Biografía
Mohandas Karamchand Gandhi
TRABAJO DE SOCIALES
Mohanndas
Karamchand
Gandhi
La figura de Mohandas Karamchand Gandhi, conocido entre sus compatriotas indios como Mahatma (en sánscrito, 'alma grande'), es un inconfundible símbolo del pacifismo mundial, agigantado tras su asesinato cometido el 30 de enero de 1948. Y por eso se celebra el día de la Paz el 30 de Enero, en honor a su muerte.
Gracias a la campaña de resistencia civil no violenta organizada por Gandhi contra el gobierno británico de la India, el país alcanzó su independencia en 1947. Mohandas Karamchand Gandhi, miembro de la casta de los comerciantes, llamado posteriormente Mahatma (`alma grande' en sánscrito), estudió leyes en Londres. Desde el ejercicio de la abogacía y más tarde como activista político, combatió eficazmente la discriminación basándose en los principios de la verdad, la no violencia y el coraje.
Gandhi nació en Porbandar (actual estado de Gujarat) el 2 de octubre de 1869 y estudió derecho en el University College de Londres. En 1891 regresó a la India e intentó ejercer como abogado en Bombay con escaso éxito. Dos años más tarde, una firma india con intereses en Sudáfrica le envió como asesor legal a sus oficinas de Durban. Al llegar a esta ciudad Gandhi se encontró con que era tratado como miembro de una raza inferior. Se quedó horrorizado por la negación generalizada de las libertades civiles y de los derechos políticos de los inmigrantes indios en Sudáfrica y pronto se involucró en la lucha por la defensa de los derechos fundamentales de sus compatriotas.
2. RESISTENCIA PASIVA
Gandhi permaneció en Sudáfrica 20 años y estuvo en prisión en numerosas ocasiones. En 1896, tras ser atacado y apaleado por sudafricanos blancos, comenzó a propagar la política de resistencia pasiva y de no cooperación con las autoridades sudafricanas. Parte de la inspiración de esta política se encuentra en Liev Tolstói (cuya influencia en Gandhi fue profunda). También reconoció la deuda que tenía con el escritor estadounidense Henry David Thoreau, especialmente por su ensayo Desobediencia civil (1849). Gandhi, no obstante, consideró los términos `resistencia pasiva' y `desobediencia civil' inadecuados para sus objetivos y acuñó otro término, satyagraha (en sánscrito, `abrazo de la verdad'). Durante la Guerra Bóer, Gandhi organizó un cuerpo de ambulancias para el Ejército británico y dirigió una sección de la Cruz Roja. Acabada la guerra, retomó su campaña en favor de los derechos de los indios residentes en Sudáfrica. En 1910 fundó la Granja Tolstói, cerca de Durban, una colonia cooperativa para la población india. En 1914 el gobierno sudafricano hizo importantes concesiones a las demandas de Gandhi, incluido el reconocimiento de los matrimonios y la exención de impuestos municipales. Dando por finalizada su misión en Sudáfrica, regresó a la India.
3. CAMPAÑA PARA LA INDEPENDENCIA
Gandhi se convirtió pronto en el máximo exponente de la lucha por el autogobierno de la India. Tras la 1ª Guerra Mundial, en la que desempeñó un destacado papel humanitario, inició su movimiento de resistencia pasiva, invocando la satyagraha contra Gran Bretaña. Cuando el Parlamento aprobó en 1919 las leyes Rowlatt, que daban a las autoridades coloniales británicas poderes de emergencia para hacer frente a las denominadas actividades subversivas, el movimiento satyagraha se extendió por toda la India, ganando millones de adeptos. Una manifestación en Amritsar contra la aplicación de esta legislación acabó en una matanza cometida por los soldados británicos. En 1920, al no lograr del gobierno británico reforma alguna, Gandhi proclamó una campaña organizada de no cooperación. Los indios que ocupaban cargos públicos dimitieron, los organismos gubernamentales y los tribunales de justicia fueron boicoteados y los niños abandonaron las escuelas públicas. Por toda la India las calles de las ciudades fueron bloqueadas mediante sentadas de ciudadanos que se negaban a levantarse incluso a pesar de ser golpeados por la policía. Gandhi fue arrestado pero las autoridades británicas se vieron forzadas a dejarle pronto en libertad.
La independencia económica de la India fue el punto culminante del movimiento swaraj (en sánscrito, `autogobierno') de Gandhi, que implicaba un boicoteo completo a los productos británicos. Los aspectos económicos del movimiento eran significativos, puesto que la explotación de los campesinos indios por los industriales británicos había originado una extrema pobreza y la virtual destrucción de la industria de la India. Gandhi propuso como solución a esta situación potenciar el renacimiento de las industrias artesanales. Comenzó a usar una rueca como símbolo de la vuelta a la sencilla vida campesina que predicaba y del renacimiento de las industrias autóctonas, tales como el hilado manual.
Gandhi se convirtió en símbolo internacional de una India libre. Llevaba la vida espiritual y ascética de un predicador, con ayuno y meditación. La unión con su esposa llegó a ser, como él mismo señaló, la de un hermano y una hermana. Rehusó cualquier posesión terrenal, vestía como las clases más bajas (con un mantón y un taparrabos) y comía vegetales, zumos de fruta y leche de cabra. Los indios le veneraban como a un santo y le comenzaron a llamar Mahatma (en sánscrito, `alma grande'), título reservado para los más grandes sabios. La defensa que hizo Gandhi de la no violencia o ahimsa (en sánscrito, `sin daño') era, como sostuvo, la expresión de una forma de vida implícita en el hinduismo. Gandhi consideraba que mediante la práctica de la no violencia Gran Bretaña llegaría a considerar la inutilidad de la opresión y abandonaría su país.
La influencia política y espiritual del Mahatma era tan grande en la India que las autoridades británicas no se arriesgaron a atacarle. En 1921 el Congreso Nacional Indio (o Partido del Congreso), grupo que encabezó el movimiento independentista, otorgó a Gandhi autoridad ejecutiva plena, incluido el derecho a designar su propio sucesor. La población india, no obstante, no entendió plenamente la doctrina de la ahimsa. Estallaron una serie de revueltas armadas contra Gran Bretaña, y culminaron en tal violencia que Gandhi confesó el fracaso de su campaña de desobediencia civil, a la que puso fin. El gobierno británico le detuvo de nuevo y le encarceló en 1922.
Tras su puesta en libertad en 1924, se retiró de la vida política activa y se dedicó a propagar la unidad comunal. Sin embargo, pronto se vio envuelto de nuevo en la lucha por la independencia. En 1930 Gandhi proclamó una nueva campaña de desobediencia civil, convocando a la población a negar el pago de impuestos, en particular el que gravaba la sal, sobre la que el gobierno británico ejercía un severo monopolio. Se llevó a cabo una marcha hasta el mar, en la que miles de indios siguieron a Gandhi desde Ahmadâbâd hasta el mar Arábigo, donde obtuvieron sal evaporando agua del mar. Una vez más, Gandhi fue arrestado y puesto en libertad en 1931. Detuvo la campaña después de que los británicos hiciesen alguna concesión a sus peticiones. Ese mismo año representó al Congreso Nacional Indio en una reunión celebrada en Londres.
4. ATAQUE AL SISTEMA DE CASTAS
En 1932 Gandhi inició una nueva campaña de desobediencia civil contra las autoridades británicas. Arrestado dos veces, Mahatma ayunó durante largos periodos en diversas ocasiones. En septiembre de 1932, mientras estaba en la cárcel, llevó a cabo un “ayuno hasta la muerte” para mejorar la situación de la casta de los intocables. Los británicos, al permitir que los intocables fueran excluidos del electorado indio, estaban, según Gandhi, cometiendo una injusticia. Aunque él mismo era miembro de la casta vaisya (mercaderes), Gandhi se consideraba el gran líder del movimiento indio que tenía como finalidad la erradicación de la injusticia social y económica del sistema de castas.
En 1934 abandonó formalmente la política y fue sustituido como dirigente máximo del Congreso Nacional Indio por Jawaharlal Nehru. Gandhi viajó por toda la India predicando la ahimsa y predicando la defensa de la casta de los intocables. La estima en que se le tenía era la medida de su poder político. Tan grande era su autoridad moral y espiritual que el limitado autogobierno concedido por Gran Bretaña a la India a través de la promulgación de la Government of India Act (1935) no pudo ser puesto en práctica hasta que Gandhi lo aprobó. Pocos años después, en 1939, regresó de nuevo a la vida política debido a que aún estaba pendiente la federación de los principados indios con el resto de la India. Su primer acto fue una huelga de hambre con objeto de forzar al dirigente del estado de Râjkot a modificar su régimen autocrático. La conmoción pública que originó este ayuno fue tan grande que tuvo que intervenir el gobierno colonial británico; se concedieron las demandas. El Mahatma se convirtió de nuevo en la más importante figura política de la India.
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INDEPENDENCIA
Cuando estalló la 2ª Guerra Mundial, el Congreso Nacional Indio y Gandhi exigieron una declaración de intenciones respecto del conflicto y sus implicaciones respecto de la India. Como reacción a la insatisfactoria respuesta británica, el partido decidió no apoyar a Gran Bretaña a menos que se concediera a la India una completa y total independencia. Las autoridades británicas se negaron a ello y ofrecieron una serie de compromisos que a su vez fueron rechazados. Cuando Japón entró en guerra, Gandhi todavía rechazaba la participación de la India en el conflicto. Fue recluido en 1942 y liberado dos años más tarde por motivos de salud.
En 1944 la lucha por la independencia de la India estaba en su última fase. El gobierno británico había aceptado conceder la independencia con la condición de que los dos grupos nacionalistas rivales, la Liga Musulmana y el Congreso Nacional Indio resolvieran sus diferencias. Gandhi se opuso firmemente a la división de la India, aunque al final la aprobó con la esperanza de que se alcanzaría la paz interna una vez que se hubieran concedido las demandas para la creación de un Estado musulmán. India y Pakistán se convirtieron en dos estados independientes una vez que Gran Bretaña concedió su independencia a la India en 1947. Durante las revueltas que siguieron a la división del país, Gandhi suplicó a hindúes y musulmanes que convivieran pacíficamente. Los disturbios afectaron a Calcuta, una de las más grandes ciudades de la India, y el Mahatma ayunó hasta que cesaron. El 13 de enero de 1948 inició otra huelga de hambre en Nueva Delhi para tratar de instaurar la paz. El 30 de enero, doce días después de acabado aquel ayuno, fue asesinado por Vinayak Nathura Godse, un miembro de un grupo extremista hindú, mientras se dirigía a su habitual rezo de la tarde.
La muerte de Gandhi fue considerada como una catástrofe internacional. La Asamblea General de las Naciones Unidas declaró un periodo de luto y todos los países expresaron sus condolencias. Las enseñanzas de Gandhi inspirarían desde entonces los movimientos pacifistas en todo el mundo, al tiempo que el recuerdo de su personalidad terminó por adoptar proporciones descomunales, siempre como ineludible referente de los sentimientos de lucha no violenta contra las injusticias evidentes.
4.EL ANTIRRACISMO
A principios del siglo XX tuvo lugar una toma de conciencia internacional del fenómeno del racismo. Los procesos de Nuremberg a los criminales de guerra nazis crearon una situación psicológica y política decisiva en la voluntad de las naciones para erradicar el racismo. Sin embargo, en la sociedad actual aún perduran numerosas formas de racismo, a pesar de las exhortaciones de los organismos internacionales y especialmente de los acuerdos alcanzados respecto a los derechos de las minorías y de las personas. El apartheid en África del Sur ha ignorado estos acuerdos sistemáticamente hasta 1990. La masacre de la minoría tutsi en Ruanda en 1993 y la 'limpieza étnica' emprendida por los serbios en la antigua Yugoslavia a partir de 1991, son claras violaciones de los acuerdos internacionales.
Aunque el racismo no se haya erradicado, la ideología en la que se basa ha sido sometida a una crítica radical en la segunda mitad del siglo XX. La ciencia ha rechazado el concepto de raza poniendo en evidencia su carácter subjetivo, basado en prejuicios. Antropólogos, biólogos, genetistas y sociólogos han demostrado que la noción de raza carecía de sentido en la medida en que el género humano es uno e indivisible.
Organizaciones antirracistas nacionales e internacionales luchan contra cualquier forma de discriminación. Las actitudes racistas que combaten numerosas organizaciones tienen en buena medida razones psicológicas. Se fundan en reacciones de miedo ante la diversidad y a la incomprensión de lo desconocido, que engendra sentimientos de odio y una violencia muchas veces mal dirigida. Debido a la complejidad del fenómeno, el racismo es difícil de combatir.
Este artículo que viene a continuación hace referencia al tema que estoy tratando:
Raza e historia es un famoso ensayo-manifiesto que el antropólogo francés Claude Lévi-Strauss escribió en 1952 por encargo de la UNESCO para contribuir al programa de lucha contra el racismo. El capítulo primero, “Raza y cultura”, es un escrito clásico sobre el racismo como “teoría y práctica indefendibles” y carentes de fundamento científico. En este capítulo Lévi-Strauss es capaz de vislumbrar otras cuestiones que hoy son igualmente graves y urgentes, como los conflictos que surgen por las diferencias culturales entre los múltiples y variados grupos étnicos de todo el mundo.
Fragmento de Raza e historia.
De Claude Lévi-Strauss.
1. Raza y cultura.
Hablar de la contribución de las razas humanas a la civilización mundial podría causar sorpresa en una serie de capítulos destinados a luchar contra el prejuicio racista. Sería vano haber consagrado tanto talento y tantos esfuerzos en demostrar que nada, en el estado actual de la ciencia, permite afirmar la superioridad o inferioridad intelectual de una raza con respecto a otra, si solamente fuera para devolver subrepticiamente consistencia a la noción de raza, queriendo demostrar así que los grandes grupos étnicos que componen la humanidad han aportado, en tanto que tales, contribuciones específicas al patrimonio común.
Pero nada más lejos de nuestro propósito que una empresa tal, que únicamente llevaría a formular la doctrina racista a la inversa. Cuando se intenta caracterizar las razas biológicas por propiedades psicológicas particulares, uno se aleja tanto de la verdad científica definiéndolas de manera positiva como negativa. No hay que olvidar que Gobineau, a quien la historia ha hecho el padre de las teorías racistas, no concebía sin embargo, la «desigualdad de las razas humanas» de manera cuantitativa, sino cualitativa: para él las grandes razas primitivas que formaban la humanidad en sus comienzos —blanca, amarilla y negra— no eran tan desiguales en valor absoluto como diversas en sus aptitudes particulares. La tara de la degeneración se vinculaba para él al fenómeno del mestizaje, antes que a la posición de cada raza en una escala de valores común a todas ellas. Esta tara estaba destinada pues a castigar a la humanidad entera, condenada sin distinción de raza, a un mestizaje cada vez más estimulado. Pero el pecado original de la antropología consiste en la confusión entre la noción puramente biológica de raza (suponiendo además, que incluso en este terreno limitado, esta noción pueda aspirar a la objetividad, lo que la genética moderna pone en duda) y las producciones sociológicas y psicológicas de las culturas humanas. Ha bastado a Gobineau haberlo cometido, para encontrarse encerrado en el círculo infernal que conduce de un error intelectual, sin excluir la buena fe, a la legitimación involuntaria de todas las tentativas de discriminación y de explotación.
Por eso, cuando hablamos en este estudio de la contribución de las razas humanas a la civilización, no queremos decir que las aportaciones culturales de Asia o de Europa, de África o de América sean únicas por el hecho de que estos continentes estén, en conjunto, poblados por habitantes de orígenes raciales distintos. Si esta particularidad existe —lo que no es dudoso— se debe a circunstancias geográficas, históricas y sociológicas, no a aptitudes distintas ligadas a la constitución anatómica o fisiológica de los negros, los amarillos o los blancos.
Pero nos ha parecido que, en la medida en que esta serie de capítulos intentaba corregir este punto de vista negativo, corría el riesgo a la vez de relegar a un segundo plano un aspecto igualmente fundamental de la vida de la humanidad: a saber, que ésta no se desarrolla bajo el régimen de una monotonía uniforme, sino a través de modos extraordinariamente diversificados de sociedades y de civilizaciones. Esta diversidad intelectual, estética y sociológica, no está unida por ninguna relación de causa-efecto a la que existe en el plano biológico, entre ciertos aspectos observables de agrupaciones humanas; son paralelas solamente en otro terreno.
Pero aquella diversidad se distingue por dos caracteres importantes a la vez. En primer lugar, tiene otro orden de valores. Existen muchas más culturas humanas que razas humanas, puesto que las primeras se cuentan por millares y las segundas por unidades: dos culturas elaboradas por hombres que pertenecen a la misma raza pueden diferir tanto o más que dos culturas que dependen de grupos racialmente alejados. En segundo lugar, a la inversa de la diversidad entre las razas, que presenta como principal interés el de su origen y el de su distribución en el espacio, la diversidad entre las culturas plantea numerosos problemas, porque uno puede preguntarse si esta cuestión constituye una ventaja o un inconveniente para la humanidad, cuestión general que, por supuesto, se subdivide en muchas otras.
Al fin y al cabo, hay que preguntarse en qué consiste esta diversidad, a riesgo de ver los prejuicios racistas, apenas desarraigados de su base biológica, renacer en un terreno nuevo. Porque sería en vano haber obtenido del hombre de la calle una renuncia a atribuir un significado intelectual o moral al hecho de tener la piel negra o blanca, el cabello liso o rizado, por no mencionar otra cuestión a la que el hombre se aferra inmediatamente por experiencia probada: si no existen aptitudes raciales innatas, ¿cómo explicar que la civilización desarrollada por el hombre blanco haya hecho los inmensos progresos que sabemos, mientras que las de pueblos de color han quedado atrás, unas a mitad de camino y otras castigadas con un retraso que se cifra en miles o en decenas de miles de años? Luego no podemos pretender haber resuelto el problema de la desigualdad de razas humanas negándolo, si no se examina tampoco el de la desigualdad —o el de la diversidad— de culturas humanas que, de hecho si no de derecho, está en la conciencia pública estrechamente ligado a él.
Fuente: Lévi-Strauss, Claude. Raza y cultura. Colección Teorema. Madrid. Ediciones Cátedra, 1996.
En 1957, el gobernador de Arkansas (EEUU), Orval Faubus, ignoró las órdenes en contra de la segregación racial y se negó a la integración de los estudiantes de color en los centros de enseñanza de Little Rock. Inmediatamente ordenó a la Guardia Nacional de Arkansas que impidiera a estos estudiantes entrar en la Central High School. El presidente Dwight Eisenhower respondió con el envío de tropas federales (en la imagen) para asegurar el ingreso de estos jóvenes, pero muchos de ellos no fueron admitidos en las escuelas públicas de Arkansas hasta un año después. En 1958, el Tribunal Supremo de Estados Unidos, en el caso Cooper v. Aaron, decretó el final de la segregación racial en esta localidad de Arkansas.
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