Literatura


Otelo; William Shakespeare


Othello: Racismo y Exclusión en la Inglaterra del S.XVII

H

acia principios del S. XVII, Inglaterra se veía amenazada por la aparición de una nueva raza en los estamentos de su sociedad. Por un lado, la llegada a Londres de una delegación proveniente de Marruecos para discutir sobre la posibilidad de perpetuar una ofensiva en conjunto contra el pueblo español y, por otro, la importación de negros capturados de navíos hispanos, inquietaban a la corona inglesa que veía a este fenómeno como una invasión. Ante estos hechos, la reina Isabel I proclamó en 1601 un edicto mediante el cual “mostraba su gran descontento de saber que un gran número de negros y moros (según se le había informado) estaban siendo ingresados a su reino e impartía una orden especial de que dicha clase de gente fuera expulsada con toda celeridad del territorio de Su Majestad.”

Bajo este contexto histórico escribe William Shakespeare en 1603 su tragedia Othello: El Moro de Venecia, la historia de aquel general “de labios gruesos” (thick-lips) que representa lo otro, lo diferente de la sociedad de la época. Cabría entonces preguntarnos: ¿es Othello un texto racista? Intentaremos responder a esta pregunta analizando el siguiente fragmento:

¡Por Lucifer, que te han robado! ¡Vístete, pronto, por tu honra!

¡Rompieron tu corazón! ¡Se te han llevado media alma!

Y ahora, en este instante, un ovejuno negro

está montando a tu blanca cordera. ¡Arriba! ¡Ea!

¡Arriba ciudadanos! ¡Toca esa campana! ¡Sácales de los ronquidos!

¡El demonio va a hacerte abuelo!

¡Arriba, te digo! (I.i.84-92)

En su discurso, Yago utiliza recursos como la animalización y el uso de lenguaje erótico para poner de relevancia el salvajismo y lo monstruoso en Othello. Estas palabras provocan una reacción colérica en el padre de Desdémona, Brabantio, quien se pregunta cómo una muchacha “tan apacible y tan modesta que sólo con mirarla se sonroja” (I.iii.96-97) podría “enamorarse de quien con mirarla sólo ya la horrorizaría” (I.iii.99-100) y asegura que “no puede de otro modo errar Naturaleza que ni es ciega ni falta de sentido, a no ser por la acción de los hechizos” (I.iii.63-65) pues solo así su hija podría sentirse atraída por un bárbaro.

El vocablo “Moro”, frecuentemente utilizado en la obra por Shakespeare para apelar a Othello, simboliza lo exótico, algo “diferente de lo humano e incluso, en ocasiones, maléfico”. Busca poner de manifiesto la otredad del personaje debido a su raza, color y origen y le da una connotación negativa. Roderigo habla del “lascivo Moro” (I.i.125) como “un vagabundo sin raíces y sin patria” (I.i.136). Desde su perspectiva, entonces, ser un "Moro de Venecia" es representar un principio de desorden salvaje alojado en el corazón mismo de la civilización metropolitana; ser, en otro de los violentos oximoros de Yago, una suerte de "monstruo civilizado". Algunos críticos afirman, además, que el nombre Othello evoca el término “Otomano”, nombre con el que se conocía al imperio turco, a quienes los ingleses consideraban moros y contra quienes Othello debía pelear (“Valeroso Othello, es necesario que salgáis - y con urgencia - a combatir al Otomano…” [I.iii.49-50]).

Como mencionamos antes, durante la época Isabelina se consideraba al moro como un ente maléfico y demoníaco. Podemos encontrar una analogía con respecto a este tema en nuestro soliloquio inicial, donde Yago exclama: “¡El demonio va a hacerte abuelo!” (I.i.91). Este concepto se repite con frecuencia en toda la tragedia, pero no sólo Yago es quien remarca lo diferente en Othello; su esposa, Emilia, también describe al moro como la “negrura diabólica” (V.ii.132), un “demonio infame” (V.ii.135) cuyas acciones son indignas ante el Cielo, así como lo es él para Desdémona.

Retomando nuestro fragmento inicial, podremos observar también la existencia de un contraste (“ovejuno negro / blanca cordera” [I.i.87-88]) presente durante toda la tragedia. Mientras Desdémona es joven, blanca y perteneciente al más alto linaje Veneciano, Othello, entrando en cierta forma “en el valle de su vejez” (III.iii.269), es totalmente negro y fisiológicamente negroide. Yago remarca este contraste en diversas oportunidades (“ese vagabundo moro y la veneciana astuta” [I.iii.353-354]) para mancillar a Othello y aislarlo aun más de su entorno. Es justamente este villano quien hábilmente empuja al Moro hacia el (re)descubrimiento de sus propios orígenes. Othello comienza a sentirse inseguro con respecto al lugar que ocupa en la sociedad veneciana, pero enfrentar perder el amor de Desdémona por un hombre blanco más joven es demasiado para él. La constante sugerencia por parte de Yago respecto de que la diferencia racial puede ser la causa de la supuesta infidelidad de su esposa finalmente logra hacer dudar a Othello (“Porque mi piel es negra, porque me falta el don de conversar como los cortesanos / ella me traicionó, me abandonó…” [III.iii.267-271]). Esta situación lleva al moro a desvalorizarse a sí mismo (“Mi nombre era limpio como la faz de la propia Diana. ¡Sucio y negro es ahora tal como mi rostro!...” [III.iii.390-392]) y perpetuar su “negra venganza” (III.iii.450).

Es esta inseguridad de Othello, manifestada desde el principio a partir de la increpación de Brabantio (“Mírala bien Moro, si es que tienes ojos. Si traicionó a su padre podría traicionarte a ti.” [I.ii.292-293]) el disparador de los celos, que culminarán en odio y luego en muerte. Y quien alguna vez fuera “el noble moro / cuya sólida virtud ni la desventura ni el dardo de la suerte podrían herir o penetrar” (IV.i.259-263) pronto sería victima de aquel “monstruo de obscenos ojos que se goza con la carne que lo nutre” (III.iii.171-172).

A modo de conclusión, cabe destacar que el elemento racista es crucial en esta tragedia y se encuentra presente en toda la obra. Othello es una historia basada en el miedo a “lo desconocido” y la marginación de “ese otro” en la sociedad debido a los prejuicios raciales. Anthony Barthelemy, profesor de literatura inglesa de la Universidad de Miami afirma: “La obra deshace lo que hace en un principio: transforma a un moro heroico en un moro villano”. No sabemos a ciencia cierta si el autor pretendía con esta tragedia hacer reflexionar a su audiencia sobre las consecuencias del proceder de cada uno de los personajes. Lo que sí podemos afirmar es que tanto en Othello como en otras de sus obras (Titus Andronicus, El Mercader de Venecia, por nombrar sólo algunas) William Shakespeare brinda una clara visión de la realidad social de la Inglaterra Isabelina, mostrando una sociedad xenófoba y llena de prejuicios, donde una relación interracial era algo impensable.

McDonald, Russ. The Bedford Companion to Shakespeare: An introduction with documents. New York: St. Martin's Press, 1996. p. 273.

Todas las citas de Othello han sido extraídas de Shakespeare, William. Othello. Madrid: Ediciones Cátedra, 2000.

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Barthelemy, Anthony. “Introduction”. En: Critical Essays on Shakespeare's Othello. New York: Macmillan NY, 1994. p. 2.




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Enviado por:Pablo Arcuri
Idioma: castellano
País: Argentina

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