Sociología y Trabajo Social
Patrimonio arquitectónico de Medellín
EVOLUCIÓN DEL PATRIMONIO ARQUITECTÓNICO
EN EL CENTRO DE MEDELLÍN
INTRODUCCIÓN
Es por esto que recopilamos la historia de algunos de los patrimonios arquitectónicos ubicados en el centro de Medellín. Muchos de estas edificaciones, por no decir todas, se han convertido en símbolos importantísimos de la ciudad, que hablan por si mismos de la evolución de Medellín. Así mismo el lector conocerá cuál es el impacto que genera la remodelación de estos espacios para los ciudadanos y aún más para la identidad que le han dado a la ciudad. Nos centraremos en la historia del Pasaje Junín, en especial del edificio del centro comercial El Unión, que antes albergaba a los miembros del Club Unión
El marco conceptual que aquí exponemos intenta esbozar a grandes rasgos las teorías sociológicas y urbanísticas de diversos autores que se ven reflejadas en la transformación del centro de Medellín, en especial del Pasaje Junín, y el edificio del Centro comercial El Unión, considerado patrimonio cultural y arquitectónico de los medellinenses por su valor histórico y su representatividad en el ámbito cultural y social.
Lo que se pretende con este trabajo es analizar el impacto social que han tenido los cambios realizados al patrimonio cultural de la ciudad e identificar las causas de dichas modificaciones para así poder identificar las corrientes sociológicas y urbanísticas que se presentan en la ciudad y que determinan los cambios arquitectónicos y estructurales de la misma.
De igual forma se busca conocer y entender los nuevos usos que se le dan, dentro del funcionalismo, a las estructuras patrimoniales de Medellín y el beneficio que conlleva conservar los sitios con historia y tradición cultural y poderlos aprovechar en diferentes actividades que beneficien a la comunidad. También nos ocuparemos del análisis del significado que tiene para el patrimonio arquitectónico la comercialización y privatización de estas edificaciones, y las posibles restricciones o daños que esto pueda causar a la estructura arquitectónica que debe ser protegida por el gobierno local de acuerdo con lo planteado en el Plan de Ordenamiento Municipal de Medellín (POT)
JUSTIFICACIÓN
El patrimonio arquitectónico es importante para una comunidad en tanto simbolice y represente el desarrollo de la ciudad. Pero además, es necesario que sea protegido por la misma población, demostrando así el valor histórico de dichas estructuras para ellos. Es por esto que es importante rememorar las edificaciones del centro de Medellín que han sido denominadas como patrimonio arquitectónico, pues muchas de ellas han sido demolidas o convertidas en sitios de comercio por lo que han perdido su valor cultural.
Resulta, pues, imperioso resaltar dichas estructuras y mostrar el impacto que tiene la remodelación de estas en la población, que muchas veces ni se percata, y otras veces crea dolientes frente al hecho. El estudio de la noción que tienen los ciudadanos sobre estas edificaciones es determinante, en especial, si se quiere crear una nueva percepción de la importancia de los patrimonios arquitectónicos para la ciudad.
OBJETIVOS
OBJETIVO GENERAL
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Estudiar el patrimonio histórico y arquitectónico de la ciudad para, a partir de él, poder reconocer las diferentes corrientes urbanísticas que han determinado el cambio físico de la ciudad
OBJETIVOS ESPECÍFICOS
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Reconocer los patrimonios arquitectónicos ubicados en el centro de Medellín e identificar la importancia de éstos en la historia de la evolución de la ciudad.
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Establecer que tanta importancia da la población a las edificaciones consideradas patrimonios arquitectónicos.
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Analizar el impacto que tiene la remodelación de dichas estructuras y espacios en la comunidad.
PATRIMONIO ARQUITECTÓNICO
DEL CENTRO DE MEDELLÍN
El centro de Medellín se caracteriza por ser el nodo en el que confluyen las diferentes subculturas que habitan la ciudad. Por ello, y teniendo en cuenta su antigüedad, muchas de sus estructuras físicas han sido declaradas patrimonio arquitectónico de Antioquia. De esta forma se han convertido en un lugar de referencia y gran recordación, tanto para propios como extraños.
Debido a esto, es importante analizar el impacto de las remodelaciones de estas edificaciones en los ciudadanos, pues para muchos estos son símbolos de su vida y de la evolución de la ciudad. Para ello queremos centrarnos en el que será el centro comercial “El Unión”, ubicado en pasaje Junín con la Playa. Cabe notar que ésta estructura ha sido considerad patrimonio arquitectónico, antes pertenecía una familia, después pasó a ser un club, y ahora se convierte en centro comercial. Son estas clases de transformaciones, esta comercialización con el patrimonio la que queremos estudiar.
Las preguntas claves serán entonces: ¿Qué importancia tienen las edificaciones consideradas patrimonio arquitectónico para los ciudadanos? Y ¿Qué impacto tienen las transformaciones de dichas estructuras en los ciudadanos y la noción que se tiene de estos espacios?
MARCO TEÓRICO
La inevitable evolución y el acelerado crecimiento de Medellín han obligado a los gobiernos locales a tomar medidas para la conservación y redistribución de los espacios, con el fin de evitar fenómenos sociales como la expansión de la delincuencia y la degradación de los edificios que peden convertirse en foco de inseguridad para los habitantes de la ciudad.
Así, como primera medida y en concordancia con son la Ley 388 de 1997 (Ley de Desarrollo Territorial) y la Ley 397 del mismo año (Ley General de la Cultura), el municipio expidió su Plan de Ordenamiento Territorial (POT), que se define como el conjunto de objetivos, directrices, políticas, estrategias, metas, programas, actuaciones y normas adoptadas para orientar y administrar el desarrollo físico del territorio y la utilización del suelo. Éste está integrado por tres componentes a saber: el primero, llamado Componente General, estará constituido por los objetivos, estrategias y contenidos estructurales de largo plazo. Luego aparece el componente urbano, el cual estará constituido por las políticas, acciones, programas y normas para encauzar y administrar el desarrollo físico urbano; y por último, el componente rural, que estará constituido por las políticas, acciones, programas y normas para orientar y garantizar la adecuada interacción entre los asentamientos rurales y la cabecera municipal, así como la conveniente utilización del suelo.
Pasando ahora al patrimonio cultural considerado en el POT, observamos que éste en su Art. 49 plantea: “El patrimonio cultural que trata el Plan de Ordenamiento Territorial comprende aquellos elementos construidos, en su expresión arquitectónica, urbanística o paisajística, de significación especial para la colectividad”.
El patrimonio cultural de la ciudad se rige por la expedición de una plan especial de protección patrimonial que entró a funcionar en el año 2000, este plan es planteado en el Art. 50 del POT, de la siguiente manera: “El Municipio de Medellín contará con un Plan Especial de Protección Patrimonial orientado a identificar, valorar, proteger, conservar y asegurar la permanencia de los bienes culturales sean inmuebles o sectores de interés patrimonial en el territorio municipal”. Vale la pena destacar que de los 21 bienes que conforman el patrimonio cultural de la Nación que se encuentra en Medellín, solamente dos no corresponden a edificaciones, ellos son el Ecoparque Cerro el Volador y el Parque de Piedras Blancas, ambos patrimonios son islas de patrimonio arqueológico y ecológico en un mar de edificaciones conformadas a partir del triángulo patrimonial de valor histórico, arquitectónico y urbanístico.
PERSPECTIVA HISTÓRICA
Uno de las principales edificaciones que conforman el patrimonio cultural de la ciudad es el inmueble que, hasta hace algunos años, albergaba al Club Unión y que ahora es el espacio destinado al centro comercial El Unión. Para entender con mayor claridad la importancia de este lugar estudiaremos sus antecedentes históricos.
La edificación se ubica en el Pasaje Junín, también patrimonio de la ciudad. El pasaje, en los años de fundación de la Villa fue un puente de madera, techo de teja de barro, cal, arena y piso de cascajo. Cuentan que tuvo espanto "un hombre sin hogar que allí duerme y de noche tira guijarros". Esa calle antiguamente fue llamada “la del Resbalón”, porque quienes la atravesaban en tiempos de lluvia caían al fango que formaba la tierra mojada, siendo objeto de miradas y burlas En los años 20, la calle Junín fue el eje social de Medellín, luego de la apertura del Club Unión. En 1930 nació el Salón de Té Astor, que mantiene su vigencia hasta hoy. Como ése, muchos otros sitios de cafés, heladerías y fuentes de soda, como Fuente Azul, hicieron de Junín el punto de encuentro de la alta sociedad, que por esa época denominaron su recorrido como “Juniniar”. En 1987 se adecuaron dos cuadras entre La Playa y el Parque Bolívar para el tránsito peatonal. En 1995 el tramo entre Maturín y La Playa se dispuso para tráfico lento privilegiado al peatón.
La historia del inmueble donde se ubicó el Club Unión se remonta a finales del Siglo XVIII cuando se construyó, con un estilo republicano, para ser la vivienda de don Ricardo Restrepo... Durante 84 años albergó a los socios del Club Unión, quienes lo adecuaron. En los años 40 construyeron el Salón Dorado, un gran salón de reuniones recepciones que cuenta con 759.72 metros cuadrados.
La venta del edificio surgió a raíz de los problemas financieros en los que se fue sumiendo el Club Unión desde varios años atrás, con una marcada disminución de socios y de ingresos operacionales. Esta situación lo llevó a terminar 2003 con pérdidas operacionales por 1.192 millones de pesos, y con una división entre los que querían una nueva sede en El Poblado y los que preferían la liquidación de la sociedad. Al parecer la disminución de los socios obedeció a la invasión del centro por parte de las personas desplazadas desde los pueblos aledaños. Las obras de adecuación culminaron en septiembre de 2004 y actualmente se adelanta la remodelación de algunos espacios como el antiguo Salón Azul.
ENTORNO SOCIAL
El pasaje Junín no ha cambiado mucho desde los años 70. Aún se conservan los locales de mayor tradición y prestigio entre la sociedad burguesa del siglo pasado. Lugares como el Salón de té Astor y el restaurante Versalles siguen siendo visitados por ciudadanos de todas las edades y estratos.
.El club Unión, ubicado en el centro del pasaje era el lugar favorito por todas las personas de la alta sociedad, que encontraban en este sitio el lugar indicado para distraerse y “hacer vida social”. En él se realizaban los eventos sociales de mayor importancia y las reuniones de mayor envergadura para el departamento en lo que a política se refiere. En definitiva, era el sitio apropiado para la sociedad pudiente de la época.
Sin embargo, las crisis sociales que vivía el país y las constantes guerras en las que se sumían empezaban allegar a la ciudad. El éxodo de campesinos de las regiones más apartadas del país que huían de la violencia, o buscaban un mejor futuro laboral fue inevitable, y muy pronto el centro de Medellín, el sitio preferido por la burguesía, se veía invadido de toda clase de personas de estratos bajos. Asimismo, la industrialización y creciente expansión de la ciudad fue llegando al centro que en muy poco tiempo se llenó de oficinas y todo tipo de negocios. La inseguridad creció y los miembros del prestigioso club comenzaron a retirarse.
Pero en la década de los 90, con la intervención de la administración municipal en el sector se inició un proceso de recuperación en el que se restringió la circulación de vehículos y se adecuaron las calles para el disfrute de los peatones. Esto, sumado a la expansión de los centros comerciales en el sector, hizo que el lugar se convirtiera en uno de los preferidos por los compradores de la ciudad.
La conversión del pasaje en un sendero peatonal contribuyó a la disminución de la presencia de indigentes, mendigos y ladrones que, antaño, aprovechaban los trancones y el caos vehicular para escabullirse y hacer de las suyas. En la actualidad, a pesar de que es uno de los sitios más concurridos del centro, el pasaje Junín es también uno de los más seguros y preferidos por personas de todas las edades y clases sociales.
EVOLUCIÓN
En la actualidad, muchas de las estructuras consideradas patrimonio cultural de la ciudad están siendo sometidas a varias restauraciones con el fin de hacerlas más duraderas y útiles para los ciudadanos. El ejemplo más cercano lo encontramos en los edificios Carré y Vásquez, ubicados en el sector de Guayaquil. Estos edificios, en la antigüedad, eran el corazón del centro, pues allí se hospedaban los comerciantes y personas que visitaban la ciudad; pero el paso del tiempo hizo estragos en ellos, hasta que hace un par de años la administración municipal decidió recuperarlos, y ahora se han convertido en una sede administrativa y en una biblioteca, respectivamente.
Pero este caso no dista mucho de lo que pasa hoy en el edificio patrimonial de El Unión. Actualmente se adelantan algunas obras de remodelación que han afectado el aspecto del lugar. Éstas obedecen, principalmente al propósito que ahora cumple el edificio (comercio), que obliga a que cada accionista del proyecto tenga su espacio definido (local).
Entre las muchas modificaciones que ha sufrido el edificio, se cuenta con la eliminación de la piscina, donde actualmente se ubican dos fuentes de agua, la división de varios salones y pasillos para la construcción de los locales, entre otros. Pero hasta el momento, uno de los cambios más significativos ha sido la eliminación del salón azul, un salón de eventos en los que se hacían las reuniones de los accionistas y de la junta directiva, aunque en los últimos años funcionó como salón de recepciones abierto al alquiler. El salón está siendo modificado en su estructura (suelos y paredes) para dar lugar a un local comercial dedicado a la venta de ropa femenina. El lugar se dividió en 140 locales comerciales y una zona administrativa, además de una plazoleta y un balcón de comidas; todo esto distribuido en dos niveles.
Pese a esto, algunas de las características del edificio han sido conservadas por dos razones principales: la primera, por las restricciones que se contemplan en el POT para los edificios patrimoniales, entre estas figuran la conservación de la fachada, la prohibición de avisos publicitarios en ésta (incluyendo el nombre del centro comercial) y la conservación de los techos y paredes. La segunda razón, tal y como lo expresó Selene Saldarriaga, administradora del centro comercial, los propietarios del lugar quieren lograr una identidad a partir del prestigio que tenía el club, por lo que han decidido conservar también la fuente principal, los techos en algunos sectores y los marcos de las puertas y ventanas. En la actualidad, el lugar más representativo del club, el salón Dorado, está a la venta, y a pesar de que no ha sufrido modificación alguna, se encuentra en un estado de abandono que puede afectar la lujosa fachada del lugar.
Todo esto nos lleva a pensar en la verdadera importancia del patrimonio cultural y arquitectónico porque, en medio del crecimiento urbano de Medellín, y de una sociedad que actúa conforme a los cánones del funcionalismo, las estructuras grandes y ostentosas que caracterizan al patrimonio arquitectónico y a la mayoría de las edificaciones construidas a principios del siglo pasado resultan “estorbosas” y poco prácticas, pues ocupan mucho espacio y ofrecen muy pocas alternativas de uso. Entonces habría que cuestionarse si es más importante la conservación de nuestra memoria y nuestra historia y la contribución que podamos hacer al desarrollo físico de ciudad.
CONCLUSIÓN
Lo primero que debe mencionarse es la forma como las gentes de Medellín viven y perciben su relación con la historia de la ciudad. Desde el siglo pasado, sus grupos dirigentes, probablemente acompañados por el grueso de la población, han compartido una inequívoca fascinación por el progreso. Entre otras expresiones, esto se ha manifestado por una relativa preocupación por las marcas de su pasado y los elementos físicos, arquitectónicos y del paisaje que en algún momento hicieron parte de la identidad de la ciudad. Esto ha llevado por lo común a una fácil destrucción de los hitos históricos de la ciudad, o a ignorar los daños causados por algunas obras de desarrollo en edificios y paisajes tradicionales.
En una ciudad en la cual el 90% del espacio actual, o aún más, no estaba construido en 1900, se consideró necesario alterar ese pequeño resto de ciudad republicana, tal vez ni siquiera un centenar de hectáreas, para no hablar de los débiles y pobres signos de la experiencia colonial, para encontrar sitio para nuevas construcciones. Incluso muchas obras recientes, de comienzos de siglo, que habían llegado a hacer parte integral del espacio urbano, como el teatro Junín y el Teatro Municipal, fueron destruidas sin demasiada preocupación, por alcaldes progresistas, con una actitud cívica y de amor a la ciudad. Y esto, para no hablar de la forma como se decidió cubrir las principales quebradas, sobre todo la Santa Elena, y la canalización del río y su tratamiento como una inmensa alcantarilla, que alteraron drásticamente la relación de los habitantes de Medellín con sus corrientes acuáticas.
Aun más recientemente, la forma como el diseño del Metro reordenó espacios que rodean y hace parte integral de la gobernación o La Candelaria es otra indicación de esta actitud, común a buena parte de las ciudades del Colombia y del tercer mundo. Esta actitud tiene sin duda que ver con la velocidad de los cambios urbanos en nuestro medio. Medellín cambia y crece a un ritmo que no da tiempo para crear tradiciones, para convertir gradualmente partes substanciales de su estructura urbana en elementos de definición de la ciudad. No olvidemos que casi todo lo que hoy está cubierto por casas y cemento era hace 90 años tierra de fincas y praderas, y que casi cualquier barrio nuevo ha pasado por un proceso de transformación que cambia del todo su apariencia en dos o tres décadas.
Con esto queremos señalar que la construcción de ese complejo de representaciones propias de los habitantes de Medellín va dándose sobre la base de una población siempre nueva, lo que hace que muchos de los elementos de identificación del habitante de Medellín sean más bien los del antioqueño, comunes a campesinos y pobladores urbanos. Cada grupo generacional se apoya en memorias y contactos rurales, y poco a poco va haciendo suyos los elementos propiamente urbanos, los recuerdos, las imágenes de lugares, la memoria de símbolos, emblemas, representaciones, acontecimientos, que van definiendo la siempre cambiante trama de lo que cada uno vive como su ciudad.
Esas imágenes, esas memorias, esos símbolos, son en Medellín todavía muy cambiantes, pues la misma materia de la ciudad se transforma, y su gente es siempre en buena parte nueva. Por esta misma razón, muchos identifican más la ciudad con lo que puede ser, con el futuro, con el desarrollo, con lo que se construirá, que con su pasado, su historia o la nostalgia de lo vivido en ella. Por ello también la relativa indiferencia ante la destrucción de los elementos de vida urbana que durante algunos años se habían convertido en sitios de referencia general.
La misma velocidad del cambio provoca sin duda reacciones contrarias, afanes por fijar y amarrar esa corriente incesante de cambios desordenados. Pero más que esto, parece haber algunos factores que en Medellín contribuyen a que surjan contracorrientes, que tratan de valorar y conservar las formas de cultura, de intercambio social, que se constituyeron en un momento determinado y que hicieron parte de la imagen amable y positiva de la ciudad, o que tratan de reforzar los esfuerzos de constitución de una identidad urbana compartida por buena parte de sus habitantes
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