V Milenio B.P. (finales del Neolítico II y Cobre precampaniforme). Además de los sepulcros de corredor se incorporan las galerías de pequeñas y grandes dimensiones que presentan una distribución distinta: las pequeñas aparecen centradas en la zona costera y las grandes en el Noreste catalán como ámbito más amplio. Las cistas son conocidas por los catalanes como hemidólmenes.

  • Fase caracterizada por la incorporación de las cámaras simples (coincide con el Cobre Campaniforme) con una amplia dispersión por todo el territorio aunque quizás más concentrada en la zona pirenaica. Sería paralela al desarrollo del Campaniforme.

  • En el resto de la Península no resulta posible establecer una evolución del tipo de la hecha para Cataluña o Portugal aunque existen unas líneas generales. Así, para toda la zona septentrional, puede plantearse la prioridad cronológica de las cámaras simples que convivirán a lo largo del Cobre con lo sepulcros de corredor. Es una zona en la que el tipo de galería tan frecuente en Cataluña o Portugal está ausente. Existen distribuciones interesantes en zonas como Galicia y debe tener cierto significado. Allí, los sepulcros de corredor, con ajuares de más relevancia, aparecen ocupando las zonas llanas (de mayor potencialidad agrícola), mientras las pequeñas cámaras (cámaras simples) tienen ajuares más sencillos y se distribuyen en zonas de montaña y pastoreo. Si eran poblaciones distintas o las mismas que desarrollan actividades diferentes es algo difícil de establecer.

    En el Sur no existe esa diferencia morfológica entre las zonas de montaña y las zonas de llano.

    La Meseta es un ámbito geográfico que muestra una gran variabilidad funeraria (la más diversa). Presenta estructuras megalíticas ya en el Neolítico y muestra una clara relación formal con Portugal. De hecho son los sepulcros de corredor y menos las cámaras simples y galerías los que aparecen. Incluso en Extremadura aparece algún sepulcro de falsa cúpula.

    Aunque lo más frecuente sea el enterramiento colectivo, el individual también convivirá con el colectivo, enterramiento que viene ya desde el Neolítico (muy arraigado) y se mantiene en el Cobre, sobretodo en su fase precampaniforme, cuando se da la máxima difusión del enterramiento colectivo. Por ello es raro que en la Meseta se mantenga el enterramiento individual. Ejemplos de estos enterramientos precampaniformes individuales serían los enterramientos de El Ollar (Donhierro-Segovia) o Ziguñuela (Valladolid). Es posible que el mantenimiento de estos enterramientos individuales de tradición neolítica pueda explicar el gran desarrollo del enterramiento individual durante el Cobre Campaniforme.

    El enterramiento individual de época campaniforme (tan desarrollado en esta zona central) comienza a aparecen en casi todos los ámbitos peninsulares de forma aun secundaria. Son enterramientos individuales que muestran una clara diferencia en cuanto a la riqueza del ajuar y que va a representar las relaciones sociales. De todas formas lo predominante sigue siendo el enterramiento colectivo.

    Los enterramientos individuales del Campaniforme mantienen e incrementan una distribución desigual en cuanto a la aparición de bienes de prestigio. Destaca el enterramiento individual de Fuente Olmedo (Valladolid) con más de diez puntas de Palmela, cerámica, etc.

    Por último veremos el esquema social de las poblaciones calcolíticas. A la hora de abordar este aspecto, está claro que uno de los contextos en los que más deberíamos basarnos es el contexto funerario, donde tenemos toda una documentación arqueológica que refleja las relaciones sociales (aunque mucho se nos escapa).

    El contexto funerario es de lo más revelador para rastrear relaciones sociales. El contexto funerario de las poblaciones calcolíticas aparece dominado por el enterramiento colectivo (mayoritariamente inhumación) en contextos distintos (sepulcros o cuevas). Es heredado del Neolítico y como decíamos en su momento se trata de un ritual que evidencia una gran importancia de las relaciones de parentesco por encima de la unidad familiar simple. Este ritual de enterramiento colectivo fue interpretado muchos años como síntoma de una sociedad claramente igualitaria. En aquel tiempo no se consideraba la existencia de bienes de prestigio y no se investigaba sobre al distribución desigual de los componentes de ajuar. Así, la idea que se tenía era que la sociedad calcolítica era igualitaria, tal como hemos tenido ocasión de ver, en la actualidad parece clara la aparición de esos bienes de prestigio repartidos desigualmente en una analítica de los enterramientos. A veces incluso la mayor parte de los bienes aparecen concentrado en un número limitado de sepulcros.

    En todo este tipo de analítica tiene importancia un artículo de Chapman sobre Los Millares donde se lleva a cabo esta analítica. Observando como esos bienes de prestigio aparecen concentrados en unos pocos sepulcros situados en la zona central de las necrópolis. La primera conclusión que sacamos de la idea de la existencia de esos bienes de prestigio nos lleva a eliminar la idea de que la sociedad calcolítica es claramente igualitaria, sin complejidad, sino todo lo contrario, existiendo niveles de desigualdad social que se mueven dentro de unas fuertes relaciones de parentesco que parecen quedar por encima de esos niveles de desigualdad. Esta idea la obtenemos del hecho en si del enterramiento colectivo. Lógicamente estos niveles de desigualdad deben enmarcarse en un contexto que permitiera la reproducción del enterramiento colectivo, porque si fuera una desigualdad muy marcada predominarían los enterramientos individuales.

    Se trata de una complejidad social que se manifiesta en el ámbito de clase o linaje familiar pero no se manifiesta a escala individual. Como señala Chapman, los marcadores de estatus que vemos en los sepulcros megalíticos marcan el estatus del clan familiar que está allí enterrado, no el del individuo considerado individualmente. De esta forma la diferencia de ajuares entre un sepulcro y otro evidenciaría las diferencias de estatus entre los clanes familiares que están allí enclavados, no los de los individuos. Se trataría de los que Chapman denomina complejidad vertical entre grupos situados a distinto nivel social. Pero es posible que, también, existe la complejidad horizontal donde hablaríamos de grupos distintos (especialistas y artesanos). En este sentido hablaremos de la existencia de una cierta especialización artesanal (metalurgia). Parece que esta limitada complejidad social debió necesitar de una cierta concentración de excedentes y también un aumento de la concentración de la población capaz de llevar a cabo esta complejidad social.

    Ha existido un tema que durante mucho tiempo fue candente y que hoy ha remitido: el factor que desencadena la creciente complejidad social del calcolítico. Al respecto se han manejado los factores del cambio cultural: el incremento demográfico y los aumentos de los recursos. Estos dos factores parecen quedar bien reflejados en el Registro arqueológico. El problema es cuál de los dos factores desencadenó el resto; si primero fue el incremento de la población o fue el aumento de la producción por las innovaciones tecnológicas. En realidad son factores que se retroalimentan.

    Independientemente de fijar el factor desencadenante, la complejidad social debió estar ligada al aumento de la producción subsistencial por cuanto que éste debió traducirse en un incremento de su acumulación, en la necesidad de ejercer un control sobre esos excedentes, en controlar su distribución y uso en las relaciones de intercambio que vendrían a cubrir la demanda de los bienes de prestigio. Excedentes que llegado el caso cubrirían las necesidades de los especialistas existentes.

    El esquema descrito a partir del contexto funerario encaja en el modelo de sociedad jerarquizada comunalista, modelo que toma como punto de referencia modelos de organización social de las culturas presentadas por antropólogos como Fried o Service. Este modelo vendría a representar dentro de la evolución de las sociedades prehistóricas una situación evolutiva entre la sociedad igualitaria y las ya estratificadas que se desarrollarán a lo largo del Bronce. Los rasgos de estos modelos serían que se trata de una sociedad con capacidad de desarrollar sistemas de intensificación de la producción subsistencial, con resultados de excedentes que se acumularán tanto en el ámbito de la agricultura como de la ganadería.

    Son sociedades que desarrollan un patrón de asentamiento denominado parental: las relaciones de parentesco tienen un valor clave. En estas sociedades el marco de relaciones sociales está dominado por las relaciones de parentesco que se traducen en una jerarquización de los linajes. El acceso al estatus tiene sistemas de limitación (según Fried) de los que el más normal es el orden de nacimiento, correspondiendo al primogénito el mayor rango. La reproducción de este sistema da lugar a diferencias de privilegios con el tiempo de la línea recta de un hermano con respeto a los demás familiares. No existe una propiedad privada de los medios de producción y es frecuente que nos encontremos con un personaje en principio más destacado con una variedad de denominaciones (jefes, según Fried).

    A estas jefaturas se llega mediante adscripción o herencia y tienen unas atribuciones muy limitadas, más simbólicas que reales. Llevarían un cierto control de la redistribución de los productos alimenticios. No ejercen poder, siendo algo más simbólico que otra cosa. Este modelo es un cuadro que no desentona con lo que el Registro nos puede mostrar.

    De todas formas no es la única interpretación y existen otras propuestas hechas desde el materialismo histórico que interpreta estas sociedades como sociedades estatales ya. Son investigadores que entienden que la jerarquización de estos grupos de parentesco es una forma de explotación colectivista preclasista. Esta consideración de explotadores y explotados entre los que existe una cierta coerción es propia de sociedades estatales, pero hay que insistir que en las sociedades calcolíticas no existe algo fundamental para el marxismo: la existencia de clases sociales con intereses antagónicos. Además, hablar de sociedades estatales supondría hablar de una situación de paso de sociedades tribales o igualitarias a una sociedad estatal, salto realmente considerable, mientras que las sociedades jerarquizadas comunales sí que son algo de tránsito y pueden explicar esta transición.

    Las relaciones sociales de las poblaciones calcolíticas inician de forma tenue, durante el campaniforme, una cierta modificación que consiste en iniciar el tránsito hacia un ritual de enterramiento individual en el que se mantienen las evidencias de desigualdad y se acrecientan. Ello coincide con un incremento de la producción subsistencial y un aumento de las relaciones de intercambio de bienes de prestigio (porque aumenta la complejidad social). Estos enterramientos individuales (aún escasos) con niveles de desigualdad muy marcados (por ejemplo Fuente Olmedo) nos pueden estar indicando que la desigualdad comienza a manifestarse no ya en el ámbito de clase sino de forma individual (no ya grupos o parentescos) y puede indicar que la complejidad social ha llegado a un punto en el que comienza a ser casi inviable el enterramiento colectivo y su mantenimiento, lo que vendría a decir que las relaciones de parentesco que habían sido un factor clave, comienzan a tener menos importancia. Así, durante el Cobre, se inicia la transición de unas sociedades jerarquizadas colectivistas a unas sociedades estratificadas, aunque ello se nota aún poco. El estatus ya no sería de parentesco sino individual.

    FIN

    P.D. Queridos compañeros, espero que estos apuntes os sirvan de nuevo para poder aprobar esta asignatura. Como en años anteriores os recuerdo que quien apruebe con ellos me debe una simbólica cerveza y/o café en el Bar de la Facultad. Tened en cuenta que para algo existe el copyrigth (©)

    Se trataría de una fechación con Carbono 14 AMS con lo que, si utilizamos el C14 clásico modernizaríamos la fecha hasta 35.000 B.P.

    El Mediterráneo suaviza más que el Atlántico.

    Lo que hace muy complicado argumentar en favor de una situación de evolución autóctona.

    Aunque tal vez la causa sea que el Paleolítico Superior se ha estudiado más en esa zona.

    Esto no existe en la Zona Mediterránea.

    Conjunto de útiles de tipología muy antigua, sobretodo muescas y denticulados.

    “pendejillo” en opinión del profesor Marqués; es decir, con escasez tipológica.

    Quizá otra cosa hubiera pasado de ocupar las diferentes poblaciones distintos lugares.

    Recuérdese que en el Paleolítico, debido al máximo glaciar (Würm IV), la costa llegaba a estar más de 100 metros por debajo de lo que está hoy día.

    En Cantabria suelen ocuparse en verano.

    Por ejemplo la Cueva de Rascaño que durante ciertos períodos se utilizarían como campamento principal, sucediendo al contrario en otros períodos.

    Puntas de La Gravette, de Font Robert, etc.

    Existe un interesante artículo al respecto; se trata de “Algunas consideraciones sobre el inicio de la arquería prehistórica”, publicada en Trabajos de Prehistoria por F.J. Muñoz Ibáñez en 1999.

    Salmón y trucha sobretodo, aunque también se dio el aprovechamiento de la foca y el cachalote de forma muy esporádica, sobretodo en este último lo que nos hace pensar en un carroñeo de cachalotes varados en la costa.

    Evidenciado en la presencia de concheros.

    Probablemente para confeccionar flechas, jabalinas, etc.

    Como bien consta en la bibliografía francesa.

    En aquella zona irrumpe el Neolítico antes que en el Cantábrico

    Al profesor Marqués le sigue convenciendo más el término epipaleolítico culturalmente hablando.

    ¡Ojo!, Barandiarán la califica en el manual como perteneciente al Epipaleolítico Microlaminar.

    Aquella tipología arcaica compuesta fundamentalmente de muescas y denticulados.

    Hay que recordar que en el magdaleniense se utilizaban sólo las astas prácticamente.

    Se ha tenido que recurrir a la fechación para diferenciarlas.

    Lo que demuestra una cierta continuidad.

    Aunque no es lo más habitual.

    Aunque se conservan asentamientos al aire libre en Bañugues o Liencres.

    ¡Ojo!, recuérdese que la Costa era diferente a la que existe hoy día.

    Algo más hacia el interior o excesivamente costeros y en ellos primarían otros factores para su elección.

    Así sucede, por ejemplo, en la desembocadura del Río Sella.

    Se detectan más de veinte especies marinas.

    Teoría hoy desechada.

    Lo deducimos, por ejemplo, del aumento de la vegetación arbórea.

    Ámbito en el que el conejo no se mueve muy bien.

    El profesor Marqués es escéptico ante este método.

    Desde el punto de vista de la antropología física se dice que Europa occidental y central tienen una continuidad poblacional, no siendo así en Europa Oriental.

    En primer lugar tecnológicos y después económicos.

    Sólo encontramos algunos elementos geométricos

    Desechándose, a los efectos explicativos, aquella “fantástica” fecha de 8.600 B.P.

    Se trata de una actividad muy diversificada en cuanto a los recursos alimenticios.

    En Can Sadurní son pequeños silos excavados en el suelo de la cueva. En la Cueva 120 el almacenamiento va en una vasija y ésta en un pequeño foso en el suelo.

    Por ejemplo para los pastos del verano.

    Norte de África donde es más reciente, Sur de Francia que no cuadra porque la metalurgia de Cataluña y Valencia es más reciente o la Vía marítima donde las Islas Baleares tienen una metalurgia también más reciente.

    Como en el caso de Cova Fosca pero en un contexto cultural diferente: un milenio antes de las evidencias de otros contextos metalúrgicos alrededor.

    Recuérdese aquello del aprovechamiento secundario de los bóvidos

    En general, porque existieron comunidades que no la practicaron.

    PREHISTORIA DEL MEDITERRÁNEO OCCIDENTAL PEPE © TEBA 2000-2001

    159




    Descargar
    Enviado por:Pepe Berdugo
    Idioma: castellano
    País: España

    Te va a interesar