Literatura


Pedro Páramo; Juan Rulfo


El significado del pueblo de Comala en la novela, Pedro Páramo.

Pedro Páramo es más que una novela sobre Pedro Páramo. Es en verdad el relato de un pueblo: una aldea muerta donde todos están muertos, incluso el narrador, y cuyas calles y campos son recorridos únicamente por las ánimas y los ecos capaces de fluir sin límites en el tiempo y en el espacio (Rulfo p. 64). Comala, con sus dimensiones reales y míticas, es uno de esos ámbitos novelescos inolvidables.

En primer lugar, es una síntesis de muchos de muchos pueblos de la tierra de Rulfo que se iban quedando abandonados y donde-según sus palabras- “los vivos están rodeados de muertos” (Rulfo p. 64). Encierra asimismo una síntesis de elementos característicos de la historia de México, centrada en una sociedad rural arcaica y de tipo feudal. Pero su significación no se agota con estas facetas testimoniales. Las dimensiones de Comala son múltiples. Se ha hablado de tres Comalas: la Comala soñada o ideal, la Comala “real” o de Pedro Páramo, y la Comala muerta o “infernal”.

“...el escenario de su novela sería el Infierno visto por ojos mexicanos. Comala,

pues, asumirá así, como escenario de la novela, una doble perspectiva: la infernal y la paradisiaca. Al principio del relato, para llegar a Comala, hay que descender,

Rulfo ha querido que Juan Preciado realice un verdadero descenso tal como

siempre ha ocurrido en la tradición literaria” (Chivite p. 19).

En primer lugar, y como punto de referencia, está lo que podemos llamar una Comala paradisiaca: es la que, desde lejos, evocaba Dolores Preciado ante su hijo Juan, y la que despierta la “ilusión” y las “esperanzas” de él. Es así lo que nos señala Luis Leal,

“Espera encontrarse un pueblo rodeado de pastos verde, habitado con gente feliz,

según lo que le había dicho su mamá. Sin embargo, encuentra un pueblo de

fantasmas, situado en una región árida, sin vida humana, animal o vegetal, un

pueblo poblado de almas en penas cuyas voces, susurros y murmullos llenan el aire

y lo mandan a su muerte dos días después. Estaba en busca de un Paraíso, sin

embargo encontró un Purgatorio.” (p. 78)

Pero lo que descubrimos, como Juan, será bien distinto. Desde el principio. Comala responderá a su nombre (de comal, placa de barro que se pone sobre el fuego):

“Aquello está sobre las brasas de la tierra, en la mera boca del infierno. Con

decirle que muchos de los que allí se mueren, al llegar al infierno regresan por su

cobija “ (Rulfo p.68)

Y es admirable cómo Rulfo va introduciéndose en ese ambiente inquietante, misterioso, y sofocante: “pueblos sin ruidos”, “casas vacías”, “ecos”, “murmullos”... Y muy pronto esa Comala tan distinta de un paraíso se nos desdobla a su vez en dos.

La segunda es la Comala de Pedro Páramo, una Comala “histórica” sólo en cierto modo. Representa el reino de un poder tiránico, de la violencia, de la injusticia, de la degradación y la alineación en diversas formas, hasta la locura. Su destino está ligado al de

Pedro Páramo. Y será en suma, un pueblo destinado a la soledad y la destrucción. Luis Leal afirma la importancia del personaje de Pedro Páramo cuando dice,

“No hay duda de la importancia de la atmósfera en el pueblo y de sus muertos

habitantes, pero por encima de ellos está la figura de Pedro Páramo. El pueblo

entero depende de sus caprichos. Su vida establece importancia en le modo de que

es reconstruida de tres diferentes puntos de vista; la de su hijo Juan Preciado, la de

los habitantes de Comala, y la del narrador omnisciente. Su caracterización

con complejidad y profundidad. Al mezclar juntos estas tres versiones, el lector se

familiariza con Pedro Páramo que con cualquier otro personaje...” (p. 76)

No es extraño que aquella Comala se paralela con la tercera: la Comala infernal o el reino de los muertos. Saltamos así el mundo mítico. De un modo también gradual y admirable, el lector va percibiendo la naturaleza fantasmal de los inquietantes personajes que aparecen y desaparecen, o va identificando las extrañas voces. Son almas en pena, criaturas condenadas a revivir un pasado horrible o torturadas por remordimientos. Es un mundo sin esperanza en el que se concentra la desolada significación última de la obra.

Lo apuntado sobre la historia, los personajes y el ambiente nos hace percibir la complejidad y riqueza de significaciones que la novela sugiere. De ahí que se haya prestado a muy diversos temas (sociales, simbólicos, míticos, psicoanalíticos...)

El primer plano de significación sería lo histórico y social. La acción se sitúa en un tiempo preciso: el último tercio del siglo XIX y el primero del XX. Hay referencias importantes a la Revolución mexicana (iniciada en 1910) o la citada insurrección de los “cristeros” (1926-28). El personaje de Pedro Páramo es quintaesencia de un tipo histórico

real. En un aspecto Comala tiene de reflejo de realidades geográficas y sociales concretas. Dice Luis Leal,

“La preocupación con la muerte y violencia es sin duda el resultado de los muchos

encuentros que tuvo Rulfo con la muerte- la Revolución, la rebelión Cristera, y

especialmente con las muertes violentas de sus familiares. En una entrevista Rulfo

dijo que su padre y su tío habían sido asesinados.” (p. 73)

Hay un rasgo del espíritu tradicional mexicano que merece párrafo aparte: la especial idea de las relaciones entre la vida y la muerte. Por un cruce de mitos aztecas y de tradiciones cristianas, la oposición entre vida y muerte no es absoluta; la frontera entre ambas resulta borrosa. Y esto es un elemento básico de Pedro Páramo.

En relación con esto, y en algunas de las ideas señaladas antes, en la novela se manifiesta una honda obsesión por la muerte desde el principio (trauma que para Pedro supone la muerte de su padre) hasta el final ( su propia muerte a manos de su hijo, Abundio), pasando por todo un rosario de muertes casi violentas. Esto va unido a una concepción desesperada de la vida.

Poco a poco, del plano concreto o de las raíces profundas del mexicano, nos hemos alzado al plano del mito y de las obsesiones universales. Temas universales eran, en efecto, algunos como el poder, la injusticia, la soledad, la muerte...Añadamos el alcance más amplio que tiene la búsqueda de Juan Preciado (por encima aun del tema de la búsqueda de su padre) y que conecta con mitos como el viaje a la Tierra Prometida o la búsqueda del paraíso. Viaje trágico o búsqueda inútil, como lo sabemos.

Y así llegamos a lo que, sin duda, es el tema central y la significación más amplia de la obra; las ilusiones frustradas en el pueblo de Comala. La clave está ya en la primera secuencia, cuando confiesa Juan Preciado:

“comencé a llenarme de sueños, a darle vuelo a las ilusiones. Y de este modo se me

fue formando un mundo alrededor de la esperanza que era aquel señor llamado

Pedro Páramo, el marido de mi madre. Por eso vine a Comala.” (Rulfo p. 65)

Más adelante Dorotea le dirá:

“¿La ilusión? Eso cuesta caro. Ami me costó vivir más de lo debido. Pague con

eso la deuda de encontrar a mi hijo, que no fue por decirlo sino una ilusión más

porque nunca tuve ningún hijo” (Rulfo p. 128)

Y hacía el final se dirá de Pedro Páramo que “lo agarró la desilusión”. En realidad, esto es aplicable a todos los personajes. La novela es una historia de esperanzas muertas, en donde la muerte de Pedro Páramo es la muerte también de Comala.

Bibliografía

Boixo González, Carlos José. Juan Rulfo: Pedro Paramo. Catedra. Madrid. 1997

Chivite Ferrer, Manuel. El Laberinto Mexicano de Juan Rulfo. Editorial Navarro.

Mexico. 1972

Leal, Luis. Juan Rulfo. Twayne Publishers. Boston. 1983




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Enviado por:A Perez
Idioma: castellano
País: España

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