Política y Administración Pública
Partidos políticos y régimen parlamentario en Chile
Portada.........................................................................................................................1
Índice............................................................................................................................2
Introducción.................................................................................................................3
I Los Partidos Políticos y el Régimen Parlamentario...............................................4
Los partidos políticos...................................................................................................4
Alianza y Coalición.......................................................................................................5
Las ideologías políticas.................................................................................................6
Libertad Electoral.........................................................................................................6
Debilitamiento Ejecutivo y Sistema Parlamentario...................................................7
Evolución Política..........................................................................................................7
La política de círculos...................................................................................................9
II Los Presidentes..........................................................................................................9
La administración de Jorge Montt...............................................................................9
La administración de Federico Errázuriz Echaurren...............................................10
La administración de Germán Riesco.........................................................................11
La administración de Pedro Montt..............................................................................12
La administración de Ramón Barros Luco.................................................................13
La administración de Juan Luis San Fuentes.............................................................14
III Las Relaciones Exteriores.......................................................................................15
Las cuestiones límites con Argentina...........................................................................15
Los fallos arbitrales: nuevo peligro de guerra............................................................16
El Tratado de Paz con Bolivia: Cesión definitiva de Antofagasta............................17
Conclusión......................................................................................................................19
Bibliografía.....................................................................................................................20
El período llamado parlamentario que predominó en la política chilena durante 34 años, recibe este nombre pues el poder del Estado fue ejercido principalmente por el Parlamento o Congreso.
Durante todo el período político anterior a 1891, en la República Liberal, se había ido gestando un proceso de pugna entre el poder ejecutivo y el legislativo, representado por el Parlamento, en el cual a través de sucesivas reformas, fue arrebatando poder al Presidente.
Esta pugna concluyó violentamente pues hubo un presidente, Balmaceda, que se resistió a perder su autoridad. A1 estallar la guerra civil de 1891, el Presidente Balmaceda fue derrotado por la Armada, que apoyaba a los congresistas. Este hecho, es decir, que el predominio del parlamento se impusiera por las armas, marcó el sistema parlamentario chileno.
El parlamentarismo, como sistema de gobierno tuvo su origen en Inglaterra. Pero, a diferencia del chileno, el sistema inglés implicaba un equilibrio entre el poder ejecutivo y el legislativo.
E1 parlamentarismo chileno estuvo lejos de ese equilibrio, por eso se le denomina también "seudo parlamentario", justamente por haberse impuesto sobre la derrota absoluta del presidente y sus aliados. E1 predominio parlamentario se impuso así en forma tan extrema, que el presidente durante este período muchas veces fue un representante formal del poder público, pero sin autoridad efectiva, pues la que le correspondía legalmente era coartada seriamente por un conjunto de prácticas, muchas de ellas viciadas, que ejercía el Congreso. Lamentablemente estos mecanismos eran utilizados principalmente para bloquear la acción del Ejecutivo más que para gobernar como un poder complementario. Es decir, no es que en este período el parlamento haya gobernado en lugar del presidente, sino que más bien por el bloqueo que hizo de la acción presidencial.
En realidad este llamado Período Parlamentario, marcó la cima del poderío político, social y económico de la oligarquía chilena. Pero no todo se mantuvo estático, creció la clase media y en especial el sector obrero; se formaron numerosas organizaciones sindicales y un sentimiento de desilusión y protesta fue tomando fuerza contra el sistema político, indiferente a los problemas sociales, conocido como la Crisis de fin de siglo.
LOS PARTIDOS POLÍTICOS Y EL RÉGIMEN PARLAMENTARIO.
Los partidos políticos
En 1891 comienza la república parlamentaria. El triunfo de la revolución tuvo todos los caracteres de una restauración de la legitimidad tradicional y, a la vez, de una victoria de los congresistas sobre el poder ejecutivo que significó la instauración del régimen parlamentario, en que el Congreso tiene supremacía política sobre la autoridad del Presidente de la República.
La clase dirigente que no era ya una oligarquía de plutócratas y de aristócratas, controlaba el gobierno por intermedio de los partidos: conservador, liberal, nacional y liberal-democrático.
El Partido Conservador: Era en aquellos tiempos una poderosa fuerza de opinión constituida por elementos de la clase alta, de la clase media y de las masas populares, unidos por el sentimiento religioso.
Su principal fuerza electoral la constituían en las provincias centrales los inquilinos de las haciendas y la nutrida opinión católica de las ciudades.
El programa y las tendencias del partido seguían siendo los mismos que en el período anterior. Sólo discrepaba de los otros partidos históricos en los asuntos relacionados con la educación y la religión. Sus jefes fueron Walker Martínez, Fernández Concha y don José Tocornal.
El Partido Liberal: Era la fuerza electoral más poderosa y por eso mismo, de él salieron casi todos los candidatos a la presidencia, lo que originaba la división de sus huestes. A él hay que agregar el pequeño sector de “liberales independientes”,formado por algunos políticos liberales, sin arraigo en la opinión, pero poseedores de recursos económicos suficientes para hacerse elegir diputados en aquellas circunscripciones donde el cohecho era el único factor determinante del triunfo.
Desde el punto de vista ideológico, el doctrinarismo de los distintos puntos liberales estaba en razón directa de su mayor o menor inclinación a aliarse con los radicales o con los conservadores.
El Partido Nacional: El antiguo bando montt-varista se ha convertido ya en un grupo plutocrático de tendencias liberales, que controla la banca y el alto comercio. La posesión del dinero le daba una considerable representación parlamentaria. Sus jefes fueron don Pedro Montt y los Besa.
El Partido Liberal-democrático: En 1893 los antiguos partidarios de Balmaceda, reunidos en la convención de Talca, echaron las bases del partido liberal-democrático, que tuvo raigambre en la masa popular, seducida por el trágico fin del dictador y por el recuerdo de la abundancia de trabajo y el alza de salarios que hubo en su administración. De acuerdo con los principios del mandatario, se declaraba el defensor del poder ejecutivo fuerte; pero en la práctica contribuyó a afianzar la dictadura irresponsable del congreso, a debilitar el poder presidencial y a aumentar la anarquía parlamentaria oscilando entre la alianza con los radicales y la coalición con los conservadores, según soplasen o no vientos liberales. Su jefe fue Juan Luis San Fuentes.
El Partido Radical: Se organizó sólo en 1888, sobre la base de asambleas, y luego trajo a sus filas a elementos de la clase media formados en los liceos fiscales que, conjuntamente con la educación primaria y la Universidad, llegaron a convertirse en una especie de patrimonio del partido, más que todo a causa de que las gente de alta clase media liberal o conservadora preferían otras actividades más lucrativas que la de enseñar a la juventud.
Después de la muerte del patriarca Matta pasó a ser Mac-Iver la figura más sobresaliente del radicalismo; pero su liberalismo económico de corte inglés ya no se avenía con la hostilidad hacia las clases ricas que manifestaba la mesocracia que había invadido sus asambleas democráticas. De aquí que, bajo la influencia de Valentín Letelier, se terminara por incorporar el principio de la “justicia social” como aspiración del partido (1906).
El radicalismo se había vinculado desde mucho antes a la masonería, institución fundada en Chile a mediados del siglo XIX.
El Partido Democrático: Había nacido en 1887, de una rama desprendida del partido radical y como una reacción contra el individualismo que en aquella época caracterizaba a ese grupo político, que todavía se negaba a considerar el mejoramiento económico y social de las clases trabajadoras. Su jefe fue Malaquías Concha.
Este partido conquistó la adhesión de los obreros de los centros salitreros del norte y de las grandes ciudades, así como la clase de los artesanos o dueños de talleres, aprovechando para ello el sufragio universal; pero su representación fue escasa. Además el partido democrático no tardo en volver a afiliarse con los sectores más pudientes de la sociedad debiendo sufrir también una escisión al divorciarse de él en 1911 un grupo encabezado por Luis Emilio Recabarren, que pasó a organizar el Partido Obrero Socialista de Chile, más tarde llamado Partido Comunista de Chile.
Alianza y Coalición.
Para formar ministerios o para elegir presidente de la república, los partidos se combinaron de todas las maneras posibles, aunque hubo dos fórmulas que tuvieron mayor arrastre y prestigio: Alianza y Coalición.
La Alianza Liberal: Era aquella combinación política de que estaban excluidos los conservadores. La formaban una parte de los liberales, los demócratas y los radicales, que eran los que daban su tinte de “avanzada”, como se decía en la jerga política de la época. Riesco (1901-1906) y Alessandri (1920-1925) fueron elegidos por la agrupación aliancista.
La Coalición: Tenía cierta semejanza con la antigua fusión liberal-conservadora y agrupaba a los conservadores, parte de los liberales y los nacionales. Las fuerzas coalicionistas llevaron a la presidencia a Errázuriz (1896-1901) y a San Fuentes (1915-1920).
En dos oportunidades, presidente fue elegido “sin lucha” por todos los sectores políticos organizados: Jorge Montt (1891-1896) y Barros Luco (1910-1915).
Pedro Montt (1906-1910) llegó a la presidencia en brazos de una combinación especial, la Unión Nacional integrada por nacionales, radicales parte de los liberales y una fracción conservadora.
Los liberales democráticos oscilaban entre la Alianza y la Coalición.
Las ideologías políticas.
La oligarquía que prevaleció entre 1891 y 1920 no hubo de abordar graves problemas económicos y financieros, pues la renta salitrera le permitía gobernar sin necesidad de acudir a impuestos impopulares.
De aquí que en los programas de los partidos casi no tuvieran cabida las cuestiones económicas y financieras. En cambio, aunque las cuestiones político religiosas no volvieron a suscitarse después de 1891 a causa de que las anteriores reformas habían casi eliminado las ocasiones de conflicto y de que el celo teológico de las clases cultas y dirigentes era ahora menos vehemente, se mantuvieron el doctrinarismo católico y el doctrinarismo liberal del período anterior como una necesidad espiritual, que no tenía nada de práctico y estaba completamente alejada de los problemas de actualidad.
Por esto, la parte activa y pensante del electorado, sólo pedía a los candidatos que fuesen “liberales” o “católicos”, sin exigirles que definieran su actitud frente a problemas como los del librecambismo y del proteccionismo, la conversión metálica y el papel moneda, el régimen parlamentario y el presidencial. Por esto, cuando se suscitaba alguno de estos problemas, se le declaraba “cuestión abierta”, esto es, asunto en el que cada cual podía opinar y proceder como le agradara.
Lo que había realmente era que a todas las agrupaciones les faltaba cohesión y unidad de miras en lo que se refería a los intereses materiales del país. En cuanto a éstos, no había aún en Chile partidos; a lo más había hombres capaces de comprenderlos. Lo único que establecía entre los partidos una línea clara de separación eran los intereses morales, sintetizados en el ideal educativo y en el ideal religioso. Considerados desde este aspecto, no hubo más que dos que tuvieran doctrinas definidas: el conservador y el radical. Para aquél, el estado debía educar lo menos posible y religiosamente, dejando en plena libertad para hacerlo a los particulares, que en Chile eran las congregaciones, debía, además, proteger por todos los medios a su alcance el culto católico. Para el otro, el Estado debía ser, en lo posible, el único educador, y su educación obligatoria y gratuita en la escuela, y laica en todas sus ramas, sin perjuicio de que los particulares educaran también, pero bajo la vigilancia del Estado. A esta clase de asuntos denominaban unos y otros “cuestiones doctrinarias”
Libertad Electoral.
La revolución conquistó la libertad electoral: pero surgieron nuevos males.
El Cohecho: Como el ejecutivo había dejado de ser “el gran elector” que dispensaba senadurías y diputaciones, la plutocracia las obtenía mediante su dinero. La libertad electoral y el sufragio universal existentes en la letra de las leyes, degeneraron en cohecho o compra de sufragios. Los hacendados disponían de sus inquilinos y los patrones de fábrica o minas contaban con el voto de sus obreros; pero tales procedimientos encarecieron de tal modo las elecciones que sólo podían llegar al parlamento los candidatos más ricos o bien aquellos que eran financiados por poderosos protectores políticos.
Vicios Electorales: Al lado del cohecho fructificó el fraude electoral: falsificaciones de escrutinios, suplantación de electores, robo de registros, sufragios de los muertos, etc. actividades en las que hubo verdaderos especialistas con triste fama y mucho dinero. Cuanto reforma electoral se realizó en aquellos tiempos para poner fin a tales vicios resultó ineficaz.
Candidatos Independientes: El voto acumulativo acordado en otros tiempos como un medio de dar representación a las minorías, se transformó en un arma que tuvieron a su disposición ricos candidatos independientes para hacerse elegir con su dinero y tomar después en el congreso la defensa de sus intereses.
Debilitamiento Ejecutivo y Sistema Parlamentario
Reconocido el papel del Congreso en el ejercicio del poder, en él se hicieron frecuentes ciertas prácticas. Diputados y senadores hacían valer sus fuerzas cuando tenían que aprobar las llamadas leyes periódicas-de presupuesto, contribuciones y Fuerzas Armadas-. Los parlamentarios imprimían al despacho de dichas normas, el ritmo que la conveniencia política les aconsejaba.
El Congreso ejerció, también, en forma exagerada, la facultad que tenía para interpelar o censurar al gabinete presidencial.
De este modo, obligaba a los ministros a comparecer ante el Parlamento para justificar sus acciones, o a renunciar, llegando a establecer una intensa rotativa ministerial, que entorpecía la labor del Ejecutivo.
Evolución política
Las Prácticas Parlamentarias: E1 régimen parlamentario chileno se basó en una serie de prácticas políticas favorables al Congreso, la mayoría de las cuales encuentran su origen en el período de la República Liberal y que hemos examinado en la clase anterior en la materia relativa a las reformas constitucionales.
A lo menos cuatro prácticas parlamentarias y una reforma electoral aseguraron al Congreso su predominio:
Las Leyes Periódicas: de uso común en el período liberal, pero durante la República Parlamentaria se abusó frecuentemente de ellas al usarlas como un arma política contra el ejecutivo a objeto de conseguir su control por el Congreso. Principalmente esto se hizo con la Ley de Presupuesto y la Ley de Contribuciones.
Método del Debate: Este elemento fue tal vez el más pernicioso del parlamentarismo chileno, porque permitió que una minoría absoluta dentro del Congreso pudiese bloquear la promulgación de cualquier Ley.
E1 elemento al que nos referimos es la clausura del debate. Se consideró dentro de las cámaras, que ninguna ley podía ser llevada a votación antes de que la discusión sobre la misma (el debate) hubiese concluido. Así entonces bastaba con que dos o tres parlamentarios se pusieran de acuerdo para que a través del uso permanente de la palabra, mantuvieran vivo el de bate impidiendo así que la ley se votara. Simplemente se llegaba a la aberración de que la minoría se podía imponer a la mayoría.
Sobre el Veto Presidencial: La reforma constitucional de 1888 al permitir a las cámaras del Congreso insistir en un proyecto de Ley vetado previamente por el Presidente, anuló de hecho el veto absoluto, acrecentando el poder del Parlamento.
La Interpelación Parlamentaria: Desde el período de la república Liberal el Parlamento había adoptado la facultad de citar a los ministros de Estado a su cámara para que explicaran una determinada conducta administrativa ante la cual creían ver un vicio de irregularidad o abuso de poder. Este procedimiento llamado “interpelación”, le permitía, en el fondo, al Congreso controlar y determinar la idoneidad de los ministros que eran nombrados por el Presidente.
A la interpelación (explicación exigida), pedida por cualquier parlamentario, seguía la “explicación del ministro” que en realidad era una defensa de su conducta, y luego la votación de la Cámara en torno a sí se daba por satisfecha o rechazaba la justificación del interpelado.
Si la Cámara aceptaba la explicación del Ministro, se determinaba un ”voto de confianza”, es decir, se entendía que éste podía seguir en ejercicio de sus funciones. Pero en caso contrario, se acordaba un, “voto de censura” entendiéndose que el ministro cuestionado debía renunciar a objeto de facilitar una relación más fluida entre el Ejecutivo y el Legislativo. Lamentablemente, el voto de censura no llegaba hasta ahí en sus consecuencias, porque a la renuncia del ministro seguía la de sus compañeros de partido o de todo el gabinete, quienes “solidarizaban” con el censurado. Se originaba entonces una “rotativa ministerial”, esto es, el Presidente se veía obligado a organizar un nuevo gabinete que fuera afín a los intereses de la mayoría parlamentaria, que en los más de los casos eran alianzas entre partidos; por lo tanto, la ruptura de una alianza parlamentaria repercutía de inmediato en la solidez del gabinete y se tenía otra vez rotativa.
Esta práctica llegó a ser tan frecuente que generó una situación viciada, donde la inestabilidad de los gabinetes repercutió en la eficiencia administrativa. Sin embargo, debe tenerse en cuenta que para la oligarquía ello era parte del régimen parlamentario en la normalidad de su funcionamiento.
Un vistazo a los períodos presidenciales ilustra bien la situación:
Presidente Período N° Gabinetes N° Ministros
Jorge Montt A. | 1891-1896 | 10 | 40 |
F. Errázuriz Zañartu | 1896-1901 | 17 | 59 |
Germán Riesco E. | 1901-1906 | 17 | 73 |
Pedro Montt M. | 1906-1910 | 11 | 43 |
Ramón Barros L. | 1910-1915 | 15 | 55 |
Juan L. Sanfuentes | 1915-1920 | 15 | 78 |
Tanto la discusión sobre las Leyes Periódicas como la interpelación fueron las prácticas parlamentarias más extendidas.
La Política de Círculos.
La política parlamentaria fue más que nada una política de círculos oligárquicos santiaguinos, a los cuales seguían las provincias y la mayoría de la clase media, ante la indiferencia del pueblo.
Esta política de círculos, más que una lucha de intereses o doctrinas opuestas, fue una contienda por el predominio personal o de familia. Por esto, los grandes centros políticos de la época fueron, no ya los salones de la Moneda, sino las tertulias de los magnates: el “salón rojo” o el “salón verde” del Club de la Unión, la “casa azul de San Fuentes; la “cueva del oso negro” de Montt y la tertulia de Fernández Concha,
En cuanto a la designación de los candidatos presidenciales, éstos eran clasificados previamente por los círculos oligárquicos, por lo cual debían ser escogidos en las familias de alcurnia. El que carecía de “calidades” era vetado por la oligarquía.
Por esto, casi todos los presidentes procedieron de determinados grupos familiares.
Jorge Montt (1891-1896) pertenecía a la misma familia de Manuel Montt y Pedro Montt y Montt (1906-1910), era hijo del ex presidente Federico Errázuriz Zañartu y primo hermano de su sucesor Germán Riesco Errázuriz. (1901-1906), todos ellos de ascendencia vasca. Juan Luis San Fuentes Andonaegui (1915-1920) también de origen vascongado, era hermano de Enrique San Fuentes, el candidato de Balmaceda. Barros Luco también, pertenecía al mismo grupo social.
LOS PRESIDENTES. (1891-1920)
La administración de Jorge Montt (1891-1896)
Tan pronto como la junta de gobierno revolucionario tomó posesión de La Moneda, convocó a elecciones parlamentarias, municipales y presidenciales.
Como es de suponerlo, dada la desorganización en que se hallaban los elementos balmacedistas, los partidos constitucionales obtuvieron el más completo triunfo, resultando elegido para la cámara de diputados 36 liberales, 29 conservadores, 12 nacionales y 11 radicales.
En la primera sesión del nuevo senado, la junta envió al congreso un mensaje por el cual daba por concluida su misión; pero, con acuerdo de ambas ramas legislativas, se dispuso que el capitán de navío, don Jorge Montt continuara como jefe del poder ejecutivo hasta que el nuevo presidente tomara posesión de su cargo.
Montt fue elegido presidente a pesar de su sincera negativa a aceptar el cargo. Era marino, culto distinguido, patriota y dotado de una probidad sólo comparable a la de Aníbal Pinto. Bajo su gobierno, el ministerio que duró más tiempo fue el encabezado por don Pedro Montt, a quien correspondió presidir las elecciones parlamentarias, de 1894, las primeras en que participó el recién organizado partido liberal-democrático o balmacedista, que bajo la dirección de San Fuentes se batió con tal decisión y entusiasmo que pasó a ser una fuerza poderosa, que influiría de manera decisiva por un espacio de 30 años. El antagonismo entre radicales y conservadores va a ser aprovechado por los balmacedistas para acercarse a éstos y conquistar más tarde la presidencia.
Durante la administración Montt se creó el Consejo de Defensa Fiscal y se aumentaron las fuerzas navales con barcos adquiridos en los astilleros ingleses.
La hacienda pública se encontraba en un estado desastroso a causa de los gastos hechos durante la revolución por gobiernos en lucha. Hubo que contratar empréstitos externos por varios millones de libras para rescatar la moneda emitida por la dictadura, para adquisiciones navales y para preparar la vuelta al régimen metálico. Esto hizo bajar el cambio internacional a 12 peniques y elevó considerablemente la deuda externa. Por último se dictó en 1895, una ley de conversión metálica.
Al final del gobierno de Montt se planteó el problema del sucesor, y , como siempre ocurría, los liberales, dado el gran número de “presidenciales” existentes en sus filas, se dividieron.
Liberales doctrinarios y radicales levantaron la candidatura de don Vicente Reyes y solicitaron el apoyo de los liberales democráticos, sus adversarios del 91. Estos le prestaron más decidida adhesión, en atención a que Reyes no había participado en la revolución, no obstante ser entonces el presidente del senado. Se formó así la Alianza Liberal.
Por su parte, don Federico Errázuriz, que venía figurando como liberal avanzado, se atraía hábilmente a los nacionales y al resto de los liberales, para obtener en seguida el apoyo conservador, formándose la Coalición.
Proclamados los candidatos por las respectivas convenciones de delegados de todo el país, según antigua costumbre, la campaña electoral fue ruda y violenta.
Realizado el escrutinio por el congreso pleno, este anuló la designación de algunos electores y dejó a Errázuriz con 137 votos ya Reyes con 134. Como ninguno de los dos candidatos tenía la mayoría absoluta de los votos, correspondió elegir al congreso, donde Errázuriz tenía la mayoría parlamentaria.
Se suscitó entonces un agitado debate sobre si tenían derecho a votar los parientes inmediatos de Errázuriz y se resolvió que en el congreso pleno no regían las inhabilidades de esta clase. Errázuriz fue designado presidente por 62 votos, incluidos los parientes, contra 60 que obtuvo Reyes.
La administración de Federico Errázuriz Echaurren (1896-1901)
La personalidad de Errázuriz ha sido muy discutida. Para sus adversarios fue un corruptor político; para sus partidarios, un patriota.
Para vencer al íntegro Reyes, cohechó electores de presidente, ofreció empleos a diestra y siniestra y disimuló sus ideas avanzadas. Era inteligente y “macuco”, es decir, ladino, travieso y socarrón. Se rodeo de algunos íntimos, con los cuales llevaba una vida de placeres incompatible con la seriedad y corrección que se exige a los jefes de Estado.
Errázuriz, de otra parte, era campechano y sencillo, y sabía atraerse a las gentes hablándole en su propio lenguaje. Conocedor de las pasiones y debilidades de los hombres, supo manejarlos a su antojo.
Se mantuvo siempre fiel a la Coalición que lo llevó al poder, no dando intervención en el gobierno a los radicales, pero tampoco llevándose llevar por las influencias conservadoras.
Una considerable mayoría parlamentaria permitió a Errázuriz encarar la grave cuestión de límites con Argentina surgida del Tratado de 1881 y la disputa por la Puna de Atacama. En el año 98 el conflicto llegó a su período crítico y estuvo a punto de estallar la guerra entre ambos países; pero finalmente se impuso la política pacifista de Errázuriz y las cuestiones litigiosas fueron entregadas a arbitraje.
Durante el gobierno de Errázuriz fueron fundados diversos establecimientos educacionales (Curso de matronas, Curso de enfermeros y enfermeras, Escuela profesional de niñas de Valparaíso, Instituto Comercial de Santiago, un liceo de niñas en la capital y otro en Iquique); se fomentó el servicio de tranvías en Santiago, Valparaíso, San Felipe y San Bernardo; se inició el alcantarillado en Santiago y se construyó el estanque de Peñuelas destinado a proveer agua a Valparaíso.
En cuanto a la hacienda pública, se produjo el derrumbe de la conversión metálica, en parte debido a las amenazas de guerra con Argentina. Hubo que emitir billetes fiscales de curso forzoso y postergar la vuelta del régimen metálico(1898).
Errázuriz no alcanzó a terminar su período presidencial. Falleció en Valparaíso en julio de 1901, después de dejar como vicepresidente al ministro del interior don Aníbal Zañartu.
Entretanto, a medida que se acercaba el fin del período presidencial, los partidos iban tomando posiciones para la lucha. La Alianza Liberal, esta vez integrada por radicales, liberales y liberales democráticos, celebró una convención que proclamó a don Germán Riesco.
La Coalición, integrada por nacionales y conservadores, proclamó la candidatura de don Pedro Montt, por intermedio de los directorios de ambos partidos.
Practicadas las elecciones presidenciales, Riesco obtuvo 172 electores contra 79 de Montt.
La administración de Germán Riesco (1901-1906)
Para llevar a Riesco a la presidencia fue necesario arrancarlo a los tribunales contra sus propios deseos. Juez íntegro, hombre de hogar, bondadoso y honesto, Riesco no era un político ni poseía el carácter suficiente para desenvolverse dentro de un régimen parlamentario que ya comenzaba a corromperse.
Su principal preocupación la constituyó la reforma de la legislación, a la que consagro todos sus desvelos: Código de procedimiento Civil (1902) y Código de procedimiento penal (1906).
Trató de hacer una administración honesta y prudente; pero, sometido a las prácticas del parlamentarismo, hubo que cambiar 17 veces de ministerio.
Durante este período cobró poderosa influencia en la política don Juan Luis San Fuentes, que después del retiro a la vida privada de don Claudio Vicuña, había pasado a ser jefe del partido liberal-democrático, en el cual heredó por otra parte el ascendiente que anteriormente había correspondido a su hermano Enrique Salvador.
San Fuentes, que aspiraba a la presidencia, dispuso de la administración pública y supo atraerse al partido conservador. Después, rompió la Alianza Liberal y pasó con su partido a la Coalición, dejando a Riesco sin mayoría en el congreso (1903)
Mientras el presidente se veía aprisionado por las mayorías parlamentarias, la cuestión social comenzaba a tomar caracteres alarmantes: estallidos populares y huelgas en diversas partes del país.
En política internacional, Riesco continuó la labor pacifista de su antecesor, celebrando con Argentina los Pactos de Mayo y con Bolivia el Tratado de Paz de 1904. Sólo quedó pendiente la cuestión de Tacna y Arica.
Durante la administración de Riesco fueron creados diversos liceos de hombres, liceos de niñas, escuelas normales de preceptores, institutos comerciales, Instituto de Educación Física, Escuela Agrícola de Caquenes, etc.
Se ordenó la construcción del palacio de los Tribunales de Justicia, se prosiguió el alcantarillado de Santiago y se establecieron tranvías eléctricos entre Santiago y San Bernardo.
En cuanto a la hacienda pública, se postergó la conversión metálica y se emitió gran cantidad de billetes fiscales de curso forzoso, lo que al aumentar el circulante produjo nuevos descensos del cambio, elevó los precios y originó una inflación del crédito y una gran fiebre de negocios que no pasaba de ser otra cosa que desenfrenadas especulaciones.
Para colmo de desgracias, el terremoto del 16 de agosto de 1906 destruyó gran parte de Valparaíso.
Fue entonces cuando se pensó en buscar un hombre de carácter para llevarlo a la primera magistratura. Tal fue don Pedro Montt, el antiguo contendor de Riesco. En torno suyo se agruparon los partidos que formaron la Unidad Nacional, en un movimiento de reacción contra el desorden económico y parlamentario. Nacionales, radicales y liberales doctrinarios lo proclamaron en una convención por gran mayoría de votos.
La Coalición, reducida ahora a liberales- democráticos y a los liberales moderados, lanzó la candidatura de uno de éstos, don Fernando Lazcano.
En cuanto al partido conservador, se dividió momentáneamente entre los dos candidatos.
Montt se enarbolaba la andera de “ tregua doctrinaria”, triunfó por gran mayoría y el congreso pleno lo proclamó presidente de la república.
La administración de Pedro Montt. (1906-1910)
Don Pedro Montt poseía un carácter enérgico y había sido jefe del partido nacional. Representaba para el país una esperanza de orden y progreso, una reacción contra la política de los últimos años.
Sin embargo, Montt no tuvo éxito. Se impuso un excesivo trabajo que minó su salud, se estrelló contra arraigadas corruptelas, contra la oposición del senado y la indisciplina de la mayoría gobiernista de la cámara.
Una cuestión relacionada con la educación produjo la ruptura de la mayoría del gobierno, mientras que el partido conservador tomaba el camino de una franca coalición con los balmacedistas. San Fuentes, el jefe de éstos, pasó a ser nuevamente el árbitro de las combinaciones parlamentarias.
Montt impulsó las obras públicas. Ordenó la construcción del ferrocarril de Ancud a Castro, de la línea a Puerto Montt y del longitudinal Norte, todos ellos concluidos en 1913. A principios de 1910, se inauguraron las secciones argentina y chilena del ferrocarril trasandino. Inició las obras del puerto de Valparaíso y la construcción de edificios fiscales en esa misma ciudad. Terminó diversos locales destinados a la enseñanza, la Escuela y Museos de Bellas Artes, la Escuela de Farmacia, el Instituto Comercial y el Instituto de Educación Física, la Escuela Normal de preceptores de la serena y algunos liceos y escuelas primarias.
La hacienda pública sufrió serios bajos golpes bajo el gobierno de Montt, a causa de pérdidas originadas por el terremoto de 1906, de los dineros invertidos en obras públicas y de la crisis mundial de 1907. No obstante su decisión de realizar la conversión metálica, el presidente hubo de someterse a la mayoría del congreso y postergarla nuevamente.
Al mismo tiempo, cundía el descontento entre las masas obreras, sobre todo en la región salitrera, donde las compañías se negaban a conceder mejoras en los salarios y en las condiciones de trabajo.
En el último año de su gobierno, el presidente Montt asistió a las actividades con que se celebró en Buenos Aires el centenario de la independencia argentina (mayo 1910) y luego inició la preparación de las destinadas a realzar en septiembre el de la emancipación chilena.
Más, gravemente enfermo, hubo de marcharse a Europa en busca de salud. Falleció en Bremen (Alemania), antes de terminar su período (16 de agosto)
Con anterioridad a su partida de Chile había delegado sus facultades en el ministro del interior, don Elías Fernández Albano, en calidad de vicepresidente; pero éste murió poco después, debiendo ser subrogado por su ministro más antiguo, don Emiliano Figueroa Larraín, quien presidió las fiestas del Centenario en compañía del presidente argentino don José Figueroa Alcorta (septiembre 1910)
AL mismo tiempo, preocupaba a los políticos el problema de la sucesión presidencial. Se celebró a principios de septiembre una gran convención de todos los partidos liberales (liberales, radicales, nacionales, liberales-democráticos y demócratas); pero como se encontrasen en el país las delegaciones extranjeras, se llegó a una transacción consistente en proclamar a Ramón Barros Luco. El partido conservador le prestó enseguida su concurso y el candidato fue elegido sin competidor.
La administración de Ramón Barros Luco (1910-1915)
El nuevo mandatario tenía a la sazón 75 años de edad y una gran experiencia política y administrativa, pues venía apoyando a todos los gobierno desde 1871. Sólo en una oportunidad, en 1891, fue opositor y participó en la revolución como miembro de la junta de Iquique.
Se ha dicho que fue un hombre de suerte, porque sin molestarse gran cosa llegó en diversas oportunidades a los más altos cargos y se mantuvo en ellos con aparente indiferencia, aunque en realidad, siempre estaba bien informado y en el momento oportuno sugería la solución correcta. Su edad avanzada, así como su despreocupación por los detalles, formaron en el vulgo el concepto de que no se interesaba por nada; pero la verdad es que prestaba decidido interés a los asuntos de importancia, tratando siempre de abordarlos con espíritu práctico.
Aristócrata en otros tiempos, Barros Luco no aceptó nunca en sus gabinetes a ministros del partido demócrata.
Como todos los gobernantes de la época, Barros Luco tuvo innumerables ministerios, unos de alianza, otros de coalición. No se molestó nunca por formar ninguno, misión que habitualmente encargaba a San Fuentes, que recuperó así la perdida influencia y pudo, desde “la casa azul” preparar su candidatura presidencial sobre la base de la unión balmacedista conservadora.
Entre las obras públicas iniciadas en la administración de Barros Luco, merecen especial mención la Escuela de Ingeniería y el puerto artificial de San Antonio, que ha aventajado al de Valparaíso por sus condiciones de seguridad y abrigo. Se adquirió el monasterio de Santa Clara el vasto edificio que ocupaba la Avenida de las Delicias, para construir en el mismo predio la Biblioteca Nacional, el Museo Histórico y el Archivo Nacional. Se prosiguieron a lo largo del país los trabajos de caminos, puentes, agua potable y alcantarillado.
En el orden educacional, sólo se fundó el liceo José Victorino Lastarria, en el barrio de Providencia (1913) Hacia la misma época se creó el servicio militar de aeronáutica y una escuela especial destinada a formar pilotos (1913)
La guerra del 14 produjo graves perturbaciones en la vida económica del país; pero luego el precio del salitre experimentó un alza considerable a causa de mayor consumo en la fabricación de explosivos. Sin embargo, se postergó nuevamente la conversión metálica.
Llegado el término del período presidencial de Barros Luco, la Coalición (conservadores, liberales-democráticos y nacionales) proclamó la candidatura de San Fuentes y la Alianza Liberal (radicales, liberales y demócratas) levantó la de don Javier Angel Figueroa Larraín, político liberal.
La lucha electoral fue manchada por fraudes y actos de violencia. Como después de estudiadas las reclamaciones, ninguno quedara con la mayoría absoluta, hubo de elegir el congreso, donde la mayoría coalicionista dio el triunfo a San Fuentes por 77 votos contra 41 de Figueroa.
La administración de Juan Luis San Fuentes (1915-1920)
San Fuentes no era un estadista, pero poseía práctica en los negocios, adquirida en sus actividades de corredor de comercio, y habilidad para atraerse partidarios y dividir y combinar las fuerzas políticas y así logró robustecer la mayoría coalicionista del gobierno con elementos del partido liberal.
No obstante lo anterior, la rotativa ministerial caracterizó a su gobierno como a todos los anteriores. Desde la Moneda, el presidente no pudo maniobrar ya con la soltura con la que lo había hecho desde la jefatura de su partido liberal-democrático y no tardó en verse envuelto en las mallas del parlamentarismo más desenfrenado.
El primer problema que hubo de resolver fue el de la actitud de Chile frente al conflicto europeo y mundial. Con gran sensatez, mantuvo la neutralidad, no obstante las poderosas relaciones comerciales que ligaban al país con Francia, Inglaterra y Estados Unidos. Terminada la conflagración, Chile ingresó a la Liga de las Naciones.
El gobierno de San Fuentes construyó numerosos edificios para escuelas públicas, de los cuales cabe citar los de mayor capacidad: las escuelas: “Federico Errázuriz”, “Salvador San Fuentes”, “José Manuel Balmaceda”, “Aníbal Pinto”, en Santiago, “Germán Riesco” en La Serena, “Pedro Montt” en Valparaíso, “Bernardo O´Higgins” en Viña del mar y “Manuel Bulnes” en Concepción.
En esta época fueron dictadas algunas leyes sociales de cierta importancia, que beneficiaban a los obreros y a algunos sectores de la clase media: sobre accidentes del trabajo (1916), sobre descanso dominical (1917), sobre retiro y previsión social del personal de ferrocarriles. Al mismo tiempo llevaba a los gabinetes, en calidad de ministros, a miembros del partido demócrata, que hasta entonces no habían tomado parte en los gobiernos.
Sin embargo, la agitación de las masas proletarias continuó. San Fuentes mantuvo una política de armonía entre la Iglesia y el Estado. Por fallecimiento del arzobispo González Eyzaguirre, sucesor de don Mariano Casanova, fue designado don Crescente Errázuriz Valdivieso (1918)
En el terreno económico se aumentaron los impuestos y se evitó el alza de la deuda pública, que permaneció igual a la que dejó Barros Luco.
Según la tradición de los presidente de la época parlamentaria, San Fuentes prescindió de intervenir en las elecciones, triunfando en las de marzo 1918 en la Alianza Liberal, que había combatido su candidatura presidencial. Este cambio de la fisonomía del parlamento trajo la renuncia del ministerio coalicionista y a su reemplazo por el que presidió uno de los jefes de la combinación vencedora, el senado liberal don Arturo Alessandri.
La designación de Alessandri como jefe del gabinete aliancista obedeció al propósito de San Fuentes de introducir la discordia dentro de la Alianza y romper el círculo de hierro que ésta significaba para él. En efecto, la persona del nuevo ministro del interior provocó los recelos y las resistencia de los prohombres liberales que aspiraban a la presidencia y veían en él un peligroso contendor.
Pero la popularidad de Alessandri era ya considerable, pues en 1915, en una agria y violenta campaña electoral, había conquistado para la Alianza Liberal el sillón senatorial de Tarapacá derrotando al político balmacedista don Arturo del Río, que venía disponiendo de él mucho años antes como un verdadero feudo político. Esta victoria le valió el nombre de León de Tarapacá. Por otra parte, en la convención que terminó por proclamar la candidatura de Figueroa Larraín en 1915, el senador de Tarapacá había obtenido la tercera parte de los votos, síntoma alarmante para la oligarquía plutocrática de Santiago, que empezó a temer que el poder saliera de sus manos.
Después de vencer todos los obstáculos opuestos por los propios políticos aliancistas, pudo Alessandri organizar un gabinete de Alianza Liberal integrado por tres liberales y tres radicales. El ministerio logró hacer aprobar la ley de instrucción primaria obligatoria, muy resistida por el partido conservador (1920); pero no pudo obtener del parlamento la aceptación de la clausura de los debates en la forma propuesta por Alessandri. Esta innovación que se hacía indispensable para poner coto a los desbordes del parlamentarismo, obtuvo al fin su aprobación aunque en forma muy desvirtuada..
Pero la cuestión presidencial iba a poner en evidencia la ruptura de la unidad aliancista. Los oligarcas liberales abandonaron al fin la Alianza y pasaron a engrosar las fuerzas de la vencida Coalición, dispuestos a cerrar el paso a la candidatura presidencial de Alessandri a quien seguían los liberales doctrinarios, la clase media radical, el artesano demócrata y el proletariado organizado. Si por primera vez en Chile surgía una candidatura de esta naturaleza, era porque se había operado, al fin, una profunda transformación económica y social.
LAS RELACIONES EXTERIORES
Las cuestiones límites con Argentina.
La antigua cuestión de límites con Argentina adquirió, bajo el gobierno de Errázuriz Echaurren, caracteres de extremada gravedad.
Hemos visto anteriormente que el tratado de 1881 estableció que la línea fronteriza correría por las cumbres más elevadas de la Cordillera de los Andes y pasaría entre las vertientes que se desprenden de un lado a otro. Mas al comenzar en 1882 los trabajos de fijación de hitos en el terreno, no pudo verse que no coincide la línea de las altas cumbres con la línea divisoria de las aguas o divortia aquarum.
La comisión argentina sostuvo que no era este último principio el estipulado para la delimitación sino el de las altas cumbres, para lo cual se fundaba en que el tratado de 1881 decía textualmente: “las cumbres más elevadas que dividan las aguas”
En realidad, las dos fórmulas presentaban sus inconvenientes, pero ante los de la línea de las “altas cumbres” no era nada los de la divortia aquarum. Basta saber que en la región patagónica, donde la Cordillera de los Andes es un confuso laberinto de cerros dispersos,, la pretensión de Argentina había importado el avance de sus territorio hasta el pacífico, en tanto la fórmula chilena en ningún caso habría podido importar la prolongación del suyo hasta el Atlántico, porque el costado oriental de ese extremo de América es una extensa llanura surcada por ríos que nacen en los Andes a gran distancia del océano.
Desde ese momento las negociaciones comenzaron a dilatarse y a complicarse, sin que los peritos jefes de la demarcación , don diego Barros Arana por Chile y don Francisco de Paula Moreno por Argentina, cedieran sus puntos de vista. Años más tarde, en 1896, por acuerdo de los representantes de ambas naciones, debidamente autorizados, se sometieron al arbitraje del rey de Inglaterra todas las cuestiones que pudieran suscitarse en la mencionada demarcación.
Pero la Argentina venía exigiendo ahora la entrega de la Puna de Atacama, meseta desértica situada en la parte oriental de la provincia de Antofagasta y colocada bajo la jurisdicción de Chile por el pacto de Trague celebrado con Bolivia en 1884. Bolivia, sin embargo, se creyó con derecho para ceder la Puna a Argentina, que tenñia interés en poseerla, a fin de dar un límite fijo a sus provincias del noroeste.
Como se ve, la cuestión de límites se embrollaba ahora con la delimitación de la Puna de Atacama, que era una cuestión aparte.
En 1898 la situación llegó a adquirir tales caracteres de gravedad que ambos países se pusieron sobre las armas, llegando Chile a encontrarse con una superioridad notoria tanto en el mar como en la tierra.
El presidente Errázuriz, aunque convencido de la legitimidad de nuestro derecho a la Puna, juzgó, sin embargo, que ello no justificaba por sí sólo una guerra. Era un territorio desértico, poblado por unos cuantos centenares de indígenas y sin más riqueza que unos pocos salares o borateras.
Finalmente, el mismo año 98 se acordó el arbitraje de una comisión constituida por don Enrique Mac-Iver en representación de Chile, don José Evaristo Uriburu por parte de Argentina y Mr. Guillermo Buchanan, ministro de Estados Unidos en Buenos Aires.
Tan pronto como Errázuriz dio satisfacción a las aspiraciones argentina sobre la Puna, desaparecieron las dificultades para someter la cuestión de límites al arbitraje del rey de Inglaterra.
Una vez entregados ambos problemas al fallo arbitral, los presidentes de Chile y de Argentina acordaron manifestar públicamente sus anhelos de paz y amistad, y escoltados por las respectivas escuadras celebraron una pomposa entrevista en el Estrecho de Magallanes. Este acto, protagonizado por Errázuriz y el presidente Rocca, se efectuó en Punta Arenas el 15 de Febrero de 1899 y es conocido como Abrazo del Estrecho.
Los fallos arbitrales: nuevo peligro de guerra.
Poco después de esta ostentosa manifestación de amistad se reunían en Buenos Aires los delegados de Chile y Argentina para discutir, en presencia del ministro norteamericano, la línea divisoria de la Puna de Atacama. Las conferencias terminaron sin avenimiento y entonces el árbitro efectuó la demarcación. La mayor parte del territorio disputado accedió a la Argentina. El litigio de la Puna terminó en 1899.
El resultado de esta negociación produjo en Chile descontento. Dijose que el presidente Errázuriz había entregado la Puna. En la Argentina ocurrió una cosa semejante: porque, como se la quería toda, el pedazo que se asignó a Chile se le juzgó un despojo. Además, la prensa de cada uno de los dos países comenzó a enrostrar al otro ejerciendo actos de dominio y hasta desviando corrientes de agua en los territorios sometidos a la resolución del árbitro británico. Este no fallaba aún. Había constituido un tribunal de técnicos, encargados de conocer el litigio y resuelto enviar una comisión exploradora sobre el terreno disputado, comisión que efectivamente vino a cargo del coronel inglés Tomás Holdich, miembro del tribunal arbitral. Deciase que por medio de aquellas argucias quería impresionarse falsamente a los exploradores y burlar la buena fe del árbitro.
La agitación subió de la prensa a los congresos y de los congresos de extendió a los pueblos. Durante todo el año 1901 la guerra pareció de nuevo más amenazante que nunca. Los armamentos militares y navales se amontonaron en cantidad tal y a costa de gastos tan ingentes, que no guardaban proporción con los recursos de las dos republicas, Esto hizo reflexionar; se iba a la ruina. Las pasiones fueron poco a poco calmándose. Las mutuas querellas se solucionaron con nuevos acuerdos, y, por fin, antes de que su majestad británica dictara la sentencia, Chile y Argentina celebraron dos convenciones que alejaban todo temor de conflicto. Fueron los Pactos de Mayo en 1902, muy comentados y que en más de un aspecto son dignos de nota.
Estos pactos fueron dos convenios firmados en Santiago, siendo ya presidente don Germán Riesco. Por el primero, se fijó el arbitraje para dirimir todas las disidencias que pudieran surgir entre ambos países; por el segundo, se convino en una limitación y armamentos y en una equivalencia naval, en forma que ninguno de los dos pudiera adquirir nuevos barcos de guerra durante 5 años para sobreponerse al otro. Este pacto es el único de su especie que hasta entonces se conociera y llamó mucho la atención en todo el mundo culto. Era un homenaje desconocido a la justicia y a la paz. En un acta complementaria se estipuló, además, la neutralidad de Chile en los asuntos de la Argentina en el Atlántico y la neutralidad los asuntos de Chile en el Pacífico.
Poco después, el rey de Inglaterra, Eduardo VII, dictó su sentencia arbitral (noviembre 1902). En ella siguió generalmente la línea propuesta por Chile, menos en la Patagonia.
El fallo asignó a Chile 54 mil kilómetros cuadrados y a la Argentina casi 40 mil pero si bien Chile apareció favorecido en cuanto a la extensión territorial que se le reconoció, la República Argentina alcanzó mayores ventajas, por cuanto quedó e posesión de regiones de mayor porvenir económico. Sobre todo, al trazar el límite en la Patagonia, atendió principalmente a la situación de hecho, entregando a la Argentina, los valles de Lacar, 16 de Octubre y otros ocupados poblacionales. Para compensar a Chile se adjudicó los valles de Cisnes y Aisén y el territorio de Última Esperanza.
Así terminaba un litigio que había llegado a durar más de medio siglo. (1874-1902)
El Tratado de Paz con Bolivia: Cesión Definitiva de Antofagasta. (1904)
Durante el gobierno de Riesco se llegó también a arreglo con Bolivia,
Diversos factores habían postergado la celebración de un tratado de paz definitivo, que viniese a poner término al simple estado de tregua acordado en 1884.
Mas, una vez resueltas las dificultades con la Argentina y acordada la no intervención de este país en los asuntos del Pacífico se pudo firmar el tratado de paz de 1904, siendo ministro de relaciones Emilio Bello Codesido. En él se acordó lo siguiente:
-
Bolivia traspasaba al dominio absoluto y perpetuo de Chile el territorio de la provincia de Antofagasta.
-
Chile se comprometía a construir a su costa un ferrocarril entre el puerto de Arica y La Paz, cuya sección boliviana se traspasaría a Bolivia quince años después de su terminación.
-
Chile entregaba al gobierno de Bolivia 300 mil libras esterlinas y 6 millones 500 mil pesos de oro de 18 peniques, para la cancelación de diversos créditos deducidos contra aquél gobierno.
-
Chile reconocía a favor de Bolivia , y a perpetuidad, el más amplio y libre derecho de tránsito comercial por su territorio y puertos del Pacifico, y el derecho a establecer agencias aduaneras en Antofagasta y Arica.
Terminaba así una cuestión de límites que se venía agitando desde 1847.
La construcción del ferrocarril de Arica a La Paz estuvo a cargo de la Sociedad de sir John Jackson, por una suma alzada de 2 millones 750 mil libras esterlinas, no incluyéndose los ramales ni el material rodante. Iniciados los trabajos en 1906, la inauguración del ferrocarril pudo efectuarse en mayo de 1913.
Fuera de esta vía férrea, Bolivia tiene salida al mar por el ferrocarril de Antofagasta a Bolivia , construido anteriormente.
I
Jorge Montt Federico Errázuriz E.
Germán Riesco Pedro Montt
Ramón Barros Luco Juan San Fuentes
Junta de ministros del 7 de enero de 1891
Fundadores del partido demócrata.
Valentín Letelier
Los gobiernos de la época transcurrieron en medio de los conflictos partidarios muy característicos del régimen parlamentario. Los Presidentes, en general, fueron personalidades mesuradas y mediadoras en las crisis ministeriales.
La crónica de la época da cuenta de un suceso que impacto profundamente: el terremoto en Valparaíso de 1906, que destruyó barrios enteros y dejó un saldo de aproximadamente 3 mil muertos.
El período terminó con el triunfo de Arturo Alessandri. Después, se produjo una sucesión de crisis en que los militares irrumpieron en la vida política, y finalmente se llegó a la dictación de una
nueva carta fundamental: la Constitución de 1925. En lo fundamental, este documento estableció la separación de la Iglesia y el Estado, y el régimen presidencial de gobierno.
-
www.icarito.cl
-
“Nuevo manual de historia de Chile” Francisco Frías Valenzuela
-
www.geocities.com/profesores_historia/historia_chile.htm
Descargar
Enviado por: | Pola |
Idioma: | castellano |
País: | Chile |