Historia
Ocupación Haitiana en Santo Domingo
Ocupación Haitiana. Aspectos generales.
Una razón fundamental de la ocupación Haitiana a Santo Domingo español fue, las aspiraciones expansionistas de la naciente clase dominante haitiana y de sus jefes políticos, pero no menos cierto es que sin el apoyo durante un largo período de gran parte si no de la mayoría de la población dominicana, la ocupación haitiana no hubiese tenido las características históricas que asumió, por múltiples razones.
Por otra parte hay que diferenciar el dominio de los haitianos y el dominio colonia. Bajo la República de Haití nuestro país cayó en la condición de grupo nacional oprimido por la mayoría haitiana, opresión nacional que se manifestaba en problemas culturales, jurídicos, raciales y del poder político. Pero no se dio lo que se pudiese llamar un sistema organizado de explotación de una nación a otra como es típico en el colonialismo. En los 22 años de ocupación haitiana la parte del Este formaba parte integrante, en condiciones jurídicas de igualdad legal, de un Estado soberano, teniendo en teoría y hasta cierto punto en la práctica sus habitantes y su clase dominante derechos similares a los de la mayoría haitiana. Detrás de esta igualdad jurídico-política, repetimos, se encontraba la opresión nacional, pero en un marco totalmente diferente al del colonialismo propiamente dicho. Durante la ocupación haitiana los dominicanos no formaban un Estado independiente pero eran nación dominada dentro de un Estado independiente.
Es cierto que la clase dominante haitiana esperaba ver aumentado su poderío social y económico con la incorporación de la parte española, pero no hubo un proceso significativo de penetración directa de la élite haitiana en la parte española. Contrariamente a lo que dice la historiografía tradicional no es cierto que los haitianos se hicieron de muchas grandes propiedades. Esto sólo sucedió con los ofíciales y funcionarios que eran destacados en la parte Este y no en una proporción significativa. Los haitianos respetaron en lo esencial los mecanismos de la vida económica que encontraron y la mayor parte de los privilegios de la clase dominante, a excepción de algunos muy fundamentales que ya no iban en consonancia con la época ni con las instituciones de Haití, como la esclavitud o el monopolio de las tierras por parte de una minoría.
Medidas adoptadas por Boyer.
Desde que llegó a la ciudad de Santo Domingo en febrero de 1822, Boyer empezó a tomar medidas destinadas a colocar a la parte Este en consonancia con las condiciones políticas y económicas existentes en Haití.
La primera y más importante de estas medidas fue la abolición de la esclavitud. Este acto de Boyer afectó a una población de aproximadamente unos 8 a 9 mil esclavos. Concomitantemente se determinaron repartos de tierras a los ex-esclavos y a aquellos que carecieran de ellas de entre las tierras del dominio del Estado.
Igualmente, Boyer procedió a la confiscación de las tierras y otras propiedades de la iglesia, así como de los ausentes que no regresaran en determinados plazos.
Por último, de entre las medidas más importantes iniciales tomadas por Boyer, está la institucionalización de los mecanismos jurídicos y políticos que regirán la vida del país, notablemente su división en diversas unidades, la representatividad de las poblaciones por electores en diversos niveles y la puesta en vigencia del Código civil francés.
Las medidas agrarias de Boyer lo que hicieron fue precipitar y profundizar un proceso que se estaba desarrollando desde hacía mucho tiempo, que era la formación del campesinado propietario como sector social fundamental del país.
Las medidas de Boyer no fueron extremadamente revolucionarias en la parte española en la medida en que gran parte de la población tenía acceso a la tierra, pero sí fueron suficientemente revolucionarias en la medida en que implicaban la plena propiedad del campesino y la erradicación de los lazos de dependencia personal y económica frente a la clase dominante de parte de los esclavos, los libertos y los campesinos en general. 0sea, a partir de Boyer la tierra dejó de ser un monopolio de la clase dominante para aprovechar el plusproducto generado por los productores directos, fueran libres o esclavos.
Esto implica que los cambios socio-económicos producidos con la ocupación haitiana fueron mucho más allá de la abolición de la esclavitud (contrariamente a lo que dice la historiografía tradicional que considera como la única medida innovadora de Boyer la abolición de la esclavitud), creando las bases del sistema agrario que todavía en nuestros días mantiene gran importancia.
El sistema agrícola que implantó Boyer en el país se basaba en el que años antes había introducido el presidente Pétion en Sur de Haití, el cual consistía en la repartición en plena propiedad de las tierras a los campesinos. Claro que hubo diferencias sustanciales entre Haití y Santo Domingo como es el hecho de que en Haití ese sistema sirvió para darle base económica a la minoría de funcionarios y de altos oficiales, mientras en la antigua parte española se aplicó con un criterio bastante igualitarista, exclusivamente a cultivadores pequeños. A la larga, mientras este sistema en Haití supuso la total erradicación de las plantaciones y preparó las bases desde muy pronto del minifundismo que aislaba al campesino del mercado, en la parte española esa repartición de tierras se hizo sobre propiedades más grandes porque había más recursos de tierras vírgenes y dinamizó el auge de la producción agrícola, principalmente la destinada al mercado.
Si en Haití la pequeña propiedad campesina significó un retroceso en las condiciones específicas en que se desarrolló frente a la plantación de origen colonial que posibilitaba una alta productividad y un alto índice de inserción en el mercado internacional, por el contrario en la parte española, esta pequeña propiedad campesina universalizada por Boyer significo un enorme paso de desarrollo social ya que significó un aumento notable de la productividad con relación al sistema de los hatos ganaderos extensivos así como al cobro de rentas parasitarias de tipo feudal a los productores directos por parte de la clase dominante y de la iglesia católica, rentas que tendían a contraer la productividad.
Durante los primeros años de la ocupación haitiana Boyer desplegó una ofensiva bastante consistente contra el predominio económico de los hateros y contra el sistema de la ganadería extensiva, sentando las bases de un desarrollo agrícola muy superior al que hasta entonces existía. De ahí que el período haitiano en su primera parte fuera además de un período de cambios sociales e institucionales, un período de notable crecimiento económico. El incentivamiento de la productividad de la tierra estuvo acompañado por un conjunto de medidas que tendían a asegurar un auge de las posibilidades mercantiles.
La apertura de los mercados externos, en relación a la nueva etapa de desarrollo del capitalismo mundial, se acentuó durante este período, si no en términos absolutos, sí en términos relativos.
Dos productos fueron claves en la nueva orientación: el tabaco y las maderas preciosas. El mercado fundamental pasó a ser Inglaterra, principal potencia capitalista, pero también Francia, Estados Unidos y Alemania, o sea que el país entró por primera vez en relaciones directas estables y, de larga duración con los países capitalistas centrales.
La nueva situación del país en el conjunto del mercado capitalista mundial provocó algunos reordenamientos internos de los sistemas económicos, particularmente de los comerciales, y de la estructura de las clases sociales. La generalización de la constitución del campesinado se produce por tendencias más o menos espontáneas, por el vacío social dejado por la aristocracia burocrática colonia¡ y por las medidas agrarias revolucionarias adoptadas por el presidente Boyer. El campesinado libre y propietario pas6 a ser la base de la estructura social dominicana. Por otra parte, el aumento de los intercambios comerciales por la razón expuesta hizo aumentar la importancia de las ciudades y de la pequeña burguesía urbana, dedicada sobre todo a labores comerciales o artesanales. Al mismo tiempo se produjo un desplazamiento del sector dominante:
Los comerciantes pasaron a ganar poder económico en desnedro del de los grandes propietarios agrarios, los hateros. Se constituyó de tal manera una burguesía comercial, que actuaba como el sector social hegemónico del modo de producción, y ponía al conjunto de la sociedad dominicana en vinculación con los mercados internacionales. Hasta fines de siglo en el país no existe una clase agraria propietaria de gran poder, si se exceptúa la clase de los hateros, la cual sin embargo se encontraba en un proceso acelerado de declive, que se saldó precisamente al iniciarse las relaciones capitalistas, en los años 80 del siglo, y ser sustituidos en gran proporción los deteriorados liatos tradicionales por unidades pecuarias más modernas, llamadas otreros, donde existían relaciones capitalistas embrionarias.
La base fundamental de las nuevas relaciones de producción consistía en la relación socio-económica determinada por el intercambio desigual y la usura que se establecía entre los productores agrarios directos (campesinos) y la burguesía mercantil, relación con amplias vinculaciones y complejidades geográficas y sociales, en la que intervenía una especie de jerarquía de los niveles de intercambio, o de un sistema comercial importador-exportador. En la más alta escala estaban los grandes comerciantes consignatarios importadores-exportadores de los puertos (casi todos en Santo Domingo y Puerto Plata) Estos entraban en relación con comerciantes de menos nivel económico de las distintas ciudades, los cuales eran generalmente mayoristas de artículos importados y tratantes de frutos del país; este segundo nivel de comerciantes actuahan como agentes de los primeros, o recibían a crédito capitales, y en general desplegaban el sistema comercial por la geografía del país. Por último, estaba la escala de comerciantes minoristas, a los cuales se les puede englobar sin excepción como pequeños burgueses, quienes tenían los vínculos más directos y estrechos con la base productiva campesina, a base del financiamiento de las actividades por préstamos a tasas de usura y la provisión a altos precios de productos manufacturados, a cambio de la compra a los precios más comprimidos posibles de las producciones excedentarias de los propios campesinos.
Claro que no había una diferencia nítida del segundo y tercer nivel; a menudo los consignatarios entraban en relación con los pulperos tenderos de bas2. Lo importante es señalar que estos dos niveles operaban en lo fundamental gracias al hecho de estar encuadrados en un sistema dominado por los burgueses mercantiles de los puertos o consignatarios mayoristas importadores-exportadores, donde a menudo recibían transferencia de capitales a título de préstamo a determinadas tasas de intereses, para que esos comerciantes los pusieran a funcionar en la explotación comercial del campesinado.
En los primeros momentos, este modelo funcionaba de forma irregular a causa de la poca inserción de la gran mayoría de campesinos con el mercado. Fue paulatinamente que se fue perfeccionando y generalizando, aunqu9 hasta fines de siglo la producción campesina siguió siendo esencialmente autosuficiente, es decir no-ligada al mercado. Los primeros burgueses mercantiles eran casi todos extranjeros, fueran españoles, ingleses, o judíos sefardíes, a título de comerciantes individuales, o fuera como agentes de grandes casas comerciales del área del Caribe (sobre todo Curazao y Santomas) e incluso de casas europeas (sobre todo de Inglaterra y Alemania). Estas grandes casas comerciales a menudo instalaron sucursales en los puertos dominicanos, aunque dando una participación a menudo a los gerentes instalados en el país. El volumen de los negocios de estos comerciantes extranjeros fue al inicio muy modesto, pero no cesó de crecer en forma lenta (salvo algunos periodos como el de inicios de la ocupación haitiana), pero consistentemente a medida que crecía la población del país y su inserción en el intercambio comercial regular. Este sector burgués comercial detentó lo fundamental del poder económico, aunque no igualmente del social y el político, pues la clase de los hateros siguió siendo un factor social importante al menos hasta la Restauración de 1863.
La crisis crónica del modelo se basaba en el hecho de que los pequeños campesinos no tenían ni medios ni interés en desarrollar renglones mercantiles regulares, ya que no tenían recursos de mano de obra, técnicos, financieros, etc., y se veían explotados por los comerciantes, razón por la cual producían para el mercado lo imprescindible para procurarse algunos artículos manufacturados provenientes del exterior. La ausencia de una clase dominante agraria moderna y la fragmentación de la propiedad junto a la rusticidad tecnológica, causaron la inexistencia de mercado interno y una pobreza crónica generalizada.
Evolución del Estado Haitiano:
Ordenanza y Código Rural. En 1825 el gobierno Haitiano decidió reconocer una ordenanza del rey francés Carlos X por medio de la cual otorgaba la independencia a Haití a cambio del pago de 150 millones de francos en 5 años. Boyer tomó esta decisión pensando que la decadencia que se empezaba a sentir en Haití era producto del no reconocimiento de su independencia que entorpecía las relaciones comerciales con los principales mercados capitalistas. Los resultados fueron muy diferentes puesto que tras el reconocimiento de la independencia haitiana el comercio siguió igual y el país se vio abocado al Pago de una deuda inmensa mucho más allá de sus posibilidades.
La tentativa de pago de las anualidades conllevó a un desorden financiero que a su vez afectó al comercio y al desarrollo de la producción agrícola. La parte Este, a pesar de ello, siguió creciendo económicamente a un ritmo similar al de los años anteriores pero ya se produjo una primera manifestación de descontento frente a los ocupantes haitianos en forma bastante generalizada al imponer al gobierno, haitiano contribuciones a las poblaciones de la parte Este para el levantamiento de un impuesto extraordinario que permitiera pagar la segunda anualidad.
Los Dominicanos, sobre todo los integrantes de las clases dominantes arguyeron que la ordenanza de Carlos X estipulaba que la concesión de la independencia era extensiva únicamente a la parte francesa de la isla y es por ende sólo los haitianos estaban en deber de contribuir para el pago de la ida a Francia. Es cierto que Boyer impuso la contribución a la parte Este con un criterio de liberalidad bastante amplio, siendo el per capita de pago de los haitianos superior al de los dominicanos, por la sencilla razón de que todavía la diferencia en las riquezas de ambas partes era apreciable y Boyer estaba interesado en fomentar el crecimiento económico de la parte oriental. A de eso, como consigna el historiador García, la medida tuvo un efecto negativo.
Cambio de Actitud de Boyer Frente a Hateros.
El Código Rural encontró una viva oposición en la zona española, no solamente de parte de los campesinos que a partir de los haitianos y desde antes eran dueños de tierras, sino igualmente de parte de los terratenientes hateros los cuales preferían seguir con sus hatos en la forma consuetudinaria y no encontrarse sometidos a las regulaciones del Código. Desde el mismo 1822 las relaciones entre las autoridades haitianas y la clase de los terratenientes hateros habían sido bastante críticas en la mayor parte de los casos ya que las autoridades haitianas al repartir tierras restaron la base de fuerza de trabajo libre y esclava con que contaba esta clase, así como por el hecho de que Boyer se propuso la eliminación del sistema de los terrenos comuneros y consecuentemente lograr la partición de las propiedades como vía de crear condiciones favorables al aumento de la productividad agrícola en las unidades terratenientes y como vía para el Estado hacerse dueño de grandes cantidades de tierra usufructuadas en forma más o menos ¡legal por los terratenientes. En dos ocasiones Boyer trató de llevar a cabo este programa de reforma de la propiedad territorial: en las leyes de 1822 y de 1824. Sin embargo, estos intentos se saldaron en el fracaso ante la resistencia de los hateros a cumplir con las disposiciones emanadas de estos y otros decretos.
Como forma de oponerse a la implantación de estas medidas revolucionarias de Boyer, los hateros de la región de Santo Domingo y de zonas del Este del país organizaron en 1824 la llamada conspiración de los Alcarrizos, dirigida por un sacerdote. Como resultado de esta conspiración, confluyeron sobre los alrededores de Santo Domingo varios cientos de hombres comandados por hateros con el fin de derrocar el régimen haitiano y proclamar el retorno al dominio de España en el país. Como se ve este movimiento era una expresión de intereses retrógrados que frente a las medidas progresistas de Boyer no vieron otra salida que poner sus esperanzas en la vuelta al domimo colonial. Por esta razón, el movimiento no contó con apoyo popular y pudo ser fácilmente reprimido por las autoridades haitianas con la ayuda de los destacamentos militares compuestos mayoritariamente por dominicanos.
Temiendo que la imposición de nuevas cargas tributarias y la puesta en ejecución en el Este del Código Rural de nuevo levantaran la reacción de los hateros y esta vez con apoyo popular considerable, Boyer planteó a este sector social un entendido en el sentido de renunciar no solamente a la aplicación del Código Rural en la parte antiguamente española, sino igualmente a la aplicación de las disposiciones de partición de los terrenos comuneros y de confiscación de numerosas propiedades de ausentes. Esto último se hizo mediante un aplazamiento indefinido de la puesta en ejecución de estas disposiciones, con lo que Boyer se encontró en una situación algo similar a la de la parte haitiana, es decir, un estado de expectativa pasividad.
En este entendido, sin embargo, Boyer les dio la garantía a los hateros de no proseguir el programa de reparticiones de tierras puesto en práctica desde el inicio de su administración en el país, pensando en una puesta en práctica sui generis del Código Rural al través del aumento de la influencia de los hateros sobre los campesinos con el propósito de que se modernizaran y crearan las haciendas exportadoras de base feudal. Esto también fue un rotundo fracaso ya que, si bien los hateros siguieron existiendo y siguieron explotando una población trabajadora bastante importante con el beneplácito de Boyer, no obstante mantuvieron sus hábitos de vida y trabajo arcaicos en sus haciendas.
Crisis Política del Régimen de Boyer.
El fracaso del Código Rural y la crisis ya francamente progresiva de la economía haitiana en los años 30 hizo aparecer entre la clase dominante haitiana y ciertas capas medias de la población una oposición liberal al régimen de Boyer. Esta oposición se nucleó en torno a la Cámara de Diputados que era el único organismo producto de elección popular indirecta ya que el Senado era nombrado por medio de ternas enviadas por el presidente y el presidente era nombrado por el Senado, con lo que se completaba un círculo vicioso que garantizaba la perpetuación del régimen dictatorial de Boyer.
Por otra parte, el presidente tenía pleno poder para designar a los principales funcionarios del Estado. La Cámara de Representantes, no obstante ser el organísmo de elección popular, tenía poderes legislativos mucho más reducidos que los del Senado y por esto, a pesar de la oposición que se cre6 en ella Boyer pudo seguir gobernando imperturbablemente. En cada nueva legislatura la oposición lograba una mayor representación en la Cámara y su pugna con las medidas de Boyer se hacía más radical, Invariablemente Boyer lograba la expulsión anticonstitucional de los diputados opositores hasta que en 1842 éstos llegaron a tener la mayoría de la Cámara, la que por consecuencia fue disuelta por Boyer tras lo cual gran parte de los diputados cesantes organizaron una conspiración que a la larga logró el derrocamiento del presidente haitiano a inicios de 1843, después de más de un mes de operaciones militares en la península Sur de Haití, centro principal de la oposición liberal de un sector de la clase dominante mulata.
La Reforma Haitiana:
Después de algunos combates importantes en la zona sur de Haití a inicios de 1843, el movimiento de la Reforma aplastó toda la resistencia de las fuerzas del régimen de Boyer. Se estableció en Portau-Prince un gobierno provisional bajo la dirección del jefe militar de la Reforma, Charles Hérard (Riviere). El gobierno de la Reforma representaba a los diversos sectores que se opusieron en los últimos tiempos al régimen de Boyer pero tuvo que respetar gran parte de la maquinaria política y sobre todo militar del régimen caído por lo cual en Haití se inició un proceso de crisis política aguda.
Las fuerzas enemigas del nuevo régimen eran muy poderosas, las principales de las cuales residían en la oposición del grupo de raza negra de la clase dominante haitiana al predominio del grupo de los mulatos (que se había incluso fortalecido con la caída de Boyer), las aspiraciones autonomistas en el Norte (entre partidarios del antiguo rey Christophe), entre los partidarios del derrocado presidente Boyer dentro y fuera del gobierno y por último en una oposición de sectores liberales que inicialmente apoyaron a Hérard pero que se distanciaron de él al adoptar éste formas despóticas de gobierno similares a las de Boyer. En este marco de crisis política e institucional del Estado Haitiano los dominicanos se plantearon la posibilidad de la independencia en tal forma patente que Hérard tuvo que abandonar los asuntos haitianos por un tiempo para marchar con una tropa de varios miles de hombres en un desfile intimidatorio por las principales regiones dominicanas a mediados de 1843.
En la marcha por la parte Este, Hérard se dedicó a arrestar a los principales sospechosos de conspirar para la independencia dominicana. En las ciudades de Santiago. , Macorís y Cotuí procedió al arresto de importantes activistas, conservadores y liberales, de la causa de la independencia.
En Santo Domingo la persecución estuvo todavía mucho mejor orientada ya que el grupo decisivo en la lucha por la independencia, que eran los trinitarios, era bien conocido por Hérard por el hecho de haber tornado activa participación en el movimiento de la Reforma así como por llevar una propaganda bastante abierta en los tiempos más recientes, la que tuvo por punto culminante las elecciones municipales de Santo Domingo que fueron ganadas por los trinitarios contra los conservadores dominicanos y contra el grupo de liberales haitianos. Por eso, desde que las tropas de Hérard se aproximaron los líderes trinitarios r>procedieron a ocultarse y aun así con posterioridad se produjeron numerosos arrestos.
Con su llegada a la ciudad de Santo Domingo Hérard procedió a disolver la Junta Municipal y a desarticular la oposición activa al dominio haitiano. Después de unos días de estadía juzgó que las cosas estaban en orden y regresó a Haití, escenario básico de sus problemas gubernamentales. Por otra parte Hérard procedió a la reorganización de la guarnición concediendo un poder decisivo al comandante militar, Desgrottes, y enviando hacia Haití a los regimientos 31 y 32 que eran las tropas de la capital compuestas por dominicanos, sustituyéndolos por regimientos haitianos. A consecuencia de la nueva situación varios de los principales líderes trinitarios tuvieron que abandonar el país, entre ellos Duarte, y el resto tuvo que ocultarse o cayó en prisión. En general el movimiento trinitario se vio desorganizado con la ofensiva de Hérard y éste regresó confiado a Port-au-Prince.
EL PROCESO DE INDEPENDENCIA NACIONAL.
Surgimiento de la Oposición Dominicana al Régimen Haitiano.
El deterioro del poder económico y político en Haití, así como el reflejo de la crisis económica en la parte Este, crisis que a fines de los años 30 se agudizó por una reducción sustancial de los precios de los principales productos de exportación haitianos y dominicanos, trajeron por resultado la aparición de una oposición organizada.
Esta oposición tuvo desde su inicio dos vertientes sociales. Por un lado el reactivamíento de los propósitos de los hateros, quienes a pesar del entendido con Boyer seguían en su actitud contraria al régimen haitiano, ya que sentían el peso de la amenaza del Estado haitiano capaz de llevar a cabo en cualquier momento las reformas socio-económicas que conllevasen la destrucción del poder social de esta clase.
En la oposición hatera además pesaba el ingrediente superestructural del hispanismo y del racismo: los hateros estaban afectivamente ligados a la dominación colonia española, en la mayor parte de los casos; creían que sólo mediante el régimen colonial podían garantizarse sus prerrogativas de clase y además estimaban a la nación haitiana inferior por razones raciales. La oposición hatera tenía por finalidad no la proclamación de un Estado independiente, sino el regreso al dominio colonial.
La otra oposición provenía de las capas medias urbanas y rurales, principalmente urbanas, que consideraban necesaria la fundación de una república independiente ya que habían tomado conciencia de la existencia de una nación dominicana.
Esta oposición pudo desarrollarse gracias a que los mismos cambios operados por la larga ocupación haitiana en, el sentido de modernizar en numerosos aspectos la base económica del país con el resultado de haber provocado la aparición generalizada de la pequeña burguesía urbana, del campesinado y de la burguesía mercantil. Aunque la burguesía mercantil no era en su mayor parte partidaria de la independencia, como la pequeña burguesía, y tendió a aliarse más bien con el sector de los hateros, sus intereses reales de clase estaban a favor del surgimiento de un Estado nacional, por lo cual sus actuaciones o al menos las actuaciones de una parte de este sector social, a menudo coincidían con las de los liberales pequeño-burgueses. La oposición pequeño-burguesa no solamente era nacionalista en el sentido de que se proponía la creación de un Estado nacional sin ninguna atadura limitativa de parte de un poder extranjero, sino que también era liberal, o sea pretendía crear un estado basado en la democracia liberal existente en los países capitalistas avanzados de la época.
Por otra parte, pretendía una serie de reformas sociales progresivas que en definitiva significaban un proceso mayor de cambios que el operado por los ocupantes haitianos, a diferencia de la oposición hatera que quería mantener las cosas en sus niveles más atrasados. Los liberales pretendían mediante el nacionalismo, el liberalismo y las reformas, lograr la construcción de un país fuerte que se asemejara lo más posible a las naciones capitalistas más avanzadas, aunque sus aspiraciones no eran claramente burguesas, sino más bien pequeño burguesas.
El principal núcleo liberal pequeño - burgués surgió en la ciudad de Santo Domingo en 1838 bajo la dirección de Juan Pablo Duarte y tomó el nombre de La Trinitaria. La historia de La Trinitaria es poco conocida, pero al parecer se trató de un movimiento basado sobre todo en la espontaneidad y en la dirección por parte de un grupo de jóvenes intelectuales que habían logrado una formulación bastante coherente de sus propósitos y en altibajos desarrollaban una febril actividad para su consecución. Este movimiento aunque se extendió en general por las principales localidades del país tuvo siempre por centro organizado a Santo Domingo por razones sociales y culturales y no llegó a tener una influencia determinante hasta que desde el lado haitiano no se presentó la perspectiva real para la proclamación de la independencia dominicana, lo cual acaeció a raíz del movimiento de la Reforma realizado por los liberales haitianos en el Sur de Haití a inicios de 1843. Es de anotar que, sin embargo, la labor propagandística y hasta cierto punto organizativa fundamental que se hizo hasta poco antes del 27 de Febrero correspondió al grupo de La Trinitaria.
Los conservadores representantes de los hateros y otros sectores partidarios del retorno al dominio colonial se incorporaron al movimiento de la independencia sólo después del estallido de la Reforma en Haití, es decir, cuando la descomposición política del Estado Haitiano alcanzó un punto máximo y todas las condiciones para la proclamación de la independencia se habían creado. Aunque estos sectores sociales estaban colaborando en su mayor parte, directa o indirectamente, con el régimen haitiano, en el fondo eran enemigos acérrimos de éste aun cuando por la forma en que actúan las clases dominantes se abstuvieran casi desde el inicio de hacer una oposición patente temiendo ver afectados sus intereses. Los conservadores en su mayor parte fueron incluso captados para la lucha por la independencia de Haití por parte de los trinitarios, quienes comprendieron el enorme peso social que representaban, necesario para la derrota de los haitianos.
Plan Levasseur y Preparación de la Independencia.
A fines de 1843 en la misma capital de Haití surgió un proyecto entre varios diputados dominicanos a la Asamblea Constituyente de Haití, encargada por el gobierno provisional de elaborar una nueva constitución democrática para que sirviera de base al nuevo régimen para luego transformarse en Cámara de Representantes. Dicho proyecto se ha conocido con el nombre de Plan Levasseur, cuyo principal instigador de lado dominicano fue el representante de Azua, Buenaventura Báez. Báez y otros representantes dominicanos conservadores hicieron contacto con el cónsul general de Francia en Haití, Levasseur, llegando al acuerdo de someter al rey de Francia un proyecto para el establecimiento de un protectorado francés en la parte oriental de la isla a cambio de la ayuda de Francia para la separación dominicana de Haití.
A cambio de dicha ayuda, además, mediante el plan que otorgaba a Francia en propiedad perpetua la península y la bahía de Samaná y era posible la prórroga indefinida por acuerdos de partes del protectorado francés sobre el país. El 1 de Enero de 1844 el grupo de Báez lanzó un manifiesto llamando a la independencia para el establecimiento de un protectorado francés, razón por la cual dicho sector fue bautizado con el nombre de afrancesados.
La actividad del grupo de Báez hizo comprender a los trinitarios, que pasaron a ser dirigidos por Fco. del Rosario Sánchez tras la salida forzosa de Duarte a raíz de la llegada de Hérard, que era necesario reorganizarse con rapidez y llegar a un entendido con el grupo conservador de la ciudad de Santo Domingo, dirigido por Tomás Bobadilla, así como con otros grupos conservadores como el representado por los prominentes hateros Pedro y Ramón Santana, para frustrar los designios del grupo anexionista profrancés y lograr la proclamación de un Estado totalmente independiente. La reorganización de los trinitarios bajo el comando de Sánchez y su convergencia con diversos sectores conservadores se plasmaron en el manifiesto del 16 de Enero de 1844 en el cual se llamaba a la proclamación de un Estado soberano aun cuando se expresaran algunos matices que reflejaban la necesidad de compromiso entre los trinitarios, partidarios irrestrictos de la independencia absoluta, y los conservadores, partidarios o proclives al anexionismo entreguista.
A pesar de la amplia extensión de los proyectos independentistas de los dominicanos, Hérard no hizo ningún movimiento contrario en los dos meses iniciales de 1844 ya que estaba enfrascado en una lucha política con fracciones haitianas rivales y ya que creyó aparentemente que en caso de los dominicanos rebelarse, no sería demasiado difícil reducirlos de nuevo a la obediencia, mientras consideraba mucho más peligrosa cualquier oposición haitiana para los fines de la conservación de su poder personal. Resultó algo bien diferente: cuando los dominicanos se proclamaron independientes, Hérard tuvo que movilizar todas las tropas haitianas, y surgieron brotes contrarios en Cabo Haitiano y en Los Cayos, y finalmente una conspiración en Port-au-Prince le hizo perder el poder, al revelarse incapaz de vencer a los dominicanos tras una larga inmovilidad en Azua, después del 19 de Marzo.
A su vez, la nueva situación creada en Haití por la presencia de Hérard con la mayoría de tropas en Azua, la secesión de la parte Norte, bajo el mando del general Pierrot después de la batalla del 30 de marzo en Santiago, y una guerra campesina en el Sur, fueron factores que coadyuvaron a que los haitianos se vieran imposibilitados de hacer una oposición consistente a la proclamación de la Republica Dominicana.
La noche del 26 al 27 de Febrero de 1844 se produjo el movimiento que llevó al control militar de la ciudad de Santo Domingo por parte de coalición de los trinitarios y los conservadores. Al otro día, por mediación del cónsul francés, Saint-Denys, la guarnición haitiana capituló y se produjo la salida de los militares, funcionarios y el resto de la población haitiana en la ciudad. Junto con el movimiento en la ciudad, se produjo un desplazamiento de los hateros del Este, con los campesinos que influían, grupos dirigidos principalmente por Pedro Santana. Las fuerzas independentistas en Santo Domingo contaron con el recurso favorable de que un tiempo antes, Hérard había procedido a retirar la guarnición haitiana y había reintegrado a los regimientos 31 y 32, con lo cual prácticamente no se disparó un tiro esa noche, ya que al estar compuestas por dominicanos, esas tropas formaron parte fundamental del plan de proclamación de la independencia. La única resistencia significativa que se tuvo que afrontar en los alrededores fue de parte del batallón de morenos, integrado mayoritariamente por antiguos esclavos que temían que el final del gobierno haitiano significara el retorno al régimen de la esclavitud.
José Joaquín Puello y Tomás Babadilla lograron convencer a éstos que la esclavitud no sería restablecida, lo cual es indicio del predominio del grupo trinitario en esta etapa del proceso, así como de la sedimentación de los procesos sociales estimulados por la ocupación haitiana, con lo que estas tropas pasaron a apoyar el nuevo estado de cosas.
En la mañana del 27 de Febrero quedó constituida en Santo Domingo una junta central gubernativa de la República Dominicana, cuyo primer presidente fue Francisco Sánchez, quien rápidamente cedió el puesto a Tomás Bobadilla, reflejo de un proceso social de desplazamiento de la preeminencia de los trinitarios por los conservadores, a pesar de mantenerse la nece3ldad de la alianza común por la amenaza haitiana y por los elementos que sumaba cada grupo.
Con el 27 de Febrero de 1844 se abre una nueva etapa política de la historia Dominicana: la del Estado nacional independiente.
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Enviado por: | Emeraldo Ramos |
Idioma: | castellano |
País: | República Dominicana |