Historia
Nacionalismos
LOS NACIONALISMOS
¿Por qué son importantes?
Son uno de los fenómenos políticos que han estado presentes, de manera constante, en Europa desde la Revolución Francesa; pero también en el resto del mundo, pues la ideología nacionalista, como otras muchas, ha sido exportada desde Europa.
Son además extraordinariamente complejos debido a su naturaleza, objetivos y métodos de lucha, completamente diferentes a cualquier ideología anterior.
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En cuanto a su naturaleza:
Prácticamente todas las facciones políticas, tanto de izquierda como de derecha, han alimentado algún tipo de nacionalismo.
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Hay diferentes objetivos:
Mantener las tradiciones culturales.
Lograr un cada vez mayor grado de independencia y autogobierno.
Objetivos segregacionistas/separatistas.
Objetivos imperialistas/expansionistas.
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Como métodos de lucha podemos citar:
Propaganda cultural y concienciación ciudadana con la “causa” nacionalista.
La formación de partidos políticos y su participación en la vida política.
La vía armada.
No hay un único modelo que nos permita definir a los movimientos nacionalistas, por lo que hay que estudiar cada uno por separado en base a su contexto histórico, su naturaleza, objetivos y métodos de lucha. En términos generales, sólo podemos analizar los términos básicos de los nacionalismos (nación, Estado...), y su origen histórico.
Para entender cómo surgen y cuáles son las características de los nacionalismos hablaremos de:
nacionalismo jacobino o liberal.
nacionalismo romántico.
nacionalismo marxista.
Nacionalismo carismático de extrema derecha.
El funcionalismo.
nacionalismo del tercer mundo
En la actualidad los nacionalismos son fenómenos políticos irracionales siendo más una creencia que una ideología política.
CONCEPTOS CLAVE
Nacionalismo: designa movimientos políticos y sociales muy diversos, de ahí la dificultad de una definición exacta.
La mejor es la del sociólogo E. GELLMER:
Según él, el Nacionalismo es una teoría de legitimidad política que afirma que los límites étnicos no deben contraponerse con los límites políticos; el nacionalismo sostiene que debe haber identificación entre las fronteras políticas y la nación -fronteras nacionales-.
Al no existir, en el mundo actual, ningún espacio étnicamente puro debido al desarrollo de los transportes y la posterior emigración, se trataría más bien de una espacio “imaginario”, es decir, “el espacio que la comunidad CREE que ocupa”. Así, el Estado pretende abarcar todo ese espacio con el que se identifican las fronteras étnicas.
El Nacionalismo como ideología, puede surgir, por tanto, como resultado de la creación de ese Estado que abarca el espacio de la “nación”, o precisamente por no existir dicho Estado Nacional, motivando su reivindicación.
Esto nos lleva a la definición de Estado:
Si para Marx Estado significaba el aparato represivo usado por la clase dominante; para WEBER el estado es el agente social que detenta el monopolio de la violencia legítima, siendo, por tanto, un instrumento neutral y no de clase.
El Estado es, en última instancia, donde reside el poder, y ahí radica el interés del nacionalismo por éste: el identificar las fronteras nacionales con las políticas, es buscar el poder que reside en la entidad legítima del Estado, pues al igual que el resto de movimientos políticos, el nacionalismo busca acceder al poder.
Esto explica que el movimiento nacionalista no aparezca hasta que no lo hace el Estado moderno; es decir, el Estado Liberal.
En cuanto al concepto de Nación, resulta fundamental para entender el nacionalismo, pues es lo que justifica su propia existencia; la nación existe como argumento legitimador de la búsqueda del poder.
Nación, como concepto, se ha visto desde tres perspectivas llamadas puras, que son:
Liberal
Romántico
Marxista
A lo que hay que añadir el Nacionalismo Carismático (fascista), como la fusión de los elementos más radicales de los dos primeros; y por último el Etnonacionalismo (sobre todo en el tercer mundo), que toma como base el marxismo.
Hay una última perspectiva, conocida como Funcionalista, que se deriva del liberalismo.
EL CONCEPTO DE NACIÓN LIBERAL
El concepto de Nación Liberal identifica a la Nación con el Estado, desde una base político jurídica.
Según MAUSS, una nación sería una sociedad integrada con fronteras y Estado propios o que aspiran a ser constituidos; y según DEUTSCH, un Estado nacional es aquel que se ha identificado plenamente con el pueblo, de esta forma, podríamos decir que el ciudadano se siente parte de una nación cuando se le garantizan derechos iguales a todos, es decir, que la nación existe cuando se ha creado el Estado liberal que garantiza, por primera vez en la historia, dichos derechos.
EL CONCEPTO DE NACIÓN PARA EL NACIONALISMO ROMÁNTICO
El Nacionalismo Romántico ve la nación desde una perspectiva histórico-cultural: es un sentimiento colectivo, cultural e intangible.
Podemos citar en este caso a REMAN, para quien la nación era “Volkgist”, es decir, en alemán “el espíritu del pueblo”; algo ciertamente inmaterial.
Para el Romanticismo, siempre formamos parte de la nación, está presente en nosotros, no es una creación del hombre como lo había sido el Estado liberal,
Como ejemplo de esto podemos citar la Guerra de Independencia de España contra Francia, donde creció este tipo de nacionalismo.
LA NACIÓN DESDE EL PUNTO DE VISTA MARXISTA
Esta postura no empezó siendo un nacionalismo, sino que intentaba proponer una definición de nación desde una perspectiva histórico-material.
El más conocido en esta corriente fue STALIN, quien dijo: “Una nación es una comunidad histórica estable surgida y fundada sobre la base de la comunidad de idioma, de territorio, de vida económica y de psicología entendida como unidad de cultura”.
En resumen, que la idea de nación y el nacionalismo surgen en un contexto histórico determinado: el auge del capitalismo y el desarrollo de su forma política, el Estado Liberal.
EL ETNONACIONALISMO
Esta visión del concepto de nación es la más reciente y la que está más de moda. Tiene su origen en la reflexión teórica que hacen algunos autores del tercer mundo en el período de descolonización.
Abarca muchos ámbitos y se hace, generalmente, desde un punto de vista marxista, pero añadiendo a la definición que había hecho Stalin el concepto de ETNIA, no entendida como raza, sino como un elemento cultural común a una comunidad, que puede llevar aspectos raciales.
Según SAMIR AMIM, una Nación necesita de una base étnica (a parte de todos los elementos tradicionales) entendida desde un punto de vista amplio, no racial ni racista, sino como un conjunto de elementos propios y diferenciados que se expresan en unidades lingüísticas; es decir, el idioma es clave para diferenciar una nación/etnia de otra. Pero una etnia no crea por sí sola una nación, es necesario además que exista una clase social como protagonista político, que dé rienda suelta al proyecto político de Estado, es decir, la nación se basa en la etnia y el proyecto político.
Su objetivo, no conseguido por cierto, era impedir que los países, tras el proceso de descolonización, tuvieran las mismas fronteras que tenían las colonias, pues esos espacios geográficos no se correspondían con el espacio étnico, pues de ser así, los nuevos Estados carecerían de estabilidad política.
¿CÓMO SURGE EL PENSAMIENTO/SENTIMIENTO LIBERAL?
E. GELLMER nos da algunas claves para entender cómo surge el nacionalismo.
Hay dos circunstancias básicas que se deben cumplir para que haya nacionalismo:
Que un conjunto de personas compartan los mismos preceptos culturales (cultura entendida en sentido amplio como símbolos que se comparten), tales como formas de comportamiento social, idioma, tradición...
Que esos individuos que comparten la misma cultura se vean como conjunto, diferentes de otra comunidad cultural, es decir, que esos individuos se reconozcan entre sí pero no con miembros de otra comunidad en la que se sentirían extraños, lo cual podría traducirse en rechazo hostil hacia los miembros de otra nación.
Una vez que aparece el sentimiento nacional, se plantea la necesidad de identificar el espacio nacional con las fronteras de una entidad estatal legítima.
Podemos hacer mención también a la idea de FITZE, sobre el “destino histórico”, cuya teoría nos habla de una espacie de destino de autodeterminación místico al que está llamada a cumplir una nación, es decir, que el sentimiento de nación forma parte de la historia de ese pueblo y no puede huir de él.
DESARROLLO HISTÓRICO DE LOS NACIONALISMOS
Los Nacionalismos son un producto europeo que coinciden en su nacimiento con cambios relacionados por las revoluciones liberal e industrial. De echo, la primera nación de la historia es la resultante de la Revolución Francesa, pues Francia exporta, junto con ese modelo de nación liberal identificada con el Estado, las ideas liberales.
Así, se difunde el nacionalismo liberal mientras al mismo tiempo aparece un nuevo pensamiento nacionalista contrapuesto a éste: el nacionalismo romántico.
Con la derrota de Napoleón, la involución política de la Restauración significará el inicio de una lucha en la que se va a usar la idea de nación como arma política; planteando el doble objetivo de crear un Estado liberal-nacional, como por ejemplo ocurriría con la emancipación de las colonias americanas, la guerra de Grecia (1830) o la independencia de Bélgica del conjunto de los Países Bajos. En todos estos casos, liberalismo racional y nacionalismo aparecen muy unidos, pero se le añaden componentes irracionales románticos que, junto a la idea de Estado, señalan el “destino histórico” de la nación (la Historia le asigna al Estado una misión que cumplir).
Con las revoluciones de 1848 se establecen ya de forma definitiva una serie de Estados a la vez liberales y nacionalistas. Se abre entonces el frente de Europa central y oriental para el comienzo del nacionalismo en Europa del Este.
Por ejemplo, en 1870 Alemania se unifica en el II Reich; Italia también se unifica, etc., y en el Este, Polonia y los Estados Eslavos, gracias a la crisis del Imperio Austro-Húngaro, se independizan conformándose como nuevos Estados-Nación.
En el S.XX, las tensiones en Europa Oriental y Central serán una de las causas de la Primera Guerra Mundial.
La Primera Guerra Mundial tiene así el nacionalismo en su origen y también en su conclusión, pues tras ésta surgen multitud de nuevos Estados Nacionales en Europa (Yugoslavia, Bulgaria...), donde se reproducen enfrentamientos nacionalistas, pues estos Estados siempre han deseado más poder y siempre hay minorías étnicas que exigen su representación.
La Segunda Guerra Mundial también se relaciona con el nacionalismo: la situación de la República de Weimar (Alemania), destrozada, favorece el contexto para el nacionalismo.
Tras la II Guerra Mundial, la problemática nacionalista se traslada al Tercer Mundo.
Tras la descolonización, bien por el debilitamiento de las potencias o por el espectro de una Europa que se autodestruye y dos bloques (EEUU y URSS) que aspiran a ocupar la hegemonía internacional, da lugar a un poderoso movimiento nacionalista emancipador durante1950-60. A finales de los 70, aparentemente, se apacigua, y el nacionalismo vuelve a Europa debido a la desintegración del bloque soviético, que desencadenará tensiones con dirección nacionalista.
Por ejemplo, el caso de Yugoslavia, que, en su búsqueda del poder, se dirige a un nacionalismo racista estricto.
Así, en conclusión, podemos decir que el nacionalismo no es el problema, sino que los problemas favorecen el nacionalismo, que intenta paliarlos, y además, alcanzar el poder, lo cual termina por romper la convivencia.
El nacionalismo liberal-Jacobino
Nace y se desarrolla paralelamente al pensamiento liberal: del concepto de soberanía nacional (sede del poder) se deriva el concepto y la problemática de la nación.
El concepto de nación, desde el punto de vista liberal, es un conjunto de unidades vinculadas por los mismos derechos y obligaciones que se estructura en el seno del propio Estado. En un principio, la idea de Nación pre-liberal era muy restrictiva: aquellos ciudadanos y miembros de las estamentos privilegiados que conscientemente renunció a sus privilegios y luchó contra el Antiguo Régimen; una vez establecido el Estado Liberal se identificará la ciudadanía con la Nación.
Este es el origen del concepto de nación como una entidad político-jurídica, basada en la razón, al igual que el Estado; y para desarrollarlos serán necesarias una serie de medidas. Como ejemplo tomaremos Francia:
se establece como única lengua oficial el francés (una lengua oficial).
simbología propia de la nueva nación: bandera tricolor (símbolos identificadores incluso para dar la vida por ellos.
Medidas todas que pretenden forjar el patriotismo, la identidad nacional, etc.
Uno de sus principales inspiradores fue Rousseau, quien basa sus discursos en la soberanía nacional o voluntad general (la voluntad de todos y cada uno de los miembros de una comunidad que busca los mismos intereses comunes); que sería la justificación del nacionalismo que niega la posibilidad de que los intereses de clase tengan cabida en una sociedad nacional que tiene un objetivo único.
El nacionalismo Romántico
Por definición sería “Un sentimiento que estaba dentro de todos los miembros de la comunidad nacional”
Como sentimiento reaccionario, se forja contrapuesto a los intereses e ideas liberales: el primer nacionalismo romántico surge en el último tercio del s. XVIII contra el pensamiento ilustrado. Algunos sectores de la sociedad están en contra del pensamiento ilustrado y su posterior Revolución Liberal, y utilizarán el nacionalismo como recurso de autodefensa. (Así, en su origen, el romanticismo es reaccionario, aunque en su desarrollo tendrá abanderados de todos los signos).
En cuanto al concepto de Nación, es sustancialmente diferente al nacionalismo jacobino:
N. jacobino: entiende nación como un derecho meramente administrativo; nación burocrática.
N. Romántico: “la nación como un alma”, la nación no es una creación artificial humana, sino algo legado por la tradición; es un sentimiento que engloba a todos los hombres y trasciende a nuestras acciones.
En este sentido, la espiritualidad que mueve los actos humanos se manifiesta en:
La Lengua: manifestación más clara de la nacionalidad porque demuestra la unión de la comunidad a través de las generaciones.
La tradición literaria; el folclore...: significan el mantenimiento de la tradición, y la permanencia de la nacionalidad.
Así, no es de extrañar que a lo largo del tiempo se hayan llevado a cabo importantes estudios folcloristas en el País Vasco y en Cataluña.
Uno de los pensadores del nacionalismo romántico es HERBER, quien decía: “La nación es un producto biológico de la herencia común de una misma raza; una lengua y una historia comunes.” Se basa para ello en “El espíritu del pueblo” de VOLKEST, según el cual, el espíritu de la nación se manifiesta en las tradiciones: lengua, literatura, música.
Por tanto, la diferencia entre las naciones no residiría en la estructura sociopolítica, sino en las costumbres; es decir, en la CULTURA.
Para justificar este tipo de nacionalismo, se hacen estudios folclóricos (que analizan componentes culturales en los que se basan dichos nacionalismos románticos), y estudios históricos, basados en datos empíricos.
Los estudios folclóricos se han basado en ciertos aspectos culturales muy importantes, pero el que más controversia ha suscitado ha sido LA LENGUA: elemento de singularidad que demuestra los lazos de la comunidad.
La lengua como signo de la esencia de la nación, llevará a Herber a una llamada a la “lucha cultural”: preservación de la ideas, dialectos y tradiciones, como forma de preservar la propia comunidad. Su ideal es la convivencia pacífica de todas las nacionalidades y comunidades humanas. Así pues, el hacer la guerra es patrimonio sólo del Estado, mientras que las naciones sólo desean la paz.
Herber no era un reaccionario, pues perseguía la “lucha” tan sólo en el plano cultural. Sus ideas se extendieron por toda Europa con especial acogida en Alemania y Europa del Este; pero antes incluso de que surjan los primeros movimientos nacionalistas y la lucha política, emergerán diferentes movimientos de afirmación cultural. Por ejemplo: el Resorgimento en Italia; Renayement en Cataluña; o Euskalerriakos en el país Vasco.
Junto con los estudios folclóricos también surgen los estudios históricos. La ciencia histórica debe mucho al interés que despierta el romanticismo por la tradición. La más beneficiada por dicho interés será la Historia de la Edad Media, gracias al estudio del sacro-imperio romano-germánico; la tradición del principado catalán, etc.
El derecho también se verá afectado por esta corriente. El liberalismo propugnará la igualdad jurídica y los códigos únicos, mientras que para los románticos, la ley y el derecho deben poseer una continuidad marcada por la Historia, es decir, las leyes surgidas de la nada son inaceptables, pues éstas se han mantenido a o largo del tiempo y de la Historia mediante un proceso acumulativo en función de su validez; el derecho se ha adaptado a las necesidades reales de cada comunidad durante siglos.
En definitiva, el Romanticismo se planteará en sus inicios como novedad o lucha cultural.
FITCHE (profesor de la universidad de Berlín) con sus “Discursos a la Nación Alemana”, se plantea ofrecer a los alemanes una serie de ideas que les permita resurgir como pueblo o nación. Apelará abiertamente a postulados románticos identificando la nación con la lengua (son alemanes todos los que hablan alemán) y los encaminará a la unión: para que la nación sea grande debe estar unida no sólo culturalmente sino también políticamente. Otra idea que será también muy importante será el “Destino Histórico”: con el desarrollo del colonialismo, se deberá extender la cultura germánica por todo el mundo; este es su destino.
(Al Destino Histórico la escuela norteamericana lo denomina Destino Manifiesto).
Para el nacionalismo romántico, la nación forma un todo orgánico, que es común a todos los ciudadanos en general, pues todos se reconocen en ella.
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Los nacionalismos románticos rara vez aparecen en estado puro en la práctica, en realidad se produce una mezcolanza entre ambas corrientes: la de Europa Occidental con un nacionalismo liberal que deriva hacia la irracionalidad del romanticismo, y la de Europa Oriental, con un nacionalismo romántico que finalmente se materializa en un nacionalismo liberal.
En el caso de los países de Europa occidental donde surge el nacionalismo liberal, en una primera fase, es lógico que se refuerce la idea de nación para abolir las instituciones del
Antiguo Régimen y lograr el apoyo popular; siendo suficiente el discurso racional del liberalismo y su concepto de nación como entidad jurídico administrativa; pero una vez consolidado el sistema liberal, aparece una contradicción interna que les hace recurrir a argumentos más irracionales: ese modelo de Estado neutral que engloba a todos, en realidad esconde enfrentamientos de clase que hacen que se tambaleen sus cimientos, pues una clase dominante estructura el Estado en base a sus intereses y no al bien común. Para tapar esa contradicción se usan elementos del nacionalismo romántico que engloba a todos, pero desde la irracionalidad, argumentando sentimientos, destino histórico, y... un enemigo común: los enfrentamientos internacionales en materia económica y militar entre las burguesías de cada país, se disfrazan de conflictos nacionales de manera que, quienes no tenían a priori “razones” para participar del enfrentamiento, cumplen con los “intereses nacionales” debido a la identificación nacional irracional que aporta a la causa el nacionalismo romántico.
El nacionalismo o reflexión nacional Marxista.
No existe propiamente un pensamiento nacional marxista, sino que más bien se trata de una reflexión sobre la idea de nación desde esta ideología.
Ni Marx ni Engels trataron la idea nacional, pero de sus escritos se pueden extrapolar algunas de sus ideas sobre el concepto de nación. Desde una perspectiva histórica, la nación sería un producto histórico que surge como consecuencia de la conjunción de una serie de factores geográficos y humanos: cultura, economía...; resultado de la política liberal europea. La nación, como producto histórico, nacería en un momento determinado de la Historia de Europa: la transición del Antiguo Régimen al desarrollo del capitalismo y la implantación del Estado Liberal como su forma política.
La nación no forma un todo homogéneo, no es un ente orgánico, sino la sede de la lucha de clases que se desarrolla en su seno. Así pues, cualquier reivindicación nacionalista esconde, según la visión marxista, intereses de clase, y sirve a intereses diferentes dependiendo de cuál sea la clase a la que pertenece la élite dominante que usa la idea de nación como un instrumento a su favor.
La conclusión que se extrae de todo esto es la de un “Llamamiento a un Internacionalismo Proletario”: el marxismo tiene una visión del proletariado como entidad internacional, es decir, superior a la nación, que posee intereses similares en todo el mundo, y que deben unirse en base a esos intereses, por encima de sensibilidades nacionales que son ajenas a ellos, pues pertenecen a la burguesía dominante. Las reivindicaciones nacionalistas deben quedar al margen de la labor del proletariado.
Las posiciones que deben tener los obreros para con el nacionalismo les encamina a la abolición del Estado Liberal, y así, de la nación. Sólo desde una punto de vista estratégico y que favorezca a los intereses proletarios, se pueden utilizar las reivindicaciones nacionales, aunque el objetivo del proletariado debe ser la Revolución y no la nación.
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En el siglo XX encontramos nuevas aportaciones al pensamiento nacionalista marxista, que son, en muchas ocasiones, modificaciones sustanciales del pensamiento de Marx, que se despegan de los conceptos originales.
Hay tres grandes corrientes:
El Marxismo Occidental, encarnado por Rosa Luxemburgo (polaca) en Alemania.
Rosa Luxemburgo mantiene el mensaje clásico y defiende la primacía de la lucha de clases sobre cualquier reivindicación nacional, de manera que el objetivo del proletariado no sea otro que la revolución.
Es inútil declarar el derecho a la autodeterminación; lo que hay que hacer es reivindicar el fin de la opresión nacional, llevada a cabo por la burguesía dominante.
Marxismo Oriental, encarnado por Otto Bauer en el Partido Social Demócrata Austriaco.
Es una visión distinta de la de Luxemburgo.
Esta corriente sí considera que las reivindicaciones nacionales están en primer orden. Esto tiene una explicación empírica, debido a la paulatina desintegración que está sufriendo, en esos momentos, el Imperio Austro-Húngaro.
Otto Bauer es el primero que escribe un libro sobre el nacionalismo bajo esta perspectiva, y dice que “Una nación es un conjunto de hombres unido por la comunidad de su destino histórico”. Así pues, se trata de una visión romántica de la nación.
La importancia de Bauer en el pensamiento marxista está en que no considera que las reivindicaciones nacionales sean secundarias, y plantea, además, que una vez que se establezca el comunismo, no desaparecerán las problemáticas nacionalistas, sino que incluso se reanudarán y acentuarán debido al acceso de TODOS a la CULTURA.
Llega a pronosticar, en contra del pensamiento marxista y germánico, que los pueblos eslavos (de los que se decía que desaparecerían debido a su debilidad), no sólo no desaparecerían, sino que ganarían en fuerza y poder.
La Postura de Lenin.
Esta es una posición independiente de Lenin, quien lanza una teoría sobre cuál es el papel político del nacionalismo.
Lenin es el único pensador de esta época que se plantea abiertamente, y de forma radical, el derecho a la autodeterminación, el cual implica además el derecho a formar un Estado nacional independiente; y afirma que la clase trabajadora debe ser enemiga de cualquier clase de opresión, sea nacional o no.
¿Qué justifica esta posición de Lenin para consentir la autodeterminación?. La respuesta hay que entenderla en su contexto histórico: Lenin pretende aprovechar el potencial revolucionario de las reivindicaciones nacionalistas dentro del Estado Zarista, pretendiendo una alianza entre la clase trabajadora y los sectores sociales que defienden el nacionalismo. Así pues, su intención no es desmembrar el territorio, sino crear un Estado fuerte y grande al que se adhieran, voluntaria y libremente, las identidades nacionales. Así el poder central se hace compatible con las naciones que lo aceptan libremente dentro de la federación, configurándose así un Estado Federal. De hecho, la URSS se constituye siguiendo este principio.
De este modo, a identidad nacional y la autodeterminación existirían, pero ésta no tendría por qué hacerse efectiva si la federación es “más beneficiosa”.
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En el siglo XX se desarrollan básicamente otras tres corrientes:
Nacionalismos de Extrema Derecha o CARISMÁTICO.
Se basan en un concepto propio de nación en torno a la figura del líder carismático.
Se desarrollan en el período de entreguerras, y se trata de la conjugación de los aspectos más radicales de los nacionalismos Liberal y Romántico; de manera que llegamos a una situación en la que el Estado (liberal) se convierte en un ente absoluto y ahistórico, cuando los anteriores lo consideraban una creación del ser humano en un momento determinado de la historia europea. Así, el Estado sería un “ser en sí mismo”, encargado de llevar al cumplimiento del Destino Histórico a cada pueblo.
Esto se conjuga con una visión del Estado como antiliberal, es decir, Estado Autoritario que no es representativo, parlamentario ni democrático.
Este nacionalismo no es racional, sino más bien una cuestión de fe en que el destino histórico de la nación se puede cumplir poniendo al frente de ella a un líder capaz de hacerlo, con poder ilimitado cedido por el Estado, y que posee la capacidad sobrenatural de entender, conocer e interpretar correctamente el alma de pueblo, lo cual lo convierte en un ser intocable (caudillo, duce, fürer).
La garantía de que este líder “acierte” en su interpretación popular reside en que no contempla diferencias de clase, pues de haberlas, el nacionalismo las eliminaría.
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Pasada la II Guerra Mundial, y con la apertura del proceso de descolonización que provoca el “nacimiento” de un enorme número de nuevas naciones, surgen otras dos corrientes de pensamiento en torno a la problemática nacionalista:
El Funcionalismo (como ideología “oficial” del mundo occidental en los años 60).
Debido al descrédito que sufre el marxismo, esta corriente sociológica/politológica hace su propio análisis del nacionalismo; y así, desde la izquierda, se le hacen aportaciones que cuestionan algunos de los proyectos marxistas desprestigiados.
El funcionalismo caracteriza al nacionalismo como una ideología basada en:
El Difusionismo:
El pensamiento funcionalista ve el nacionalismo como un producto europeo que se transmite luego al resto del mundo.
La Integración:
El pensamiento funcionalista afirma que los nacionalismos son un sentimiento político que procura cohesión social a una determinada comunidad política; y desde este punto de vista, valoran positivamente al nacionalismo, pues la cohesión nacional supone menor conflictividad y mayor estabilidad política del Estado (esto es contrario a la visión de la lucha de clases del marxismo).
Así pues, la mayor parte de los funcionalistas no creen en el nacionalismo pero lo consideran útil.
El Elitismo:
El nacionalismo es elitista, pero no en un sentido peyorativo. Los nacionalismos son un producto de una serie de intelectuales con el objetivo de dar mayor cohesión social a su comunidad.
Así pues, en contra del nacionalismo romántico, el funcionalismo no cree que la nación sea un ente preexistente al hombre, sino un invento intelectual del mismo hombre.
En conclusión, según el pensamiento funcionalista, el funcionalismo es básico para el proceso de modernización social (al que todos aspiramos), porque facilita, gracias a la cohesión social, la estabilidad política de los Estados y su consolidación en el “modelo de vida norteamericano”.
Este es, en la actualidad, el discurso del Neoliberalismo.
El Nacionalismo Tercermundista.
Es un nacionalismo vinculado a posiciones de izquierda y con implicaciones políticas tangibles.
Es un modelo distinto de los que hemos visto.
Surge y arraiga en los países del Tercer Mundo, al contrario que los anteriores, que eran productos europeos; aunque sí contiene influencias de nacionalismos anteriores.
Hay que entenderlo como una represalia contra occidente tras la etapa imperialista hasta la II Guerra Mundial, y no como la exaltación de las señas de identidad propias de la comunidad; es un nacionalismo “hacia fuera” (antiimperialista) que refleja una situación común a todos los países descolonizados, y que propugna la creación de:
Un nuevo modelo económico que no se base en la explotación de unos a otros.
Libertad cultural frente a la imposición sufrida desde la metrópoli en temas de educación, idioma, tradiciones, etc.
Autogobierno; un modelo de Gobierno que represente a la nueva nación.
Es, en definitiva, un nacionalismo basado en luchar contra los patrones políticos, económicos y culturales explotadores.
CONCLUSIÓN GENERAL
Hernández/Mercadé “Los nacionalismos en el mundo occidental”
En la tipología del “nacionalismo”, encontramos dos grandes grupos que engloban a los movimientos nacionalistas:
Los que se desarrollan en el interior de los Estados.
Se dividen a su vez en dos subgrupos:
Aquellos que se proponen modificar la estructura política de la sociedad modificando las relaciones entre el Estado Central y una comunidad de ciudadanos que se plantean como objetivo el reconocimiento explícito de su especificidad.
Son los nacionalismos Autonómicos y Regionalistas como el catalán.
Aquellos que se proponen la independencia plena.
Son los Nacionalismos Independentistas como el vasco.
A los nacionalismos de Estados ya constituidos se les presta menor atención.
Los nacionalismos que se proyectan hacia el exterior.
También se subdividen en dos:
Aquellos que se desarrollan para justificar una política de tipo expansionista o imperialista; Nacionalismos Imperialistas.
Aquel nacionalismo que rechaza tanto el imperialismo como el colonialismo. Los Nacionalismos Antiimperialistas, como el TercerMundista.
LA PROBLEMÁTICA ACTUAL DE LOS NACIONALISMOS
Desde siempre se han justificado en función de factores como la identidad lingüística, cultural, criterios religiosos, étnicos, o incluso raciales; de cara a la sociedad. El problema es que, la sociedad actual, caracterizada por la gran movilidad de las personas gracias al desarrollo de los transportes, ha generado un Mundo donde es muy difícil encontrar comunidades puras, y una sociedad plural es un problema para los nacionalismos porque rompe la homogeneidad necesaria para su justificación.
En aquellos lugares donde existen movimientos nacionalistas en el poder, se han desarrollado políticas de homogeneización con la imposición de factores culturales.
En el mejor de los casos se ha tratado de políticas integradoras como en el caso de Cataluña; pero en otros lugares, sin embargo, se han llevado a cabo intentos de eliminar por la fuerza a aquellos que no pertenecen a la etnia-cultura del nacionalismo en el poder. Es lo que se ha dado en conocer como “limpiezas étnicas”. Por ejemplo, Yugoslavia.
Hay también que hacer mención al carácter globalizador de los nuevos nacionalismos, que se ofertan como los únicos partidos que representan en su conjunto a la comunidad, al resaltar, a base de manipulaciones de factores diferenciales existentes en el seno de dicha comunidad, aquello que sí les es común, asegurándose así estos partidos nacionalistas, cierta legitimidad de cara a conseguir el poder.
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Los partidos nacionalistas no han sido nunca partidos de clase, sin embargo, como decía Marx, todo partido en el poder es de clase por cuanto persigue los intereses de quienes poseen dicho poder.
En las últimas décadas en Europa se ha producido un recrudecimiento de los movimientos nacionalistas y un auge de sus partidos, sobre todo en aquellos estados donde han fracasado políticas integradoras.
Una causa de esto fue la caída del socialismo real en los países de Europa del este, con el consecuente fracaso de los intentos de adoptar soluciones “tradicionales” del liberalismo y sistemas políticos democráticos, y el triunfo en cambio de los movimientos de carácter extremista y populista, únicos capaces de, en un primer momento, restaurar la estabilidad en dichos países, aunque posteriormente, sus políticas extremistas han llegado en muchos casos a provocar guerras.
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Enviado por: | ZORAIDA ALMENDROS GUIRADO |
Idioma: | castellano |
País: | España |