Salud


Obesidad


El sistema fiduciario y de cómo funciona

Sentado frente al monitor, me preparé para eliminar (¿“deletear”?) los mensajes irritantes e inconsiderados que tantos que abusan de la privacidad de otros infringen cuando envían sus spam molestos.

Me sorprendió un anuncio que, no por casualidad, esperaba que yo acusara haberlo recibido, decía: “Este verano pierda 30 libras en 30 días”.

¿Cuántos incautos, pensé yo, serán embaucados por los arquitectos de este ardid? Espero que no sea nadie a quien conozca, o si no, que no sean muchos.

Hablemos entonces de nuevo de la tortura, idéntica a la de Sísifo, de quien adelgazar desea.

'Obesidad'

Sísifo

El sistema fiscal

De todas las proposiciones que intentan explicar el fenómeno, hasta ahora indescifrable, de la génesis de la obesidad, la más común, por ser la más simple, es la conocida como el sistema cambiario, fiscal o monetario.

Este consiste en la noción de que, en el manejo de lo que comemos, somos como una hoja de teneduría:

  • Comida en exceso y poco ejercicio = crédito (o gordura)

  • Muy poca comida y mucho ejercicio = débito (o pérdida de peso)

Lo que no es tan simple, ya que en la mayor parte de los casos donde se aplica, no funciona.

¿Por qué ganamos de peso?

La respuesta a este acertijo es compleja y a la vez confusa, ya que factores numerosos entran en juego, la mayoría imprecisos y otros insospechados.

Por ejemplo, la paradoja de la abundancia de alimentos.

Se cree que nuestra especie evolucionó la aptitud adaptativa de retener grasa para su uso posterior cuando la comida sería escasa, como fuera la condición eones atrás.

Lo que es peculiar acerca de esta noción es que si fue una “adaptación”, resultó ser, en su esencia, una defectuosa.

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¿Adaptación?

Veamos, si la provisión de comida es suficiente por un tiempo sostenido, sería de nuestra mayor ventaja, si en lugar de añadirla a nuestros cuerpos, como grasa y sobrepeso, que la comida se almacenara fuera del cuerpo, en forma de comida disponible, pero comida que no nos apetecería.

Ese sistema es el que usan muchos de nuestros animales domésticos, que comen hasta saciarse y luego no comen, aunque se lo imploren; esperando hasta que el hambre los obliga a comer de nuevo --- de esa manera escapan el aumento de peso.

Pero, el peso mismo no es estable. Tomemos como ejemplo el animal de cría más numeroso de todos, el pollo.

Darwin propuso que la variedad Gallus gallus, también conocida como Ave Roja de la Jungla es la cepa de donde todas las aves domésticas de su género provienen.

Cuando una gallina de este género pone sus huevos se asienta en ellos por los veintiún días de la incubación. Muy cuidadosa por la seguridad de sus huevos, nunca los pierde de vista. Entonces se advierte que la gallina parece perder todo su interés en la comida, por lo que no se aparta del nido en búsqueda de la misma. Consumiendo la quinta parte de su dieta habitual, la gallina pierde más del 15% de su peso inicial, aun cuando se le provee comida en cantidades suficientes en su corral.

Nicholas Mrosovsky, zoólogo de la Universidad de Toronto, ha establecido que el apetito de la gallina se ajusta perfectamente para lograr una pérdida de peso predecible. Si Mrosovsky retiraba toda la comida disponible a la gallina por una semana y luego se la devolvía, ésta comía vorazmente hasta que llegaba al peso exacto que tuviera (si la comida no se hubiera retirado) en ese mismo día de la incubación. Entonces, retornaba a su rutina de alimentación reducida.

Ese patrón no es único y se ha observado en numerosos otros animales que lo adoptan en la Naturaleza.

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El concepto del termostato o “set point

Descontentos, como tantos han estado, con los resultados que las dietas restrictivas nos han proporcionado, un grupo de investigadores estadounidenses elaboraron, a mediados del siglo pasado, un concepto que llamaron el set point o nivel establecido. Este constructo se deriva de los termostatos que se utilizan para la regulación automática de la temperatura en edificios.

La teoría expresa que nuestro organismo nace dotado con un mecanismo que mantiene el nivel de grasa que acumulamos, y que permanece constante, cuando no lo perturbamos. De ese concepto se originó otro relacionado al mismo y es el del “peso defendido”, que es el peso al que tendemos a retornar cuando paramos una dieta.

En otras palabras, podemos ganar de peso, y lo hacemos, a medida que alteramos la función del set point con nuestros excesos gastronómicos. Alterándolo, lo empujamos hacia arriba, terminando defendiendo, cada vez un peso más alto. Por esa razón, no podemos echar marcha atrás.

Un historial breve nos asistirá a explicar el concepto

Alberto no es delgado ni es gordo. La mayoría de sus amigos lo consideran esbelto y, a sus años avanzados carece de empellas o de asomo de barriga. Pero, de todos modos se sentiría mejor si bajara unas diez libras que, aunque no son obvias, le molestaban.

Decidió eliminar una comida de las tres que, habitualmente consume durante el día, por todo un año.

Para apreciar el significado de este “experimento” aquí haremos un listado representativo de lo que Alfredo y su esposa comen en un día típico.

  • Desayuno: Una taza de café con leche sin azúcar, dos tostadas de pan integral sin nada encima, un huevo hervido y una fruta.

  • Almuerzo: Pasta de sémola, salsa con carne molida sin grasa, ensalada, pan de harina integral preparado en casa y frutas con queso.

  • Cena: Atún en agua con habichuelas blancas, verduras frescas y arroz blanco al vapor.

Los esposos nunca comen a deshora, pero, cuando lo hacen, lo hacen escuetamente. Es oportuno decir que disfrutan de su copa de vino, de una cerveza fría y de un cóctel entre amigos.

Cuando me expresó su plan, parecía lógico. Desde el día de su cumpleaños que llegaría en una semana, cesaría de ingerir la colación de la noche, razonando de esta manera: “En un año habré eliminado 365 comidas --- eso tiene que eliminar las diez libras que se me pegan como sanguijuelas…”

Pero así no fue. Lo que sí sucedió fue que Alfredo se estabilizó, cuasi rígidamente en un peso que, no importando cuanto o cuan poco consumiera en las comidas permitidas, permanecía estable.

Para comenzar, Alfredo estableció durante los primeros seis meses de su “experimento” su verdadero set point. Lo que había que hacer, ahora que lo conocíamos con precisión, era inducir a que se regulara a un nivel más bajo, lo que, con estrategias específicas se lograría fácilmente.

En resumen

Para quienes adoptan el sistema fiscal para rebajar, los resultados serán decepcionantes, porque existen miríadas de factores asociados con la regulación de nuestro peso que no se consideran. Por eso las dietas, la mayoría de las que existen basadas en el mismo principio, fallan; como todos, por experiencia, sabemos.

¿Las treinta libras en treinta días?… ¡mojigangas!




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Enviado por:Felix Larocca
Idioma: castellano
País: República Dominicana

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