Arte


Pedro Pablo Rubens. El Jardín del Amor


PEDRO PABLO RUBENS: EL JARDÍN DEL AMOR

RUBENS Y SU OBRA:

 

Pedro Pablo Rubens (1577-1640): Nace en tierra alemana, de padres flamencos, y se traslada a vivir a Amberes, ciudad que va a convertir en su verdadera patria; en el gran puerto de Flandes se conserva todavía hoy su casa, su tumba y algunas de sus obras más personales. En Rubens el barroco brilla con especial vitalidad y sin ningún impedimento. Sus viajes constantes, como diplomático, por España e Italia, dan a su pintura un tono clasicista, incluso en los temas, por ejemplo, en su insistencia por plasmar la mitología.

 En Rubens, tanto la Iglesia como el estado encontraron un artista soberanamente dotado para satisfacer sus demandas de decoración y glorificación en gran escala. Rompió decididamente con la tradición septentrional de las obras de reducidas proporciones; las suyas mostraron a sus contemporáneos las inmensas posibilidades del arte vigorosamente naturalista.

 El estilo de Rubens podría resumirse en tres aspectos básicos: el color, el movimiento y la forma gruesa. La gama de colores utilizados, la soltura de la pincelada y el uso de la paleta adquieren una intensidad pocas veces lograda. Las composiciones adquieren un dinamismo extraordinario; músculos en tensión, diagonales enérgicas, árboles que se retuercen como sarmientos, suelos ondulantes, la vertical, la horizontal y la forma estática parecen distantes de sus telas. Finalmente sus mujeres gruesas muestran su


Inclinación hacia la figura redonda. El rápido aumento de peso de su segunda esposa, Elena Fourment, es prueba de que la grasa constituía un ideal anatómico para el pintor.

  La obra legada por Rubens es enorme, aunque actualmente se atribuye parte de ella a su taller. En las obras mitológicas se revela como el gran intérprete de la fábula pagana, con una concepción milanguelesca del desnudo masculino y una evidente admiración por el Tiziano en la concepción del desnudo femenino: Las Tres Gracias, Ninfas perseguidas por sátiros, El Juicio de Paris, resaltan el contraste entre los músculos broncíneos de los sátiros y la piel nacarada de las ninfas.

 

El jardín del Amor (Museo del Prado):

Fue un lienzo que le fue muy querido a Rubens y que retuvo cerca de si en la lujosa casa palacio de Amberes. Este lienzo, El jardín del Amor o El jardín de las Gracias, es un homenaje, cortesano y sensual, de Rubens a su segunda esposa Elena Fourment, con la que casó enamoradísimo en 1630, cuando ella contaba dieciséis años y él cincuenta. Su matrimonio será un tónico para el ya maduro pintor y la felicidad conyugal que vivirá la pareja se pone de manifiesto en el Jardín del Amor.

En este lienzo, Rubens parece presentar a su bella esposa al conjunto de damas y caballeros que participan en una fiesta junto a un palacete barroco, que supuestamente se trata de la casa de campo que tenía el maestro a las afueras de Amberes. Pero esa escena amorosa, totalmente real, con figuras ricamente vestidas y en posturas muy forzadas, se anima con la presencia de varios amorcillos, mezclando así lo real con lo fantástico, en un claro precedente de las escenas galantes tan famosas en el siglo XVIII. Resulta una obra de gran encanto por la riqueza y belleza del colorido, la gracia de los amorcillos, las calidades de las telas de los vestidos y la expresividad de los personajes. Obra de madurez, pintada hacia 1638, Rubens luce en ella toda su maestría con una libertad de pincel y una audacia en el color y en el toque, excepcionales.

Adquirido en la testamentaria del pintor, Felipe IV lo tuvo en su alcoba.

 

Características del barroco:

 Entre las características generales del arte barroco están su sentido del movimiento, la energía y la tensión. Fuertes contrastes de luces y sombras realzan los efectos escenográficos de muchos cuadros, esculturas y obras arquitectónicas. Una intensa espiritualidad aparece con frecuencia en las escenas de éxtasis, martirios y apariciones milagrosas. 

La insinuación de enormes espacios es frecuente en la pintura y escultura barrocas; tanto en el renacimiento como en el barroco, los pintores pretendieron siempre en sus obras la representación correcta del espacio y la perspectiva. El naturalismo es otra característica esencial del arte barroco; las figuras no se representan en los cuadros como simples estereotipos sino de manera individualizada, con su personalidad propia. Los artistas buscaban la representación de los sentimientos interiores, las pasiones y los temperamentos, magníficamente reflejados en los rostros de sus personajes. La intensidad e inmediatez, el individualismo y el detalle del arte barroco -manifestado en las representaciones realistas de la piel y las ropas- hicieron de él uno de los estilos más arraigados del arte occidental. 

RUBENS Y EL BARROCO:

Su arte tipifica el barroco, en él se encuentran todas las características que se asocian con este estilo. Es sin duda el pintor más importante de esta escuela, en su pintura confluyen la tradición realista flamenca y las influencias italianas

Está pleno de poder, de gestos amplios y de movimiento dinámico; el colorido es resplandeciente y radiante; las pinceladas, libres y expresivas. Se funda en un intenso estudio de la naturaleza y recibe una exuberante vitalidad de su percepción de la belleza sensual de la superficie y textura de la carne, de los ricos tejidos, de la hierba y del agua.

Podemos observar claramente las tendencias luminísticas de Rubens en esta obra, de las que fue un ferviente defensor frente al tenebrismo que era la otra tendencia de la época.

Viendo esta obra, podemos entender mejor las últimas épocas de Velázquez, especialmente en el cielo, que nos recuerda enormemente al que podemos encontrar en varios retratos al aire libre. Fue el propio Rubens el que recomienda a Velázquez dejar el tenebrismo y dar mayor luminosidad a sus obras. La primera obra de Velázquez en la que es patente la influencia de Velázquez es El triunfo de Baco.

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Enviado por:Alex
Idioma: castellano
País: España

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