Literatura
Nada; Carmen Laforet
BIOGRAFÍA DE CARMEN LAFORET
Carmen Laforet (1921- ), novelista española. Nació en Barcelona. En 1945 con su primer libro, Nada, obtuvo el Premio Nadal en su primera convocatoria. Publicó después La isla y los demonios (1952) y La mujer nueva (1955). La insolación (1963) era el inicio de una proyectada trilogía sin continuación hasta ahora. La publicación de Nada supuso uno de los hitos fundamentales de la reciente historia de la literatura española. Revitalizó la creación narrativa dentro del país, tras el trágico paréntesis de la Guerra Civil española, y el desconcierto que acompañó a la inmediata posguerra, al narrar la vida cotidiana de una adolescente en Barcelona. Una vida rodeada de la sordidez sin remedio de una familia, en la que la violencia física y verbal eran moneda corriente, y de la tristeza de una ciudad gris que cubre todo con su sombra constante. A través de la amistad aparecerá un hilo de esperanza, una unión con lo que se adivina más allá de lo inmediato, en la que estará finalmente la salvación de Andrea, la protagonista.
ARGUMENTO
Nada, una novela escrita por Carmen Laforet que transcurre en la posguerra narra como eje principal la vida de una muchacha, Andrea, que decide mudarse a Barcelona con unos familiares con tal de estudiar en la universidad. A lo largo de la novela la protagonista se desenvuelve en dos mundos totalmente diferentes, por un lado el de su familia y por el otro el de su amistad con una compañera de estudios, Ena. Estas dos dimensiones se van uniendo y acaban con un fatal desenlace: la perdida de un familiar y la marcha de su mejor amiga.
La historia se desarrolla en un escenario pobre y deprimido de la Barcelona recién salida de la Guerra Civil Española.
Andrea parte a Barcelona con la esperanza de encontrar las bases para una nueva vida con tal de librarse de las ataduras que le han sido impuestas durante su estancia en el pueblo. Esta esperanza se ve disipada al contemplar el panorama que asola la casa en la que va a residir.
Durante el año en el que reside en Barcelona y pese a su cerrada personalidad, la protagonista logra establecer una gran amistad con Ena, una muchacha de familia adinerada y de radiante personalidad, a la que podríamos considerar la anteposición de Andrea. Esta amistad se ve alterada cuando Ena sabe de la existencia de Román, el extravagante tío de Andrea, con quien establece una misteriosa relación que finaliza con una venganza personal por parte de Ena y con el posterior suicidio de Román que provoca el desenlace de los acontecimientos.
Al final Ena se va a Madrid a vivir e invita a Andrea al poco tiempo a que vaya a trabajar y residir a la capital donde continuará sus estudios con renovadas esperanzas.
ESTUDIO DEL PERSONAJE PRINCIPAL
El personaje principal de esta historia es una muchacha de dieciocho años. Su nombre es Andrea. Físicamente es una muchacha alta y delgada, de rostro oscuro y ojos claros y piel pálida.
Andrea es tímida y muy poco coqueta: no se maquilla ni tiene ropa formal pues no tiene medios económicos suficientes para poder permitírselo. Es bastante sensible y así nos lo hace entender cuando le sucede algo o cuando expone los sentimientos que le provocan ciertos hechos que suceden en su casa y otros que van apareciendo a lo largo de la historia.
Es una chica más bien rebelde, no le gusta nada que le manden ni que le prohiban de hacer lo que a ella le plazca.
Es un personaje completo, que evoluciona a lo largo de la historia, debido a las penurias, desgracias, insatisfacciones y desilusiones que sufre durante su estada en la calle de Aribau. Andrea comienza siendo una chica sencilla e ingenua recien salida del pueblo, y nos acabamos encontrando a una mujer madura que mira la vida con ojos cautelosos y sin grandes esperanzas.
ESTUDIO DE LA ÉPOCA
Introducción
Poco antes de iniciarse la Guerra Civil asistimos ya a un resurgimiento de la Novela realista. R.J.Sender publica Mr. Witt en el cantón en 1935. Esta tendencia se prolongará después del 39.
Durante la contienda se realiza una novela de combate, panfletaria, maniqueísta y tendenciosa, puesta al servicio de los intereses belicistas de cada bando. Son obras de urgencia y de escasa calidad literaria.
La Posguerra
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Situación socioeconómica y cultural
La Guerra Civil provoca un corte muy profundo con la tradición anterior: quedan rotas o abandonadas las tendencias renovadoras y experimentales impulsadas por Baroja, Unamuno o Valle-Inclán. Ni siquiera las propuestas más próximas de Pérez de Ayala, Miró o Jarnés tienen continuadores. Parece como si la novela de posguerra entroncara con el realismo del XIX, tendencia que ya se había manifestado en los años inmediatos de pre-guerra (Sender), pero cuyos frutos habían desaparecido de la circulación por causa de la censura. Una serie de datos nos ayudan a configurar este panorama:
-Aislamiento cultural.
-Falta de maestros (muertos o en el exilio).
-Censura (incluso al 98, al 68...). Incluso "doble censura" (eclesial y política).
-Auge de las traducciones (W.S.Maugham, Pearl S. Buck...) para llenar el hueco editorial.
-Novela evasiva (Carmen de Icaza) o de Guerra: García Serrano escribe La fiel infantería (1943), exaltación de los vencedores, pero que fue censurada por motivos morales.
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Los fundamentos del franquismo
Las características políticas del franquismo se identifican lógicamente con las propias ideas de su Caudillo. Este no fue nunca un hombre preocupado por la política, más bien era un pragmático que fue adaptándose a las necesidades de cada etapa que vivió su régimen. No obstante, fue fiel a una serie de principios, hasta convertirlos en fundamentos obsesivos de su gobierno: el orden y la autoridad, el catolicismo inherente a la forma de ser de España, la patria entendida como algo que le pertenecía a él y a quienes pensaban como él. No aceptaba que hubiera otra manera de entender el bien de España que la suya. Acabó creyendo, al igual que parte de sus partidarios, en una curiosa simbiosis entre España y él, con enemigos y defensores comunes. Quienes no aceptaran tales principios eran considerados enemigos, malos españoles y merecedores de ser perseguidos si osaban manifestar sus discrepancias. Consideraba la pluralidad de ideas como perniciosa, lo mismo que la democracia, los partidos políticos o las libertades civiles. En estos conceptos hallaba las causas de las profundas divisiones de la España anterior, que había llevado, según él, al país a la desintegración. Surgido el franquismo en la década de los años treinta, en la que proliferaron los regímenes
fascistas en Europa, con la Italia de Mussolini y la Alemania de Hitler a la cabeza, se ha querido identificar a Franco con un líder fascista. No obstante las mutuas simpatías y similitudes, así como las vinculaciones con Italia y Alemania durante la Guerra Civil y posteriormente durante la Segunda Guerra Mundial, Franco no fue estrictamente un fascista. Más bien cabe calificarlo como un dictador clásico antidemocrático y vinculado a posiciones de extrema derecha.
Las condiciones económicas y sociales de España fueron cambiando en tan largo período de tiempo. En este sentido, la España de 1975 era mucho más moderna, dinámica y abierta al exterior, con una sociedad más rica, educada e igualitaria. Frente a estas transformaciones, el régimen se caracterizó por la ausencia de cambios políticos, por la incapacidad para modernizarse al mismo tiempo que la sociedad y por la reiterada negativa a otorgar las mínimas libertades políticas y culturales. Esta evolución desigual entre la transformación económica y social, y la parálisis política, explican la aguda crisis que padeció el régimen tras la desaparición de su líder. Nacido de una guerra civil que acabó con el sistema democrático de la Segunda República, el franquismo arrastró siempre la carencia de legitimidad moral, ante la mayor parte del mundo y de muchos de sus súbditos, por la violencia de su surgimiento y de su actuación represora durante cuarenta años.
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La narrativa española de los 40: el realismo tremendista
Aunque, con relación al periodo de guerra, se amplían los temas tratados, estos son aún, en palabras de Martínez Cachero,"años de convalecencia".
Si por estos años la vida cultural está cargada de notas triunfalistas, de deseos de evasión (en el teatro, principalmente) y de retornos al formalismo clásico (poesía), pronto aparecerá una literatura inquietante y hasta cargada de angustia: una poesía desarraigada (Blas de Otero, G. Celaya); novelas como La Familia de Pascual Duarte de Cela (1942) o Nada de Carmen Laforet (1945)... En esta línea, domina un enfoque existencial que suele ser producto de las posguerras.
Sin embargo, tras el malestar vital, tras las angustias personales, percibimos unas raíces sociales concretas, aun cuando los autores no tuvieran intención social patente, cosa que tampoco permitía la censura.
Esta época viene marcada por la desorientación, los múltiples tanteos (realismo barojiano; novela psicológica, heroica, poética, simbólica...) en busca de un cauce por el que pueda transcurrir una literatura acorde con los momentos que se viven. La desorientación es aún mayor si recordamos la desconexión con el pasado inmediatamente anterior: se "secuestran" las obras sociales de "preguerra", se desconocen las obras de los exiliados; la novela deshumanizada está muy lejos de los dramáticos momentos que se viven... Parece que sólo Baroja conecta con las preocupaciones de estos autores.
Cela, con La familia de Pascual Duarte, agria visión de realidades míseras y brutales, inaugura el tremendismo: selección de los aspectos más duros de la vida. Tuvo un enorme éxito, y la fórmula se repitió hasta el abuso: no sólo en la obra de Cela, comienzo y cumbre de la tendencia, encontramos ese desquiciamiento de la realidad en un sentido violento o esa sistemática presentación de hechos desagradables e incluso repulsivos; hubo muchos seguidores: carga tremendista, en mayor o menor grado, hay en Delibes (La sombra del ciprés es alargada, si bien con una honda religiosidad) o Ana María Matute (Los Abel). Otros desvirtúan rápidamente el género (se "esperpentiza"). A finales de la década se pide moderación.
Las crueldades de la guerra civil, tan recientes, tan difíciles de olvidar, contribuyen a dicha moda. Moda que, según Tomás Borrás, no respondía a "delectación por lo morboso, sino a propósito revulsivo".
Típico de esta novela será el reflejo amargo de la vida cotidiana, desde un enfoque existencial. Por eso los grandes temas son la soledad, la inadaptación, la frustración, la muerte. Abundan los personajes marginales y desarraigados, desorientados y angustiados. Todo ello revela un malestar que, en última instancia, es "social", aunque para algunos críticos no se pueda hablar de "novela social", sino "parasocial" (Gil Casado), puesto que lo que caracteriza a esta novela no son los problemas sociales en sí sino su transposición a la esfera de lo personal.
Como conclusión digamos que la situación de la novela en estos inicios de la posguerra era ya esperanzadora e incluso satisfactoria. Pese a la guerra, el exilio, la incomunicación, la censura, la escasez de papel y la sobra de traducciones, pese a la falta de maestros-modelos y de críticos orientadores, pese al desprestigio de lo estético, el género echó a andar (Martínez. Cachero): surgen escritores que alcanzarán diversa fortuna; hay lectores y editores; se fomentan los premios-concursos (Nadal). Al cabo de no muchos años el panorama había evolucionado claramente. La generación del medio siglo no partirá ya del cero absoluto.
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Autores
Camilo José Cela: Considerado el iniciador del tremendismo (La familia de Pascual Duarte, (1942). Esta obra fue el gran acontecimiento novelístico de la posguerra, debido, en gran parte, al vacío existente. Se trata de un experimento violento y amargo. La novela ilustra una concepción del hombre: criatura arrastrada por la doble presión de la herencia y del medio social. Pascual es un infeliz que casi no tiene otro remedio que ser, una y otra vez, un criminal. Cela , en esta obra, se revela ya como un hábil constructor del relato y un magistral prosista. Destaca por su manejo de los recursos lingüísticos, por el uso de léxico rural, por la fuerza de sus descripciones, por la maestría de los retratos...
Carmen Laforet: Nada (1945) es su principal novela; es la historia de una muchacha que ha ido a estudiar a Barcelona, donde vive con sus familiares en un ambiente sórdido de mezquindad, de histeria, de ilusiones fracasadas, de vacío, rodeada de personas desquiciadas por la guerra, y que al acabar el curso viaja a Madrid "sin haber conocido nada de lo que confusamente esperaba: la vida en su plenitud, la alegría, el interés profundo, el amor". Por primera vez tras la guerra, una parcela irrespirable de la realidad contemporánea, de lo cotidiano, quedaba recogida implacablemente con un estilo desnudo, de trazo firme y con un tono desesperantemente triste.
Miguel Delibes es considerado como el máximo representante del realismo intimista. Nos habla de tristeza y frustración en La sombra del ciprés es alargada (Premio Nadal, 1947), pero les opone una resignación religiosa. es una novela con gran preocupación humano-psicológica, bellas descripciones del paisaje y estilo expresivo en los diálogos.
Otros autores destacados son Antonio de Zunzunegui, Rafael García Serrano, G. Torrente Ballester o Ignacio Agustí.
ESTUDIO DEL LUGAR EN EL QUE SE DESARROLLA LA HISTORIA
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La casa de la calle de Aribau (pág. 15): esta casa tenia filas de balcones iguales con hierro oscuro. Tenia un gran portal de hierro y cristales. En el interior, una escalera llevaba a los diferentes pisos con sus desgastados y estrechos escalones de mosaico iluminado por una luz eléctrica.
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El piso de los parientes de Andrea (págs. 16, 17, 18, 19, 20, 24, 25, 34, 35, 81): tenia un recibidor al que únicamente alumbraba una bombilla sujeta a uno de los brazos de una lámpara sucia de telarañas que colgaba del techo y al que convergían casi todas las habitaciones del piso; al fondo, había una serie de muebles colocados unos encima de otros. Dentro del piso hacia mucho calor. No había agua caliente y, por tanto los residentes en aquel piso se tenían que duchar con agua fría en el cuarto de baño. Éste tenia un manchado espejo encima del lavabo, las paredes sucias, una roñosa bañera de porcelana y un techo lleno de telas de araña. Sobre el espejo había un bodegón y los grifos estaban torcidos.
En la habitación en la que Andrea duerme la primera noche, el salón, había un piano con las teclas al descubierto. Colgadas en las paredes empapeladas de oscuro aparecían diversas piezas decorativas. También había un escritorio chino, cuadros y muebles. En el centro, rodeada de una doble fila de sillones destripados, había una cama turca. Del techo colgaba una gran lampara sin bombillas. El salón tenia una puerta entre cortinas de terciopelo cubiertas de polvo que comunicaba con una galería abierta.
Enfrente del salón aparecía el comedor con un balcón. Había una mesa grande rodeada de sillas y con un azucarero vacío encima. Las paredes estaban llenas de bodegones.
Con salida al comedor estaba el cuarto de Angustias que tenia también, un balcón con vistas a la calle. Tenia un pequeño escritorio y estaba ordenada y limpia. Había un armario de luna y un gran crucifijo que tapiaba la puerta que comunicaba la habitación con el recibidor. Al lado de la cabecera de la cama aparecía un teléfono. La cama tenia un blanco colchón desguarnecido. Este cuarto recibía los ruidos de la escalera, era como una gran oreja en el piso, todo resonaba allí
El cuarto de Gloria era interior y estaba ocupado casi en toda su superficie por una cama de matrimonio y la cuna del niño. La habitación olía a una mezcla de olor a bebé, a polvos de la cara y a ropa mal cuidada. Las paredes estaban llenas de fotografías.
El estudio de Juan estaba emplazado en el antiguo despacho de su padre. Allí se acumulaban libros, papeles y las figuras de yeso que servían de modelo a los discípulos de Juan. Las paredes estaban cubiertas de bodegones pintados en tonos estridentes. En un rincón aparecía un esqueleto sobre un armazón de alambre. En el suelo se extendía una alfombra manchada de humedades.
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El piso de Román (pág. 37): su piso era un cuarto arreglado en las buhardillas de la casa. Se hizo construir una chimenea de ladrillos antiguos y unas librerías bajas pintadas de negro. Tenia una cama turca y, bajo una pequeña ventana enrejada, una mesa llena de papeles, de tinteros de todas las épocas y formas con plumas de ave dentro. Tenia un teléfono que servia para comunicar con el cuarto de la criada. También había tres relojes en la habitación, todos antiguos. Sobre las librerías aparecían monedas, lamparillas romanas de última época y una antigua pistola con un puño de nácar. El cuarto tenia cajones en cualquier rincón de la librería. Todo estaba limpio y en orden.
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La casa de Ena: era un edificio alto en plena Vía Laietana. Ena vivía en el último piso, un piso grande y limpio, de familia adinerada y revestido del calor humano que daba toda su familia.
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La catedral (pág. 110): la catedral era como la conocemos en la actualidad con una diferencia y es que la plaza que se encuentra delante de esta no estaba y en su lugar había casas en ruinas a causa de la guerra.
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Restaurante barato de la calle de Tallers (pág. 118): oscuro, con las mesas tristes, en el que toda la gente comía deprisa y sin pronunciar una palabra.
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La iglesia de Santa María del Mar (pág.143, 144): singulares torres y una pequeña plaza, abarrotada de casas viejas enfrente. La nave era grande y fresca. Había vitrales rotos en las ventanas entre las piedras ennegrecidas a causa de las velas.
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El estudio de Guíxols (pág. 144, 145): estaba emplazado en la calle de Montcada. Se entraba al edificio por un portalón ancho donde campeaba un escudo de piedra. Tenia un patio en el que había caballos y gallinas. De allí partía una ruinosa escalera de piedra. En el último piso se encontraba el estudio. El timbre se accionaba estirando una cuerdecita que colgaba en la puerta. Para llegar a la habitación se habían de atravesar una serie de habitaciones completamente vacías. El estudio era un cuarto grande, lleno de luz, con varios muebles enfundados, un gran canapé y una mesita donde Guíxols depositaba los pinceles. La habitación estaba llena de obras de Guíxols.
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El Tibidabo: este era como lo conocemos actualmente pero con menos atracciones y el precio de la entrada un poquito más barato.
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El campo y la playa: durante el año en que Andrea vive en Barcelona, se traslada varias veces a pasar el día al campo o a la playa con Ena y su novio, Jaime.
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La Universidad: Andrea estudia en la Universidad y allí es donde conoce a Ena y a los que son sus amigos.
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El puerto (pág. 236): cuando Ena visita a Román una tarde y no pregunta por Andrea, ésta se entristece y decide ir a dar una vuelta. Baja por las Ramblas y alcanza el puerto, en el que el mar presentaba manchas brillantes de brillante aceite. Había un olor a brea, a cuerdas. Los buques eran enormes.
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Restaurantes de la Barceloneta (pág. 236, 237): restaurantes pequeños en los que mayoritariamente se toman tapas y marisco. Los restaurantes tienen vistas al mar e incluso algunos tienen terrazas.
OPINIÓN PERSONAL
¿Qué puedo decir sobre esta estupenda obra de Carmen Laforet?, Nada es un libro que engancha desde el primer momento.
Uno de los grandes logros de la autora ha sido la creación de una cantidad ingente de personajes extraños, enigmáticos y repartidos entre dos mundos, en los que, en un principio, el único enlace es la propia protagonista que relata los hechos que le suceden desde una visión muy personal y sin inmiscuirse demasiado en temas políticos anteriores a la época franquista y solo resalta sucesos que no destacan ningún elemento ideológico si no que se vuelve a centrar en sucesos personales, porqué este estupendo libro, habla de las personas, no como individuos, si no como individuos independientes y personales, que entrelazan relaciones entre otras personas, pero estas, tal y como sucede en el inicio de la obra, se dan lugar en círculos sociales diferentes, de los cuales el punto intermedio es Andrea, que intenta por todos los medios que no lleguen a mezclarse. Con este planteamiento nos encontramos con dos mundos diferentes, uno el formado por Ena y su familia y los estudiantes y compañeros de su universidad, que rebosan buenos sentimientos, aprecio por la vida y con visión de futuro, y por el otro bando, la familia de Andrea descarriada, decadente, sin moral ni humanidad. De esta manera Carmen Laforet consigue plantearnos una interesante situación en que dos mundos paralelos se acercan cada vez más y donde Andrea que pertenece a ambos, a uno por obligación y al otro por deseo, pasa a experimentar gran variedad de experiencias en Barcelona, en una Barcelona que acaba de sufrir una guerra y que es descrita con gran maestría, y dándonos una idea de cómo era la bellísima Barcelona del presente en la era del franquismo, no solo su urbanización, si no que es más, es un reflejo de la situación vivida por sus gentes, una sensación apagada y triste que se percibe desde la esquina de la calle de Aribau hasta el puerto de la ciudad.
Debo destacar en mi modesto quehacer, que una de las razones por las que este libro me ha causado tan agradable sensación es debido a que, literalmente te hace “volar”. Es la simplicidad de su lenguaje y la sencilla estructuración la que te permiten comprender el curso de los acontecimientos con total fluidez y sin perder detalle.
Para acabar quisiera destacar el mayor logro de Carmen Laforet, la protagonista, Andrea, todo un personaje, sólido, interesante, con gran curiosidad por sentir cosas nuevas, por tener algo mejor, y que destaca de los demás por su gran credibilidad y que creo, debe formar parte como personaje importante en la historia de la Literatura Española.
BIBLIOGRAFÍA
Obra | Autor | Editorial | Año de publicación | Página |
Nada | Laforet, Carmen |
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Enviado por: | Agustí Sancho |
Idioma: | castellano |
País: | España |