Sociología y Trabajo Social
Pobreza
Pobreza y Marginalidad
EL FUTURO DE LA POBREZA "Los pobres dependen de ustedes los empresarios. El papel social que tienen es inmenso (...). La primera prioridad es el empleo, porque de ello depende la democracia. La democracia no cambia la sociedad si es solmente votar. (...) El capitalismo salvaje parece que da más puestos de trabajo pagando más. Ya estamos acostumbrados a que en Europa nos llamen salvajes. (...). En Europa se ha conservado muy fuerte la concepción del Estado como pastor. Esta concepción está en la raíz del comunismo y el socialismo, que ven a la gente como un rebaño, sin iniciativa ni responsabilidad." (Michael Novak en foro de ACDE, en El Observador del 31 de julio 1999)
URUGUAY: MENOS POBRES PERO MAS MARGINADOS Y EXCLUIDOS SOCIALES "(...) Hay que dejar de discutir la validez de las políticas económicas que han logrado no solamente que el país creciera económicamente, sino que redujera sistemáticamente su nivel de pobreza del país. Entonces no parece que la pobreza debería ser un tema central del debate de la agenda social de hoy.
—¿Y cuáles son los nuevos problemas sociales?
—Están ligados al propio desarrollo y tienen que ver mucho más con problemas de marginalidad y de exclusión social, y no necesariamente están ligados a la acumulación material de bienes. Uno puede tener un alto grado de bienestar material y, sin embargo, tener una creciente sensación de exclusión dentro de la sociedad. Todos los analistas concuerdan en que hace veinte o treinta años atrás, la sociedad uruguaya tenía un altísimo grado de integración social, incluso cuando la pobreza era mucho mayor que la de hoy.
—¿Es una "agenda social" similar a la que se discute a nivel de los países desarrollados?
—Absolutamente es así. Somos el único país de América Latina que logró crecer de manera sostenida a nivel económico, bajar la pobreza y mejorar la distribución del ingreso. Y eso no se debe a una política en particular, eso es el conjunto de los acuerdos institucionales que el Uruguay se ha dado. Eso es una expresión de su grado de interrelación social. Pero en los últimos quince años, en los cuatro ámbitos de socialización tradicionales como son la familia, el barrio, la escuela y el lugar de trabajo, han habido cambios absolutamente revolucionarios, que estamos mirando muy poco, que estamos hablando muy poco acerca del impacto lógico que tienen esos cambios sobre la vida de cada uno y sobre la sensación térmica social. Se triplicó la tasa de divorcio, se duplicó la cantidad de nacimientos de hijos ilegítimos y la mujer se incorporó al mercado de trabajo. Esto último es positivo desde el punto de vista del ingreso de los hogares, pero empezaron a haber hogares sin una presencia adulta. En el barrio aparecieron fenómenos de urbanización que no conocíamos como los guetos. Y esto no es por mayor pobreza. También existen guetos para ricos, barrios cercados. El country, por ejemplo, es un fenómeno moderno y tremendamente agresivo en términos sociales. El viejo barrio policlasista donde todo el mundo se encontraba más allá de sus diferentes niveles de ingreso, se apoyaban mutuamente, se conocían y extendían lazos sociales que después duraban toda una vida; bueno, eso no está sucediendo hoy. Los estratos de ingresos se están separando en el tejido urbano y están levantando barreras entre sí. Este es un tema grave que no se está estudiando. Nadie lo está mirando como un tema de prospectiva, de cómo va a impactar eso sobre el grado de integración social que supimos tener. El enrejado de las casas puede ser que genere cierto grado de seguridad hacia adentro, pero genera violencia hacia afuera. Es tremendamente agresiva la reja en términos de exclusión. (...)
—¿Qué cambios hubo a nivel del trabajo? ¿Está vinculado al problema del desempleo?
—El tema de la inestabilidad laboral es mucho más importante para entender la sensación térmica. En el Uruguay el empleo en el sector privado se parecía mucho al sistema de protección del empleo japonés. Acá para que se fundiera una empresa tenía que estar en una situación muy, muy especial. Esa garantía que de alguna manera antes extendía el Estado a casi cualquier puesto de trabajo, fuera público o privado, hoy en día ya no existe. (...)
—La gente vive mejor, pero angustiada...
—Es indiscutible que se venden muchos más autos, hay más hogares con televisores y videograbadores, hubo un aumento del consumo en todos los rubros. El tema es si ese aumento del bienestar material y de la capacidad de consumir bienes ha ido acompañado de un aumento del bienestar espiritual y psicológico de la gente. Y yo creo que no necesariamente fue así. En algunos casos sí y otros no. (...)
—Existe la percepción de que en los últimos años aumentó la marginalidad: más mendigos, más niños pidiendo en los ómnibus. ¿Usted entiende que esto es una sensación o es una realidad?
—Marginalidad siempre hubo, pero era una marginalidad ligada a una imposibilidad de acceder a ciertos niveles de bienestar material. Era una marginalidad que se confundía con el problema de la pobreza y con la falta de recursos. Hoy en día, la marginalidad moderna, y creo que es creciente en nuestra sociedad, es un problema de desintegración social. Por supuesto que se manifiesta en los sectores de menores ingresos. Pero no necesariamente los marginales son pobres en el Uruguay. Muchas de las personas que nosotros visualizamos hoy como marginales tienen una situación material mucho mejor que la que tuvieron en el pasado. (...)". (director del programa de Fortalecimiento de las Areas Sociales dependiente de la Oficina de Planeamiento y Presupuesto, Máximo Halty, en Búsqueda del 26 de noviembre)
Ce.R.P. del Este
Ciencias Sociales - Sociología en el Uruguay.
Pobreza y Marginalidad
Problemas de desintegración social
La tapa de este trabajo esta diseñada con recortes de noticias de los principales medios de prensa escrita de nuestro país con relación a los conceptos de pobreza y marginalidad que más adelante serán desarrollados. Seleccioné estas noticias para contextualizar este trabajo y poder tener una visión critica acerca de la realidad social en la cual vivimos.
Creo necesario citar algunos datos con respecto a la población de nuestro país para realizar diferentes apreciaciones.
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Uruguay tiene al 22 de mayo de 1996, fecha de realización del VII Censo General de Población de Hogares y V de Vivienda, 3.163.763 habitantes, de los cuales 51.46% son mujeres. La tasa anual media de crecimiento intercensal promediada desde el censo e 1985 al de 1996, equivale a 6.44 por mil. Este crecimiento no es homogéneo; la población urbana crece a una tasa anual promedio de 10 por mil, mientras que las áreas rurales pierden población a un ritmo del 21.2 por mil anual.
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El 42% de la población se concentra en su capital, Montevideo. Ese nivel de concentración urbana se repite en las capitales departamentales del interior del país. El 91% de la población total del país se concentra en áreas urbanas. Su población rural apenas supera el 9% del total. Se calcula que alrededor del 10% de la población actual es descendiente de esclavos Africanos.
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En lo que hace a la migración externa, en los últimos cinco años han venido a recidir al país algo más de 34.000 personas. La mitad de ellas se han radicado en Montevideo. La composición por edades de la población, muestra una alta proporción de personas en edades adultas mayores (personas de 65 años o más) con un 13%; mientras que los jóvenes alcanzan sólo el 25%. Dentro de la primera, a iguales edades, predominan las mujeres sobre los varones; 15% y 11% respectivamente. Las mujeres predominan en las áreas urbanas y los hombres en las rurales.
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La tasa global de fecundidad se estima para el total del país en 2.6 hijos por mujer. La fecundidad adolescente registra un aumento muy significativo; de 62 nacimientos por cada mil mujeres en edades entre 15 y 19 años, esta cifra se eleva actualmente a 76 nacimientos por cada mil mujeres.
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Paralelamente se observa un descenso en las edades cúspide de fecundidad (25 a 29 años), y un incremento de las tasas en las edades avanzadas. Se evidencia una modificación en las modalidades de constitución familiar; va perdiendo peso relativo el matrimonio como institución formal, y aumentan las uniones consensuales o de hecho.
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Desde el punto de vista educativo, la población analfabeta está representada por el 3.1%. Son 47% los que llegaron a los niveles de enseñanza media o superior.
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Desde el punto de vista de la estratificación social, Uruguay tiene una clase trabajadora vinculada fundamentalmente a los servicios y entes estatales, un extinguido sector de trabajadores del sector industrial y una importante masa de trabajadores estivales, que desarrollan sus actividades, fundamentalmente de servicios, vinculados al turismo.
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El problema del desempleo ha pasado a tener una trascendencia mundial. Para América Latina y el Caribe, Uruguay y Argentina son los países que muestran los mayores niveles de desempleo, siendo un 11.4% y 14.9% respectivamente. En cuanto a la situación general de los jóvenes, aproximadamente el 70% de los desocupados jóvenes pertenecen al 40% más pobre de la población.
Este trabajo tiene como temas centrales: la pobreza (como fenómeno de larga duración y acumulación), y la marginalidad social. Si bien aunque sea en la pobreza donde se concentre la mayor marginalidad esta no es sinónimo de pobreza. La idea más generalizada de la pobreza (que se manifiesta en las formas de medición de la misma) tiene que ver con la carencia o escasez de bienes materiales, ya sea medidos de forma directa a través del indicador de necesidades básicas insatisfechas, o bien de manera más indirecta por medio de las insuficiencias de los ingresos, o línea de pobreza. Por cierto la cuantificación del fenómeno es importante, sin embargo su comprensión no puede agotarse con la misma, ya que por una parte existen elementos no monetarios (difícilmente medibles) que inciden en el bienestar de las familias y las personas y, por otra, aspectos culturales, territoriales y políticos inciden en la configuración de la pobreza.
A su vez, desde esta perspectiva, y en este escenario emergen crecientemente durante la década de los noventa, diversas manifestaciones de "segmentación y fragmentación socioeconómica y cultural". Así por ejemplo, surgen "nuevos perfiles de marginalidad y pobreza" (inserción laboral precaria, insuficiencia de ingresos, movilidad descendente y violencia), que asociados a pautas de segregación residencial y educativa, acentúan la desintegración y segmentación social.(Katzman 1996).
De esta forma podemos re-pensar los significados, el sentido moderno, aceptando la complejidad de las interacciones globales y a su vez re-discutir la autonomía de los campos culturales, políticos, económicos, y sus necesarias interconexiones.
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LOS POBRES SE CONCENTRAN EN LAS CIUDADES
Perfiles de América Latina
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Ciudad globalizada.
Ciudad de México y São Paulo lo son en tanto megaciudades; en otras ciudades centrales en la región, existen núcleos estratégicos globalizados; estas son ciudades satélites, que actúan como polos de atracción, donde circulan redes de comunicación, se transportan personas, bienes y servicios, y en casi todas las concentraciones urbanas, es posible encontrar enlaces globalizados —desterritorializados— de la producción y consumo.
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Ciudad localizada.
Las grandes áreas metropolitanas, al igual que las ciudades secundarias, provinciales y pequeñas localidades urbanas, están segmentadas en sectores identificables, por usos, por historia, por características socioeconómicas. Estos sectores todavía preservan la especificidad de pueblos y barrios.
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Ciudad violenta.
Colombia tiene la tasa más alta de homicidios del mundo; la siguen Brasil, Panamá y México. Algunos autores señalan que en las ciudades el origen de la violencia está relacionado con una crisis de integración. Los cambios económicos y sociales que están ocurriendo en América Latina significan pasar de sistemas de movilidad social colectiva a sistemas de movilidad social individual. Ciertamente los valores de un mundo urbano popular, en donde predominaba una cultura obrera, desaparecen con los cambios recientes.
Estas ciudades —la globalizada, la localizada y la violenta— nos hacen perder de vista que la ciudad latinoamericana también es una Ciudad empobrecida. En América Latina los pobres en los años noventa se concentran en las ciudades. Fenómeno nuevo y creciente, que ha ocurrido en los últimos veinte años. Si bien el porcentaje total de personas pobres en la región ha crecido levemente en términos porcentuales, la población urbana pobre en el período entre 1970 y 1990 pasó del 29 al 39 por ciento, mientras que la población rural pobre disminuyó porcentualmente del 67 al 61 (Cepal 1994).
Si en 1970 en las áreas rurales se encontraba el 63 por ciento de los pobres de América Latina, hoy el 59 por ciento de ellos está en áreas urbanas. En cifras absolutas significa que el número de personas pobres que habitan en las ciudades ha pasado de 44 millones a 115 millones de personas (Cepal 1994:157). Esta concentración de pobreza en las áreas urbanas crea nuevas y crecientes demandas por suelo urbano, vivienda, infraestructura, servicios, integración y participación, demandas a menudo no satisfechas por las autoridades.
Actualmente la situación social en las áreas urbanas es más compleja que en décadas anteriores. La mayor concentración de pobreza a la que se aludía en el párrafo anterior es, además, de carácter heterogéneo y ligada a factores diversos y cambiantes, con una mayor desigualdad en la distribución del ingreso. La concentración de la pobreza en las ciudades ha cambiado su geografía, reforzando la tradicional segregación especial hasta alcanzar situaciones en que es difícil seguir hablando de una sola ciudad, ahora que los grupos segregados tienen diferentes vidas, confinadas a diferentes límites espaciales.
Si echamos un vistazo al programa de “Sociología en el Uruguay” vimos que desde las postrimerias del siglo XIX hasta nuestros días, como los ciclos de vida estaban asociados a pautas culturales, y como con la modernización del Estado se consolida a la mayoria de la población mejores condiciones de vida, regulando la urbe, creando una mentalidad urbana, planificando. Así lo muestra, por ejemplo, Germán Rama en su libro “Democracia en el Uruguay” donde plantea la necesidad de rentar con una mano de obra instruida, que se pueda insertar en una industria humana, y por otra parte por una necesidad de integración social.
En el pasado la pobreza era la consecuencia de la dualidad campo-ciudad, urbanismo-ruralidad, industria-producción artesanal, progreso-retraso, etc. La marginalidad era el producto del proceso de modernización capitalista industrialista y urbanista que dejaba al margen de dicho proceso a sectores importantes de campesinos y pobres atraídos por las ruidosas campanas del progreso.
En el pasado, el Estado, la acción de los partidos populares y los movimientos sociales trataron de superar los problemas de marginalidad y desigualdad social redistribuyendo, fortaleciendo el ámbito de los público (educación, salud, infraestructura, equipamiento social, etc,), impulsando reformas agrarias, alfabetizando, ampliando y extendiendo el sistema educacional, profundizando la democracia creando condiciones de movilidad social.
La modernización de la sociedad moderna, entendida neoliberalmente, coloca al mercado en el centro de las decisiones económicas, sociales, culturales y políticas y para comenzar este trabajo, encuentro necesario explicitar algunas de las particularidades del contexto de globalización en el cual estamos ubicados.
En su definición más amplia, el término engloba un proceso de creciente internacionalización o mundialización del capital financiero, industrial y comercial que exige un reacomodo en las distintas dimensiones, que abarca de lo político-económico, a lo socio-cultural. Lo que se globaliza no son únicamente las instituciones estatales y las estrategias económicas, sino también las ideas y los patrones socioculturales de comportamiento. Esto debido a que, durante la segunda mitad del siglo XX, la globalización del capital vino acompañada por la revolución informática y, muy especialmente, por dos de sus productos tecnológicos: la industria cultural y la comunicación a distancia.
En cuestión de pocas décadas los medios electrónicos de comunicación (teléfono, cine, televisión, video, fax, internet) han propiciado una transformación jamás conocida en los imaginarios culturales de la humanidad. Rompiendo barreras culturales, sociales, políticas o ideológicas erigidas desde hace milenios, los medios han configurado una verdadera cultura global de masas. Todo un universo de signos y símbolos difundidos planetariamente por los mass media empiezan a definir el modo en que millones de personas sienten, piensan, desean, imaginan y actúan. Signos y símbolos que ya no vienen ligados a las peculiaridades históricas, religiosas, étnicas, nacionales o lingüísticas de esas personas, sino que poseen un carácter trans-territorializado y, por ello mismo, postradicional. (cf. Giddens 1993).
DOS INTERROGANTES QUE AYUDAN A DIBUJAR AL POBRE DEL SIGLO XXI.
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¿Se aprende a ser pobre? ¿Estamos frente a una pobreza aprendida?
El pobre, en una sociedad sin movilidad ni equidad social, es socializado para que se acostumbre a vivir en su estado de pobreza. Ello ocurre sobre todo cuando la pobreza es una condición social que prácticamente se hereda de generación en generación: los pobres son por lo general hijos de pobres, los que a su vez, probablemente producirán otros pobres y otros pobres...
Solo la educación puede contribuir parcial y ocasionalmente como mecanismo de superación de la pobreza. Ocasionalmente, debido al hecho de que por lo general los pobres no tienen acceso completo a la educación y, aun cuando legalmente sea un derecho establecido, las condiciones socio-económicas obligan a muchos niños a desertar tempranamente del sistema educacional. Trabajo y salarios justos constituyen - en toda sociedad - un decisivo factor de superación de la pobreza. Actualmente el trabajo mal remunerado y precario, constituye el factor más importante causante de pobreza, la que incluso afecta a importantes segmentos de las llamadas clases medias.
Se aprende a ser pobre, como una condición cuasi natural. Quien vive largamente en un sistema termina por habituarse a él. El sistema lo habitúa, lo obliga a aceptar las reglas del juego, sus normas, sus pautas de conducta y sus valores, sus formas de ser, de relacionarse, su lenguaje y formas de entendimiento, su violencia y sus conflictos. Estas relaciones están fundadas en la precariedad del suelo y del techo compartido, en la estrechez habitacional, en la falta de recursos y dinero, en el terrible y limitado “aquí” del vivir cotidiano, en la imposibilidad de romper este círculo vicioso del ser pobre.
El ser humano para reproducirse en forma normal, necesita de determinadas condiciones. Las mismas, ya deben existir en el momento de la concepción, pasando de la niñez a la adolescencia, juventud, adultez y vejez. El ciclo de la vida exige de condiciones especiales, diferenciadas conforme se evoluciona biológica, humana y espiritualmente. El ser humano es un ser completo y complejo. Por lo tanto no se le puede tratar reducidamente, como un mero factor económico, un ente biológico o puramente individual. Por lo general los sistemas sociales no consideran las diferentes dimensiones de la vida humana, acentuando un aspecto parcial de su condición. Cuando estas condiciones faltan, el ser humano no puede desarrollar todas sus potencialidades, se queda a medio camino, individual y socialmente incompleto.
Los pobres son seres humanos frustrados en su posibilidades de desarrollo integral. El empobrecimiento abarca los aspectos físicos, biológicos, habitacionales, recreativos, culturales, económicos, sociales, políticos espirituales y afectivos que configuran la vida social. Todos los factores son susceptibles de medir de alguna manera, sea en forma, en su calidad y en su cantidad. Más aún, en el caso del estándar o calidad de vida, los parámetros cuantitativos suponen una valoración cualitativa y, a su vez, lo cualitativo se manifiesta también en cantidad.
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EL INDIVIDUO Y LA NECESIDAD DEL ESPACIO.
En países europeos desarrollados la habitación no sólo está estipulada como una necesidad elemental, sino que además existe una cuantificación cualitativa de lo que cada persona necesita como mínimo; ello se expresa en espacio construido, en cantidad de metros cuadrados por persona o niño. Al fijarse metros cuadrados habitables por personas, en el fondo se parte de una condición habitacional requerida por una persona para desenvolverse físicamente. Es decir, la cantidad de metros cuadrados de habitación corresponde a una concepción de calidad habitacional. Los pobres tienen lo mínimo, en el espacio físico mínimo, en la vivienda mínima, para un individuo considerado también mínimamente.
La reducción del espacio habitacional a un mínimo, reduce también a un mínimo las posibilidades de movimiento y de vida al interior de la vivienda, limita gravemente las posibilidades de convivencia familiar; impide el crecimiento individual de cada ,miembro de la familia, dado que al individualidad subjetiva requiere de un espacio propio para cultivarse y crecer y, de esta manera poder relacionarse adecuadamente con el resto.
En el fondo, la reducción del espacio habitacional impide que se desarrolle el conjunto de la comunidad familiar. Más aún, el hacinamiento facilita la promiscuidad y la violencia intrafamiliar. Por otra parte, la monotonía y la uniformidad de la construcción, lo repetitivo, hace homogéneo el paisaje de los pobres, los empobrece estéticamente. La vivienda constituye un factor esencial en el momento de marcar el límite de la pobreza. La carencia de vivienda otorga al afectado el denigrante sello de “vagabundo, mendigo”, por lo general asociado a otras carencias - trabajo, educación, alimentación, ingresos estables - patentiza de manera dramática una condición de absoluta vulnerabilidad individual y social.
La carencia habitacional, la condición social de “sin techo”, implica el total desarraigo territorial, significa la falta de un lugar físico y geográfico donde instalarse humanamente, para construir identidad personal y ser reconocido por la comunidad como un sujeto concreto, existente y provisto de una dirección territorial y vecinal. La carencia habitacional atenta contra el desarrollo de la subjetividad y de la ciudadanía.
La falta de acceso a la educación y cultura constituye otro factor que bloquea el desarrollo del potencial humano y ciudadano moderno que toda persona representa de por si. En la época moderna la educación y la cultura proporcionan al individuo herramientas fundamentales para la autoemancipación y el desarrollo de la individualidad. No sólo el acceso a los medios de producción transforman en “señor”, también la cultura - sobre todo cuando no se posee bienes de capital - contribuye al ascenso social. No sólo la economía es un factor de poder, también el dominio de conocimientos, la acumulación de información y saber. Y quien no posee medios de producción ni bienes culturales es víctima de una doble marginación social. Los sectores medios en las sociedades modernas logran, precisamente, movilidad social, gracias al control profesional de medios informativos y conocimientos. El poder actual de la tecnocracia, de la burocracia y de los profesionales atestiguan esta afirmación, poder que se extiende a diferentes esferas de la vida económica, social, política y cultural.
Pobres sin conocimiento, sin información, carecen de la sustentación cultural necesaria para sobrevivir en un mundo cada vez más complejo y difícil de descifrar, comprender e interpretar. La educación y la cultura de calidad pueden ayudar a los pobres a enfrentar por sí solos los difíciles - muchas veces insuperables - problemas que sufren día a día. Adecuados niveles de educación constituyen un indicador esencial de la sustentabilidad social de la población pobre. No se trata por cierto de aumentar la escolaridad cuantitativamente, sino de ofrecer una educación de calidad, capaz de proporcionar competencias profesionales, culturales y sociales que hagan de los pobres personas cultas, provistas de igualdad cultural, indispensable para la acción e interacción social en grupos y en sociedad.
La afectividad es otro factor significante en la construcción de la relación humana, en el habla, en la consideración y respeto mutuo. La carencia de afectividad, de amor, disminuye la autoestima y destruye la identidad individual. El desarrollo de la afectividad requiere de la existencia de condiciones de convivencia humana, propicias para el surgimiento del equilibrio y la armonía.
La afectividad se cultiva desde la infancia y constituye para la vida cotidiana una energía indispensable para el desarrollo y la felicidad humana. Los pobres tienen la misma capacidad afectiva que otros sectores sociales. Sin embargo, la dureza de la condiciones de vida, el hacinamiento, la falta de privacidad, la carencia de espacio, los golpes, la desinformación, la represión, tabúes e inseguridades a que se encuentran permanentemente sometidos, dificultan enormemente el ejercicio libre y pleno de la afectividad. La sustentabilidad social es una realidad compleja que abarca importantes y vitales aspectos del desarrollo de la vida humana.
El ser humano no es capaz de autosustentarse, sólo lo puede hacer socialmente, en la vida solidaridaria e interrelacionada, en redes de comunicaciones y complementaciones interindividuales y sociales, respaldadas equitativamente por las mediaciones institucionales, en especial por un Estado activo y redistribuidor del conjunto de los beneficios sociales. Trabajo estable, salud, participación en las decisiones y vida en un ambiente libre de contaminación constituyen también, factores fundamentales de la sustentabilidad social.
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SISTEMA CERRADO DE LA POBREZA
La pobreza que afecta a millones de personas - así como a la mayoría de los pueblos latinoamericanos - no es un problema de ahora, sino de larga duración y acumulación. La estratificación histórica de las sociedades han mostrado como realidad constante la existencia de un segmento de población pobre, el que se ha reproducido históricamente dentro de limites impuestos por la demarcación cuasi estamental de las clases.
Se nace, crece, envejece y muere en el estrato marcado por la pobreza. La pobreza constituye una especie de submundo - no necesariamente subcultura - que establece fuertes condicionamientos estructurales a las personas que por desgracia social les corresponde desenvolverse en dicho medio.
En este sentido, la pobreza es un mundo cerrado, un círculo autoreferido y autoalimentado por profundas falencias y precariedades económicas, nutritivas, emocionales, culturales, intelectuales, políticas, sociales, ambientales, temporales y espaciales. La pobreza tiene una larga historia, en la que unos pobres van heredando los problemas y la pobreza de otros. Son el producto del “costo social” de las transformaciones económicas, políticas, sociales y culturales que vive una sociedad en su trayecto histórico.
La falta de mecanismos efectivos de movilidad social y la concentración extrema del ingreso han consolidado este círculo vicioso de la pobreza. Los países desarrollados implementaron políticas de compensación social de carácter integral, plasmadas en los llamados “estados de bienestar social”. Sus sistemas sociales eran abiertos, ofrecían a la mayoría de la población - independientemente de su pertenencia social - posibilidades de experimentar progresos, de subir en la escala social. Especialmente la educación fue el instrumento cultural que por excelencia contribuyó a desarrollar el potencial intelectual, técnico, profesional y ciudadano de las personas.
Resulta muy difícil definir o describir con precisión lo que significa la pobreza para los afectados. Entre los sectores sociales más duramente afectados por la pobreza se encuentran sin duda las mujeres. Con razón en la literatura sobre estudios de la mujer se emplea el término “feminización de la pobreza”. La mujer no sólo está más cerca que el hombre de la pobreza, a ella además le corresponde enfrentar diariamente las situaciones de pobreza que vive la familia o ella y sus hijos cuando se trata de mujeres jefas de hogar (cerca de un 25 % de los hogares pobres).
La racionalidad instrumental, de que nos hablaba Weber, ha seguido avanzando, inspirando e impregnado los llamados procesos de modernización. En todo caso se trata de una racionalidad capitalista privatizadora, donde lo que cuenta es la cuantificación y la acumulación de riquezas. En este sentido puede decirse que el desencanto de la modernidad sigue su curso... con el rigor endurecido del atraso y la pobreza.
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ESTIGMATIZACIÓN DE LA POBREZA
Ser pobre significa algo mas que una mera condición social. Pobres no sólo son aquellos que carecen de los medios necesarios para subsistir, sino que además constituyen una especie de “mal social”, una “enfermedad” que corroe las bases de la sociedad “sana”. Los pobres son apuntados con el dedo, como seres de otro mundo, carentes de las cualidades y virtudes que se supone al ciudadano integrado.
Pobre es alguien que además de vivir en carencias, no está en condiciones de valerse por sí mismo. En otros casos la estigmatización está relacionada con la conducta “conflictiva” de determinados sectores de pobres. El estigma reproduce pobreza en la conciencia del que ya es pobre, al depositar culpabilidad sobre la condición de pobre sobre el mismo afectado.
Estamos ante una sociedad más compleja y diferenciada, pero sobre todo fragmentada. El tema hoy no es la dicotomía pobres-ricos sino incluidos-excluídos, ciudadanos con futuro o sin él.
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BIBLIOGRAFÍA
Aportes de la prof. Laura Vigo.
Aportes del prof. Lic. Walter Menéndez.
GIDDENS, A. (1990): Consecuencias de la Modernidad. Ed.Alianza Madrid.
GARCÍA CANCLINI, N. (1989): Culturas híbridas. Estrategias para entrar y salir de la modernidad.
México: Grijalbo.
KATZMAN, R. (1996): Marginalidad e integración social en Uruguay. Ed. CEPAL, Montevideo.
KLIKSBERG, B. (1999) Capital Social y Cultura, Claves Esenciales del Desarrollo. Revista de la CEPAL 69.
NACIONES UNIDAS, Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), 1997, La Brecha de la Equidad. América Latina, El Caribe y la Cumbre Social, Santiago de Chile, Chile.
Diferentes medios de prensa escrita del Uruguay: Búsqueda, El Observador, La República, El País, Revista Posdata.
Personas con ingresos inferiores a la línea de pobreza
. Entre 1990 y 1994, Cepal señala que el número total de hogares pobres disminuyó de 41 a 30 por ciento. Entre 1995 y 1996, la situación es variada. Mientras en Chile, Brasil y Perú las estadísticas oficiales indican que la pobreza ha disminuido, en Argentina, México y Venezuela, la pobreza ha aumentado marcadamente. En el resto de los países en la región, los niveles de pobreza no han cambiado significadamente (Cepal 1997).
CUESTA ABAJO Y SIN ILUSIONES "Los pobres actuales vienen por lo general cuesta abajo. Hay muchos factores que inciden, pero, en lo económico, el estrechamiento, hasta desaparecer, de las oportunidades es el que ha empujado a muchos a la emigración, a la vez que a los menos emprendedores por la ruta descendente que termina en la marginalidad. Ahora es muy poco lo que podemos hacer que no consista en deshacer los errores de múltiples generaciones, que destruyeron nuestro potencial económico a través de la consistencia de políticas económicas disparatadas. Pero nadie puede pretender que, de tener éxito la empresa restauradora, los pobres salgan del bache en apretada formación. Será necesario que la aparición de oportunidades resucite la cultura de las oportunidades. Por un tiempo será una élite de entre ellos la que aproveche el cambio." (Ramón Díaz, en El Observador del 12 de julio 1999)
LA BARBARIE, LA CIVILIZACION, Y LOS PENSAMIENTOS COMPLEJOS "El paradigma de la complejidad es integrador, no contrapone ni escinde sujeto y objeto, acepta el desorden y la incertidumbre. (...) Nuestra salvación personal se halla en la conciencia, en el amor y en la fraternidad (...). No debemos dejarnos someter por las ideas, pero no podemos resistir a las ideas más que con ideas. Una parte de nuestra vida está en la vida de las ideas. Una parte de la humanidad está hecha de ellas. Pero estamos todavía en la fase `bárbara' de las ideas y deberíamos poder establecer relaciones civilizadas con ellas. De ahí surge la idea de complejidad".(pensador francés Edgar Morin en Brecha del 17 de abril)
VISION PRESIDENCIAL "El desempleo en nuestro tiempo, es un fenómeno universal y estructural. Corresponde a una mutación en la civilización contemporánea, en los modos de producir y educar. Las sociedades deben adaptarse y la nuestra está en el camino de hacerlo." (presidente Julio M. Sanguinetti, en Posdata del 25 de julio)
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Enviado por: | Marcelo Fernando Mazzoni Michelena |
Idioma: | castellano |
País: | Uruguay |