Salud


Nacidos para cambiar; Enrique Gil Calvo


La tipología que voy a seguir para el resumen del libro Nacidos para cambiar será de la siguiente manera:

  • En primer lugar: INTRODUCCIÓN.

  • En segundo lugar: capítulos II y IV; EL CUERPO y LA LIBERTAD respectivamente, cuyo contenido es transversal y afectan a los contenidos de los temas referidos a las distintas etapas del curso de la vida.

  • En tercer lugar: capítulos III, V, VII y IX; INFANCIA, JUVENTUD, EDAD ADULTA y ENVEJECIMIENTO, que analizan estas sucesivas etapas del curso vital.

  • En cuarto lugar: capítulos VI, VIII y X; LA MÚSICA, EL AMOR y LA PALABRA, tres variedades del hilo conductor que usamos todos los seres humanos para desarrollar nuestro curso vital.

  • En quinto lugar: CONCLUSIÓN (capítulo XI)

  • Y por último mi OPINIÓN PERSONAL Y CRÍTICA sobre este libro.

I. INTRODUCCIÓN. El cambio biográfico.

En esta primera parte que se expone como introducción habría que destacar una frase importante, y es: el rasgo más sobresaliente de estos tiempos podría ser el culto que rendimos al simple hecho de cambiar por cambiar (de coche, pareja, trabajo, religión...)

Es verdad que los cambios son profundos y recientes, y están transformando nuestra vida por completo.

Según el autor nos estamos acostumbrando a estos cambios y valoramos lo nuevo. Gil Calvo cita a Charles Baudelaire (el dandi poeta cantor de la modernidad), uno de los precursores del cambio de valores. Este libro se propone desarrollar un argumento que resumido, al máximo, se expresa con un verso de Baudelaire: la vida moderna cambia más deprisa que el corazón de la gente (por mucho que las ciudades cambien, el corazón permanece intacto, sobrevive). Pero es una formulación paradójica.

A pesar de los cambios, la gente se adapta y cambia, guardando su propia identidad.

En la sociedad tradicional, el ritmo del cambio social era muy lento, la mortalidad muy elevada y la longevidad muy baja, es decir las personas duraban más (y por eso cambiaban más) que las cosas que usaban y las ciudades que habitaban. La Revolución Industrial cambió ese estado, y las personas empezaban a durar más (o a cambiar menos) Aquí podemos decir que se hace real la intuición de Baudelaire.

En torno a 1900 se fijó una imagen característica de la modernidad: vidas modernas como firmes, constantes, estables y duraderas en medio de un cambio social.

Gil Calvo nos dice que a la sociedad del siglo XXI se la ha llamado de la educación continua, es decir que las personas se verán obligadas a aprender nuevas formas de comportamiento a lo largo de su vida, que sean más eficientes, versátiles y adaptativas. En todas la fases de la vida de una persona habrá que señalar los grandes efectos que el cambio biográfico está produciendo sobre la propia identidad, obligándola a transformarse para adquirir formas morales, imprevistas o inéditas.

Las causas de este cambio biográfico se conocen lo suficiente: globalización, nueva economía, tecnologías de la información y comunicación (TIC), revolución digital...

Es necesario destacar una serie de rasgos descriptivos que revisten este cambio biográfico:

  • Prolongación de la longevidad (se multiplica la división en nuevas etapas vitales singularizadas)

  • La fobia a envejecer, lo que resulta la clave del actual cambio biográfico, que es la pérdida de la continuidad vital.

  • Predominio mayoritario de la flexibilidad laboral: empleo estable y duradero.

  • Los centros de Educación deben ofrecer una formación flexible y abierta, enseñando a la gente a aprender a cambiar.

  • El cambio económico que exige hoy que las mujeres trabajen igual que los hombres adquiriendo una independencia económica (esto hace que aumenten los divorcios)

El propósito de este libro para su autor se basa en el procedimiento que utilizarán los habitantes del siglo XXI para adaptarse a las vidas variables que les tocará vivir, expuestas a mutaciones y definidas por un constante cambio de identidad personal que les impedirá fortalecer su carácter. Esto estará referido a que el cambio social siempre presenta dos caras:

    • Una positiva, de mejora de las oportunidades vitales.

    • Otra negativa, de incremento del riesgo, la destrucción y la inseguridad.

Gil Calvo nos dice que hay que creer en ambas.

II. EL CUERPO. La identidad del yo múltiple.

Según Gil Calvo el cuerpo es el principal hilo conductor que permite orientarse en el laberinto de la vida. Antes, los cuerpos estaban reprimidos y ocultos, pero ahora hacemos alarde y ostentación de nuestro cuerpo.

  • El cuerpo es el elemento de la vida de una persona, a la que acompaña desde la cuna a la tumba. Por eso, la única continuidad biológica que podemos considerar real es la corporal (pruebas objetivas)

  • En cambio, la experiencia biográfica demuestra que la identidad es algo vulnerable: a veces creemos poseerla con firmeza, otras dudamos entre identidades opuestas, e incluso a veces nos sentimos vacíos, sin saber quiénes somos en realidad. La identidad varía según las circunstancias, adoptando una indefinida plasticidad.

Habría que destacar aquí a Weber, que insistió en la eficacia de la disciplina corporal para dirigir la propia vida. De ahí deriva el actual culto al cuerpo. Hoy en día el culto al cuerpo, en todas sus diversas variantes, aparece como técnica indirecta que permite obtener un control sobre la propia identidad: yoga, ejercicios espirituales, moda, salud, deporte, cosmética...

Este capítulo nos habla de:

  • Identidades colectivas: raza, etnia, orientación sexual, fe religiosa, afiliación política, etc.

  • Identidades de género: propuesta por el pensamiento feminista.

  • Propuesta de nuevas teorías sobre la identidad femenina. Aparece aquí el llamado feminismo de la diferencia, que definió a las mujeres por su contraste radical con los hombres.

  • Temor a que la degradación del cuerpo implique una pérdida de identidad (de ahí las dietas, gimnasia, cirugía...)

  • Identidad multicultural, aplicable tanto a mujeres como a hombres (Ej: el deporte es para el hombre y la moda para la mujer)

Todo el mundo usa su cuerpo como la sede de su identidad. Pero sí es cierto que casi ningún hombre se identifica con su imagen corporal como hacen las mujeres. Aquí sería importante decir que es preciso que la imagen cambie para que la identidad permanezca constante.

Según nuestro autor, el cuerpo es el sujeto agente de la propia identidad, y se debe a sus posibilidades expresivas y a su capacidad de unificar el carácter pluralista, heterogéneo y contradictorio de la cambiante identidad actual. Gil Calvo se apoya en el ejemplo: la cara es el espejo del alma; y atribuye a los rasgos del cuerpo indicios fiables de los que poder deducir el estado de ánimo.

La identidad, en suma, es el complejo vínculo que se establece con los demás a partir de nuestra capacidad de expresión corporal. Pero también juzgamos a los otros por la identidad que les atribuimos deduciéndola de la imagen que percibimos de su cuerpo, (esto nos hace pensar en el prejuicio _actitud negativa_ corporal) pues identificamos a los demás por la primera impresión que nos causa: color de piel, altura, forma de su carne...)

Por otro lado, es importante señalar el concepto del yo múltiple (este concepto viene de la creencia subjetiva de si contamos con una sola identidad estable). Jon Elster establece una distinción entre 3 variedades:

  • Yoes sucesivos: cuando las personas son jóvenes, sus preferencias difieren de las que tienen cuando son mayores, incluyendo ideas diferentes acerca de qué hacer cuando envejezcan.

  • Yoes alternantes: por ejemplo, la persona que todas las mañanas decide acostarse temprano y luego, por la noche, decide quedarse hasta tarde.

  • Yoes divididos: por ejemplo, oposición entre la persona que siente el impulso del propio interés material y la parte que se rige por normas sociales.

  • Características del yo múltiple:

    • La sucesión de yoes es biográfica.

    • De larga duración, pues se desarrolla a lo largo del curso vital, determinando que en cada etapa predomine un yo diferente (discontinuo e independiente de los anteriores y los siguientes)

    • La alternancia de yoes es cíclica y de corto plazo (se equilibran entre sí)

    • Se considera universal, en el sentido de que aparece en toda época y lugar.

    • En la actualidad los yoes se están multiplicando cada vez a mayor velocidad, debido al vertiginoso cambio social.

    • La sucesión de yoes se multiplica a largo plazo porque:

      • la longevidad se prolonga y las edades se subdividen,

      • se pierde la linealidad biográfica, al quebrarse la continuidad de las carreras familiares y laborales a causa del divorcio y del empleo precario.

    • Al mismo tiempo se multiplica también la división y alternancia de los yoes a corto plazo, debido al cruce e intersección de los roles contemporáneos.

    Por último decir que nuestra identidad reside en los genes y por eso la necesidad de agruparnos y rivalizar. Por eso nuestra singularidad depende de las relaciones casuales que nuestros cuerpos establecen con los demás cuerpos de nuestros semejantes. Eso es lo que hace de nuestro cuerpo el sujeto agente de nuestra identidad, pues sólo por medio del cuerpo, nuestro yo múltiple puede expresarse con una sola voz ante los demás.

    IV. LA LIBERTAD. Ética del deseo.

    En este capítulo se va a hablar fundamentalmente del concepto libertad personal que es, junto con algunos otros, como el del amar o el del progreso, una de las más importantes aportaciones del cristianismo a la civilización humana. Pero lo que no es fácil argumentar es lo que llamamos libertad, entendida como capacidad de elegir personalmente el propio comportamiento.

    Según Gil Calvo, a veces somos libres de elegir, y otras nos sentimos obligados sin posible elección. ¿Y de qué depende esto? Pues depende de muchas variables, entre las que destacan ante todo el sexo y la edad.

    La auténtica libertad para este autor es la libertad para decidir.

    Por otro lado, ¿se puede hablar de libertad personal? Hay sociólogos muy respetados, como Pierre Bourdieu, que sospechan que no: los individuos creen que son libres al comportarse como lo hacen, pero en realidad es su conducta refleja y reproduce las estructuras sociales, obedeciendo las pautas prescritas por las instituciones.

    Se considera que el orden social sí deja margen para poder hablar de una auténtica libertad personal. Es verdad que la historia humana no se puede programar a voluntad, ni tampoco cambiar por decreto la sociedad, como creyeron filósofos progresistas o prometeicos al estilo de Rousseau, los jacobinos o Marx.

    Gil Calvo espera demostrar que disponemos de una cierta libertad a la hora de adoptar aquellas decisiones cruciales de las que depende nuestra vida futura. No estamos absolutamente determinados por las circunstancias externas sino que disponemos de un cierto margen de maniobra para conducir a voluntad nuestra vida. Esto lo explica en 3 fases:

    1ª. ¿Qué puedo hacer? Se refiere a los hechos, objetivos y circunstancias reales que condicionan nuestra vida: el cuerpo, el trabajo, la economía, la política, es decir, la infraestructura material y la estructura social.

    No sólo hay cosas que no se hacen a la vez sino que además hay cosas que nunca se pueden hacer.

    *Lo que puedo hacer depende de la realidad objetiva que nos rodea, y que no podemos cambiar, pero sí adaptarnos de muchas maneras diferentes.

    *Es sobre todo el ámbito de la división social del trabajo, con su desigualdad reparto de recursos vitales.

    2ª. ¿Qué debo hacer? Corresponde a las normas culturales y las creencias compartidas que orientan la conducción de nuestra vida: roles y valores, relatos y rituales...; en suma, orden institucional.

    Esta pregunta se basa en el control social: de las normas y valores que nos imponen los modelos de conducta y pensamiento para inducirnos a actuar tal y como se espera de nosotros, de acuerdo con los prejuicios y las convenciones sociales. De esto se encargan las instituciones: familia, escuela, Iglesia, el Estado, la ciencia, la prensa...

    ¿Cuál es su misión? Obtener el conformismo de la gente, intentando ordenar sus vidas para la construcción social de la realidad.

    3ª. ¿Qué quiero hacer? Se refiere a los deseos subjetivos y las razones internas: que determinan las decisiones cruciales que adoptamos en la vida: la memoria, la esperanza, el deseo, la voluntad, el carácter; o sea, la elección personal de nuestra acción e interacción estratégicas.

    Aquí cabría mencionar el concepto: lucha por la vida, dado que los seres humanos, al vivir, intentan resolver los conflictos que se dan entre sus condiciones objetivas de vida y su identidad subjetiva (memoria biográfica, expectativas ideológicas)

    En este apartado es donde interviene la voluntad, el deseo, el acto de querer o dejar de querer, es decir, elegir lo que queramos, lo que más nos guste. Aquí es donde una persona se juega su destino, pues sabe que todo el resto de su biografía posterior está en juego. EJ: dilema entre proseguir con tu carrera profesional o romperla para casarte o educar un hijo (fines institucionales aprobados culturalmente pero materialmente contradictorios entre sí)

    REPRESENTACIÓN:

    • Lo que se puede = CIMIENTOS (el suelo que pisamos)

    INSTITUCIONES:

    Normas y creencias.

    Clasificaciones compartidas.

    Fines, rituales y metáforas.

    • Lo que se debe = CUBIERTA (el tejado que nos protege)

    ESTRATEGIAS: Dilemas cruciales, interacciones decisivas.

    Conflicto, compromiso y reciprocidad.

    • Lo que se quiere = PUERTA de la HABITACIÓN que abrimos y cerramos para entrar en nuestra memoria (acceso al espacio habitado)

    ESTRUCTURAS: Biología, tecnología y economía.

    División del trabajo y estratificación social.

    Medios, recursos y rutinas.

    Y para terminar, Gil Calvo opina que si somos libres es porque nuestra suerte sólo depende del incierto resultado de los encuentros imprevisibles que mantenemos con las demás personas que comparten o condicionan nuestra vida.

    La posibilidad de cambiar nuestro destino depende de que decidamos o queramos atravesar unas encrucijadas decisivas para nuestra vida futura.

    III. INFANCIA. Epifanía del amor propio.

    La edad que más escasea en los países occidentales es la infancia, lo que hace valorar a los niños por encima de cualquier otra edad. Por tanto, hay que reconocer que los bebés y los niños pequeños constituyen el icono más celebrado por nuestra escala de valores (así lo demuestra por ejemplo la publicidad)

    Según la opinión de Gil Calvo:

    • De tanta devoción se deriva una curiosa paradoja: cuanto más se valora a los hijos, más desciende la natalidad. Nuestro autor opina que la causa está en la devoción por la infancia, que ha determinado su progresivo encarecimiento. Es decir, cualquier cosa parece poco para ellos. Les dedicamos un sinnúmero de atenciones y cuidados, invirtiendo en su crianza y educación, mucho tiempo, esfuerzo, servicios y dinero.

    Como señala el pensamiento económico: las parejas ya no quieren cantidad de hijos (como antaño), sino calidad de hijos.

    RESULTADO: CÍRCULO VICIOSO.

    *Antes no había amor a los hijos, no había casi afecto personal hacia ellos. Eran considerados como futura fuerza de trabajo a la que poder explotar cuanto antes. La única excepción era el primogénito de las familias propietarias, destinado a suceder al patriarca.

    • Las cosas cambian a partir del descubrimiento de la infancia:

      • control de la natalidad

      • esfuerzo de las familias para educarlos

      • la dirección a distancia de la educación infantil la ejercían los padres

      • la gestión directa y el trato cotidiano era a cargo de las madres y el resto del servicio doméstico.

    • En el siglo XIX la infancia comenzó a organizarse burocráticamente mediante el auxilio de nuevas instituciones extrafamiliares (estatales o religiosas, públicas o privadas): parroquia, escuelas, institutos... Todo cambia cuando las familias tomaron a su cargo la educación de sus hijos y las escuelas pasaron a ejercer el control burocrático de su socialización.

    • Más tarde, esto cambió y fue sustituido por una educación sentimental mucho más sutil, indirecta y refinada. El objetivo era el mismo: convertir a menores no domados en individuos integrados.

    • También hay que destacar la moderna educación liberal, que no busca obligar a los niños a aprender todo un progreso sino que espera desarrollar su identidad persona, para que sean los niños los que deseen aprender por propia voluntad.

    Pero esta conversión del menor en mayor de edad (convertir al menor en una persona de provecho) es muy larga y siempre resulta problemática, pues no se produce nunca por generación espontánea sino que ha de iniciarse intencionadamente, bajo el estímulo emocional y la constante supervisión de un grupo familiar de referencia.

    Para Gil Calvo la educación occidental presenta 2 exigencias o mandatos:

  • Exigir obediencia constante al progreso educativo impuesto desde fuera por el padre o el maestro (por la escuela, el Estado, la familia o la Iglesia)

  • Despertar el genio interior de cada niño para que adquiera una identidad singular y sea él quien desarrolle por sí mismo su propio proceso educativo.

  • Estos dos modelos no pueden darse hoy separados uno del otro.

    Las modas educativas siempre están oscilando entre autoritarismo y liberalismo. Nuestro autor nos dice que para el próximo futuro se deriva la necesidad de improvisar un tipo de educación liberal mucho más versátil y flexible, que pueda desarrollar en los hijos una identidad todavía más abierta, dúctil y plural.

    Si hasta ahora las familias buscan que los hijos aprendan a ser ellos mimos, a partir de aquí intentarán que sus hijos aprendan a dejar de ser lo que eran para rehacerse a sí mismos, y pasar a ser diferentes conforme cambien sus circunstancias existentes.

    El proceso de educación por continua empezará en el seno de la familia por el aprendizaje permanente del cambio de identidad personal.

    Ahora se precisa adquirir identidades plásticas y flexibles, predispuestas a cambiar sobre la marcha para adaptarse a los vertiginosos cambios sociales.

    En cualquiera de los casos, la identidad que adquiera el niño al vivir en el seno de su familia siempre es el cambiante resultado de las interacciones emocionales que va teniendo con sus progenitores y demás familiares. Por eso, la identidad que el niño se construye es flexible y plural, pues cambia a lo largo de su infancia, y además siempre la modifica para poder adaptarla a cada situación e interlocutor.

    VIVIENDO TU INFANCIA APRENDES A VIVIR TU VIDA FUTURA

    VIDA INFANTIL guión orientativo de la VIDA ADULTA (En la forma de reaccionar ante encrucijadas humanas que se pueden presentar, no en cada detalle concreto que no se puede anticipar)

    INFANCIA: es una metamorfosis dividida en 4 estadios que reproducen las 4 edades básicas de la vida humana:

    1º. INCIAL

    2º. PRIMERA INFANCIA

    4 ESTADIOS 3º. ESCOLARIDAD

    4º. ADOLESCENCIA

    *VIGILANCIA DE LOS ADULTOS (promotores de esa metamorfosis)

    *DIFERENCIA ENTRE LA VIDA INFANTIL Y EL RESTO DE LA VIDA ADULTA.

    Explicación de los 4 estadios de la infancia:

    1º. INICIAL: idea preconcebida / atribuida por los padres.

    2º. PRIMERA INFANCIA: aparece la autonomía verbal y motora. Aprender a relacionar y explora el territorio (1-2/4-6 años) Empieza a adquirir la propia identidad.

    3º. ESCOLARIDAD: fase del modelado de la personalidad infantil (4-6/12-14 años de la adolescencia). Doble vínculo que enfrenta a los hijos con sus padres, tratando por ambas parte de cumplir como pueden el doble imperativo de:

      • lograr el mayor éxito escolar de los hijos

      • favorecer el máximo desarrollo de su personalidad.

    4º. ADOLESCENCIA: inicio de la pubertad (cambio hormonal, poluciones, masturbación, etc.) Aquí los padres colocan como única meta exigible el éxito escolar, mientras se sienten importantes para intervenir en el desarrollo de su identidad.

    Al principio el niño sólo posee la identidad atribuida por sus padres, mientras que al final sólo poseerá la que él hay adquirido por sí mismo.

    V. JUVENTUD. Experimentos cruciales.

    La invención de la juventud es muy reciente (cuenta con apenas medio siglo)

    Hasta entonces, la gran mayoría de la juventud pasaba directamente en la madurez adulta (desde muy jóvenes pasaban a ejercer de padre ocupado y madre de familia)

    Esto cambió tras el auge económico iniciado en la posguerra (años 60) Las condiciones de vida de la juventud occidental cambian.

    El cambio más decisivo fue que se creó una nueva etapa de inactividad prelaboral allí donde antes no existía.

    • Todos los adolescentes (excepto los hijos de papá) que dejaban la escuela ingresaban como aprendices en la actividad laboral a edad muy temprana.

    • Pero en pocos años (con el boom económico) la edad media de entrada al trabajo se fue retrasando hasta hacerse cada día más tardía, de 18 años de los años 50 se pasa a 25 de los 90.

    La inactividad laboral de los jóvenes generó un fuerte incremento de la productividad (porque la base del capitalismo no se reestructura drásticamente) que tuvo 2 consecuencias:

    1ª. Trabajos mucho más complejos. Se exige un mayor nivel de cualificación.

    2ª. Efecto de desempleo: cuanto más productiva se hacía la industria, más empleos destruía y menos empleos creaba.

    Así es como apareció el paro juvenil, que obligó a prolongar todavía más la inactividad de los jóvenes.

    Según Gil Calvo dicha etapa de inactividad, media entre la adolescencia y la definitiva emancipación adulta (hoy es hasta después de los 25 años)

    En realidad, la situación de los jóvenes es contradictoria:

      • biológicamente, ya pueden ejercer cualquier actividad adulta, pero

      • económicamente, todavía no pueden desempeñar ninguna actividad laboral.

    He convenido destacar de este capítulo los aspectos o características más importantes relacionados con la etapa de la juventud:

    • Edad difícil y problemática. No tiene qué hacer ni sabe quién es, al faltarle una función propia que ejercer y haber perdido la identidad familiar (de ahí la famosa rebeldía sin causa)

    • Su identidad consiste en no tener ya la identidad infantil que tuvo antes y no tener todavía la identidad adulta que tendrá en el futuro, tras emanciparse. Ser joven exige romper con la identidad familiar de origen, facilitada por la cultura juvenil.

    • Para comenzar a construir su identidad definitiva hace falta romper antes con la pasada identidad pueril.

    • Cuando el joven se hace adulto reconstruye lo más significativo de su dormida memoria familiar.

    • Se ingresa en una pandilla o grupo de amigos que sustituyen a su familia. Se adoptan identidades de recambio que no son auténticas.

    • Cada joven por sí mismo es quien debe construir primero y revelar después cuál es su auténtica identidad personal.

    • Ahora se establece un nexo de unión entre joven y familia: adolescente se compromete a estudiar a cambio de que sus padres le financien su inversión académica y le costeen sus gastos.

    • La incomunicación entre los adolescentes y sus familias es casi total. Dependen económicamente de sus padres pero a cambio conquistan su plena independencia moral.

    • Surge la liberación sexual de la juventud, que pasó a convertirse en un derecho de los jóvenes del que debían responsabilizarse como adultos mayores de edad.

    • Doble vida de los jóvenes.

      • Por un lado la imagen oficial que les define como respetables estudiantes (de lunes a viernes)

    Aquí se les asigna a los jóvenes una pautada actividad física (ir a clase, estudiar, cumplir con un horario, organizar las semanas...) que les sirve de base real sobre la que desenvolver su vida a lo largo de su carrera académica. Esta identidad proporciona títulos de crédito posteriormente negociables en el mercado de trabajo. Esta identidad presta el servicio más importante, que es conectar a cada joven con sus mismos, vinculándose a la amistad, compañerismo y a la ayuda mutua. Lo más valioso que se extrae de las instituciones académicas es la adquisición de relaciones de reciprocidad con los compañeros de estudio. De esta identidad se extrae a veces, amor y aventura, y siempre amistad fraternal.

      • Por otro lado, durante los fines de semana se disfrazan, tomándose toda clase de libertades privadas.

    Identidad relacionada con la anterior, ya que las relaciones de amor y amistad se establecen casi siempre sobre la base de la actividad social desarrollada como estudiante.

    Aquí se refiere a la serie de transgresiones rituales (son más imaginarias que reales) que despliegan los jóvenes con festivo entusiasmo.

    De este apartado destacar una idea fundamental, lo joven ha logrado conquistar un enorme prestigio ante los medios de comunicación.

    Así, el servicio que brinda la cultura juvenil es proporcionar a los jóvenes una identidad positiva de recambio que parece apropiada, específica y muy definitiva: socialmente aprobada, en la que se reconocer y con la que se identifican.

    • Cuando el joven participa en la cultura juvenil está interpretando personajes rituales ante un público de espectadores (no son los adultos, sino sus iguales) cuya atención espera captar. En realidad juegan a representar papeles para aprender a construir sus identidades provisionales enfrentándose a encrucijadas decisivas.

    • Relación con el modelo analítico del yo múltiple (capítulo II) pues los jóvenes siempre están girando su noria de yoes sucesivos, alternantes y divididos hasta agotar sus identidades.

    • La ficticia identidad que representan los jóvenes les sirve para enfrentarse dramáticamente a los demás, marcando distancias o vínculos que busca mantener con ellos: seducción, antagonismo, fraternidad. Aquí tienen lugar los encuentros más decisivos de todos, denominados como encrucijadas vitales (por ejemplo el de enamorarse, elección de carrera...) Estas encrucijadas ponen en tela de juicio la propia identidad que se está construyendo.

    • Atravesando estas encrucijadas, sea con fracaso o con éxito, es como los jóvenes comienzan a madurar, adquiriendo su definitiva identidad. Se pone fin al proceso de transición juvenil.

    Terminaré diciendo que la etapa de la juventud ya no es un episodio que termina de golpe y desaparece para siempre.

    La frontera entre juventud y edad adulta se hace borrosa, disolviendo la demarcación que hasta hoy las separaba, simbolizada por ritos como el matrimonio, hoy en declive.

    Por eso apenas quedan diferencias entre los estilos de vida de los jóvenes solteros y los adultos separados, cuyo peso crece cada día. La edad adulta ya no es la predestinación natural de los jóvenes; pasa a ser la continuación de la juventud por otros medios. Y por eso la juventud también se transforma.

    VII. EDAD ADULTA. La carga de responsabilidad.

    Hacerse adulto implicaba tener que cambiar de imagen.

    El matrimonio representaba la frontera de separación entre la juventud y la edad adulta.

    Ahora se valora más en los adultos la libertad de expresión personal, y ya no se estila parecer rígido e inflexible, por miedo a resultar demasiado mayor. Y sobre todo ya no es nada fácil distinguir entre solteros y casados, pues todos quieren aparentar un aspecto juvenil.

    No es de extrañar, que ahora se prefieran las uniones informales de hecho. Como consecuencia de esto, la nupcialidad está cayendo en picado. Y hasta tal punto es así que ya se comienza a hablar de la familia posconyugal (nacimientos extramatrimoniales)

    Hay una obsesión por parecer joven, y a ser posible soltero, que afecta a todos los adultos de ambos sexos.

      • Entre las mujeres se agudiza la propensión a rejuvenecerse, dado que han de manifestarla con imagen.

      • En los hombres esta compulsión influye en los gestos, las actitudes y el trato personal, que continúan remendando la franqueza juvenil del hombre de acción, el deportista o el hombre libre.

    Gil Calvo se pregunta: ¿por qué otorga nuestra sociedad tanto prestigio a la juventud? Parece que la edad de la juventud no es la más admirable o envidiable de todas, ya que los jóvenes carecen todavía del poder social para convertir sus juegos en realidad. Como en nuestra sociedad el poder está monopolizado por la edad adulta, una posible explicación sería que los adultos se hacen jóvenes para realizar los deseos que no pudieron cumplir en su juventud.

    Los adultos actuales se comportan como si deseasen prolongar su juventud indefinidamente, resistiéndose a cruzar la puerta de la edad adulta.

    En verdad, los jóvenes se transforman en adultos precoces y los adultos se convierten en jóvenes tardíos, pues continúan manteniendo el mismo estilo de vida. La razón no es sólo cultural, sino mera cuestión de prestigio o de imagen y además estructural: es la propia realidad social la que está obligando a los adultos a comportarse cada vez como jóvenes. ¿Por qué? Pues porque como el horizonte biográfico de los adultos les destina a tener que cambiar de empleo y de pareja en cualquier momento, lo adaptativo para ello es comportarse como jóvenes, dado que la juventud es la etapa en que se aprende a buscar empleo y a buscar pareja.

    Según nuestro autor, hacerse adulto consiste tanto en hallar empleo definitivo para iniciar una carrera laboral como hallar pareja definitiva para iniciar una carrera familiar. Pero hoy se intuye que lo más probable es que los empleos y las parejas se perderán más pronto o más tarde, obligando a buscar de nuevo, tanto trabajo como cónyuge.

    Ya no existe ninguna seguridad cierta de que los empleos o las parejas vayan a durar toda la vida.

    Se podría pensar que la juventud se ha convertido en el núcleo de toda biografía moderna: como gran modelo a imitar. Esto supone una contradicción, pues sigue habiendo una clara división social entre una edad y otra, y la jerarquía entre ambas sigue favoreciendo a la edad adulta.

    Antes, en el antiguo régimen, todos los puestos sociales, tanto los elevados como los subalternos, eran propiedad familiar y se transmitían por herencia sucesoria.

    Pero esto ya no sucede así desde que el sistema de herencia familiar fue sustituido por el mercado de trabajo. Ahora no se depende de la propiedad hereditaria sino de los ingresos personales obtenidos por el trabajo.

    No cabe duda alguna de que, hoy en día, la edad cumbre, la que goza de mayor poder, influencia y autoridad, es la edad adulta. Son los adultos quienes hoy ejercen el poder en nuestra sociedad, tomando las más importantes decisiones políticas, económicas y familiares.

    Hasta hace poco, la juventud era la edad más estratégica, pues en ella se decidía todo el curso posterior de la biografía anterior. Pero ahora ya no es así: hoy, el nudo argumental de la vida reside en la edad adulta.

    En definitiva, la línea de demarcación entre jóvenes y adultos continúa siendo la carga de responsabilidad. Ser un adulto responsable significa estar personalmente comprometido con un trabajo y también quizá con una familia.

    Por último señalar algo de interés; dos aspectos importantes con respecto a lo anterior:

    • Por un lado, cada vez es menos frecuente la carrera tradicional. Aparece una gran variedad de trayectorias heterogéneas. La necesidad del trabajo se está transformando. Existe un incremento de movilidad laboral. Y lo que ya cabe notar son los efectos de esta movilidad de carrera sobre la responsabilidad familiar.

    • Por otro lado, el cambio biográfico al que asistimos es tan profundo que se está produciendo una auténtica metamorfosis de la identidad personal. Por tanto, la tarea de educar a los hijos también ha de cambiar de una forma radical. Los padres deben prepararles para que aprendan por anticipado a cambiar de identidad de por vida al compás del cambio social. Por ello, tendrán que lograr que sus hijos adquieran una identidad dúctil y flexible, capaz de adaptarse a su previsible cambio biográfico.

    IX. ENVEJECIMIENTO. El testamento moral.

    Este capítulo nos trata de explicar que más pronto o más tarde, todas las personas se plantean en un momento u otro la evidencia de que ya ha comenzado lo que se podría llamar el declinar de su vida: envejecimiento.

    Gil Calvo dice que el instante exacto en que se cruza este umbral es muy fácil de averiguar en el caso de las personas con ocupación estable. Como están obligados a cumplimentar cada año su declaración de la renta, siempre saben cuántos ingresos obtienen de su trabajo personal, y por eso enseguida advierten cuando les llega su mediodía biográfico, momento que coincide con el año en que ingresan una cifra mayor de rentas del trabajo. Sin embargo, muchas personas no cuentan con la presencia de la declaración de la renta, y su bajo nivel de ingresos y su dependencia económica les exime de la obligación de presentarla. Es el caso de los inactivos, los parados, los hombres con empleo precario y también las mujeres que no disponen de trabajo remunerado.

    A partir de dicho umbral comienza la segunda mitad de la vida. Este segundo ramal se vive de forma diferente al primero; quizá melancólica, a veces deprimente, equívoca...

    Lo cierto es que el temido envejeciendo siempre te coge desprevenido, pues nadie aprende a prepararse para la desesperanza.

    Mencionada segunda mitad, se caracteriza por la pérdida progresiva de todas las responsabilidades, tanto laborales como familiares. El acontecimiento positivo es, por supuesto, la jubilación, ya sea anticipada o forzosa. Pero para quien no dispone de empleo estable y, por tanto, no puede jubilarse, existen otros episodios biográficos no menos significativos, como la viudedad o el definitivo abandono del hogar progenitor que por fin realizan los hijos tras emanciparse. Tales pérdidas vienen acompañadas de otros ceses fisiológicos, como por ejemplo la menopausia, la impotencia eréctil o los problemas de salud corporal. Y en todos los casos, el envejecimiento dispara un morboso y a veces letal miedo a la edad.

    La crisis del envejecimiento se ha convertido hoy en una de las más cruciales que atraviesan toda biografía.

    En las condiciones de vida moderna existen 3 factores personales que permiten mantener bajo control el proceso de envejecimiento:

  • Dieta alimenticia.

  • Sistemático ejercicio activo.

  • Tecnología médica.

  • Hoy en día el promedio de vida es de 80 años, afectando por igual a todas las clases sociales. Y si hoy se aprecia tanto a la infancia es porque los niños escasean. Y si se devalúa tanto a la vejez es porque los viejos abundan.

    Es por todo esto que se ha creado una nueva clase de edad que engloba a los mayores de 80 años: es la llamada cuarta edad (ancianos dependientes incapaces de valerse por sí mismos y privados de autonomía) Pero hay otros que continúan viviendo bastantes años y en buenas condiciones físicas, hasta el punto de que ya comienza a hablarse de la próxima revolución de los centenarios, cono mueva clase de edad abanderada del futuro.

    Por desgracia, si hoy las personas temen a su proceso de envejecimiento no es por el miedo de la vejez corporal, sino porque saben con seguridad que cada vez serán más discriminados. Es a lo que se refiere Gil Calvo como envejecimiento civil o social. La sociedad les margina y les excluye y la justificación para hacerlo es (como siempre) puramente económica.

    Pero más pronto o más tarde los mayores reaccionarán, resistiéndose a aceptar que se les siga discriminando. Es lo que ya comienzan a hacer los llamados nuevos viejos: llenos de autoestima y orgullosos de serlo, que reivindican un nuevo trato en las relaciones con el resto de la sociedad.

    Nuestro autor piensa que la discriminación hacia esta etapa es una falacia por 3 razones:

      • Primera y ante todo porque la protección de los mayores es un derecho adquirido (pensiones contributivas consolidadas tras años de cotizar a la Seguridad Social)

      • El gasto social destinado a las personas mayores se reinvierte en el circuito económico a través de la demanda agregada vía incremento del consumo.

      • Si no trabajan es porque no se les permite seguir activos.

    Si la juventud es la edad inactiva que se sitúa antes del umbral que abre paso a la actividad adulta, la vejez es la edad inactiva situada después de haber salido por la puerta que cierra definitivamente la actividad adulta.

    Por un lado, sería importante señalar las curiosas coincidencias entre jóvenes y viejos, al compartir el mismo fundamento material de su común falta de actividad:

    • Ambas edades duran prolongados períodos de tiempo (aproximadamente 15 años)

    • No se ejerce ninguna actividad productiva.

    • No se asumen compromisos, responsabilidades ni cargas familiares (porque aún no existen o porque ya no existen)

    • Se dispone de todo el tiempo libre para dedicarlo a actividades de ocio.

    Por otro lado, más allá de su aparente simetría especular, difieren en casi todo lo demás:

    • La primera gran diferencia es material u objetiva. Los jóvenes cuentan con su propio rol activo y funcional que ejercer, que es dedicarse a desarrollar sus estudios. Y en cambio, los mayores carecen de cualquier rol propio.

    • La otra gran diferencia es cultural o simbólica. Los jóvenes se caracterizan, al igual que los viejos, por su pérdida de identidad. Si los adolescentes se duelen por haber perdido su identidad familiar originario, los viejos se duelen tras perder su pasada identidad adulta. Pero los adolescentes resuelven con éxito su momentánea pérdida, en cambio, las personas mayores no lo consiguen casi nunca.

    La definición oficial de vejez es inequívocamente negativa, es una falsificación, pues sólo está hecha de estereotipos peryorativos: muerte, patología, pobreza, enfermedad, ruina, miseria, inutilidad, degradación, demencia...

    Según Gil Calvo los nuevos viejos serán el cambio generacional, que se anuncia para un próximo futuro. Estas nuevas generaciones de viejos estarán mucho más escolarizados y no se dejarán reducir a la condición discriminada de viejos-objeto.

    Este siglo que ahora comienza creará otra revolución biográfica, que consistirá en la invención de la vejez (o en la reinvención de una nueva vejez) Esta invención deberá cumplir ciertas características:

      • Previa invención de un rol específico.

      • Inventar una nueva cultura de la madurez y el envejecimiento, socialmente aprobada y dotada de prestigio para que las personas mayores puedan identificarse con ella y ser reconocidas por los demás en términos positivos.

    Para Gil Calvo el principal problema a resolver es el de combatir, neutralizar e invertir los actuales estigmas y estereotipos que se atribuye a los viejos.

    En realidad, se trata de lograr que los nuevos viejos rompan con el actual paternalismo medicalista que los trata de reducir como a irrecuperables menores de edad. Es decir, lograr que se emancipen hasta conquistar plena autonomía personal. Esto se consigue con mucho sentido del humor (terapia de la risa, el chiste y la ironía han demostrado con sus sarcásticos juegos de palabras, que son la mejor forma de socavar las etiquetas que refieren los lazos de dependencia)

    En lugar de abandonar a los mayores para que se las compongan solos, basta con ayudarles a reconstruir su entusiasmo vital (aquí se propone una nueva cultura y esa propuesta de nuevo rol específico) Es curioso, pero cada vez hay más personas mayores que participan en toda clase de asociaciones filantrópicas y actividades de voluntariado cívico; que vuelven a estudiar (universidades de la 3ª edad, que cada vez proliferan más)

    Por último y como resumen de todo lo anterior, Gil Calvo propone un rol especifico que sólo las personas mayores podrían realizar: reconstruir y relatar o escribir su propia autobiografía, a fin de poder ofrecerla como testamento moral a todos quienes les rodean. Si los mayores pueden narrar su autobiografía es porque se posa un sentido inmediato como es que hay que haber vivido una vida para poder contarla.

    La única edad que puede conocer el desenlace de la vida es la vejez. Y ese desenlace ha de crear un sentido. Y por eso es sólo al final de la vida cuando resulta posible ordenar los hechos vividos con algún sentido cognoscitivo:

    • Identificar el sentido final que ha tenido la propia vida, una vez vivida al completo.

    • Tomar la palabra para ofrecérsela a quienes nos rodean es la forma más digna de concluir la propia vida: reivindicar el reconocimiento de la propia identidad que los demás nos deben.

    VI. LA MÚSICA. El ritmo de la memoria.

    La música, junto con la moda y el deporte, forma la principal seña de identidad colectiva que define a la juventud. La música dentro de la subcultura juvenil puede ser atribuida a que consumirla reiteradamente permite organizar a corto y largo plazo el lapso biográfico que dura el proceso de emancipación juvenil.

    El uso de la música como sincronizador del tiempo libre a lo largo del curso de la vida, no es privativo de la juventud, pues en realidad se extiendo a todo lo largo y lo ancho del itinerario biográfico. Desde la cuna a la tumba, todas las sucesivas etapas vitales poseen su propio acompañamiento musical, que se graba sin querer en la memoria para ser después recordado con nostalgia y placer a edades posteriores. Gil Calvo afirma con fundamento que la memoria musical de cada uno marca el ritmo de su propio curso vital.

    Cada persona almacena en el recuerdo su propio repertorio de gustos musicales, cronológicamente clasificados por orden de aparición y aprendizaje. Es un calendario musical en el que se programa nuestra biografía por fechas señaladas que significaron un crucial punto de inflexión en la vida: enamoramiento, cortejo, declaración de amor, noviazgo...

    Cuando de mayor se pide definir los gustos en materia de música, se suele aludir a la década en que se te paró ese reloj musical, pues las músicas que entones amaste son las que tienes mejor impresas en la memoria de tu propia identidad.

    Gil Calvo distingue 2 formas divergentes de analizar el hábito musical:

    • Ante todo, la escucha de música puede entenderse, en términos pasivos, como mero reflejo condicionado por la posición que se ocupa en la sociedad. Así, según cuál sea tu edad, sexo, nivel de estudios, ocupación y clase social, así habrá de ser, en consecuencia, tu gusto musical. Este semejante determinismo sociológico no se cumple con detalle en cada persona individual, pero sí a grandes rasgos. Ahora bien, esta visión determinista condena a la gente a comportarse como autómatas pasivos y conformistas, condicionados como están a reflejar su posición de clase, de sexo y de edad. Gracias a la música, la gente se siente más viva y más libre.

    • Frente a esta visión reduccionista de la música, cabe oponer otra concepción mucho más activa y creadora, más dinámica y subjetiva, entendida en términos de libre elección personal. Frente al realismo social, está la música como algo abstracto, separado y apartado de la vida real: una forma de expresión inmediata y directa, no representativa ni imitativa, y alejada por ello de cualquier descripción objetiva de la realidad (románticos) Esta segunda dimensión romántica de la música, que la entiende como voz de la identidad, y que está contrapuesta al anterior realismo social que la Ilustración exigía de la música, es de la que habla Gil Calvo.

    Nuestro autor nos dice que a cada posición ocupada en la estructura social le corresponde su respectivo equipamiento de capital cultural o gusto estético. Por eso se puede decir, sin temor a equivocarse, que los gustos culturales reflejan y reproducen la estructura social vigente, en el doble sentido de que su distribución es socialmente representativa y de que, además, su práctica reproduce la división en clases sociales.

    Conforme las personas cambian de posición al cambiar de edad, también cambian en consecuencia de gustos culturales, determinados por la división en clases de edad. Así es como se puede reconocer una determinada biografía cultural. Y dicha biografía cultural no hace más que reflejar y reproducir la biografía estructural que cada persona va trazando con su propia vida, conforme se van ocupando posiciones y desempeñando roles al desarrollar una precisa trayectoria en la estructura social.

    En suma, según cuál sea tu identidad, así será tu música, entendida como la voz que la expresa. El gusto musical reproduce la identidad poseída, que así se estabiliza y no cambia. Pero si la identidad se mantiene intacta, también habrá de hacerlo el gusto musical que la refleja. Así se reduce el gusto musical a un mero refuerzo conformista de la propia identidad, destinado a unirla y conservarla.

    Lo cierto es que el uso reflejo de la música resulta ciertamente placentero, consolador, gratificante y hasta hedonista, dado que permite a sus usuarios reforzar la propia identidad adaptándose con éxito a la posición que ocupan. Por eso este uso reflejo de la música puede ser entendido como una válvula de escape que permite evadirse de la dura realidad.

    Pero, afortunadamente, la música es algo más que un mero reflejo de la estructura social. La amistad, la cooperación, la solidaridad, el amor, la fraternidad; todas esas relaciones interactivas pueden ser estratégicamente activadas o transformadas mediante la música.

    En definitiva, la música es un medio de relación estratégica con los demás, que te permite tanto unirte a los otros como distanciarte de ellos, estableciendo relaciones de alianza, emparejamiento, desafío o rivalidad. Y eso lo hace la música no sólo en términos personales, sino también en términos colectivos.

    La música que gusta actúa como una voz interior que resuena en la memoria y permite rememorar aquella otra persona que eras cuando la escuchaste por vez primera, o cuando casi sin querer se aprendió de memoria, asociando a su recuerdo aquellos hechos y personas que marcan tu propia historia. Así, escuchando la voz musical de nuestra identidad, podemos comunicarnos con nosotros mismos, volviendo a ser los que fuimos antes y queriendo seguir siendo, una y otra vez, los mismos que ya fuimos y que querríamos volver a ser.

    La música no sólo expresa la continuidad de nuestra biografía (el tú mismo que sigues siendo) sino que también expresa además lo opuesto: el cambio, la discontinuidad biográfica (lo que fuiste y ya no eres, porque lo has dejado de ser). De hecho, la música ayuda a cambiar, y por eso expresa las rupturas de la continuidad vital. Desde niños se inicia una carrera de cambio de gustos musicales, desde los más simples e infantiles hasta los más complejos, variados y adultos: carrera biográfica trazada por el itinerario de emancipación personal.

    La hipótesis que propone Gil Calvo en este libro es: la experimentación estratégica ya no es una característica exclusivamente juvenil, sino que ahora se extiende hasta la edad adulta.

    Termino diciendo que la música no puede imitar a la vida, no puede reflejar la realidad, como sí lo hacen las palabras, la escritura. Puesto que la música no significa nada, tampoco puede referirse a la realidad social, como lo hacen los textos literarios, cuyo significado sí se refiere a la realidad.

    VIII. EL AMOR. Pasión, generosidad y nobleza.

    Comenzaré el resumen de esta parte con la pregunta que realiza Gil Calvo de: ¿cómo logran los adultos actuales con responsabilidades familiares a su cargo mantener el orden familiar? Ya no lo hacen infundiendo temor a sus hijos, como antes, sino que ahora lo hacen demostrándoles su amor por medio de regalos gratuitos o dones suministrados: les pagan sus estudios, les costean su emancipación y les buscan contactos e influencias, a fin de ayudarles a colocarse. Pero sobre todo les entregan desinteresadamente a sus hijos el don más valioso, que es el amor paterno y materno, como condición que resulta necesaria y suficiente para poder adquirir y desarrollar la propia identidad personal de los hijos así queridos. ¿Por qué? El por qué se irá viendo a lo largo de este capítulo.

    Gil Calvo se centra sólo en la institución del amor (en lugar de emoción o sentimiento). Se basa en la definición de instituciones que proporciona Mary Douglas. Se trata, pues, de toda forma de pensamiento que convenza a las personas para que cooperen y sean solidarias, en lugar de tratar de aprovecharse unas de otras con oportunista cinismo.

    Por eso el amor es la antítesis del trabajo, al que se opone como el blanco al negro. Es verdad que no siempre sucede así, pues hay personas que logran amar el trabajo con el que se identifican, fundiendo sus dos identidades, laboral y amorosa, sin contradicción aparente.

    Y es que trabajo es todo aquello que haces sólo por necesidad, con lo que te ganas la vida y por lo que obtienes un premio (como al cobrar un salario) o evitas un castigo (como al obedecer cumpliendo trabajos forzosos)

    Hay que destacar aquí lo que dice nuestro autor: el amor tiene una radical importancia; e permite a uno mismo identificarse con otras personas distintas de sí. El amor es el invento cognitivo más perfecto de todos, pues nos permite pensar que somos los otros a quienes amamos, ya que nuestra identidad coincide y se identifica con ellos.

    Saberse amado y saber que se ama confiere una identidad mucho más valiosa y excepcional, literalmente incomparable con la identidad ordinaria. Por eso Weber identificó el amor con la fuente del carisma, entendido como el valor absoluto de la gracia extraordinaria. Pues bien, eso es lo que sucede al caer bajo el dominio del amor: acceder a un territorio sagrado donde la propia identidad renace y se transfigura, dando lo mejor de sí. Por eso mismo, el amor equivale a un acto de donación mutua.

    El amor, como sucede con tantas otras instituciones, es una invención aristocrática.

    Toda persona desea conducirse y gobernarse a sí misma dando lo mejor de sí, construyendo para ello la mejor identidad que logre desarrollar.

    El proceso de construcción histórica de la ideología amorosa no se produjo de un solo golpe, sino que precisó siglos de cambios que sólo se condensaron en el siglo XVIII, cuando por fin se inventó el mito novelesco del amor romántico.

    Gil Calvo piensa que cabe reconocer que el concepto de amor se está transformando. Es verdad que la gente se sigue enamorando y queriendo buscar pareja. Pero el amor ha experimentado una metamorfosis sustancial.

    Lo determinante es que, como consecuencia del auge del divorcio: ahora el amor ya no dura indefinidamente, y nadie piensa al enamorarse que ha encontrado el amor de su vida. Hoy las personas cuentan desde el principio con la posibilidad de que su amor acabe en cualquier momento. Y esta previsible falta de constancia que tiene el amor, incrementa todavía más el riesgo de separación.

    Gil Calvo también se pregunta ¿por qué sigue la gente deseando amar, y se expone una y otra vez a emparejarse, arrastrando el riesgo de sufrir más pronto que tarde los probables efectos perversos del futuro desamor? A lo que responde que, si las personas quieren amar es porque saben por experiencia, conocen por informaciones ajenas o adivinan por intuición, que el amor es el mejor cemento del yo. Amar permite proyectar en un solo foco externo el centro de control de la propia identidad, pues el que alguien ajeno reconozca en ti la persona más valiosa con la que quiere identificarse refuerza poderosamente la autoestima, colmado el orgullo personal. Mientras el amor romántico inventado en la modernidad temprana era un gran constructor de familias, este nuevo amor contingente que ahora se está reinventado en la modernidad tardía puede ser un grave destructor de la familia.

    Por último y no menos importante, decir que al amar se corre el riesgo de desencadenar otras consecuencias mucho más graves y perversas, como puedan ser el peligro de renunciar a la autonomía personal o el de abusar de los demás, violando, o dejando de respetar al menos, sus derechos sociales. Ésta es la peor cara del amor, en cuyo nombre se cometen crímenes, abusos y bajezas.

    X. LA PALABRA. El vicio más sagrado.

    Para reconstruir una biografía o una autobiografía, habría que redactarla no de forma singular y personal sino en términos colectivos, de manera plural o coral, lo que la haría mucho más compleja. Además existe otro problema adicional, que es el de la narratividad, que es en lo que se va a centrar Gil Calvo a lo largo de este capítulo.

    Un relato es una sucesión de hechos narrados: una relación de los acontecimientos que se van sucediendo. Estos hechos se presentan de forma lineal pero discontinua: primero uno, luego otro, después el siguiente, y así sucesivamente. Por tanto, el problema narrativo es el cómo enlazar o hilar entre sí los hechos narrados, creando la ilusión de la continuidad. De esto se encarga el llamado argumento. Así, en una fase dada, cada hecho se deriva del anterior. Y en el conjunto del relato entero, el desenlace ha de deducirse lógicamente de todos los hechos narrados antes. Los argumentos son explicaciones lógicas: series de razones causales que concatenan los hechos narrados por relaciones de causa a efecto. Cada uno de los hechos narrados debe contribuir por orden a justificar por anticipado el desarrollo del argumento hasta su desenlace final.

    En la vida real, las vidas auténticas son también una sucesión de acontecimientos inconexos, pero en su encadenamiento cronológico no hay ninguna necesidad histórica, que exija que cada episodio se deduzca lógicamente del anterior, no que determine tampoco que la vida entera haya de desarrollarse con rigor y coherencia a partir de sus antecedentes iniciales.

    Es verdad que en cada uno de los instantes de una vida todo resulta posible porque el futuro siempre permanece abierto.

    La humanidad inventó la palabra para poder atribuirle a la vida un sentido verbal de la que por sí misma carece. Gracias al poder de la palabra, los seres humanos pueden reconstruir sus vidas creyendo encontrar en ellas algún sentido creíble.

    Los seres humanos somos compulsivos productores y voraces consumidores de palabras, ya que gracias a ellas logramos controlar la absurda contingencia de nuestras vidas, reduciendo su impredecible incertidumbre vital. El sentido de la palabra es ficticio, sólo son palabras, meros dichos, y nunca hechos reales. Pero gracias a la magia del verbo las vidas parecen comprensibles, pues por ese ficticio sentido verbal las biografías se hacen inteligibles. Por mucho que cambie a nuestro alrededor el entorno, siempre logramos conjuntarlo a fuerza de palabras, porque el lenguaje es con la familia la otra gran institución natural que permitió a los seres humanos enfrentarse al cambio ambiental, superando su dependencia de la necesidad biológica.

    ¿Para qué sirve la palabra? Para lo que a Gil Calvo le interesa, la palabra sirve para proporcionar sentido a la vida humana creando y reconstruyendo identidades personales a la vez flexibles y persistentes, que logran perdurar a lo largo del curso vital.

    Dicho autor da mucha importancia a que en la vida real, las metáforas, son la materia prima de la que están hechas las cadenas verbales y letradas, ya sean éstas orales o escritas.

    En suma, el discurso verbal, tanto hablado como escrito, es una metáfora del curso vital al que se refiere dotándole de sentido. De este modo, las frases orales o escritas permiten describir y explicar, narrativamente, el comportamiento humano.

    Gil Calvo distingue que:

    • La oralidad del habla exige unidad de espacio y tiempo. Permite tener un control actual, instantáneo o inmediato sobre la corriente de nuestro comportamiento, cuyo flujo regulamos en tiempo real. Exige improvisación y mucha espontaneidad. Y semejante naturalidad sólo se consigue tras haber interiorizado en nuestra memoria latente el hábito automático de conversar.

    • En cambio, la escritura permite romper la unidad de espacio y tiempo, causando efectos aplazados a distancia. Permite detenerse a pensar eligiendo cuidadosamente las palabras a emplear y el estilo literario de su redacción (por ejemplo al escribir una carta). Aquí ya no hay naturalidad espontánea, pero a cambio se puede afectar a personas muy alejadas en el espacio o en el tiempo (cuando seamos mayores y leamos algún texto nuestro, como un diario)

    Pues bien, esta distinción que hace el autor entre oralidad y escritura permite entender muy bien los dos modos distintos que tenemos de conducir nuestra propia vida mediante el uso de la palabra:

      • Por una parte la vamos regulando a corto plazo mediante la memoria automática suministrada por ritos verbales de naturaleza oral, fundamentalmente la conversación y el pensamiento corriente, también mediante otros ritos verbales o letrados de corto efecto instantáneo (rezos, chistes, poemas, cantos...) y ahora también con el uso de la comunicación de masas: prensa y demás medios audiovisuales (radio, televisión, Internet) = nueva oralidad digital. De hecho, estos ritos verbales de ciclo corto parecen mucho más adecuados para describir las nuevas vidas.

      • Y, por otra parte, la regulamos también a largo plazo mediante la memoria reflexiva proporcionada por ritos discursivos de naturaleza escrita y duraderos efectos permanentes aplazados en el tiempo. El más importante de estos ritos de largo recorrido es la lectura personal, sobre todo cuando es sistemática y acumulativa en el tiempo.

    Ambos hábitos reflexivos, la lectura y la escritura, proporcionan a quienes los practican una memoria de anticipación que les permite programar con éxito y planificar de antemano el curso futuro de su vida, previniendo por adelantado las consecuencias imprevistas de los acontecimientos por venir.

    Ambos mecanismos reguladores resultan importantes por igual, combinándose entre sí de forma variable según tiempo y lugar.

    En todo caso, lo cierto es que la oralidad es universal, mientras que la escritura es un invento reciente. La conversación oral es la matriz de la que procede todo lo demás. A través de la oralidad es como se crea y desarrolla la identidad personal. La oralidad permite poner a la gente en su lugar, definiendo y reforzando su identidad. Pero también se la puede transformar.

    Gil Calvo opina igual que Bourdieu, hace falta tener sentido del humor para poder sobrevivir y soportar la vida.

    De hecho, el ritual de la palabra, tanto verbal como no verbal, y tanto oral como escrito, es uno de los más eficaces para poder regular y controlar el impredecible torbellino del flujo vital.

    En cualquiera de los casos, lo cierto es que el ascenso de la lectura como imperativo social parece haberse detenido, si es que no ha comenzado a decaer y declinar. Por tanto es importante decir aquí que el cambio biográfico que viene analizando Gil Calvo en este libro se ha reflejado también en la metamorfosis del hábito lector.

    Las vidas escritas, para poder ser leídas con interés, no sólo precisaban legibilidad sino además verosimilitud. Con esto quiere decir nuestro autor que, para parecer tan lineales como los relatos, las biografías precisan tener alguna clase de estructura lineal.

    XI. CONCLUSIÓN. Hacia un pluralismo personal.

    Gil Calvo opina que debemos descubrir y revelar nuestro yo latente, desarrollando y cultivando sus capacidades ocultas. Proyecto que cumplimos a lo largo de una camino vital en el que nos hacemos a nosotros mismos. Y para ello contamos con ciertos agentes sin los cuales no podríamos avanzar: padres y madres, amigos y hermanos, parejas y amantes. Pero nadie puede vivir nuestra vida y por eso, somos nosotros los que tenemos que cruzar nuestras propias encrucijadas biográficas, ya sea que lo hagamos por propia elección, al azar o que vengan impuestas por necesidades. Y eso hace que la trayectoria que vamos trazando sea personal, irrepetible, única y singular.

    En todo esto debemos tener en cuenta que, si las identidades se van transformando es por el efecto del presente cambio social. Por tanto, la propia identidad ideal ha de ser flexible, si quiere adaptarse y adelantarse al cambio social.

    Pero hace falta aprender a cambiar sobre la marcha para seguir manteniendo el control sobre nuestra continuidad vital.

    Y en cuanto al pluralismo personal, Gil Calvo se refiere al incremento de la capacidad de cambio personal que exige multiplicar el pluralismo de la propia identidad. En este pluralismo personal influyen muchos factores: amor, trabajo, familia, movimientos sociales, nuevas redes de comunicación... Multiplica la contradictoria variedad de los sucesivos compromisos laborales y amorosos.

    Terminaré diciendo que el futuro destino personal de cada uno es abierto e indeterminado, sin que haya una posibilidad de prevenirlo por adelantado. Es decir, que el futuro sea incierto significa que está abierto a todas las posibilidades, entre las que se incluyen no sólo riesgos sino también nuevas oportunidades de éxito. Y todo ello debido al nuevo pluralismo personal citado anteriormente.

    OPINIÓN PERSONAL:

    En primer lugar tendría que decir que me ha parecido un libro de lo más interesante. Es verdad que estamos ante unos cambios vertiginosos que están acelerando nuestra historia y que además, están revolucionando el entorno cotidiano en el que nos encontramos y comienzan sobre todo a afectar a la estructura biográfica del camino de nuestra vida.

    A pesar de todos estos cambios, la gente termina adaptándose y cambia, guardando su propia identidad.

    En la sociedad tradicional, el ritmo del cambio era muy lento. Como sabemos la Revolución Industrial cambió ese estado. Las causas de este cambio las conocemos lo suficiente: globalización, nueva economía, tecnologías de la información y la comunicación, revolución digital...

    En apenas 15 años hemos pasado por unos cambios tecnológicos que han influido y están influyendo en nuestra vida de forma muy directa. Hemos asistido a unos cambios muy profundos: familiares, productivos, sociales (especialmente los demográficos)...

    Cómo construimos nuestras biografías es un libro que nos ofrece un análisis de los cambios biográficos inducidos por la extrema movilidad personal. Para ello recorre el itinerario completo de la vida de las personas, de la cuna a la tumba, a través de las etapas vitales o edades constitutivas que anteriormente se han resumido: infancia, juventud, edad adulta y vejez. Por supuesto señala los ingentes efectos que el cambio biográfico está produciendo sobre la propia identidad, obligándola a transformarse para adquirir geometrías complejas, imprevistas o inéditas.

    Es verdad que la experiencia biográfica demuestra que la identidad es algo vulnerable: a veces creemos poseerla con firmeza, otras veces dudamos entre identidades opuestas (sin saber quiénes son en realidad) La identidad varía según las circunstancias, adoptando una indefinida plasticidad. En determinadas etapas de nuestra vida somos más vulnerables que otras. Esa plasticidad es una característica de los niños pequeños. Y por supuesto, tengo que decir que nuestro cuerpo es el sujeto agente de nuestra propia identidad.

    Dichas identidades se establecen a partir de representaciones mentales, que son ideas y conocimientos elaborados por los grupos, quienes crean colectivamente reglas, justificaciones, creencias y conductas que comparten y los diferencian de otros grupos. Con estas representaciones lo que hacemos es, por un lado ayudar al individuo a dominar y darle sentido a la realidad, y facilitar la comunicación. Pero también influye el entorno que nos rodea, la cultura, en definitiva la sociedad a la que pertenecemos.

    Nuestras biografías son nuevos relatos vitales, que no son lineales, sino más discontinuos y sobre todo más libres, abiertos y plurales.

    Por lo tanto, en este libro pueden estudiarse además de, los principales cambios en la vida que se producen en las sucesivas etapas de nuestra trayectoria vital, conceptos como el cuerpo, la libertad, la música, el amor y la palabra que afectan a los contenidos de estas diferentes etapas y los que usamos para desarrollar las mismas.

    En segundo lugar y desde un punto de vista técnico me parece un libro muy útil aunque un poco difícil. Difícil porque hay algunos conceptos muy complicados o simplemente yo no conocía, como por ejemplo el concepto de yo múltiple, las diferentes identidades citadas en el capítulo II (EL CUERPO)... Por otro lado, a lo largo del libro se citan a varios autores, unos conocidos (WEBER, BOURDIEU, ROUSSEAU, MARX...) y otros no conocidos (MARY DOUGLAS, JON ELSTER, CHARLES BAUDELAIRE...) por mí, claro está. La verdad es que he aprendido mucho con leer Nacidos para cambiar. Además del propio libro he tenido que manejar un manual de sociología, un diccionario de sociología y la Encarta. Gracias a esto no me ha resultado costoso. Si lees un libro y no entiendes conceptos o conoces a los autores que cita será imposible hacer una buena comprensión y luego tener un buen conocimiento de dicho libro y otras ideas.

    Gil Calvo utiliza muchas metáforas en este libro, que desde una óptica de pensamiento sencillo, fácil de entender y utilizando ejemplos, problemas y situaciones de la vida misma, explican el análisis de los cambios biográficos que se plantean en las etapas vitales de nuestra vida, de una forma amena y clara en su explicación.

    Este autor, en su libro, es abierto y ecléctico al utilizar el apoyo de varios autores, pero sobre todo nos enseña que la posibilidad de cambiar nuestro destino depende de que decidamos o queramos atravesar unas encrucijadas decisivas (trabajo, estudios, familia...) para nuestra vida futura.

    Resumiendo, me ha parecido un buen libro, quizá algo difícil como he dicho anteriormente debido al escaso nivel que poseo de sociología, aunque Gil Calvo se esfuerza por llegar a todos.

    En mi opinión, he de decir que he leído y releído este resumen para poder acortarlo algo más, la verdad me ha sido imposible. Creo que en este libro se dicen cosas muy importantes y que no podría pasar por alto. Igual puede parecer algo extenso y seguro que me he dejado algunos detalles, pero ahí está.

    Es algo propio de mí el finalizar mis recensiones con una “especie de moraleja” y es la siguiente:

    “Somos dueños de nosotros mismos y debemos avanzar en nuestra trayectoria vital. Debemos vivir nuestra propia vida en este cambio social y aprender a tener una identidad personal”

    Gil Calvo, 2001:11-12, 18-19.

    He seleccionado los más importantes.

    Según Weber si la identidad de una mujer se manifiesta en su imagen corporal, la identidad de un hombre reside en su trabajo. En ambos casos se hace un uso expresivo del cuerpo. Weber atribuía tanta importancia al oficio y la vocación profesional porque allí situaba la sede de la identidad masculina.

    Gil Calvo, 2001: 80.

    Gil Calvo, 2001: 80-81.

    Gil Calvo apoya toda esta explicación en la propuesta de Fernando Savater para definir el sentido de la ética. Gil Calvo, 2001: 81-82.

    Estas 2 condiciones suponen un paralelo en toda regla con las 2 características que permitieron coronar con éxito la invención de la juventud.

    Cuando hablamos de división en clases sociales podemos pensar en Marx.

    Gil Calvo, 2001: 189-190.

    A esto es a lo que Anthony Giddens ha denominado amor contingente (frágil, flexible y efímero) como sustituto actual del viejo amor romántico.

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    MAYOR CALIDAD = MAYOR SERÁ SU PRECIO




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