Literatura


Novela y teatro latinoamericano del siglo XX

MATERIA: HISTORIA

PROFESOR:

INTEGRANTES:

CURSO: 4to. “A” sec. MAÑANA

COLEGIO: FE Y ALEGRÍA “LA MERCED”

GESTIÓN: JULIO/2011

LITERATURA LATINOAMERICANA DEL SIGLO XX

NOVELA, RADIOGRAFIA AMERICANA

La novela hispanoamericana alcanzó, en la primera mitad del siglo, manifestaciones de singular calidad acerca de los temas rurales, indígenas y sociales más característicos de los pueblos de la región. Obras particularmente dignas de mención son, entre otras:

  • Raza de Bronce, del boliviano Alcides Arguedas (1919)

  • La Vorágine, del colombiano José Eustacio Rivera (1924)

  • Don Segundo Sombra, del argentino Ricardo Guiraldes (1926)

  • Doña Bárbara, del venezolano Rómulo Gallegos (1929)

  • El mundo es ancho y ajeno, del peruano Ciro Alegría (1941)

  • Gran señor y rajadiablos, del chileno Eduardo Barrios ( 1948)

  • El reino de este mundo, del cubano Alejo Carpentier (1949), quien es uno de los iniciadores de la narrativa propiamente contemporánea en Hispanoamérica.

AMÉRICA ARTE DEL ÚLTIMO MEDIO SIGLO

UNA PUJANTE NOVELÍSTICA

América, continente que no abunda en pensadores sistemáticos, a encontrado en sus novelistas - en los cuales, si, es prodiga - a los grandes reveladores de las principales visiones de las realidad vigentes en estas latitudes durante el medio siglo posterior a la segunda guerra mundial.

Heterogéneo como es el espectro espiritual de este periodo, la novelística se despliega en muy variadas direcciones, tanto desde el punto de vista de las ideas que la nutren como de la perspectiva temática asumida por sus autores.

En cuanto a lo primero, recoge todas las corrientes filosóficas prevalentes en algún momento del periodo. Respecto de lo segundo, se da, en algunas líneas, el ahondamiento en lo interior del ser humano; en otras, una fuerte atención de los acontecimientos externos, que unas veces son de indudable, corte universal mientras que, en frecuentes ocasiones, apunta decididamente a situaciones peculiares de la región.

Es posible, al menos, recordar algunas de las manifestaciones más gravitantes de tan dispersos abanico.

Desde luego, hubo, como en Europa, claras manifestaciones de la narrativa existencialista, de manera muy marcada en el área rioplatense, tradicionalmente más sensible a las ideas provenientes del Viejo Mundo, en particular de Francia. El argentino Ernesto Sábato, en El túnel, no sólo presenta a algunos de sus personajes leyendo una obra de Sartre, sino que explícitamente discurre – a través de largos pasajes ensayísticos insertos en la narración – sobre los planteamientos de aquella filosofía.

En otro extremo, el cubano Alejo Carpentier, si bien abierto y receptivo a las nuevas técnicas narrativas europeas, abre el surco de la búsqueda de la identidad de América, a través de sus novelas, concebidas como un modo de indagación de la realidad, signadas - en su opinión - por lo real, maravilloso, así sea en lo cultural (El reino de este mundo), en lo histórico (Los pasos perdidos) o lo político (El recurso del método).

Entre sus más señeros seguidores destaca el guatemalteco Miguel Ángel Asturias (El señor presidente).

El filón surrealista, centrado en la conciencia de los personajes, se hace nítidamente presente en autores como la chilena María Luisa Bombal (La amortajada, La última niebla) y el mexicano Juan Rulfo (Pedro Páramo).

Con escasa diferencia cronológica, sin embargo, un grupo de representantes de la denominada “novela neorrealista” (Generación del 1942) preferirá, frente a los problemas sociales de América, poner el énfasis en una narrativa revolucionaria y antiimperialista, de corte marxista.

Con todo, el panorama es tan variado y dinámico que con ellos coexisten, en esa misma generación, otros novelistas – ciertamente, más importantes y perdurables – que, aun coincidiendo en las orientaciones políticas de los anteriores, llevan a cabo una creación de mayor profundidad estética y de más abarcadoras propuestas intelectuales. Así Julio Cortázar (Rayuela), Juan Carlos Onetti, Augusto Roa Bastos…

Pronto una nueva generación – la de 1957, conocida como el boom – establecerá inéditas y complejas trabazones entre las inquietudes y temáticas universales, por una parte, y lo peculiar hispanoamericano, por otra. En este marco tendrán cabida lo mismo el realismo mágico de Gabriel García Márquez (Cien años de soledad, Crónica de una muerte anunciada) que la ruptura de la identidad personal y del orden social tan desgarradora en los relatos de José Donoso (Coronación, El obsceno pájaro de la noche) o que la vuelta al buceo en búsqueda del ser americano, ahora mediante una incursión crítica en la historia del continente, como la que ofrece el mexicano Carlos Fuentes (Terra Nostra).

Ese grupo de significativos escritores logrará, por primera vez, suscitar un generalizado interés mundial por la temática y la técnica de las creaciones literarias de esta región del orbe. Sus novelas alcanzarán rápida y frecuentes traducciones a los más variados idiomas.

En la generación siguiente, descuella el peruano Mario Vargas Llosa (La ciudad y los perros, Conversación en la Catedral).

Son apenas, algunos hitos entre muchos. No puede olvidarse, por cierto, a Mario Benedetti. No cabe prescindir del importante aporte femenino, en el que rayan a gran altura varias mexicanas: Elena Poniatowska, Ángeles Mastretta, Laura Esquivel, o la chilena Isabel Allende. Son muchos, igualmente, los nombres de meritorios novelistas recientes, en plena producción, desde el río Grande al estrecho de Magallanes, que merecerían un lugar en un recuento más extenso.

Pos ahora, reiteremos que la inquietud espiritual de América en estos cincuenta años se expresa preferentemente en ese peculiar y poli cromático tratado de filosofía que es su novelística.

ESCRITORES HISPANOAMERICANOS Y PREMIO NOBEL

Uno de los índices alcanzado por las Letras hispanoamericanas en la segunda mitad del siglo está constituido, sin duda, por la frecuencia con que a representantes suyos – de variadas nacionalidades y cultores de diferentes géneros – se ha concedido el máximo galardón mundial en este campo: el Premio Nobel de Literatura. El novelista guatemalteco Miguel Ángel Asturias (1967), el poeta chileno Pablo Neruda (1971), el novelista colombiano Gabriel García Márquez (1990) han pasado, por sus méritos creativos y por los valores que proponen en sus obras, a formar parte del selecto grupo de escritores contemporáneos que han sido, de ese modo, reconocidos como alturas de nivel universal.

Resulta decidor destacar que la adjudicación del Premio Nobel a cada uno de ellos se recibió, en su momento, con una amplia acogida a través del orbe, lo que no siempre sucede, como ha quedado en evidencia en otras ocasiones en que las nominaciones han suscitado polémicos juicios. Más aún: desde dentro y fuera del continente se mantiene viva la perplejidad originada por la exclusión, difícilmente explicable por razones literarias, de otros meritísimos candidatos a la distinción. El caso más preclaro y sorprendente: Jorge Luis Borges.

TEATRO

Un teatro prehispánico ha sido muy discutida ya que se poseen escasos datos sobre cómo pudieron haber sido las manifestaciones espectaculares de los pueblos precolombinos, pues la mayor parte de ellas tenían carácter ritual, por lo tanto, más que espectáculos en sí, eran formas de comunión que se celebraban durante las festividades religiosas. Las representaciones rituales precolombinas consistían básicamente en diálogos entre varios personajes, algunos de origen divino y otros representantes del plano humano.

Existe, sin embargo, un único texto dramático maya, descubierto en 1850, el Rabinal Achí,que narra el combate de dos guerreros legendarios que se enfrentan a muerte en una batalla ceremonial. Su representación depende de elementos teatrales como el vestuario, música, danza y expresión corporal, sin ninguna influencia de origen europeo.

El resto de las tradiciones rituales sobreviven debido al sincretismo derivado de la fusión de las culturas autóctonas con la europea, con lo cual muestran hasta hoy un aspecto singular que no corresponde ni al indígena ni al español. Tal es el caso de las celebraciones religiosas populares mexicanas de Semana Santa en Iztapalapa y en Taxco o la celebración del Día de los Muertos.

Los esfuerzos de evangelización de los misioneros españoles se apoyaron en el teatro, que constituyó el instrumento básico para formar una mentalidad distinta a la cosmovisión indígena, así como para informar de la concepción europea. Las representaciones de los autos sacramentales se apoyaban básicamente en la música, los trajes, cantos, bailes y pantomimas que facilitaban la comunicación entre espectáculo y público que aún no dominaba el castellano. De este tipo de teatro sobreviven las "pastorelas", obras de carácter tragicómico representadas aún en México durante las festividades navideñas. La acción de todas ellas muestra las 'tentaciones' impuestas por una serie de diablos cómicos, que deben ser superadas por los pastores en el camino hacia el portal de Belén para adorar al niño Dios. Estas obras son un símbolo del camino de la vida que tiene como meta la contemplación de Dios.

En general la producción latinoamericana hasta la independencia, a principios del siglo XIX, estuvo influida en gran medida por el teatro español. A partir de finales de ese mismo siglo tal influencia se vio acrecentada especialmente por autores como Leandro Fernández de Moratín, José Zorrilla y José Echegaray, cuya influencia, junto con la de Jacinto Benavente, avalados ambos por el Premio Nobel, definió un modelo de teatro bastante antiguo en su concepción para ese momento.

En el siglo XX, con la llegada del realismo y las vanguardias europeas, ese teatro latinoamericano comenzó a ocuparse de su realidad particular y a buscar sus propias técnicas de expresión.

El advenimiento de las teorías de Bertold Brecht halló un buen campo de cultivo en Latinoamérica, aquejada por problemas políticos y con la necesidad de concienciar a su población. De aquí han surgido teóricos y dramaturgos importantes como el colombiano Enrique Buenaventura y su trabajo en el TEC (Teatro Experimental de Cali), o Augusto Boal, en Brasil, quien ha desarrollado técnicas de teatro callejero y para obreros en su libro Teatro del oprimido(1975). Grupos como 'Rajatabla' y 'La Candelaria' se han preocupado por hacer del teatro un instrumento de discusión de la realidad social sin dejar a un lado el aspecto espectacular y estético del mismo.

PAISES REPRESENTANTES DEL TEATRO DEL SIGLO XX  

COLOMBIA

Es uno de los países donde la actividad teatral a nivel de propuestas escénicas de creación colectiva se ha desarrollado con más fuerza. Destacan los trabajos experimentales de Enrique Buenaventura (La tragedia de Henri Christophe,1963 - En la diestra de Dios padre, 1960- Un requiem para el padre de las Casas- etc.) a la cabeza del Teatro experimental de Cali (TEC) con quienes desarrollo el método de la creación colectiva. Otro grupo relevante es La Candelaria y su director Santiago Garcia (En la raya, 1993- Tráfico pesado, 1994- etc.). Tienen gran importancia a nivel internacional el Festival teatral de Manizales y el de Bogotá.

VENEZUELA

En este país destaca la actividad del grupo Rajatabla, así como la labor del autor Román Chalbaud; su obra Los adolescentes(1961) es ganadora del Premio Ateneo de Caracas; también destacan Caín adolescente(1955), Réquiem para un eclipse(1958) y Sagrado y obsceno(1961) que constituyen todas ellas una crítica contundente a la realidad político-social venezolana.

Isaac Chocrón, quien además de dramaturgo se ha destacado como empresario teatral y como profesor universitario, formó parte, junto con Cabrujas y Chalbaud, del Nuevo grupo, creado a partir de 1967. Este grupo, consideraba primordial la figura del autor y la consideración al texto dramático. Chocrón es uno de los renovadores del teatro venezolano con obras como Mónica y el florentino(1959), Animales feroces(1963) y La revolución(1972). Entre sus ensayos sobre teatro destacan: El nuevo teatro venezolano(1966), Tendencias del teatro contemporáneo(1968) y Sueño y tragedia en el teatro norteamericano(1984). La creación del Nuevo Grupo fomentó la aparición de nuevos autores como Elisa Lerner, José Antonio Rial, Edilio Peña y Néstor Caballero.

CHILE

Dentro del panorama teatral chileno se destaca Egon Wolf con su obra Los invasores(1963) que, escrita bajo la concepción del teatro del absurdo, resulta ser una violenta farsa en la cual enfrenta a representantes de la clase burguesa con la 'turba de desarrapados', carente incluso de los recursos más elementales, que invaden sus casas.Otro de los autores consagrados es Jorge Díaz, inscrito también a la corriente del absurdo muy en la línea de Eugène Ionesco. El cepillo de dientes(1961) y Réquiem por un girasol(1961) son sus dos obras más conocidas e importantes.

A principios de la década de 1970 la creciente actividad de creación colectiva minó la creación dramática hasta que el golpe de Estado censuró toda referencia a la realidad socio-política chilena. Surgieron entonces varios grupos que se encargaron de la renovación teatral. Entre los más destacados se cuentan el Teatro Imagen, el Taller de Investigación Teatral, Gran Circo Teatro, además de los dramaturgos Luis Rivano, Jaime Miranda y Marco Antonio Miranda.

CUBA

En Cuba destaca la labor deVirgilio Piñera que con Electra Garrigó(1948) se convirtió en el autor más importante de su país. A estas siguieron varias obras grotescas, a la manera del teatro del absurdo, estilo que dominó toda su primera producción y que abandonó más tarde para lograr un realismo profundo y conmovedor a la manera chejoviana con Aire frío(1959).

Otros autores cubanos de renombre internacional son Abelardo Estorino con El robo del cochino(1961) y José Triana con La noche de los asesinos(1966), farsa violenta y catártica en consonancia con el teatro del absurdo.En 1968 fue fundado el grupo de Teatro Escambray, que basaba su trabajo en técnicas brechtianas y cuya meta era lograr espectáculos de creación colectiva con gran carga ideológica.

El gran logro del teatro latinoamericano puede ser sintetizado en la superación de las influencias culturales a los que se ha visto expuesto constantemente, pero, sobre todo, a la adecuación con su realidad social para cuya transformación ha sido instrumento puntual y constanteFiguras destacadas de la actividad cubana actual son: Flora Lauten (Buendía), Víctor Varela (Teatro del Obstáculo), Tomás González (Teatro cinco), Julio Cordero (teatro de marionetas).

PERÚ

Es importante resaltar el trabajo del dramaturgo Sebastián Salazar Bondy (1924-1965) con El fabricante de deudas(1962) y Rabdomante(1965). En todas ellas aborda temas de la realidad social de su país en tono de farsa y basado en técnicas brechtianas.

URUGUAY

Durante las décadas de 1970 y 1980 destacó la actividad de El Galpón, grupo que se caracterizaba por el cuidadoso trabajo de dirección y la preparación de actores. Al desintegrarse, a mediados de 1980, varios de sus miembros afincados en México fundaron Contigo América, dirigidos por Blas Braidot.

El régimen militar instaurado a partir de 1973 lanzó al exilio a los dramaturgos más importantes comprometidos con la situación político-social. Tal situación paralizó casi completamente la actividad teatral del país. Autores importantes son Jacobo Langsner con obras como La gotera(1973), Esperando la carroza(1974) y La planta(1981); y Víctor Manuel Leites con Doña Ramona(1974), que alcanzó gran éxito en México representada por el grupo Contigo América, que realizó una interesante propuesta escénica llevada a cabo en la planta baja de una vivienda. Durante la representación los espectadores se situaban en butacas apoyadas en los muros, de tal manera que ninguno poseía el mismo punto de visión, lo cual daba la impresión de estar asistiendo como espectador accidental a la actividad cotidiana de los personajes.

MÉXICO

En 1902 fue fundada la Sociedad de Autores Dramáticos que se interesó por organizar lecturas de obras de autores mexicanos. Tal circunstancia fomentó la aparición de dramaturgos que, sin embargo, tenían que competir con el teatro llegado de España. Fue en 1928, con la formación del grupo Ulises que se inició un movimiento de vanguardia y renovación teatral encabezado por Xavier Villaurrutia y Salvador Novo, quienes, junto con Rodolfo Usigli, se dedicaron a la traducción de obras de importantes autores contemporáneos como Henrik Ibsen, August Strindberg, Luigi Pirandello, Henri-René Lenormand, Bernard Shaw, Antón Chéjov, Eugene O'Neill y otros muchos. Más tarde en 1932 se formó el grupo del Teatro Orientación, fundado por el dramaturgo Celestino Gorostiza preocupado por las innovaciones escénicas. Fue este grupo el que introdujo las técnicas de directores teatrales como Gordon Craig, Max Reinhardt y Erwin Piscator.

El primer gran dramaturgo mexicano es, sin lugar a dudas, Rodolfo Usigli, autor de una gran producción rica en matices. Entre sus obras destacan: El gesticulador(1937), Corona de fuego(1960), Corona de sombra(1943), Corona de luz(1964), Medio tono(1937) y Los viejos(1970).

También destacan en el panorama teatral mexicano, Luis G. Basurto con El candidato de Dios(1987); Héctor Azar, Hugo Argüelles y Vicente Leñero, cuya obra Los albañiles(1964) está basada en las técnicas del teatro documento apoyado en sucesos sensacionalistas extraídos de los diarios o de la historia del país que luego recrea eficazmente en escena.

Es digno de mencionar el movimiento de teatro campesino surgido en un esfuerzo por acercar al teatro a los indígenas residentes en la selva de Tabasco. En un principio se trabajó con obras de la literatura universal. Su espectáculo más conocido ha sido Bodas de sangre(1933), de Federico García Lorca en el cual participó la comunidad entera en el montaje de un espectáculo en el que todos eran actores y el mismo pueblo la escenografía. Más tarde, autores reconocidos han escrito obras más cercanas a su realidad.

ARGENTINA

Como en el resto de los países latinoamericanos, el teatro argentino acusó una gran dependencia del teatro europeo (español, italiano y francés) hasta finales del siglo XIX. En 1886, el 'Circo de los hermanos Carlo' encargó a Eduardo Gutiérrez la adaptación de su novela Juan Moreira(1879) para ser presentada como espectáculo ecuestre-gauchesco-circense.

El realismo se estableció con Florencio Sánchez (1875-1910), que aunque nacido en Uruguay ganó su prestigio internacional en Argentina con obras como Barranca abajo(1905). Samuel Eichelbaum (1894-1967) es uno de los autores de más fuerte personalidad en el teatro argentino de principios del siglo XX. Llevó la crudeza del naturalismo al teatro con una fuerza dramática excepcional como puede apreciarse en La mala sed(1920), Un guapo del 900(1940) y Dos brasas(1955).

En contraposición con el realismo se sitúa el teatro de Conrado Nalé Roxlo (1898-1971) con comedias como La cola de la sirena(1941) o El pacto de Cristina(1945), dramas de vuelo poético y más cercanos al simbolismo.

Griselda Gambaro y Eduardo Pavlosky representan la renovación vanguardista surgida a partir de los años 1960, década en la cual se alcanzó una gran libertad de expresión respecto a los problemas sociopolíticos. Ricardo Monti es otro de los autores tardíos destacados de este movimiento con obras como Los siameses(1967), El campo(1968), Una noche con el señor Magnus e hijos(1970) e Historia tendenciosa de la clase media argentina(1971).

El régimen militar y su censura dieron paso a obras grotescas y simbólicas alusivas a la situación social; a este ciclo pertenecen La nona(1977) de Roberto Cosa y Telarañas(1977) de Pavlosky. Otros esfuerzos de protesta contra el régimen fueron los realizados por el Teatro abierto fundado en 1981 dedicado a representar obras de autores reconocidos y de jóvenes valores, entre los que destaca Eugenio Griffero con El príncipe azul(1982), que trata sobre los roles sociales rígidos que llevan a la traición de los más auténticos y vivos sentimientos.



BIBLIOGRAFÍA

  • Historia del siglo XX, editorial los tiempos, la razón y el nuevo día

pàg.142, 143, 204, 205




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Enviado por:Carlangas
Idioma: castellano
País: Bolivia

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