Historia
Pergaminos
El pergamino y su preparación
La piel animal (epidermis, dermis e hipodermis) reducida solo a la sutilísima y elástica dermis en forma de cuero, mediante la abrasión y eliminación del pelo y la carne, el adobo de cal y la atenuación tensa en bastidor de grasas y pigmentos en la membrana, ha sido también un antiguo y milenario soporte de la escritura por sus dos caras: se menciona ya un escrito sobre cuero con aspecto de pergamino que se remonta
al segundo milenio antes de Cristo: dos rollos egipcios en cuero y un tratado de Matemáticas.
Horacio fue el primero en emplear la palabra “membrana” en el sentido de pergamino. Pero es a partir del siglo IV, coincidiendo con las primeras muestras de la escritura uncial, cuando el pergamino empieza a abundar ya ser común en Bibliotecas y Archivos.
La técnica del cuero es una conquista de civilizaciones diferentes y más o menos coetáneas. El curtidor ha utilizado siempre con la piel animal técnicas variadas para preservar su flexible suavidad y para adaptarse a cada una de las distintas necesidades. En la escritura eran imprescindibles la lisura, la blancura, la inercia ante las tintas para que no se corran y se fijen, la flexibilidad, la finura y la posibilidad de poder escribirse sobre las dos caras.
El arte de fabricar el pergamino es muy conocido pero cada taller de pergamine-
ro contaba con muchos secretos técnicos y artesanales. Una de las fórmulas de fabricación más antigua la aporta un manuscrito del siglo VIII:
“Meted la piel en cal durante tres días seguidos. Luego extendedla y tensadla en un bastidor, para luego raerla con un cuchillo afilado por sus dos caras. Dejadla luego secar. Y en fin alisadla a voluntad sobre un taburete cilíndrico y pintadla con colores.”
Se emplearon pieles de cordero, de cabra, pero preferentemente de ternera por la posibilidad de empleo en éstas de sus dos caras, su blancura, finura, resistencia, y más dificultad en ondularse alabearse y arrugarse. Otros sucedáneos usados fueron las pieles de asno, lobo, conejo, gamo, gacela.
Preparación
Las pieles en primer lugar eran remojadas abundantemente yluego escurridas para su limpieza, y favorecer el mejor rapado, afeitado y depilación, descarne y desen-
grase. Para evitar la putrefacción, el mal olor a rancio y darle firmeza y blancura se eliminaban las grasas mediante un baño y embadurnado, con un hisopo en un recipiente lleno de cal, que permitía también la fácil depilación o caida del pelo desde la raiz, ya con tijeras, ya con mera fricción con bastones o cuchillos.
El descarne de la hipodermis, o acuchillado de la carne y grasa, de la parte interior de la piel,s e hacía tras un nuevo remojado y desgoteo en agua caliza durante casi 24 horas, que derretía las grasas, para luego poder descarnar más hábilmente con herramientas cortantes.
Ahora el pergaminero toma un camino diferente del curtidor de cuero. El primero pretende conseguir una lámina de dermis tersa, suave, apta para aglutinar el pigmento de la tinta, flexible, fina, más blanca, uniforme en sus dos caras: toma la piel depilada y casi descarnada y la tensa con clavija en un bastidor o marco. Donde de nuevo es minuciosamente goteada y rascada en la parte de carne y grasa con cuchillos de acero
muy especiales, que acompañan luego con agua y polvo calizo esparcidos con un trapo. Así intenta conseguir una lámina más magra y seca de grasa, que no huela a rancio, sin pigmentaciones de la flor de la piel, y con espesor equivalente entre lomo y vientre., omoplatos y ancas traseras.
La tensión constante del bastidor sirve al mejor exprimido, secado y limpieza de la dermis. Este estiramiento modifica profundamente la estructura entrelazada y celular de la dermis. Se reordenan las fibras de colágeno paralelamente por capas en el sentido de las fuerzas de los bastidores. La reacción entre la caliza, el agua y las grasas de la dermis e hipodermis producen un jaboncillo soluble, que se dispersa fácilmente con el agua y así arrastra pigmentos, ácidos y grasas. Esto ha provocado el color amarillento que tiene el pergamino.
Los únicos elementos de la piel viva que perduran en el pergamino son las proteínas insolubles y algo de agua. Las fibras del pergamino no se entrecruzan ni enmarañan. El único elemneto que funciona como cohesionador de las fibras de colágeno es el agua que como en el papel, forma enlaces intermoleculares, que adhieren químicamente las fibras, principalmente por medio de los puentes de hidrógeno. Esto determina que el agua tenga un papel tan importante en la conservación del pergamino..
Quitada la piel del bastidor se coloca sobre un jergón o caballete , cubierto de
piel tensa, y se la rasca en seco con un hierro semejante al que se empleaba para la piel de cuero, pero muchísimo más fino y cortante, semejante a una laya. El filo de esta es un poco recurvado para que muerda más. Este hierro se hace pasar de arriba abajo de la piel y en varias vueltas se llega a suprimir la mitad del espesor de la piel, tanto del lado de la flor como de la carne. Este raspado en seco sobre el jergón o sommier es la operación más difícil de todas las que se aplican al pergamino.
La lisura, finura y suavidad (imprescindible para el suave deslizamiento de la pluma) de una piel orgánica con naturales irregularidades, sobre todo en la flor de piel que cubría la hepidermis, se obtiene por un lijado final de piedra pómez. El pergamino utilizado para los códices tenía mejor preparación que el
utilizado para los documentos: para hacerlos más uniformes se escogían las partes próximas al cuello y los
miembros del animal, a costa de que fueran los pergami-
nos incluso más espesos y menos suaves. Además el li-
jado era importante asegurarlo bien por ambas caras, la
de la epidermis y la de la hipodermis, es decir, la del
pelo y la de la carne, cuando por ambas se podía escribir.
La abrasión y alisado de la piel con la piedra pómez era una operación muy delicada por su cuido y destreza. Bien llevada puede llegar a hacer confundir la diferen-
cia entre la parte del pelo o flor de la piel y la de la carne. El apomazado era más intenso por la parte del pelo para borrar las trazas del grano y las células pigmentarias, y que permitía, al mismo tiempo, crear una porosidad para agarrar el aglutinante de la tinta al soporte proteínico. El lado de la carne fue más ligeramente apomazado para quitar cualquier rastro de cal y al mismo tiempo permitir la adhencia de la fluida tinta.
Se consigue así un material escriptorio ligero y flexible, que toma bien las tintas
sin correrlas ni desprenderlas, se escribía con un buen alisado por las dos caras, se leía bien porque resaltaban en su blancura las negras letras, se corregía por raspadura sin dejar agujero, se ilustraba con miniaturas mucho mejor, se plegaba y doblaba para hacer cuadernos y necesitaba pocas colas y pocos cosidos e hilos para la encuadernación por la fortaleza de su fibra ante el desgarro y no necesitaba ninguna cápsula de cuero para ser protegido, como lo requería el papiro.
El pergamino ha tenido también la señalada e histórica posibilidad de ser reutili-
zado. De ahí han venido los famosos palimpsestos. Aquí no era
la parte rascadora del stylum la que borraba sino la sumersión
del pergamino ya manuscrito en baños de leche y su posterior
raspado con piedra pómez, dando una superficie más lanuda al
pergamino, que hace reconocibles a simple vista a los palimp-
sestos.
Palimpsesto
Referencias históricas
Hay quien interpreta determinados relieves de palacios asirios donde aparecen
dos escribas, uno escribiendo sobre un piel y otro sobre una tablilla, como el testimonio fehaciente de que los asirios en el primer milenio antes de cristo ya sabían fabricar el pergamino. Sin embargo Plinio recoge la teoría del origen en Pérgamo.
Esta tradición pliniana atribuye al rey Attalo I la fundación de la Biblioteca de Pérgamo., impulsada y consolidada luego por Eumenes II (197-158 a.C.) Cuya compe-
tencia con la más antigua de Alejandría, impulso al rey de Egipto, Ptolomeo Filodelfo, a dejar de suministrar el preciado papiro para asfixiar la nueva fundación. Esto favoreció una intensa fabricación y mejor tratamiento de la piel animal para soporte escrituario en Asia Menor, pues es probable que el invento estuviera ya y hubiese sido usado con un tratamiento distinto al cuero. A partir de los siglos IV y V se comenzó a denominar el soporte como membrana pergamenea. San Jerónimo le aplicó el simple nombre de pergamenum. Empero en la Edad Media se le denominó sencillamente membrana.
La verdadera competencia en el mundo de la escritura del pergamino con el papiro comienza en occidente entre los siglos I y IV d. C. El pergamino liberó a occi-
dente de la dependencia de Egipto en materia escrituaria. Comenzó a ser fabricado a gran escala cuando en la producción éste se reveló insuficiente y cuando comenzó a mostrar sus ventajas propias, en una época pujante de transmisión e información escrita,
como fue la del nuevo cristianismo.
En los documentos de archivo la implantación fue más lenta que en las bibliote-
cas. Si los ejemplos de códices librarios son del siglo I-II, los ejemplos de documentos en pergamino son prácticamente del siglo VIII.
Sin embargo cabe aclarar que la aportación del pergamino a la permanencia de las
ideas o a la formación de bancos de información , fue un mero paliativo. No aportó por su carácter económicamente oneroso, lo que luego el más barato papel de pasta de trapo
o el de pasta de madera de la era industrial. El pergamino se utilizó con economía y aus-
teridad.
Todo fue apretado en este soporte, sobre todo en los documentos de archivos, a
veces sin espacios intervocablos, sin puntos y párrafos aparte, con los blancos reducidos a los márgenes, se multiplican enormemente las abreviaturas. Para comprender estas economías de comprimidos renglones basta solo con hacer un cálculo comparativo entre el número de reses necesarias y el de documentos resultantes. Para escribir un libro de 392 folios de gran formato (560 x 390 mm.) Se necesitaba una matanza de 200 piezas de una res.
No obstante gracias a la capacidad de acumulación del escrito en el códice de pergamino fueron posibles las grandes recopilaciones legislativas. Cabe relacionar el éxito definitivo del pergamino con el triunfo y expansión del Evangelio y Nuevo Testa-
mento en la nueva iglesia cristiana, coincidiendo con el ocaso de Roma. Incluso los sabios de esta época se apresuraron a transcribir sobre pergamino las obras de los siglos pasados a las que se quería asegurar una larga permanencia y duración.
Gracias a estas regeneraciones de la información del papiro a pergamino, que prosiguieron durante los siglos IV al VI, tenemos hoy día muchas obras de la antigüedad
que la Alta Edad Media salvó al naufragio de las literaturas occidentales.
Descargar
Enviado por: | Titiritero |
Idioma: | castellano |
País: | España |