Sócrates, condenado a muerte por el Tribunal de Atenas, expone su discurso en defensa con la única arma de la VERDAD.
Sócrates en su discurso ante el Tribunal, hace entender que no es ningún sofista, sino que es un defensor de la verdad y que, a diferencia de los sofistas, él no intentará embaucar a los jueces del Tribunal mediante la perfecta retórica o la buena dialéctica, sino que expondrá la verdad tal y como ha sido sin mayor retórica.
Anitos acusa a Sócrates de forma injusta. Los comediógrafos de la época (Aristófanes por ejemplo, gran detractor de Sócrates) bajo el manto de la comicidad y movidos por la envidia despertada por el Gran Sabio, hacían distorsionar la realidad para sacar cargos en contra de Sócrates. También, Meletos lo acusó de entrometerse en asuntos ajenos e inducir a otros a actuar como él, la acusación oficial de Meletos fue: “Sócrates es culpable de corromper a la juventud, de no reconocer a los dioses de la ciudad, y por el contrario, sostiene extrañas creencias y nuevas divinidades”, sin embargo, Anitos, personaje de más peso, formalizó la acusación ante el Arconte-Rey, mientras que Meletos firmó la acusación y dio la cara, pero posiblemente su mayor detractor es Aristófanes, el comediógrafo más importante de la época, quien en sus comedias lo ponía de sofista.
La forma defensiva ante estos ataques de Sócrates era la de contar en su discurso con la verdad y verdad era que no era culpable de tales cosas contadas por Aristófanes y Meletos. Su punto a favor que defendía era el que él, a diferencia de los sofistas, no cobraba por enseñar, pues su enseñanza era por amor al arte y como tal, era incapaz de manipular a nadie para otros fines. Sócrates alega que su sapiencia es humana y que su acusación es debida a la envidia suscitada por su forma de ir contracorriente, por su forma distinta de pensar y su concepción distinta de valores. Para justificar esta sabiduría cuenta la historia de Querofonte (amigo y compañero de Sócrates), ya que éste fue al Oráculo de Delfos a consultarle su había alguien más sabio que Sócrates y contestó q ue no. Él reflexionó sobre ello;
Habló con todos los sabios que se proclamaban como tales, políticos. La conclusión fue que los que se proclamaban sabios eran, en realidad, los que más carecían de sabiduría.
De los poetas descubrió que no era su sabiduría lo que destacaba en ellos, sino su habilidad de escribir cosas bellas e inteligentes.
Se fue en busca de los artesanos y descubrió que, al igual que los otros, éstos se creían eruditos no sólo en su materia, sino en otras y eso echaba a perder toda su sapiencia.
Como resultado, vio que tuvo conflictos y enemistades y sacó en conclusión que sólo el Dios era sabio y que la sabiduría humana no tenía nada que hacer porque era una sapiencia inferior, pues la auténtica era la que ostentaban los dioses.
Sobre las acusaciones por inducir a jóvenes a hacer otros menesteres más que los suyos propios, alega que éstos lo hacían porque querían, sin que él nunca obligase a nadie. De estos jóvenes, surgieron algunos que le traicionaron, como Meletos, Anitos y Licón, lo que podría llevar por ello más peso en la acusación.
Sobre la acusación de Meletos de corromper a los jóvenes, Sócrates, magistralmente pone en evidencia a Meletos, dando a entender que a él realmente no le importan los jóvenes, sino acusar a Sócrates sin fundamento alguno y buscando alguna salida a tan ruin acusación. Meletos termina diciendo que induce a los jóvenes a pensar como él, es decir, a poner en duda a los dioses y a sustituirlos por otras divinidades nuevas. Éste saca en conclusión que sobre la existencia de los dioses Sócrates empieza a contradecirse, pero Sócrates da argumentos donde se expresan claramente sus ideas.
Así concluye diciendo que dejó bien claro que no es culpable, pero que sí que hay argumentos para la animadversión que detractores suyos sienten hacía él.
“El Tábano de Atenas” fue condenado y su conducta dentro de la cárcel y a la espera de su muerte fue intachable. Él, defendió en todo momento la verdad, sin mayor retórica ni maldad y buscando la justicia, no el interés personal, como los otros lo buscaban. Así, concluye diciendo que al matarle a él, no le matan realmente a él, sino que se matan a ellos mismos y a la propia justicia y bondad. Así, eso quedará en sus conciencias y será peor castigo que otra cosa.
El caso de la acusación de Sócrates fue la primera condena injusta que se ha popularizado, así se han seguido matando cantidad de inocentes a lo largo de la historia y desgraciadamente, se seguirán matando sin piedad alguna.