Filosofía y Ciencia
Origen y Epílogo de la Filosofía; José Ortega y Gasset
[EL PASADO FILOSÓFICO].
Al acabar de hacer la historia de la filosofía lo que se nos impone hacer es dar una última mirada atrás y catapultarnos inmediatamente hacia una filosofía futura.
1er. Pensamiento: Vemos un pasado filosófico que integra toda una serie dialéctica de pensamientos. Se da una determinada coimplicación entre unos y otros que nos llevan a no dejar nunca de pensar. Esta es la misma condición humana: el hombre nunca acaba de pensar algo por completo. Pero tenemos que de hecho el hombre siempre se para en algún punto determinado de esta serie. De este modo, el pasado filosófico se nos presenta como una muchedumbre de opiniones que, en algunos casos, se contraponen unas a otras. Así, tenemos que nuestra mirada al pasado está constituida por un conjunto extensísimo de errores.
2º Pensamiento: En el primer pensamiento se destacaba la connotación negativa de los errores que conforman todo el pasado filosófico. Ahora, el error, adquiere un matiz positivo al ser este, podríamos decir, la causa de su propia superación, es decir, a partir de él se esfuerza la nueva filosofía a superarse a sí misma. Necesariamente los errores se convierten en auxiliares de la verdad.
3er Pensamiento: El problema nos lleva a concluir que el hombre piensa la existencia del error como algo natural. Paralelamente a este pensamiento se nos presenta el escepticismo; pero tenemos que, como tal, no se da en el espíritu escéptico contemporáneo un efectivo no-creer. El escepticismo no es un estado del espíritu sino una adquisición que se ha formado con esfuerzo como la más elaborada de las filosofías.
Entroncando de nuevo con la línea del discurso nos damos cuenta de la inexistencia del error absoluto. Dirigiendo nuestra mirada de nuevo a la serie dialéctica tenemos pues que la causa del error fue que tal o cual filósofo paró demasiado pronto de pensar. El tiempo pasó y los nuevos filósofos encontraron la forma de solucionarlo y siguió la serie dialéctica. Así, el error queda absorbido y superado por la nueva filosofía.
De lo expuesto concluimos la idea de la no existencia de errores absolutos y la puesta en escena del error como verdad incompleta.
4º Pensamiento: Y debido a la radicalidad de los temas de que trata la filosofía (esa interconexión entre todos los problemas) tenemos que todas y cada una de las filosofías contiene a las demás como ingredientes o como pasos que hay que andar necesariamente a lo largo de la serie dialéctica.
En el punto anterior el pasado filosófico era y pertenecía al pasado; ahora nos encontramos con que el pasado es y constituye el presente. Porque el hombre está hecho de pasado y lo que no es pasado es proyección de futuro. El tener el pasado y el saber pronosticar lo que acaecerá en el futuro constituye la eternidad del hombre.
En una amplia nota al final de este capítulo nos muestra Ortega una concisa lista de temas que se dejaron en el tintero a lo largo de la serie dialéctica:
¿Qué hubo antes de la filosofía como ocupación homóloga en el hombre?. Plantea si no será la filosofía una de las grandes ramas de una dialéctica mucho más extensa.
¿Por qué empezó, cómo y cuándo?.
Si este comienzo la condicionó de alguna forma y ese condicionamiento sigue aún presente.
¿Por qué en cada época la serie dialéctica para en un determinado punto?.
No se da por supuesto que el proceso histórico, la serie dialéctica, se haya dado como debiera hacerlo, más para Hegel si era así. Denuncia y pone de relieve que la verdadera razón es la razón histórica, que no hay nada más. El polo opuesto a esta cuestión lo encontramos al proponer que la razón, si es que la hay, ha de ser una razón concreta, como todo lo que es.
LOS ASPECTOS DE LA COSA Y LA COSA ENTERA.
Ese pasado filosófico se nos fue presentado bajo diferentes aspectos los cuales quedaron formulados en nosotros mediante conceptos, nociones, ideas... Nos hubiéramos quedado con el primer aspecto pero la realidad nos hizo movilizarnos hasta el segundo, nos hizo saltar de una idea a otra. Aquí pone de manifiesto Ortega que es la cosa el maestro del hombre.
Así tenemos que la condición de nuestro pensar es discursiva porque hace que tengamos que recorrer a saltos la realidad y perdemos demasiado tiempo en esta tarea.
Lo que nos preocupa es que en cada momento sólo tenemos acceso a algún aspecto de la cosa, no a la cosa entera. Es evidente que el aspecto pertenece a la cosa pero no es sólo de ella porque no hay aspecto si no hay alguien mirando. Sería el aspecto, en palabras de Ortega: respuesta de la cosa a un mirarla.
El aspecto es la cara que nos pone la realidad; y si pudiésemos recopilar los infinitos aspectos de la realidad conoceríamos la realidad entera, pero eso es imposible.
Claro está que para que la cosa nos pueda ofrecer sus aspectos y el hombre se pueda figurar sus vistas han de funcionar correctamente todos los aparatos corporales y psíquicos.
El conocimiento para Ortega es la interpretación de la cosa misma sometiéndola a una traducción, como pasar de un lenguaje a otro, sólo que aquí sería pasar del lenguaje del ser al lenguaje del lógos. El conocer sería ir hablando sobre las cosas, dialéctica.
Se suele llamar ideas verdaderas a aquellas las cuales representan o se corresponden con la realidad. Pero tenemos que las ideas verdaderas sólo representan uno de los componentes de la cosa, es decir, un aspecto de la cosa. Esta es la causa, según Ortega, de muchos de nuestros errores porque creemos que para saber si una idea es verdad basta con saber si es real ese aspecto de la cosa, esa idea, mientras que no nos preocupamos de enunciar el auténtico aspecto de la cosa entera.
SERIE DIALÉCTICA
La serie dialéctica vendría a ser el conjunto de hechos mentales que se producen en todo intento de pensar la realidad.
Una cosa nos presenta un determinado aspecto, éste nos lleva a otro, éste otro a otro y así sucesivamente porque la cosa entera es la suma o integral de sus aspectos.
El pararse en cada aspecto y seleccionar una vista; el seguir pensando y pasar a otro aspecto; no abandonar sino conservar los aspectos antes vistos; e integrar toda la información en una vista más amplia que nos sirva para el tema que nos ocupe. En esto consisten las articulaciones en que va armándose nuestro conocimiento.
La cosa tira de nosotros y nos hace ir de un aspecto a otro. El pensamiento dialéctico marcha de un punto a otro, en línea recta. Esta contigüidad constituye una serie, a saber, ésta, que no es más importante que cualquier otra.
LA MISMIDAD DE LA FILOSOFÍA
En una primera vista se nos presentaba la filosofía como una gran gota donde las diferentes doctrinas vagaban sin orden ni concierto, peleándose los unos contra los otros.
Ahora, habiéndonos habituado a esta pluralidad, salta a nuestra vista el hecho de que todas esas divergencias son aparentes puesto que tratan sobre lo mismo. Bajo la apariencia de antagonismo subyace la misma filosofía.
El problema es que ésta o éstas filosofías no están aquí delante; nos llegan lo que de ella “se dice”. La filosofía nos llega en nombres (supuesta relación de nuestra mente con las cosas.)
La función de las palabras es hacer presente lo ausente. Hemos de tener cuidado con ellas porque de lo contrario pueden enmascarar la realidad en vez de hacérnosla presente.
EL NOMBRE AUTÉNTICO
En un primer momento nos encontramos que entre la cosa a designar y el Hombre no hay nada. El objetivo es crear una palabra para designar la cosa pero tenemos que las palabras, el lenguaje, ya nos es dado, desde nuestro nacimiento. Así, habrá que buscar en el lenguaje un término análogo que designe ese objeto.
Pero sin darnos cuenta, al hallar esta nueva analogía entre el término específico y la cosa, le estamos dando un uso metafórico a la palabra, es decir, poético. Descubrimos que la creación de una terminología no es sino una operación poética.
Finalmente nos encontramos con que ese nombre primero que se le dio a la filosofía, el de alétheia viene a significar verdad, averiguación, hallazgo; es desnudar la realidad.
LA FILOSOFÍA PARTE A LA DESCUBIERTA DE OTRO MUNDO
La filosofía nos presenta dos mundos distintos: el mundano o sensible, vulgar, cotidiano, común… y otro que subyace bajo aquel en el cual estriba la filosofía al poner de manifiesto el primero.
¿Por qué esta división? ¿es la filosofía la que define esta división o ya se encontró al mundo dividido?. La realidad es que no importa si lo estaba o no, o que había antes de la filosofía.
Se debe estudiar la primera filosofía, el primer filósofo y ver lo que realmente quería decir. Se nos presenta Parménides como este gran primer filósofo.
Debemos atenernos a lo que expresamente dice el texto, lo que inmediata y claramente cuenta el autor. No se deben olvidar tres puntos importantes con los que debemos contar referentes al autor: el subsuelo, se refiere al pensamiento colectivo de donde brota el del autor; el suelo, donde se encuentra el autor, sus singulares ideas; y el adversario, porque todo pensar surge al pensar contra algo o alguien.
Estos tres puntos son los que se deben tener en cuenta a la hora de enfrascarse con el estudio de un determinado autor.
[LAS POSIBILIDADES PERMANENTES DEL HOMBRE]
En este capítulo se habla de un fragmento de una obra de Dilthey titulado “La esencia de la filosofía.”
Aquí pone de manifiesto que la religión, la filosofía y la literatura son funciones vitales del hombre, de la mente humana. Es decir, que la esencia invariable del hombre consiste es esas tres funciones. El problema estriba en que no se sabe si con ellas se quiere designar abstracciones o formas reales de vida.
Para aclararlo debemos situarnos en la actitud que los primeros pensadores adoptaron frente a la religión y la filosofía. Sintieron la profunda necesidad de algo inexistente aún y que iba a ser lo que llegó a denominarse filosofía. ¿Qué buscaban? Para averiguarlo lo único que podemos hacer es adentrarnos en dichos autores.
[LA ACTITUD DE PARMÉNIDES Y HERÁCLITO]
Referente al estilo de Parménides, éste usaba el poema mitológico-místico sin creer de hecho en él. Únicamente lo utilizaba como mero instrumento de expresión, como su vocabulario.
La pregunta que nos cabe hacernos es por qué prefirió que nos llegasen disfrazados sus escritos, en forma de religión, de revelación… Suponemos que por necesidad estilística.
Sin embargo, Heráclito era más específico; puso los puntos sobre la ies. Se pensaba a sí mismo como absoluto, el único, el mejor. No escribió un libro continuo sino que escribía en forma de sentencias breves y bastante oscuras. Su estilo consistía en hablar desde su individualización valiéndose de sentencias fulminantes. Se deja notar su hostilidad con respecto a la religión tradicional, los “misterios” y los cultos.
Para ambos la mitología se ha convertido en mero medio para expresar sus pensamientos. Lo que combaten son las nuevas formas de religión que surgen al mismo tiempo que sus doctrinas: teología órfica y los misterios dionisíacos. El subsuelo de estos dos pensadores estaría constituido por la mitología y la religión tradicional.
Los dos se caracterizan por ser gente cerrada a todo compromiso y cuyo pensamiento procede con un radicalismo como no ha habido otro igual.
FILOSOFÍA Y ÉPOCA DE LIBERTAD.
A lo largo de la historia se ha limitado el concepto de libertad refiriéndolo exclusivamente al campo de la política y el derecho. Mal hecho. Como si de ahí surgiera la libertad humana. Y es que de hecho existen otros componentes de la vida humana que tienen algo que decir respecto este tema que son las necesidades que ha de suplir el hombre en su vida cotidiana y sus posibilidades.
Retrocediendo a la época arcaica nos encontramos con que las necesidades del hombre y sus posibilidades eran prácticamente las mismas, es decir, lo que tenía que hacer coincidía con lo que podía hacer. Pero conforme se avanzaba en el tiempo el hombre se da cuenta de que tiene la posibilidad, de puede crear cosas y no limitarse sólo a lo estrictamente necesario. Comienza aquí una etapa de lujo en la que el problema ahora estriba en las inmensas posibilidades de elección. “Vivir es sobrarle a uno cosas”.
La prepotencia del Humanismo tiene su punto de origen aquí. El individuo ya no asiente sin más la tradición sino que tiene la opción de elegir desde sí mismo la opinión que le parezca.
Debido a esta abundancia siente el hombre que la vida mundana tiene más valor de lo que se pensaba y la actitud hacia Dios cambia. Se hace la afirmación de este mundo y la vida en él como algo por sí valioso. De entre todas estas posibilidades no tiene el hombre otra posibilidad mas que construirse un mundo y una vida para él. Y esto no es más que racionalizar la propia existencia; claro está que el racionalismo sea ese acto de elección razonable de entre las posibilidades que se nos dan.
Así, nos encontramos con que la época de libertad más bien está constituida por “una emoción de petulancia y prepotencia” ante todo ese marco de elección. Pero no se ha dicho que la seguridad o certeza venga acompañando este sentimiento. El hombre se encuentra inseguro ante el mar de posibilidades y no sabe a qué amarrarse. La búsqueda de esta certeza se fundamenta en el método. Se convierte en el medio para salir de la duda. El mejor ejemplo de ello es la postulación cartesiana de la “duda metódica”.
[ORIGEN HISTÓRICO DE LA OCUPACIÓN FILOSÓFICA.]
Cuando se nos presenta algo que ha dicho alguien debemos tener presente dos cosas: una, lo que el texto dice y dos, lo que, quien lo dijo, quería decir. Porque, generalmente, cuando se dice algo, se dice algo a alguien. Esto es lo que debemos tener presente a la hora de examinar la palabra filosofía a lo largo de la historia.
Cuando Tales habla de dioses, lo hace en un sentido que para él ya no son realidades privilegiadas o insólitas, sino que son meras cosas, son causas. La frase de Tales <todo está lleno de dioses>, corrige una opinión preexistente de que sólo en algunos fenómenos privilegiados existen dioses. Para Protágoras la existencia o inexistencia de dioses no se puede saber. Anaximandro habla de un dios visto por el raciocinio, un dios no religioso. Un dios que es un principio teórico, pero que, para encontrarlo, el hombre debe de olvidarse de la costumbre y elegir en su mente un nuevo fundamento, a saber, la racionalidad. Si esto fuera filosofía ésta se iniciaría desde el ateísmo. Los filósofos como Platón, Aristóteles, Plutarco, utilizaron mal el término de Dios, por eso hubieron varias reacciones violentas contra ellos, por la opinión pública ateniense. El ateísmo de la fisiología jónica representó el logos mítico para fundamentar la realidad humana, pero esta realidad obliga a pensar otra realidad de potencialidad ilimitada, segura de sí misma.. El pensar jónico trata de explicar el antes según la ley experimental de nuestra vida. El presente explica el pasado, esto no lleva a que la frase de Tales tenga un sentido irónico y un carácter de eufemismo. A comienzos del siglo V, el pensador no es una figura social, ya que aunque tiene una ocupación humana importante, su fisionomía es insuficiente para el pueblo. La socialización del pensador se produce a lo largo de este siglo V. Los sofistas vienen de Oriente y explican la nueva ciencia jónica, esto dá lugar al enfronte entre el pensador y el pueblo ateniense, demasiadas novedades para el pueblo, la palabra en griego que definia a estos pensadores, la traduce muy bien Pedro Simón Abril del siglo XVI, <como lo que es demasiado saber>. Para el pueblo ateniense había cosas que sólo los dioses tenían el privilegio de saber, por ejemplo la meteorología. Ésta era para los hombres una ocupación blasfema. A principio del siglo IV el pensamiento empieza a perder espontaneidad, utilizando la cautela para no irritar la fe religiosa, ya que para ésta los pensadores eran insolentes. Se buscaba una palabra fuerte para defenderse <filosofar>, que indicar el modo informal de ocuparse con las artes, con la poesía, con las ideas que practicaban los pensadores hacia 450. El vocablo filosofía nace como una palabra de la lengua y perfil sobremanera flotante (Platón). La filosofía se presentó como el procedimiento metódico para obtener la revelación del Ser.
ORTEGA Y GASSET
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