Literatura
Narrativa española posterior a 1936
TEMA 13. LA NARRATIVA ESPAÑOLA POSTERIOR A 1936
La novela de posguerra arranca con la pérdida de numerosas referencias literarias por la muerte de algunos escritores, el exilio de otros, la censura y la imposibilidad de importar textos de autores extranjeros simpatizantes de la República,…
Después de la Guerra Civil, los narradores debieron crear una nueva tradición novelística que, en parte, retomó los modelos de la narrativa realista, rompiéndose la continuidad con la línea de vanguardismo y experimentación. Apareció pronto la actitud de compromiso con la realidad y con los principios considerados válidos tanto para los vencedores de la Guerra Civil como para los que plasmaban una actitud de protesta. En otros casos, no manifestaban un compromiso ideológico, pero estaban cargadas de un clima de opresión individual.
La censura fue la circunstancia omnipresente en la posguerra y en la década de los cincuenta, en la que se mantuvo una novela de contenido social y de crítica al régimen imperante.
En los sesenta, el contenido dejó de ser fundamenta, los autores se preocupaban más por la forma de contar. La novela se caracterizó por las innovaciones técnicas, llevadas hasta el experimentalismo. Este cambio se correspondía con la nueva realidad de España, de mayor apertura cultural.
La novela a partir de los años setenta se va a caracterizar por la variedad de modelos y multiplicidad de temas.
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Década de los cuarenta
Aunque coexisten varias tendencias, la novela se caracteriza por la presencia de la realidad como tema literaria. Esta actitud difiere en los autores en función de su perspectiva ideológica.
La novela nacionalista plasmó la visión ideológica de los falangistas y la reivindicación de ciertos valores considerados fundamentales. La exaltación inicial del belicismo fue sustituida por una sensación de desencanto. El mundo se divide de forma maniquea entre vencedores, la más lograda expresión de las virtudes, y vencidos, ejemplo de todo lo negativo. La familia es el soporte de la sociedad, y unida a la religión proporciona el marco fundamental para la vida del individuo. Destaca La fiel infantería de Rafael García Serrano.
En la novela fantástica y humorística, la fantasía, el humor y la creación de mundos imaginarios constituyeron recursos para rechazar una realidad que resultaba demasiado terrible. Se intentaba superar el realismo tradicional con una visión desencantada y escéptica. El representante de esta orientación fue Wenceslao Fernández Flórez, autor de El bosque animado.
El realismo tradicional proporcionó algunas novelas en las que la vida burguesa, con sus valores y comportamientos, constituyen el tema fundamental. El argumento, muy extenso, se suele desarrollar en un largo periodo de tiempo con una amplia sucesión de hechos que da lugar a la novela-río. Los personajes adquieren consistencia psicológica en ambientes recreados con precisión.
Destaca Juan Antonio de Zunzunegui, en cuyas obras se ofrece una visión pesimista de la realidad centrada en la decadencia de la burguesía que ya no cumple con su papel de guiar a la sociedad al futuro. Sus historias pretenden deja algún tipo de enseñanza moral. Algunas de sus obras son El barco de la muerte, La quiebra, La úlcera, La vida como es…
El tremendismo fue inaugurado por La familia de Pascual Duarte e impregnó la literatura de los años de posguerra.
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Camilo José Cela
La trayectoria de cela muestra su incursión en diversos modelos narrativos. En su producción destacan los libros de viajes, testimonios de una experiencia personal, en los que se describen costumbres, usos, paisajes o aspectos anecdóticos de los diferentes lugares, enmarcados en una atmosfera poética. Son Viaje a la Alcarria, Del Miño al Bidasoa, Primer viaje andaluz y Viaje al Pirineo de Lérida.
Con La familia de Pascual Duarte inicio otra manera de incorporar la realidad como tema literario, consistente en mostrar todo lo que hay en ella de sórdido y terrible. La publicación de esta obra supuso un revulsivo literario en un ambiente de narrativa triunfalista. La historia se alejaba del contexto inmediato, pero incorporaba elementos muy reales. La obra causó gran impacto, pues distaba de ser un relato con carácter moralista: el protagonista, un condenado a muerte, relata su vida, llena de episodios terribles.
El autor retoma la tradición del realismo decimonónico y de la picaresca, de la que recoge el modelo de la carta que explica una autobiografía y un narrador inculto que es capaz de realizar profundas reflexiones. La forma de memorias implica una visión temporal selectiva sobre los hechos vividos. Pascual Duarte cuenta acontecimientos fundamentalmente negativos, ya que su objetivo es demostrar que él no es malo, que la vida lo ha llevado a cometer actos terribles.
En la prosa de esta obra destaca la crudeza del lenguaje, que recuerda el del naturalismo, y la maestría de la etopeya.
Con La colmena marcó el camino por el que discurriría la novela de los años cincuenta. Producto de la observación de la vida madrileña, presenta al hombre corriente en su ambiente cotidiano. Cargada de pesimismo, refleja la vida del Madrid de 1942, con sus miserias económicas y morales. El argumento se reduce al mínimo, y los personajes se mueven por dos motivos constantes: el sexo y el hambre.
Cada capítulo se estructura en torno a ciertos ejes, algunos de los cuales, como la humillación, la pobreza, el aburrimiento o la hipocresía, se entrelazan en las distintas partes del relato. Solo al final de la historia aparecen signos de solidaridad entre seres que se mueven solitarios en medio de una sociedad cruel. El protagonismo es colectivo, el tiempo se reduce a tres días y el espacio está limitado a una zona de Madrid.
La técnica narrativa predominante es el diálogo, que hace avanzar el relato y muestra las características individuales de los personajes. La mínima intervención del narrador permite hablar del punto de vista de la cámara cinematográfica, que relata solo aquello que enfoca. Se suceden episodios breves, a modo de escenas independientes, intentando transmitir una sensación de simultaneidad y colectividad.
Los novelistas exiliados abordaron principalmente temas de contenido social y de recuperación de la realidad española, desarrollando su obra de forma diversa. Su producción se llevó a cabo sin contacto con el mundo español.
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Ramón J. Sender
Fue uno de los exiliados más prolíficos. En su obra es constante la indagación en los más diversos aspectos de la naturaleza humana.
Su novela más lograda es Requiém de un campesino español que narra la historia de Paco, un joven campesino que es fusilado por un grupo de nacionales en la Guerra Civil. En las nueves novelas que componen Crónica del alba se desarrolla una autobiografía ficticia, en la que se narra el fin de la infancia, con recuerdos cargados de ternura. Otra novela de éxito es la tesis de Nancy, que relata los equívocos de una joven norteamericana en España debido a su escaso conocimiento del idioma.
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Max Aub
Su narrativa abarca desde el realismo tradicional de La calle Valverde al vanguardismo de Juego de cartas, novela escrita a modo de naipes que pueden mezclarse a gusto del lector. Su obra más importante es la serie de los “Campos”, en la que relata acontecimientos, en gran medida autobiográficos, sucedidos durante la Guerra Civil y en el exilio en los campos de concentración de Francia. Son: Campo cerrado, Campo de sangre, Campo abierto, Campo del Moro, Campo francés y Campo de los almendros.
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Década de los cincuenta
La novela continuó la tradición del realismo de los cuarenta. Técnicamente, nació bajo la influencia de La Colmena. La literatura debía cumplir la función de informar al lector de aquello que no aparecía en los medios de comunicación y sensibilizarlo. Aunque la censura religiosa y sexual seguía vigente, se plantearon un compromiso ético con la realidad.
En ella, no interesaba el protagonista individual y sus problemas personales, sino que se tendió al protagonismo colectivo. Los personajes se aproximan a tipos, en el afán de que el realismo se observara en el lenguaje, se imitó la forma de hablar que correspondía a cada personaje. Para centrar la historia, se redujo el argumento y se limitaron el tiempo y el espacio. Se mantienen los rasgos formales de la línea iniciada por La colmena.
La forma de asumir el compromiso ético permite diferenciar dos corrientes dentro de la generación del medio siglo, cuyos autores se relacionaron por lazos de amistad, por experiencias comunes en la vida universitaria y por la colaboración en distintas revistas.
Los narradores sociales entendieron la literatura como una forma de concienciar al público y de influir en su postura ideológica. Esta situación determinó que muchos relatos cayeran en el maniqueísmo: los obreros explotados en situaciones infrahumanas pero capaces de ser bondadosos, los burgueses ociosos, egoístas y crueles.
Algunos autores representativos de la tendencia social son Juan García Hortelano, con Nuevas amistades y Tormenta de verano, Juan Goytisolo con Juegos de manos y Duelo en el paraíso y Juan Marsé con Encerrados con un solo juguete.
Estas novelas constituyen verdaderos hitos del compromiso ético. El tema de la emigración a la ciudad aparece en distintas obras desde diferentes perspectivas, junto con el trabajo y las nuevas injusticias.
Para los autores del neorrealismo, el compromiso ético significó una actitud personal. Consideraban que la realidad implicaba también las vivencias personales del individuo, lo que les permitió mostrar otro aspecto del mundo a través de temas como la soledad, la frustración y la decepción.
La narrativa de estas novelas se encaminó por las sendas del behaviorismo norteamericano, con técnicas basadas en el diálogo y en el punto de vista de la cámara cinematográfica.
El Jarama de Sánchez Ferlosio, ejemplo de la técnica conductista, se convirtió en la obra de mayor repercusión de la tendencia neorrealista. Destaca su extrema reducción de la historia, los hechos narrados se limitan a la forma que tienen de aprovechar su tiempo libre unos personajes cuyas vidas durante la semana se centran en el trabajo. El relato ofrece una visión fatalista de la vida. También se reduce el tiempo. La vivencia de los personajes muestra la diferencia entre el tiempo objetivo y el subjetivo. En cuanto a los personajes, se observa un protagonismo colectivo.
La narrativa de Ignacio Aldecoa se compone de algunas novelas y numerosos cuentos. Con las novelas, como Fulgor de sangre, pretendía realizar una pintura de los distintos sectores sociales. En los cuentos se observa la presencia de ciertas constantes, como los oficios, la emigración, la actitud de la clase media, la vida cotidiana urbana, la vida de los niños… de esta manera, su obra constituye un testimonio de la España de posguerra. Su estilo se caracteriza por una prosa ricamente elaborada, con sobriedad y técnica objetivo.
También destaca Ana María Matute con Pequeño teatro.
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Década de los sesenta
Los autores de los sesenta introdujeron novedades en el discurso narrativo retomando los hallazgos de la novela europea y americana de principios de siglo. Estas novelas se caracterizan por la pérdida de relieve de la historia. Las características principales son:
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Perspectiva narrativa: el narrador interviene y denuncia, recurriendo a la sátira y a la parodia. Utiliza alternativamente la primera y la tercera persona, y con frecuencia la segunda para crear la sensación de un diálogo ficticio entre el narrador y un personaje. Se incluyen distintos puntos de vista sobre un mismo hecho, lo cual confiere perspectivismo.
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Ruptura con la linealidad temporal: se mezclan el tiempo objetivo y el subjetivo, se alternan historias y se producen avances y retrocesos.
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Monologo interior directo y desestructuración de la sintaxis: esta técnica se utiliza para expresar la interioridad de unos personajes conflictivos que reflejan los problemas en los que se debate un ser concreto. Como el discurrir de la conciencia no sigue la organización gramatical de la lengua, el lenguaje se presenta tal y como suceden los pensamientos.
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Riqueza lingüística: atendieron especialmente a la elaboración del lenguaje y es notable su tendencia a la creación de nuevas palabras, ya sea por procedimientos morfológicos o mediante la unión de vocablos en una especie de palabra frase.
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Importancia de la visualidad: lo visual, la tipografía, la organización de la página, los dibujos, adquiere valor expresivo, la utilización de diferentes tipos de letras para presentar historias alternadas o bien para marcar un cambio en el punto de vista.
Las tres obras que muestran con claridad los nuevos rumbos de la narrativa española son Tiempo de silencio de Luis Martín Santos, Señas de identidad de Juan Goytisolo y Cinco horas con Mario de Miguel Delibes.
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Luis Martín Santos
La publicación de Tiempos de silencio marcó un hito en la novela histórica contemporánea por la búsqueda de nuevas formas que oponer al gastado estilo de la narrativa social. Se observa la influencia de autores como James Joyce y Baroja.
El argumento, que llega en ocasiones al melodrama y emparenta con el género folletinesco, sirve para realizar una radiografía de los diferentes grupos sociales del Madrid de los años cuarenta: la alta burguesía, los intelectuales de clase media, la pequeña burguesía y los grupos marginales. El planteamiento crítico abarca cuestiones de carácter individual.
Abandona la técnica objetivista para utilizar el monologo interior directo y la segunda persona, en un desdoblamiento del narrador. Los monólogos del protagonista alternan con los de otros personajes, ofreciendo múltiples perspectivas.
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Juan Goytisolo
Sus primeras novelas, como Juegos de manos, están encuadradas del realismo social y ofrecen ya una constante búsqueda formal. En un segundo momento, su narrativa se inscribe en la técnica del objetivismo con novelas como El circo, en las que la crítica social se centra en la burguesía y en la joven intelectualidad.
En Señas de identidad introduce cambios fundamentales: la realidad se aborda desde distintos puntos de vista, la novela transmite las vivencias de los acontecimientos, incorporando aspectos individuales. Aparece un tema que será constante en su obra: el rechazo de una interpretación parcial de la historia y la cultura española.
El discurso narrativo se vuelca en el más puro subjetivismo, al que se suman las renovaciones formales de la novela moderna. Se utiliza la narración en segunda persona, que coexiste con la tercera. La linealidad temporal se rompe por medio de la alternancia de historias presentadas con diferente tipografía. La evocación sirve para reconstruir historias pasadas que contrastan con otras presentes.
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Miguel Delibes
Su trayectoria narrativa constituye una síntesis de las tendencias de la narrativa española desde la posguerra hasta la actualidad. Su obra se inicia con La sombra del ciprés es alargada, novela de visos existencialistas, y continúa con el objetivismo de La hoja roja. Introduce innovaciones narrativas en Parábola de un naufrago.
Cinco horas con Mario constituye uno de sus mayores logros. En ella, Carmen recuerda subida interior en una especie de diálogo, monólogo con Mario, su marido que acaba de morir y al que está velando. Un conflicto aparentemente individual, la incomprensión mutua de una pareja, refleja la situación social en la que conviven dos visiones muy diferentes de la España de aquellos años. Para Carmen, los valores importantes son el ascenso social, el éxito económico, la religión, el poder, el papel tradicional de la mujer. Mario representa la postura del hombre intelectual, interesado por la cultura, que intenta ser solidario y luchar por la justicia social.
El tiempo objetivo se reduce a doce horas, pero mediante el monólogo, Carmen realiza saltos temporales y recorres unos veinte años de su vida. La utilización de la segunda persona aproxima al lector a lo narrado y el punto de vista adoptado es el de la protagonista.
Los santos inocentes supuso también una importante renovación formal. La historia se desarrolla en un cortijo donde se observa la clara oposición entre la vida del señorito y la de los servidores. El relato se construye sin respetar signos de puntuación, lo que produce la sensación de un largo discurrir, aunque en realidad incluye narraciones, diálogos y descripciones.
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A partir de los setenta
La mayoría de los autores de este periodo se muestran contrarios al régimen franquista y comienzan a publicar entre 1968 y 1975. Durante los años setenta, hay autores que siguen cultivando la novela experimental e intelectual que tiene su origen en Tiempo de silencio. Suelen prestar más atención a la forma que al contenido, llegando el argumento casi a desaparecer. Manifiestan un rechazo total por la anécdota, e iniciaron el camino de un tipo de novela basada en la elaboración del lenguaje y en la reflexión. Abundan las historias fragmentadas y los monólogos interiores. Están dirigidas a un lector inteligente y culto, con formación suficiente para comprender las dificultades sintácticas planteadas.
A partir del advenimiento de la democracia en 1975 se abre el panorama de la novela en España de manera que es imposible destacar algunas características o tendencias generales por encima de otras. La novela se hace más fácil y accesible de manera que se comienza a extender y popularizar como el género más importante de final de siglo. Se renueva el interés por la historia y la variedad estilística. Cada autor emprende un camino personal con la pretensión de diferenciarse al máximo de sus contemporáneos. Así, comienzan a surgir nuevos subgéneros dentro de la novela con la finalidad de ampliar el panorama literario; están las novelas policiacas, la novela negra, de intriga, de ciencia ficción, de aventura, rosa, de espionaje,… Los temas abarcan desde el realismo al compromiso ético, desde la reconstrucción histórica a la pura fantasía. Atienden tanto a las circunstancias sociales y los acontecimientos históricos y políticos como a la vida cotidiana y los conflictos individuales. La creación literaria se convierte en tema con un personaje escritor que muestra o habla de su novela.
En los últimos años se están imponiendo la novela de aventuras y la novela histórica como los dos subgéneros más pujantes. La novela policíaca combina la tendencia a narrar una historia que resulta interesante y atraiga al lector con aspectos sociales y de denuncia. Reconstruye momentos históricos en los que se ha producido serios conflictos y narra los hechos siguiendo el hilo de una intriga. Este modelo nació con La verdad sobre el caso Savolta de Eduardo Mendoza, que recrea la Barcelona de principios del s. XX y los conflictos obreros de la Semana Trágica. Otro autor relevante es Manuel Vázquez Montalbán.
La novela histórica, influida por El nombre de la Rosa de Umberto Eco, recrea hechos históricos. Pueden citarse a José María Merino, Miguel Delibes y Arturo Pérez Reverte.
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Enviado por: | Isilwen |
Idioma: | castellano |
País: | España |