Literatura
Milagros de Nuestra Señora; Gonzalo de Berceo
“Milagros de Nuestra Señora”
BERCEO, Gonzalo de.
Características de la obra de Berceo y características de la sociedad del siglo XIII:
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La obra está compuesta por 25 milagros, 24 de ellos obtenidos por Berceo de una obra latina. En muchos pasajes hace referencia al texto donde se inspiró Berceo (“El otro omne bono, no·l sabria nomnar…”, página 154; “De todos tres el uno, flaco e muy lazrado, vino en Anifridi como diz el dictado…”, página 140; “Un monge beneíto fue en una mongía, el logar no lo leo, decir no lo sabría…”, página 83.
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Como peculiaridad, prácticamente en las últimas estrofas de todos los capítulos de la obra, Berceo realiza una alabanza a la Virgen María, resaltando la virtud que ha predominado en el milagro que se acaba de contar, para hacer que éste tuviera un buen final. (Ella nos dé su gracia e su bendición, guárdenos de peccado e de tribulación, de nuestras liviandades, gánenos remisión, que non vayan las almas nuestras en perdición…”, 155).
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Gonzalo es muy exacto describiendo los paisajes, (“Ovieron vientos bonos, luego de la entrada, oraje muy sabroso, toda la mar pagada; avién grand alegría la alegre mesnada: con tal tiempo aína avrién la mar passada…”, 170), los entornos geográficos de la acción, (Toledo, Castilla, Pavía, Lombardía, Roma, España, Francia…), y entornos eclesiásticos, como monasterios, iglesias... (San Milán de la Cogolla, San Miguel de la Tumba…). A su vez, los paisajes que describe, propios y típicos castellanos, resaltan por su sencillez de vocabulario, llano pero conciso, para que pudiera llegar a la gente del pueblo, gente inculta y sin conocimiento de un vocabulario más preciso. Así pues, Berceo da una mayor importancia a que el pueblo llano entienda sus milagros, a que el vocabulario sea más elaborado, pudiéndolo así leer sólo aquellas personas alfabetizadas. Hay que tener en cuenta que en el siglo XIII, prácticamente las únicas personas con estudios y conocedoras de más lenguas que la romance castellana, eran los hombres de Dios, como los monjes, obispos... algún noble o burgués rico, abogados, notarios, y los trovadores.
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En la obra, Berceo utiliza diálogos directos al público, llamados diálogos de atención. (“Amigos, si quisiéssedes un pocco esperar, aun otro miraclo vos querría contar...”, 83; “Aún otro miraclo vos querría contar…”, 187). En el siglo XIII, la inmensa mayoría de habitantes de una ciudad eran analfabetos. Sólo conocían la lengua que hablaban en la calle y en casa, el castellano en la mayor parte de España. La lengua latina que había predominado siglos antes, ya sólo la conocían unos pocos privilegiados. Así, pues, a quien el pueblo respetaba más, era a aquella gente que sabía leer y escribir en lengua romance, y por ello, Berceo utilizó un lenguaje raso y fácil, con numerosos nombres de herramientas y utensilios cotidianos (“Ardieron los armarios e todos los frontales, las vigas, las gateras, los cabrios, los cumbrales, ardieron las ampollas, cálizes e ciriales…”, 127), para que pudiera llegar el mensaje de los milagros a la gente de la villa, que era su principal objetivo (pasar de lengua latina los textos antiguos a lengua de la población). En la sociedad de la Edad Media, el oficio de mester de clerecía era respetado por todo el pueblo. Es importante diferenciar entre mester de clerecía y juglar. Los segundos iban de una ciudad a otra recitando poesías o cantando cantares, ya fuesen de noticias de reinos vecinos, ya fuesen de difusión de la religión cristiana. Los primeros, dominaban a la perfección la lengua escrita (los juglares sólo la oral), la métrica y la retórica. Es decir, los mesteres eran cultos, los juglares no. Por este motivo, Berceo se presenta en la Introducción como un mester. (“Yo maestro Gonçalvo de Verceo nomnado…).
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En el libro “Milagros de Nuestra Señora”, se da a entender que la única religión buena y que ha de ser respetada es la católica, humillando a la gente que no la comparte. En varios milagros (“Oid - dixo - christianos una estranna cosa, la gent de judaísmo, sorda e cegajosa, nunqua contra don Christo non fo más porfïosa”, `Los judíos en Toledo', 142) se muestra claramente. La religión cristiana católica no gozaba de tal importancia en el siglo XII. A partir del siglo XIII, empieza el pueblo llano y el pueblo alto a respetar la religión en que se cree. Empiezan a escribirse cantares sobre temas marianos y sobre Jesucristo a principios del siglo XIII, momento en que Berceo escribió “Los milagros de Nuestra Señora”, siguiendo la moda del momento; aunque teniendo como objetivo, además de expandir la religión, dar a conocer el monasterio donde se crió, es decir, hacerle publicidad para que la gente lo visitase (Monasterio de San Millán de la Cogolla).
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Berceo nos muestra en algunos milagros fragmentos del Viejo Testamento y del Nuevo Testamento, como por ejemplo “El fust que Moïsés enna mano portava, que confondió los sabios que Faraón preciava, el que abrió los mares e depués los cerrava, si non a la Gloriosa ál non significava”, 76. Así como diversos personajes del Evangelio (Sant Pedro, Moises, Adán y Eva, Caín y Abel...). Se refiere en la Introducción a un campo verde, a la sombra de un árbol, con cuatro fuentes, pájaros, y bonitas flores. Estas cuatro alegorías, muy frecuentes en sus obras, quieren dar a entender: estar en un campo verde y muy bonito, es vivir en fe devota con la Virgen y con Jesucristo; las cuatro fuentes que de ellas salen cristalina agua, se refiere a los cuatro Evangelios; las aves simbolizan los apóstoles, profetas, vírgenes…; las sombras de los árboles, las oraciones que María reza en soledad para los pecadores; y las flores son los 100 nombres que recibe la Virgen María.
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Las mujeres se ven sólo objetos, no como personas capaces de razonar. En todos los milagros, las mujeres interpretan el papel de monjas o de `fulanas'. Berceo refleja en su libro que en su época, las mujeres no tenían ni estudios, ni oficios, ni, por supuesto, cultura. Eran seres ignorantes, ya que solamente servían para adorar a la Virgen y a su Hijo convirtiéndose en monjas, para procrear, para cuidar de la casa y para cumplir lo que el hombre que la poseía le mandara. En el siglo XIII, las mujeres siempre eran propiedad de algún hombre, nunca de sí mismas. Así pues, hasta cierta edad eran propiedad de su padre; al casarse, pasaban a ser propiedad del marido; y si se convierten en monjas, propiedad de Dios. La mujer no tenía personalidad, ni derecho ni deber de opinar sobre nada ni nadie.
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Los hombres de la sociedad del siglo XIII, veían a sus mujeres como un castigo impuesto por Dios. Al compararlas con la Virgen María, llena de virtudes (piedad, bondad…), ellas quedaban llenas de defectos.
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Es importante precisar que en la obra de Gonzalo de Berceo, la figura del niño como elemento importante o principal, aparece en solo dos milagros. (El judezno, 132-136). Esto nos da a entender que la importancia de las criaturas en la Edad Media era casi nula. Por otra parte, a los niños ricos los monjes les impartían clases, así se convertían en hombres cultos y religiosos, capaces de seguir con la religión.
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Berceo nos quiere dar a entender que, sea cual el pecado que hayamos cometido, la Virgen rogará por nosotros, y siempre salvará nuestra alma, si estamos arrepentidos.
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En el siglo XIII y posteriores, según explica el libro, la mayoría de la gente católica rezaba a Dios y a la Virgen. Solían hacerlo tres veces cada día: al despertar, al mediodía y antes de acostarse. Al rezar, alababan a María y a Jesucristo, y pedían alguna ayuda si algo les iba mal.
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En la sociedad del siglo XIII, como ya hemos dicho, se discriminaban a las mujeres en desmesura. Si una mujer de Dios cometía algún pecado carnal, era castigada y rechazada por todos. En cambio, si era un monje el que pecaba, era castigado igual por Dios y por la Virgen María, pero la sociedad no le rechazaba. Así, pues, se da a entender que los únicos seres que son imparciales son Jesucristo y su madre, la Virgen, ya que imparten justicia sea cuál sea el pecado cometido y la persona pecadora. Y que en todos los otros seres vivos, la imparcialidad es prácticamente imposible, ya que todo depende de desde dónde se mire la cuestión en concreto.
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El lugar donde se enterraban a los creyentes reconocidos de Dios y su religión, era en los alrededores de las iglesias, monasterios… considerándose lugar sagrado. En cambio, aquellas personas cuyas creencias no estuvieran de acuerdo con las del Catolicismo, se les enterraban en cualquier lugar, por ejemplo, en la ribera de los ríos, entre la flora, sin ningún tipo de cura (“Los omnes de la vila e los sus companneros, esto como cuntiera com non eran certeros, defuera de la villa entre unos riberos, allá lo soterraron, non entre los dezmeros”, 89).
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Referente al tema de los monasterios, se puede apreciar la inestimable importancia que se le da al Camino de Santiago, lugar de peregrinaje de los seguidores de la religión cristiana. En el siglo XIII y aún ahora, si se recorría el camino de Santiago, desde el sur de Francia (Roncesvalles) hasta Galicia, lugar donde se guardan los hipotéticos restos de San Santiago, Dios perdonaba todos tus pecados, y se le consideraba un ferviente religioso. En el libro se describe como las personas que habían pecado y se arrepentían, marchaban a cumplir el Camino de Santiago, para liberarse de sus males. (“El romero engañado por el enemigo malo”; “Víno·l en corazón do se sedié un día, al apóstol de Espanna de ir en romería; aguisó su facienda, buscó su compannía, destajaron el término cómo fuessen en su vía”, 103; “metióse al camino...”, 104; “pocco avié andado aún de la carrera…”, 104…)
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En el libro se refleja la importancia de la posesión de bienes y tierras. Esta característica es propia del siglo XIII, Edad Media. En esos tiempos de sociedades estamentales, lo que te hacia pertenecer a un estamento privilegiado o no era el terreno que poseías. Este terreno lo heredaba el primogénito del padre. Así pues, el primer hijo varón de los estamentos privilegiados (nobles) se quedaba con el terreno; el segundo hijo varón era sacerdote; el tercero, cuarto, quinto… se hacían militares, ya que esa era la única solución para poder volver a conquistar tierras, y volver a ser nobles al poseerlas. Por su parte, ninguna de las hijas de un matrimonio noble heredaba tierra alguna, sino que las casaban con hombres nobles, para así aumentar los bienes familiares; o las convertían en religiosas de importantes monasterios, dedicadas a la vida de Dios.
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Los cuatro estamentos generales eran:
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Primero, el rey (en cada reino sólo había uno. Él era el que lo poseía todo, terrenos y la vida de las personas; podía decidir o cambiar cualquier cosa, ya que su poder se basaba en el poder divino, es decir, Dios le había elegido a él para que fuese rey, era el mensajero de Dios en la tierra; por eso no se le podía discutir nada, y siempre tenía la última palabra en todos los asuntos. Claro está, no pagaba ningún tipo de impuesto. Él era el que recibía el diezmo de sus soldados, y él era el que decidía entregar tierras al oficial que las había conquistado. El poder del reino se pasaba del padre al primogénito).
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Segundo, la clerecía. (Estos eran los monjes, obispos… como habían sido elegidos por Dios, tampoco pagaban impuestos. Los hombres de Dios con más cargo eran los hijos de nobles; en cambio, los hijos de pobres no pasaban de ser simples sacerdotes).
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Tercero, los nobles. (Estos eran los poseedores del terreno. Su tierra, como ya hemos dicho, era heredada por el primogénito, aunque siempre el rey tenía la capacidad de desterrar a alguien, y así dejaban de ser nobles. Los nobles no trabajaban, y no pagaban impuestos. Debían jurar fidelidad al rey, es decir, prometerle que servirían ayuda, y que nunca irían en su contra. Vivían de las cosechas que obtenían sus vasallos, el Tercer Estado).
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El Tercer Estado. (En este cuarto y último grupo se incluían los burgueses, los artesanos, los agricultores… eran los que pagaban impuestos. Los otros dos estamentos superiores a ellos vivían de su trabajo. Carecían de ningún privilegio, y no eran nadie ante la ley. Eran vasallos de los nobles, es decir, ellos prometían cuidar y cultivar sus tierras (agricultores), y los nobles prometían protegerles si estallaba una guerra. Los burgueses eran los acomodados entre los pobres, es decir, podían poseer tierras, e incluso ser más ricos que los propios nobles; pero por el hecho de no llevar en la sangre nobleza, no podían aumentar de estamento). En el libro nos habla del Tercer Estado (“El pobre caritativo”, “El labrador avaro”...); de los nobles (“Los dos hermanos”…); y muy ampliamente de los clérigos (“El monje embriagado”, “El nuevo obispo de Pavía”, “El prior de San Salvador y el Sacristán Uberto”…).
Conclusiones:
Como conclusiones, afirmaremos:
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En el siglo XIII el aumento de la devoción a la Virgen María representa un gran auge de la religión católica.
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El menosprecio de todas las otras religiones de quien impartía y predicaba la católica.
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Importancia y autoridad del hombre sobre la mujer, en todos los aspectos posibles, viéndose a esta sólo como una tentación que impuso Dios a los hombres.
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Ignorancia y analfabetismo de la mayoría de los habitantes, menos una insignificante minoría. Ésta es la razón por la que Berceo utiliza un lenguaje llano y poco elaborado.
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Importancia de los juglares.
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El rezo tres veces al día. Si no se rezaba, se le consideraba un mal católico.
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La diferenciación de los cuatro estamentos principales (el rey, el clero, los nobles y el Tercer Estado). Privilegios de que disponían o carecían.
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Importancia indiscutible del Camino de Santiago, principal lugar de peregrinación.
Bibliografía:
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“Diccionario Literario”. Edición Montaner y Simón S.A. Barcelona.
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“El tomo cuadernos de estudios y literatura”. Ediciones Cinzel.
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“Nova Enclicopèdia Temàtica Planeta”, Ediciones Planeta. Susana Rafart.
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“Historia de la Literatura Universal”. Volumen III. Martín de Riquer. Ediciones Planeta S.A.
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“Diccionario de autores”. Edición Montaner y Simón S.A.
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Enviado por: | Nuria Sintes Llopis |
Idioma: | castellano |
País: | España |